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Derecho Civil II

TEMA 19

CAPITULO 1 LOS CONTRATOS

1.- EL CONCEPTO DE CONTRATO

1.1. D ESENVOLVIMIENTO HISTÓRICO DE LA IDEA DE CONTRATO


El art. 1.254 CC establece que “el contrato existe desde que una o varias personas
consienten en obligarse, respecto una de otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio”.
El contrato es, por tanto, un mecanismo de generación de derechos y obligaciones
respecto a las partes, las cuales se encuentran vinculadas a la realización de una promesa
por el mero hecho de haberse comprometido a ello. No cabe duda en cuanto a su carácter
de fuente de las obligaciones, como bien establece el art. 1.089 CC.

Historia:
Época romana: formalismo muy marcado, no hay ninguna institución que se asemeje a la
idea actual de contrato:
 Stipulatio: no se puede otorgar eficacia obligatoria a los actos que no reunían las
rígidas reglas o la certeza de la entrega de una cosa
 Figuras contractuales: pueden ser verbales, reales, literales o consensuales, pero
tienen rígidos presupuestos formales de eficacia que impedían su generalización y su
tratamiento como categoría
 Contratos innominados de la época justinianea: tampoco se asemejan
Época del ius commune y los canonistas
Influencia de la Iglesia católica: Principio de buena fe y el principio de respeto a la
palabra dada (pacta sun servanda)
También aparece el principio solus consensus obligat: los contratos se forman por el
simple consentimiento de las partes y los modos para para su exteriorización son libres.
Se consolida la jurisdicción mercantil en la cual el consentimiento mutuo constituye la
esencia del contrato
Edad moderna
 Se acentúa la consideración de la voluntad individual (y, por tanto, del
consentimiento de ambas partes contratantes) como base del contrato.
 Escuela de Derecho natural: reclama la propia posición del ser humano y la
importancia de la voluntad individual como criterio decisivo en las más diversas
facetas de la actividad humana.

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Conclusión: el contrato como categoría es manifestación del consentimiento y así pasa al


Code Napoleón y al resto de los Códigos Civiles.

1.2. E L CONTRATO COMO MEDIO DE INTERCAMBIO DE BIENES Y SERVICIOS


El contrato es un medio de intercambio de bienes y servicios. Es evidente que nadie es
autosuficiente y que cualquier persona ha de contar con los demás. Esta satisfacción de las
necesidades individuales en un mundo en el que todas las riquezas están ya ocupadas y
nadie realiza actividad alguna sin la oportuna contraprestación se consigue a través de una
cadena sucesiva de intercambios económicos.
Por supuesto, no todos los intercambios pueden ser considerados como contratos, por
ejemplo el pago de tasas académicas, cuando se acude al médico de la Seguridad Social. En
ambos casos se accede a un bien, pero a través de la intervención del Estado que abarata o
facilita dichos bienes
El dinero es el medio común de intercambio, aunque pueden cerrarse contratos donde no
intervenga el dinero para nada, por ejemplo cuando concedo a un constructor un terreno a
cambio de que me otorgue la propiedad del ático del edificio que va a construir.

1.3. L A PATRIMONIALIDAD DE LA RELACIÓN CONTRACTUAL


Un contrato es fundamentalmente la “veste (vestimenta) jurídica” de una operación
económica consistente en un intercambio de bienes o de servicios. La mayor parte de los
intercambios son instantáneos (billete bus, tomar café).
Todo contrato debe tener por objeto prestaciones susceptibles de valoración económica,
ya sean tales prestaciones en bienes (o cosas) o servicios. A veces la valoración económica
es fácil (precio de mercado de un bien) y otras depende del interés de los contratantes.
Incluso en los contratos unilaterales (donación o regalo) tiene que existir el requisito de
patrimonialidad. Es por ello, que determinados acuerdos de voluntades sin un carácter
patrimonial no tienen el carácter de contrato, por ejemplo el matrimonio.

2.- AUTONOMÍA PRIVADA Y FUERZA VINCULANTE DE LOS CONTRATOS

2.1. L IBERTAD DE INICIATIVA ECONÓMICA PRIVADA Y AUTONOMÍA PRIVADA


Si en el contrato subyace un intercambio económico objeto de valoración por las partes,
no puede extrañar que el estudio del mismo haya servido para resaltar el papel conformador
de la voluntad de los contratantes, y en definitiva, la libertad de iniciativa económica
privada, la cual está reconocida por la generalidad de los sistemas de los países
evolucionados, incluso a nivel constitucional.

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Tradicionalmente, el contrato ha sido considerado como un instrumento dejado a la


voluntad de los particulares y, de dicha realidad, la doctrina jurídica ha deducido el principio
de autonomía privada o autonomía contractual.
Autonomía se refiere a darse la ley a sí mismo, es decir, autonormarse. El ordenamiento
jurídico reconoce a los particulares un amplio poder de autorregulación en sus relaciones
patrimoniales (principio dispositivo), en función de las necesidades e intereses de las partes.

2.2. Á MBITO PROPIO DE LA AUTONOMÍA PRIVADA


La relevancia que la voluntad de las partes asume en el ámbito contractual requiere
algunas observaciones que enmarquen el alcance efectivo de la autonomía privada y de la
libertad contractual:
1. En primer lugar, la autonomía privada no puede ser contemplada al margen del
ordenamiento jurídico, que la reconoce y protege y, por tanto, no puede atentar
contra el propio ordenamiento jurídico y, en concreto, contra las normas de carácter
imperativo, la moral (referida a los principios morales recogidos por el ordenamiento
jurídico) y la buena fe. No obstante, la mayoría de las normas legales referentes al
contrato tiene carácter dispositivo, y por lo tanto, son disponibles y sustituibles por las
partes. Aunque también hay normas contractuales de derecho imperativo que tienen
primacía sobre la autonomía privada.
2. De otra parte, en términos teóricos, parece claro que no se debe llevar a una
hipervaloración conceptual de la voluntad de las partes que suponga la afirmación que
el contrato es un acuerdo de voluntades, con el olvido del substrato económico del
mismo y, en particular, de la nota de patrimonialidad.

2.3. A UTONOMÍA PRIVADA Y FUERZA VINCULANTE DE LOS CONTRATOS


La consagración normativa de la autonomía privada en nuestro CC se encuentra
formulada en el art. 1255: “los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y
condiciones que tengan por conveniente, siempre que no sean contrarios a las leyes, a la
moral, ni al orden público”. Esto es, una vez respetados los límites institucionales de la
autonomía privada, el contenido de los contratos depende en exclusiva de la propia voluntad
de las partes.
Además, existen normas imperativas que cumplen las siguientes funciones:
1. Papel preventivo, prohibiendo determinadas conductas.
2. Las prescripciones legales pueden dotar al acuerdo contractual de un significado y
alcance distintos al establecido por las partes en el clausulado contractual. Así el
ordenamiento jurídico despliega también un papel de carácter positivo en relación con

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el contrato, incluso contradictorio con la voluntad de las partes, acreditando que la


voluntad de éstas no es todopoderosa.
3. El ordenamiento jurídico constituye precisamente el fundamento último de la
relevancia de la voluntad de las partes, y otorga al contrato una fuerza vinculante y
unas posibilidades de actuación de las que podría carecer técnicamente hablando. La
fuerza vinculante de los contratos se encuentra sancionada en el artículo 1.091 CC,
conforme al cual: “las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley
entre las partes contratantes, y deben cumplirse al tenor de los mismos”. Dicho
precepto, fundamental en nuestro sistema, atribuye a las obligaciones “fuerza de ley”
en las relaciones entre los contratantes. Los contratos tienen fuerza de ley, pero no
son ley

3.- LAS CLASIFICACIONES DE LOS CONTRATOS

3.1. C UADRO SINÓPTICO SOBRE LA CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS

-Consentimiento CONSENSUALES

1. Elemento determinante en el
-Entrega de la cosa REALES
proceso formativo

-Forma solemne FORMALES

-Liberalidad o
GRATUITOS
altruismo

2. Finalidad perseguida
-Intercambio
económico recíproco y ONEROSOS
equivalente

-Sí TÍPICOS
3. Regulación del tipo
contractual por el Dcho. Positivo
-No ATÍPICOS

-Único INSTANTÁNEOS

-Continuado no
4. Momento o período DURADEROS
periódico

-Periódico DE EJECUCIÓN PERIÓDICA

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-Una sola parte UNILATERALES


5. Nacimiento de obligaciones a
cumplir
-Ambas partes BILATERALES

3.2. C ONTRATOS CONSENSUALES , REALES Y FORMALES


Contratos consensuales: la mayor parte de los contratos tiene carácter consensual. El
contrato se perfecciona (genera derechos y obligaciones para las partes) por el mero
consentimiento contractual. Tienen carácter consensual los contratos de compraventa,
permuta, arrendamientos, sociedades, mandato, seguro, fianza... y, en general, todos los
contratos que no sean calificables como formales, de una parte, o reales, de otra.
Contratos reales: se hace referencia a unos pocos tipos de contratos para cuya perfección
el Código Civil requiere, además del mero consentimiento, la entrega de una cosa. Son
contratos reales el préstamo (mutuo y comodato), depósito y prenda. Por ejemplo, en el
contrato de préstamo es necesario dar el dinero para que se perfeccione el contrato.
Contratos formales: no se pretende indicar que unos contratos tienen forma y otros no,
pues todo contrato tiene que asumir necesariamente una forma determinada. Lo que ocurre
es que sólo en algunos contratos la forma asume carácter de elemento esencial o estructural
del propio contrato a efectos de determinación de la validez del mismo: sin la forma
solemne, cuando ésta es requerida, no se puede decir que el contrato haya sido
perfeccionado o celebrado. Por ejemplo, en los casos de donación, para que esta sea válida,
se requiere escritura pública ante notario.

3.3. C ONTRATOS GRATUITOS Y CONTRATOS ONEROSOS


Contrato gratuito (o lucrativo) cuando una de las partes contratantes se enriquece u
obtiene un beneficio a consecuencia del contrato, sin asumir carga o contraprestación
alguna. El ejemplo paradigmático es la donación o regalo. Para el CC son igualmente
gratuitos los contratos de mandato, préstamo y depósito; que también se encuentran
basados en la idea de altruismo, por ejemplo te presto los pendientes de mi abuela para la
boda.
Contratos onerosos: La prestación de una parte encuentra su razón de ser en la
contraprestación de la otra. El calificativo oneroso expresa que se trata de conseguir algo
mediante la transferencia a la otra parte de un valor equivalente que, como sabemos, será
objeto de una valoración subjetiva por parte de los contratantes y que a veces se llevará a
cabo con absoluto alejamiento del valor de mercado u objetivo de la prestación contractual.
 Contrato conmutativo. La relación de equivalencia entre las prestaciones de las partes
suele quedar fijada, de antemano y de forma cierta y segura, al celebrar el contrato. Son
los más comunes.

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 Contrato aleatorio. En el caso de que la ejecución de las prestaciones, o su concreta


cuantía, dependa de un acontecimiento incierto (la cosecha de trigo, el número de la
ruleta…). Condición determinable.
3.4. C ONTRATOS TÍPICOS Y ATÍPICOS
- Contratos típicos: Son aquellos que están legalmente contemplados y a los que el
Derecho objetivo proporciona una regulación de carácter general. Así pues, los diversos
tipos de contratos recogidos en el Código Civil (compraventa, arrendamiento, etc.) o en
cualquier otra disposición legal (contrato de edición, etc.) serían calificables como típicos.
Suelen ser aquellos contratos con tradición histórica o con expansión actual. Se establece el
marco básico del contrato, mediante escasas normas de carácter imperativo, teniendo el
resto naturaleza dispositiva. En el caso de que los contratantes dejen sin regular algún
punto, la disciplina legal se aplicará de modo supletorio.
- Contratos atípicos: Son aquellos que, aun careciendo de reconocimiento legal y de
regulación positiva, reúnen los requisitos esenciales de la figura contractual. Su
admisibilidad es indiscutible, y la jurisprudencia reconoce, que la libertad contractual
derivada de la iniciativa económica privada, conlleva que las personas puedan estructurar
libremente figuras contractuales no consagradas legalmente. La celebración de un contrato
atípico supone un modelo contractual que no cuenta con una regulación supletoria ad hoc,
por lo que conviene perfilar bien las reglas o cláusulas contractuales para evitar
imprevisiones en la ejecución efectiva del contrato. Por lo general, después de un tiempo los
contratos atípicos generalizados en la práctica se acaban regulando y transformando en
típicos, por ejemplo cuidados de los ancianos a cambio de vivienda, antes era atípico, ahora
está regulado.

3.5. C ONTRATOS INSTANTÁNEOS , DURADEROS Y DE EJECUCIÓN PERIÓDICA


 Contratos instantáneos: Son aquellos cuya completa ejecución se realiza en un acto
temporal único o en un breve lapso temporal.
 Contratos duraderos: Son los que conllevan cierta continuidad temporal en su vigencia
y ejecución, estableciendo un vínculo entre las partes contratantes que se prolonga
durante un determinado plazo temporal. Durante dicho plazo las partes, de forma
continuada o no, según la naturaleza del contrato, deberán llevar a cabo la ejecución de
las prestaciones.
 Contratos de ejecución periódica: Son contratos en los que una de las partes
contratantes debe realizar alguna/as prestaciones con una determinada regularidad
temporal (pagar la renta mensual).

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3.6. C ONTRATOS BILATERALES Y UNILATERALES


Evidentemente, el contrato se caracteriza porque tienen que haber, al menos, dos partes.
La razón distintiva entre contratos bilaterales y unilaterales no se basa en el número de
partes, sino en el nacimiento de obligaciones a cargo de una o de ambas partes.
- Contratos bilaterales (o sinalagmáticos) son aquellos contratos que generan
obligaciones para ambas partes, de forma recíproca (el comprador paga y el vendedor
entrega la cosa).
- Contratos unilaterales, son los que generan obligaciones para una sola de las partes
contratantes (presto a un amigo 30€: solamente él queda obligado).
La razón fundamental de la contraposición entre ambos tipos contractuales viene dada
porque en los contratos unilaterales no es de aplicación la facultad resolutoria por
incumplimiento, contemplada por el art. 1.124, como causa de ineficacia del contrato.
Resaltar que las clasificaciones gratuitos/onerosos de una parte y bilateral/unilateral de
otra no son coincidentes ya que:
Aunque todos los contratos bilaterales son onerosos
Pueden existir contratos unilaterales que no tengan carácter gratuito, por ejemplo
préstamo con interés.

EXAMEN:

Clasificación de los contratos: reales, consensuales y formales *****


Clasificación de los contratos
La categoría de los contratos formales
Contratos típicos y atípicos
Contratos duraderos, instantáneos y de ejecución periódica
Contratos bilaterales y unilaterales.

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TEMA 20

CAPITULO 2: LOS ELEMENTOS DEL CONTRATO

1.- LOS ELEMENTOS DE L CONTRATO

1.1. E LEMENTOS ESENCIALES Y ELEMENTOS ACCIDENTALES DEL CONTRATO


El mínimo de elementos que acredita la existencia de un contrato válido son:
 El consentimiento de las partes
 El objeto
 La causa.
Pero, dado el reconocimiento de la autonomía privada, es obvio que las partes pueden
introducir en el contrato previsiones complementarias (no requeridas legalmente) de las que
dependa la propia eficacia del contrato celebrado. Ello obliga a distinguir entre elementos
esenciales y elementos accidentales del contrato.
Los elementos esenciales, deben estar presentes en todo contrato para que,
válidamente, se pueda hablar de tal. Por ello es tajante e imperativo el art. 1.261 CC “No
hay contrato sino cuando concurren los requisitos siguientes:
1. Consentimiento de los contratantes.
2. Objeto cierto que sea materia del contrato.
3. Causa de la obligación que se establezca.
Además de lo anterior, en los contratos formales o solemnes, la forma es esencial y en los
reales es requisito obligatorio la entrega de la cosa.
Los elementos accidentales pueden estar presentes por voluntad de las partes en el
contrato, pero su presencia no es esencial ni determinante, para que pueda hablarse de
contrato válido. Pero si se incorporan al acuerdo contractual, los elementos accidentales
acaban por convertirse en requisitos determinantes de la eficacia del contrato.
Fundamentalmente, son la condición y el término. En menor medida, respecto de los
contratos gratuitos, asume cierta relevancia el modo.

1.2. LOS DENOMINADOS ELEMENTOS NATURALES DEL CONTRATO


Los elementos naturales son ciertas notas características de algunos contratos que la
regulación legal de los mismos considera implícitas en los correspondientes acuerdos

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contractuales si las partes no disponen nada en contrario y que derivan de la propia


naturaleza del contrato.
Un ejemplo clásico de “elemento natural” es el carácter gratuito del contrato de depósito
como regla, y salvo pacto en contra. Llamativamente, sin embargo, la regla de Derecho
mercantil es precisamente la contraria: el carácter retribuido del depósito salvo pacto en
contrario.
Los elementos naturales no son requisito de validez o condición de eficacia del contrato,
son un detalle normativo a través de normas dispositivas. Actualmente la doctrina reniega
de ellos aunque la jurisprudencia los suele utilizar, como por ejemplo el saneamiento por
evicción que es un elemento natural del contrato de compraventa, aunque el mismo es
disponible por las partes contratantes.

