Está en la página 1de 7

Patricia Ramírez Piedrafita

TEMA 9: EL CONTRATO
1. CONCEPTO DE CONTRATO
1.1. DESENVOLVIMIENTO HISTÓRICO DE LA IDEA DE CONTRATO

En términos contemporáneos se considera que la idea del contrato no es más que un


acuerdo o pacto que vincula a dos o más personas respecto de una determinada
conducta de carácter patrimonial, esta definición se equipara al artículo 1254 del
Código Civil.

El contrato es un mecanismo de generación de derechos y de obligaciones respecto de


las partes, que están vinculadas a realizar su promesa por el mero hecho de haberse
comprometido a ello, por haber prestado su consentimiento. El contrato es
fundamentalmente un procedimiento de creación de relaciones obligatorias, y el mero
consentimiento da lugar al nacimiento de las obligaciones.

Hay que saber que el derecho romano clásico impedía considerar la idea del contrato
con la definición que hoy lo consideramos, y que la idea contemporánea del contrato
es tributaria de otros impulsos generados con posterioridad al sistema Justiniano.

1.2. EL CONTRATO COMO MEDIO DE INTERCAMBIO DE BIENES Y


SERVICIOS.

Es evidente que hoy en día cualquier persona debe contar con los demás para hacer
frente a sus necesidades, tanto reales como para satisfacer caprichos, por lo que nos
encontramos con una sucesiva cadena de intercambios económicos.

Obviamente no todos estos intercambios son de la misma naturaleza, y claramente no


todos pueden clasificarse como contratos. Puede darse el caso de que un sujeto esté
accediendo a bienes que pueden ser objeto de contrato, pero que no se trate de un
contrato, por ejemplo: el enfermo beneficiario de la Seguridad Social que acude al
médico asignado, o el estudiante universitario que se matricula en un centro público.

Pese a que no todo intercambio de bienes y servicios es un contrato, si no es que la


mayor parte de estos intercambios constituyen la base de lo que los juristas llaman
contrato; básicamente un acuerdo en realizar un determinado intercambio de un bien
o servicio por otro bien o servicio. El dinero es el medio de intercambio por excelencia,
pero puede cerrarse un contrato cualquiera en el que el dinero no intervenga de
ninguna manera (ofrezco a un constructor la posibilidad de levantar una casa en un
solar de mi propiedad a cambio de que él me otorgue título de propiedad del ático del
edificio que se construya).

1.3. LA PATRIMONIALIDAD DE LA RELACIÓN CONTRACTUAL.


1
Patricia Ramírez Piedrafita

En principio, un contrato es fundamentalmente la veste jurídica de una operación


económica que consiste en un intercambio de bienes o servicios. En ese intercambio
que hacemos constantemente, por ejemplo tomarse una caña en un bar, comprar un
brillante que vamos a regalar, no le otorgamos mucha importancia a este contrato que
estamos celebrando, en cuanto esquema jurídico, y únicamente pensamos que hemos
hecho una simple valoración económica. La valoración económica ínsita que en todo
contrato hay una evidencia que desde el punto de vista jurídico tiene una gran
importancia; y es el carácter patrimonial de la relación contractual.

Todo contrato debe tener por objeto prestaciones susceptibles de valoración


económica, básicamente en cualquier caso la patrimonialidad debe estar presente en
todo acuerdo contractual, mientras que otras figuras jurídicas que también consisten
en un acuerdo de voluntades, por ejemplo, el matrimonio, no pueden ser consideradas
propiamente como contratos por faltarles la nota de la patrimonialidad.

2. AUTONOMÍA PRIVADA Y FUERZA VINCULANTE DE LOS


CONTRATOS
2.1. LIBERTAD DE INICIATIVA ECONÓMICA PRIVADA Y AUTONOMÍA
PRIVADA

El contrato ha sido considerado como un instrumento dejado a la voluntad de los


particulares, y de esa realidad la doctrina jurídica a deducido el principio de la
autonomía privada (también se habla de autonomía contractual, el ámbito propio de la
autonomía es el marco contractual, estando excluida de otros sectores jurídicos
privados; por ejemplo: el derecho de familia, el hipotecario, y de todo el derecho
público).

