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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS

CARRERA DE POLÍTICA

Nombre: Camila Suasnavas

La representación política a través del sistema electoral: fragmentación y diseño


institucional

RESUMEN

En el presente ensayo se realiza un análisis desde un enfoque institucional e histórico del


sistema electoral y la representación política, con el objetivo de explicar cómo han subsistido
las fallas en el diseño institucional desde el retorno a la democracia en el Ecuador en 1979,
hasta la Constitución de Montecristi del 2008. Tras los múltiples intentos que se han
realizado, estos no han sido suficientes ya que no se ha impactado de forma directa sobre el
sistema electoral, por lo que dichas fallas se expresan en partidos políticos débiles y sin
consolidar, fragmentación electoral producto de la política personalista ecuatoriana, debilidad
en la representación política electoral y poca confianza de la ciudadanía en las instituciones.

De este modo se busca explicar de qué manera la inestabilidad se ha mantenido por causas
institucionales como por factores políticos y las consideraciones que se pueden tomar en
cuenta a la hora de encontrar posibles soluciones.

Palabras clave: Democracia, poder, instituciones, partidos políticos, representación

Tras el retorno a la democracia en el Ecuador en 1979, el sistema electoral, a través del cual
se manifiesta la representación política ciudadana, se ha enfrentado a diversos escenarios que
han puesto en tensión la materialización de la democracia representativa, tensiones que se
han condensando en una fragmentación electoral, debido a que el diseño institucional no está
centrado en crear normativas de fortalecimiento de las instituciones de representación. En
donde se trabaja con el principio de democracia representativa entendida como aquella en la
que se eligen representantes por voluntad popular y quienes cuentan con autonomía para
cumplir con sus funciones y responsabilidad ante el electorado (Alain de Benoist, 2016, pp.3).
Y así mismo se esquematiza la importancia de los partidos políticos, recalcando su relevancia
sobre el sistema de representación electoral dentro del país, los cuales son entendidos como:
Organizaciones complejas que tienen metas, actores y reglas que interactúan de manera
diversa según coyunturas y momentos históricos, En sí, los partidos son sistemas
políticos integrados por actores internos que compiten por ganar el control de sus cuerpos
de gobierno e influencia sobre la vida partidista Cuentan con su propio conjunto de
reglas y normas, escritas o consuetudinarias, que establecen el tipo de interacción que
debe darse en el interior del mismo y con relación al entorno, Son sistemas con vida
propia, con sus procesos de interacción, sistemas de reglas y procedimientos. Además,
eligen a sus representantes a partir de un sistema electoral propio; reclutan a sus
miembros; cuentan con sus propios procesos de toma de decisiones y tienen su sistema
de resolución de conflictos internos (Freidenberg y Alcántara Sáez, 2001, p. 39).

Por otro lado, el sistema de partidos no se ha afianzado, y las alianzas políticas han sido casi
nulas entre movimientos sociales y los actores políticos y de la sociedad civil, ocasionado por
la lucha de intereses de sectores como los oligárquicos y la ausencia de iniciativas para la
construcción de proyectos políticos orientados al bien común, cuestión que es muy relevante
ya que son aquellos que “no se reducen a estrategias de actuación política en el sentido
estricto, sino que expresan, vehiculan y producen significados que integran matrices
culturales más amplias (…) . Así, los distintos proyectos políticos, al mismo tiempo que se
anclan en configuraciones culturales existentes, también elaboran e introducen nuevos
elementos, tensionando y transformando el repertorio cultural de la sociedad” (Dagnino,
Olvera y Panfichi, 2006, p. 41).

Lo mencionado se evidencia en las últimas elecciones municipales del país, donde en


ciudades como Quito, hubieron 17 candidatos de diferentes partidos y movimientos, y la
división del voto se manifestó en que el candidato ganador de las elecciones como alcalde
Quito Jorge Yunda llegue al poder con tan solo el 21,9% de votos, debido al gran
fraccionamiento dentro de los partidos de derecha e izquierda del escenario político. Ahora
con las próximas elecciones presidenciales 2021, nuevamente se evidencia la ausencia de
alianzas entre partidos, ya que se confirmaron hasta septiembre del 2020 más de 10 pre
candidatos para mandatarios del país.

El contexto histórico de este fenómeno se sitúa dentro del año 1976, en donde como parte del
proceso de transición a la democracia se organizó un plan de Reestructuración Jurídica el cual
buscaba renovar el sistema político, para evitar la inestabilidad institucional, con la nueva y
moderna institucionalización se proponía que sean los partidos políticos los entes
articuladores entre la sociedad civil y el Estado, y se esperaba que los partidos políticos se
conviertan en organizaciones ideológicamente fuertes y que además se liguen directamente al
Estado con el objetivo de que sean un eje y actor principal a la hora de tomar decisiones que
estructuren la vida social, política y económica del país (Freidenberg & Alcántara Sáez,
2001,p. 21-22) . El sistema funcionaba de la manera en que “La base del sistema es la lista
presentada por partidos o por agrupaciones de ciudadanos que hayan cumplido con
determinadas condiciones establecidas en la Ley de Elecciones. La lista debe contener tantos
candidatos (cada uno con su suplente) cuantos puestos se encuentran en disputa en la
respectiva jurisdicción. Dado que en el Ecuador rodas las circunscripciones cuentan con más
de un puesto, se puede decir que rodas ellas son distritos plurinominales, de manera que en
cualquier caso el elector cede más de una fracción de voto” (Pachano, 1998, p. 26). De este
modo era un sistema que favorecía a los partidos grandes y que no alcanzaba a representar a
las minorías a pesar del intento por diversificar la representación.

