La obligación tiene su origen en factores fundamentales, como la libertad del
individuo, el respeto a la dignidad de la persona por parte del Estado y a la necesidad de la convivencia social, con mejores condiciones de vida logradas a través de las relaciones obligatorias mediante las cuales se intercambian bienes y servicios de acuerdo con la situación particular de cada pueblo y el tiempo en el que se desarrolla el ser humano. Así, desde los tiempos más remotos de Grecia, en Atenas, el deudor que no cumplía con la prestación debida era castigado con la pena de muerte. En Persia, el contravenir un contrato se consideraba un crimen; el deudor que retrasaba el cumplimiento de su obligación era considerado como un ladrón, y por este hecho respondía con su cuerpo, con su vida, o con su libertad, no sólo de él, sino también de su fiador. En la India, el acreedor podía requerir el cumplimiento de la obligación por la vía amistosa, la coacción privada o pública; podía, por ejemplo, pararse frente la puerta de la vivienda del deudor e impedirle la salida hasta dejarlo morir de hambre. En los tiempos de los bárbaros se sabe que los acreedores podían repartirse el cuerpo del deudor incumplido, para satisfacer su crédito. Origen de la obligación en Roma En Roma, el origen de la obligación la encontramos en la responsabilidad penal por la comisión de un delito, y la responsabilidad contractual por el incumplimiento, principalmente, de los que recibían prestamos (mutuatarios) y que eran condenados judicialmente a sufrir penas inhumanas, que seguían al deudor aún después de su muerte, ya que el acreedor no sólo tenía el poder sobre la persona del deudor en vida, quien podía ser encadenado y exhibirlo hasta que muriera si no pagaba él u otro cualquiera que se condoliera de su suerte; incluso, una vez muerto podía ser abandonado a campo abierto para que lo devorarán las fieras o aves de rapiña, y esto solamente se podía evitar si se saldaba la deuda. Con el incremento de las relaciones comerciales entre los paterfamilias, cuando alguno de éstos tuvo necesidad de obtener un préstamo, el prestamista o acreedor pedía una garantía, y ésta generalmente consistía en la entrega de un miembro de la familia que formalmente quedaba como rehén y en poder del acreedor hasta que se saldara el adeudo. A esta figura jurídica se le denominó nexum (la forma más antigua de crear una obligación). Este tipo de negocio se simplificó, pues después bastaba que el mismo deudor quedara en poder del acreedor hasta el momento del pago en garantía del adeudo, y si no cumplía, en virtud de la atadura o nexum, podía exhibirlo encadenado, venderlo, hacerlo su esclavo o matarlo si lo deseaba, tal y como se ha descrito con anterioridad. Estos y otros maltratos y abusos fueron causa de grandes conflictos sociales, entre patricios acreedores y plebeyos deudores, hasta la promulgación de la Lex Poetelia en el año 326 a. C., mediante la cual se abolió para lo futuro que el deudor, o quien se ofreciera tomar su lugar, perdiera su libertad por incumplimiento de la obligación, cuando estaba pendiente de resolución judicial que lo condenara al pago. De tal manera que la obligación fue considerada como una mera relación obligatoria de carácter patrimonial, en la que el objeto era la prestación y la garantía el patrimonio del deudor. La obligación en la Edad Media En la Edad Media el derecho de las obligaciones sufrió un retroceso y adoptó el formalismo; sin embargo, con la influencia del derecho canónico se terminó con las viejas estructuras rigoristas y formalistas del derecho romano y germano, concediendo una acción a los pacta nuda, pactos desnudos sin protección, debido a la espiritualización del derecho basado en el cristianismo, en el que se adoptan paulatinamente los principios de equidad, de consensualidad, del honor, la buena fe y la moral para el cumplimiento de la palabra dada; es decir, para el cumplimiento de las obligaciones contraías. Es, por tanto, el derecho canónico el que da a la obligación un sentido esencialmente moral. Definición clásica de obligación En Roma, el emperador Juatiniano, en las Institutas, definió a la obligación como el vínculo jurídico por el que somos constreñidos por la necesidad de pagar alguna cosa según las leyes de nuestra ciudad. Obligatio est iuris vinculum, quo necesítate adstringimur alicuius rei solvendae secundum nostrae civitatis iura. Esta definición es completada por Paulo, al decir que la sustancia de las obligaciones consiste, no en que se haga nuestra alguna cosa corpórea o una servidumbre, sino en que constriña a otro a darnos, a hacernos o prestarnos algo. Obligationum substantieae no in eo consistit aut aliquod corpus Nostrum, aut servitutem Nostrum faciat, sed ut alium nobis abstringat ad dndum aliquid, vel faciendum vel praestrandum. De las anteriores definiciones, la clásica de Justiniano, y la ampliada por Paulo, se desprende que hay coincidencia en que los elementos que componen la obligación son: a) el elemento subjetivo (acreedor y deudor); b) el vínculo o nexo jurídico que los une, y c) el objeto, que consiste, según Paulo, en el poder que tiene el acreedor para forzar al deudor a dar, hacer o no hacer algo. Además de que establece la distinción entre el derecho real y el derecho de obligación, al decir que no es esencia de la obligación que se nos transfiera una cosa o una servidumbre (derechos reales), sino la constitución del vínculo entre dos sujetos (derecho personal). Estas definiciones tienen actualidad con la interpretación que se e da a los referidos elementos. Características de la obligación en el derecho romano La obligación tenía su base. A) En un acto rigurosamente formalista, ritual, estricto; B) Era esencialmente subjetivista o personal, ya que el vínculo jurídico era tomado tal cual; es decir, se consideraba que el sujeto deudor estaba materialmente atado, ligado a su acreedor, y si faltaba al cumplimiento de lo pactado, tenía que sufrir las consecuencias que atentaban contra su libertad, la dignidad humana y la vida misma. C) El deudor respondía de la deuda no sólo con sus bienes, sino con su integridad física. d) Dado el carácter subjetivo de la obligación, el vínculo jurídico era intransmisible; no se podía transmitir a otra persona, y e) La obligación tenía su origen, principalmente, en el delito, y posteriormente en el incumplimiento del contrato de mutuo o préstamo, aunque tanto el ladrón como el mutuatario (quien recibía el préstamo, el deudor) eran considerados como delincuentes. Concepto moderno de la obligación y sus características
La mayoría de los autores modernos definen a la obligación
tomando como punto de partida la definición clásica de Justiniano, y coinciden en que la obligación es una relación jurídica por la cual una o mas personas están sujetas a dar, hacer o no hacer algo, a favor de otra u otras; a las primeras se les denomina deudoras, y a aquellas, acreedoras.
Como se observa esta definición contiene los mismos
elementos (sujetos, vínculo jurídico y objeto); sin embargo, en la actualidad, en el concepto moderno de obligación, a estos tres elementos se les explica dándoles una interpretación en su alcance y contenido distinto al que se le dio en Roma, • pues: a) se aparta del formalismo rigorista;
• b) desaparece el criterio subjetivista, en el sentido de que ya no es el
sujeto el que queda atado al acreedor por la deuda, sino su patrimonio;
• c) desaparecen las penas sobre la persona su libertad e integridad física;
por ejemplo, deja de imponerse como sanción la prisión por el incumplimiento de las deudas, y
• d) se permite la transmisión de la obligación. Esto se desprende de las