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Xilografía Litografía
Fotografía Fotograbado
Telefotografía
1
La elección de la fotografía como punto de partida para una reflexión
sobre los medios de comunicación de naturaleza icónica no es en modo alguno
caprichosa. Es cierto que. la xilografía y la litografía habían precedido al invento
de Niepce y Daguerre en el proceso de multiplicadores de imágenes, pero su
tecnología se aplicaba únicamente a reproducir imágenes planas a partir de
otras imágenes creadas manual y artesanalmente por, el hombre, mientras que
el proceso tecnológico de la fotografía comienza con el cuasi-automatismo de
la obtención de la primera imagen, la imagen-matriz (negativo) a partir de una
realidad exterior a la cámara y ajena al proceso artesanal, limitándose el
fotógrafo a regular las condiciones físicas y estéticas en las que opera aquel
cuasi-automatismo (elección del encuadre, tiempo de exposición, diafragma,
etc.).
Es decir, entre otras diferencias, la fotografía aparece como un proceso
técnico más extenso, por incluir en su esencialidad técnica la obtención
fotoquímica de la primera imagen del proceso reproductor, cosa que no ocurre
ni en la xilografía, ni en la litografía, ni en otros procedimientos reproductores
análogos.
El Proceso Fotográfico
La Fotografía Primitiva
1
André Bazin ha asociado erróneamente la etimología de objetivo a «objetividad» en su artículo
"Ontologie de l'imagc photographique» (1945). Cf. André Bazin, Qu'est-ce que le cinéma? (París: Editions
du Cerf, 1958), 1, p. 15.
2
diseños de la era industrial (los primeros automóviles inspirados en los coches
de caballos) y con el cine primitivo que vivió sus primeros años hipotecado por
la tradición estética del teatro. Tal fenómeno de subordinación a los módulos
procedentes de un reconocido «arte mayor» se debió a dos razones muy
simples: a la falta de tradición del arte fotográfico, suplida con la tradición del
arte plástico que aparecía como más próximo, y especialmente a los
condicionamientos fisicoquímicos derivados de su tosquedad técnica originaria.
El retrato y el paisaje fueron los géneros más cultivados en los albores
del daguerrotipo y el propio Niepce obtuvo uno de sus primeros éxitos con un
bodegón hoy famoso: Table servie (1829). El cultivo del paisaje, de
monumentos y de edificios obedeció a una evidente razón de facilidad técnica,
pues el estatismo de los temas admitía tiempos de exposición prolongados, y el
del retrato se debió a una demanda preexistente al invento de la fotografía y
alimentada por la tradición pictórica. La clase media quería retratos y que tales
retratos fuesen baratos (es decir, sin los altos honorarios del pintor), necesidad
evidenciada ya antes del invento del daguerrotipo por la inmensa demanda y
difusión de silhouettes y de physionotraces (grabados de un perfil trazado con
pantógrafo) que se observó en Europa a partir del siglo XVIII. De tal difusión da
idea la exposición de París de 1797 en la que se exhibieron seiscientos retratos
realizados por el procedimiento physionotrace. Y su consecuencia fue,
naturalmente, la de iniciar un proceso de declive profesional de los pintores
retratistas.2
Limitaciones Técnicas
2
Sobre los orígenes y difusión del physionotrace consúltese el capítulo «Précurseurs de la
photographie» en Gisele Freund, La photographic en France au dix-neuvieme siecle: Essai de sociologie
et d' esthétique, La Maison des Amis des Livres (París: A. Monnier, 1936), pp. 9-23. Este libro es
fundamental para la comprensión sociológica de la evolución del arte del retrato fotográfico.
3
Sobre la discusión acerca de la fecha de este documento consúltese la meticulosa obra de Helmut
Gernsheim (que fue quien descubrió este trabajo de Niepce en 1952), The history of photography from the
camera obscura to the beginning of the Modern Era, 1685-1914 (Nueva York: McGraw-HilI, 1969), pp. 58-
60, así como el capítulo «The invention of photography» de su monografía J. L. M. Daguerre: The history
of the diorama and the daguerreotype, 2ª edición revisada (Nueva York: Dover Publications, 1968), pp. 48-
97.
3
de un daguerrotipo se extendía entre 30 y 45 minutos.4 Añádase a ello que el
peso de los primeros aparatos construidos por Daguerre y puestos a la venta
por Giroux era, con todos sus accesorios, de unos cincuenta kilos y, por último,
el hecho determinante de que el daguerrotipo se obtenía sobre una placa de
metal sólido y que no podía utilizarse como negativo para impresionar copias,
no admitiendo por lo tanto una producción seriada.5
A la vista de tales características físicas y químicas se comprende
fácilmente que la fotografía desarrollase sus primeros pasos como actividad
artesana más próxima a la del pintor que a lo que hoy denominamos «industria
cultural». Tal orientación es incluso perceptible en los titubeantes sustantivos
que se eligieron para designarla pues, además del vanidoso «daguerrotipo», a
falta de mejor nomenclatura Niepce había llamado a sus placas points de vue,
para distinguirlas de las copies de gravure,6 y los tratadistas de la época se
referían confusamente a los daguerrotipos llamándolos «grabados» o incluso
«dibujos». El inglés William Henry Fox Talbot llegó a acuñar una curiosa
fórmula poética para designar a sus trabajos: The pencil of Nature (el lápiz de
la naturaleza).7
Pintura y Fotografía
4
Comptes Rendus des Séances de l' Académie des Sciences (2.' Semestre de 1839).
5
El descubrimiento del proceso negativo-positivo, imprescindible para el desarrallo de la fotografía como
industria, fue obra primero de Talbot (1835) y luego de Frederkk Scott Archer, inventor del proceso de
colodión húmedo (1851), que sustituyó definitivamente al daguerrotipo. El proceso reproductor alcanzó su
plenitud cuando las técnicas de fotoimpresión fueron una realidad en la industria editorial y periodística.
6
En 1930 Jean Vigo acuñó la expresión point de vue documenté para designar al género cinematográfico
documental, tal como lo concibió en su reaJización de A propos de Nice (1929) y probablemente sin
conocer la nomenclatura de Niepce, en su conferencia Vers un cinéma social en el teatro Vieux
CoJombier de París (14 Junio 1930).
7
Este fue el título de su antología fotográfica editada en seis fascículos entre junio de 1844 y abril de
1846. Los trabajos fotográficos de Talbot fueron afrontados para superar los pobres resultados obtenidos
por él como dibujante durante un viaje a Italia en octubre de 1833. Su libro ha sido reeditado por Da Capo
Press (Nueva York 1969).
8
Sobre las relaciones históricas y estéticas entre la ortografía y pintura consúltese Aaron Scharf, Art and
photography (Londres: AlIen Lane, 1968).
4
de aquel nuevo medio de representación. Su resultado como queda dicho fue
el sometimiento del nuevo medio a los cánones y modelos del reconocido «arte
mayor» que históricamente le precedía y le garantizaba su nobleza: la pintura.