Ahora bien, dentro del proceso de construcción democrática, el país a lo largo de los años
atravesó por fuertes periodos de inestabilidad como el tener 12 mandatarios entre 1992 y
2005, lo que ocasionó bajos niveles de confianza en las instituciones gubernamentales por
parte de la ciudadanía y la monopolización del poder por parte de partidos que representaban
a grupos de poder. Esto debido a que dentro de la Reestructuración Jurídica no se
solucionaron los problemas de fondo sino de forma, en cuánto a que las instituciones y
poderes del Estado, específicamente el organismo electoral no fueron modificados de raíz, se
priorizaron reformas diseñadas para fortalecer la participación política y a los sistemas de
partidos.

La democracia ecuatoriana enfrentó cuatro tipos de problemas relacionados con: (a) la


capacidad de las instituciones para representar los intereses de la población, (b) la
desconfianza hacia las instituciones y hacia la política por parte de la ciudadanía, (c) la
capacidad del sistema político para responder oportunamente a las demandas y a las
necesidades y (d) los resultados de la gestión de los gobernantes. Eran problemas que
estaban estrechamente relacionados y que se retroalimentaban mutuamente. El origen de
estos se encuentra en múltiples causas, entre las que destacan las de carácter institucional
y las prácticas políticas de los actores (Panchano Simón, 2012, p. 88)

Para el año 2008, con la Constitución de Montecristi nuevamente se esperaba subsanar la


histórica inestabilidad política del Ecuador, mediante reformas institucionales que oxigenen
la democracia y modernicen a las instituciones estatales por medio de un proceso de
transición radical liderado por la Revolución Ciudadana, con el objetivo de adaptarse a los
intereses de la sociedad en su totalidad. Sin embargo al momento de realizar la reforma se
priorizó el tema de la democracia participativa, cabe aclarar que este es un tema muy
relevante para el funcionamiento de una democracia sana y activa, lo que se debate es que si
bien la coyuntura del gobierno de Rafael Correa brindó un periodo de estabilidad, esta se
daba debido a la coyuntura de la bonanza petrolera y por el régimen manejado por el líder, a
lo que quedaba abierto aún un déficit institucional en la estabilidad sistémica mas no
gubernamental, por aquel momento.

Para el segundo periodo de Rafael Correa, ya se evidencia la fragmentación electoral,


producto de la aparición de una oposición más férrea al proyecto de la Revolución
Ciudadana; lo que suscitó en que los problemas de la representación electoral no se resuelvan
sino que se agudicen, ya que como se mencionó la estabilidad estaba sostenida por la
coyuntura y no respaldada por un cambio en el diseño institucional que no aseguraba que la
estabilidad gubernamental se mantenga por mucho tiempo, ya que no existieron cambios
institucionales dentro de la base estructural del sistema electoral (Panchano Simón, 2012, pp.
85-96).

Dentro del diseño institucional para el funcionamiento del sistema electoral, lo que se busca
como optimo es que este sea eficiente y eficaz de manera que produzca estabilidad dentro de
la elección social, y que además cumpla con las expectativas del electorado. Los partidos
políticos ecuatorianos al adoptar el papel del sistema de representación electoral han
intentado incorporar multiplicidades de elementos a sus proyectos políticos con el objetivo de
hacerlos más diversos, adaptarse a necesidades más modernas y también generar un vínculo
en el que más sectores de la población se sientan identificados, cabe recalcar que aunque los
partidos no tengan la intención o logren unirse al gobierno, las elecciones les impulsan a
extender su fuerza política y darse a conocer entre la comunidad política. Por otro lado,
surgen también los llamados grupos de presión, aquellos que buscan tener influencia
estratégica sobre algunos candidatos que representen su interés y de esa manera presionar
para que se alcancen sus objetivos, cuestión que hemos visualizado dentro de la política
ecuatoriana con las conocidas alianzas fantasmas entre partidos políticos y otros actores de la
sociedad civil (Ware, 2004, pp. 29-33).

