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En este contexto y dadas las recientes decisiones dictadas por la Sala Constitucional
(SC) del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), surge nuevamente el tema de la
“armonización” y, muy especialmente el “Acuerdo Nacional de Armonización Tributaria
Municipal” que fue elaborado por requerimiento de esa Sala, y presentado por el
Vicepresidente del Área Económica, junto con Gobernadores y Alcaldes, quienes -al
menos desde el punto de vista formal- han dado cumplimiento al mandato que les
hubiere efectuado la SC. Se debe tener presente que el artículo 156.13 constitucional
establece una reserva a favor del Poder Público Nacional -que debe concretarse a
través del órgano legislativo- en lo que respecta a la legislación para garantizar la
coordinación y armonización de las distintas potestades tributarias, muy
especialmente, para la determinación de los tipos impositivos o alícuotas de los
tributos estadales y municipales. No obstante la mencionada reserva, la SC delegó
esta competencia en el Vicepresidente del Área Económica y Gobernadores y
Alcaldes.
Así las cosas, pretendemos efectuar un recuento sobre los principales aspectos que
sirvieron de punto de partida a este “Acuerdo de Armonización Tributaria Municipal”
para, partiendo de esa base, determinar si efectivamente ese “Acuerdo” supone un
paso hacia adelante en esta materia y una corrección de los errores cometidos en
temas como la interferencia de competencias entre distintos entes político territoriales,
los problemas de doble o de múltiple imposición tributaria, e incluso, algunos
quebrantamientos al principio de no confiscatoriedad de los tributos. O si, por el
contrario, ese Acuerdo supone una fórmula que conduce al vaciamiento de la
autonomía tributaria, muy específicamente en lo que respecta a la potestad tributaria
que constitucionalmente se le ha atribuido a estos entes menores.
El inicio del tema objeto de análisis parte de esta decisión N° 0250 mediante la cual la
SC del TSJ admitió la demanda de nulidad contra las Ordenanzas de Creación de las
Unidades de Valores Fiscales en el Municipio Chacao del Estado Miranda[3] y la
Ordenanza sobre Convivencia Ciudadana del Municipio Chacao[4], dictadas por el
Concejo Municipal del Municipio Chacao del Estado Miranda, y acordó
la suspensión de los efectos jurídicos de tales instrumentos normativos, por
establecer la creación de unidades de valor fiscal tributaria y sancionatoria ancladas
en un mercado cambiario distinto al regulado por el Banco Central de Venezuela
(BCV), no contemplado en el Título VI, Capítulo II ni en el Título IV, Capítulo IV de la
Constitución.
De igual forma, la Sala destacó que los distintos entes político-territoriales debían
ejercer sus competencias en materia tributaria, conforme a los principios y valores que
informan el sistema tributario en general -atendiendo al antes comentado artículo 316
constitucional- y sin exceder de los límites constitucionalmente establecidos.
Por tal razón, y para garantizar la vigencia efectiva del Texto Constitucional, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 335 de la Constitución, la SC acordó:
(i) suspender por un lapso de 90 días, la aplicación de cualquier instrumento
normativo dictado por el Poder Legislativo Estadal o Municipal que establezca algún
tipo de tasa o contribución de naturaleza tributaria, así como cualquier Decreto o acto
administrativo de efectos generales dictado con la misma finalidad, por los Alcaldes o
Gobernadores, y ii) ordenar al Vicepresidente Sectorial del Área Económica y Ministro
del Poder Popular de Industrias y Producción para que, junto con los Gobernadores,
los Alcaldes y el Jefe de Gobierno del Distrito Capital, conformase una mesa técnica a
fin de coordinar los parámetros dentro de los cuales ejercerán su potestad tributaria,
en particular, para armonizar lo referido a los tipos impositivos y alícuotas de los
tributos.
Este fallo constituye una decisión sin precedente alguno que -en nuestra opinión-
adolece de múltiples vicios, tanto de la perspectiva constitucional, como procesal. De
manera sintetizada y, siendo consistentes con las consideraciones previas, debemos
tener presente que los Estados y Municipios han sido dotados de una autonomía en
los términos y con las limitaciones previstas en nuestro Texto Constitucional y, muy
especialmente, conforme a las disposiciones contenidas en los artículos 159, 164,
167, 168 y 169 constitucional, por tanto, aunque el Poder Nacional es el llamado para
asumir la legislación en materia de coordinación, aquélla no podría suponer vaciar de
competencias a estos político territoriales menores. Un vaciamiento de este tipo sería
frontalmente contrario a las exigencias de autonomía política y financiera.