2.- LA CAPACIDAD CONTRACTUAL


El contrato se define como acuerdo de voluntades (decisión de dos o más personas de
realizar un determinado compromiso). El punto de partida es la voluntad coincidente de
ambas partes.
La manifestación del consentimiento de cada una de las partes puede darse de muy
diferentes maneras (firmando un extenso contrato; levantando la mano para detener un
taxi…), pero requiere en todo caso que el consentimiento se haya formado libre y
conscientemente y, además, por persona que tenga capacidad de obrar o capacidad
contractual.

2.1. L A CAPACIDAD PARA CONTRATAR CON ANTERIORIDAD A LA L.O. 1/1996.


Con anterioridad a la Ley Orgánica 1/96 de protección jurídica del menor el art 1.263 del
CC
“No pueden prestar consentimiento:
1) Los menores no emancipados.
2) Los locos o dementes y los sordomudos que no sepan escribir”.

a) Los menores no emancipados


En la redacción original del Código, la barrera entre la capacidad e incapacidad de obrar
era nítida: la mayoría de edad. Sin embargo actualmente, se reconoce que la adquisición de
la capacidad de obrar es gradual y paulatina.
No obstante, dicha capacidad del menor no llega a permitirle con carácter general la
válida celebración de contratos hasta la promulgación de la Ley 26/2015. El menor
sigue careciendo de capacidad contractual, pese a no ser técnicamente un incapaz. El
ordenamiento jurídico trata de proteger así al menor declarando inválidos los contratos que

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el menor pueda realizar, ante la eventualidad de que la contraparte abuse o se prevalga de


la inexperiencia o ingenuidad del menor.
El contrato celebrado por un menor no es radicalmente nulo, sino sólo anulable; al tiempo
que el código veta al mayor de edad de la posibilidad de poder impugnarlo o instar su
anulación.

b) Los locos o dementes y los sordomudos que no sepan escribir


Las personas descritas se encuentran incursas en causa de incapacitación, por la falta de
discernimiento de los primeros y por la imposibilidad de relación o comunicación con otras
personas de los segundos.
En la regulación originaria del Código, pródigos o interdictos, se encontraban en la misma
situación que los locos y los sordomudos. Por tanto, una de dos, o el artículo 1.26.2º
incurrió en grave error de olvidar a aquellos o se trataba de evitar que los locos y
sordomudos, aun sin haber sido incapacitados, pudiesen celebrar válidamente contratos.
Parecida disyuntiva se planteaba tras la promulgación de la Ley 13/83 de reforma del CC en
materia de tutela. Conforme a esta ley el alcance de la incapacitación es graduable y, en
cada caso, dependerá de la correspondiente declaración judicial. Por lo que, si la sentencia
de incapacitación de alguna de estas personas (loco o sordomudo) declara legítimo que
puedan celebrar ciertos contratos ¿qué sentido tiene el art 1263?

c) La cuestión de la incapacidad natural


Pese a que el art. 1.264.1 (“la incapacidad declarada en el artículo anterior está sujeta a
las modificaciones que la ley determina”), la conclusión más correcta es considerar que el
art. 1.263.2 no trataba de regular la validez de los contratos celebrados por (alguna de) las
personas que eran susceptibles de ser incapacitadas, en el caso de que hubiese recaído
sentencia de incapacitación. Es decir, el campo de aplicación del art. 1.263.2 quedaba
circunscrito a la actuación de locos y sordomudos que, pese a su incapacidad natural para
relacionarse con los demás, llegaban a contratar. Para regular la capacidad contractual de
los incapacitados basta y sobran las normas dictadas en materia de incapacitación y por el
consiguiente fallo judicial.

2.2. L A REFORMA DEL ARTÍCULO 1.263 POR LA L EY ORGÁNICA DE PROTECCIÓN DEL MENOR
La Ley Orgánica 1/1996 de Protección Jurídica del Menor, ha introducido una importante
reforma en el tratamiento dispensado por el Código a la capacidad de contratar.
Una de las reformas más polémicas, por suponer un desajuste gramatical, es la del
1.263.2, que ahora dispone “no pueden prestar consentimiento... 2º) Los incapacitados...”.

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Aunque el precepto reformado inhabilite a los incapacitados (genéricamente hablando)


para emitir el consentimiento contractual, la aplicación de las normas generales sobre
incapacitación y el carácter gradual de su alcance (fijado en la correspondiente sentencia)
deben primar sobre el tenor literal del nuevo art. 1263.2.

2.3 LA REFORMA DEL ARTÍCULO 1.263 POR LA LEY 26/2015, SOBRE


PROTECCION DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA
La reforma del CC por la Ley 26/2015 da nueva redacción a los artículos 1.263 y 1.264. El
Art. 1.263 enuncia: “no puede prestar consentimiento:
1. Los menores no emancipados, salvo en aquellos contratos que las leyes les permitan
realizar por si mismos o con asistencia de sus representantes, y los relativos a bienes
y servicios de la vida corriente propios de su edad de conformidad con los usos
sociales.
2. Los que tienen su capacidad modificada judicialmente, en los términos señalados por
la resolución judicial.”

2.3. L AS PROHIBICIONES DE CONTRATAR


En determinados y concretos supuestos, las leyes prohíben a algunas personas la
celebración de ciertos contratos, pese a gozar de la capacidad general de obrar (por
ejemplo, un Alcalde no puede concurrir a subastas municipales).
En tales supuestos se habla de prohibiciones de contratar, para resaltar que la existencia
de capacidad contractual de los posibles contratantes se ve restringida por una prohibición
expresa respecto de un determinado o concreto contrato. A tales prohibiciones se refiere el
art. 1.264 in fine al establecer que la regla general del precepto anterior “se entiende sin
perjuicio de las incapacidades especiales que la misma establece”.
Por lo general, las prohibiciones de contratar se basan en razones de orden público,
económico y tratan de evitar que ciertos grupos de personas se prevalgan de la función
(pública o no) que socialmente desempeñan, obteniendo un enriquecimiento injusto, a costa
de otra persona que se encuentra en una situación dependiente o subordinada. Se basan en
la defensa de la moralidad implícita o subyacente.
Las prohibiciones de contratar tienen carácter particular y concreto; son de interpretación
restrictiva y el mandato legal que las dicte no puede generalizarse ni aplicarse por vía de
analogía a otros supuestos no contemplados legalmente. Aunque en el caso de que pretenda
ser burlada por mecanismos indirectos, la ley puede utilizar este precepto aunque no esté
literalmente contemplado en él.

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2.4. EL AUTOCONTRATO
El término autocontrato pretende englobar todos aquellos supuestos en los que una sola
persona asume las posiciones contractuales contrapuestas, por contar con poderes
representativos de otra persona, sea natural o jurídica, o bien por tener capacidad decisoria
sobre dos patrimonios separados. El concepto es controvertido y no toda la doctrina lo
admite, ya que no existen dos partes, sino una sola.
En el Derecho español no existe una regulación general de la figura del autocontrato. Sin
embargo sí existen algunos preceptos en los que se evidencia la prohibición de celebrar
actos jurídicos por los representantes cuando dicha celebración suponga conflicto de
intereses con sus respectivos representados:
 Se prohíbe comprar, a tutores y mandatarios, bienes de sus representados.
 Se exige que, cuando los progenitores de hijos no emancipados tengan intereses
contrapuestos a éstos, se nombre judicialmente un defensor de los intereses del menor.
 La prohibición de ser tutores a quienes “tuvieren importantes conflictos de intereses con
el menor incapacitado…”.
 El Código de Comercio expresa que ningún “comisionista (representante) comprará para
sí mismo o para otro lo que se le haya mandado vender, ni venderá lo que se le haya
encargado comprar sin licencia del comitente (representado)”.
Aunque sería razonable concluir que el autocontrato no es admisible en el Derecho
español y que debe ser considerado como anulable en los supuestos de representación
voluntaria y nulo de pleno derecho en las hipótesis de representación legal. Sin embargo la
jurisprudencia lo admite en los casos que no exista conflicto de intereses entre el que realiza
el autocontrato y el representado. Por ejemplo: Si un padre intenta venderse a sí mismo los
bienes de su hijo menor a un precio irrisorio no es admisible, pero si el padre regala una
finca a su hijo menor si es admisible. De este modo, la admisibilidad del autocontrato se
basaría en consideraciones de orden formal (conflicto de intereses). La STS 10 de Junio de
2015, considera jurídicamente ineficaz la autocontratación cuando se da realmente un
conflicto y una contradicción de intereses que haga imposible la actuación de una persona
que obra por sí misma y a la vez represente a otra (física o jurídica). El contrato realizado
en estos casos pierde licitud debido a su abuso del derecho, intentan de algún modo dañar y
perjudicar a otro (genera daño a un tercero).

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3.- LA LIBRE FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO Y VICIOS DE LA VOLUNTAD

3.1. E N GENERAL
El Ordenamiento jurídico vela porque el consentimiento contractual se preste por los
contratantes de forma libre y consciente. Cuando el consentimiento (generalmente de una
de las partes) ha sido fruto del error, de la coacción o del engaño, el ordenamiento declara
viciado el contrato y permite que sea anulado por el contratante que ha sufrido tales
interferencias en la formación de su consentimiento o voluntad de contratar. Se llaman
vicios de la voluntad o vicios del consentimiento.
En tal sentido, dispone el art. 1265 CC que “será nulo el consentimiento prestado por
error, violencia, intimidación o dolo”.

3.2. E L ERROR COMO VICIO DEL CONSENTIMIENTO


La validez de los contratos no puede quedar sometida a las alegaciones de cualquiera de
las partes de haberse equivocado sin más ni más, ya que entonces los contratos no tendrían
efectos obligatorios.
El CC no define el error como vicio del consentimiento, aunque en el art. 1266 CC le da el
significado usual. Además, en el art. 1266 CC se regulan los requisitos o circunstancias
fundamentales que comportan que el error sea relevante o no con vistas a privar de eficacia
al contrato celebrado.
De otra parte, la jurisprudencia es sumamente rigurosa en la acreditación y prueba de
esos requisitos. El TS afirma que el error con trascendencia anulatoria tiene un sentido
excepcional acusado y que requiere prueba plena. Además su apreciación queda reservada a
los Jueces de primera instancia y por tanto, queda excluida la casación.

a) Requisitos del error como causa de anulabilidad del contrato


Según el art. 1266 CC: “para que el error invalide el consentimiento, deberá recaer sobre
la sustancia de la cosa que fuere objeto del contrato o sobre aquellas condiciones de la
misma que principalmente hubiesen dado motivo a celebrarlo. El error sobre la persona sólo
invalidará el contrato cuando la consideración a ella hubiese sido la causa principal del
mismo”. Conforme a ello suele hablarse de error esencial o sustancial y de error sobre la
persona.
1.- Error esencial o sustancial. El error debe recaer sobre la sustancia de la cosa
objeto de contrato o condiciones de la cosa que hubiesen dado motivo a celebrarlo. El
error sustancial es un error de carácter objetivo.

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2.- Error sobre la persona con que se contrata. El error sobre la persona puede
tener eficacia invalidante en relación con todo tipo de contratos siempre que la
consideración de la otra parte contratante haya sido erróneamente valorada de forma
excusable y esencial. Aunque en la práctica se aplica de forma limitadísima, fuera de
los contratos intuitu personae.
3.- Error excusable. Aunque no lo describe el art. 1266 se requiere igualmente que
el error sea excusable. El contratante que incurre en yerro debe acreditar haber
ejercitado una diligencia normal en el conocimiento de los extremos propios del
objeto del contrato y que, pese a ello, no ha logrado superar la falsa representación
mental en que ha incurrido. Es decir, que el error no es imputable a quien lo padece y
que no pudo evitarse mediante el empleo de una regular diligencia.
4.- Debe existir un nexo de causalidad entre el error sufrido y la celebración
del contrato, de forma que dicho error es determinante. De no haber existido error,
no se habría celebrado el contrato.

b) Error de hecho y de derecho


 Error de hecho: La existencia del error recae, además, sobre circunstancias de la cosa
objeto de contrato o sobre cualidades de la persona con que se contrata.
 Error de derecho: También puede deberse a la ignorancia o interpretación equivocada
de una norma jurídica que induzca a cualquiera de los contratantes a emitir una
declaración de voluntad que no habría realizado de haber tenido un conocimiento preciso
de las normas jurídicas aplicables al acuerdo contractual de que se trate. Antes se
aplicaba el principio de que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento y este
tipo de error no era trascendente. Ahora si se admite, pero la jurisprudencia es muy
estricta en el reconocimiento del error de derecho como causa de anulación, según la
cual ha de admitirse “con extraordinaria cautela y carácter excepcional”.

c) Otros supuestos de error


 Error en los motivos. La falsa representación mental recae sobre los móviles subjetivos
que llevan a una de las partes a contratar. (Ej.: alquilo un apartamento para unos días y
la empresa me fija las vacaciones para el mes siguiente). La jurisprudencia no lo admite
como causa de invalidez.
 Error de cuenta o error de cálculo. Art. 1266.3 CC: Sólo dará lugar a la corrección
matemática de la operación, que deberá ser realizada de nuevo. La interpretación del
precepto debe referirse sólo a errores de cuantificación, es decir en un error de cálculo u
operación aritmética.

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3.3. L A VIOLENCIA
Art. 1267.1 CC: “Hay violencia cuando para arrancar el consentimiento se emplea una
fuerza irresistible”. Tal fuerza irresistible se dará en todos los casos de violencia física
absoluta, en que la voluntad del contratante es sustituida por la del agente violentador. En
tales casos no es que la voluntad o el consentimiento del contratante se encuentren
“viciados”, sencillamente, no hay consentimiento.

3.4. L A INTIMIDACIÓN
A- Noción general y requisitos
La intimidación es otro de los “vicios de la voluntad” o deficiencia del consentimiento que
puede comportar la invalidez del contrato.
Según el art. 1267.2, consiste en “inspirar a uno de los contratantes el temor racional y
fundado de sufrir un mal inminente y grave en su persona y bienes, o en la persona o bienes
de su cónyuge, descendientes o ascendientes”. Se trata de una coacción moral:
1. La amenaza de que sea objeto una de las partes contratantes ha de ser de tal
naturaleza que “inspire un temor racional y fundado”. Entre el temor y el
consentimiento debe existir un nexo de causalidad.
2. La amenaza debe consistir en el anuncio de un mal inminente y grave, de tal forma
que influya en su ánimo induciéndole a emitir una declaración de voluntad no deseada
y contraria a sus intereses. El mal anunciado tiene que recaer directamente sobre la
persona, sobre los bienes del contratante o sobre sus familiares más cercanos y sus
bienes (cónyuge, descendientes o ascendientes), aunque puede resultar discutible que
dicho círculo de personas haya de ser asumido al pie de la letra: la amenaza podría
ser sobre un familiar que no pertenece a ese círculo tan restringido (sobre un
hermano, por ejemplo); es más, ni si quiera se habría de requerir un vínculo familiar
(sobrino huérfano que convive con él).
3. Aunque el CC no lo explicite, la amenaza intimidatoria ha de ser injusta y
extravagante al Derecho, ya que si la amenaza se reduce al posible ejercicio de un
derecho (ej: proceder a la ejecución hipotecaria) no se está llevando a cabo
intimidación alguna.

B- El temor reverencial
El último párrafo del art. 1267 CC contempla el denominado temor reverencial: “El temor
de desagradar a las personas a quienes se les debe sumisión y respeto no anulará el
contrato”.
El temor reverencial no es relevante para el Derecho en tanto no tenga naturaleza
intimidatoria; por tanto, el contrato celebrado será válido y eficaz. Por ejemplo, un

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Derecho Civil II

dependiente presta su piso a su jefe para agradarlo, esto sería válido, si lo hace bajo
amenaza de despido sería invalido.

3.5. R ÉGIMEN COMÚN DE LA VIOLENCIA Y LA INTIMIDACIÓN


Pese a que en el contrato celebrado bajo violencia física absoluta realmente no hay
consentimiento, mientras que en el caso de la intimidación está viciado, el art. 1.268 CC
dispone la misma consecuencia para ambos vicios de la voluntad: serán anulables.
Este artículo suele ser criticado por la doctrina, ya que se considera que los contratos
celebrados bajo violencia deberían ser nulos de pleno derecho por inexistencia absoluta de
consentimiento y ser éste un elemento esencial del contrato.
La violencia e intimidación pueden ser causadas tanto por la otra parte contratante
cuanto “por un tercero que no intervenga en el contrato”.

