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INDICE

1. INTRODUCCIÓN. …………………………………………………………………………
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2. FANTASIA. ……………………………………………………………………………...2
3. POSICION ESQUIZO-PARANOIDE.
……………………………………………………...3
4. POSICION DEPRESIVA. …………………………………………………………………
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5. CONCEPTOS BASICOS.
………………………………………………………………...14
6. ENVIDIA TEMPRANA.
………………………………………………………………….14
7. DEFENSA ESQUIZOIDE.
……………………………………………………………….14
8. DEFENSA MANIACA.
………………………………………………………………….14
9. COMPLEJO DE EDIPO TEMPRANO.
…………………………………………………....16
10. DEFLEXION.
…………………………………………………………………………...16
11. CONTROL OMNIPOTENTE.
……………………………………………………………..16
12. REPARACIÓN.
………………………………………………………………………....16
13. ANSIEDAD. …………………………………………………………………………...16
14. DEPRESION. ………………………………………………………………………….17
15. ESCISION. …………………………………………………………………………….17
16. IDEALIZACION.
……………………………………………………………………….17
17. IDENTIFICACION.
……………………………………………………………………...17
18. IDENTIFICACION PROYECTIVA.
……………………………………………………….17
19. IDENTIFICACION INTROYECTIVA.
……………………………………………………..17
20. OBJETO BUENO. …………………………………………………………………….18
21. OBJETO MALO. ………………………………………………………………………18
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22. OBJETO IDEAL. ………………………………………………………………………
18
23. OBJETO EXTRAÑO.
…………………………………………………………………..19
24. OBJETO PARCIAL.
…………………………………………………………………...19
25. OBJETO INTERNO.
…………………………………………………………………...19
26. OBJETO PERSEGUIDOR. ……………………………………………………………19
27. OBJETO TOTAL.
……………………………………………………………………...19
28. SUPERYO. …………………………………………………………………………...19
29. REALIDAD PSIQUICA.
……………………………………………………………….19
30. REALIDAD, SENTIDO DE.
…………………………………………………………....19
31. ANEXOS………………………………………………………………………………19

HANNA SEGAL
INTRODUCCIÓN. En un sentido la posición esquizo paranoide y la posición depresiva son fases
del desarrollo. Podrían considerarse subdivisiones de la etapa oral, ocupando la primera los tres o
cuatro primeros meses y siendo seguida por la última en la segunda mitad del primer año. La
posición esquizo paranoide se caracteriza por el hecho de que el bebe no reconoce “personas”, sino
que se relaciona con objetos parciales y por el predominio de la ansiedad paranoide y de procesos
de escisión. El reconocimiento de la madre como objeto total marca el comienzo de la posición
depresiva que se caracteriza por la relación con objetos totales y por el predominio de integración,
ambivalencia y ansiedad depresiva y culpa.
“Posición” implica una configuración específica de relaciones objetales, ansiedades y defensas,
persistente a lo largo de la vida. Las defensas contra el conflicto depresivo producen regresión a
fenómenos esquizo paranoides de modo que el individuo puede oscilar siempre entre ambos
posiciones (…) pueden surgir defensas neuróticas en una personalidad esquizo paranoide o
maniaco depresiva.
A medida que continúan los procesos integradores iniciados durante la posición depresiva,
disminuye la ansiedad y la reparación, la sublimación y la creatividad reemplazan en gran parte a
los mecanismos de defensa tanto psicóticos como neuróticos.

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FANTASIA. Las fantasías son contenidos primarios de los procesos mentales inconcientes, y
pueden definirse como los representantes psíquicos de los instintos: no hay acto instintivo que no
sea vivido como fantasía inconciente, aunque luego, esta puede pasar a ser un modo de defensa
contra los impulsos. La fantasía tiende a considerar que el impulso se satisface efectivamente,
mientras que, como defensa, considera que dicho impulso es realmente inhibido o controlado.
Las fantasías inconscientes están siempre presentes y siempre activas en todo individuo. Lo que
determinará el estado psíquico del sujeto es la naturaleza de estas fantasías inconscientes y su
relación con la realidad externa.
Según Melanie Klein, la fantasía inconsciente es la expresión mental de los instintos y por
consiguiente existe como estos desde el comienzo de la vida (…) para cada impulso instintivo hay
una fantasía correspondiente. Lo que Freud describe como realización alucinatoria de deseos, se
basa según Klein en que una fantasía inconsciente acompaña y expresa al impulso instintivo. Por
ej. El bebe somnoliento que mueve la boca con expresión placentera y hace ruidos de succión o se
chupa los dedos, fantasea que está realmente succionando o incorporando el pecho y se duerme con
la fantasía de tener el pecho que da leche realmente dentro de si.
Crear fantasías es una función del yo; la concepción de la fantasía como expresión mental de los
instintos por mediación del yo supone mayor grado de organización yoica del que postula Freud.
Supone que desde el nacimiento el yo es capaz de establecer y de hecho los instintos y la ansiedad
lo impulsan a establecer relaciones objetales primitivas en la fantasía y en la realidad.
En el ejemplo del bebe que empieza a sentir hambre y trata de sobreponerse mediante la
alucinación omnipotente de poseer un pecho bueno que lo amamanta: la situación será radical
mediante distinta si se le da de mamar pronto que si se lo deja con hambre durante largo tiempo. En
el primer caso el bebe sentirá que el pecho real que le ofrece la madre se funde con el pecho
fantaseado por él, y su propia bondad y la del objeto bueno le parecerán firmes y duraderas. En el
segundo caso se sentirá avasallado por el hambre y la ira, y en su fantasía se acrecentará la
experiencia de un objeto malo y persecutorio con el resultado de que su propia ira le parecerá más
poderosa que su amor y el objeto malo más fuerte que el bueno.
La importancia del factor ambiental solo se puede evaluar correctamente si se tiene en cuenta como
lo interpreta el bebe en función de sus propios instintos y fantasías.
Las experiencias buenas por otra parte, tienden a disminuir la ira a modificar las experiencias
persecutorias y a estimular el amor y la gratitud del bebe y su creencia en el objeto bueno (…)
algunas fantasías se pueden utilizar como defensa contra otras fantasías. Un caso típico es el de las

