Está en la página 1de 19

1

Universidad Autónoma de Chile – Temuco


Carrera de Derecho
Apuntes clases profesores María Luisa Vergara M. Francisco Ljubetic R. y Jorge Reinoso E.
(Año 2021)

DERECHOS DE OBLIGACIONES

Es necesario recordar que los derechos que componen el patrimonio de los


particulares se dividen en derechos reales y derechos personales o de crédito.

En todo derecho, sea real o personal, hay un sujeto activo perfectamente


determinado, el titular del derecho.

En cambio, respecto del sujeto pasivo la diferencia entre ambos derechos es


fundamental:

en el derecho real, el sujeto pasivo es el resto de la comunidad y su deber es


abstenerse de obstaculizar el ejercicio y disfrute del derecho por parte del
titular.

Por su parte, el derecho personal o de crédito es el resultado de una relación


entre dos personas determinadas: un sujeto activo o acreedor, titular del
derecho, y un sujeto pasivo o deudor que debe cumplir con determinada
conducta a favor del acreedor. Este sujeto pasivo, llamado deudor, es el único
a quien se le puede exigir el deber que constituye el derecho.

Si observamos el derecho personal o de crédito desde el punto de vista del


deudor, se le denomina obligación.

Para el deudor la obligación está en su pasivo, así como

Para el acreedor la misma relación, pero con el nombre de derecho personal o


crédito, está en su activo.

El origen de estos derechos personales u obligaciones lo encontramos en las


acciones in personam, a partir de lo cual los romanos elaboraron la teoría de
las obligaciones en un elevado grado de perfección, adoptado por los derechos
modernos.1.

Etimológicamente, obligación viene del latín ob ligare, que significa atar,


amarrar; el deudor que contrae una obligación queda ligado al acreedor.

1
Las Institutas de Justiniano definen la obligación como un lazo de derecho que nos sujeta a la necesidad de
pagar alguna cosa conforme al derecho de nuestra ciudad.
2

Concepto: La obligación se define como

“Un vínculo jurídico por el cual una persona,


llamada deudor se encuentra constreñida a dar,
hacer o no hacer algo en favor de otra, llamada
acreedor”.

Elementos de la Obligación:

1. Un sujeto activo llamado acreedor, persona en cuyo beneficio se contrajo


la obligación y que, por lo tanto, puede exigir del deudor la prestación
debida.

2. Un sujeto pasivo llamado deudor, que es la persona obligada a hacer algo a


favor del acreedor.

3. Un objeto, que es el acto que el deudor debe ejecutar en provecho del


acreedor; puede consistir en dar, hacer o no hacer algo. Los romanos lo
expresaban genéricamente por el verbo “facere”.

4. Un vínculo de derecho, que es el que permite al acreedor exigir el


cumplimiento de la prestación.

Jurídicamente el vínculo se manifiesta en la acción, que permite al acreedor


demandar ante los tribunales de justicia al deudor que no cumple
voluntariamente con la obligación.

Este vínculo se manifiesta también en la excepción correspondiente, que


permite al acreedor retener lo que el deudor le ha entregado, en caso de que
pida su restitución.2

EVOLUCION HISTORICA Y FUENTES DE LAS OBLIGACIONES.

Las más antiguas obligaciones deben haber sido las nacidas de los delitos.
De la venganza privada, en un principio sin restricción alguna y luego limitada
por la Ley del Talión, se pasó a un sistema de composición voluntaria, en que
la víctima renuncia a vengarse a cambio de una suma de dinero que fija de
común acuerdo con el ofensor. Por último, el derecho fijó a cada delito la suma
de dinero que correspondía como indemnización; es la composición legal.

2
Por excepción, el derecho admite la existencia de ciertos vínculos de equidad, “obligaciones naturales” que
no dan acción para exigir su cumplimiento, pero sí la referida excepción.
3

Seguramente en muchas ocasiones el ofensor no podía pagar el dinero al


contado, por lo que se constituía en deudor obligándose mediante el nexum,
celebrado en una ceremonia similar a la mancipatio: el deudor, en presencia de
cinco testigos y el librepens, ante una balanza, comprometía su persona en
garantía de la deuda. Si no pagaba, el acreedor podía venderlo como esclavo o
darle muerte. Por ello, con el nexum los deudores caían en un estado de
semiesclavitud. Este acuerdo seguramente servía también para crear cualquier
otra obligación de dinero, pero fue prohibido en el año 326 a.C.

En cuanto a las fuentes que originan las obligaciones, en las Institutas de


Gayo ya figuran dos fuentes generales: los contratos y los delitos.

Los contratos, porque constituyen la voluntad libremente manifestada por una


persona que se compromete para con otra; y, los

delitos, porque son actos contrarios a derecho que ocasionan perjuicio a otro.
Ambos deben ser cumplidos.