3.6. E L DOLO
A- Noción y requisitos
Actuar dolosamente o con dolo se refiere a cuando, malévola o maliciosamente, se actúan
para captar la voluntad del otro o para incumplir la obligación contraída (en el último caso
sería incumplimiento de obligación)
Refiriéndonos exclusivamente al dolo como vicio del consentimiento, éste consiste en
inducir a otro a celebrar un contrato que finalmente celebra y que, por tanto, incurre en
error. Lo que ocurre es que, como dicho error ha sido provocado por la otra parte, el
ordenamiento jurídico considera al dolo como un supuesto específico de vicio del
consentimiento.
El art. 1269 CC afirma que “hay dolo cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas de
parte de uno de los contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin ellas, no
hubiera hecho”. El art. 1270 CC completa la regulación del dolo como vicio del
consentimiento disponiendo que “para que el dolo produzca la nulidad de los contratos
deberá ser grave y no haber sido empleado por las dos partes contratantes. El dolo
incidental sólo obliga al que lo empleó a indemnizar daños y perjuicios”.
Por tanto, para que el dolo sea causa de anulabilidad del contrato se requiere:
1- El dolo debe ser GRAVE, con intención consciente y deliberada de engañar a la otra
parte. Las alabanzas de lo ofertado o dolo bueno no se considera como dolo
propiamente.
2- El dolo ha de inducir a la otra parte a celebrar el contrato. Debe ser un dolo
DETERMINANTE o causante, que si no hubiese existido la otra parte no hubiera
contratado.

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Dolo incidental es la conducta engañosa que lleva a quien, libre y


conscientemente, está decidido a contratar, a aceptar unas condiciones
desfavorables o perjudiciales que no hubiera aceptado de no intervenir el dolo
incidental. Iba a contratar de todos modos pero lo que no hubiera aceptado son
esas condiciones. El dolo incidental no tendrá consecuencias anulatorias del
contrato celebrado, sino que sólo dará lugar a indemnización de daños y perjuicios.
3- Que el dolo no haya sido empleado por las dos partes contratantes, ya que en tal
caso la actuación malévola de ambos excluye la protección a la buena fe que
fundamenta la regulación positiva del dolo. Se habla así de COMPENSACIÓN DE
DOLO, para poner de manifiesto que el dolo de una parte compensa, anula o
destruye la relevancia del dolo de la otra parte.

B- El dolo omisivo
Aunque la doctrina clásica excluía el dolo por omisión, el art. 1269 CC lo admite. Éste
habla de “palabras o maquinaciones insidiosas” para identificar a la conducta engañosa y tal
resultado puede lograrse mediante una conducta activa u omisiva. El dolo puede consistir en
conductas pasivas o reticentes que, resultando engañosas, induzcan a contratar a quien no
hubiera llegado a hacerlo de saber cuanto, consciente y deliberadamente, le oculta la otra
parte. El dolo omisivo atenta contra el principio de buena fe.

C- El dolo del tercero


Aunque el art 1269 CC parece requerir que el agente doloso sea una de las partes del
contrato, “palabras o maquinaciones insidiosas por parte de uno de los contratantes”, dicha
expresión no excluye la existencia de dolo cuando uno de los contratantes hace uso de una
tercera persona (se habla con un perito amigo para que certifique una medida falsa y más
grande de la finca), ya que en tal caso la intervención del tercero es material: quien
conspira o maquina es, propiamente hablando, el contratante maligno.
También debería ser anulable el contrato si una de las partes se aprovecha del engaño de
un tercero aunque no haya conspirado con él. Sin embargo, la jurisprudencia parece
inclinarse hacia una interpretación excesivamente literal y rigurosa del art. 1269 CC,
privando de trascendencia anulatoria al dolo del tercero incluso en los supuestos en que una
de las partes contratantes conozca la situación y, por tanto, se aproveche de ella en
detrimento de los intereses de la otra parte.

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4.- EL OBJETO DEL CONTRATO

4.1. P LANTEAMIENTO DEL TEMA


Art. 1261 CC: uno de los elementos esenciales del contrato lo constituye el “objeto
cierto que sea materia del contrato”. El CC entiende por objeto los bienes y servicios los
que, materialmente hablando, son contemplados en el intercambio que subyace en todo
contrato.
El CC habla insistentemente de cosas y servicios, como realidades materiales sobre las
que pueden recaer las obligaciones o las prestaciones de los contratantes. De otra parte, los
requisitos referidos al objeto del contrato (posibilidad, licitud y determinación) se
correlacionan mejor con la perspectiva material que se plantea en el CC que si se hubieran
de entender referidos a la prestación propia de cada uno de los contratantes.
No obstante, la generalidad de la doctrina critica la visión del CC y pretende “elevarla”,
afirmando que no cabe referir solo a las cosas o servicios en sentido material, sino a las
prestaciones de los contratantes. Para ello se argumenta, entre otras cosas, lo siguiente:
1. La obligación de una de las partes puede consistir en un no hacer (art. 1088 CC).
2. La cesión de créditos o deudas no recae sobre cosas o servicios.
3. La constitución de una sociedad (civil o mercantil) requiere que ésta tenga un “objeto
lícito”, que no puede reconducirse a la bipartición de cosas y servicios.
Se olvida en dicho planteamiento, a juicio de Lasarte, que:
 El término cosa no puede entenderse en sentido grosero y puramente material:
también los derechos, en cuanto bienes muebles o inmuebles, son
simultáneamente cosas, por ser susceptibles de apropiación.
 Se presume que por servicio ha de entenderse en sentido exclusivamente activo
(“hacer algo”) cuando nada ni nadie ha predispuesto (y menos el CC) que el
servicio no pueda consistir en una actitud pasiva o en una abstención (“no hacer”).
 En cuanto a la sociedad, parece claro que el objeto social requerido por el CC está
referido a la actividad que en el futuro va a desarrollar la sociedad (construcción de
pisos, producción de películas…). Dicho objeto social poco tiene que ver con el
objeto del contrato (o acuerdo) constituyente de la sociedad, que viene
representado por las aportaciones de los socios, que han de consistir en dinero,
bienes o industria. Aportaciones todas encajables en el objeto del contrato ora
como cosas (dinero y bienes), ora como servicios (la denominada industria).

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4.2. R EQUISITOS DEL OBJETO DEL CONTRATO


Los requisitos del objeto del contrato son tres: licitud, posibilidad y determinación.
A) Licitud
Según el art. 1271 CC, tanto las cosas como los servicios han de ser lícitos, engloba la
posibilidad juridica:
a. Respecto de las cosas, el CC excluye del ámbito contractual “las cosas que están
fuera del comercio”. Con dicha expresión se refiere el CC a todas aquellas que, por
razones de interés o de orden público, quedan excluidas del tráfico patrimonial (ej.
venta de órganos, venta de drogas).
b. En relación a los servicios, se excluyen del contrato “todos los servicios que sean
contrarios a las leyes o a las buenas costumbres” (ejemplo, STS 2012 sobre
lobbys, declara que sólo son reprobables si influyen, controlan y vician el proceso
de decisión por parte de quien corresponda).
B) Posibilidad
El art. 1.272 dispone que “no podrán ser objeto de contrato las cosas o servicios
imposibles”. Se refiere a la posibilidad o imposibilidad física o material de entregar la cosa o
ejecutar el servicio que constituya objeto del contrato (ej: vender la Luna, o comprometerse
a volar sin ayuda de nada).
En relación con la herencia futura no se podrá celebrar otro contrato que no sea en
relación con la partición o la división de un caudal.
C) Determinación o determinabilidad
Una vez perfeccionado el contrato, se requiere que la cosa o el servicio que constituyen
su objeto queden determinados. En caso contrario, sería necesario un nuevo pacto o
acuerdo de las partes. Pero no es necesario que el objeto del contrato quede absolutamente
determinado, sino que basta con que el objeto sea determinable "sin necesidad de nuevo
convenio entre los contratantes".

5.- LA CAUSA DEL CONTRATO

5.1. E L ART. 1274 DEL CC Y LA CAUSA EN SENTIDO OBJETIVO .


El Código Civil al referirse al elemento causal del contrato (art. 1274 CC) comienza por
distinguir entre contratos onerosos y gratuitos, estableciendo que:
 En los contratos gratuitos o de "pura beneficencia" la causa viene representada por
"la mera liberalidad del bienhechor".
 En los contratos onerosos el Código plantea la cuestión de forma unipersonal, ya
que se refiere la causa a cada una de las partes contratantes y no al contrato en su
conjunto.

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Pero en los contratos onerosos la descripción legal no es suficiente para dilucidar qué
debe entenderse por causa del contrato. Por ejemplo, si la causa del arrendatario de una
vivienda es disfrutar del piso, y la causa del arrendador es cobrar mensualmente la renta,
¿cuál será la causa del arrendamiento? Atendiendo a cada caso concreto, se puede concluir
que la causa del contrato consiste en el intercambio de prestaciones subyacente en el
mismo. La causa del contrato se identifica con la función socioeconómica del tipo
contractual:
a) intercambio de cosa por precio en la compraventa.
b) intercambio de cosa por cosa en la permuta.
c) cesión temporal de vivienda a cambio de renta en el arrendamiento; etc.

5.2. L A CAUSA ATÍPICA


La función socioeconómica de los contratos atípicos que no se encuentra legalmente
formulada en un esquema o modelo contractual predeterminado, sino que es objeto de libre
creación por los particulares, la determinación de la causa atípica habrá de llevarse a cabo
caso por caso.

5.3. C AUSA Y MOTIVOS : LA IRRELEVANCIA DE LOS MOTIVOS


La existencia y la validez del contrato no puede quedar supeditada a móviles o razones de
carácter subjetivo que, por principio, son intrascendentes para el Derecho (¿qué más da que
yo compre una maceta para regalársela a mi mujer que por encargo del Decano de la
Facultad?).
Los motivos o intenciones concretas de los contratantes no forman parte del acuerdo
contractual, son premisas del mismo, pero irrelevantes en la formación del contrato.

5.4. LA CAUSA ILÍCITA DEL ART. 1275: LOS MOTIVOS ILÍCITOS Y LA CAUSA EN SENTIDO
SUBJETIVO

Sin embargo, según el artículo 1275, “los contratos sin causa, o con causa ilícita, no
producen efecto alguno. Es ilícita la causa cuando se opone a la ley o a la moral”. ¿Es lícito
vender un riñón pese a que la causa de la compraventa (intercambio de cosa por precio)?
La causa no puede entenderse sólo y exclusivamente como objetiva función
socioeconómica del tipo contractual utilizado por las partes, sino como algo más. El sentido
del artículo 1275 es permitir que, en su caso, la función socioeconómica del tipo contractual,
abstractamente considerada, no excluya de forma necesaria la valoración del fin práctico
perseguido por las partes. Con lo cual, el artículo 1275 está dando entrada, en determinados
casos, a que los motivos contrarios al ordenamiento puedan originar la ilicitud de la causa
concreta. Ejemplos de causa ilícita serían, la donación de un jamón al profesor en mayo,

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para poder aprobar en junio, el alquiler a un precio desorbitado de un local a una banda
terrorista para que lo utilicen como arsenal…
Tanto la doctrina como la jurisprudencia, aun partiendo del carácter objetivo y abstracto
de la causa, acaba defendiendo que los aspectos subjetivos de los contratantes cuando el fin
práctico perseguido por los mismos es contrario a las leyes o a la moral, provocan la
nulidad, por ser causa ilícita. Los contratos que presentan aspectos desviados del sentir
común acaban siendo declarados nulos de pleno derecho en atención a su causa ilícita.

5.5. C ONTRATOS CAUSALES Y CONTRATOS ABSTRACTOS


Los contratos abstractos son los que producen efectos por la mera voluntad de las partes
independientemente del elemento causal. Nuestro derecho no los admite y requiere la
existencia de la causa. El art. 1277 CC dispone que “aunque la causa no se exprese en el
contrato, se presume que existe y que es lícita mientras el deudor no pruebe lo contrario”.
De lo que resulta que:
A. La falta de consideración o expresión de la causa en el contrato es posible, pero el
contrato seguirá siendo causal y no abstracto.
B. El CC presume la existencia y licitud de la causa contractual; presunción que,
evidentemente, beneficia al acreedor de la relación obligatoria.
C. El acreedor no tendrá que probar la licitud y existencia de la causa para reclamar
la obligación al deudor, sino que será éste quien haya de desmontar la presunción
legalmente establecida: por ello se habla de abstracción procesal de la causa.
D. La abstracción procesal de la causa es distinta a la admisibilidad de la categoría de
los contratos abstractos.
Por tanto, en nuestro Derecho no puede hablarse de contratos abstractos, ni siquiera en
aquellas declaraciones de voluntad unilaterales (reconocimiento de deuda, promesa de
deuda) que algunas veces se califican como abstractas.
Como excepción hay títulos de crédito (títulos valores) que sí funcionan conforme a las
reglas de abstracción material, bajo ciertas circunstancias, por ejemplo la letra de cambio o
el cheque gozan de abstracción material cuando el tenedor de ellos es persona diferente al
tomador de los mismos.

EXAMEN:
Elementos esenciales y accidentales del contrato **
La capacidad contractual
El autocontrato **
El error como causa de anulabilidad del contrato 
La intimidación ***
Violencia e intimidación como vicios del consentimiento
El dolo: concepto y requisitos **
Vicios de la voluntad: dolo
La libre formación del consentimiento y los vicios de la voluntad: el dolo
El objeto del contrato: requisitos *** La causa de contrato

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TEMA 20
CAPITULO 3: LA FORMA DEL CONTRATO

1.- EL CONSENTIMIENTO CONTRACTUAL Y LA FORMA DEL CONTRATO


En derecho romano los aspectos formales eran trascendentales, pero modernamente lo
que se ha resaltado es el papel de la voluntad de las partes.
En nuestros Códigos rige el llamado principio espiritualista de celebración del contrato,
conforme al cual, lo que importa es que dos o más personas se pongan de acuerdo en
realizar un negocio y no en la forma en que se plasme dicho acuerdo. El momento
determinante del contrato radica en el acuerdo de voluntades o coincidencia del
consentimiento. Importa el aspecto consensual o espiritual y no los extremos de carácter
formal. En dicho marco de ideas se encuadran estas dos normas del CC:
 Art 1254 “El contrato existe desde que una o varias personas consienten en
obligarse... “
 Art 1278 “Los contratos serán obligatorios cualquiera que sea la forma en que se
hayan celebrado, siempre que en ellos concurren las condiciones esenciales para
su validez”.
Pero aunque la forma no sea un elemento esencial del contrato, desde el ordenamiento
de Alcalá en 1930, el art. 1278 recalca que, de alguna forma, las partes han de haber
exteriorizado su consentimiento contractual (incluso con un gesto). Además en asuntos de
relativa importancia, es conveniente la forma escrita. Incluso en algunos casos el legislador
establece la conveniencia, o la necesidad de determinar el contenido del contrato o imponer
la forma escrita del contrato.

2.- EL PRINCIPIO DE LIBERTAD DE FORMA EXAM

2.1. C ONTRATOS VERBALES Y CONTRATOS ESCRITOS


En general, para los contratos rige el principio de libertad de forma (art. 1278 CC). Y ya
sea un contrato verbal o escrito, en ambos casos el resultado es que las partes quedan
obligadas a respetar la palabra dada y cumplir el compromiso contraído, bajo riesgo de
incurrir en responsabilidad.
Aunque la forma es indiferente para el nacimiento del contrato, no lo es en términos
prácticos:
a. Contratos verbales. Acreditar su existencia es difícil. A efectos probatorios es total
y absolutamente desaconsejable cuando el contenido patrimonial de los mismos
tenga una relativa entidad económica.

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b. Contratos escritos. Acusado favor en la normativa legal para evitar incertidumbres


sobre su celebración.

2.2. D OCUMENTOS PÚBLICOS Y DOCUMENTOS PRIVADOS .


La forma escrita puede darse de dos maneras diversas: mediante documento privado o
público:
Documento privado. Plasmación material escrita del acuerdo contractual. Una vez
reconocido legalmente, acredita entre las partes y sus causahabientes la existencia del
contrato propiamente dicho, con el mismo valor que la escritura pública. La dificultad estriba
en que el documento privado carece de eficacia para acreditar su fecha frente a terceros que
pudieran verse perjudicados por la existencia del contrato, lo cual es lógico, porque en
cualquier momento se puede recrear el documento privado, colocándole la fecha que
interese a los contratantes, antedatándolo para evitar a los acreedores del transmitente o
postdatándolo para evitar recargos de carácter fiscal. Por ello el art. 1277 CC establece que,
respecto a terceros, la fecha del documento privado sólo contará desde:
 El día que se hubiese incorporado en un registro público o se entregue a un
funcionario público por razón de su oficio.
 Desde la muerte de cualquiera de los firmantes (el muerto no puede modificar el
documento).
Documentos públicos. Extendidos o autorizados por empleados o funcionarios públicos
dentro del ámbito de sus competencias, tienen una mejor condición probatoria. Hacen
prueba del hecho y de la fecha. Esta supremacía probatoria de los documentos públicos se
debe a que el Estado deposita el ejercicio de la fe pública en ciertos funcionarios que,
obligados a llevar un registro de actos realizados o estando sometidos al procedimiento
administrativo, difícilmente podrán alterar la fecha de los documentos que autorizan.
Entre los documentos públicos los que tienen mayor relevancia y profusión son los
notariales, la legislación civil hace múltiples referencias a las escrituras públicas.