Y en relación con el caso que nos ocupa, el efecto es el de una anulación del Poder
Tributario que constitucionalmente le ha sido asignado a los entes municipales.
Cualquier limitación a la autonomía local está reservada a la Ley y es una
competencia que corresponde a la Asamblea Nacional, siendo cuestionable esta
invasión de competencias en que ha incurrido la Sala Constitucional.
Se hace una propuesta en la que se distinguen los sectores económicos primario,
secundario y terciario, con la asignación de ramos y códigos para cada una de las
actividades que se ubican dentro de estos sectores y unas bandas que de alícuota
mensual mínima y máxima y un techo del mínimo tributable (en Petros).
Este anexo contiene un glosario de términos para control urbano y catastrales, entre
los cuales destacan, conformidad de uso, constancia ocupacional, edificaciones
aisladas, continuas y pareadas; también se definen otros términos como, ámbito rural
y urbano, avalúo, catastro inmobiliario, linderos, lote de terreno, parcela, planta de
valores de la tierra, tabla de valores de la construcción y variables urbanas, entre
otros.
De igual forma, se establece una clasificación de las zonas dentro de las áreas
urbanas y periurbanas de cada Municipio, así como una planta de valores unitarios
(en Petro por M2), para el cálculo del avalúo catastral. También contiene una tabla de
valores para el cálculo de tasas por servicios en materia de Control Urbano (en Petro).
Es de destacar que este Convenio contiene una cláusula de “No Colisión” conforme a
la cual una vez suscrito el señalado Convenio el Municipio adherido no podrá
desarrollar un modelo de Administración Tributaria distinto al amparado en ese
Convenio. Deberá, por tanto, el Municipio enfocar y dedicar todos sus esfuerzos en
lograr la implementación y funcionabilidad exitosa del modelo propuesto. Tampoco
podrá incorporar iniciativas independientes o de terceros que colidan con el objetivo
de este Convenio.
Al mismo tiempo, será el CBAAV quien establecerá los parámetros para certificar
proveedores de servicios especializados en las áreas de Administración Tributaria y
Tecnología, aunque el Municipio adherido será el único responsable ante los
compromisos y obligaciones que se asuman con los proveedores certificados.
Este Convenio tendrá una vigencia de 4 años contados a partir de la fecha de su firma
y podrá ser renovado por períodos iguales según acuerdo suscrito por las partes.
También, ese Convenio podrá darse por terminado en cualquier momento, por
cualquier parte, mediante notificación escrita con no menos de sesenta (60) días
continuos de antelación o por acuerdo mutuo de las partes.
De manera que, conforme a este Acuerdo los Municipios tendrán que sujetarse a los
lineamientos y compromisos asumidos por un lapso de 4 años, prorrogables por
períodos iguales, salvo terminación anticipada por cualquiera de las partes.
Cada Municipio tiene una realidad política, económica y social distinta y, aun cuando
estamos conscientes de la necesidad de la coordinación y de la armonización de las
potestades tributarias de los distintos entes político territoriales, consideramos que ello
tampoco puede conducir a la errada convicción de que un instrumento único como el
“Acuerdo Nacional de Armonización Tributaria Municipal” constituirá la solución
mágica y definitiva de un complejo problema, por el contrario, vemos que este
Acuerdo puede ser un factor para adicionar al problema existente.
No visualizamos que los 335 Municipios del país estén en capacidad de implementar
una plataforma tecnológica de alto nivel, ni tampoco una inteligencia fiscal, ni mucho
menos la implementación de Manuales de Buenas Prácticas, bajo los lineamientos
contenidos en el Convenio. Y es que se debe tener presente que muchos Municipios
del país, apenas pueden sostenerse económicamente, y, aunque soñar no cuesta
nada, un modelo de gestión tributaria como el que idealmente se presenta en este
Acuerdo, será de difícil cumplimiento para la mayor parte de estos Municipios.