Pero además el mismo Gayo, en otra de sus obras advierte que ciertas
obligaciones nacen de otras fuentes distintas; así, el “pago de lo no debido”
hace nacer para el que recibió el pago una obligación de restituir, a pesar de
que no ha celebrado ningún contrato ni ha cometido un delito.

A estas otras fuentes, que no son delitos ni contratos las identificó como variae
causarum figurae (otros hechos que son causas).

Justiniano separó a estas figuras según su cercanía a los contratos o los


delitos, denominándolas quasi ex contractus (actos que están junto al contrato)
y quasi ex delicta (actos que están junto al delito).

De allí surge la actual clasificación de las fuentes de las obligaciones en


contratos, cuasicontratos, delitos, cuasidelitos y la ley.

EXTINCION DE LAS OBLIGACIONES.

Normalmente el vínculo jurídico que constituye una obligación subsistirá


entre las partes mientras la prestación no se haya cumplido. Por eso, la forma
normal de extinguirla es el pago o solutio que es precisamente la prestación de
lo que se debe; el deudor pagará dando, haciendo o no haciendo, según sea la
naturaleza de su obligación. Sin embargo, se verá que además hay otros
modos de extinguir una obligación, distintos del pago, como por ejemplo el
pacto de remisión (pacto de non petendo).
4

A.- CLASIFICACION DE LAS OBLIGACIONES.

Las obligaciones admiten variadas clasificaciones atendiendo a diversos


puntos de vista según sus elementos ya señalados: sujetos, objeto y vínculo.
Algunas de las principales fueron:

1.- Obligaciones civiles y obligaciones naturales.

En la época clásica, junto a las obligaciones sancionadas con acción por el


derecho civil o por el derecho pretoriano, se reconocen otras obligaciones
fundadas en la equidad, pero desprovistas de acción. Constituyen también un
vínculo entre acreedor y deudor, pero al que el derecho no ha dado la sanción,
que es la acción personal.

Estas obligaciones, en las que el acreedor no tiene acción para perseguir al


deudor en juicio con el fin de constreñirle al pago, reciben el nombre de
obligaciones naturales. Por oposición a ellas, a las obligaciones normales, en
que el acreedor está provisto de acción para exigir su cumplimiento, se les
llama obligaciones civiles o simplemente obligaciones.

Visto lo anterior, son obligaciones civiles las que dan acción para exigir
su cumplimiento.

Y son obligaciones naturales, aquellas que no dan acción para exigir su


cumplimiento pero que, una vez cumplidas, permiten al acreedor retener lo
que se le ha dado o pagado en razón de ellas.

Algunos casos de obligaciones naturales.

Los principales casos de obligaciones naturales conocidos por los romanos


fueron los siguientes:

1. Las obligaciones provenientes de la generalidad de los contratos


celebrados por los esclavos.

2. Las obligaciones contraídas por alieni iuris sometidos al mismo


paterfamilias, con este o entre sí.

3. Las obligaciones contraídas contraviniendo lo dispuesto en el


senadoconsulto Macedoniano. Este senadoconsulto prohibió el préstamo
de dinero (mutuo) a un hijo de familia, salvo que contara con la
autorización de su pater; si se celebraba en contravención a esta ley,
quien prestó no tenia acción para exigir el pago, aun cuando el filius
familias hubiera salido de la patria potestad. La jurisprudencia romana
admitió que, si este último pagaba al hacerse pater, no podia repetir lo
pagado.

4. Las provenientes de pactos generadores de obligaciones. Actualmente el


concepto de contrato es general: contrato es toda convención generadora
5

de derechos y obligaciones. En cambio, para el derecho romano sólo


eran contratos aquellas convenciones creadoras de derechos y
obligaciones que hubieran sido nominadas por el derecho y provistas de
una acción.

Aquéllas a las cuales el derecho no había dado nombre y acción eran


simplemente pactos y solo generaban obligaciones naturales.

2.- Obligaciones de dar, de hacer y de prestar.

Obligación de dar, es aquella que consiste en transferir el dominio o en


constituir otro derecho real distinto al dominio. Para cumplir una obligación
de dar es necesario recurrir a alguno de los modos de adquirir el dominio
derivativo: mancipatio, in iure cessio, traditio.

Obligación de prestar: aquella que consiste en la entrega de una cosa, sin


que implique transferir el dominio o constituir otro derecho real. Ej. la
obligación del arrendatario de restituir la cosa.

Obligación de hacer: aquella que consiste en un acto del deudor que no


fuera la entrega de una cosa. En las obligaciones de hacer se incluye también
las de no hacer, que consisten en una abstención.