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fantasías maniacas, cuya finalidad principal es impedir que aparezcan subyacentes fantasías
depresivas.
Por ej. Se puede decir que en un momento dado una persona usa como mecanismo de defensa los
procesos de proyección e introyección. Pero la persona misma experienciará dichos procesos en
función de fantasías, en pocas palabras, la distinción reside en la diferencia entre el proceso real y
su representación mental detallada, específica.
Lo que un observador puede describir como mecanismo, la persona misma lo siente y describe
como una fantasía detallada.
El análisis de tempranas relaciones objetales proyectivas e introyectivas ha revelado fantasías de
objetos introyectados en el yo desde la más temprana infancia comenzando por la introyección de
los pechos ideal y persecutorio. Primero se introyecta objetos parciales el pecho y luego el pene.
Después se introyectan objetos totales, la madre, el padre, la pareja parental. A medida que
prosigue el desarrollo y se acrecienta el sentido de realidad, los objetos internos se aproximan mas
a las personas reales del mundo exterior.
El yo se identifica con algunos de estos objetos de identificación introyectiva. Estos objetos son
asimilados por el yo y contribuyen a su desarrollo y características. Otros permanecen como
objetos internos separados y el yo mantiene relación con ellos. La estructura de la personalidad esta
determinada en gran parte por las fantasías mas permanentes del yo sobre si mismo y los objetos
que contiene.
POSICION ESQUIZO-PARANOIDE. La primera fase del desarrollo. Se caracteriza por la
relación con objetos parciales, el predominio de escisión en el yo y en el objeto, y la ansiedad
paranoide.
Modalidad de las relaciones de objeto específica de los cuatro primeros meses de la existencia,
pero que puede volver a encontrarse durante la infancia y, en el adulto, especialmente en los
estados paranoico y esquizofrénico.
Se caracteriza por los siguientes rasgos: las pulsiones agresivas coexisten desde un principio con
las pulsiones libidinales y son singularmente intensas; el objeto es parcial (principalmente el pecho
materno) y se halla escindido en dos: el objeto bueno y el objeto malo; los procesos psíquicos que
predominan son la introyección y la proyección; la angustia intensa es de naturaleza persecutoria
(destrucción por el objeto malo). Configuración psíquica postulada por Melanie Klein y donde el
individuo lucha con sus impulsos destructivos por medio de (a) la escisión, tanto de su yo como de
las representaciones de objetos en partes buenas y malas, y (b) una proyección de sus impulsos
destructivos sobre el objeto malo por el cual se siente perseguido. Según Klein, la posición
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esquizo-paranoide constituye el primer intento del infante para dominar su instinto de muerte y
precede a la posición depresiva. El fracaso ante el intento de abandonar la posición esquizo-
paranoide (esto es, de alcanzar la posición depresiva) es responsable de muchos trastornos, entre
ellos los obsesivos.
Se ha indicado que la traducción del nombre de esta posición es incorrecta, y que en realidad
debería designársela como "posición paranoide-esquizoide", ya que primero se constituyen objetos
persecutorios (paranoide) y luego se monta la defensa contra ellos (escisión - esquizoide).
El concepto de fantasía inconsciente tal como lo utiliza Melanie Klein implica mayor grado de
organización yoica del que suponía Freud (…) las experiencias atribuidas al bebe dependerán del
cuadro que se tenga de su yo en cada etapa.
Según Melanie Klein, hay suficiente yo al nacer como para sentir ansiedad, utilizar mecanismos de
defensa y establecer primitivas relaciones objetales en la fantasía y en la realidad.
Freud describe también un mecanismo de defensa temprano, la deflexión (desviación) del instinto
de muerte que ocurre al comienzo de la vida, y su concepto de realización alucinatoria de deseos
implica un yo capaz de establecer una relación objetal en la fantasía.
Al principio el yo está muy desorganizado, pero de acuerdo con la orientación general del
crecimiento fisiológico y psicológico tiene desde el comienzo la tendencia a integrarse (…) en las
primeras etapas del desarrollo el yo es lábil, se halla en estado de constante fluencia, su grado de
interacción varia de día en día y hasta de un momento a otro.
El yo inmaduro del bebe está expuesto desde el nacimiento a la ansiedad provocada por la innata
polaridad de los instintos; el conflicto inmediato entre instinto de vida e instinto de muerte. Está
también inmediatamente expuesto al impacto de la realidad externa que le produce situaciones de
ansiedad, por ejemplo el trauma del nacimiento, pero también le da vida por ejemplo el calor, amor
y alimento provenientes de la madre.
Cuando se ve enfrentado con la ansiedad que le produce el instinto de muerte, el yo lo deflexiona.
Esta deflexión del instinto de muerte descrita por Freud, consiste según Melanie Klein en parte en
una proyección, en parte en la conversión del instinto de muerte en agresión.
El yo se escinde y proyecta fuera su parte que contiene el instinto de muerte poniéndola en el
objeto externo original, el pecho. Es así como el pecho al que se siente conteniendo gran parte del
instinto de muerte llega a experienciarse como malo y amenazador para el yo dando origen a un
sentimiento de persecución. De este modo, el miedo original al instinto de muerte se transforma en
miedo a un perseguidor. A menudo se siente que la intrusión del instinto de muerte en el pecho
escinde a este en muchos pedazos, de manera que el yo se encuentra ante multitud de
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perseguidores. Parte del instinto de muerte que queda en el yo se convierte en agresión y se dirige
contra los perseguidores.
Al mismo tiempo se establecen una relación con el objeto ideal. Así como se proyecta fuera el
instinto de muerte para evitar la ansiedad que surge de contenerlo, así también se proyecta la libido
a fin de crear un objeto que satisfaga el impulso instintivo del yo a conservar la vida. Lo mismo
que pasa con el instinto de muerte, pasa con la libido. El yo proyecta parte de ella fuera y la
restante la utiliza para establecer una relación libidinal con ese objeto ideal. De este modo muy
pronto el yo tiene relación con dos objetos: el objeto primario, el pecho esta en esta etapa disociado
en dos partes, el pecho ideal y el persecutorio.
La fantasía del objeto ideal se fusiona con experiencias gratificadoras de ser amado y amamantado
por la madre externa real, que a su vez confirman dicha fantasía. En forma similar la fantasía de
persecución se fusiona con experiencias reales de privación y dolor atribuidas por el bebe a los
objetos persecutorios. La privación se convierte no sólo en falta de gratificación, sino también en
amenaza de ser aniquilado por los perseguidores. El objetivo del bebe es tratar de adquirir y
guardar dentro de si al objeto ideal e identificarse con éste que es para el quien le da vida y lo
protege y mantener fuera el objeto malo y las partes del Yo que contienen el instinto de muerte. La
ansiedad predominante de la posición esquizo paranoide es que el objeto u objetos persecutorios se
introducirán en el yo y avasallarán y aniquilarán tanto al objeto ideal como al Yo. Estas
características de la ansiedad y de las relaciones objetales experienciadas durante esta fase del
desarrollo llevaron a Melanie Klein a denominarla posición esquizo paranoide ya que la ansiedad
predominante es paranoide y el estado del yo y de sus objetos se caracterizan por la escisión que es
esquizoide.
Contra la abrumadora ansiedad de ser aniquilado el yo desarrolla una serie de mecanismos de
defensa siendo probablemente el primero el uso defensivo de la introyección y de la proyección.
Hemos visto que como expresión de los instintos y a la vez como recurso defensivo, el yo se
esfuerza por introyectar lo bueno y proyectar lo malo.
La escisión se vincula con la creciente idealización del objeto ideal cuyo propósito es mantenerlo
bien alejado del objeto persecutorio y hacerlo invulnerable. Esta idealización extrema se vincula
también con la negación mágica omnipotente.
Cuando la persecución es tan intensa que se hace insoportable, se la puede negar completamente.
Esta negación mágica se basa en la fantasía de total aniquilación de los perseguidores. Otra forma
de utilizar la negación omnipotente como defensa contra la persecución excesiva es idealizar al

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objeto perseguidor mismo y tratarlo como ideal. A veces el yo se identifica con este objeto pseudo
ideal.
De la proyección original del instinto de muerte surge otro mecanismo de defensa extremadamente
importante durante esta fase del desarrollo: la identificación proyectiva. En la identificación
proyectiva se escinden y apartan partes del Yo y objetos internos y se los proyecta en el objeto
externo que queda entonces poseído y controlado por las partes proyectadas e identificado con
ellas. La identificación proyectiva tiene múltiples propósitos, se la puede dirigir hacia el objeto
ideal para evitar la separación, o hacia el objeto malo para obtener control de la fuente de peligro.
Se pueden proyectar varias partes del Yo con diversos propósitos, se pueden proyectar partes malas
del Yo tanto para librarse de ellas como para atacar y destruir al objeto se pueden proyectar partes
buenas para evitar la separación o para mantenerlas a salvo de la maldad interna o para mejorar al
objeto externo a través de una especie de primitiva reparación proyectiva. La identificación
proyectiva comienza en cuanto se instala la posición esquizo paranoide en relación con el pecho,
pero persiste y muy a menudo se intensifica cuando se percibe a la madre como objeto total y la
identificación proyectiva penetra en todo su cuerpo.
Cuando los mecanismos de proyección, introyección, escisión, idealización, negación e
identificación proyectiva e introyectiva no alcanzan a dominar la ansiedad y ésta invade al Yo,
puede surgir la desintegración del Yo como medida defensiva. El Yo se fragmenta y escinde en
pedacitos para evitar la experiencia de ansiedad. Este mecanismo muy dañino para el Yo,
generalmente aparece combinado con la identificación proyectiva de inmediato se proyecta las
partes fragmentadas del Yo. Este tipo de identificación proyectiva es de carácter patológico cuando
se la utiliza extensamente.
La proyección hacia fuera de malos sentimientos y partes malas del Yo produce persecución
externa. La reintroyección de perseguidores origina ansiedad hipocondríaca. La proyección hacia
fuera de partes buenas produce la ansiedad de quedar vacío de bondad e invadido por
perseguidores. La identificación proyectiva origina diversas ansiedades. Las dos más importantes
son las siguientes: el miedo de que el objeto atacado proyecta sobre uno en retaliación y la
ansiedad de tener partes de uno mismo aprisionadas y controladas por el objeto en el que se las ha
proyectado.
La desintegración es el más desesperado de todos los intentos del Yo para protegerse de la
ansiedad. A fin de no sufrir el Yo hace lo que puede por no existir, intento que origina una aguda
ansiedad específica; la de hacerse pedazos y quedar pulverizado.