3.- LA FORMA COMPLEMENTARIA O AD PROBATIONEM


El principio de libertad de forma (art. 1278) parece verse contradicho por lo dispuesto en
el art. 1.280. Esta norma contiene una enumeración de supuestos que, según indica su
encabezamiento, “deberán constar en documento público”. En su último párrafo, por otra
parte, dispone que “también deberán hacerse constar por escrito, aunque sea privado, los
demás contratos en que la cuantía de las prestaciones… exceda de 1.500 pesetas” (hoy una
cifra ridícula).
La amplitud de supuestos considerados en el art. 1280 y la cantidad ridícula del último
párrafo hace que parezca que prácticamente todos los contratos deban constar por escrito.

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Así se plantea la pregunta de si hay realmente libertad de forma en la celebración del


contrato como establece en el art. 1278 o debe primar el art 1280 CC.

3.1. L A CONSTANCIA EN DOCUMENTO PÚBLICO REQUERIDA POR EL ART. 1280.1 CC


El art. 1280 es muy heterogéneo y se refiere a que deberá constar en documento público,
vamos a analizarlo:
A- Transmisión de bienes inmuebles y derechos reales inmobiliarios. Para transmitir
la propiedad de un inmueble no es necesario una forma determinada. La pretensión del CC
es que por razones probatorias frente a terceros o por el hecho de que la publicidad del acto
exija su ingreso en un Registro, las partes contratantes quedan obligadas a otorgar el
correspondiente documento público. Esto no implica que otras formas de celebración de
contratos no sean válidas.
B- Los arrendamientos de bienes inmuebles “por 6 o más años, siempre que deban
perjudicar a tercero”. El perjuicio del tercero al que se refiere radica en la vinculación del
posible causahabiente del arrendador, es decir, el nuevo adquirente de la finca habrá de
respetar el arrendamiento en el caso de que haya sido inscrito, por disponerlo así el art.
1549 CC (con relación a terceros no surtirán efecto los arrendamientos de bienes raíces que
no se hallen debidamente inscritos en el Registro de la Propiedad). Esto no se aplica a la
mayoría de arrendamientos, por estar sometidos a la legislación especial de
“arrendamientos urbanos” o de “arrendamientos rústicos”, ya que estas leyes obligan al
adquirente de la finca arrendada a respetar el arrendamiento previamente celebrado,
aunque la ley de 1994 no pone plazo temporal, con un claro interés en que se registren
todos los arriendos, tanto urbanos como rústicos.
C- Las capitulaciones matrimoniales y sus modificaciones. Las capitulaciones
matrimoniales son los convenios celebrados por los cónyuges con la finalidad de organizar el
régimen económico de su matrimonio, para su validez deben constar en escritura pública. El
art. 1280.3, y el art. 1327 establecen el carácter constitutivo o ad solemnitatem de este
requisito.
D- La cesión de derechos. La cesión, repudiación, y en su caso, renuncia de diversos
derechos y acciones y en concreto, a los derechos hereditarios y los procedentes de la
sociedad conyugal. También debe constar en documento público la cesión de acciones o
derecho procedentes de un acto consignado en escritura pública.
La repudiación de la herencia (esto no se aplica a la aceptación), debe configurarse como un
acto solemne, aunque no es claramente un acto contractual. Las demás cesiones deberán
regirse por las reglas generales sobre la transmisión de créditos o derechos y, en términos
generales, en las relaciones inter partes, la cesión debe considerarse válida con

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independencia de la forma en que se haya instrumentado, aunque no se surtirá efecto


contra terceros sino desde que su fecha puede tenerse por cierta.
E- Los poderes. El art. 1.280.5 reitera la exigencia de documento público para otorgar
 El poder para contraer matrimonio, el general para pleitos y los especiales que deban
presentarse en juicio. Supuestos de forma solemne (constitutivos)
 El poder para administrar bienes, y cualquier otro que tenga por objeto un acto
redactado o que deba redactarse en escritura pública, o haya de perjudicar a tercero.
No supone requisito constitutivo.

3.2. L A FORMA ESCRITA DEL ARTÍCULO 1280.2


El párrafo reseñado dispone que “también deberán hacerse constar por escrito, aunque
sea privado, los demás contratos en que la cuantía de las prestaciones de uno o de los
contratantes exceda de 1.500 pesetas”. En los inicios del CC esa cantidad era importante, en
la actualidad es una cantidad irrisoria.
La cuestión que se plantea es por qué si el CC se pronuncia abiertamente en favor de la
libertad de forma, exige la forma escrita del art 1280.2 CC
La razón de exigir la forma escrita fue que los legisladores trataron de concienciar a los
ciudadanos de la dificultad probatoria de las formas contractuales no escritas, mediante
normas complementarias. Pero ello no quiere decir que la inexistencia de forma escrita prive
de eficacia a un contrato cuyas prestaciones superen el montante de 1.500 pesetas. La
jurisprudencia ha relativizado la importancia del precepto frente a pretensiones en
semejante sentido, declarando que “es totalmente desafortunada la invocación del último
párrafo del art. 1.280 para negar eficacia al contrato por no constar en forma escrita, pues,
con tal invocación, se pretende desconocer el principio de espiritualidad introducido en
nuestro sistema jurídico por el Ordenamiento de Alcalá…”.

3.3. E L SIGNIFICADO PROPIO DEL ART. 1279


Dispone el artículo 1279 CC que, "Si la ley exigiere el otorgamiento de escritura u otra
forma especial para hacer efectivas las obligaciones propias de un contrato, los contratantes
podrán compelerse recíprocamente a llenar aquella forma desde que hubiese intervenido el
consentimiento y demás requisitos necesarios para su validez".
La interpretación jurisprudencial de este precepto pone de manifiesto:
1. El art 1279 solo implica el derecho de las partes de poder compelerse a llenar esa la
forma escrita, para ejercitar acción con objeto de obtener la eficacia de la obligación
contraída. No supone obligación, sino opción.
2. Todos los litigios relativos a la forma contractual presuponen aceptar, en términos
generales, que el contrato en cuestión es plena y previamente válido, aún sin haberse

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observado forma escrita. La falta de escritura pública no quita eficacia al contrato


celebrado con documento privado.
3. El artículo 1279 se limita a otorgar a las partes una facultad que pueden ejercer o no.
Eso sí, una vez que una de las partes compele a la otra, la otra está obligada a
otorgar escritura pública.
Resumiendo, aún en el caso de que la ley requiera una forma especial (escritura pública o
forma escrita), el contrato es en principio válido con anterioridad al cumplimiento de tal
forma. La forma especial (escritura pública o forma escrita) no tiene carácter sustancial,
pero desempeña un papel auxiliar en beneficio de ambos y de terceros.
En este sentido se pronuncia la STS del 2014 referida a un caso de compraventa de una
plaza de garaje en la que el comprador ejercita la acción de resolución por incumplimiento
de la obligación de elevar el contrato a escritura pública. El TS desestime esa pretensión por
no existir carácter esencial de la escritura de compraventa. Así se fija como doctrina
jurisprudencial que el incumplimiento de la obligación de elevar a escritura pública el
contrato de compraventa celebrado no es causa directa de resolución contractual.

4.- LA PRIMACÍA DEL CONSENTIMIENTO

4.1. L A FORMA SOLEMNE O SUSTANCIAL COMO EXCEPCIÓN


Excepcionalmente, en algunos casos el principio de libertad de forma queda roto y
contradicho, por atribuir la ley a la forma documental pública una relevancia que va más allá
de la puramente probatoria o complementaria: en algunos casos el documento público es
total y absolutamente necesario para que el contrato sea celebrado. Se eleva la forma
pública a elemento sustancial del contrato, sin cuya existencia éste no puede afirmarse
celebrado. Dentro de estos casos, suelen recordarse:
1. El contrato constitutivo del derecho real de hipoteca (ya sea mobiliaria o
inmobiliaria).
2. Constitución de una sociedad a la que se aporten bienes inmuebles o derechos
reales inmobiliarios.
3. La donación de bienes inmuebles.
En tales supuestos, la ley requiere de forma necesaria escritura pública para atribuir
validez al contrato en cuestión (forma ad substantiam, forma sustancial o solemne). La falta
de la forma escrita provoca la nulidad de los mismos.

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4.2. L A CATEGORÍA DE LOS CONTRATOS FORMALES


Para referirnos a los contratos en los que la forma es solemne, se utiliza técnicamente el
giro contratos formales. El resto serían no formales.
Todos los contratos tienen forma (verbal, por fax, escritura privada, pública, etc) pero
sólo en algunos la forma asume carácter de elemento esencial a efectos de determinación
de la validez del mismo. Sin forma solemne, cuando ésta es requerida, no se puede decir
que el contrato haya sido perfeccionado o celebrado.

4.3. LOS CONTRATOS CONSENSUALES COMO REGLA Y EL PAPEL MARGINAL DE LOS CONTRATOS
REALES

La mayor parte de los contratos tienen carácter consensual: significa sencillamente que el
contrato se perfecciona por el mero consentimiento contractual, sin importar la forma.
Tienen carácter consensual en nuestro Derecho los contratos de compraventa, permuta,
arrendamientos, sociedad, mandato, seguro, fianza… y en general todos los contratos que
no sean calificables como formales de una parte o reales de otra.
Los contratos reales son aquellos en los que para su perfeccionamiento, además del mero
consentimiento, se requiere la entrega de una cosa:
Préstamos, tanto mutuo como comodato
Depósito
Prenda

5. LA DOCUMENTACIÓN DEL CONTRATO


Ha quedado clara la conveniencia de documentar el contrato, es decir, incorporar el
acuerdo contractual a una forma escrita, sea pública o privada. El problema se plantea
cuando existen diferentes formas contractuales, especialmente la relación entre contrato
privado o incluso verbal ya existente y vinculante y la escritura pública posterior.
En términos teóricos son dos las posibilidades:
1. Que el contenido del contrato privado y el de la escritura pública sean coincidentes,
lo cual no genera ninguna problemática. Se habla de escritura de reconocimiento o
recognoscitiva, o contrato de fijación, puede tener pequeñas modificaciones o
variaciones respecto el contenido del contrato previo. Son contratos cuyo contenido
fija situaciones contractuales preexistentes, al tiempo que excluye posibles
incertidumbres generadas por el contrato anterior.
2. Que el otorgamiento de la escritura pública determine una modificación o variación
del contrato privado preexistente. En este caso, la elevación de un documento
privado prexistente a escritura pública, con contenido divergente, sugiere la
novación del contrato, y por tanto, la prevalencia de aquella.

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TEMA 21
CAPITULO 4: LA FORMACIÓN DEL CONTRATO

1.- LA IGUALDAD DE LAS PARTES CONTRATANTES Y LA FORMACIÓN DEL


CONTRATO
Aunque el Código Civil no lo dice expresamente los contratantes son iguales para
contratar y tienen la misma capacidad para llevar a cabo la negociación patrimonial
inherente a todo contrato, ya que se entiende que nadie es mejor que uno mismo para
atender sus propios intereses.
El contrato es un asunto entre particulares que son iguales ante la ley y que pueden
procurar satisfacer sus intereses de forma personal e individual sin necesitar la intervención
arbitral de ningún ente.
A pesar de esta teoría, determinadas capas de ciudadanos se ven obligados a firmar
determinados contratos en condiciones predispuestas por la que pudiéramos denominar la
“parte económicamente fuerte”, de forma que al celebrar tales contratos no hay acuerdo de
voluntades entre las partes (transporte público; suministros de agua, gas, electricidad,
teléfono, condiciones de las operaciones bancarias…).
Estos actos en masa escapan al esquema codificado. Por ello se ha hablado de crisis del
sistema codificado. Para contrarrestar este fenómeno, los propios particulares han dejado de
comportarse como tales, individualmente, para organizarse como grupo o grupos de defensa
de sus intereses. El movimiento “consumerista” se ha extendido en todos los países
evolucionados en busca de una legislación que proteja sus intereses.
En dicha línea, el art. 51 CE establece que los poderes públicos garantizarán la defensa de
los consumidores y usuarios, protegiendo, mediante procedimientos eficaces, la seguridad,
la salud y los legítimos derechos de los mismos. El desarrollo de dicho mandato
constitucional se llevó a cabo por la Ley 26/1984, para la Defensa de los Consumidores y
Usuarios, cuyo texto refundido actualmente ha quedado establecido por el RD 1/2007.

2.- LAS FASES DE FORMACIÓN DEL CONTRATO: LA GÉNESIS PARADIGMÁTICA


CLÁSICA

2.1. L A OFERTA CONTRACTUAL


El ideal del contrato viene es el “contrato personalizado”, en el que ambas partes, tras las
correspondientes negociaciones iniciales o tratos preliminares, llegan a un acuerdo sobre la
celebración del contrato.

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El art. 1.262 establece que “el consentimiento (contractual) se manifiesta por el concurso
de la oferta y de la aceptación…”: la propuesta contractual que realiza una persona
(oferente), al ser aceptada por la otra (aceptante), conlleva la celebración del contrato o su
“perfección”.
El significado de “tratos preliminares”, “oferta” y “aceptación” depende en gran medida
del tipo de contrato a realizar y de su particular naturaleza, así como de la trascendencia
económica de las prestaciones. También es determinante el hecho el que las partes
contratantes se encuentren presentes en el mismo lugar o, por el contrario, se trate de
personas distantes entre sí, o incluso estén ausentes, lo que añadiría mayores dificultades.
En cualquier caso es muy importante determinar el momento de la perfección del
contrato, pues a partir de ese momento la oferta dejará ser tal propiamente hablando o, si
se quiere, pasará a ser irrevocable y podrán las partes exigir el cumplimiento del contrato,
comenzarán a correr los plazos, etc.
La oferta contractual es una declaración de voluntad emitida con la intención de
celebrar un contrato y que, por tanto, tiene que contener todos los elementos necesarios
para que con la simple aceptación de la otra parte se pueda decir que el contrato ha
quedado perfecto, en el sentido de “perfeccionado”.
Hay que distinguir entre:
 Oferta al público u oferta contractual: comerciante que tiene un objeto expuesto con
precio puesto, si el comprador dice que quiere comprarla el contrato se entiende
celebrado
 Invitación a contratar: persona que pregunta en una compañía aseguradora entre las
distintas ofertas, requiere posteriores precisiones por parte del posible comprador.
La oferta contractual, aisladamente considerada y mientras sea tal, se caracteriza por ser
un acto unilateral y generalmente revocable. No obstante, por disposición legal, por la
propia declaración del oferente o por las circunstancias de hecho, existen numerosas ofertas
de carácter irrevocable, al menos durante un plazo temporal determinado (por ejemplo, la
Ley del Contrato del Seguro, establece que la proposición de seguro por el asegurador
vinculará al proponente durante un plazo de quince días).
La Ley sobre Comercio Minorista establece que “la oferta pública o la exposición de
artículos en establecimientos comerciales constituye a su titular en la obligación de proceder
a su venta a favor de los demandantes que cumplan las condiciones de adquisición”. Es
decir, se equiparan la “oferta propiamente dicha” con la “exposición de artículos” en
escaparates y vitrinas, salvo indicación en contrario: “quedan exceptuados (de la obligación
de vender del comerciante) los objetos sobre los que se advierta, expresamente, que no se
encuentran a la venta o que, claramente, formen parte de la instalación o decorado”.

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Derecho Civil II

La oferta contractual requiere que se mantenga en sus condiciones iniciales en espera de


aceptación de la contraparte. Si se modifican las condiciones de la oferta por el eventual
aceptante, se está realizando una nueva oferta o “contraoferta” que, ahora, habrá de ser
objeto de aceptación por quien inicialmente asumía la posición de oferente para su
perfección.

2.2. L A ACEPTACIÓN : EL VALOR DEL SILENCIO


La aceptación es una declaración de voluntad por naturaleza recepticia: es decir, debe ser
dirigida al oferente y ser plenamente concordante con la oferta (o, en su caso, con la
contraoferta), con independencia de que pueda realizarse tanto de forma expresa como
tácita, o a través de hechos concluyentes que no dejen lugar a dudas sobre la admisión de
las condiciones contractuales ofrecidas.
La estricta concordancia de la aceptación respecto de la oferta ha sido resaltada por la
jurisprudencia: “…si la aceptación se formula modificando o alterando la propuesta o
sometiéndola a condición, no es posible apreciar su existencia, sino la de una simple
proposición que deja el convenio en estado de proyecto” (Sentencias del TS).
El silencio del eventual aceptante (actitud reticente) no puede interpretarse como
asentimiento de la oferta. La recepción de cualquier oferta no tiene por qué colocar a una
persona en la necesidad de realizar actividad alguna respecto de un proyecto contractual
que puede venirle impuesto, supongamos, cualquier red de ventas, por ejemplo ventas por
correo de objetos que son recibidos sin previa petición. Es decir, el que calla ni afirma ni
niega, ya que el silencio no puede ser generador de obligaciones contractuales.
Sin embargo, el TS también ha admitido el silencio como afirmativo “el silencio como
declaración de voluntad cuando dada una determinada relación entre dos personas, el modo
corriente de proceder implica el deber de hablar, ya que si el que puede y debe hablar no lo
hace se ha de reputar que consiente, en aras de la buena fe”.