3.- Obligaciones de género y obligaciones de especie o cuerpo cierto. Secc2

Obligaciones de especie o cuerpo cierto son aquellas en que “se debe un


individuo determinado de un género también determinado”.

Ej. entregar el esclavo Stico, el caballo Namur. No sólo se conoce el género y


el número debido (un esclavo, un caballo) sino también el individuo dentro del
género.

Obligaciones de género: en ellas “se debe uno o más individuos


indeterminados de un género determinado”.

Ejs. “debo entregar un caballo”, “debo dos esclavos”. En estas obligaciones el


género puede estar más o menos determinado, pero siempre serán de género;
v.gr. “se debe un caballo negro, de carrera, de no más de tres años, de edad”

Importancia de distinguir entre ambas clases de obligación:

El principal efecto de esta distinción se relaciona con los “riesgos de la


cosa debida”: si la cosa debida se pierde o se deteriora y ello ocurre por
caso fortuito, es necesario analizar quien soportará esta pérdida, quien verá
disminuido su patrimonio.
6

a) Si se debe una especie o cuerpo cierto y perece por caso fortuito, la


obligación se extingue por falta de objeto; el deudor queda liberado y
nada adeuda; por tanto, los riesgos los soporta al acreedor.

b) En cambio, si se trata de una obligación de género y perecen por caso


fortuito los individuos con que el deudor pretendía cumplir su
obligación, no podrá alegarlo como excusa. Deberá entregar otros ya
que siempre podrá conseguir algunos con que puede cumplir la
obligación: “el género no perece”.

La misma regla se deberá aplicar en caso de deterioro fortuito de la cosa; si


es un cuerpo cierto, el deudor cumplirá entregando la cosa en el estado que se
encuentra.

4.- Obligaciones alternativas y obligaciones facultativas.

En estos dos grupos, hay pluralidad de objetos, pero el deudor solo debe
pagar con uno.

1º Obligaciones alternativas.

Son aquellas en que hay varias cosas en obligación y una en solución o


pago.

Ej. “Debo a Juan el esclavo Stico o el caballo Namur”.

Es una obligación relativamente indeterminada porque al contraerse no se sabe


con cual de los objetos se pagará. El deudor paga cumpliendo con solo una de
las prestaciones debidas y con ello se extingue la obligación. Importante es
considerar que no puede pagar parte de una y parte de otra, sino que paga con
una o con otra de las cosas debidas. En general la elección es del deudor.

Si las cosas debidas son especies o cuerpos ciertos, mientras exista una de
ellas, la obligación subsiste.

2º Obligaciones facultativas.

Son aquellas en que hay una cosa en obligación, pero se faculta al deudor
para pagar con otra: un objeto está in obligatione y la otra in facultate
solutionis.

En la obligación facultativa solo hay una cosa debida, la que está in


obligatione, es la única que el acreedor puede exigir; pero si el deudor
prefiere, paga con la otra.

Como hay solo una cosa en la obligación, si esta perece por caso fortuito el
deudor queda liberado de la obligación. En estas obligaciones la elección
siempre es del deudor.
7

Son obligaciones facultativas todas aquellas que las partes han creado
como tales.

Hay también algunos casos de obligaciones facultativas reconocidas como tal


por el derecho, por ejemplo:

a) La obligación del amo nacida de los delitos cometidos por el esclavo. Lo


debido era la suma de dinero, pero estaba facultado para pagar haciendo
abandono noxal.

b) La misma obligación del pater respecto de los delitos cometidos por los
hijos de familia.

c) La obligación del tercero que adquiere una cosa hipotecada.

Si el deudor principal no cumple con la obligación garantizada, el


acreedor podrá perseguir la cosa hipotecada no importando que esta
haya cambiado de dueño; y el tercero que la adquirió está obligado a
entregar la cosa hipotecada al acreedor para que proceda a su venta.

Sin embargo, el derecho le faculta para evitar la entrega de la cosa,


pagando la deuda que la hipoteca garantiza.

Entonces, la entrega de la cosa hipotecada es el objeto in obligatione; y

el pago de la deuda que ella garantiza, la cosa in facultate solutionis.

B.- FUENTES DE LAS OBLIGACIONES

B-2.- LAS OBLIGACIONES CONTRACTUALES

1.- GENERALIDADES

En todo contrato hay una convención o acuerdo de voluntades, llamado


también “pacto” por los romanos. Y cuando ese acuerdo tiene por objeto crear
obligaciones3, recibe el nombre de contrato.

En derecho natural no hay duda de que, si el acuerdo de voluntades ha


recaído sobre un objeto lícito, al actuar libremente las partes deben quedar
obligadas.

