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La rebelión tributaria de los municipios

En una anterior oportunidad me referí en este espacio al caso que aconteció en el


municipio Caroní en el mes de agosto de 2018, donde el Concejo Municipal con
mayoría oficialista aprobó una ordenanza relativa al Impuesto sobre Actividades
Económicas (ISAE) que violó principios constitucionales relativos a la participación
ciudadana, principios de certeza y seguridad jurídica, así como el de legalidad y el de
reserva legal.

Más grave aún, esta reforma aplicó un aumento desproporcionado y confiscatorio de


las alícuotas impositivas a las ya pocas empresas que mantienen operaciones dentro
de esta severa crisis económica.

La reforma en Caroní fue aprobada por el órgano legislativo municipal, pero propuesta
e impulsada por el Alcalde, secundada por la Sindicatura y con el complaciente silencio
de la Contraloría Municipal, sin consultar u oír a los gremios empresariales y
profesionales, mucho menos a los ciudadanos en general.

Llama la atención que en la exposición de motivo de la nueva Ordenanza de Caroní se


precisa que “El Proyecto de ordenanza se adaptó a la decisión del nuevo organismo
desconcentrado como lo es la Superintendencia de Administración Tributaria
Municipal”; con lo cual no hubo ni siquiera disimulo de la absoluta subordinación del
Poder Legislativo Municipal a la providencia del ente recaudador de los tributos bajo
mandato de la máxima autoridad de la Alcaldía.

Al artículo previo lo titulé “Para muestra un Caroní”, buscando alertar sobre la


posibilidad de que tales vicios se entendiesen como un virus gripal en otras
municipalidades del país, en franco deterioro del Derecho Tributario.

El temor de que lo ocurrido en Caroní estuviese sucediendo en otros municipios del


país, lamentablemente se concretó, y así pudo ser constatado por quienes al leer el
artículo manifestaron a su autor por diversos medios, el padecimiento de similares o
incluso más graves violaciones en la conformación de los instrumentos normativos que
rigen al impuesto sobre actividades económicas en sus localidades.

Encontramos así, que ya parece ser común la usanza en demasiados municipios del
país, el fijar un período mensual para la determinación del ISAE. Ello contraviniendo la
expresa disposición del artículo 205 de la Ley Orgánica del Poder público Municipal
(LOPPM) que señala que “El período impositivo de este impuesto coincidirá con el año
civil y los ingresos gravables serán los percibidos en ese año”.
Cabe prever entonces que así como se establecieron arbitrariamente lapsos de
determinación mensual para el ISAE, luego podrán asumir lapsos quincenales o hasta
semanales a conveniencia del recaudador de impuestos, ante el avance de la
hiperinflación, mientras el BCV o el Ejecutivo Nacional sigan difiriendo las medidas de
corrección de una política monetaria que no deja de emitir dinero inorgánico para la
monetización del ingente déficit fiscal.

Otro de los males evidenciados es la inconsulta reforma de alícuotas impositivas, sin


estudios de impacto económico. Estas son en algunos casos tan elevadas que
representan más del doble de la carga impositiva consolidada de todos los demás
impuestos que el contribuyente debe pagar al Estado.

Por otra parte, algunas ordenanzas han llegado a plantear que los alcaldes definan
nuevos códigos de actividad económica, fijen las alícuotas impositivas, supriman otros
o modifiquen los ya existentes. Esto es un exabrupto que viola la exclusiva reserva
legal tributaria que impone la Constitución Nacional en su artículo 317 y que es la
fuente primordial de la configuración republicana del Estado democrático.

La autonomía de los municipios tiene límites en la Constitución Nacional y las leyes de


la República, la inobservancia de estos límites es un delito y un peligroso juego que les
expone a una medida de rectificación que no solo gane el debido equilibrio, sino que
incluso luego sea utilizada por los enemigos de la descentralización como excusa para
desconocer dicha autonomía por medio de normas legales que restrinjan sus
potestades.

Este panorama sugiere que lo que ha ocurrido en Venezuela es la rebelión tributaria de


los municipios, una que se opone a la Constitución, a la racionalidad jurídica y a los
derechos ciudadanos. Rebelión inconcebible en un Estado de Derecho y la cual debe
ser enfrentada oportunamente por la sociedad civil organizada con las herramientas
que se encuentran previstas dentro de la institucionalidad gremial, universitaria y de
las academias, que todavía sobreviven en el país y se niegan a claudicar ante la
anomia.

Camilo London
@eltributario

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