2.3. LA PERFECCIÓN DEL CONTRATO ENTRE AUSENTES : LA REDACCIÓN ORIGINARIA DEL CC Y


DE C OMERCIO
Cuando los contratantes están llevando a cabo las negociaciones en la distancia y no se
puedan concluir inmediatamente, pueden surgir importantes incógnitas en relación con el
momento de perfección del contrato. La doctrina ha ofrecido respuestas muy diversas para
determinar cuando el oferente queda vinculado por la aceptación del ofertado:
A. Teoría de la emisión: Dada la concurrencia del consentimiento de ambas partes
contratantes, debe considerarse perfecto el contrato desde el mismo momento en
que el aceptante emite su declaración de voluntad. (Escribo carta).

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Derecho Civil II

B. Teoría de la expedición o remisión: Bastaría con que el aceptante remitiera al


oferente la declaración de voluntad para que este último quede vinculado
contractualmente. (Pongo la carta en correos).
C. Teoría de la recepción: exige que la aceptación llegue al círculo propio de
actividad del oferente, aunque la recepción no suponga efectivo conocimiento de la
aceptación por parte de éste (por no encontrarse “presente” en el lugar
correspondiente). (Llega la carta)
Hasta la Ley 34/2002, el CC se planteaba la cuestión siguiendo las pautas históricas y
establecía que la aceptación “no obliga al que hizo la oferta sino desde que llegó a su
conocimiento” (es decir, el CC optaba por la teoría del conocimiento: esto suponía dejar en
manos del oferente el momento de perfeccionamiento del contrato –ej.: recibe carta con
acuse de recibo el día 4 pero no la abre hasta el día 16). Pero la doctrina ha considerado
esta conclusión excesivamente rigurosa, y se pronunció a favor de la teoría de la recepción.
Según ello, basta con que la aceptación llegue al círculo propio de la actividad del oferente.
El TS nunca se ha pronunciado sobre este tema, por lo que la doctrina se mueve en
términos puramente argumentativos.
Frente a la opción seguida por el CC, el Código de Comercio (en su art. 54) se adscribía a
la tesis de la expedición o la remisión como momento perfectivo del contrato.

2.4. L A L EY 34/2002: CONTRATACIÓN AUTOMÁTICA , TELEMÁTICA Y ELECTRÓNICA


La Ley 34/2002 deja inalterado el art. 1.262 CC, que sigue estableciendo que “el
consentimiento se manifiesta por el concurso de la oferta y de la aceptación sobre la cosa y
la causa que han de constituir el contrato”. Es decir, consentimiento, objeto y causa generan
o dan vida al contrato. El sistema, por tanto, sigue intacto en el fondo.
Respecto de la perfección del contrato, la disposición adicional cuarta de la citada Ley ha
modificado el criterio de determinación, unificando además el tenor literal del resto del
nuevo art. 1.262 CC (esto es, apartados 2º y 3º) y el art. 54 CCom: ambos preceptos
establecen ahora que, “hallándose en lugares distintos (…) hay consentimiento desde que el
oferente conoce la aceptación o desde que, habiéndosela remitido el aceptante, no pueda
ignorarla sin faltar a la buena fe… En los contratos celebrados mediante dispositivos
automáticos hay consentimiento desde que se manifiesta la aceptación”. Es decir, se
establece que la aceptación es determinante en los casos de contratación automática (elegir
una cajita de aperitivos de una máquina expendedora; “clikar” en el caso de contratación
electrónica; sacar dinero de un cajero automático…).
Esta Ley ofrece un cuadro regulador de la contratación electrónica, aunque los
fundamentos del Derecho contractual no han sido afectados, limitándose la ley especial a
consagrar la admisión de dicho tipo de contratación, pero dejando a salvo en todo caso:

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Derecho Civil II

 Que los contratos electrónicos, como cualesquiera otros, serán válidos “cuando
concurran consentimiento y demás requisitos necesarios para su validez”.
 Que tales contratos se regirán por lo dispuesto en la Ley especial y en… los
Códigos Civil y de Comercio.

2.5. C ONTRATACIÓN ENTRE AUSENTES Y VENTAS A DISTANCIA


Estas modalidades de contratos se regularon por varias leyes:
1. La 47/2002 LOCM, conforme a la cual “se consideran ventas a distancia las
celebradas sin la presencia física simultánea del comprador y del vendedor, siempre
que su oferta y aceptación se realicen de forma exclusiva a través de una técnica
cualquiera de comunicación a distancia y dentro de un sistema de contratación a
distancia organizado por el vendedor”. También se refiere a ventas a distancia,
nacidas y desarrolladas, como actos en masa, en el entorno de un sistema de
contratación a distancia organizado por el vendedor.
2. La ley 32/2003, Ley General de Telecomunicaciones.
3. La Ley 34/2002, Ley de Contratos entre ausentes
También hay que tener en cuenta la existencia, conjunta, de contratación entre ausentes,
de una parte, y, de otra, de ventas a distancia. En ambas categorías también rigen los
principios básicos del Derecho de la contratación.

2.7. L OS TRATOS PRELIMINARES : LA RESPONSABILIDAD PRECONTRACTUAL


En determinados casos, la oferta y aceptación suele verse precedido de una serie de
conversaciones, trueque de información, adelanto de condiciones contractuales no
cerradas…: son los tratos preliminares. Es decir: no suponen una fijación definitiva de la
oferta contractual, sino la realización de actos preparatorios de un eventual e hipotético
contrato.
Un mismo tipo de contrato o una operación económica de similar entidad puede dar lugar
a la existencia de tratos preliminares o por el contrario excluirlos, puesto que se darán en
función de las circunstancias de hecho y, en particular, de la urgencia o no que exista para
la celebración del contrato. Los tratos preliminares no existen en los contratos instantáneos,
en los contratos en masa, en los sometidos a condiciones generales y en los que están
predeterminados.
Nuestro CC no dedica norma alguna a los tratos preliminares, aunque pueden tener
importancia para el Derecho. Primero porque pueden coadyuvar a la interpretación del
contrato; en segundo lugar porque en determinados casos pueden dar origen a
responsabilidad, calificada como “responsabilidad precontractual”, sobre todo cuando dichos
tratos preliminares han sido llevados a cabo por una de las partes sin observancia del

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Derecho Civil II

principio general de buena fe, para después provocar injustificadamente la ruptura de los
mismos. Esto dará lugar a la denominada “responsabilidad precontractual”, expresión que
algunos autores equiparan a la culpa in contrahendo (ineficacia o nulidad contractual a
consecuencia de circunstancias que eran conocidas para una de las partes contratantes, y se
referían a contratos celebrados pero viciados de nulidad), pese a no ser absolutamente
coincidentes.
La doctrina ha otorgado un significado propio a la calificación de la “responsabilidad
precontractual”, limitando su ámbito a la ruptura injustificada de tratos preliminares, esto
es, con anterioridad a la perfección del contrato. En particular, se subraya que cuando la
negociación preliminar tiene por objeto dañar a una de las partes o a un tercero (que podría
celebrar el eventual contrato con aquella) ha de buscarse un mecanismo de exigencia de
responsabilidad, aunque no se encuentre formulado legislativamente de forma expresa.
Además de recurrir al principio general de buena fe, hay una cierta conformidad utilizar
también en esta situación el art. 1.902 CC que, como sabemos, constituye el soporte
fundamental de la “responsabilidad extracontractual”, reconvertida ahora en
“precontractual” debido al momento del contrato.

3.- EL PRECONTRATO
Es posible que las partes lleven a cabo la celebración de un contrato preparatorio de un
futuro contrato. Suele denominarse precontrato, promesa de contrato o contrato preliminar
Nuestro CC regula dos supuestos concretos de precontrato:
 El art. 1.451, según el cual “la promesa de vender o comprar, habiendo
conformidad en la cosa y en el precio, dará derecho a los contratantes para
reclamar recíprocamente el cumplimiento del contrato”;
 El art. 1.862, al disponer que “la promesa de constituir prenda o hipoteca sólo
produce acción personal entre los contratantes…”.
Además son muy frecuentes los contratos de opción de compra en la práctica actual, a
juicio de Lasarte, encuadrables en el art. 1.451.

3.1. E L PRECONTRATO O PROMESA DE CONTRATO


La idea de precontrato se refiere a los acuerdos contractuales cuyo contenido se refiere a
la celebración de un futuro contrato. Las partes se obligan a celebrar un futuro contrato,
bien mediante la prestación de nuevo consentimiento respecto de éste, bien mediante la
manifestación de una sola de las partes, por entender que la otra se encuentra ya vinculada
por el primer contrato.
De esta forma habría dos clases de promesas:

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1. Promesa bilateral: las partes se obligan a celebrar un futuro contrato mediante la


prestación de un nuevo consentimiento respecto a este. Sería generadora de
obligaciones para ambas partes.
2. Promesa unilateral: las partes se obligan a celebrar un futuro contrato mediante la
manifestación de una sola de las partes, por entender que la otra se encuentra ya
vinculada por el primer contrato. El promitente queda ya vinculada por el propio
precontrato frente a la otra parte, promisario quien por el contrario, no tendría
obligación alguna de respetar o cumplir el precontrato celebrado.
En relación con la promesa unilateral, el art. 1.451 habla de “promesa de comprar o
vender…”: cabe pensar que lo mismo puede tratarse de una “promesa de compra” (alguien
se obliga a comprar si la contraparte desea) que de una “promesa de venta” (el vendedor
queda vinculado a hacerlo; el eventual comprador, en cambio, puede comprar o no). De ahí
la conjunción disyuntiva “o” utilizada en el precepto. Así pues, una de las partes del
precontrato o promesa unilateral cuenta a su favor, respectivamente, con la opción de
vender (o no) o de comprar (o no), resolviéndose el precontrato en un verdadero contrato
de opción (que veremos más adelante).
En relación con la promesa bilateral, ninguna de las propuestas doctrinales o
explicaciones jurisprudenciales llega a establecer de forma indiscutible cuáles puedan ser las
razones de distinción entre el contrato preparatorio (precontrato) y contrato definitivo, sobre
todo si se aceptan las dos premisas siguientes:
1. Que todos los elementos y estipulaciones del contrato definitivo deben encontrarse
presentes en el propio precontrato para que, en rigor, pueda hablarse de tal y no de
tratos preliminares más o menos desarrollados y avanzados.
2. Que la puesta en ejecución del contrato definitivo no requiere la emisión de (nuevo)
consentimiento por las partes, pues ya en el contrato preparatorio habían expresado
el acuerdo contractual.
Hasta mitad del siglo XX, se decía que el precontrato era un acto preparatorio del
contrato definitivo, el cual requería de nuevo prestación del consiguiente consentimiento.
Actualmente F. de Castro y algunas sentencias del TS aducen que la manifestación del
consentimiento, así como los elementos básicos del contrato definitivo e incluso la facultad
de exigir el cumplimiento del contrato definitivo se encontraban presentes ya en la promesa
de contrato. La exigencia del cumplimiento efectivo constituiría, por su parte, una segunda
fase del iter negocial, de la que dimanarían los derechos y obligaciones concretos del
contrato definitivo, cuya vigencia habría quedado mientras tanto en suspenso por haberse
reservado las partes la facultad de exigir el cumplimiento contractual en un momento
posterior a su puesta en vigor.

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3.2. E L CONTRATO DE OPCIÓN


El contrato de opción se caracteriza por incorporar una promesa unilateral, en cuya virtud
el optante tiene la facultad de realizar un determinado acto jurídico, cuyo contenido vincula
al promitente (la otra parte del contrato) por la mera declaración de voluntad de aquel,
siempre y cuando la opción sea ejercitada en las condiciones establecidas en el contrato.
En términos teóricos, el contrato de opción puede tener un amplio campo de aplicación.
Pero en la práctica su operatividad se encuentra reducida a la “opción de compra” y más
raramente a la “opción de venta”.
Es frecuente en nuestros días celebrar negocios preparatorios de una adquisición o
enajenación futura que aún no se tiene decidida en firme. Por ejemplo a una constructora le
interesa un terreno, pero no está dispuesta a comprarlo hasta cerciorarse de la volumetría
posible de la parcela. Pero le interesa asegurárselo mientras tanto. A cambio de ello, el
dueño del terreno exigirá una compensación económica, pues no va a limitar sus
posibilidades de venta a cambio de nada. Esta operación se conoce en Derecho con el
nombre de “opción de compra”: el concedente del derecho de opción (el dueño) está
otorgando un derecho de preferencia en la adquisición al optante (la constructora) a cambio
de un precio que, en la práctica, suele conocerse como “prima” o “señal” de la opción
(generalmente bajo unas condiciones entre las que destaca el plazo temporal concedido al
optante). Siendo así, el concedente del derecho de opción queda obligado a vender y es el
optante quien decidirá si compra o no.
Menos frecuente es cuando el eventual adquirente queda obligado a comprar, y es el
propietario el que puede optar entre vender o no vender: sería la “opción de venta” (en
adelante omitiremos toda referencia a esta última para no complicar la exposición).
La opción de compra:
 Tiene carácter gratuito u oneroso
 Es perfectamente lícita y posible
 Vincula al promitente
 El ejercicio del derecho o no de compra depende en exclusiva de la declaración de
voluntad del optante.
En caso de incumplimiento de lo pactado por parte del promitente, el optante puede
demandar al concedente de la opción, reclamándole la correspondiente indemnización de
daños y perjuicios.
El problema no es la obligatoriedad de la opción, sino si el derecho de opción puede
considerarse como un derecho real sobre la cosa que vincule a terceros. En términos
generales, sobre todo en relación con bienes muebles, la respuesta ha de ser no; pero en
relación con bienes inmuebles, el asunto es más complicado.

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5.- LAS CONDICIONES GENERALES DE LA CONTRATACIÓN Y LOS CONTRATOS DE


ADHESIÓN

5.1. N OCIÓN DE CONDICIONES GENERALES


El conjunto de estipulaciones, cláusulas, o contenido contractual seguido en los actos en
masa es lo que se denomina “condiciones generales de la contratación” (ej.: el clausulado
que acompaña a la petición de una tarjeta de crédito. La entidad financiera predispone o
establece unilateralmente el contenido contractual; al cliente le queda la libertad de solicitar
o no la tarjeta; también para gas, agua, electricidad…). Al ser el clausulado contractual de
aplicación general, se habla en este caso de “condiciones generales de la contratación”.
Mirado desde la perspectiva propia del consumidor o contratante, dado que la única salida
que tiene es, si quiere contar con el servicio ofrecido, asentir al contenido contractual
predispuesto por la otra parte, se habla de “contrato de adhesión”.
En la actualidad, condiciones generales de contratación y contrato de adhesión son
expresiones sinónimas.

5.2. L A EFICACIA OBLIGATORIA DE LOS CONTRATOS DE ADHESIÓN


La aceptación del contrato de adhesión, jurídicamente, conlleva que éste, peor que mejor,
ha prestado su consentimiento al contrato (o, si se prefiere, al contenido modular del
mismo). La cuestión a dilucidar no es la obligatoriedad del contrato, sino evitar abusos por
parte del predisponente, permitiendo que incluso la obligatoriedad de aquel (para ambas
partes, no se olvide) no obste a la posible ineficacia de alguna/s de las cláusulas que
contradigan los más elementales principios de justicia contractual o de equivalencia de las
prestaciones.
Con ello se consigue, de una parte, establecer un cierto equilibrio entre las obligaciones
de ambos, al tiempo que imposibilita que reclamaciones o demandas del usuario en relación
con determinadas cláusulas lo excluyan de la posibilidad de contar con los bienes y servicios
ofrecidos en masa.