3
Hay que recordar que, desde el punto de vista del acreedor, las obligaciones se llaman “derechos personales o
de crédito”.
8

Es el principio general aceptado en las legislaciones modernas y que


contempla nuestro Código Civil cuando señala en su artículo 1545 que “todo
contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes…” En
consecuencia, hoy día, para nosotros es contrato toda convención destinada a
crear obligaciones.

Pero en el primitivo derecho romano no era suficiente el acuerdo de partes


para crear una obligación civil.

En efecto, el derecho civil no reconocía este efecto sino a las convenciones


acompañadas de ciertas formalidades, cuya ventaja era dar más fuerza y
certidumbre al consentimiento de las partes y disminuir los pleitos al encerrar a
la manifestación de voluntad en límites muy precisos.

Las formalidades consistían a veces en palabras solemnes que las partes debían
emplear para expresar su acuerdo y, en otras, en menciones escritas en que
quedaba constancia de su voluntad.

En un tercer grupo, la certidumbre y fuerza de la obligación que habían


convenido nacía de la entrega de una cosa hecha por una de las partes a la otra.

El cumplimiento de alguna de estas formalidades venía a ser la causa por la


que el derecho sancionaba con acción a favor del acreedor, a las obligaciones
derivadas de la convención. Además, con el tiempo otras convenciones de uso
frecuente y de gran importancia práctica que se perfeccionaban por el solo
consentimiento de las partes fueron aceptadas, primero por el derecho de
gentes, y después también por el derecho civil.

Cada una de las convenciones así sancionadas por el derecho civil


constituía un contrato y era designada por un nombre especial, agrupándose
desde fines de la República en cuatro clases según las formalidades que
debían acompañar a la convención:

a) Los contratos verbis, perfeccionados por el pronunciamiento de


palabras solemnes. El más importante era la stipulatio
(estipulación).

b) Los contratos litteris, perfeccionados por la escritura en ciertos


documentos.

c) Los contratos reales, perfeccionados por la entrega de la cosa.


Reconocían como tales el mutuo o préstamo de consumo, el
comodato o préstamo de uso, el depósito y la prenda.

d) Los contratos consensuales, perfeccionados por el solo acuerdo


de las partes. De este tipo eran la compraventa, el arrendamiento,
la sociedad y el mandato.
9

Toda convención que no figuraba en esta enumeración era un simple


pacto que, en principio, no producía obligación civil.

Sin embargo, aparte de los contratos mencionados, el derecho romano


paulatinamente fue reconociendo fuerza obligatoria a otras convenciones: unas
fueron sancionadas por el derecho civil bajo la influencia de los jurisconsultos;
otras, por el derecho pretoriano; y las últimas, por las constituciones
imperiales. Corresponden a lo que los comentadores llamaron “pactos
vestidos”.

En conclusión, en el derecho romano eran contratos las convenciones


destinadas a crear obligaciones, que fueron sancionadas y denominadas
por el derecho civil.

4. LOS CONTRATOS REALES.

Propiamente hablando, los contratos verbis y los litteris no eran sino


formas de contratar, maneras de dar fuerza obligatoria a convenciones de
distinta naturaleza. En cambio, los contratos re o reales y los contratos
consensuales poseen un carácter diferente: cada uno de ellos constituye una
operación especial, un negocio determinado.

Son contratos reales el mutuo, el comodato, el depósito y la prenda.

1) El mutuo.

El mutuo o préstamo de consumo es un contrato real, en virtud del cual


una persona llamada mutuante entrega a otra, llamada mutuario, una cantidad
de cosas fungibles, obligándose este último a restituir otras tantas del mismo
género y calidad.

Requisitos. Para que hubiera mutuo era necesario:

 un traslado de propiedad en provecho del mutuario, aunque a título de


préstamo.
 Se perfeccionaba por la datio, entrega traslativa de propiedad (por lo
tanto, una tradición real).
 Era entonces fundamental que el mutuante fuera dueño de la cosa.

Efectos del contrato.

El mutuo es contrato unilateral, que engendra obligaciones solamente para el


mutuario: la obligación de restituir otras tantas de las cosas prestadas, del
mismo género y calidad; además de los intereses, si es que se hubiera pactado.
Era una obligación de género.
10

2) El comodato.

El comodato o préstamo de uso es un contrato real, en virtud del cual


una persona llamada comodante, entrega gratuitamente una cosa a otra,
llamada comodatario, para que la use y con cargo de restituirla al comodante.

Requisitos.

La entrega de la cosa es indispensable para que haya comodato, pero es


solamente una simple entrega, que no configura tradición. El comodante
mantiene su dominio y posesión sobre la cosa, solo cede al comodatario la
mera tenencia.

