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Fantasía (Segal Hanna [2003] Cap.

1, Fantasía, en: Introducción a la obra de Melanie Klein, México: Paidós)


Cuando Freud describe al superyó no quiere decir que nuestro inconsciente contenga relamente
un hombrecito, sino que ésta es una de nuestras fantasías inconscientes sobre los contenidos de
nuestro cuerpo y nuestra psique. Aunque nunca se refirió al superyó como una fantasía, está claro
que esta parte de la personalidad se debe a una introyección – en la fantasía- de una figura
parental, una figura fantaseada, distorsionada por las proyecciones mismas del niño.

Igualmente los objetos internos que describe Melanie Klein, no son “objetos” situados en la mente
o la psique, Melanie está describiendo las fantasías inconscientes que la gente hace sobre lo que
contiene.

Melanie amplio el concepto freudiano de fantasía inconsciente y le dio mayor importancia. Estas
fantasías están siempre presentes y activas en todo individuo. Lo que determina el estado
psíquico del sujeto (“normal” o patológico) es la naturaleza de estas fantasías con la realidad
externa.

Cuando Freud describe fantasías específicas se refiere generalmente a las que surgen después del
2º o 3er año de vida. Para Melanie la fantasía inconsciente es la expresión mental de los instintos
y por consiguiente existe desde el comienzo de la vida. Por definición los instintos son
buscadores-de-objetos. En el aparato mental se experiencia al instinto vinculado con la fantasía
de un objeto adecuado para él. De este modo, para cada impulso instintivo hay una fantasía
correspondiente.

Crear fantasías es función del yo. Supone que desde el nacimiento el yo es capaz de establecer – y
de hecho los instintos y la ansiedad lo impulsan a establecer – relaciones objetales primitivas en la
fantasía y en la realidad. Desde el nacimiento el bebé se impacta con la realidad, comienza con la
experiencia del nacimiento y prosigue con innumerables experiencias de gratificación y
frustración de sus deseos. Estas experiencias con la realidad influyen inmediatamente en la
fantasía inconsciente, que a su vez influye en ellas.

Ejemplo: el bebé irritado por el hambre que, en vez de aceptar el pecho, se aparta de él y no
quiere mamar. El bebé puede haber hecho la fantasía de haber atacado y destruido el pecho, al
que ahora siente malo y atacándolo a su vez; ahora es un perseguidor terrorífico.

En casos más complicados, aunque se pueda percibir y observar correctamente la realidad, la


secuencia causal que se atribuye a los acontecimientos está determinada por sus fantasías
inconscientes. Ejemplo, el niño que sus papás tienen problemas reales y siente que él los causó
con sus propios deseos de que los padres se peleen.

La fantasía influye y altera la percepción o la interpretación de la realidad y la realidad ejerce su


impacto sobre la fantasía. Se la experiencia e incorpora, y ejerce una fuerte influencia sobre la
fantasía misma.

Ejemplo: un bebé hambriento al que se le da de mamar a tiempo o tarde, suponiendo que el


sobreponga el hambre a través de la alucinación de tener un pecho bueno que lo amamanta: en el
primer caso la realidad coincidirá con su fantasía, su propia bondad y la del objeto parecerán
firmes y duraderas. En el segundo caso se sentirá avasallado por el hambre y la ira, y en su fantasía
se acrecentará la experiencia de un objeto malo y persecutorio, con el resultado de que su propia
ira le parecerá más poderosa que su amor y el objeto malo más fuerte que el bueno.

Hay una interrelación entre fantasía inconsciente y verdadera realidad externa.

El ambiente tiene importantes efectos en la infancia y la niñez, pero no es verdad que sin un
ambiente malo no existirían ansiedades ni fantasías agresivas o persecutorias. La importancia del
factor ambiental sólo se puede evaluar correctamente si se tiene en cuenta cómo lo interpreta el
bebé en función de sus propios instintos y fantasías. Ejemplo: una mala experiencia real se hace
mucho más importante cuando el bebé ha tenido intensas fantasías coléricas.

Hasta aquí la fantasía como expresión mental de los instintos en contraposición con la
concepción que la considera sólo como instrumento de defensa y medio de escapar de la
realidad externa, la cual se menciona a continuación.

La fantasía tiene un aspecto defensivo, que es satisfacer impulsos instintivos prescindiendo de la


realidad externa. Es una defensa contra la privación. Más que eso es una defensa contra la
realidad interna también. Con la fantasía está defendiéndose contra su propia hambre y su propia
ira. Además algunas fantasías se pueden usar contra otras fantasías. Ejemplo: las fantasías
maníacas que impiden la aparición de las depresivas.

¿Cuál es su relación entonces con los mecanismos de defensa? La distinción reside entre el
proceso real y su representación detallada. El mecanismo sería por ejemplo, proyección e
introyección. Pero la persona experienciará tales procesos en función de fantasías específicas. Lo
que un observador puede describir como mecanismo, la persona misma lo siente y describe
como una fantasía.
*Ineficaz interpretar los mecanismos de defensa hasta que haya la oportunidad de interpretarlos en función
de lo que el paciente realmente siente que hace con ellos.

Freud describió al yo como un “precipitado de catexias de objeto abandonadas”. Este precipitado


está compuesto por objetos introyectados. El primero es el superyó. El análisis de tempranas
relaciones objetales proyectivas e introyectivas ha revelado fantasías de objetos introyectados en
el yo desde la más temprana infancia, comenzando por la introyección de los pechos ideal y
persecutorio. Primero se introyectan objetos parciales: el pecho y luego el pene. Después objetos
totales: la madre, el padre, la pareja parental. Cuanto más temprana la introyección, más
fantásticos los objetos introyectados y más distorcionados están por lo que se ha proyectado en
ellos. A medida que el desarrollo sigue, se acrecienta el sentido de realidad, y los objetos internos
se aproximan más a las personas reales.

El yo se identifica con algunos de estos objetos: identificación introyectiva; objetos asimilados


por el yo y que contribuyen a su desarrollo y características. Otros permanecen como objetos
separados y el yo mantiene relación con ellos (el superyó es uno). También se siente a los
objetos internos en relación mutua, ejemplo, se siente que los perseguidos internos atacan al
objeto ideal tanto como al yo. La estructura de la personalidad está determinada en gran parte
por las fantasías más permanentes del yo sobre sí mismo y los objetos que contiene.

El hecho de que exista relación entre estructura y fantasía inconsciente es importantísimo, ya


que hace posible influir en la estructura del yo y del superyó a través del análisis.

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