El principio de la autonomía privada es una expresión con la que los juristas tratan de
resaltar que el ordenamiento jurídico reconoce a los particulares un amplio poder de
autorregulación de sus relaciones patrimoniales.

2.2. ÁMBITO PROPIO DE LA AUTONOMÍA PRIVADA.

Esa relevancia que la voluntad de las partes asume en el ámbito contractual requiere
de algunas observaciones que enmarquen el alcance efectivo de la autonomía privada
y de la libertad contractual:

 Es evidente que esa autonomía privada no puede ser contemplada al margen


del ordenamiento jurídico, como si fuese una libertad salvaje que tiene el
particular que le permite atentar contra el propio ordenamiento jurídico, y
contra las normas de carácter imperativo diamantes del orden público; moral y
buena fe.

La generalidad de las normas legales referentes al contrato tienen carácter dispositivo


y, por consiguiente, son disponibles y susceptibles por las partes

2
Patricia Ramírez Piedrafita

 En términos teóricos no debe llegarse a una hiper valoración conceptual de la


voluntad de las partes que concluya en afirmar sencillamente que el contrato
es un acuerdo de voluntades, con el olvido del sustrato económico del mismo y,
en particular, de la nota de patrimonialidad ya referida. Cargar las tintas en el
acuerdo de voluntades, aisladamente considerados, solo ha servido para que la
doctrina más propensa a ello haya alcanzado el grado necesario de abstracción,
para elaborar posteriormente la doctrina o teoría general del negocio jurídico.

2.3. AUTONOMÍA PRIVADA Y FUERZA VINCULANTE DE LOS


CONTRATOS.

La consagración normativa de la autonomía privada se encuentra formulada en


nuestro Código Civil en el artículo 1255: los contratantes pueden establecer los
pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente, siempre que no sean
contrarios a las leyes, a la moral, o al orden público. Esto es, una vez respetados los
límites institucionales de la autonomía privada, el contenido de los contratos depende
en exclusiva de la propia voluntad de las partes, quienes pueden dotar al entramado
de derechos y obligaciones generados por el contrato del alcance que les venga en
gana. De esta forma se puede generar la impresión de que las normas imperativas
representan un papel meramente negativo o preventivo respecto del pacto
contractual, prohibiendo determinadas conductas.

Siendo cierto dicho rol preventivo de las normas de Ius cogens sobre los contratos, a
deber ser completado con otro tipo de consideraciones:

 En primer lugar, las prescripciones legales pueden dotar al acuerdo


contractual de un significado y alcance distintos al establecido por las partes
en el clausulado contractual. Y el ordenamiento jurídico despliega también un
papel de carácter positivo en relación con el contrato, incluso contradictorio
con el sentido de las partes, acreditando que la voluntad de estas no es
todopoderosa.
 En segundo lugar, el ordenamiento jurídico constituye el fundamento último
de la relevancia de la voluntad de las partes, otorgando al contrato una fuerza
vinculante y unas posibilidades de actuación de las que podría carecer
técnicamente hablando.

La fuerza vinculante de los contratos se encuentra sancionada en el artículo 1091 del


código conforme al cual, las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de
ley entre las partes contratantes y deben cumplirse al tenor de los mismos. Este
precepto no afirma que el contrato sea ni siquiera inter partes, ley; sin embargo
atribuye a las obligaciones ex contractu fuerza de ley en la relaciones entre los
contratantes, fundamentando así la eficacia obligatoria de la autonomía privada.

3
Patricia Ramírez Piedrafita

2.4. LA LIBERTAD CONTRACTUAL EN LOS PECL

Mientras que la doctrina contemporánea a la que seguimos resalta la noción de la


autonomía privada, los PECL insisten en la idea de libertad contractual. Así el artículo
1102 establece lo siguiente:

 Las partes son libres para celebrar un contrato y establecer su contenido,


respetando la buena fe y las normas imperativas dispuestas por los principios.
 Las partes pueden excluir la aplicación de cualquiera de los presentes
principios o derogar o modificar sus efectos, salvo que los principios hubieran
establecido otra cosa.

