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Galaxis Borja
Nuevas aproximaciones históricas a América Latina I
28 de Diciembre del 2022
Evaluación
1
Martha Irurozqui y Víctor Peralta. “Elites y sociedad en la América andina: de la república de
ciudadanos a la república de la gente decente. 1825-1880”. En Historia de América Andina. Creación de
las repúblicas y formación de la nación. Vol.5, editado por Juan Maiguashca, 96. Quito: Universidad
Andina Simón Bolívar – Libresa, 2003.
gubernamental estaba drigida a homogeneizar a la nación, así como a desarrollar
vínculos con la sociedad civil2.
En segundo lugar, la República de gente decente (1850-1880) se enmarca en un
escenario condicionado por las transformaciones económicas y políticas de 1850. La
élite, encuentra una dificultad por incorporar al pueblo a la nación debido a la
heterogeniedad del mismo, así pues asumen el rol tutelar para establecer el orden social
deseado. El proceso civilizatorio significaba excluyente, con todos aquellos que no
cumplan con los parámetros de la ciudadanía, como el honor, el trabajo y la
lectoescritura. Por ello surgen instancias punitivas para regular a los miembros de la
República.
Las élites regionales aseguran su legitimidad al afianzar una población gobernable de la
cuál se distancian, pero no la marginan del todo, ya que al requerir del voto de la
población subalterna fortalecieron la participación activa de los sectores populares. De
ahí, que la élite reafirme su hegemonía cultural controlando los dispositivos legales y de
disciplinamiento, el ordenamiento social y la agencia comercial.3
Ahora bien, cuando señalamos el concepto de élite, nos referimos a un grupo social en
concreto, al cuál los autores definen como:
Un grupo conformado, mayoritariamente, por individuos de ascendencia criolla y
mestiza,cuya relevancia pública provenía tanto de una herencia corporativa como de la
dinámica de ascenso social ligada al proceso independentista. Sus miembros se
distinguían del resto de la población no solo por el hecho de ser grandes propietarios,
detentar los puestos gubernamentales, administrativos, militares y eclesiasticos mas
codiciados y poseer parcialmente el control económico del país, sino también por su
esfuerzo cotidiano, de monopolizar, a modo de herencia constituitiva de identidad,
hábitos sociales como el honor, la respetabilidad y el cosmopolitismo 4.
2
El desarrollo de guardias nacionales, fue relevante en la construcción de vínculos concretos con la
nación pues generaba la participación activa de las masas populares. Un ejemplo de ello se encuentra
en la Guardia Nacional impulsada por Belzú en Bolivia que representaba un elemento importante
para resolver conflictos políticos. Andrey Schelchkov, La utopía social conservadora en Bolivia: el
gobierno de Manuel Isidoro Belzu (1848-1855). Cap. III: La formación del régimen belcista (1848-
1851), 111-190. La Paz: Plural editores, 2011.
3
Irurozqui y Peralta: “Elites y sociedad…, 125-126.
4
Martha Irurozqui y Víctor Peralta. “Elites y sociedad en la América andina: de la república de
ciudadanos a la república de la gente decente. 1825-1880”. En Historia de América Andina.
Creación de las repúblicas y formación de la nación. Vol.5, editado por Juan Maiguashca, 109.
Quito: Universidad Andina Simón Bolívar – Libresa, 2003.
Una vez caracterizadas las tres categorías de: la República de ciudadanos, la República
de gente decente y a la élite. Corresponde ubicar al análisis dentro de las relaciones de
poder entre élites y sectores subalternos en las repúblicas hispanoamericanas del siglo
XIX.
Al recaer en la élite la tarea de la construcción de las naciones hispanoamericanas, se
enfrentan a el problema de: ¿Cómo construir la nación, qué debe ser y cómo debe ser?.
Por lo que, la República de ciudadanos y la de gente decente representa la forma en que
los sectores dominantes conciben el proceso de edificación de la nación republicana, de
corte proteccionista y librecambista, de carácter representativo y con principios
ideológicos establecidos en la libertad e igualdad .
El conglomerado social de las naciones nacientes era de carácter heterogéneo y diverso,
localizado en territorios dispersos, por lo que en un primer momento (1825-1850), las
elites se disponen a transformar las instituciones, construyendo una nación cívica. El
objetivo era el de homogeniezar a la población, sin embargo tanto los sectores
subalternos como de los sectores dominantes no logran unificarse. De este modo, es que
para afianzar las relaciones de poder entre ambos sectores, se asignan la misión
civilizatoria.