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Es necesario recordar que el bebe normal no pasa la mayor parte del tiempo en estado de ansiedad.
Por el contrario en circunstancias favorables pasa la mayor parte del tiempo durmiendo, mamando,
disfrutando de placeres reales o alucinados y de este modo asimilando gradualmente su objeto ideal
e integrando su Yo. Pero todos los bebes tienen periodos de ansiedad y las ansiedades y defensas
que constituyen el núcleo de la posición esquizo paranoide son parte normal del desarrollo
humano.
Ninguna experiencia del desarrollo humano se borra o desaparece jamás; debemos recordar que
hasta en el individuo más normal ciertas situaciones removerán las ansiedades tempranas y
pondrán en funcionamiento los tempranos mecanismos de defensa. Además de una personalidad
bien integrada, todas las etapas del desarrollo quedan incluidas, ninguna está escindida y apartada o
rechazada y ciertas conductas del Yo en la posición esquizo paranoide son realmente muy
importantes para el desarrollo posterior, del que sientan las bases. Deben desempeñar un papel en
la personalidad más madura e integrada.
Una de las conductas de la posición esquizo paranoide es la escisión. La escisión es lo que permite
al Yo emerger del caos y ordenar sus experiencias. Por excesivo y extremo que pueda ser al
comienzo, este ordenamiento de la experiencia que acompaña al proceso de escindir al objeto en
uno bueno y otro malo sirve, sin embargo para ordenar el universo de las impresiones emocionales
y sensoriales del niño y es una condición previa para la integración posterior.
La escisión es también la base de lo que mas tarde llegará a ser la represión. Si la escisión temprana
ha sido excesiva y rígida, la represión posterior probablemente será la excesiva rigidez neurótica.
Cuando la escisión temprana ha sido menos severa, la represión lesionará menos al sujeto, y el
inconsciente estará en mejor comunicación con la mente consciente. Con la escisión se relacionan
la ansiedad persecutoria y la idealización.
Es necesario cierto grado de ansiedad persecutoria para poder reconocer, evaluar y reaccionar ante
circunstancias externas realmente peligrosas. La creencia en la bondad de los objetos y de uno
mismo se basa en la idealización, precursora de buenas relaciones objetales. La relación con un
objeto bueno contiene generalmente cierto grado de idealización y ésta idealización persiste en
muchas situaciones como enamorarse, apreciar la belleza, formarse ideales sociales o políticos,
emociones que aunque no sean estrictamente racionales, incrementan la riqueza y variedad de
nuestras vidas.
También la identificación proyectiva tiene sus aspectos valiosos. Ante todo, es la forma más
temprana de empatía, y la capacidad para ponerse en el lugar del otro, se basa tanto en la
identificación proyectiva como introyectiva. En la identificación proyectiva se basa también la
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primera clase de formación de símbolos. Al proyectar partes de si en el objeto e identificar partes
del objeto con partes del Yo, el Yo forma sus primeros y más primitivos símbolos.
Por consiguiente no debemos considerar a los mecanismos de defensa de la posición esquizo
paranoide sólo como mecanismo de defensa que protegen al Yo de ansiedades inmediatas y
abrumadoras sino también como etapas progresivas del desarrollo.
Esto nos lleva a preguntarnos como sale el individuo normal de la posición esquizo paranoide. Para
que la posición esquizo paranoide de lugar en forma gradual y relativamente no perturbada al
siguiente paso del desarrollo, la posición depresiva, la condición previa necesaria es que las
experiencias buenas predominen sobre las malas. A este predominio contribuyen tanto factores
internos como externos.
Cuando las experiencias buenas predominan sobre las malas, el Yo llega a creer que el objeto ideal
prevalece sobre los objetos persecutorios y que su propio instinto de vida predomine sobre su
propio instinto de muerte. Estas creencias en la bondad del objeto y en la bondad del Yo, van juntas
ya que el Yo continuamente proyecta fuera sus propios instintos distorsionando así los objetos y
también introyecta sus objetos identificándose con ellos.
El Yo se identifica repetidamente con el objeto ideal, adquiriendo así mayor fuerza y mayor
capacidad para enfrentarse con ansiedades sin recurrir a violentos mecanismos de defensa.
Disminuye el miedo a los perseguidores y disminuye también la escisión entre objetos
persecutorios e ideales. Se permite a ambos que se aproximen más y esto los prepara para la
integración. Simultáneamente, a medida que el Yo se siente más fuerte y con mayor afluencia de la
libido, va disminuyendo la escisión dentro del Yo. Su relación con el objeto ideal es mas estrecha y
le asusta menos su propia agresión y la ansiedad que ésta le provoca; sus partes buenas y malas
pueden entrar en mayor contacto. A la vez que disminuye la escisión y el Yo tolera mas su propia
agresión, disminuye la necesidad de proyectar y el Yo puede tolerar cada vez mejor su propia
agresión y sentirla como parte de sí, sin verse impulsado a proyectarla constantemente en sus
objetos. De esta manera, el yo se prepara para integrar sus objetos, para integrarse él mismo y por
la disminución de los mecanismos proyectivos distingue cada vez mejor entre lo que es Yo y lo que
es objeto. De este modo se prepara el terreno para la posición depresiva.
POSICION DEPRESIVA. Comienza cuando el bebé reconoce a su madre como objeto total. Es
una constelación de relaciones objetales y ansiedades caracterizada por la experiencia del bebe de
atacar a una madre ambivalentemente amada y de perderla como objeto externo e interno. Esta
experiencia origina dolor, culpa y sentimientos de pérdida.