El comodato podía recaer sobre cosa mueble o inmueble. Pero siempre


debía ser un cuerpo cierto, una cosa considerada en su individualidad, de tal
manera que las cosas consumibles no pueden darse en comodato.

Se reconocía una excepción en el comodato de pompa y ostentación, como


cuando el comodatario pide dinero para hacerlo figurar en su caja, pero sin
ánimo de consumirlo.

El contrato es esencialmente gratuito. Si el comodante cobraba por el uso,


no era comodato.

Efectos del contrato.

a) Obligaciones del comodatario: Como mero tenedor de la cosa, debía


cuidarla, darle el uso convenido y restituirla al término del contrato.
Respondía de los deterioros o pérdida proveniente de su dolo o cualquier
grado de culpa. Si la cosa perece por caso fortuito, queda liberado

b) Obligaciones eventuales del comodante: El comodante no queda


obligado inmediata y necesariamente para con el comodatario. Pero
puede nacer una obligación en dos casos:

1) Indemnizar al comodatario por los perjuicios que haya sufrido por los
vicios de la cosa, siempre que de su parte haya habido dolo o una
negligencia grave.

2 Reembolsar al comodatario los gastos extraordinarios de conservación


de la cosa; los ordinarios no, que son de cargo del comodatario porque se
compensan con el uso.

Además de las acciones a favor de cada uno (actio comodati directa y


actio comodati contraria) y la posibilidad de oponer la compensación
ante obligaciones recíprocas, el comodatario podía hacer valer el derecho
de retención, para no restituir la cosa hasta que el comodante no le
hubiera indemnizado.
11

3) El depósito.

El depósito es un contrato real, nominado, sinalagmático imperfecto y de


buena fe, por el cual una persona llamada depositante, entrega una cosa
mueble a otra, llamada depositario, quien se obliga a conservarla gratuitamente
sin usarla y a devolverla al primer requerimiento.

Requisitos.

a) El contrato se forma igual que el comodato, con una simple entrega, que
convierte al depositario en mero tenedor.

b) Pero solo recae sobre muebles que pueden ser incluso consumibles, ya
que no serán usados por quien los recibe.

c) Recaía asimismo sobre cuerpos ciertos, ya que debe restituirse la misma


cosa, y era esencialmente gratuito.

Efectos del contrato.

a) Obligaciones del depositario: Como mero tenedor de la cosa, debía


cuidarla, no usarla y restituirla al primer requerimiento del depositante,
aunque se hubiera fijado plazo para su entrega.

Respondía de los deterioros o pérdida proveniente de su dolo o culpa


grave (solo la grave porque el contrato no ha sido celebrado en su
beneficio). De los demás riesgos queda liberado.

El depósito era calificado como depósito necesario o miserable, cuando


había sido forzado por una catástrofe, como un incendio o naufragio. La
condena para el depositario incumplidor era más rigurosa.

b) Obligaciones eventuales del depositante: El depositante no queda


obligado inmediata y necesariamente para con el depositario. Pero
puede nacer una obligación en dos casos:

a) Indemnizar al depositario por los perjuicios que haya sufrido por los
vicios de la cosa, siempre que de su parte haya habido dolo o cualquiera
negligencia, ya que el interés del contrato es suyo. Y

b) Reembolsar al depositario todos gastos en que haya incurrido para la


conservación de la cosa.

Además de las acciones que tiene cada uno (actio depositi directa y actio
comodati contraria) y la posibilidad de hacer valer la compensación, el
12

depositario podía hacer valer el derecho de retención, para no restituir la cosa


hasta que el depositante no le hubiera indemnizado.

Depósitos especiales:

1. El depósito irregular: que era el depósito de dinero, en que el


depositario puede gastarlo y restituir la misma cantidad.

2.- El secuestro: depósito en manos de un tercero, el secuestre, de una cosa


sobre la que hay discusión entre dos o más personas, para que la conserve y la
entregue a quien gane el pleito.

6. LOS CONTRATOS CONSENSUALES

Contratos consensuales son aquellos que se forman por el mero acuerdo de


las partes, solo consensu.

En ellos la simple convención es bastante para que haya contrato, sin ninguna
solemnidad de palabra ni de escritura; tampoco se requiere la entrega de la
cosa objeto del contrato. El consentimiento puede, pues, manifestarse de
cualquier modo con tal que sea cierto.

Fueron contratos consensuales nominados en Roma: la compraventa, el


arrendamiento, la sociedad y el mandato. Los tres primeros son
sinalagmáticos perfectos; y el mandato, sinalagmático imperfecto. Todos ellos
estaban sancionados por acciones de buena fe.

1) La compraventa.