Hay que tener en cuenta que esta libertad de establecimiento del contenido
contractual coincide con la noción de autonomía privada, circunscrita, en relación con
nuestro propio ordenamiento por las normas imperativas y por la buena fe en sentido
objetivo.

3. CLASIFICACIONES DE LOS CONTRATOS

Respecto al procedimiento de incardinar las categorías contractuales al exponer el


criterio que sirve de punto de distinción:

- Primera columna: criterio como elemento distintivo


- Columna del centro: su específica operatividad en las categorías contractuales
consideradas
- Última columna: categorías contractuales

Ahora vamos a clasificar el contrato según la tradición doctrinal en: contratos


consensuales, reales y formales; contratos gratuitos y onerosos; contratos típicos y
atípicos; contratos instantáneos, duraderos y de ejecución periódica; y por último,
contratos bilaterales unilaterales.

4
Patricia Ramírez Piedrafita

3.1. CONTRATOS CONSENSUALES, REALES Y FORMALES

Atendiendo a la primacía del mero consentimiento como elemento genérico de los


contratos, la mayor parte de los contratos tienen carácter consensual. Hablar de
contratos consensuales significa que el contrato se perfecciona; genera derechos y
obligaciones para las partes por entenderse válidamente celebrado, por el mero
consentimiento contractual. En nuestro derecho, los contratos que tienen carácter
consensual son los de compraventa, permuta, arrendamientos, sociedad, mandato,
seguro, fianza… Y en general todos los contratos que no sean calificable legalmente
como formales de una parte o reales de otra.

Hablar de contratos reales es hablar de una limitada relación de contratos para cuya
perfección el código civil requiere tanto el mero consentimiento como la entrega de
una cosa.

En este caso serían los préstamos en sus versiones mutuo y comodato, depósito y
prenda.

Según la doctrina clásica en ellos no habría propiamente contrato sin la entrega de la


cosa, sino número precontrato que permitiría a las partes instar la exclusión del mismo
para llegar al verdadero contrato, previa entrega de la cosa. Y la moderna doctrina
critica la existencia de la categoría de los contratos reales, por constituir una pieza
extraña en el derecho modificado. Sin embargo, conforme a los artículos citados en el
código civil y en otros concordantes la entrega de la cosa es un requisito constitutivo
de los contratos de préstamo depósito o prenda.

Por último, los contratos formales se utilizan para referirnos al grupo de contratos en
los que la forma es solemne. Obviamente todo contrato tiene que asumir una forma
determinada, solo que en algunos contratos la forma asume carácter de elemento
esencial o estructural del propio contrato a efecto de determinación de la validez del
mismo. Sin forma solemne, cuando esta es requerida, no se puede decir que el
contrato ha sido perfeccionado o celebrado.

3.2. CONTRATOS GRATUITOS Y ONEROSOS

Se habla de contrato gratuito o lucrativo cuando una de las partes contratantes se


enriquece obtiene un beneficio a consecuencia del contrato, sino asumir carga o
contraprestación alguna. Un ejemplo sería la donación. Para el código civil son
igualmente gratuitos los contratos de mandato, préstamo y depósito; beneficiar a
alguien sin exigir nada a cambio.

Sin embargo, en los contratos onerosos la prestación de una parte encuentra su razón
de ser en la contraprestación de la otra, por ejemplo, intercambiar una cosa por precio
en la compraventa. El término oneroso expresa que se trata de conseguir algo
mediante la transferencia a la otra parte de un valor equivalente, que será objeto de
una valoración subjetiva por parte de los contratantes y que a veces se llevará acabo

5
Patricia Ramírez Piedrafita

con absoluto alejamiento del valor de mercado objetivo de la prestación contractual


(Pago a un pintor para que retrate a mi hijo a un precio desorbitado por mi emoción,
él, sabiendo de mis sentimientos, se aprovecha de ello).

La relación de equivalencia entre las prestaciones de las partes suele quedar fijada, de
antemano y de forma cierto y segura al celebrar el contrato; en este caso se hablan de
contratos conmutativo.