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Tipo de relaciones de objeto consecutivo a la posición paranoide; comienza alrededor del cuarto
mes y se supera progresivamente en el curso del primer año, aún cuando pueda encontrarse
también en el curso de toda la infancia y reactivarse en el adulto, especialmente en el duelo y en los
estados depresivos.
Según Laplanche, se caracteriza por los siguientes rasgos: el niño es, en lo sucesivo, capaz de
aprehender a la madre como objeto total; se atenúa la escisión entre objeto “bueno” y ”malo”, las
pulsiones libidinales y hostiles tienden a relacionarse con el mismo objeto; la angustia llamada
depresiva se refiere al peligro fantaseado de destruir y perder a la madre a consecuencia del
sadismo del sujeto; esta angustia es combatida mediante diversos modos de defensa (defensas
maníacas o defensas más adecuadas: repartición, inhibición de la agresividad) y se supera cuando
el objeto amado es introyectado en forma estable y aseguradora.
Posición alcanzada en su esquema de cosas por el bebé (o por el paciente en análisis) cuando
advierte que tanto su amor como su odio están dirigidos hacia el mismo objeto -la madre-, tiene
conciencia de su ambivalencia y se interesa por protegerla de su odio y para llevar a cabo la
reparación por el daño que ha causado su odio. Como el sistema de Klein incluye el instinto de
muerte y hostilidad innata hacia la madre y la envidia de ella, se concibe que esta crisis desempeña
un papel esencial en el desarrollo de cada bebé, al margen de la cualidad de los cuidados
maternales, y su resultado, según se sostiene, determina todo el desarrollo posterior. Se considera
que las personas saludables y neuróticas han pasado por la posición depresiva, que las personas con
problemas depresivos están fijadas en ella y que las personas con problemas esquizoides y
paranoides no han logrado alcanzarla.
La posición depresiva desempeña el mismo papel en la teoría kleiniana que el complejo de Edipo
en la teoría clásica". Véase al respecto Neurosis.
Al describir la posición esquizo paranoide según Hanna Segal, se trato de mostrar como el manejo
exitoso de las ansiedades de los primeros meses del desarrollo lleva al bebe a organizar
gradualmente su universo. A medida que los procesos de escisión, proyección e introyección le
ayudan a ordenar sus percepciones y emociones y a separar lo bueno de lo malo, el bebe se
encuentra ante dos objetos: un objeto ideal y objeto malo. Ama al objeto ideal, trata de adueñarse
de él, de conservarlo y de identificarse con él. En el objeto malo ha proyectado sus impulsos
agresivos y lo siente como una amenaza para el mismo y para su objeto ideal.
Si el desarrollo se efectúa en condiciones favorables, el bebe siente cada vez mas que su objeto
ideal y sus propios impulsos libidinales son mas fuertes que el objeto malo y sus propios impulsos
malos; se pueden identificar cada vez mas con su objeto ideal, y gracias a esta identificación y
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también al crecimiento y desarrollo fisiológico de su Yo, siente que este se va fortificando y
capacitando para defenderse a si mismo y al objeto ideal. Cuando el bebe siente que su Yo es fuerte
y la vez firme poseedor de un objeto ideal fuerte, sus propios impulsos malos le asustan menos y se
ve entonces menos impelido a proyectarlos afuera. Al disminuir la proyección de los impulsos
malos disminuye también el poder atribuido al objeto malo, mientras que el Yo se fortifica, pues la
proyección lo empobrece menos. El bebe tolera mejor el instinto de muerte dentro de si y decrecen
sus temores paranoides; disminuyen la escisión y la proyección y gradualmente puede predominar
el impulso a la integración del Yo y del objeto.
Desde el principio hay tanto una tendencia hacia la integración como hacia la escisión, y a lo largo
del desarrollo, incluso en los primeros meses, el bebe pasa por momentos de integración mas o
menos completa. Pero cuando los procesos integradores se hacen más estables y continuos surge
una nueva fase de desarrollo: la posición depresiva.
Melanie Klein definió la posición depresiva como la fase del desarrollo en que el bebe reconoce un
objeto total y se relaciona con dicho objeto. Este es un momento crucial del desarrollo infantil, que
el lego advierte claramente. Todos los que rodean al bebe perciben en él un cambio y lo consideran
un progreso enorme advierten y comentan que ahora el bebe reconoce a su madre. Como sabemos
enseguida comienza a reconocer también a otras personas de su ambiente, generalmente primero al
padre. Cuando el bebe reconoce a su madre, esto significa que ya la percibe como objeto total.
Comienza a percatarse de que sus experiencias buenas y malas no proceden de un pecho o madre
buena y de un pecho o madre mala, sino de la misma madre que es a la vez fuente de lo bueno y de
lo malo. Este reconocimiento de la madre como persona total tiene muchas consecuencias y abre
un mundo de experiencias nuevas. Reconocer a la madre como persona total significa también
reconocerla como individuo con una vida propia y con sus propias relaciones con otras personas. El
bebe descubre cuan desamparado está, como depende totalmente de ella y cuantos celos le
provocan los demás.
Este cambio en la percepción del objeto se acompaña de un cambio fundamental en el Yo, pues a
medida que la madre se convierte en objeto total, el Yo del bebe se convierte en un Yo total,
escindiéndose cada vez menos en sus componentes buenos y malos. La integración del yo y del
objeto prosiguen simultáneamente. Al disminuir los procesos proyectivos e integrarse mas al Yo se
distorsiona menos la percepción de los objetos, de modo que el objeto malo y el objeto ideal se
aproximan el uno al otro. Al mismo tiempo, la introyección de un objeto cada vez más total
estimula la integración del Yo. Estos cambios psicológicos estimulan la maduración fisiológica del
Yo, que a su vez los estimula a ellos; la maduración del sistema nervioso central permite la mejor
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organización de las percepciones provenientes de diferentes áreas fisiológicas y el desarrollo y
organización de la memoria.
En la posición esquizo paranoide, el motivo principal de la ansiedad es que el objeto u objetos
malos lleguen a destruir al Yo. En la posición depresiva, las ansiedades brotan de la ambivalencia y
el motivo principal de la ansiedad del bebe es que sus propios impulsos destructivos hayan
destruido o lleguen a destruir al objeto amado de quien depende totalmente.
En la posición depresiva se intensifican los procesos de introyección. Esto se debe en parte a la
disminución de los mecanismos proyectivos, y en parte a que el bebe descubre cuanto depende de
su objeto a quien ve ahora como persona independiente que puede alejarse de él. Esto aumenta su
necesidad de poseer este objeto, de guardarlo dentro de si, y si es posible, de protegerlo de su
propia destructividad. La posición depresiva comienza en la fase oral del desarrollo, en que el amor
y la necesidad provocan el deseo de devorar (…)el bebe resuelve gradualmente las ansiedades
depresivas y recupera externa e internamente sus objetos buenos al reparar s su objetos externos e
internos en la realidad en sus fantasías omnipotentes.
La posición depresiva marca un progreso crucial en el desarrollo, y durante su elaboración el bebe
cambia radicalmente su concepción de la realidad. Al integrarse mas su Yo, al disminuir sus
procesos de proyección y la empezar a percibir su dependencia de un objeto externo y la
ambivalencia de sus propios instintos y fines, el bebe descubre su propia realidad psíquica.
Advierte su propia existencia y la de sus objetos como seres distintos y separados de él. Advierte
sus propios impulsos y fantasías y comienza a distinguir entre fantasía y realidad externa.
La prueba de realidad existe desde el nacimiento. El bebe “prueba el gusto” de sus experiencias y
las clasifica en buenas y malas. Pero en la posición depresiva esta prueba de la realidad se afirma
más, se hace más significativa y se vincula más estrechamente con la realidad psíquica. Cuando el
bebe reconoce sus propios impulsos, tanto buenos como malos, los cree omnipotentes, pero su
preocupación por el objeto le hace vigilar que efectos tienen sobre él sus impulsos y acciones, y de
este modo prueba gradualmente el poder de sus impulsos y la resistencia de su objeto (…) a lo
largo del desarrollo y elaboración de la posición depresiva el Yo se fortifica, gracias al crecimiento
y a la asimilación de objetos buenos, introyectados en el Yo y el superyó.
Una vez alcanzado este momento del desarrollo, el bebe ha establecido su relación con la realidad.
El punto de fijación de las enfermedades psicóticas yace en la posición esquizo paranoide y en los
comienzos de la posición depresiva. Cuando se produce una regresión a estos puntos tempranos del
desarrollo, el sentido de realidad se pierde y el individuo se psicotiza. Pero si se alcanzó la posición

