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ORIENTACIÓN Y TRATAMIENTO.
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Según Garrido y López, la capacidad cognitiva y el entrenamiento en habilidades
prosociales, sirve de protección contra la marginación y la conducta delincuente. Las
habilidades cognitivas pueden ayudar a las personas a enfrentarse a presiones
ambientales o personales hacia un comportamiento antisocial y a relacionarse de una
forma más adaptada.
- REESTRUCTURACIÓN COGNITIVA:
- HABILIDADES DE AFRONTAMIENTO:
o Inoculación de estrés.
o Modelado encubierto.
- SOLUCIÓN DE PROBLEMAS:
PREVENCIÓN.
Las normas sociales y las tradiciones culturales suponen una aportación más para forjar
los ideales, valores, aspiraciones y costumbres que definirán un día la esencia de nuestras
actitudes y comportamientos.
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La formación adecuada de la personalidad requiere la satisfacción razonable de ciertas
necesidades esenciales y primarias (alimento, seguridad, cobijo…). Igualmente importante
es la presencia estable de adultos que sirvan de modelos y proporcionen apoyo, ánimo,
comprensión, disciplina y que enseñen a discriminar entre lo correcto e incorrecto.
Ante estas circunstancias adversas, muchos niños muestran gran dificultad para discernir
entre lo correcto y lo incorrecto, no adquieren la capacidad de autocrítica o de
remordimiento, no sienten compasión hacia el sufrimiento ajeno ni llegan a apreciar
totalmente el valor de la vida. Además, puede que no hayan alcanzado aún el concepto de
irreversibilidad de la muerte.
Este entorno nocivo altera la capacidad de controlar los impulsos y trastorna las
relaciones con los demás, la disposición para la intimidad, la habilidad para verbalizar
sentimientos y la aptitud para adoptar el punto de vista de los otros.
Todos los seres humanos nacemos con las simientes de la bondad, la racionalidad, la
tolerancia, la compasión y la generosidad, pero también todos nacemos con las del odio, la
xenofobia, la agresión y la crueldad.
La educabilidad y plasticidad del ser humano hacen posible que las influencias externas
moldeen nuestra constitución y configuren nuestra personalidad.
La experiencia que más predispone al ser humano a recurrir a la fuerza bruta para aliviar
sus frustraciones o resolver situaciones conflictivas es haber sido objeto o testigo de actos
de agresión repetidamente durante la niñez. Innumerables estudios han demostrado que
los niños que crecen entre abusos y humillaciones tienden con frecuencia a volverse
emocionalmente insensibles a los horrores, a asumir que la violencia es la respuesta
autómatica ante las contrariedades.
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