Resultó ya sintomático que el primer rectángulo fotográfico impresionado
por Niepce fuese precisamente un rectángulo y con una proporción entre los
lados de 1: 1.23 es decir según uno de los formatos tradicionales y estables de
la pintura narrativa occidental y la elección de sus temas estuvo determinada
por la prolongada inmovilidad de sus modelos: paisaje bodegón etc. Pero es en
el campo del retrato en donde mejor se apreció la servidumbre del daguerrotipo
hacia las normas establecidas por el arte del retrato al óleo debido
especialmente a que las poses adoptadas por los modelos debían adecuarse a
la prolongada inmovilidad requerida por los tiempos de exposición igual que
ocurría en la pintura traduciéndose tal imperativo en poses rígidas y engoladas
(rasgos que la imaginación del pintor podía atenuar. pero no el fotógrafo) y en
la ausencia total de sonrisas o de expresiones naturales, que sólo la
instantánea haría posibles.
En 1839, año en que nace oficialmente el daguerrotipo, los tiempos de
exposición requeridos para impresionar una placa con sol brillante eran de
quince a veinte minutos. Pero en 1840 se realizaron progresos técnicos
importantes que permitieron reducir tan prolongada exposición: el objetivo de
apertura f /3.6 y distancia focal de 15 cm calculado por Josef Max Petzval, en
Viena, fabricado industrialmente por Voigtliinder y puesto en el mercado en
noviembre de 1840, que era dieciséis veces más luminoso que el menisco
utilizado en las primeras cámaras de daguerrotipo, y el incremento de la
sensibilidad de las placas conseguido por el inglés John Frederick Goddard. El
progreso fue notable, pero todavía no satisfactorio, pues según puede leerse
en el folleto que acompañaba a la nueva cámara Voigtliinder, las exposiciones
requeridas en un día oscuro de invierno eran de tres minutos y medio, en día.
soleado a la sombra de uno y medio a dos minutos, y a pleno sol de cuarenta a
cuarenta y cinco segundos. Pero un nuevo progreso en la sensibilidad de las
placas, gracias a los trabajos del vienés Franz Kratochwila y del francés
Antoine Claudet, permitió reducir al año siguiente los tiempos de exposición.
El Retrato
5
La boga del retrato fotográfico tuvo como efectos inmediatos la
multiplicación de los estudios fotográficos, regentados con frecuencia por
antiguos pintores retratistas, la reducción de precios debida a la creciente
competencia y, por fin, la implantación de una eficiente división del trabajo, que
permitió a algunas factorías fotográficas producir hasta mil retratos diarios,
entregados al cliente quince minutos después del disparo. Pero el apogeo de la
fiebre retratista alcanzó su cenit al patentar el francés Adolphe-Eugtme Disdéri
en 1854 la carte de visite photographique (Lám. 1), obtenida en ocho
ejemplares del tamaño de una tarjeta de visita mediante una cámara dotada de
cuatro objetivos. El planteamiento industrial de Disdéri le permitía ofrecer a sus
clientes precios inferiores a la mitad de lo que costaba un retrato normal, y de
la envergadura de su organización da idea la cifra de dos mil cartes de visite
diarias producidas en sus años de apogeo. Disdéri democratizó el retrato
fotográfico al abaratar su costo, debido a lo reducido de su tamaño y al empleo
del negativo de vidrio en lugar de la placa metálica; pero si Disdéri cumplió así
una función capital en la difusión y democratización de la fotografía, no es
menos cierto que tipificó también el compendio de las aberraciones culturales
que padeció aquel medio en sus años primerizos.
Con Disdéri se plantea de modo agudo la habitual contradicción entre
democratización cultural y degradación cultural, al traducir su exigencia de
servir a una clientela muy vasta en halago mercantil de la más baja naturaleza.
Los retratos de Disdéri muestran siempre al cliente de cuerpo entero, apoyado
en una columna o un mueble, vestigio de las largas poses de la pintura y de la
fotografía primitivas, y utilizando una tramoya teatral para tipificar las
profesiones de sus clientes: así, el cantante de ópera aparece disfrazado como
para actuar, el pintor con un caballete y un lienzo a su lado, el militar con sable
o con fusil, el sabio o el escritor con una mesa llena de libros y de papeles, etc.
Se trata, en suma, de unas parodias de autorrepresentación que tratan de
halagar al cliente combinando el realismo esencial de la fotografía con un
embellecimiento e idealización intelectual del modelo.
Retoque y Falseamiento
6
Con los retratistas de 1850-60 y con Disdéri se forja sólidamente la
estética kitsch del retrato fotográfico que llega hasta nuestros días. Es cierto
que algunas de sus resultantes eran producto de las limitaciones técnicas del
arte del retrato en un interior, con relativa pobreza de luz y prolongada
exposición. Desde el estudio de vidrio de Claudet (1841) hasta los proyectores
eléctricos instalados por Nadar en su estudio de París (1859), la historia de la
fotografía de estas dos décadas es la de la lucha contra la insuficiencia de la
luz, o dicho de otro modo, contra la escasa sensibilidad de las placas. Pero
esta lucha se llevó a cabo sin ninguna imaginación y tomando prestadas de la
pintura sus soluciones estéticas más triviales, precisamente para competir con
ella en el terreno comercial. Como señuelo publicitario, los primeros
daguerrotipistas anunciaban que retratarían a toda una familia en grupo por el
precio de una persona. Naturalmente, esto suponía un golpe de gracia para los
pintores retratistas y puede estimarse que hacia 1850 el retrato fotográfico
había sustituido casi completamente a la pintura de miniatura. Y este reto
histórico no iba a ser ajeno a la ulterior evolución de la pintura, orientada
primero hacia el paisaje y luego hacia las soluciones técnicas antiacadémicas
del impresionismo.
Los clientes pedían de los fotógrafos retratos «coloreados» y
«embellecidos», a pesar de que muchas sociedades fotográficas declararon su
hostilidad al retoque negándose a admitir en sus concursos fotografías
retocadas, y los fotógrafos trataban de servir a su clientela buscando un curioso
equilibrio entre el realismo y la falsificación embellecedora, que eran dos
categorías ontológicamente contradictorias. Ante este burdo mestizaje estético
pueden resultar en parte comprensibles los famosos denuestos de Baudelaire
con motivo del Salón de 1859, que tal vez más que atacar a la fotografía -
aunque demuestran una grave incomprensión de sus posibilidades- critican su
uso trivial y la miseria estética de sus productos industriales destinados a
halagar a la burguesía: «En materia de pintura y de estatuaria», escribe
Baudelaire, «el credo actual de las gentes de mundo, especialmente en Francia
(y no creo que alguien ose afirmar lo contrario) es el siguiente: "Creo en la
naturaleza y nada más que en la naturaleza (hay buenas razones para ello).
Creo que el arte es y no puede ser más que la reproducción exacta de la
naturaleza (una secta tímida y disidente opina que los objetos repugnantes
deben descartarse, tales como un orinal o un esqueleto). Así pues, la industria
que nos ofrezca un resultado idéntico a la naturaleza será el arte absoluto". Un
dios vengador ha cumplido las ansias de esta multitud. Daguerre fue su
Mesías. Y así la masa razonó: "Puesto que la fotografía nos ofrece todas las
garantías deseables de exactitud (¡Eso creen, los insensatos!), la fotografía es
el arte". A partir de este momento la sociedad inmunda se precipitó, como un
solo Narciso, a contemplar su trivial imagen en el metal...Como la industria
fotográfica era el refugio de todos los pintores frustrados, mal dotados o
demasiado perezosos para acabar sus estudios, este enloda miento universal
se caracterizó no sólo por la ceguera y la imbecilidad, sino que adquirió el color
de la venganza».9
Sin embargo, a partir de la mitad del siglo la fotografía había encontrado
excelentes retratistas, como David Octavius Hill, el gran Nadar (que fotografió a
Baudelaire) o Julia Margaret Cameron, pero su obra excepcional no interesa,
9
Charles Baudelaire, Oeuvres completes, Bibliotheque de La Pléiade (París: Gallimard, 1961), pp. 1033.