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depresiva y se la elaboró por lo menos en parte, las dificultades que parecen en el desarrollo
posterior no son de carácter psicótico sino neurótico.
Con la progresiva elaboración de la posición depresiva cambia totalmente la relación con los
objetos. El bebe adquiere la capacidad de amar y respetar a las personas como seres separados,
diferenciados. Puede ahora reconocer como propios sus impulsos, responsabilizarse por ellos y
tolerar la culpa. La capacidad recién adquirida de sentir preocupado por sus objetos lo estimula a
aprender gradualmente a controlar sus impulsos.
Cambia el carácter del superyó. Los objetos ideales y persecutorios introyectados durante la
posición esquizo paranoide forman las primeras raíces del superyó. El objeto persecutorio es
vivenciado como autor de castigos crueles y retaliatorios. El objeto ideal, con quien el Yo anhela
identificarse, se convierte en la parte del superyó correspondiente al ideal del Yo que también
resulta persecutorio por sus elevadas exigencias de perfección.
A medida que se aproximan entre si el objeto ideal y el objeto persecutorio durante la posición
depresiva, el superyó se integra más y es vivenciado como un objeto interno total, amado con
ambivalencia. Los ataques a este objeto originan sentimientos de culpa y autoreproches. En las
fases tempranas de la posición depresiva el superyó es vivenciado aún como muy severo y
persecutorio, pero a medida que se afirma la relación de objeto total, el superyó pierde algunos de
sus aspectos monstruosos y se aproxima más a una imagen de padres buenos y amados. Dicho
superyó no es sólo la fuente de los sentimientos de culpa sino también un objeto de amor, y es
además un objeto que según siente el niño lo ayuda en su lucha contra los impulsos destructivos
(…) a medida que el Yo se organiza mas y la proyecciones se debilitan, la represión reemplaza a la
escisión. Los mecanismos psicóticos gradualmente ceden su lugar a mecanismos neuróticos:
inhibición, represión y desplazamiento. En este punto se pude ver la génesis de la formación de
símbolos. Para proteger al objeto, el bebe inhibe en parte sus instintos y en parte los desplaza sobre
sustitutos; aquí comienza la formación de símbolos (…) la formación de símbolos resulta ser la
consecuencia de una pérdida; es un trabajo creativo que implica el dolor y todo el trabajo del duelo.
Si la realidad psíquica es vivenciada y diferenciada de la realidad externa, se distingue al símbolo
del objeto, se lo siente como creado por el Yo y el Yo lo puede usar libremente.
A medida que le bebe para por repetidas experiencias de duelo y reparación de pérdida y
recuperación, su Yo se enriquece con los objetos que ha debido recrear en su interior y que ahora
se hacen parte de él. Aumenta su confianza en su propia capacidad de conservar o recuperar objetos
buenos y su creencia en su propio amor y posibilidades.

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La posición depresiva nunca se elabora completamente. Siempre tenemos ansiedades relacionadas
con la ambivalencia y la culpa y situaciones de pérdida que reavivan experiencias depresivas. Los
objetos externos buenos de la vida adulta siempre simbolizan y contienen aspectos del primer
objeto bueno interno y externo, de modo que cualquier pérdida de la vida posterior reaviva la
ansiedad de perder el objeto interno bueno y con ella todas las ansiedades sentidas originalmente
durante la posición depresiva. Si durante la posición depresiva el bebe ha podido establecer un
objeto interno bueno suficientemente afianzado, las situaciones anteriores de ansiedad depresiva no
le conducirán a la enfermedad sino a una elaboración fructífera, cuyas consecuencias son mayor
enriquecimiento y creatividad. El yo se siente acosado por la ansiedad constante de perder
totalmente las situaciones internas buenas, está empobrecido y debilitado, su relación con la
realidad es frágil y hay un perpetuo temor y a veces una verdadera amenaza de hacer una regresión
a la psicosis.

CONCEPTOS BASICOS
ENVIDIA TEMPRANA. El bebé la experimenta principalmente hacia el pecho que lo alimenta.
Es posiblemente la primera manifestación externa del instinto de muerte, ya que ataca a lo que se
siente como la fuente de vida. Si la envidia temprana se torna excesiva, pasa a ser un factor de
consideración psicopatológico.
DEFENSA ESQUIZOIDE. Uso combinado de la introyección de objetos buenos y negación,
disociación y proyección de aspectos malos del propio yo, como una defensa contra la culpa, la
angustia y la depresión. Las defensas esquizoides comprenden mecanismos de escisión del objeto,
idealización, negación y control omnipotente. Tienen por finalidad defender al yo de intensos
temores de aniquilación y muerte. Constituyen una configuración inseparable: la disociación
supone mecanismos de idealización (tanto de la bondad como de la peligrosidad de los objetos),
mecanismos de negación omnipotente (de las características persecutorias del objeto idealizado, y
de la impotencia), y mecanismos de control omnipotente (del objeto idealizado, aliado del yo) del
objeto persecutorio. Se analizan por separado con fines didácticos.
DEFENSA MANIACA. Se desarrollan durante la posición depresiva como defensa contra la
experiencia de ansiedad depresiva, culpa y pérdida. Se basan en la negación omnipotente de la
realidad psíquica, y las relaciones objetales se caracterizan por triunfo, control y desprecio.
La organización de DM incluye mecanismos que ya se pusieron de manifiesto durante la etapa
esquizo-paranoide (mecanismo de disociación e idealización, negación y control omnipotente),
pero durante la etapa depresiva adquieren características especiales. En el primer caso estaban
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dirigidas a impedir un ataque aniquilante al yo; ahora tienen como finalidad defender al objeto de
los ataques ambivalentes del yo, y a éste de las ansiedades y de la culpa depresivas.
En la situación depresiva el bebé logra una nueva relación con la realidad y descubre situaciones
importantes, a saber:
1) Su dependencia de la madre, a la que teme haber perdido por su agresión.
2) el valor que ella tiene para él.
3) su ambivalencia, sus deseos agresivos, voraces de destruirla y sus sentimientos de necesidad y
deseos de preservarla.
Como consecuencia surgen intensos sentimientos de culpa depresiva, temor de perder a la madre
necesitada, miedo de haberla destruido ya, preocupación y necesidad de repararla.
Las defensas maníacas son un intento de evitar el proceso de intenso dolor y sufrimiento psíquico
que estos descubrimientos implican. La experiencia depresiva se vincula con el conocimiento de la
existencia de un mundo interno y de la posesión de un objeto valorado al que se necesita. Por eso,
las DM se dirigen a evitar y negar este conocimiento huyendo hacia el mundo exterior, y negando,
evitando o invirtiendo la dependencia del objeto, la ambivalencia, la preocupación y la culpa.
Una característica especial de la defensa maníaca es la identificación del yo con el objeto
idealizado: el yo se fusiona y confunde con este objeto parcial, omnipotente, lleno de vida, de
poder y alimento, se infla por la fantasía de haber devorado al objeto idealizado ("la luz del objeto
idealizado cae sobre el yo"), en tanto las características sufrientes, desprotegidas, necesitadas,
dependientes del propio yo, son depositadas en los objetos externos. La DM implica entonces la
utilización de mecanismos de identificación proyectiva: las características proyectadas son las de
un "necesitado" y "hambriento", mientras que las características asumidas por el yo son las de un
"pecho lleno", "nutricio", que se autoabastece".
En una relación maníaca de objeto participa una triada de sentimientos tendientes a negar los
logros de la situación depresiva. Esta triada está constituida por el control, el triunfo y el desprecio
que se corresponden simétricamente con los sentimientos depresivos de valorar el objeto, depender
de él, temer perderlo y sentirse culpable. Controlar al objeto es una manera de negar la dependencia
de él, pero al mismo tiempo es una manera de obligarlo a satisfacer necesidades de dependencia, ya
que un objeto totalmente controlado es hasta cierto punto un objeto con el que se puede contar. El
triunfo es la negación de sentimientos depresivos ligados a la valoración e importancia afectiva
otorgada al objeto. Se vincula con la omnipotencia y tiene dos aspectos importantes. Uno de ellos
se relaciona con un ataque primario infligido al objeto y el triunfo experimentado al derrotarlo (en
especial cuando el ataque está fuertemente determinado por la envidia). Además el triunfo se
14
incrementa como parte de las DM porque sirve para mantener a raya los sentimientos depresivos
que, de otra manera, surgirían (tales como sentir nostalgia por el objeto, extrañarlo y echarlo de
menos). Desprecio hacia el objeto es también negar cuánto se lo valora; actúa como defensa contra
las experiencias de pérdidas y culpa. Un objeto despreciable no merece que uno sienta culpa por él
y el desprecio hacia semejante objeto se convierte en justificación para seguir atacándolo.
COMPLEJO DE EDIPO TEMPRANO. Es la relación edípica tal como la experimenta el bebé al
comienzo de la posición depresiva. Se la experimenta en términos pregenitales antes de alcanzarse
la genitalidad.
DEFLEXION. Termino que alude a la desviación
CONTROL OMNIPOTENTE. La negación y el control omnipotente son mecanismos que
responden a la impotencia del yo frente a sus impulsos destructivos y a estos impulsos proyectados
en el objeto. La negación como proceso defensivo tiene por finalidad no ver aquellos aspectos del
yo o del objeto que aterrorizan, y responde a la fantasía de que aquello que no se ve, no existe, y
por lo tanto no implica peligro. Está unida al control omnipotente, a la fantasía de poseer, tanto el
yo como el objeto idealizado, capacidad de control y de manejo sobre el objeto persecutorio.
El grado de omnipotencia del yo y del objeto idealizado es proporcional al grado de poder
destructivo del yo agresivo y del objeto malo. Durante la etapa depresiva, la negación y el control
omnipotente forman parte de las defensas maníacas frente a la persecución y al dolor. La negación
se propone negar tanto la destrucción del objeto como los sentimientos de dolor, dependencia y
necesidad del yo. Está unida a la fantasía de controlar el objeto, negando el temor a la separación y
la dependencia, y favoreciendo las fantasías de reparación omnipotente del objeto. Esto siempre
implica una privación para el yo, en la medida en que limita su capacidad de conocimiento
Defensas en los tests gráficos.
El mecanismo de control omnipotente es necesario, como defensa maníaca, para: a) negar la
dependencia del objeto, el miedo a ser abandonado y la emergencia de agresión por este abandono,
y b) satisfacer la fantasía de reparación total del objeto, mediante un yo que tiene poderes mágicos
de reconstrucción. M. Klein afirma que el bebé necesita sentir que domina a los objetos internos
externos no sólo para que no lo abandonen sino para que no se dañen entre sí.
REPARACIÓN. Mecanismo, en virtud del cual el sujeto intenta reparar los efectos de sus
fantasías destructores sobre su objeto de amor. Este mecanismo va ligado a la angustia y a la
culpabilidad depresiva: la reparación fantasmática del objeto materno, externo o interno, permitiría
superar la posición depresiva asegurando al Yo una identificación estable con el objeto benéfico.