Es un contrato consensual por el cual una persona llamada vendedor se


obliga a entregar una cosa a otra llamada comprador, garantizándole la
posesión pacifica y tranquila de la cosa, y éste se compromete a pagarla en
dinero. El dinero que el comprador se obliga a pagar se llama precio.

En una primera época la compraventa era al contado y el precio podía


consistir en dinero o especies; se confundía con la permuta. Después se
autorizó la venta a crédito y la compraventa se realizaba a través de una doble
estipulación.

A fines de la República se llegó a la compraventa consensual, en que el


vendedor no entrega, sino que se obliga a entregar la cosa, y el comprador se
obliga a dar la suma de dinero que constituye el precio.

1.- Formación del consentimiento y elementos esenciales de la


compraventa:

Como todo contrato consensual se forma por el solo consentimiento de las


partes. En consecuencia, logrado el acuerdo ninguna de las partes podrá
13

arrepentirse unilateralmente del contrato y nacen todas las obligaciones que de


él derivan.

Pero podrían arrepentirse si acordaron que no valdrá mientras no se ponga


por escrito. Vale este acuerdo y la venta no no se considera perfecta sino
después de la suscripción del escrito.

Asimismo, podrán arrepentirse si dieron “arras”, (suma de dinero u


objetos valiosos que se entregaban como garantía del contrato). Si la
compraventa se celebraba con arras, cualquiera de las partes podía desistir del
contrato: el que dio arras, perdiéndolas; y el que las recibió, devolviendo el
duplo.

El acuerdo de las partes debe recaer sobre la cosa vendida y el precio.

a) La cosa vendida:

Podía ser cualquier cosa susceptible de entrar al patrimonio de los


particulares, tanto corporal (mueble o inmueble) como incorporal. Así, se
admite la venta de un usufructo, de una servidumbre, de una herencia (aunque
no de una herencia futura) etc.

La venta de cosa ajena es válida. En efecto, si se vende algo ajeno, la


compraventa vale, pero ello sin perjuicio de los derechos del dueño, que puede
reivindicarla. El comprador, por su parte, si está de buena fe podrá adquirirla
por usucapión.

No es necesario que la cosa exista a la celebración del contrato, basta con


que se espere que exista. Cuando aún no existe, pero se espera que llegue a
existir, se analizan dos situaciones posibles: la primera, que se compre la cosa
misma, por ejemplo, la cosecha de trigo: el acto se entiende celebrado sujeto a
la condición suspensiva de que efectivamente se coseche algo; si no hay
cosecha, la compraventa no produce efectos por falta de objeto (luego, el
comprador no deberá pagar el precio). La otra posibilidad es que se esté
comprando la suerte (“compro la cosecha, sea mucho, poco o nada”): se
considera que hay objeto, aunque no haya cosecha; el objeto vendido es la
suerte y el precio deberá siempre pagarse.

b) El precio:

Debe ser en dinero, cierto, serio y, en ciertos casos, justo.

Debe ser en dinero, ya que, si se pacta en especies, el contrato se


transforma en permuta.

El precio debe ser cierto, esto es, que esté determinado o sea
determinable. Se admite cierto grado de indeterminación, pero siempre que sea
determinable; por ejemplo, te compro el esclavo Sticus en todo el dinero que
esté en esta caja; o en el precio que fije un tercero.
14

Que sea serio, esto es, que no sea un precio simulado. Si no es serio, sería
una donación.

En cuanto al justo precio. En el derecho clásico se consideró que las


partes eran siempre libres de fijar un precio; por ello podían pactarlo a su
exclusiva voluntad. Sin embargo, bajo el reinado de Diocleciano y Maximiano
se estableció que en la venta de un inmueble el precio no podía ser inferior a la
mitad de su valor real al momento del contrato. (si vale 1.000 el precio no
podía ser inferior a 500)

En caso contrario el precio no sería justo y el vendedor podía solicitar la


rescisión por haber “lesión enorme” o “lesión de ultramitad”. El comprador,
por su parte, podía evitar la rescisión pagando lo que faltaba al justo precio.

El vicio de lesión enorme se mantiene en el derecho moderno y con


mayor amplitud: ahora, tanto a favor del vendedor como del comprador, pero
siempre solo en la compraventa de bienes inmuebles.

2.- Efectos de la compraventa.

Es un contrato sinalagmático (bilateral) perfecto: de él nacen obligaciones


para ambas partes.

a) Obligaciones del vendedor:

1. Entregar la cosa vendida al comprador, lo que implica


proporcionarle el goce completo y duradero de la cosa. Por tanto, no
es una simple entrega sino una tradición. En el derecho clásico, si la
cosa es mancipi debe haberse entregado por mancipatio; si es un
derecho real, seguramente a través de una in iure cessio; y para las
cosas nec mancipi mediante una traditio. Más tarde, desaparecida la
distinción, la entrega debe haberse realizado por una traditio o por
una cuasi-traditio, en el caso de las cosas incorporales (hoy día
hablamos siempre de tradición, sea sobre cosa corporal o
incorporal).