7
por su misma excepcionalidad, en este estudio sobre el gusto dominante de la
época y la sensibilidad mayoritaria capaz de tomar forma en los productos de la
industria cultural y en la todavía innominada cultura popular. Y habría que
añadir que un retratista de la talla de Nadar, que no retocaba sus negativos,
salvo para hacer desaparecer una mancha accidental, sufrió hasta tal punto la
competencia comercial de Disdéri que no tuvo más remedio que abandonar sus
modelos intelectuales (Sarah Bernhardt, Doré, Daumier, Théophile Gautier,
Corot, etc.) y abrir su estudio a la más convencional clientela burguesa,
introduciendo retoques embellecedores en sus nuevos retratos.10 Y David
Octavius Hill, que había sido pintor de paisajes románticos y que trabajó en
colaboración con Robert Adamson, obtuvo retratos excelentes, pero que
proclaman a gritos su inspiración en los grandes maestros de la escuela
flamenca. La obra de Hill se salva estéticamente por su gran sensibilidad y
porque sus referencias culturales son de grado distinto a las de los deleznables
modelos pompiers que inspiraban a Disdéri, pero en ambos casos hay un
sometimiento a la tradición de la pintura según las reglas más ortodoxas del
kitsch, problema sobre el que volveremos luego.
La actitud de HilI venía avalada por un pionero tan famoso como Talbot,
que al presentar la sexta lámina de The pencil of Nature, representando la
puerta de una casa rural con una escoba, había sentido la necesidad de
justificarse con este texto: «La autoridad de la escuela de arte flamenco nos
avala para elegir como temas de representación escenas cotidianas y
acontecimientos domésticos». A la vista de estos precedentes no habrá de
extrañar que Adam Salomon introdujese un poco más tarde en la fotografía la
«iluminación a lo Rembrandt» y colocase en sus obras la pomposa inscripción
«Compuesta y fotografiada por el escultor Adam-Salomon».
La Alegoría
10
El dramático declive de Nadar, relatado por él mismo en Quand j'étais photographe (1899), ilustra de
modo llamativo el paso de la fotografía como producción artística y artesanal al estadio de industria
cultura. sometida a las leyes del mercado. Sobre esta transición véanse las agudas observaciones de
Walter Benjamin, «Kleine Geschichte der Photographie» , Literarische Welt [Berlín], N.os 38-40(1931).
Sobre la carrera de Nadar, cf. Jean Prinet y Antoinette Dilasser, Nadar (París: Armand Colin, 1966).
8
en Los dos senderos de la vida) utilizaba fondos pintados poses artificiales y
retocaba los negativos. Cultivó también la «foto espiritista» basada en múltiples
sobreimpresiones y tal calificativo seguiría siendo utilizado por algunos
pioneros del cine inglés al designar este trucaje como George Albert Smith, que
sin duda conoció la obra de Rejlander pero que en 1898 patentó este truco
cinematográfico heredado de la tradición fotográfica. A la misma escuela de
artificio y pretenciosidad pertenece la obra de William Lake Prince autor de Don
Quixote in Iris study (1855) en la que se ve al caballero cervantino en un sillón
de alto respaldo con su pensativa mirada perdida en algún punto situado a la
izquierda de la cámara su mano derecha sostiene un libro y su cabeza reclina
sobre su mano izquierda mientras las piezas de su armadura aparecen
dispersas por el suelo.
Fotografía y kitsch
11
Xavier Rubert de Ventos propone,en Teoría de la sensibli¡tat (Barcelona: Edkions 62, 1968), 1, pp.
197-9, la equivalencia cursi para ,el. término alemán kitsch, traducción que recoge Gillo Dorfles en su
Oscillazioni del gusto (Turín: Einaudi, 1970), p. 27, aunque a nuestro entender ambos conceptos designan
en realidad fenómenos estéticos diversos.
9
venden en los grandes almacenes para decorar un comedor, con los films
bíblicos de Cecil B. De Mille, los museos de figuras de cera o las adaptaciones
abreviadas de autores clásicos. A partir de esta caracterización se adivina la
complejísima problemática kitsch que la fotografía plantea desde su mismo
nacimiento histórico, en tanto que tecnología basada en la reproducción de
unas formas genuinas del mundo exterior a la cámara, reducidas a mensaje
icónico bidimensional y ofrecidas con frecuencia como sucedáneo de aquellas
formas genuinas. Recordemos que el desprecio aristocrático de ciertas élites
(como el propio Baudelaire) que han contemplado la fotografía como kistch
plástico indigno de ser comparado con la pintura, se ha argumentado
precisamente juzgando a la fotografía como una banal «copia mecánica de la
realidad», en donde el factor tecnológico eclipsa al factor creativo. ¿Es acaso
kitsch la fotografía (reproducción) de un paisaje (auténtico), como sucedáneo
trivial del viaje que permite el goce genuino de aquel paisaje, del mismo modo
que la flor de plástico es kitsch de la flor natural o que las postales que
reproducen obras de arte famosas (alterando su escala, tono, intensidad y
timbre del color) son kitsch y sucedáneo de los originales conservados en los
museos?12
Naturalmente, el problema de lo genuino y de su doble no puede
plantearse en términos absolutos, que conducirían a la aberración de
considerar que los retratos de Velázquez son kitsch en relación con sus
modelos vivos. Sin embargo, las teorías tradicionales del kitsch, desde
Hermann Broch a Dwight Macdonald y Gillo Dorfles, tienden a efectuar una
reducción simplista del problema del kitsch, de tal modo que parecen olvidar las
revolucionarias e irreversibles mutaciones culturales introducidas en el campo
de la estética por las técnicas de reproducción y de difusión masiva. En
contraste con la perspectiva democrática de un Walter Benjamin, flota sobre la
especulación tradicional acerca del problema del kitsch una sospecha de
aristocratismo cultural, que parece sombra y eco de las observaciones y
predicciones que en 1835 expuso el francés Alexis de Tocqueville, padre
ignorado de la teoría del kitsch, en su reflexión acerca del futuro de la cultura
en la democracia norteamericana. Planteado con cierta brutalidad, parecería
existir una oposición irreductible entre lo aristocrático genuino (producto
caracterizado por la unicidad de Benjamin) y las ventajas sociales de la difusión
y multiplicación cultural que la tecnología ha hecho posibles. En este sentido, el
problema del kitsch plantearía una inversión de la famosa contradicción de
buena parte del arte de vanguardia, definido a la vez como progresista (por sus
innovaciones lingüísticaso de otro tipo) y decadente (destinado a ser
consumido por una reducida élite y aristocracia cultural): los mensajes
producidos por la tecnología de los mass media serían, en cambio, progresistas
por su vasto alcance social y decadentes por su degradación estética. A
nuestro juicio, Walter Benjamin enfocó correctamente su estudio sobre los
medios de reproducción cultural y a la luz de sus reflexiones debería revisarse
la puritana y tradicional noción de kitsch en la era de la producción seriada y
del macroconsumo.13 Debería revisarse, muy especialmente, a la luz de la
diferente naturaleza técnica de cada medio y de ese modo se evitaría la
12
Sobre este particular, cf. Gillo Dorfles, Nuovi riti, nuovi miti (Turín: Einaudi, 1965), pp. 168-9
13
Un enfoque más riguroso de este tema, examinando los aspectos positivos del kitsch, ha aparecido recientemente
con el estudio de Abraham Moles, Psychologie du kitsch: L'art du bonheur (París: ¡Mame, 1971), especialmente en
los caps. v, x, y. pp. 230-3.