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ANSIEDAD. Respuesta del yo a la actividad del instinto de muerte. Cuando el instinto de muerte
es deflexionado, la ansiedad toma dos formas principales: paranoide y depresiva.
DEPRESION. Estado de ánimo en que se experimentan parcial o totalmente los dolorosos
sentimientos de la posición depresiva. Puede ser una reacción normal a experiencias de pérdida, o
una reacción patológica de carácter neurótico o psicótico.
ESCISION. Puede implicar al yo y al objeto. La primera escisión se hace entre Yo bueno y Yo
malo, y entre objeto bueno y objeto malo. La deflexión del instinto de muerte implica la escisión
entre la parte que se siente conteniendo los impulsos destructivos y la parte que se siente
conteniendo la libido. La escisión del objeto parcial en un objeto bueno y malo constituye el primer
modo de defensa contra la angustia. El objeto total será igualmente escindido (madre buena y
madre mala, etc.)
IDEALIZACION. Mecanismo esquizoide vinculado con la escisión y la negación. Se niegan las
características indeseables del objeto, y el bebé proyecta en él su propia libido. Aunque pertenece
primordialmente a la posición esquizo-paranoide, la idealización puede formar parte de las
defensas maníacas contra ansiedades depresivas.
El mecanismo de idealización está inevitablemente unido al mecanismo de disociación e
inicialmente defiende de ansiedades persecutorias. La creciente idealización del objeto bueno tiene
por finalidad alejarlo del persecutorio y hacerlo invulnerable. Dicho mecanismo se vincula con la
negación mágica omnipotente: las características indeseables del objeto son negadas, mientras
simultáneamente es recubierto de 'bondad' (amor, invulnerabilidad, poderes mágicos, poder
omnipotente de protección, etc.). El monto de idealización está en relación directa con el monto de
persecución frente al objeto, y es una defensa resultante de ansiedades persecutorias (temor a ser
atacado y destruido por el objeto).
"El mecanismo de idealización forma parte también de las defensas maníacas en la situación
depresiva (mitigando en tal caso la ansiedad depresiva), adjudicando, por otra parte, al objeto una
gran riqueza de contenido y una gran capacidad reparatoria.
IDENTIFICACION. Se la considera siempre un resultado de procesos introyectivos y
proyectivos.
IDENTIFICACION INTROYECTIVA. El resultado de la introyección del objeto en el yo, el
cual se identifica entonces con algunas de sus características, o con todas.
IDENTIFICACION PROYECTIVA. El resultado de la proyección de partes del Yo en un
objeto. Puede tener como consecuencia que se perciba al objeto como habiendo adquirido las

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características de la parte proyectada del Yo, pero también puede resultar en que el Yo llegue a
identificarse con el objeto de su proyección.
Mecanismo que se traduce por fantasías donde el sujeto introduce su propia persona, en su
totalidad o en parte, en el interior del objeto para dañarlo, poseerlo y controlarlo.
La identificación proyectiva patológica resulta de la desintegración diminuta del Yo o de partes del
Yo, que luego se proyectan en el objeto y se desintegran; tiene como consecuencia la creación de
'objetos extraños.
OBJETO BUENO. El término objeto parcial bueno se aplica generalmente al pecho o pene tal
como se lo experimenta en la posición depresiva en relación con experiencias buenas. Se siente al
objeto bueno como fuente de vida, amor y bondad, pero no es ideal. Se reconocen sus malas
cualidades y en contraste con el objeto ideal, puede ser experimentado como frustrante; se lo siente
vulnerable a los ataques, y por consiguiente se lo suele sentir dañado o destruido. Se siente que el
pecho bueno y el pene bueno pertenecen respectivamente a la madre buena y al padre bueno, pero
se los puede experimentar antes de que se establezca plenamente la relación de objeto total. Junto
al objeto malo, son los primeros objetos pulsionales, parciales o totales, tal como aparecen en la
vida de fantasía del niño. La cualidad de 'bueno' se le atribuye, no solamente por su carácter
gratificador, sino sobretodo porque sobre él se proyectan las pulsiones libidinales del sujeto.
Objetos buenos y malos se hallan sometidos a los procesos de introyección y proyección.
OBJETO IDEAL. Pecho o pene. Es experimentado por el bebé durante la posición esquizo-
paranoide como resultado de la escisión y de la negación de persecución. El bebe atribuye todas
sus experiencias buenas, reales o fantaseadas, a este objeto ideal al que anhela poseer y con el que
ansía identificarse.
OBJETO MALO. O persecutorio. Es experimentado como resultado de la escisión ocurrida
durante la posición esquizo-paranoide. El bebe le proyecta toda su hostilidad y a su actividad
atribuye toda experiencia mala. Junto al objeto bueno, son los primeros objetos pulsionales,
parciales o totales, tal como aparecen en la vida de fantasía del niño. La cualidad de 'malo' se le
atribuye, no solamente por su carácter frustrante, sino sobre todo porque sobre ellos se proyectan
las pulsiones destructivas del sujeto. Objetos malos y buenos se hallan sometidos a los procesos de
introyección y proyección.
OBJETO EXTRAÑO. Son el resultado de identificaciones proyectivas patológicas, en las que se
percibe al objeto escindido en pequeños fragmentos, conteniendo cada uno una parte proyectada
del Yo. A estos objetos extraños se los siente cargados de mucha hostilidad.
OBJETO INTERNO. Objetos introyectados en el yo.
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OBJETO PARCIAL. Objetos característicos de la posición esquizo-paranoide. El primer objeto
parcial que experimenta el bebé es el pecho. Pronto experimenta otros objetos parciales, ante todo,
el pene. Objetos parciales son: el objeto ideal (pecho o pene), el objeto malo (o persecutorio), y el
objeto bueno. El objeto parcial (pecho, pene) se halla escindido en un objeto bueno y un objeto
malo, constituyendo esta escisión el primer modo de defensa contra la angustia.
Con Melanie Klein, en la expresión objeto parcial el término objeto adquiere todo el valor que le ha
otorgado el psicoanálisis: aunque parcial, el objeto (pecho u otra parte del cuerpo) posee en la
fantasía caracteres similares a los de una persona (por ejemplo persecutorio, asegurador, benévolo,
etc).
OBJETO PERSEGUIDOR. Son objetos en los que se ha proyectado parte del instinto de muerte.
Originan ansiedad paranoide.
OBJETO TOTAL. Se refieren a la percepción del otro como persona. La percepción de la madre
como objeto total caracteriza la posición depresiva. El objeto total es lo opuesto tanto del objeto
parcial como de los objetos escindidos en partes ideales y persecutorias. La ambivalencia y la culpa
se experimentan en relación con objetos totales.
SUPERYO. Según la escuela de M. Klein existiría, desde la fase oral, un superyo que se formaría
por introyección de objetos 'buenos' y 'malos' y que el sadismo infantil, que entonces se encuentra
en su acmé, haría particularmente cruel. Los padres ambivalentemente amados introyectados
durante la posición depresiva forman el núcleo del superyo.
REALIDAD PSIQUICA. La experiencia de la realidad psíquica es la experiencia del propio
mundo interno, incluyendo la experiencia de impulsos y los objetos internos.
REALIDAD, SENTIDO DE. Es la capacidad de experimentar la realidad psíquica como tal y de
diferenciarla de la realidad externa. Implica la experiencia simultánea y la correlación de los
mundos interno y externo.