5.3. L AS CONDICIONES GENERALES DE LA CONTRATACIÓN EN DERECHO ESPAÑOL BAJO LA


REGULACIÓN DEL C ÓDIGO C IVIL.
A falta de regulación de la materia en el CC, en la jurisprudencia española (desde los
años 30), ha sido tradicional recurrir a una interpretación progresista del art. 1.288 CC: “la
interpretación de las cláusulas oscuras de un contrato no deberá favorecer a la parte que
hubiese ocasionado la oscuridad”, con vistas a proteger a los ciudadanos frente a los
poderes económicos que preparan y redactan las condiciones generales de contratación. El

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Derecho Civil II

TS se ha limitado a requerir dos requisitos para dar lugar a la interpretación contra


proferentem:
 Que el clausulado contractual (o cláusula concreta de que se trate) haya sido
redactada unilateralmente por el predisponente
 Que sea inherente a la cláusula una oscuridad material claramente favorable para el
predisponente.
En los supuestos en que el art. 1.288 no podía entrar en aplicación, la jurisprudencia y la
doctrina han procurado restablecer la justicia conmutativa basándose en normas generales
que excluirían la validez de las condiciones generales de la contratación que fuesen
excesivamente onerosas o lesivas para el contratante débil (abusivas):
 Art. 7 y 1.258, en cuanto presuponen y requieren la buena fe en la contratación;
 Art. 1.256, que prohíbe dejar el cumplimiento del contrato al arbitrio de uno de los
contratantes;
 Art. 1.255, que imposibilita la exclusión de responsabilidad por parte del redactor de
las condiciones generales de contratación; etc.
La contemplación jurisprudencial y doctrinal del tema y los precedentes de Derecho
comparado, atrajo el interés del legislador mediante la publicación de la Ley 7/1998 que
trata sobre las condiciones generales de contratación, recientemente ha sufrido una
modificación de alguno de sus artículos por la Ley 20/2015 sobre ordenación, supervisión y
solvencia de las entidades aseguradoras y reaseguradoras.

8.- LOS CONTRATOS NORMATIVOS

8.1. L OS CONTRATOS FORZOSOS


Por contratos normativos se hace referencia a aquellos supuestos en que la ley,
atendiendo a razones de interés general, limita la autonomía privada de una de las partes,
obligándola necesariamente a contratar. Entre tales supuestos, destacamos:
a. La obligación de contratar que pesa sobre los concesionarios de servicios públicos en
situación oligopolista o monopolista. Por ejemplo, Iberia, no tiene libertad para
negarme el billete que solicito, su negativa sería un acto ilícito.
b. El alquiler obligatorio de viviendas que, susceptibles de ser ocupadas, no lo fueran por
nadie estando vacías. El Gobernador Civil, tras determinados requisitos, podría
acordar que una persona se convirtiera en inquilino “aunque el arrendador se niegue a
otorgarle contrato, en cuyo caso la renta se determinará conforme a los datos fiscales
que se expresan” (TR-LAU).
c. En general, los supuestos de subrogación y sucesión en la posición arrendaticia que
prevén tanto la LAU cuanto la Ley de Arrendamientos Rústicos.

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La obligación de contratar legalmente impuesta afecta a la autonomía contractual del más


fuerte, favoreciendo al débil. Pero los contratos forzosos no conllevan necesariamente que el
contenido del contrato haya de encontrarse legal o convencionalmente (por una de las
partes) predeterminado. Puede ocurrir (el contrato de transporte de Iberia está sometido a
las condiciones generales homologadas por la Administración); pero también puede darse la
convencional formalización del contenido del contrato, a pesar de que una de las partes esté
obligada a contratar.

8.2. L OS CONTRATOS NORMADOS O CONTRATOS TIPO


Los contratos normados se dan cuando el conjunto de derechos y obligaciones de las
partes (o contenido del contrato) se encuentra legal o reglamentariamente determinado por
los poderes públicos.
Normado: que está sometido a una “norma”, siendo ajeno a la voluntad de ambas partes
contratantes (que por otro lado serían libres de contratar o no contratar).
La distinción entre normado y forzoso es clara. Aunque lo cierto es que la mayoría de los
contratos normados son simultáneamente forzosos, sobretodo en cuanto se refieren al
suministro de servicios públicos (transporte regular, teléfono, electricidad…).
Pero no siempre es así; no siempre son forzosos: hay libertad para contratar o no: por
ejemplo cuando las Administraciones Públicas regulan préstamos bonificados en algunos
puntos de interés, en beneficio de inmigrantes, agricultores, etc. Estos grupos no están
obligados a contratar, pero si lo hacen quedan obligados a respetar el contenido contractual
fijado normativamente.
El sometimiento al contenido contractual normativamente fijado ha ido aumentando en
los últimos tiempos. Son numerosísimas las disposiciones legislativas (tanto europeas
cuanto de derecho interno) que, en la búsqueda de protección a los consumidores acaban
por establecer un marco normativo contractual de carácter obligatorio.
En otros casos, las características especiales de determinados sectores económicos
aconsejan la intervención de los poderes públicos estableciendo un determinado contrato-
tipo.
Por ello es común hablar de “contrato modelo” o de “modelo de contrato” para expresar
la sustitución de la autonomía privada por la formulación de una serie de cláusulas
predispuestas por las propias normas jurídicas aplicables al caso concreto de que se trate.

EXAMEN:

La aceptación: el valor del silencio ***


La perfección del contrato entre ausentes ***
Los tratos preliminares: la responsabilidad contractual
El precontrato **
El contrato de opción **

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TEMA 21
CAPITULO 5: EL CONTENIDO DEL CONTRATO

1.- EL CONTENIDO DEL CONTRATO

1.1. E L CONTENIDO Y EL OBJETO DEL CONTRATO


Contenido del contrato se refiere al conjunto de derechos y obligaciones generados por
el contrato. El contenido del contrato exige determinar de una parte el cuadro de facultades,
prerrogativas y derechos, y, de otra, el conjunto de cargas, deberes y obligaciones que
competen a cada una de las partes contratantes.
El objeto del contrato, son las cosas, derechos o servicios sobre los que recae el
acuerdo contractual.
La diferencia entonces entre contenido y objeto, es la mayor amplitud del primero.
Pero tal distinción debe mantenerse aún incluso en caso de que se entienda que el objeto
alcanza a las prestaciones de las partes y no solo a las cosas/servicios. Así el contenido
contractual estaría referido no solo a las prestaciones contractuales, sino cualquier poder,
prerrogativa o derecho de cualquiera de las partes, que en su conjunto, constituyen el
entramado contractual

1.2. L A AUTONOMÍA PRIVADA Y LAS REGLAS CONTRACTUALES


El contenido contractual depende sobre todo de la reglamentación autónoma de las partes
contratantes (Art. 1.255: “pueden establecer los pactos, cláusulas o condiciones que tengan
por conveniente, siempre que no sean contrarias a las leyes, a la moral, ni al orden
público”), en virtud del principio de la autonomía privada.
Pero el principio de autonomía privada no puede desvincularse del resto del
ordenamiento jurídico. Por ello, las primeras reglas contractuales a tener en cuenta son las
normas imperativas existentes respecto del contrato celebrado (ya sean generales aplicables
a cualquier contrato o específicas para un determinado tipo de contrato). Esas normas
imperativas no pueden ser ignoradas ni sustituidas por acto alguno de autonomía privada,
pues son jerárquicamente preeminentes.
Como las normas imperativas son escasas, una vez respetadas, las partes pueden
establecer el contenido contractual que les parezca oportuno, en forma de pactos, acuerdos
o convenios, de lo más diverso y variopinto, pues los esquemas legales reconocidos
difícilmente pueden seguir a una sociedad mucho más ágil y viva, de ahí la importancia de
los contratos atípicos.

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Los contratantes están habilitados por el ordenamiento jurídico para establecer el "tipo" o
"modelo" de contrato que crean más favorable para sus intereses o más acorde con la
intención perseguida. Del 1.255 cabe deducir dos consecuencias:
 En los contratos regulados por la legislación (derecho positivo) los particulares
pueden introducir las modificaciones que consideren adecuadas
 Pueden establecerse contratos atípicos (no regulados o tipificados), mientras no sean
contrarios a las normas imperativas.
Al hablar en el 1.255 de "pactos, cláusulas y condiciones" del contrato, se presupone que
el contrato es el acuerdo básico y que pactos, cláusulas y condiciones están subordinados al
mismo. Lo más acertado sería dar a esos tres términos el mismo significado, convenio,
estipulaciones concretas de los detalles. El término cláusula recoge la tradición de llamar
cláusula a las estipulaciones numeradas en los contratos escritos. El término condición
usado en el art. 1255 no tiene significado técnico, no se refiere a sucesos futuros e inciertos,
sino que se utiliza en sentido figurado
Sobre las normas dispositivas (éstas sí muy abundantes) las partes pueden sustituir el
mandato de dichas normas (las pueden “derogar”), por un pacto o regla de carácter
autónomo. Pero si las partes no proceden a tal sustitución, el mandato normativo de las
reglas dispositivas pasa a formar parte del contenido contractual.

2.- LA CONDICIÓN EXAM

2.1. N OCIÓN GENERAL Y REQUISITOS


La celebración de un contrato puede quedar sujeta a condiciones que afectan
directamente a la eficacia del mismo. Tales condiciones son admisibles conforme al principio
de autonomía privada y, por tanto, pueden incorporarse a cualquier contrato por voluntad
de las partes. En tales casos se habla de elemento accidental del contrato, se refiere a que
no es un elemento esencial, ya que el contrato no tiene por qué ser sometido a condición,
pero las partes así lo deciden.
Pero una vez las partes someten el contrato a condición, ésta deja de ser mero accidente
para convertirse en el elemento esencial para la propia eficacia del contrato. La eficacia del
mismo depende de un suceso futuro/incierto, cuyo efectivo acaecimiento o falta de
acaecimiento reúne características para que pueda hablarse de condición.
Requisitos o características:
1. El suceso contemplado como condición tiene que ser posible.
2. Las condiciones no pueden ser contrarias a las leyes ni a las buenas costumbres.
3. El acaecimiento (o falta de él) del suceso contemplado como condición no puede
depender de la voluntad de los contratantes. La razón de ello es clara: “la validez y

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el cumplimiento de los contratos no pueden dejarse al arbitrio de uno de los


contratantes” (Art. 1256).
La inclusión de una condición en un clausulado, no tiene sentido salvo caso de que el
contrato se entienda realmente celebrado y, por tanto, perfeccionado. En caso contrario,
bastaría con plantear la eventualidad elevada a condición en los tratos preliminares.

2.2. C ONDICIÓN SUSPENSIVA Y CONDICIÓN RESOLUTORIA (EXAM )


La consecuencia fundamental de "condicionar" un contrato (afectar a su eficacia),
requiere primero que el contrato sea tal, es decir, que esté válidamente celebrado, que sea
perfecto.
Condición suspensiva: cuando la eficacia del contrato depende del acaecimiento de la
condición, ya que hasta que no se produzca el evento futuro o incierto los efectos propios
del contrato se encuentran “en suspenso”, sin que hayan empezado a generarse.
La condición supone la eficacia del contrato
Condición resolutoria: el acaecimiento de dicha condición supone la ineficacia
sobrevenida del contrato. La condición trae consigo la ineficacia del contrato.
La condición supone la ineficacia del contrato.
El acaecimiento de la condición opera con efectos retroactivos: los derechos y
obligaciones de las partes se adquieren y asumen, respectivamente, desde el momento de
celebración del contrato.

2.3. L A CONDITIO IURIS O CONDICIÓN LEGAL


Frente a la condición voluntaria o propiamente dicha, se emplea el termino conditio iuris o
condición legal para expresar que en ciertos casos, la ley subordina la eficacia de un
contrato/negocio (por ejemplo testamento) al acaecimiento de un suceso futuro, ajeno a
voluntad de las partes (se requiere que el testador fallezca para que el testamento tenga
eficacia
La conditio iuris no está contemplada en CC. En realidad poco o nada tiene que ver la
conditio iuris con la condición (u obligación condicional) pues:
a. La condición es un elemento accidental o contingente (no necesario) del contrato,
mientras que la denominada conditio iuris constituirá un presupuesto legal y
necesario de eficacia del contrato.
b. El cumplimiento de la conditio iuris no tendrá por principio eficacia retroactiva, a
diferencia de lo que ocurre en las relaciones contractuales sometidas a condición.

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ELEMENTO EFECTOS
CONDICIÓN Accidental Eficacia retroactiva
Presupuesto legal y Por principio no tendrá eficacia
CONDITIO IURIS
necesario retroactiva

3.- EL TÉRMINO O PLAZO

3.1. P LANTEAMIENTO
El término es el momento temporal en que:
a. Comienzan o terminan los efectos de un contrato, opera como elemento accidental del
contrato, afectando a su eficacia; o bien,
b. Ha de llevarse a cabo el cumplimiento de una obligación determinada (contractual o
extracontractual), está referido solo a la ejecución del contrato (cumplimiento)
El CC regula con detalle las obligaciones a plazo (Art. 1125 y ss), pero apenas se refiere
al término como elemento integrante. Algo similar ocurre con la Ley 3/2004, de lucha contra
la morosidad en las operaciones comerciales. En ella, no hay contemplación del término en
sentido propio, sino que la ley solo contempla plazos propiamente dichos.
Sin embargo la litigiosidad de la materia, es mucho más compleja en los supuestos
relativos al término de cumplimiento que en la derivada de obligaciones a plazo.

3.2. E L TÉRMINO COMO ELEMENTO ACCIDENTAL : TÉRMINO INICIAL Y FINAL


El término es el momento temporal en que comienzan o terminan los efectos (elemento
accidental) de un contrato. Puede consistir tanto:
 En la fijación de una fecha concreta futura,
 En un período temporal determinado, contado a partir de la celebración del
contrato o
 En la fijación de una fecha indeterminada pero determinable por referencia a un
evento futuro.
Para poder hablar de término es necesario que el acaecimiento futuro se produzca de
forma segura aunque no se sepa cuándo ocurrirá (por ejemplo fallecimiento de alguien), a
diferencia de la condición en la que queda en la incertidumbre.
1. Término inicial: día cierto a partir del cual un contrato genera los efectos que le
son propios. Paralelismo con condición suspensiva.
2. Término final: día cierto en que los efectos propios del contrato se darán por
concluidos. Paralelismo con condición resolutoria.

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Derecho Civil II

3.3. E L TÉRMINO DE CUMPLIMIENTO : TÉRMINO ESENCIAL


Se habla de término esencial cuando el cumplimiento de determinadas obligaciones
excluye de forma absoluta que se pueda llevar a cabo con posterioridad a la fecha o al día
señalado (por ejemplo: pianista en la boda). El cumplimiento extemporáneo equivale a un
verdadero incumplimiento, al no satisfacer el interés del acreedor.

4.- EL MODO

4.1. N OCIÓN Y ÁMBITO


El modo consiste en una carga o en un gravamen añadido en algunas ocasiones a los
“actos de liberalidad”, como la donación y el testamento. El ámbito son los negocios
gratuitos, pues según afirmación clásica e indiscutible, el modo no puede incorporarse a los
negocios onerosos. Es un elemento accidental.

4.2. R ÉGIMEN BÁSICO


El modo consiste en una obligación accesoria impuesta al beneficiario de una determinada
liberalidad por el disponente de ésta (ej: regalo una finca a mi sobrina y le impongo la carga
de regalar una cesta en Navidad a cada empleado) que, inicialmente, no afecta ni suspende
la atribución patrimonial realizada con carácter gratuito, ni la convierte en onerosa.
El modo es accesorio respecto de la liberalidad en que consiste el “negocio gratuito”. En
caso de que el modo impuesto consista en una carga de carácter ilícito o imposible, se
tendrá por no puesto o ineficaz, mientras que la validez de la liberalidad se mantendrá.
La carga modal es obligatoria para el beneficiario de la liberalidad, y en caso de
incumplimiento imputable a éste, la liberalidad puede ser revocada si las personas legítimas
(en el caso de la donación, el donante y sus herederos) ejercitan la oportuna acción de
revocación, o la “devolución de lo percibido con sus frutos e intereses” (en el caso de la
institución de heredero o legatario).
En las donaciones, la legitimación activa para exigir el cumplimiento del modo
corresponde al donante y herederos, lo que supondrá la vuelta de lo donado al patrimonio
del donante.

5.- LOS CONTRATOS TÍPICOS Y ATÍPICOS

5.1. L OS CONTRATOS TÍPICOS


Son aquellos esquemas contractuales que están legalmente contemplados y a los que el
Derecho objetivo proporciona una regulación con carácter general, que permitirá la

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Derecho Civil II

resolución de la mayor parte de lagunas que presente el clausulado contractual establecido


por los contratantes (son ej.: compraventa, arrendamiento, contrato de edición…).
Su regulación objetiva se limita a ofrecer el marco básico del contrato de que se trate,
mediante escasas normas de carácter imperativo, al tiempo que se permite a las partes
modificar el resto de la disciplina legal, que se caracteriza por tener naturaleza dispositiva.
En el caso de que los particulares la disciplina legal se aplicará de modo supletorio.