10
insatisfactoria simplificación de Lotte H. Eisner, excelente historiadora
cinematográfica, que al reducir el cine biográfico e histórico a cine kitsch14
como Ersatz de personajes y acontecimientos auténticos, omite
cuidadosamente películas históricas como El acorazado «Potemkin» y Octubre
de Eisenstein, que escapan al kitsch por su correcta comprensión técnica y
utilización del medio. El planteamiento debería llevarse todavía más lejos,
prescindiendo de obras estéticamente consagradas como El acorazado
«Potemkin» y Octubre, para preguntarse:
¿Qué garañtía tenemos de que en unas hipotéticas excavaciones
nuestros descendientes no juzgarán las reliquias del kitsch espectacular de Las
Vegas como la muestra más genuina y peculiar, y por ende «artística», de la
civilización consumística del siglo XX, como nosotros juzgamos hoy las
pirámides funerarias de los faraones en tanto que genuinos exponentes de la
teocracia egipcia?
El problema, por lo tanto, debe afrontarse desde la perspectiva de
Benjamin, examinando las peculiaridades técnicas de cada medio (es decir, su
funcionalidad en sentido lato) y teniendo presente que los mensajes producidos
por los nuevos medios multiplicado res no pueden ser juzgados con las mismas
premisas acuñadas para juzgar medios artesanales como la pintura o la
escultura, caracterizados por la unicidad de sus productos y por su destino
social inherente a tal unicidad. Este error de juicio fue el que condujo a los
daguerrotipistas primitivos a considerar la placa fotosensible como un
sucedáneo del lienzo, con los penosos resultados ya descritos. Pero todavía
hoy se olvida con frecuencia que en fotografía y en cine la cuestión del
«original auténtico» no tiene sentido, pues su «original auténtico» no es el
objeto o escena retratada (como no lo eran los modelos de Velázquez), ni el
negativo ni la primera copia obtenida idéntica a la milésima copia.
Naturaleza de la Fotografía
14
Cf. Lotte H. Eisner, «II kitsch neI cinema», en Gmo Doriles, ed., 1/ kitsch: Antologia del cattivo gusto(
Milán: Gabriele Mazzotta, 1968), pp. 197-217.
15
Las fisuras del sistema crítico de André Bazin al estudiar la naturaleza del cine proceden en parte del
mismo equívoco, como he señalado en «André Bazin, sistema critico di un prestrutturalista», Cinema
Nuovo, N: 201 (Septiembre-Octubre 1968), 353-4.
11
una perfección igual a la de la propia naturaleza». En el mismo sentido se
orientó el interés de Talbot, cuya comunicación a la Royal Society de Londres
en enero de 1839 se titulaba «Algunos detalles del arte del dibujo fotogénico, o
proceso por el cual los objetos naturales se delinean ellos mismos sin
necesidad del lápiz del artista», y a una misma valoración del fenómeno
fotográfico han de atribuirse las expresiones acuñadas por Oliver Wendell
Holmes «el espejo con memoria», o por Delacroix «archivo de la Naturaleza», e
incluso por sus detractores, como Lamartine «plagio de la Naturaleza».16
Los ejemplos más obvios y triviales de la fotografía en tanto que mero
medio de reproducción serían, tal vez, las fotocopias de documentos, las fotos
cartográficas, astronómicas y antropológicas o los retratos de identidad para
pasaportes y documentos burocráticos. Pero resulta imposible establecer una
frontera que delimite la función estrictamente reproductora de la fotografía a
partir del hecho que el fotógrafo, alterando las condiciones técnicas de proceso
de fotoimpresión, introduce siempre un cierto coeficiente de creatividad en su
obra, voluntario o involuntario, y es sabido que las rutinarias fotos de identidad
ofrecen con mucha frecuencia una imagen desfavorecida, y por lo tanto
estéticamente manipulada, del modelo. Así pues, las fotos de pasaporte y de
otros documentos de identidad, contempladas generalmente como estrictos
duplicados no-artísticos de una información icónica, se hallan en un terreno que
rebasa la foto-reproducción para penetrar en la foto-expresión, aunque tal
expresión pueda ser estéticamente agradable o desagradable. Esta duplicidad
de la fotografía fue percibida en época tan temprana como 1853, cuando el
pintor inglés Sir William Newton sugirió que la imagen fotográfica podía ser
alterada para producir resultados «acordes con los principios de las Bellas
Artes» y sugería el uso del desenfoque.17 Una de las consecuencias de esta
teoría fue, naturalmente, la boga de la foto «artística» de la que antes nos
hemos ocupado. Pero resulta interesante observar que la manipulación
alteradora se había introducido en el campo de la fotografía también con el
propósito de obtener resultados de mayor naturalismo, y concretamente para
superar la insensibilidad de las placas de colodión al rojo en contraste con su
gran sensibilidad al azul, lo que condujo a fotografiar los paisajes con dos
negativos, uno corto para el cielo y otro con mayor exposición para el paisaje,
luego enmascarados y superpuestos. El momento crítico de la querella acerca
de la fotografía como medio de reproducción o medio de expresión se produjo
con la carrera de Peter Henry Emerson, que inició sus actividades fotográficas
con vocación etnográfica y publicó en 1889 el libró Naturalistic photography,18
que tomaba ardientemente partido en favor de la foto-documento y en contra
de la foto-arte, provocando vivas polémicas, y seguido de una posterior
rectificación integral de sus puntos de vista con The death of naturalistic
photography, publicado en 1890.
16
La fidelidad casi mágica de la fotografía a su modelo provocó una reacci6n de disgusta y de protestas
en algunas medios religiosos extremadamente conservadores, fieles a la letra original del Decálogo, Ex.
20: 4 «No te fabricarás escultura, ni imagen alguna de la que existe en la tierra», etc.) y juzgando como
osadía herética la duplicación del mundo,creada por Dios. Esta postura debe conectarse con el tradicional
y Atávico miedo mágica al doble, que es uno de los fundamentos de 1o que J. G. Frazer ha denominada
«magia homeopática» en el cap. III de The golden bough. 'Precisamente en los albores del daguerrotipo,
Edgar Allan Poe escribió The oval portrait (1842), un bello relato sobre el poder mágico del doble, con la
historia del pintor que al reproducir con tanta fidelidad a su amada, le roba la -vida.
17
The Photographic Journal [Londres], (3 Marzo 1853).
18
Reproducido en facsímil con una introducción de Peter Pollack (Amphoto, 1972).
12
Iconicidad de la Fotografía
19
Chal1les W. Morris, Signs. language and behaviour (Nueva York: Prentice-Hall Inc., 1946), p. 191.
20
Umberto ,Eco, La struttura assente (Milán: Bompiani, 1968), pp. 109-14.