ANEXOS
OBJETO DE TRANSICIÓN DE WINICOTT.
Como hemos comentado anteriormente, este autor critica en forma radical la concepción de un
aparato psíquico cuyas únicas alternativas sean las derivadas de un presunto funcionamiento
omnipotente, alucinatorio (propio del mundo de la realidad interna subjetiva), o la adaptación
plástica y no creativa a la realidad exterior en cuanto proveedora de necesidades. En su opinión, la

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experiencia cultural intersubjetiva no tiene espacio en este modelo estructural del aparato psíquico,
y su ubicación requiere una nueva conceptualización.
Winnicott observa que en el niño recién nacido existe un estado intermedio entre la tendencia a
usar el puño o los dedos para estimular la zona oral en una forma "subjetiva" o "narcisista", y su
salida al mundo de los objetos reales, objetivos, representados por un osito o un muñeco con el cual
el bebé juega poco tiempo después. Dicho estadio intermedio está señalado por el uso de lo que el
autor ha dado en llamar objetos transicionales, que en realidad constituyen sólo la manifestación
visible de un espacio particular de experiencia que no es definible como totalmente subjetiva ni
como completamente objetiva: el de los fenómenos transicionales. Este espacio no es interior al
aparato psíquico, pero tampoco pertenece del todo a la realidad exterior y, como veremos luego,
constituye el campo intermedio en el que se desarrollarán tanto el juego como otras experiencias
culturales. A partir de esta formulación interpreta que debe existir un estadio transicional entre la
vida en la realidad subjetiva tal como el bebé la vive y la aceptación de la realidad exterior.
Introduce entonces el aludido concepto de fenómenos transicionales, que utiliza "para designar la
zona intermedia de experiencia entre el pulgar y el osito, entre el erotismo oral y la verdadera
relación de objeto, entre la creatividad primaria y la proyección de lo que se ha introyectado, entre
el desconocimiento primario de la deuda" (con el mundo exterior) "y el reconocimiento de ésta"
(Winnicott, 1971).
La pauta de los fenómenos transicionales empieza para Winnicott en un período variable que va
desde los cuatro a seis meses hasta los ocho a doce. Como se puede apreciar, su aparición
corresponde aproximadamente al estadio del objeto precursor de Spitz y a la etapa de simbiosis de
Mahler.
La manifestación observable de la emergencia de esta zona intermedia de experiencia es el uso del
objeto transicional, que representa para el bebé una primera posesión del no-Yo. Efectivamente
dicho objeto transicional no es el bebé, pero tampoco es concebido por éste como exterior a sí
mismo. Posee características subjetivas a la vez que otras propias del mundo externo, representado
esencialmente por la madre. Ejemplos de estos objetos pueden ser las mantitas, chupetes, pañuelos,
etc., a los que el bebé se aferra en estos primeros meses, y que le proporcionan una defensa contra
la ansiedad (especialmente la de tipo depresivo), siendo incluso a veces imprescindibles para poder
conciliar el sueño. Aunque su variedad es infinita, dichos objetos comparten en general la
característica de poder ser poseídos y manipulados por el bebé (que así adquiere derechos sobre
ellos), pero a la vez presentan la condición de ser capaces de conservar el olor de la madre u otras
de sus características particulares. De esta manera, representan el espacio que el bebé necesita para
19
renunciar a la posesión omnipotente de su progenitora, conservando algo de la seguridad que ésta
le proporciona. Como se ve, el objeto transicional puede ser concebido en este sentido como un
precursor evolutivo de lo que luego se logrará por medio de las representaciones mentales. Pero
para Winnicott, mucho más importante que el hecho de que el objeto transicional represente a la
madre, resulta precisamente la circunstancia de no ser la madre. Esto indica que se ha aceptado
algo como no-Yo, aunque este algo no sea tampoco del todo perteneciente a la realidad exterior
objetiva. Esta es la paradoja que en opinión del autor debe ser tolerada, de manera que no es
operativo formular la pregunta de si el objeto transicional fue creado por el niño o le fue presentado
desde el exterior. La aceptación de esta paradojal imposibilidad de contestar la pregunta, supone la
aceptación de todos aquellos fenómenos que no pueden ser considerados enteramente subjetivos ni
objetivos, y que abarcan todo el campo de los fenómenos culturales. En este sentido, si bien como
veremos, a la postre el objeto transicional se abandona y pierde importancia, ello no es porque
desaparezca la zona de experiencia que éste expresa, sino porque precisamente su significación se
ha extendido para abarcar todo el espacio propio de lo cultural.
Para que se produzca la continuidad de esta experiencia transicional, el objeto "seleccionado" debe
cumplir una serie de características que Winnicott resume como sigue:
• e1 bebé adquiere derechos sobre el objeto, y el mundo exterior los acepta. Sin embargo, esta
adquisición representa al mismo tiempo una cierta renuncia a la omnipotencia simbiótica;
- e1 objeto es amado y acunado, pero también mutilado con excitación;
- se le atribuye cierta vitalidad, como si tuviera vida propia;
- nunca debe cambiar (por ejemplo ser lavado) a menos que el bebé lo haga;
• su catexia afectiva sufre una descarga gradual.
E1 objeto transicional representa el viaje del niño desde la subjetividad pura a la objetividad, desde
la indiferenciación con la madre a la aceptación de ésta como objeto exterior, con el cual puede
establecer una relación objetal. Hay que reconocer que este viaje en realidad no termina nunca. "La
tarea de aceptación de la realidad nunca queda terminada" , dice Winnicott, diferenciándose de
todos los autores anteriores, pues "ningún ser humano se encuentra libre de la tensión de vincular,
la realidad interna con la externa. El alivio de dicha tensión lo proporciona una zona intermedia de
experiencia que no es objeto de ataques (las artes, la religión, etc.)" , es decir, que debe aceptarse
paradójicamente como no siendo completamente exterior ni tampoco interior. En este sentido, la
relación objetal misma es un fenómeno transicional, un espacio intersubjetivo en el cual los dos
sujetos que se vinculan juegan.

