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El procedimiento acusatorio, a diferencia del inquisitivo, es oral.

La
oralidad, sin embargo, no es una exigencia expresa de
los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos que consagran
el derecho a un debido proceso. No es necesario, porque el juicio oral,
que tiene un valor instrumental, es indispensable para realizar en la
práctica otros de los principios del debido proceso, como son
la publicidad, la inmediación y la concentración. El procedimiento
escrito no es un medio idóneo para realizar en los hechos los principios
mencionados. El juicio oral constituye el único test serio para medir la
calidad de la información producida en el juicio, para controlar y valorar
la prueba rendida, y para asegurar la vigencia efectiva del principio de
contradicción, que son los principales objetivos a que apuntan los
principios de publicidad del juicio y de inmediación y concentración.
Otras consecuencias de estos principios son los siguientes:
 Única instancia. No tendría sentido que el tribunal superior
revisara con base en la lectura de antecedentes, la apreciación de
la prueba rendida ante un tribunal colegiado que la ha presenciado
directamente.
 Rige el sistema de libre valoración de la prueba y no el de la
prueba tasada. El procedimiento acusatorio supone la confianza
en la capacidad de apreciación de la prueba y de la formación de la
convicción de parte de jueces que la han presenciado
directamente en audiencias públicas, de acuerdo con los
principios de inmediación y concentración, donde las partes han
tenido iguales oportunidades de producción y control de la
prueba.
 Lo que se persigue no es obtener la verdad histórica o real, sino la
verdad procesal, construida en el juicio oral sobre la base de la
confrontación de las pruebas rendidas por las partes.

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