21
Roger Corman ha utilizado trivialmente el tema del convencionalismo de la visión humana en su film
The man with the X-Ray eyes (1963, El hombre con rayos X en los ojos). Sobre las características de la
visión humana existe una nutrida bibliografía; señalemos únicamente: James G. Gibson, The perception oi
visual world (Cambridge, Mass.: Houghton MiffJin, 1950); M. D. Vernon, A Fiurther study oi visual
perception (Cambridge: Cambridge University Press, 1952); Clarence Henry Graham, Neil R. Badett et al.,
Vision and visual perception (Nueva York: John W_ley & Sons, 1965); y Richard LangtonGregory, Eye and
brain: Tlze psyehology oi seeing (Londres: Weidenfeld & Nicholson, 1966).
22
Comentario a la tercera lámina de The peneil oi Nature, citado supra, nota 7.
13
Medios Formativos
14
5. Abolición del color, en el caso de fotografías con traducción tonal en la
escala blanco-negro, y posibilidad de alterar el tono, timbre e intensidad de los
colores.
6. Posibilidad de alterar la escala de representación, lo que en caso de
grandes ampliaciones enfatiza la naturaleza granular del mensaje.
7. Abolición de los estímulos sensoriales no ópticos (sonido, tacto, olor,
temperatura, etc.).
Al examinar uno por uno los diferentes medios formativos del analogon
fotográfico se derrumban estrepitosamente todas las teorías naturalistas a
ultranza que han pretendido ver en la fotografía un proceso fielmente
reproductor de las condiciones de la visión humana y, de ahí, al mensaje
fotográfico como un calco óptico de la realidad contemplada por tal visión.
Pues, cuando en el lenguaje común se afirma que una persona fotografiada ha
quedado mejor o peor que «al natural», se admite implícitamente la diferencia
categórica entre la imagen de la persona y su ícono fotográfico, diferencia
evidente y no siempre bien comprendida en los análisis semiológicos. Esta
diferencia categórica destruye también la aparente identidad entre significante y
significado en el mensaje fotográfico, que derivaría de la confusión naturalista
entre el signo (ícono) y lo que el signo denota. La peculiar naturaleza lingüística
del signo fotográfico se aclara cuando se comprende cabalmente en qué
consiste el significado del ícono fotográfico.
En terminología saussuriana, el significado es una representación
psíquica (concepto) asociada al estímulo del significante (y que no debe
confundirse con la realidad de lo designado), pero la representación psíquica
en la comunicación fotográfica es producto de una reelaboración subjetiva de
los signos del mensaje por parte del observador, principalmente mediante su
proyección, que los completa o reorganiza para reforzar su ilusión de realidad y
explicitar su significación: atribuyendo profundidad y relieve a la representación
plana, lo que lleva a atribuir diferentes planos de profundidad a los signos;
completando el significado ambiguo de un gesto fraccionado por la inmovilidad;
reestructurando formas imprecisas debidas al desenfoque, al movimiento, a la
penumbra o al grano excesivo; interpretando los valores cromático s omitidos o
alterados; asumiendo elementos que están fuera del encuadre, etc. Es decir,
que el receptor del mensaje fotográfico procede a una verdadera decodificación
de los signos icónicos del mensaje para hacer surgir su representación
psíquica (significado). Como veremos en el próximo capítulo, en la expresión
cinematográfica, que aparentemente se caracteriza por un mayor naturalismo
que la fotografía estática, el nivel de su convención es todavía mayor y, por lo
tanto, también lo es la participación recreadora y decodificadora de su público.
A pesar de la profunda alteración y falseamiento que sufren las
apariencias ópticas de la realidad, en relación con su percepción visual directa,
durante el proceso de su fijación fotográfica, la fotografía sigue conservando un
alto prestigio como «documento fidelísimo»que no puede mentir. De esta
paradójica fidelidad documental deriva el que una fotografía indiscreta» pueda
comprometer gravemente la reputación o prestigio de una persona, porque la
fotografía «no miente» (salvo si es una foto «trucada»), mientras no puede
decirse lo mismo de un dibujo «indiscreto», expresión que apenas tiene
sentido. Tal paradoja se desvanece cuando se distingue la veracidad
15
perceptiva (la restitución fiel de nuestras percepciones visuales), que la
fotografía no posee, de la veracidad histórica (lo que la fotografía muestra
acaeció realmente ante la cámara), característica que sí posee la fotografía, a
diferencia del dibujo o la pintura.
De la profunda transfiguración que las apariencias ópticas de la realidad
padecen en el proceso de su fijación fotográfica debe concluirse que aun en la
más banal utilización de la fotografía como medio reproductor penetra cierto
coeficiente de creatividad por parte del fotógrafo, mediante la selección
espacial del encuadre o a través de alguno de los otros medios formativos
enunciados. Sin embargo, es también evidente que ante las diferentes
actitudes psicológicas y funcionales del fotógrafo sea posible establecer, en
tanto que tendencias, dos formas de concebir la fotografía: como medio de
reproducción (en donde el coeficiente creativo se reduce al mínimo o resulta
estéticamente irrelevante) y como medio de expresión (en donde el coeficiente
creativo es muy relevante). Entre estos dos polos, semántico y estético, que
podrían ejemplificarse de modo casi caricaturesco con el retrato de pasaporte y
con una fotografía de Moholy-Nagy, caben una infinidad de tonalidades y de
matices (como las fotos de Paul Strand, Robert Capa o Cartier-Bresson) pero
que, en todos los casos, participan a la vez de ambas características, aunque
privilegien a una de ellas en detrimento de la otra. Los usos científicos de la
fotografía que Arago vislumbraba en su exposición ante la Académie des
Sciences de París privilegiaban evidentemente la primera faceta, como
Baudelaire, cuando escribía que «es menester que [la fotografía] ocupe su
auténtico lugar, que es el de ser la servidora de las ciencias y de las artes, pero
su muy humilde servidora, como la imprenta y la estenografía, que no han
creado ni sustituido a la literatura».26 Y resulta evidente que las obras de
Moholy-Nagy o de Man Ray se sitúan en el polo opuesto a tal concepción
instrumental y reproductora.
Definición de la Fotografía
26
Oeuvres completes, p. 1035.
16
la apertura del obturador.
Tal definición incorpora los medios formativos que configuran al mensaje
fotográfico y hacen de él algo distinto a una duplicación integral de su material
profílmico: estructura granular, bidimensionalidad, encuadre, inmovilidad de los
signos, escala, perspectiva y gama cromática variables. Y tal definición es
congruente con la esencialidad del medio descrita al principio del capítulo
cuando al analizar los componentes fundamentales de la cámara se
enumeraba al objetivo (como selector de espacios ópticos), al mecanismo
disparador-obturador (como selector de tiempos) y a la emulsión fotosensible
(como receptora del mensaje icónico transmitido desde el objetivo y en el
instante elegido por el mecanismo disparador-obturador).
El Reportaje
27
La instantánea fotográfica ofrece también especial interés para el estudio de los códigos del lenguaje
gestual humano, pues de la acertada selección fotográfica de una fase del gesto pueden inferirse las
restantes fases omitidas de tal gesto, a modo de la sinécdoque pars por tato, del mismo modo que el
lenguaje gestual de las películas mudas podía inferirse casi siempre el significado de los mensajes
verbales omitidos. Sobre la fotografía aplicada al estudio del lenguaje gestual, cf. Ray lo Birdwhistell,
Kinesics and context: Essays on body motion communication (J'hiladelphia: Univ,ersity of Pennsylvania
Press, 1970), pp. 147 ss.