En la entrega el vendedor debe traspasar al comprador todos sus


derechos sobre la cosa. Por tanto, si el vendedor es dueño, hará
propietario al comprador; si no lo fuera, el comprador será un
poseedor y podrá llegar a convertirse en dueño por usucapión.

Hasta el momento de la entrega el vendedor debe conservar y cuidar


la cosa.

Acción del comprador: para hacer efectiva la obligación anterior, la


actio empti.
15

2. Responder de la evicción. Evicción es la privación que sufre el


comprador respecto de la cosa comprada, por sentencia judicial
derivada de un vicio anterior a la venta. Se produce en dos
situaciones:

a) cuando el comprador es privado de la cosa por una acción


reivindicatoria interpuesta por un tercero; se habla entonces de
evicción total; o,

b) cuando un tercero obtiene por sentencia judicial que se le


reconozca sobre la cosa un derecho real distinto al dominio, como
una servidumbre; es evicción parcial.

En ambos casos el vendedor debe responder por la evicción,


indemnizando al comprador por los perjuicios que le haya
ocasionado la perturbación a su posesión. Secc2

Acción del comprador: esta responsabilidad por la evicción sufrió una


evolución en el derecho romano.

Antiguamente, se acostumbraba a estipular que si había evicción, el vendedor


estaría obligado a pagar el doble del precio, si era cosa mancipi, y el valor
simple si era nec mancipi. Y en este caso, el comprador hacía efectiva la
responsabilidad por la actio stipulati.

Más tarde, cuando se aceptó la compraventa como contrato consensual, la


responsabilidad por evicción fue considerada como un elemento de la
naturaleza del contrato por lo que, sin ser una obligación esencial, se entiende
incorporada al contrato sin necesidad de una cláusula especial. Para exigir su
cumplimiento, el comprador hacía efectiva la actio empti.

Requisitos para que opere la responsabilidad por evicción:

El vendedor solo responde de la evicción cuando copulativamente se


cumplen los hechos siguientes:

a) Que el comprador haya sufrido un perjuicio en su posesión, ya sea por


privación de la cosa, o porque se reconoció sobre ella un derecho real
distinto al dominio.
b) Que la privación sea por sentencia judicial.
c) Que el derecho invocado por el tercero sea anterior a la venta.: vendió
una cosa ajena o una cosa gravada con un derecho real.
d) Que el comprador no haya perdido el pleito por su culpa, como cuando
no alegó la usucapión, o si ha omitido llamar al vendedor al juicio para
que lo defienda (citación de evicción).

3. Responder de los vicios redhibitorios.


16

Son vicios redhibitorios los vicios graves y ocultos de la cosa vendida.

Para hacer efectiva la responsabilidad del vendedor por estos vicios se recurría
a una estipulación, que frecuentemente se incorporaba a la estipulación del
doble del precio en caso de vicios redhibitarios.

Pero además, los ediles curules (encargados de la administración de justicia en


relación con la venta de esclavos y animales) establecieron medios de proteger
al comprador, aún a falta de estipulación: considerando que el vendedor debe
conocer los defectos de la cosa, ya sea que estuviera de buena o mala fe, si no
ha declarado los vicios al comprador o ha afirmado que la cosa tiene
cualidades de que está desprovista, los ediles proporcionaban contra él dos
acciones, cualquiera de las cuales podía ser ejercida por el comprador:

a) La acción redhibitoria para dejar sin efecto el contrato. El plazo para


ejercerla era de seis meses contados desde que se celebró el contrato.

b) La acción quanti minoris, para obtener una disminución del precio.


Plazo para ejercerla: un año.

Naturaleza de las obligaciones del vendedor.

La obligación de entregar la cosa es esencial: no se puede pactar que no


habrá entrega.

Por el contrario, las obligaciones de responder por la evicción y por los


vicios redhibitorios no son esenciales sino de la naturaleza de la compraventa.
En consecuencia, las partes pueden convenir que el vendedor no responderá
por la evicción y/o los vicios redhibitorios, sin que la compraventa pierda su
calidad de tal; pero si nada se conviene, el vendedor debe responder por
fdisposición de la ley.

c) Obligaciones del comprador:

1. Pagar el precio. No basta con entregar el dinero; debe ser un datio,


que transfiera al vendedor el dominio de las monedas.

2. Reembolsar al vendedor los gastos de conservación de la cosa, desde


el momento del contrato hasta la entrega.

Acción del vendedor: para obtener el cumplimiento de estas


obligaciones, el vendedor contaba con la actio venditi.