5.2. L OS CONTRATOS ATÍPICOS


Son los que, aun careciendo de reconocimiento legal y de regulación positiva, reúnen los
requisitos esenciales de la genérica figura contractual (Ar. 1261 CC y concordantes)
Ante la eventualidad de que las figuras atípicas sirvan para burlar prohibiciones
legalmente fijadas para los contratos típicos, doctrina y jurisprudencia insisten en la
necesidad de una causa lícita.
En base al Art. 1255 CC y otros similares la jurisprudencia considera indiscutible el que la
libertad contractual derivada de la iniciativa económica privada conlleva que las personas
puedan estructurar libremente figuras contractuales no consagradas aun legalmente.
La celebración del contrato atípico supone estructurar un modelo contractual que no
cuenta con una regulación supletoria ad hoc, por lo que conviene perfilar muy
cuidadosamente las reglas o cláusulas contractuales de éste, para evitar imprevisiones en la
ejecución efectiva del contrato.
Este es el problema fundamental, pues en caso de litigio entre las partes, poco previsoras
en el establecimiento del clausulado contractual, ¿qué normas se aplicarían
supletoriamente? Según la doctrina se han propuesto distintas opciones:
 Teoría de la absorción. Una vez acercado el contrato atípico al esquema contractual
típico que le resulta más próximo, se le aplicarán las normas de éste, por ser el elemento
preponderante.
 Teoría de la combinación. Se deberán tener en cuenta, conjuntamente, la regulación
supletoria de todos aquellos modelos contractuales típicos que parcialmente estén
presentes en el contrato atípico.
 Teoría de la aplicación analógica. Habían de aplicarse las normas propias del contrato
típico que presente mayor identidad de razón y siempre conforme a las reglas internas
de la aplicación analógica de las normas establecidas en el Código Civil.
La jurisprudencia del Tribunal Supremo atiende a la justicia del caso concreto, sobre la
base de diseccionar lo mejor posible la voluntad de las partes, y atendiendo a la aplicación
de las normas generales de contratación.
Serían ejemplos de contratos atípicos, además del contrato de mediación o corretaje y el
de garaje, también el de franquicia, leasing o el factoring.

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Derecho Civil II

TEMA 22
CAPITULO 6: LA INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN DEL CONTRATO

1.- INTRODUCCIÓN: INTERPRETACIÓN, CALIFICACIÓN E INTEGRACIÓN DEL


CONTRATO
La ejecución de un contrato no siempre es pacífica, sino que frecuentemente plantea
problemas de carácter interpretativo sobre la significación de las cláusulas del mismo o
sobre la voluntad de las partes contratantes.
Interpretar equivale a desentrañar el significado exacto, el alcance concreto o el preciso
sentido de algo, trátese de una norma o de un contrato (lex privata). La existencia de
criterios interpretativos de diferente signo no supone excluir la posible combinación de
varios de ellos. Pero tal paralelismo tampoco supone identificar ambos supuestos de
interpretación (norma o contrato), dada la diferencia esencial entre un mandato y un pacto
contractual, pues en este, se trata de desentrañar el acuerdo de voluntades de los
contratantes.
La exacta determinación del contenido del contrato y, por tanto, la efectiva ejecución del
mismo puede:
 Excepcionalmente, en casos de contratantes particularmente puntillosos y
previsores, hacer facilísima la interpretación del contrato.
 Pero en la mayoría de los casos, la interpretación se hace difícil por la insuficiencia
del clausulado contractual, que no suele contener elementos suficientes para
prever todas las consecuencias o incidencias del cumplimiento de las obligaciones
derivadas del contrato e incluso algunas cláusulas pueden resultar contradictorias
con el derecho imperativo.

En muchos casos, la exacta determinación del contenido contractual no habría de


derivarse solo de la actividad interpretativa de forma exclusiva, sino que sería necesario
proceder a fijar su naturaleza (calificación) y sobre la misma base, extraer todas las
consecuencias que sea conformes a la buena fe, al uso y a la ley (la llamada integración del
contrato). Estas tres operaciones (interpretación, calificación e integración) y en ese orden
están dotadas de su propia operatividad y cierta autonomía conceptual.

2.- LA INTERPRETACIÓN DEL CONTRATO

2.1. U BICACIÓN LEGAL Y CARÁCTER NORMATIVO DE LOS CRITERIOS INTERPRETATIVOS


El CC recoge con cierto detalle los criterios interpretativos (Art 1281 a 1289) que deben
imperar en la averiguación del significado de la lex contractus. La doctrina se mostró

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durante cierto tiempo poco favorable a reconocer carácter propiamente normativo a las
reglas sobre interpretación, considerándolas simples máximas. Sin embargo, para la
doctrina actual las reglas contenidas en dichos artículos son normas jurídicas vinculantes
para el intérprete (abogado, árbitro, juez, autoridad, etc.). Tampoco cabe duda respecto de
su aplicación a los contratos mercantiles.
Ahora bien, dichos artículos citados contienen criterios de diferente naturaleza e, incluso,
puede que ninguno de ellos sea adecuado para desentrañar el verdadero significado del
contrato. La aplicación de tales normas no puede plantearse de forma incondicional sino
ponderando cuidadosamente el supuesto de hecho a considerar. No se trata de estudiar
simplemente dichos artículos, pues el CC utiliza de forma cruzada criterios interpretativos de
muy diverso signo y carácter.

2.2. I NTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS Y CASACIÓN


La trascendencia de la naturaleza normativa/ axiomática de las reglas sobre la
interpretación tiene un trasfondo práctico: determinar si la posible infracción de las reglas
interpretativas por los Tribunales de instancia puede dar origen al recurso de casación ante
el TS.
La Sala 1ª del TS contesta afirmativamente en numerosas sentencias, por lo que niega
que la interpretación sea una cuestión de mero hecho, y afirma la naturaleza normativa de
los artículos. Pero en términos prácticos, el TS suele mantener la interpretación de los
Tribunales de instancia, salvo que contradiga la interpretación interna de los artículos o sea
manifiestamente arbitraria.
En la LEC 2000, se regula el recurso de casación en los 477 y ss, y se establece que el
único motivo de casación “en la infracción de normas aplicables para resolver las cuestiones
objeto del proceso” y de otra parte, al “interés casacional”, se mantiene el sentido propio del
recurso, sin que queden por tanto excluidas de dicho recurso las normas reguladoras de la
interpretación de los contratos.
La STS 215/2009 en la que compañías que habían actuado como agentes de un jugador
demanda al Futbol club Barcelona establece que la interpretación de los contratos es una
facultad que corresponde a los tribunales de instancia, pero que puede ser modificada en
casación cuando resulta ilógica o contraria a las normas que disciplinan. Conceptos similares
manejan otras Sentencias del Tribunal Supremo.

3.- LOS CRITERIOS INTERPRETATIVOS DE CARÁCTER SUBJETIVO


La interpretación subjetiva es la que trata de indagar tanto la voluntad de cada parte,
como la intención común de ambas.
Proporciona el CC para ello los siguientes criterios:

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1. La intención de los contratantes asume primacía frente a la fórmula contractual (art.


1281 CC).
2. Cuando la discordancia entre la intención de las partes y los términos del contrato no
resulta evidente y los términos utilizados sean claros, debe mantenerse la
interpretación literal. Se refiere a cuando los términos de la cláusula del contrato son
claros y con armonía entre las palabras y el significado final. De este modo no existe
duda o ambigüedad no es necesario interpretar
3. Respecto a los extremos de carácter complementario o de detalle: la intención de las
partes debe prevalecer sobre los términos contractuales, cualquiera que sea la
generalidad de estos (Art. 1283 CC).
4. Para determinar el elemento volitivo (lo querido por las partes) es necesario prestar
atención a los actos constatables realizados por las partes (Art. 1282 CC), incluso los
actos precontractuales o tratos preliminares. Por ello ordena el 1282 que “para juzgar
la intención de los contratantes deberá atenderse principalmente a los actos de estos,
coetáneos y posteriores al contrato”. No excluye la consideración de los actos
precontractuales (en particular, los tratos preliminares), que adquieren relevancia en
sede interpretativa. Así lo tiene reiterado el TS, así como que el art 1282 es supletorio
del 1281.1

4.- LOS CRITERIOS INTERPRETATIVOS DE CARÁCTER OBJETIVO


La distinción entre interpretación subjetiva y objetiva no impide la posibilidad de
comunicación entre las dos. En principio algunas reglas legales interpretativas tienen
preponderantemente carácter objetivo. Es decir, actúan en un ámbito tendencial distinto al
de la voluntad de los contratantes, ofreciendo como resultado la llamada interpretación
objetiva. Tales reglas de carácter objetivo serían:

4.1. L A INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA


 Art. 1285 CC: “Las cláusulas de los contratos deberán interpretarse las unas por las
otras, atribuyendo a las dudosas el sentido que resulte del conjunto de todas”
 Jurisprudencia: “un contrato… es un todo coherente y unitario que no admite radicales
separaciones… puesto que cada cláusula encuentra su razón de ser y justificación en el
conjunto armónico de todas las demás” (STS).

4.2. L A EXCLUSIÓN DE LA ANFIBOLOGÍA Y EL PRINCIPIO DE CONSERVACIÓN DEL CONTRATO


Las normas legales tienen por objeto la exclusión de la anfibología (palabras usadas
adrede que tienen más de un sentido), esto es, evitar el doble sentido, sin sentido o

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pluralidad de acepciones de una fórmula, giro o término. Dos artículos presiden esta idea
motriz:
 Art. 1286 CC: “las palabras que puedan tener distintas acepciones serán entendidas
en aquella que sea más conforme a la naturaleza y objeto del contrato”. Va dirigido a
evitar querellas lingüísticas sobre los términos, técnicos o no, utilizados.
 Art. 1284 CC: “si alguna cláusula de los contratos admitiere diversos sentidos, deberá
entenderse en el más adecuado para que produzca efectos”. Este artículo tiene gran
importancia en los conceptos de interpretación, además recalca el principio de
conservación del contrato que opera con carácter general.

4.3. L OS USOS INTERPRETATIVOS


Art. 1287 CC: “El uso o la costumbre del país se tendrán en cuenta para interpretar las
ambigüedades de los contratos, supliendo en éstos la omisión de cláusulas que de ordinario
suelen establecerse “. El art. 1287 CC dispone que las ambigüedades de los contratos se
interpretarán teniendo en cuenta el uso “del país” (debe entenderse como el lugar de
celebración del contrato).
Dichos usos desempeñan una función auxiliar en la determinación del contenido del
contrato. Los usos normativos en este caso tienen valor de norma en cuanto a costumbre.
Su función no es de carácter interpretativo sino integrador.

4.4. L A INTERPRETACIÓN CONTRA STIPULATOREM


El art. 1288 CC prohíbe que el resultado interpretativo al que se llegue favorezca al
redactor o autor de las cláusulas oscuras o ambiguas. Este mandato normativo es una
derivación del principio de la buena fe que debe presidir el ejercicio de los derechos
subjetivos. Esto tiene especial trascendencia en las condiciones generales de contratación y
sobre todo en los contratos de seguros.
La interpretación contra stipulatorem es aplicable a todo supuesto contractual,
individualizado (personalizado) o en serie, aunque su aplicación jurisprudencial destaca más
en materia de condiciones generales de la contratación.
Es dudoso, sin embargo, que pueda extenderse el principio de buena fe hasta extremo de
afirmar que, la interpretación (subjetiva u objetiva) debe estar presidida por la buena fe,
pues esta es un canon de conducta y no un criterio interpretativo en sentido técnico.

5.- EL ARTÍCULO 1.289 DEL CÓDIGO CIVIL


El art. 1289 CC es desolador ya que reconoce que puede resultar “absolutamente…
imposible resolver las dudas por las reglas establecidas en los artículos precedentes”. Esto
es, el resultado final de la interpretación puede abocar en la absoluta inutilidad de dicho

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Derecho Civil II

procedimiento para desentrañar el significado del acuerdo contractual. Ante esto, el art.
1289 CC obliga a distinguir según las dudas recaigan sobre:
 Circunstancias accidentales del contrato: la consecuencia normativa es una
manifestación más del principio de conservación del contrato.
 El objeto principal del contrato: el precepto se pronuncia abiertamente por declarar la
nulidad de un acuerdo cuyo contenido sigue siendo una incógnita.
Es poco frecuente en la práctica contractual esta eventualidad referida en el art. 1289 y
por otra parte, el art. 1289 desempeña un papel subsidiario respecto de los precedentes
(Art. 1281 a 1288). Por este motivo el TS excluye su aplicación efectiva, por considerar que
esta requiere siempre “situaciones contractuales particularmente dudosas” que raramente
suelen darse.

5.1. L AS CIRCUNSTANCIAS ACCIDENTALES DEL CONTRATO


El art. 1289.1 CC, en el supuesto de que la falta de operatividad de la interpretación
recaiga sobre las circunstancias accidentales del contrato, distingue a su vez según sea el
contrato oneroso o gratuito. Circunstancias accidentales del contrato no puede equipararse a
los denominados elementos accidentales del contrato.
 Elementos accidentales del contrato: si existen, son predeterminantes respecto de
la propia eficacia del contrato.
 Circunstancias accidentales del contrato: hay que entenderla referida a extremos
o detalles del mismo que no afecten propiamente a su general eficacia (lugar de
entrega de la cosa; color del coche, que no se precisó, etc.).
 En los contratos gratuitos habrá de optarse por la menor transmisión de
derechos e intereses, se apoya en el favor debitoris, y en este caso el deudor es el
donante
 En los contratos onerosos, la duda se resolverá en favor de la mayor reciprocidad
de intereses, es decir procurando que el resultado de la interpretación garantice la
equivalencia de prestaciones para cada una de las partes.

5.2. E L OBJETO PRINCIPAL DEL CONTRATO


El art. 1289.2 CC dispone que “si las dudas… recayesen sobre el objeto principal del
contrato, de suerte que no pueda venirse en conocimiento de cuál fue la intención o
voluntad de las partes contratantes, el contrato será nulo”.
La referencia al objeto principal del contrato no resulta clara. La mayoría se inclina por
identificar “objeto principal” con el fin principal del contrato, que no es otro que la causa en
sentido objetivo.

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A juicio de Lasarte la expresión objeto principal del contrato no equivale solo y


exclusivamente a lo que técnicamente es el objeto del contrato, sino a algo más. Puede
estar referido a los elementos esenciales del contrato, a los propios elementos accidentales,
y a cualquier otras circunstancias (no accidentales) que puedan desempeñar un papel
determinante respecto del contenido del contrato. Ejemplos: duda respecto de una condición
(resolutoria o suspensiva); hipotética conducta dolosa que no ha podido probarse; motivo
ilícito. Al tratarse de un punto fundamental relativo a la admisibilidad y eficacia (y no
circunstancia accidental) el principio de conservación del contrato no debería prevalecer
sobre la concreta sanción de nulidad que establece el CC (1289.2)

6.- LA CALIFICACIÓN DEL CONTRATO


Es frecuente que las partes yerren en el momento de celebración del contrato
confundiéndose de nombre (ej: depósito por comodato) o previendo cláusulas que entienden
erróneamente como legalmente imperativas. Surgido el litigio, dichos yerros se pondrán de
manifiesto en el momento interpretativo y lo primero que se debe determinar es la
calificación del contrato, es decir, identificar el tipo o esquema contractual (típico o atípico)
celebrado, para determinar entre otras cosas el régimen legal imperativo o las normas
supletorias aplicables a ese contrato.
La denominación dada por las partes al contrato no les vincula ni a ellas, ni al Juez. El
Juez tendrá que deducir el contenido contractual del clausulado y/o las pruebas realizadas
en el proceso. La calificación dada por los contratantes tiene carácter orientativo y no
vincula al juzgador.
Las partes pueden usar de su autonomía de voluntad para realizar el contrato, pero una
vez perfeccionado este, la autonomía se reduce a los términos, alcance y efectos convenidos
en el mismo.

7.- LA INTEGRACIÓN DEL CONTRATO

7.1. A LCANCE Y SIGNIFICADO DEL ARTÍCULO 1.258 DEL C ÓDIGO C IVIL


Generalmente, la interpretación y la calificación del contrato, son operaciones lógicas
cuyo resultado ofrece consecuencias positivas en relación con el contenido del contrato, esto
es, con la precisa determinación de los derechos y obligaciones de las partes.
Sin embargo, en otros casos, tales determinaciones no habrían de derivarse solo de la
actividad interpretativa y calificadora de forma exclusiva, sino que, con base en su
naturaleza, sería necesario extraer consecuencias complementarias acordes con el conjunto
del sistema normativo. Dicha operación es la integración del contrato.
La integración del contrato, es su adecuación al ordenamiento jurídico, pudiendo suponer

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 Una agregación de derechos y obligaciones no contemplados por las partes;


 La sustitución de determinadas estipulaciones convencionales por otras
impuestas por el ordenamiento o,
 La declaración de nulidad de algunas de las cláusulas contractuales.
La integración del contrato se encuentra contemplada en el art. 1258 CC, que tras
identificar el momento de perfección de los contratos con el mero consentimiento, establece
que estos “obligan no sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a
todas las consecuencias que, según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a
la ley”. La segunda parte del artículo establece el alcance obligacional del contrato, y no es
un precepto interpretativo (como mantiene la doctrina más conservadora). El sentido
normativo del 1258 es delimitar la autonomía contractual impidiendo que se infrinjan los
efectos contractuales impuestos por las más elementales reglas del tráfico jurídico.
La norma considerada es un precepto de carácter imperativo (ius cogens) que se aplica
con independencia de la voluntad de las partes. Su aplicación no requiere que haya laguna
contractual, sino que entra en juego incluso cuando las partes han previsto extremos que
son indisponibles por los particulares. En tal caso las cláusulas pactadas habrían de ser
sustituidas por las legalmente aplicables.
La eficacia normativa directa del 1258 responsable de la integración del contrato ha sido
utilizada por el TS en varias sentencias, por ejemplo imponiendo a una constructora cumplir
con las obligaciones dimanantes de la actividad publicitaria (viviendas entregadas sin piscina
y canchas de tenis cuando la publicidad indicaba que si tenían). Pese a esto no es extraño
ver sentencias que otorgan al art. 1258 CC un valor meramente interpretativo.