17
preparados fotosensibles, con su exigencia de exposiciones prolongadas.28 Ya
en 1839, Daguerre había fotografiado desde una ventana un boulevard de
París, (Lám. 3) sin conseguir fijar sobre la placa su bullicioso tráfico, debido a
su desplazamiento físico en el curso de la larga exposición, aunque sí a un
fantasmal limpiabotas y a su cliente, que ocupaban el ángulo inferior izquierdo
de la placa, debido a su más prolongada permanencia en el mismo lugar.29
Tal incapacidad para fijar modelos en movimiento fue una característica
de la fotografía primitiva que preocupó a las sociedades fotográficas de la
época, como lo demuestra el concurso organizado en 1862 por la Société
Photographique de Marsella, ofreciendo 500 F a quien consiguiera una placa
presensibilizada capaz de producir «fotografías a plena luz del sol de una
escena callejera mostrando su acción y movimiento».30
Roger Fenton
28
Sobre el laborioso progreso histórico operado en la sensibilidad de los preparados fotosensibles
consúltese la obra citada de Gernsheim, The hfstory of photography 1685-1914, que incluye además en
apéndice una cronología al respecto (p. 582). Para el período posterior a 1914, y muy especialmente
sobre los avances operados por la casa Kodak, resulta de imprescindible consulta Charles Edward
Kenneth Mees, From dry plates to Ektachrome film: A story of photographic research (Nueva York: Ziff-
Davies Publishing Co., 1961).
29
El original de este histórico documento, conservado en :Munich, fue destruido en el curso de la
Segunda Guerra Mundial. Puede consultarse su reproducción junto a una ampliación del limpiabotas y su
cliente, en Peter Pollack, The picture history of photography from the earliest beginnings to the present
day (Nueva York: Harry N. Abrams Publishers, 1969), pp. 50-1.
30
En julio de 1842, Antoine Claudet fotografió a las bailarinas de la ópera italiana aparentemente en el
curso del baile, lo que le valió momentáneamente la gloria de ser el «padre de la instantánea», pero en
realidad se trataba de fotos posadas.
31
Fotografías propiedad hoy de H. Armour Smith.
32
La Guerra de Grimea fue la primera guerra atendida por corresponsales regulares de prensa.
18
cadáveres. En algunos casos los documentos aparentan ser instantáneas de
una acción, como la famosa foto de la cantinera atendiendo a un herido, pero
en realidad se trata de fotos posadas. Penton, que había sido pintor paisajista,
registró los escenarios y personajes de la guerra con sensibilidad de pintor y
sus mejores fotos fueron reproducidas por el Illustrated London News, primer
semanario gráfico, publicado desde el 14 de mayo de 1842, pero resultaban
pálidas al Iado de las fantasías de los dibujantes románticos de la época. Al
comparar estas obras, diríase que la fotografía, sobre todo en los grandes
planos generales, tendía a asumir la función tradicional de la pintura paisajista
al óleo, mientras que paradójicamente el dibujo tendía a suplir la incapacidad
instantánea de la naciente fotografía haciéndose reportaje de acción. Se ha
afirmado que esta falta de crudeza de las fotos de Penton se debió a la
recomendación de sus editores y al deseo de evitar al público el horror de la
guerra. Pero esta explicación, aunque cierta, es de menor calibre que la grave
limitación técnica del utillaje utilizado por Penton para impresionar
laboriosamente sus placas de colodión húmedo, utilizando además una pesada
cámara sobre trípode.
Fotografía e Ilustración
Mathew B. Brady
33
Muchas fotografías atribuidas a Brady fueron en realidad tomadas por excelentes colaboradores, como
Alexander Gardner y Timothy O'SuIlivan, pero la fama de Brady hace que toda la producción de su
estudio siga siendo globalmente atribuida a él. El libro más serio sobre este fotógrafo es obra de James D.
Roran: Mathew Brady: Historian with a camera (Nueva York: Bonanza Books, 1955). James D. Horan es
19
Civil escribió el norteamericano J. Towler uno de los más minuciosos tratados
sobre fotografía publicados a lo largo del siglo, con el título The silver sunbeam:
A practical and theoretical text-book on sun drawing and photographic
printing.34 En este autorizado texto, que documenta exhaustivamente acerca
del estado de la técnica fotográfica en aquellos años de actividad de Brady, se
indica que las placas de colodión húmedo deben someterse a una exposición
de 6 segundos.35 A la luz de este elocuente dato deben juzgarse las fotografías
de reportaje de Brady, dotadas no obstante de mayor vivacidad que las de
Fenton y obtenidas muchas de ellas, sin género de dudas, con exposiciones
inferiores a 6 segundos, como las fotografías de la artillería en acción en
Fredericksburg (junio de 1863) o las del general Grant reunido con sus oficiales
y tomadas desde la torre de la iglesia de Bethesda (Virginia), en junio de 1864,
obras todas de O'Sullivan. Por desgracia parecen haberse perdido
irremisiblemente fotos de la colección bélica de Brady y sería interesante poder
estudiar hoy las que retrataron la tumultuosa retirada de Bull Run, que
motivaron este curioso comentario de un cronista: «El público está en deuda
con Brady de Broadway por sus numerosas y excelentes vistas de la "horrorosa
guerra". Ha estado con su cámara en Virginia y ha tomado fotografías muy
inspiradas. Suyos son los únicos documentos fidedignos de Bull Run. Los
corresponsales de los periódicos rebeldes son falsarios completos; los
corresponsales de los periódicos nordistas tampoco son de fiar y los
corresponsales de la prensa inglesa son peores que ambos, pero Brady nunca
engaña.
Es para las campañas de la república lo que Van Der Meulen fue para
las guerras de Luis XIV. Sus fotografías, aunque tal vez no perdurarán como
las famosas batallas de las pirámides, inmortalizarán sin embargo a quienes
aparecen en ellas». Y refiriéndose a los testimonios de la desastrosa retirada,
el cronista añade: «Ha fijado [con su cámara] a los cobardes sin posibilidad de
duda»,36 Este texto es importante por su pintoresca valoración histórica de los
trabajos de Brady, pero, sobre todo, porque la última observación parece
referirse a un documento de claridad y vivacidad insólitas en la producción
fotográfica de la Guerra Civil pero que, desgraciadamente, no ha podido ser
loca1izado.37
Con los trabajos de la guerra civil americana de Brady la fotografía se
aleja netamente de la herencia de la pintura (observación que no es aplicable a
los documentos de Fenton), debido a que el fotógrafo de reportaje no puede
organizar los materiales situados ante el objetivo y, por lo tanto, le resulta difícil
ceder a una composición de signo academizante y retórico. La tendencia de la
obra de Brady hacia lo que hoy de nominados action picture puede ser
estudiada tal vez mejor que en ningún otro documento en la serie de fotografías
de la ejecución pública del capitán de origen suizo Henri Wirz, comandante de
la prisión de Andersonville (10 de noviembre de 1865). La serie, obra de
también autor del mejor estudio sobre su colaborador, Timothy O' Sullivan: Timothy O' Sullivan: America' s
forgotten photographer (Nueva York: Doubleday, 1966).
34
(Nueva York: Jos,eph H. Ladd Publishers, 1864).
35
Op. cit., p. 131.
36
Humphrey's ¡ouma/, XII (1861-62), p. 133.
37
Resulta de gran interés comparar las fotografía sobre la Guerra Civil y los dibujos y bocetos realizados
por Winslow Horner, que actuó como informador gráfico de esta guerra, y algunos de los cuales fueron
publicados por la revista Harper's. La colección más completa de dibujos de Winslow Homer se conserva
en el Cooper Hewitt Museum de Nueva York.