El segundo momento (1850-1880) constituye para las élites un período de construcción
de la legitimidad por medio del control de la hegemonía cultural. El proceso de
modernización nacional y civilizatorio, encontró diversas vías, insituticionales,
reformistas y refundacionales en los diversos países de latinoamérica, según lo señalan
los autores5.
El interés de las élites se centraba en el control del discurso, y de la producción
simbólica de lo concerniente a lo social. De modo que invertían esfuerzos por construir
una nación cohesionada, y enmarcada en el liberalismo ilustrado. La educación, la
justicia, el sistema electoral y la institucionalidad reflejan las estructuras materiales,
económicas e ideológicas de las élites que sostienen su poder a través de la constitución
de mecanismos de dominación.
Los sectores subalternos perseveran por no ser invisibilizados y luchan por ascender
socialmente para formar parte de las estructuras de poder, es así que la relación con las
clases dominantes no es de tipo pasivo, siendo que la inclusión de los sectores
5
Inmediata. Ibíd., 136-137.
subalternos, gracias a esfuerzos gubernamentales, a la política por medio de la
representación y participación significó un garante del orden social.
Durante la segunda mitad del siglo XIX la república liberal y la comunidad indígena
experimentan un giro decisivo, según Larson6, en el cuál tras la ruptura con el orden
colonial las repúblicas atraviesan por el proceso de incorporar a los sectores subalternos
mediante su civilización. La tarea de dicha civilización, estaba encargada a las élites
quienes buscan incoporar al indígena por medio del reconocimiento como sujeto
colonial del indio, a una condición de ciudadano.
La relación entre los indios y la república ha sido una historia compartida cargada por
negaciones, negociaciones, discursos, resistencia e integración de las comunidades
andinas a la república. Además de la importancia por integrar a las comunidades debido
al peso de la población indígena pertenecientes a Ecuador, Perú y Bolivia 7. Es por ello
que las dirigencias políticas de las repúblicas atraviesan dificultades y procesos
complejos para la superación de la cuestión indígena.
Las reformas liberales impulsadas por los proyectos de modernización del estado y la
expansión de las exportaciones desplazaron a las comunidades, ya que el nuevo
progreso económico exigía de un reordenamiento para el orden y progreso. Así pues el
problema indígena representaba un impedimento a la construcción de este orden, por lo
que la inserción de la población indígena debía darse de la mano de un proyecto
civilizatorio.
6
Brooke Larson, Indígenas, élites y estado en la formación de las repúblicas andinas 1850-1910.
Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú – IEP, 2002. Cap. 1: Paisajes andinos del siglo XIX,
27-45; Cap. 5: Bolivia: pactos peligrosos, indios insurgentes, 27.
7
Mark Thurner, “Los indios y las repúblicas entre 1830-1880”. En Historia de América Andina.
Creación de las repúblicas y formación de la nación. Vol.5, editado por Juan Maiguashca: 181.
Quito: Universidad Andina Simón Bolívar – Libresa, 2003.
La diversidad del mundo indígena para las élites en la construcción de la república
requería de adquirir nuevos sentidos, puesto que con las reformas liberales el tributo se
elimina, y con el objetivo de mantener mecanismos de dominación sobre la población
indígena se genera una nueva forma de constribución así como se implantan
mecanismos de control y dominación sobre los indígenas, como fue el trabajo forzado.
En este orden de ideas, a pesar de que el pasado indígena fue reivindicado, como
mencionan ambos autores, las élites criollas perpetuaron la dominación sobre los indios
por medio de la implantación de proyectos ideológicos que estigmatizaban a las
comunidades y que ampliaba las distancias sociales8.
Cabe recalcar que los procesos de reistencia indigena y de organización generaron
procesos de incorporación extralegal de la comunidad a la esfera política en oposición al
proyecto homogeniezante e invisibilizador de las élites latinoamericanas.
Thurner, Mark. “Los indios y las repúblicas entre 1830-1880”. En Historia de América
Andina. Creación de las repúblicas y formación de la nación. Vol.5, editado por Juan
Maiguashca, 173-210. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar – Libresa, 2003.
8
Larson, Indígenas, élites…, 44-45.