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Francesa
Licenciatura en Gastronomía
Gastronomía Francesa 2
Gastronomía Francesa
Rodeada por Las Ardenas, Los Alpes y Los Pirineos, El Atlántico, El Rin y El Mediterráneo,
Francia es tan Rica en especialidades, sutiles y fuertes, fluidas y compactas, enérgicas y
dulces, que se torna un tanto difícil el pretender abarcar todas las regiones.
Parece ser que fue el Hombre de Neandherthal el primero en percatarse del placer que
suponía la comida. Los vestigios arqueológicos describen así una primitiva preocupación
por el sabor y la presencia de los alimentos.
A menudo se dice que París no posee identidad culinaria propia, pero una gran
variedad de platos demuestra lo contrario. Desde la apertura de los primeros
restaurantes hace unos 200 años en París han florecido la riqueza inventiva y la
creatividad culinaria.
La Baguette
En ningún otro país una simple barra de pan se ha erigido en símbolo de toda la
nación. La baguette de unos 70 cm de longitud y apenas unos 100 años de vida es
considerada por el resto del mundo como típicamente francesa mientras que los
franceses la identifican como parisina. En París casi nunca escaseaba el pan, ya
que desde tiempos romanos contaba con la llanura de Beauce como reserva de
trigo. Esta riqueza de cereales fueron lo que permitió la construcción de la catedral
de Notre-Dame. Sus monumentales vitrales fueron financiados por los
comerciantes de la región.
Las mejores baguettes son doradas y crujientes, los cortes en la masa son
también elevaciones crujientes, en el interior la miga debe ser color crema, no
demasiado blanca, y debe mostrarse elastica y flexible al tacto con pequeños
agujeros y un ligero sabor a leche y almendras. Si la corteza se desprende y el
interior sabe a algodón o cartón es porque ha sido elaborada con masa congelada.
Los métodos de horneado industriales reducen el tiempo de amasado y
fermentado y dan como resultado una miga insípida, blanca y con grandes poros,
que se seca enseguida.
Tipos de baguette
Café
¿Qué sería París sin café y sin sus cafés?
En 1669 el embajador turco en París, Soliman Aga, inició a Luis XIV en el placer
del café. En 1686 un siciliano de nombre Procopio inauguró el primer inauguró el
primer café parisino –Procope, aun existe como restaurante- y se convirtió en el
punto de reunión para literarios y filosofos.
Los café chantants (café cantantes) o café concerts (café concierto), incorporaron
un escenario para las artes ligeras y las variedades, algunos se especializaron en
helados y sorbetes, mientras que otros seducían con una cocina sencilla y unos
pocos, con una cocina mas exquisita. En el siglo XIX, el café de la esquina tomaba
cuerpo como punto de reunion de la vecindad, y con ellos la costumbre de entrar,
a cualquier hora del día, a beber un petit noir o un trago fuerte.
Gastronomía Francesa 5
Aunque actualmente los cafes modernos propagan la variedad arabica cada vez
con mas éxito, los gourmets franceses han descubierto una atractiva gama de
cafés exclusivos.
Pâtisserie
Francia no sería el País del placer refinado si no se hubiese rendido a las dulces
tentaciones. En el siglo XIII los panaderos de oblea recibieron el reconocimiento
oficial, por lo que podían elaborar barquillos en días de fiesta. Pero otras
profesiones a cargo de la alimentación y el bienestar físico no estaban claramente
diferenciadas. Los amasadores (pateiers) elaboraban principalmente tortas y
empanadas consistentes, aunque también codiciados buñuelos. Gracias a
Catalina de Medici, que en 1533 se desposo con Enrique II, la industria del dulce
tomo impulso. Con su sequito llegaron procedentes de Italia pasteleros y
cocineros, quienes preparaban helados y descubrieron la masa cocida. A partir de
entonces el consumo de dos ingredientes básicos, azúcar y almendras, aumentó.
Y desde 1566 el nuevo oficio de patissier recibió reconocimiento oficial.
Parece ser que fue un joven cocinero quien descubrió la masa hojadre en París –
en francés millefeuille, es decir mil hojas – tras una absurda apuesta en la que
debía preparar un pastel con mil capas. Evidentemente perdió pero esto sirvió de
inspiración y se fue perfeccionando.
En el siglo XIX el gran Antoin Carême, que estableció las bases del oficio en su
escrito Le Patissier Royal, perfecciono los buñuelos de viento y los merengues y
creo impresionentes croquembouches, a los cuales dio formas de conocidas
construcciones.
Actualmente el maestro del oficio debe dominar los dulces placeres del paladar y
los grandes restaurantes no pueden prescindir de los magníficos pasteleros.
L’Opéra