20
AlexanderGardner y que comprende cinco fotografías, ha sido publicada por
vez primera por James D. Horan:38 (1) los corresponsales de prensa, varios de
ellos con sombreros de copa, posando en grupo frente a la cámara y junto a la
entrada de la penitenciaría de Washington; (2) el mayor Russell, sobre el
cadalso, leyendo la sentencia de muerte; (3) colocando la soga al cuello del
reo, mientras el sacerdote católico pregunta a Wirz si desea confesarse, con el
cadalso rodeado por hileras de soldados en formación que cantan « Wirz,
remember Andersonville»; (4) instantánea de la apertura de la trampa bajo los
pies de Wirz (Lám. 4), cuyo cuerpo acaba de descender y ya no es visible en la
foto, la más interesante del conjunto en tanto que action picture; (5) la agonía
de Wirz (Lám. 5), cuya cabeza es visible, pues la cuerda no le rompió el cuello
y tardó varios minutos en morir, mientras los soldados y los espectadores
gritaban y apostrofaban al reo. Esta secuencia fotográfica, de gran calidad pre-
cinematográfica y que evoca una famosa escena de Intolerancia de D. W.
Griffith, no debe ya nada a la tradición ni a la hipoteca-de la pintura, a pesar de
que todas las fotos ofrezcan un encuadre en plano general y, por lo tanto,
pobre en detalles vivos. Que el reportaje y la instantánea fueron liberando a la
fotografía del corsé de la pintura y la encaminaron hacia un estadio expresivo
adulto puede corroborarse con otros documentos de la época, como las
fotografías de la ejecución del emperador Maximiliano de México (1867), de la
guerra abisinia (1868), de la caída de Roma (1870) o del incendio de Chicago
(1871). A pesar de las limitaciones de estos documentos, que permanecen
esclavos del plano general «panorámico» y casi siempre son estáticos, señalan
un progreso creciente en la independencia del material de la voluntad
organizadora del fotógrafo.
La Instantánea
38
Cf. James D. Horan, Mathew B. Brady, fotos 330-4.
39
Esta inercia no se manifestó únicamente en la vertiente artística, sino incluso en los aspectos técnicos
y comerciales, pues la sensibilidad de las placas secas de gelatina se expresaba en términos de
referencia a los de colodión húmedo. Así pues, las Ordinary Gelatine Dry Plates (1877), 15 veces más
sensibles que las de colodión húmedo, se anunciaban como requiriendo 1/15 de exposición que aquéllas;
las London Instantaneous Plates (1879) como 1/40 y las Wratten Drop-Shutter Plates (1882) como 1/80.
Hacia 1890 dejó de utilizarse esta referencia, pero los métodos químicos y comerciales para determinar
,la sensibilidad fueron muy precarios hasta la publicación y divulgación de los trabajos de Ferdinand
21
conoció un progreso técnico galopante, con las emulsiones sobre papel (que
hicieron posible la reproducción masiva de las copias), placas rápidas, la
película fotográfica sobre soporte flexible y las cámaras pequeñas y
manejables (como la famosa Kodak, que aparece en 1888), liquidando
definitivamente la fase artesanal de la fotografía para hacerla entrar en su fase
industrial y de producción masiva.
Estos progresos favorecieron también a la fotografía de reportaje, que
tuvo su aplicación en los días de la Comuna de París, de la Guerra de Cuba y
de la Guerra de los Boers. Sin embargo, los progresos de la que pudiera
denominarse «estética del reportaje», como opuesta a la foto-pintura, fueron
relativamente modestos. Es imposible establecer una minuciosa cronología de
los avances operados en este terreno y es cierto que, ocasionalmente,
aparecen ante los ojos del investigador documentos de una modernidad
aplastante, como ocurre con la excelente fotografía del atentado contra el
alcalde William J. Gaynor de Nueva York (1910), impresionada por William
Warnecke, fotógrafo del New York World (Lám. 6). Pero fotografías como ésta,
u otras similares, deben considerarse como la excepción que confirma la regla,
o si se prefiere, la excepción que mostraba lo que la fotografía de reportaje
podía llegar a ser. Incluso ante un acontecimiento tan rico en incidentes como
fue la Primera Guerra Mundial, la mayor parte de sus fotógrafos fueron víctima
de los rutinarios reflejos del retratista o del paisajista y forman minoría los
documentos de esta guerra que puedan considerarse verdaderas action
pictures, tal como se exige hoy del periodismo gráfico.
Hurter y C. V. Drifneld, creadores de la sensitometría al establecer una relación entre la plata depositada y
,el tiempo de exposición.
40
Salomon se benefició, además de las cámaras miniatura y del Visor reflex, de los progresos
desarrollados en el campo de las emulsiones. En 1928, L G. S. Brooker, trabajando para Eastman, obtuvo
tintes sensibles al rojo que resultaron ser excelentes sensibilizadores. Así nacieron las emulsiones
supersensitizing, utilizadas por vez primera en las Wratten Hypersensitive Panchromatic Plates (octubre
de 1930) para la fotografía de prensa. Su sensibilidad al -rojo las hacía especialmente aptas para trabajar
con luz artificial, tanto con bombilla-flash (industrializada en 1930) como en los estudios fotográficos y de
Cine, para cuya industria comenzó a fabricarse a comienzos de 1931 la película negativa supersensitive,
utilizada también en las cámaras fotográficas de miniatura.
22
nueva en la historia de la fotografía, se convierte aquí de modo muy obvio en
virtud expresiva, como traducción óptica de los contornos del sujeto captados
en el curso de su rápido desplazamiento provocado por la sorpresa. Es decir,
que de ser un mero rasgo caligráfico deficiente pasa a asumir una función
semántica. El valor expresivo de este recurso revela toda su funcionalidad
semántica cuando observamos que los cómics han inventado un expediente
similar, denominado «líneas cinéticas», que no nace de la incapacidad técnica
de un obturador o de una emulsión, como en el caso de la fotografía, y que
utiliza una secuencia de líneas que ocupan el vacío recorrido por un móvil para
expresar también su desplazamiento brusco.41 Este procedimiento metonímico,
ensayado también por algunos pintores futuristas (Carra, Boccioni), tal vez sea
la copia de un modelo implantado en la cultura popular por la práctica de la foto
movida o por ciertos análisis cronofotográficos de Marey -que inspiraron
también a Marcel Duchamp su Nu descendant un escalier-,42 filiación que hoy
resulta extraordinariamente difícil establecer aunque tal vez deba buscarse su
verdadero origen en los imprecisos contornos y en la movilidad de la pintura
impresionista.
Pero esta foto movida de Salomon demuestra algo muy importante: que
el público y la industria periodística toleraron de buen grado las deficiencias
técnicas de las fotografías cuando aquellas deficiencias estaban justificadas o
compensadas por los valores de la información transmitida. Con el desarrollo
del periodismo fotográfico sobre todo tras la aparición de la revista Life el 23 de
noviembre de 1936 (fundada por Henry Luce, editor de Time y de Fortune,
como «The showbook of the world), este principio iba a tener un desarrollo de
gran fecundidad estética, evidenciando que para la fotografía de reportaje, en
condiciones técnicas a veces muy precarias, su interés periodístico reside más
en la calidad de la información aportada que en la perfección técnica de su
caligrafía.43
41
Sobre las líneas cinéticas de los comics como expresión metonímica del movimientto, cf. Oscar
Masotta, "Reflexiones presemiológicas sobre la historieta: ,el esquematismo» , en Lenguaje y
comunicación social (Buenos Aires: Nueva Visión, 1969), pp. 210-11.