La Sala consideró que los Alcaldes de los Municipios suscriptores del ese
instrumento[12] lograron establecer los parámetros dentro de los cuales ejercerían la
potestad tributaria en sus respectivos Municipios, a los fines de armonizar los tipos
impositivos y la alícuotas de los tributos relativos a las Actividades Económicas, de
Industria y Comercio e Índole Similar y los inherentes a los Inmuebles Urbanos y Peri
Urbanos.
Por tal razón, y a fin de garantizar la efectividad y vigencia del Texto Constitucional,
conforme a lo establecido en el artículo 335 ejusdem, esa Sala resolvió:
En cualquier caso, se debe tener presente que estamos ante una suspensión de todos
los instrumentos jurídicos municipales o estadales de naturaleza tributaria. Por ello,
resulta cuestionable asumir que el cobro de la obligación tributaria procedería aun
cuando estos instrumentos que determinan la vigencia de la ley tributaria están
suspendidos. Sin embargo, también se maneja el escenario en el que, una vez
armonizadas las respectivas Ordenanzas, los Municipios pretendan exigir el cobro
retroactivo de la obligación tributaria suspendida, en ese supuesto, deberá observarse
el artículo 24 Constitucional y -al margen de otros cuestionamientos que puedan
hacerse- la obligación sólo procedería, en tanto y en cuanto se trate de una regulación
que resulte más favorable al contribuyente, en comparación con la normativa objeto
de suspensión.
Por último, esta decisión deja en el olvido a uno de los protagonistas de esta historia
de armonización, como son los Estados. En efecto, la sentencia Nº 0078 ordenó la
suspensión de todos los instrumentos normativos estadales o municipales que
establezcan algún tipo de tasa o contribución de naturaleza tributaria. Y aunque fue
consignado el “Acuerdo Nacional de Armonización Tributaria Municipal” y la Sala fijó
los lineamientos para que los Municipios efectuarán las respectivas adecuaciones
como supuesto previo al levantamiento de la medida cautelar, nada se dijo sobre la
potestad tributaria que le ha sido suspendida a los Estados.
Pareciera entonces que los Estados deberán aguardar el transcurso de estos 90 días
y estarán limitados en sus ingresos tributarios por efectos de esta decisión.
Desconocemos si se está preparando un instrumento equivalente en el ámbito estatal.
Sin embargo, en el caso de los Estados algo se ha avanzado en este camino de la
armonización, por lo que, la tarea sería más sencilla y básicamente se limitaría a
retomar la Ley Orgánica de Hacienda Pública Estatal. Recordemos que este proyecto
de Ley que fue aprobado por la Asamblea Nacional en Primera Discusión en el año
2016, no obstante, en virtud del “desacato”[13] en el cual se encuentra la legítima
Asamblea Nacional -a decir de la SC del TSJ- no se ha logrado avanzar en este
asunto.
[10] Es importante destacar que, en materia Municipal, contamos con la Ley Orgánica
del Poder Público Municipal (LOPPM), como principal instrumento armonizador,
independientemente de las revisiones o críticas de que eventualmente pueda ser
objeto. Recordemos que la Disposición Transitoria Cuarta de la CRBV de 1999,
ordenó a la Asamblea Nacional a sancionar una LOPPM dentro del año siguiente a su
entrada en vigencia. No obstante, fue en el año 2005 que finalmente se dio
cumplimiento a ese exhorto y se desarrollaron los principios constitucionales, relativos
al poder público municipal, su autonomía, organización y funcionamiento, gobierno,
administración y control, para el efectivo ejercicio de la participación protagónica del
pueblo en los asuntos propios de la vida local. Sobre esta base, la LOPPM establece
la normativa que desarrolla la autonomía que la propia Constitución le ha conferido
conforme se desprende del artículo 168 ejusdem, y que básicamente comprende: 1.
La elección de sus autoridades, 2. La gestión de las materias de su competencia y 3.
La creación, recaudación e inversión de sus ingresos. La vigente LOPPM es la
publicada en Gaceta Oficial Nº 6.015 de fecha 28 de diciembre de 2010.
[12] Este Acuerdo fue suscrito por 308 Alcaldes de los distintos Municipios de los
Estados que conforman el país, quedando 27 Alcaldes sin suscribir dicho Acuerdo.
[13] Representado por las sentencias Nos. 155 y 156, dictadas por la SC del TSJ en
fechas 27 y 29 de marzo de 2017, respectivamente.