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El presente ensayo tiene por objeto introducir al lector en nociones básicas del
derecho probatorio, tomando como punto álgido de referencia los principios procesales
de necesidad y pertinencia aplicados al campo de la prueba en el proceso, desde el
momento en que este inicia en la fase preparatoria a través de los distintos modos de
proceder a la investigación, transitando por la fase intermedia y de juicio oral, hasta que
llegar a la sentencia definitiva que coloca fin a la controversia, inclusive más allá, en la
etapa o fase recursiva del recurso de apelación.
Sin embargo pese a que las partes cuentan con dicha libertad, también se le
presentan restricciones, la principal de ellas es lo concerniente a la legalidad, por el
hecho de la licitud de la prueba, consagrada en el ordenamiento jurídico venezolano,
fundamentándose en dos aspectos, el primero, es aquel donde se antepone la licitud antes
que la veracidad, o sea, que la misma no haya sido obtenida por engaño, coacción,
tortura física o psicológica, por ningún hipnótico, fármaco o estupefacientes enervantes
de la voluntad de las personas. Y el segundo, pero no menos importante el cumplimiento
de las formalidades específicas en el código y leyes referentes a la materia.
1
http://www.oas.org/juridico/PDFs/mesicic4_ven_des_cont.pdf
Necesidad y Pertinencia de la Prueba
La prueba dentro del proceso juega un papel fundamental, y es pieza clave de esa
garantía compleja del debido proceso, la función de la prueba en el proceso, es el medio
a través del cual se acredita o demuestra la razón de las proposiciones fácticas que se
hacen en el proceso, es decir, de los hechos que se afirman o se niegan. Sin el derecho
de prueba, no pudiera administrarse justicia y por ende no pudiera hacerse efectivo el
derecho constitucional de acción ni mucho menos la garantía del debido proceso. Ahora
bien, la función jurídica de la prueba, es trasladar al proceso los hechos ocurridos y que
están siendo debatidos para poder aplicar las normas de derecho sustancial y realizar la
justicia. En consecuencia, la prueba tiene una función de interés general, no puede
usarse para ocultar o deformar la realidad, para tratar de inducir al juez a engaño ya que,
si no logramos reconstruir los hechos tal y como ocurrieron, se crea zozobra e
inseguridad jurídica. Es por ello que no puede decidirse en contra de una de las partes,
sólo por lo que afirme la otra, es necesario que esas proposiciones fácticas, es decir, los
hechos alegados por las partes, sean confirmados o ratificados por las pruebas. Tampoco
puede decidirse con base en el conocimiento privado del juez, pues ello privaría a las
partes de la oportunidad para controvertir las pruebas.
Esta fase preparatoria comprende tanto los actos de fijación de los elementos
materiales de la comisión del delito antes de que exista todavía un imputado concreto e
individualizado, como también los actos realizados para corroborar o desvirtuar la
participación o autoría de una persona a los efectos de plasmarlo en acusación.
Antiguamente producto del pasado inquisitivo, el Ministerio Público no solía hacerse
cargo de la instrucción y delegaba esta función a la Policía Judicial, siendo costumbre
que los funcionarios policiales actuando por inercia, llenasen los expedientes de la fase
preparatoria de inútiles acciones policiales que no hacían más que engrosarlos
desconsiderablemente, aportando elementos de convicción y prueba que no contaban
con la idoneidad, necesidad y pertinencia para acreditar fundadamente la participación
de una persona en la comisión de un punible; esto, evidentemente cambio con la
introducción del Código Orgánico Procesal Penal, cuando por fin el Fiscal del Ministerio
Público el que asume el rol de director de la investigación penal.
Una vez admitida la acusación fiscal en conjunto con el acervo probatorio que la
sustenta, y sin que el imputado se haya acogido al procedimiento especial por admisión
de los hechos, el juez de control decretará mediante auto, la apertura al juicio oral y
público, donde solo allí resulta posible hablar de prueba formada en el sentido propio; la
actividad probatoria que se desarrolla de forma esencial en el juicio oral consiste en dos
acciones principales: una, la práctica de la prueba, y otra, la valoración que debe realizar
el tribunal sobre esas pruebas con vista a la sentencia definitiva.
En este orden de ideas, dando inicio a la audiencia para el debate oral, el tribunal
verificará la presencia de las partes, expertos, intérpretes y testigos que deban intervenir,
aquí vuelve a influir de forma importante la necesidad y pertinencia probatoria, toda vez,
que las partes, comenzando por el Fiscal del Ministerio Público y el querellante –de ser
el caso-, expondrán sus acusaciones fijando especialmente los hechos y elementos
probatorios que lo respaldan, es el momento en el cual las partes van a presentarle al
Juez el caso que está a punto de conocer y por ende, deben explanar una argumentación
fáctica precisa, exponiendo los elementos probatorios que serán útiles, necesarios y
pertinentes por cuanto del examen de estos se obtendrá la certeza de los hechos
alegados; el litigante, fiscal o defensor debe presentar una teoría del caso coherente y
persuasiva.
El Doctor Pérez Sarmiento señala lo siguiente: “…Es bueno señalar aquí, que
quien pretenda promover prueba de expertos para el juicio oral, debe proponer a los
expertos por su nombre, apellidos y expresar sobre qué versará su dictamen o
exposición. Pero si algina parte propone como prueba de expertos solo el dictamen que
alguno haya rendido en fase preparatoria, pero sin promover al experto en persona
para el juicio oral, ese dictamen solo tendrá la fuerza de un documento más, pues en
este tipo de sistema, para que se considere como prueba de expertos en toda sus
extensión, es menester que el experto se presente en el juicio para exponerse al
escrutinio de las partes…”3
BIBLIOGRAFIA
Rivera Morales R. (2008): “Actos de Investigación y Pruebas en el
Proceso Penal”. 1era Edición. Barquisimeto-Venezuela. Editorial J.
Rincon G. C.A.