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De lo que antecede se desprende que para este autor los fenómenos transicionales no representan
una etapa, ni se limitan al uso de un objeto en sí (como una interpretación demasiado estrecha de
esta teoría ha popularizado), sino que constituyen una zona de experiencia que permanece toda la
vida, y cuya ausencia puede conducir al extremo de una existencia puramente subjetiva (la locura),
o absolutamente conformada a una supuesta realidad exterior objetiva que el individuo no
contribuye a crear (la conformidad automática de Fromm, que aunque no es socialmente
considerada enfermedad, mutila la existencia humana personal).
De manera que esta experiencia, en la óptica de Winnicott, nunca termina. Para el autor "en un
estado de buena salud el objeto transicional no entra (al aparato psíquico) ni es forzoso que el
sentimiento relacionado con él sea reprimido. No se lo olvida ni se lo llora. Pierde significación, y
ello porque los fenómenos transicionales se han vuelto difusos, se han extendido a todo el territorio
intermedio entre la realidad psíquica interna y el mundo exterior tal como lo perciben dos personas
en común, es decir, a todo el campo cultural (...) En este punto mi tema se amplia, y abarca el del
juego, el de la creación y apreciación artísticas, el de los sentimientos religiosos, y el de los
sueños..." (Winnicott, 1971).
Paralelamente a estas ideas, el autor postuló que la tarea del maternaje consiste en ilusionar al bebé,
para luego desilusionarlo paulatinamente. La descripción dinámica de este proceso puede resumirse
como sigue:
• La preocupación materna primaria lleva a la madre a adecuarse casi perfectamente a las
necesidades del niño en las primeras semanas.
• La rapidez y la adecuación al deseo del bebé con que se repite dicha experiencia crea en el niño
la "ilusión" de que el pecho es parte de él.
• El niño siente que su deseo crea el objeto gratificante cada vez que lo necesita. Y este objeto es,
no sólo el pecho, sino el conjunto de cuidados que su madre le brinda.
• Hasta aquí no hay verdadera relación entre uno y otro en el sentido de intersubjetividad. "E1
bebé se alimenta de un pecho que es parte de él y la madre da de mamar a un bebé que es parte de
ella".
Con la extinción paulatina de la preocupación materna primaria, la madre pasa a ser lo que nuestro
autor llama una madre "suficientemente buena". Ésta continúa proporcionándole al bebé
experiencias de ilusión, pero también le provee frustraciones derivadas de la natural imperfección
en la adecuación a sus necesidades. Esto guía al bebé hacia el reconocimiento de la realidad
exterior, como vimos en los demás autores, pero para Winnicott siempre persiste una zona personal
de apreciación subjetiva, que se sitúa en relación con los fenómenos transicionales, y que luego se
21
configura como una continuidad con "las intensas experiencias que corresponden a las artes y la
religión, a la vida imaginativa y a la labor científica creadora" (Winnicott, 1971).
EL SUPERYO TEMPRANO
La idea de un Superyó operando muy tempranamente en la mente infantil es uno de los primeros
postulados de Melanie Klein. Sus primeras observaciones corresponden al historial de Rita (LOS
PRINCIPIOS DEL ANÁLISIS INFANTIL, 1926). En él atribuye la culpa observable en el análisis
de niños de corta edad a la misma causa que en los adultos: tensión entre el yo y el Superyo. En esa
primera etapa de su teorización sostiene que el origen del Superyó es la introyección de los padres
edípicos pero que su inicio es anterior a la descripción de Freud.
En ese mismo año Jones escribe un artículo postulando la importancia de los factores innatos en la
formación del Superyó y sostiene que la severidad del mismo deriva de los impulsos sádicos del
niños (The origin and structure of the super-ego).
Un año antes Ferenczi había escrito sobre la "moral esfinteriana" en "Psicoanálisis de los hábitos
sexuales".
En 1928 Klein afirma: “La conexión entre la formación del Superyó y las fases pregenitales del
desarrollo es muy importante desde dos puntos de vista. Por un lado, el sentimiento de culpa se
vincula con las fases oral y anal-sádicas que están predominando y, por otro lado, el Superyó
empieza a existir mientras estas fases están en ascenso, lo que explica su sádica severidad”.
En esa época Klein sostiene que las frustraciones orales (destete) desencadenan tanto las tendencias
edípicas como la formación del Superyo, pero aún no afirma que el Superyó aparece desde los
comienzos. Al avanzar en su teorización va ubicando cada vez más tempranamente este origen, que
por lo tanto queda cargado de un carácter más intensamente oral.
En este período teórico en que aún sostiene la postulación de las fases libidinales de Abraham,
supone coincidente el inicio de la formación del Superyó con la "fase de sadismo máximo" ,
correspondiente con la fase oral secundaria. Esta coincidencia explicaría la enorme severidad del
Superyo.
En 1932 considera el Superyó arcaico, junto con el Complejo de Edipo temprano, surgiendo de
frustraciones orales e iniciándose a los 6 meses. Dos años más tarde adelanta aún más la aparición
de impulsos sádicos hacia el pecho y el interior de la madre, en la medida en que va abandonando
el esquema de Abraham, hasta que en 1944-54 el concepto de "fase de sadismo máximo"
desaparece . En esa misma época ("Desarrollos...") desliga definitivamente los comienzos del
Superyó del Complejo de Edipo y ubica sus orígenes en la introyección de objetos parciales.

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En 1948 afirma que el desarrollo del Superyó es previo e independiente de Edipo, se origina en la
escisión y proyección del instinto de muerte y condiciona el desarrollo del Complejo de Edipo.
Ya en 1935 había opinado que los objetos incorporados tempranamente forman la base del
Superyo.
La evolución del concepto de Superyó está íntimamente relacionada a la del concepto de
posiciones. El Superyó tiene un doble origen, con aspectos buenos y malos. La introyección del
primer objeto, el pecho materno, constituye el núcleo del Superyó en ambos sexos. En la relación
con objetos parciales, a la internalización del pecho se suma la internalización del pene y ambos, en
sus aspectos buenos y malos, se constituyen en los primeros objetos internos protectores y
auxiliadores, por un lado, y atacantes y agresivos, por el otro. A esto se van sumando las
internalizaciones de los padres como objetos totales y como figuras combinadas.
La evolución del yo y del Superyó sucede en forma paralela, formándose ambos a través de una
larga serie de introyección, proyección y reintroyecciones, en una compleja relación dialéctica
entre el mundo interno y el mundo externo. A lo largo de todo el proceso, se mantiene una estrecha
relación entre el desarrollo del Yo, el Superyó y el Complejo de Edipo.
Este modo de conceptualizar el origen del Superyó implica que el carácter del mismo corresponde
más a una función que puede ser asumida por diferentes objetos internos, correspondientes a
distintos momentos introyectivos-proyectivos, que a una estructura definitiva.
Ya no es necesario recurrir al concepto de "fase de sadismo máximo" , pues la severidad extrema
del Superyó precoz se explicaría por la relativa debilidad del Yo, el predominio de las fantasías
agresivas y la intensa repercusión de las vivencias de frustración en el moldeo de las ansiedades.
Dicha severidad ocasiona que el niño pequeño experimente intensas ansiedades, de características
psicóticas, y las defensas estén orientadas hacia esas ansiedades. Esto lleva a una clínica centrada
en la angustia provocada por las fantasías destructivas (transferencia negativa).
Klein sostiene que el Superyó tiene distintas características en el varón y en la mujer. Considera
que, en la mujer, la ausencia de un órgano genital externo incrementa las ansiedades relativas al
estado del interior de su cuerpo, además de reforzar la posición masculina. Esto conduce a que el
mundo interno tenga mayor relevancia en la vida emocional de la niña. La naturaleza receptiva de
su órgano genital y la necesidad de contrarrestar las intensas ansiedades provocadas por los objetos
internos persecutorios (materno y paterno) lleva a una mayor intensidad de los procesos
introyectivos, comparativamente con el varón.
Los aspectos sublimatorios activos corresponden a identificaciones con el Superyó masculino
(paterno). La combinación de las identificaciones con el padre bueno, tanto en la posición femenina
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como en la masculina, otorga una cualidad particular al Superyó de la niña, estableciendo una
intensa relación de dependencia y admiración hacia ese objeto interno.
La última fase en el pensamiento kleiniano acerca del Superyó corresponde a 1958, cuando
atribuye la formación del mismo, además de a procesos introyectivos, a un clivaje dentro del yo por
el cual una parte se enfrenta a otra parte.

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