42
Cf. Pierre Cabanne, Entretiens avec Marcel Duchamp (París: J'ierre Belfond, 1967), p. 57.
43
Utilizo aquí el término caligrafía 'con todas las reservas nacidas de las evidentes diferencias entre el
lenguaje icónico y la escritura fonética. Pero debido a la carencia termino.1ógica, parece razonable
preferir en este caso caligrafía (que contemp1a la ejecución formal de los signos de la escritura) ortografía
(uso de los signos gráficos dentro de da palabra) o sintaxis (relaciones que -las palabras contraen en la
frase). Nótese, de todos modos, que la caligrafía de la escritura icónica posee un valor semántica extraño
a la caligrafía de signos fonéticos y más próxima por ello, a las funciones ortográfica y sintáctica. La
conclusión que se deriva de este juego de analogías lingüísticas es que tales analogías son sumamente
problemáticas y que los conceptos lingüísticos no pueden exportase incondicionalmente a campos
distintos de aquellos para los que fueron creados. La compleja problematicidad del signo fotográfico ha
sido bien expuesta, por vía paradójica, por Roland Barthes en .Le message photographiqueD,
Communications. N.O 1 (1961), 127-38. Al juzgar Barthes a la imagen fotográfica como analogon perfecto
de la realidad y como un «mensaje denotado», concluye que la fotografía es «un mensaje sin código»,
afirmación que presupone la identificación o confusión entre el íconico fotográfico y lo que tal ícono
denota, teoría con la que no podemos estar de acuerdo por todo lo expuesto en este capítulo y como
,evidencia el análisis semántico del efecto de «foto movida», o de cualquiera de las posibilidades
semánticas derivadas de los medios formativos del analogon fotográfico. Pero para superar las serias
lagunas lingüísticas que derivan de una concepción de la fotografía como «mensaje denotado», Barthes
señala que la «paradoja de la fotografía» reside en «la coexistencia de dos mensajes, uno sin código (que
sería el análogo fotográfico) y '0tro con código (que sería el "arte", el tratamiento, o la escritura o la
retórica de la fot'grafía»>. El problema se centra, naturalmente, en la indivisibilidad del signo fotográfico.
23
Robert Capa y la Guerra de España
44
Cf. «Las charlas del general Queipo de Llano», La Actualidad Española, N.' 1025 (26 Ag'0st'0 1971).
Este artículo pretende que las charlas de Queipo de Llano supusieron la primera utilización de la radio
como arma de propaganda política, con notorio olvido de Franklin D. RooseveIt, primer político
«radiofónico» de la historia, y de Adolf HitIer.
24
Slightly out of focus ('ligeramente desenfocado').45
La Fotogenia
45
Robert Capa, Slightly out of focus (Nueva York: Henry Holt & Co., 1947)
46
En tal proceso de, evolución y educación del gusto pueden encontrarse también otros precursores
ajenos a la fotografía de reportaje que habían utilizado una caligrafía fotográfica técnicamente heterodoxa,
como los retratos ligeramente fuera de foco de Julia Margaret Cameron, debido al tamaño de sus placas y
a los imperfectos objetivos de su época, o las imitaciones del empañado» de la pintura impresionista de J.
S. Bergheim. Lo mismo podría decirse de las fotos experimentales y afigurativas realizadas por Man Ray y
Moholy-Na:gy en los años veinte, aunque su difusión e ,influencia sobre la sensibilidad popular fue
escasísima en todos estos ejemplos.
25
a finales del siglo XIX había adquirido ya sólidamente una nueva significación
estética, como se comprueba leyendo la novela La Faustin de Edmond de
Goncourt, en cuyo capítulo XXIV, al describir la belleza de Lord Annandale, el
autor le juzga beau de la clarté photogénique qu' a seule la peau anglaise.47 Tal
juicio estético atribuye a la fotogenia el mismo significado que puede leerse
todavía en la definición del término en la reciente Encyclopédie du cinéma de
Roger Boussinot,48 a saber:
«Cualidad de un rostro cuya imagen es reproducida con nitidez en la
película impresionada». Esta concepción arcaica procede de épocas en que la
escasa sensibilidad de las emulsiones exigía una gran cantidad de luz sobre
los rostros retratados, de modo que aquellos dotados de contornos poco
pronunciados proporcionaban una imagen de escaso relieve y sin
«personalidad», mientras que de los de rostros angulosos y de piel clara (alta
reflexión lumínica) se decía, empleando la expresión francesa, que
accrochaient bien la lumiere. La razón de ser de tal distinción radica, como hoy
sabemos, en la bidimensionalidad del analogon fotográfico y en la mayor o
menor idoneidad de ciertas formas faciales para restituir, gracias a la luz
incidente, la ilusión de su relieve a través de signos bidimensionales.
La especulación estética sobre el término fotogenia comenzó con el
famoso ensayo de Louis Delluc Fhotogénie,49 pero el star-system
norteamericano y el aparato publicitario que lo sustentó desde los años veinte
trivializaron su significado, utilizándose este término popularmente como
sinónimo de la peculiar « belleza cinematográfica» de las estrellas. A partir de
las anteriores definiciones de fotografía y de fotografía de reportaje, como
selección instantánea de un espacio-tiempo privilegiado desde el punto de vista
de la significación, debería revisarse o completarse hoy la noción de fotogenia
para considerarla como un plus de información que el objeto o sujeto revela a
través de la congelación instantánea de la fotografía, información superior a la
que es posible obtener con la mera descripción o contemplación del mismo
sujeto u objeto.
De este modo, la peculiaridad técnica de la fotografía (su capacidad
selectiva de espacios e instantes) se revelaría como un agente de la fotogenia,
necesaria para hacer surgir unos valores expresivos que tal vez no se hallan en
la mera contemplación del modelo, y distinguiría a la fotogenia de otros valores
estéticos comunes (belleza, gracia, etc.) no específicos del proceso selector de
la fotografía. Los retratos de Richard Avedon, que no siempre operan sobre
modelos convencionalmente «bellos», ofrecen tal vez uno de los ejemplos más
característicos de la fotogenia así entendida, como plus de información
aportada por el proceso fotográfico, que excede a la que es capaz de
comunicar la mera contemplación del modelo.
Estos breves apuntes esbozados sobre la naturaleza de la fotogenia se
presentan aquí, únicamente, para abundar en la urgente necesidad antes
señalada de estudiar y revisar cada uno de los nuevos medios de
comunicación social desde la perspectiva de su propia naturaleza técnica y
huyendo de los esquemas heredados de otros medios de expresión o de las
47
Edmond de Goncourt, La Faustin (ParÍ's: G. Charpentier Editeur, 1882), p. 212.
48
(Parí&: Borcl¡¡,s, 1967), p. 1194.
49
(París: Ed. de Brunhoff, 1920). Tr,es años antes, D. W. Griffith había expues¡to su teoría de la
fotogenia, acorde 'con la tradición empírica fotográfica, en «What I demand of movic stars», MovinlJ
Picture C;lassic (P,ebrero 1917).
26
artes tradicionales que históricamente les precedieron, rémoras perturbadoras
e inevitablemente presentes al abordar la problemática de los medios de
comunicación social.
27