Además, si no se le pagaba el precio, el vendedor podía ejercer el


derecho de retención de la cosa, no entregándola. Si ya la había entregado y no
había recibido el precio, el derecho romano consideraba que el vendedor
17

seguía siendo dueño de la cosa, por tanto, podía ejercer la acción


reivindicatoria.4

C.- EXTINCION DE LAS OBLIGACIONES.

La obligación crea una situación excepcional entre el acreedor y deudor,


que está naturalmente destinada a desaparecer cuando el deudor ejecute la
prestación debida. Cumplida la obligación, el vínculo entre ambos se rompe,
hay solutio y la obligación se extingue. Por lo que el pago o solutio, esto es, la
prestación de lo que se debe, constituye el fin natural y regular de una
obligación.

El pago no es el único modo de extinguir obligaciones. Así, hay otras


formas aceptadas por el derecho en que, aun no habiéndose satisfecho la
prestación, la obligación se entenderá extinguida.

1.- El pago o “solutio”.

Pago o solutio no abarca solo el concepto corriente de entregar dinero,


sino que es la prestación de lo que se debe. En el derecho antiguo había dos
formas de pagar:

a) El pago per aes et libram, forma solemne de extinguir obligaciones con


la presencia del acreedor, el deudor, el librepens y cinco testigos.

Ante ellos el deudor decía: “Puesto que te debo mil sestercios, me libero
por este cobre y esta balanza. Te pago esta primera y última libra de
cobre, según la ley pública”. En seguida golpeaba la balanza con un
trozo de cobre y pagaba al acreedor.

b) Por acceptillatio: ante cinco testigos, el deudor preguntaba al acreedor:


“¿Tienes por recibido lo que te prometí”? Si el acreedor respondía “Sí,
lo tengo por recibido”, se extinguía la obligación.

Posteriormente el pago pasó a ser simplemente la prestación de lo que se


debe, sujeto principalmente, para su validez, a las reglas siguientes que
contestan a tres preguntas fundamentales:

1.- ¿Quién debe pagar?

Para que el pago valga, no es necesario que sea hecho por el deudor; será
igualmente válido si proviene de un tercero.

4
Actualmente no. Pero, si no ha renunciado a su derecho, podrá demandar la resolución del contrato por
incumplimiento del comprador, en cuyo caso el contrato quedará sin efecto. En caso contrario, sólo podría
demandar para obtener forzadamente el pago del precio, pero no puede reclamar la cosa.
18

Pero hay obligaciones, denominadas “intuito personae” o sea contraídas en


consideración a la otra parte, en que al acreedor no es indiferente qquien
realice el pago. Entonces podrá rechazar el pago ofrecido por un tercero; por
ej, la obligación de realizar una obra de arte.

Si se trata de una obligación de dar, el que paga deberá ser dueño de la cosa
con que paga, y capaz de enajenarla.

Si no se cumplen estos requisitos el acreedor queda expuesto a la


reivindicación (acción de dominio) hasta que con el trascurso del tiempo
adquiera la cosa por usucapión. Por lo tanto, el pago no extingue la obligación;
pero si el acreedor llega a adquirir la cosa por usucapión, el pago se convalida.

2.- ¿Qué debe pagarse??

Regla general: debe pagarse lo que se debe y todo lo que se debe.

Pero esta regla reconoce dos excepciones:

a) La dación en pago: en que el deudor, con el consentimiento del acreedor,


paga con una cosa distinta.

b) El beneficio de competencia: del que gozan ciertos deudores para no ser


obligados a pagar más de lo que buenamente puedan, dejándoseles lo
necesario para su modesta subsistencia.

En la parte no pagada la obligación subsiste y, si mejora su situación


económica, el deudor puede ser demandado por el saldo. Eran
favorecidos con este beneficio, entre otros, el padre y la madre como
deudores de sus hijos; el patrono, sus hijos y sus padres como deudores de
sus libertos; los cónyuges entre sí; los soldados.

3.- ¿A quién debe pagarse?

Para que la obligación se extinga, el pago debe ser hecho al acreedor.


Además, se aceptó como válido el pago hecho al representante legal del
acreedor (su tutor o curador) o a un representante voluntario suyo (designado
por el propio acreedor).

Excepción: el pago por consignación:

| Si el acreedor se constituye en mora (retardo) de recibir el pago, el


deudor tiene derecho a efectuar el “pago por consignación” de la cosa debida;
ello porque liberarse de la obligación es un derecho que asiste a todo deudor.
19

El pago por consignación consistía en el depósito de la cosa debida en el lugar


que determinara el magistrado, generalmente un templo; produce como efecto
la extinción de la deuda.

También podría gustarte