Así mismo al analizar los modelos de partidos dentro del país es que nos podemos dar cuenta
de que estos desempeñan un papel de tipo competitivo en el que pugna los intereses
personalistas y se deja de lado la cooperación entre partidos lo cual dificulta la construcción
de un orden electoral centrado en distribuir cargos y no en transferir responsabilidades
sociales, ciudadanas y estatales, lo cual es la lógica de la democracia representativa que exista
un vínculo directo entre el representado y el representante, es decir que los intereses del
primero se manifiesten en la actuación del representante, sin embargo las distorsiones del
sistema se deben a las practicas personalistas tanto dentro de los partidos como ya en el
proceso de contienda electoral, cuestión que impide la consolidación del sistema de partidos
(Pachano, 1998, pp. 57-63).

Los partidos tienen problemas en el momento de articular las demandas más allá de la
procedencia regional de los grupos, de intereses específicos de las personas que los
integran vinculados entre sí por relaciones de diversos tipos como las de parentesco, las
programáticas, las políticas, las socioeconómicas, entre otras, y de expresiones culturales
específicas que diferencian a los ciudadanos ecuatorianos entre sí. (…) Los partidos
terminan siendo instituciones de ofertas, que se dedican a presentar programas sobre
cómo gestionar los problemas del sistema político más que a actuar como instituciones
de articulación de demandas que concuerden con los problemas de grupos diferentes de
ciudadanos en el nivel estatal. Por tanto, los partidos ecuatorianos representan a grupos
específicos pero no consiguen enlazar los intereses de grupos diferentes entre sí como
tampoco integrarlos por encima de las divisiones de la sociedad (Freidenberg, 2003, pp.
28-29).

Una vez expuestas las fallas del diseño institucional, que se sintetizan en el fraccionamiento
electoral, en la ausencia de la consolidación del sistema de partidos y en los bajos índices de
votos con los que alcanzan el triunfo autoridades locales como nacionales. Se propone que
para que la representación política funcione efectivamente a través del sistema electoral esta
debe orientarse a que el sistema y las instituciones aseguren que existan las condiciones para
el desarrollo de la democracia representativa y participativa brinde espacios libres,
informados y de corresponsabilidad tanto a la ciudadanía como a los actores políticos,
quienes ejerzan de manera consiente, organizada y legitima la actividad política. Prestando
especial atención a mejorar la calidad y autenticidad de los mecanismos de poder en los que
la ciudadanía ejerce su derecho a la representación política que necesita vincularse a más
espacios rurales y urbanos, así como a minorías y otros grupos sociales quienes aún no se
encuentran integrados al sistema de representación política electoral. Para que las decisión
electoral reduzca su dispersión se requiere que dentro del sistema institucional se priorice la
democratización de la información, para que así contar con un electorado que se encuentre en
condiciones iguales a la hora de votar, o practicar otro tipo de participación política.
Mientras más igualitaria y más abundante sea la distribución de recursos cognitivos tales
como educación e información, más probable será que las decisiones políticas de los
ciudadanos estén acordes con sus intereses, también será más probable que los
ciudadanos estén en capacidad de tomar esas decisiones conociendo sus consecuencias
potenciales, de modo que estos recursos son determinantes para que los ciudadanos
puedan tomar una decisión política informada, y por lo tanto también para la calidad de
la democracia. La medida en que los recursos políticos cognitivos estén igualmente
disponibles es también un buen indicador de la igualdad política sustantiva, y tiene como
factor causal último a la igualdad económica y social (Levine & Molina, 2007, pp.25).

Por ello, el esfuerzo que se requiere es que el sistema electoral a la par que reestructure las
prácticas personalistas de poder, también debe influir directamente sobre la ciudadanía, por
medio de prácticas como la rendición de cuentas, transparencia de la información y demás
que a la vez que sean responsables socialmente estas respondan a la voluntad popular y que
consideren a todas las dimensiones de la vida social.
BIBLIOGRAFÍA
Dagnino, E., Olvera Rivera, A. and Panfichi H, A., (2006). La Disputa Por La Construcción
Democrática En América Latina. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Dargatz, A., & Zuazo Oblitas, M. (Eds.). (2012). Democracias en transformación: ¿Qué hay
de nuevo en los nuevos estados andinos? (1a. ed). Friedrich Ebert Stiftung-Bolivia (FES) ;
Fundación Friedrich Ebert (FES-ILDIS)-Ecuador ; ILDIS-Venezuela.
Freidenberg, F. (Ed.). (2003). Jama, Caleta y Camello. Corporación Editora Nacional.
Freidenberg, F., & Alcántara Sáez, M. (2001). Los dueños del poder: Los partidos políticos
en Ecuador, (1978-2000) (1a ed). Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
Levine Daniel & Molina José (2007). La calidad de la democracia; Una visión comparada.
América Latina Hoy, vol. 45, abril, 2007, pp. 17-46 Universidad de Salamanca. Salamanca,
España
Pachano, Simón (1998) La representación caótica: (análisis del sistema electoral
ecuatoriano) Quito: FLACSO, Sede Ecuador. 1998. 108 p., tablas
Ware, A., (2004). Partidos Políticos Y Sistemas De Partidos. Tres Cantos (Madrid): Istmo.

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