Mientras que, si la ejecución de alguna de las prestaciones o su concreta cuantía


depende de un acontecimiento incierto por ejemplo la cosecha de trigo o el número de
la ruleta, se habla de contrato aleatorio. La mayor parte de los contratos onerosos
tienen carácter conmutativo.

3.3. CONTRATOS TÍPICOS Y ATÍPICOS

En cuanto a los contratos típicos encontramos aquellos esquemas contractuales que


están legalmente contemplados y a los que el derecho objetivo proporciona una
regulación de carácter general. Así, los diversos tipos de contratos recogidos en el
código civil o en cualquier otra disposición legal son calificados como típicos. Por lo
general la regulación legal de estos suele ser tributaria. Su regulación objetiva se limita
a ofrecer el Marco básico del contrato de que se trate mediante escasas normas de
carácter imperativo al tiempo que ofrece la posibilidad a los particulares de modificar
el resto de la disciplina legal, que se caracteriza por tener naturaleza dispositiva. Así la
libertad contractual puede recaer sobre la mayoría de los extremos de interés práctico
(cómo y dónde se entrega la cosa, precio y modalidades de pago, garantías específicas
de la operación etc.) que quedan al árbitro de la voluntad de los contratantes. Para el
caso de que estos dejen sin regular algún extremo la disciplina legal se aplicará de
modo supletorio.

En cuanto a los contratos atípicos son aquellos que aún careciendo de reconocimiento
legal y de regulación positiva reúne los requisitos esenciales de la genérica figura
contractual.

Su admisibilidad es indiscutible y la jurisprudencia en base del artículo 1255 y otros


preceptos concordantes, tiene suficientemente declarado que la libertad contractual
derivada de la iniciativa económica privada conlleva que las personas puedan
estructurar libremente figuras contractuales no consagradas aun legalmente. La
celebración de un contrato atípico supone estructurar un modelo contractual que no
cuenta con una regulación supletoria ad hoc y es conveniente perfilar muy
cuidadosamente las reglas o cláusulas contractuales para evitar imprevisiones en la
ejecución efectiva del contrato.

6
Patricia Ramírez Piedrafita

3.4. CONTRATOS INSTANTÁNEOS, DURADEROS Y DE EJECUCIÓN


PERIÓDICA

La distinción entre estos contratos es el periodo temporal propio discusión del


contrato. Los contratos instantáneos son aquellos cuya completa ejecución se realiza
en un acto temporal único en un breve lapso de tiempo, los contratos duraderos
conllevan cierta continuidad temporal en su vigencia discusión estableciendo un
vínculo entre las partes que se prolongue durante un determinado plazo temporal,
Durante este plazo las partes deberán llevar a cabo la ejecución de las prestaciones
pactadas. Y por último en el caso de que una de las partes contratantes deba realizar
alguna prestación con una determinada regularidad temporal se habla de contratos de
ejecución periódica, por ejemplo, pagar mensualmente la renta de arrendamiento

3.5. CONTRATOS BILATERALES Y UNILATERALES

Los contratos bilaterales o sinalagmáticos son aquellos que generan obligaciones para
ambas partes, de forma recíproca y correspondiente: el comprador debe pagar el
precio mientras que el vendedor queda obligado a entregar el bien objeto de venta…

Los contratos unilaterales son aquellos que generan obligaciones para una sola de las
partes contratantes, por ejemplo, cuando presta un amigo 60 €, solamente él queda
obligado del contrato de préstamo.

La razón fundamental de la contraposición entre ambos tipos de contratos viene dada


porque en los contratos unilaterales no es de aplicación la facultad resolutoria por
incumplimiento, en el artículo 1124, como causa de ineficacia del contrato.

Todos los contratos bilaterales son simultáneamente de carácter oneroso, pueden


existir contratos unilaterales que no tengan carácter gratuito, por ejemplo, la
donación, sino que tengan carácter oneroso: por ejemplo, en el caso del préstamo con
interés, que convierte un contrato tendencialmente gratuito en oneroso para el
prestatario.

También podría gustarte