7.2. L OS MEDIOS DE INTEGRACIÓN


Señala como tales el art. 1258 CC la buena fe, el uso y la ley. Sin embargo, el
escalonamiento jerárquico de dichos medios debe ser al contrario.
Al ser establecidos por una norma de carácter imperativo, tales medios son calificados por
algunos como heterointegradores, en contraposición con los métodos de autointegración del
contrato, en los cuales las lagunas contractuales podrían ser suplidas o llenadas otorgando a
la reglamentación contractual una capacidad expansiva que le permitiera deducir una regla
complementaria que evitara recurrir a los medios legales de heterointegración. Con esta
propuesta, se está proponiendo convertir a la analogía en medio de interpretación e
integración del contrato, lo que es criticable, pues la analogía, expresamente permitida en
relación con las normas, no parece que pueda desempeñar papel alguno en materia de
integración. Por tanto, limitaremos la exposición a los medios legales de integración según el
art. 1258 CC:

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Derecho Civil II

A. La ley:
La norma imperativa aplicable a un supuesto contractual determinado conformará e
integrará el régimen del mismo con primacía incluso sobre el acuerdo o clausulado
contractual.
Las normas dispositivas, en cuanto son disponibles por las partes, sólo integrarán el
contrato cuando contemplen un elemento natural del mismo que no haya sido contemplado
o regulado de forma distinta a la legalmente prevista (gastos de escritura, contenido típico
del saneamiento por evicción, gratuidad del depósito).

B. Los usos normativos:


En el art. 1.258 tienen carácter normativo, y por tanto integran el acuerdo contractual en
cuanto costumbre. Ahora bien, al igual que las normas dispositivas, en caso de ser
conocidos y no queridos por las partes pueden ser excluidos del acuerdo contractual. La
autonomía privada conlleva la posibilidad de excluir la aplicación de las normas
consuetudinarias.

C. La buena fe:
Es simultáneamente principio general del Derecho y un medio integrador. No puede ser
entendida desde una perspectiva subjetiva, sino que se superpone al propio comportamiento
de las partes y configura el contenido o los efectos del contrato de acuerdo con las reglas de
conducta socialmente consideradas como dignas de respeto.
Por ello, en el 1258 la buena fe no debe ser entendida en un sentido subjetivo, sino como
un criterio ordenador de las relaciones contractuales, que se superpone al propio
comportamiento de las partes y configura el contenido o los efectos del contrato de acuerdo
con las normas de conducta socialmente consideradas dignas de respeto.

EXAMEN:

Los criterios interpretativos de carácter objetivo**


Los criterios interpretativos de carácter subjetivo
Medios de integración
La integración del contrato

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TEMA 23
CAPITULO 7: LA EFICACIA DEL CONTRATO

1.- LOS EFECTOS PROPIOS DEL CONTRATO


El objetivo de cualquier contrato es crear un entramado de derechos y obligaciones entre
las partes, cuyo alcance depende de su naturaleza, del tipo contractual elegido y de las
estipulaciones concretas, todo eso partiendo de la base de que el acuerdo contractual es una
manifestación de la autonomía privada que el ordenamiento jurídico reconoce a los
particulares, calificados como partes.
Desde antiguo, el contrato se ha configurado como un acuerdo privado que, por principio,
está referido a las partes contratantes y que no puede interesar a terceros, por no verse
ellos beneficiados ni perjudicados. Aunque la regla general es que el contrato sólo afecta a
las partes contratantes y no a terceros, en raras ocasiones, sí existen contratos que pueden
tener efectos en relación con terceros, casi siempre beneficiosos y muy raramente
perjudiciales.
Pero para evitar visiones desenfocadas (sobre todo al exponer los "contratos en favor de
tercero") advertir que, normativamente, el contrato como regla, sigue siendo res inter alios
acta (la cosa entre otros actúa, un acuerdo entre partes no puede afectar a un tercero que
no forma parte del mismo), dato que está ratificado estadísticamente.

1.1. L OS EFECTOS INTER PARTES : EL PRINCIPIO DE LA RELATIVIDAD DEL CONTRATO


Para acreditar q la regla general es q los contratos son acuerdos de naturaleza
estrictamente particular nos remitimos a los 1257.1 y 1091 CC
El art. 1257.1 CC establece que “Los contratos sólo producen efectos entre las partes
que los otorgan y sus herederos, salvo, en cuanto a éstos, el caso en que los derechos y
obligaciones que proceden del contrato no sean transmisibles, o por su naturaleza, o por
pacto, o por disposición de la ley”. Es decir: los contratos despliegan su eficacia
exclusivamente con relación a las partes contratantes y, para el caso de que cualquiera de
éstas haya fallecido, sus herederos, siempre y cuando los derechos y obligaciones
dimanantes del contrato no tengan carácter de personalísimos.
Por otro lado, el art. 1091 CC considera al contrato como fuente de las obligaciones:
“Las obligaciones que nacen de los contratos tienen la fuerza de ley entre las partes
contratantes y deben cumplirse al tenor de los mismos”. La fuerza de ley que dicho artículo
atribuye al contrato es un vínculo entre las partes contratantes y la circunstancia de que la
eficacia del contrato haya de restringirse al ámbito propio de los contratantes.
Con la expresión de principio de relatividad del contrato se trata de poner de manifiesto
que la eficacia del contrato como categoría no tiene alcance general respecto de la

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colectividad, sino un alcance limitado a las partes contratantes, sin que pueda generar
derechos y obligaciones respecto a personas extrañas o pueda atribuírsele un alcance
general.
Las partes contratantes son quienes asumen las obligaciones y ostentan los derechos
derivados de la relación contractual, con independencia de su material y efectiva
participación en la celebración del contrato (pensemos en representantes, abogados o
corredores de ganado). Y fallecidos estos, serán sus herederos, los que serán considerados
igualmente partes, salvo en cuanto a derechos y obligaciones de carácter personalísimo.

1.2. L A POSIBLE EFICACIA DEL CONTRATO EN RELACIÓN CON TERCERAS PERSONAS


La regla general de la relatividad del contrato tiene excepciones, sobre todo en relación
con los contratos a favor de tercero.

2.- LOS CONTRATOS EN FAVOR DE TERCERO


La existencia de contratos generadores de derechos en favor de tercero se encuentra en
el art. 1257.2 CC: “Si el contrato contuviere alguna estipulación en favor de tercero, éste
podrá exigir su cumplimiento, siempre que hubiese hecho saber su aceptación al obligado
antes de que haya sido aquella revocada”. Este tipo de contratos se basa en el deseo de
favorecer a una persona ajena a las partes otorgantes
Ejemplos de contratos a favor de tercero (compra de un viaje de novios por familiares,
regalo de un viaje por parte de la empresa a sus trabajadores, seguro de vida a favor del
conyugue, rentas a favor de hijos, etc.).

2.1. P ARTES CONTRATANTES Y BENEFICIARIOS


La existencia de un contrato o de una estipulación contractual en favor de un tercero
presupone que éste, pese a no haber sido parte contratante, es titular de un determinado
derecho de crédito que puede exigir directamente a la parte contratante que resulta
obligada al cumplimiento (a esta parte obligada al cumplimiento el CC la denomina
“obligado” y la doctrina la denomina “promitente”). A la parte contratante que genera el
beneficio para el tercero recibe el nombre de “estipulante”.
La jurisprudencia del TS ha declarado reiteradamente que el beneficiario debe ser titular
del derecho de crédito y no un mero adiectus solutionis causa (receptor de la prestación).
El beneficiario, en cuanto no es parte contractual, no tiene por qué acreditar capacidad
alguna de obrar, ni siquiera es necesario que sea persona (puede tratarse del nasciturus o
del concepturus), pues en todo caso la gestión de sus intereses podría ser perfectamente
atendida por sus representantes legales.

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Generalmente, en la práctica, la concreta y expresa determinación del beneficiario/s tiene


lugar en el propio contrato, pero cabe reservar la posibilidad de que el estipulante lo designe
a posteriori.

2.2. L A ACEPTACIÓN POR EL BENEFICIARIO EN RELACIÓN CON LA REVOCACIÓN DE LA


ESTIPULACIÓN

El art 1257.2 CC determina que, a partir de la aceptación del beneficiario, la eventual


revocación de la estipulación beneficiosa deviene ineficaz: las partes contratantes quedan
obligadas a respetar el contenido beneficioso para el tercero. Pero la norma deja en la
sombra algunas cuestiones:
Determinar el nacimiento del derecho de crédito a favor de tercero:
 Cuando se perfecciona el contrato a favor de tercero: opinión mayoritaria de la
doctrina
 Cuando el beneficiario acepta: el art. 1257 ni habla de aceptación ni la convierte
en condición para la adquisición del derecho, sólo precisa que la puesta en
conocimiento de la aceptación impide la revocación y posibilita la exigencia del
cumplimiento del contrato al obligado o prominente. Pero de la jurisprudencia del
TS interpretando este precepto se extrae que “solo de la aceptación antes de la
revocación deviene titular de la prestación el beneficiario”, convirtiéndola en
condición para el contrato.
Así, la aceptación debe configurarse como un presupuesto de la consolidación del derecho
del beneficiario
Hay bastante libertad en la forma de la aceptación: expresa o tácita, por palabras o por
hechos, mientras no se haya producido la revocación, pudiendo deducirse incluso del hecho
de que el tercero reclame al obligado el cumplimiento del contrato.

3.- LOS CONTRATOS EN DAÑO DE TERCERO


Cuando a causa de la celebración de un contrato su objeto incorpora un resultado dañoso
para terceros podría hablarse de “contratos en daño de tercero” como una categoría
contrapuesta a la anteriormente estudiada. Pueden parecer sorprendente, pero son
relativamente frecuentes, por ejemplo cuando para burlar a los acreedores, se celebran
contratos en cuya virtud se pretende enajenar bienes y dejarlos a salvo de ejecución;
contratar a un grupo de matones u otros, son ejemplos, en los que la celebración de un
contrato.
El objeto de este tipo de contratos incorpora un resultado dañoso para terceros, pero su
significado no es comparable a los contratos en favor tercero, pues estos cuentan con un

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respaldo normativo, mientras que aquéllos deben merecer la reprobación general de la


sociedad, y su expulsión del sistema normativo.
A juicio de Lasarte, este tipo de contrato solo tiene valor descriptivo ya que no tiene
cabida en el esquema jurídico. Desde el momento en que se identifica el resultado dañoso
pasa a tener ineficacia contractual, puede ser impugnado.

4.- LOS CONTRATOS CON PERSONA A DETERMINAR


Esta figura consiste en que una de las partes contratantes se reserva la posibilidad de
señalar como contratante definitivo a una tercera persona (que puede ser desconocida para
ambas partes). Se llama persona a designar.
Una de las partes puede desentenderse del contrato designando a un tercero, que pasará
a ser parte del contrato, generalmente con eficacia retroactiva, como si hubiera participado
en la celebración del mismo. Generalmente, esta práctica queda reservada casi de forma
exclusiva, a los contratos de compraventa o de opción de compra, así como en subasta
pública de los bienes ofrecidos (su razón es evitar el devengo de un doble impuesto de
transmisiones).
No parece que existan razones que inhabiliten su posible utilización con carácter general,
si bien al depender de una de las partes en exclusiva la posible designación de un tercero, la
otra parte suele admitirlo siempre la satisfacción de sus derechos se encuentren plenamente
asegurados.
El supuesto paradigmático de contrato con persona a designar viene representado por el
contrato de compraventa celebrado en documento privado y sin transmisión de propiedad,
en el que el vendedor se compromete (una vez que el comprador ha satisfecho
íntegramente el precio de lo vendido) a otorgar escritura pública de venta en favor de la
persona designada por el propio comprador.

5.- LA PROMESA DEL HECHO AJENO


Con relativa frecuencia se dan supuestos contractuales en los que la obligación a cargo de
una de las partes contratantes (promitente) consiste precisamente en conseguir que un
tercero celebre un contrato con la otra parte o se avenga a cumplir las obligaciones del
contrato celebrado entre promitente y promisario. En la mayoría de los casos, la promesa
del hecho ajeno se encuadra en el marco propio de la intermediación, cuando no de la pura
actuación especulativa, por ejemplo cuando alguien, actuando en nombre propio y sin
representación alguna, se compromete contractualmente con que “Camela” actúe en la boda
del promisario.

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No está contemplado expresamente en el CC, pero es conforme a las reglas de la


autonomía privada, aunque la falta de un marco legal propio arroja dificultades. Las
características son:
1. El promitente debe actuar por sí mismo, en su propio nombre y por su cuenta y
riesgo, sin arrogarse frente al promisario representación alguna del tercero, pues
entonces el contrato sería nulo. Art. 1.259.2º CC “El contrato celebrado a nombre
de otro por quien no tenga su autorización o representación legal será nulo, a no
ser que lo ratifique la persona a cuyo nombre se otorgue antes de ser revocado por
la otra parte contratante”.
2. Generalmente, la prestación propia del promitente se configura como una
obligación de resultado, y no de medios. En caso de que el interés del
promisario quede insatisfecho, éste podrá exigir al promitente la correspondiente
indemnización de daños y perjuicios. El tercero, al no existir mecanismo
representativo alguno, no queda vinculado por un contrato que le resulta extraño.
3. Por lo común, los casos de promesa del hecho ajeno son contratos de carácter
oneroso, pues el promitente “pone precio” a su gestión o a su intermediación.
Si el promitente logra el resultado previsto en el contrato, consiguiendo la vinculación
contractual entre promisario y tercero (sea asumiendo el contrato-base o celebrando uno
nuevo), el promitente queda liberado de la obligación de resultado que sobre él recaía y
puede reclamar el precio fijado por la labor intermediadora.

6.- LA CESIÓN DEL CONTRATO

6.1. C ONCEPTO Y FUNCIÓN DE LA CESIÓN DEL CONTRATO


En nuestro sistema patrimonial contemporáneo se admite de forma generalizada la
transmisión de los créditos y, con algunas dificultades complementarias, de las deudas. Pero
también puede ser objeto de cesión la íntegra posición contractual.
La cesión de contrato consiste en la transmisión de la posición contractual que ocupa en
un determinado contrato una persona. Ejemplos: Compro un piso en construcción, y tras
pagar algunas letras cedo la posición contractual a otro, cobrándole los pagos realizados (no
puedo vender el piso porque este aún sigue en construcción). Compro un hotel y mantengo
los contratos de suministros.
El CC no la regula, aunque la cesión de contrato es muy frecuente en la práctica
comercial. Se configura como un contrato atípico, pero totalmente admisible por la
jurisprudencia.

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Derecho Civil II

6.2. P RESUPUESTOS
Conforme a la reiterada jurisprudencia del TS, son:
1. Que la otra parte contratante, “contratante cedido”, acceda o consienta la cesión.
Hay una relación triangular entre cedente, cesionario y contratante cedido. Se
requiere en acuerdo unánime de contratante, cedente y cesionario, especialmente
si las prestaciones fueran de hacer o personalísimas. También es necesario respecto
de prestaciones ex contractu, que pudieran ser consideradas fungibles, pues nadie
está obligado a mantener relaciones contractuales con una persona diferente a la
que celebró el contrato con él. Afirmar lo contrario es conculcar el 1.256, el
cumplimiento de los contratos no puede dejarse al arbitrio de uno de los
contratantes, pues no todas las personas tienen el mismo grado de solvencia y el
contratante cedido no tiene por qué aceptar la incorporación como cesionario de
cualquier persona. Esto solo se aplica ante la cesión del contrato, pero no ante la
cesión de determinados derechos que se encuentran en un contrato, la cual no
requiere consentimiento del deudor cedido.
2. Que se trate de contratos bilaterales o sinalagmáticos (producen obligaciones para
ambas partes), cuyas recíprocas prestaciones no hayan sido total y completamente
ejecutadas, pues en tal caso el designio propio del contrato habrá dejado de tener
sentido y no cabrá, por tanto, la cesión.

Conceptos:
 Cedente: el que cede su posición en el contrato al Cesionario.
 Cesionario: el que se coloca en la posición del Cedente.
 Cedido: la parte que se mantiene inalterada.

6.3. E FECTOS DE LA CESIÓN


La cesión del contrato implica la liberación o desvinculación del cedente. Aunque cabe
pacto en contrario y, en la práctica, no es extraño que, en forma subsidiaria, el cedente
quede obligado durante un cierto periodo a responder si el cesionario incumple las
obligaciones que le incumben.
Las obligaciones son las contempladas en el contrato originario, pues la cesión no produce
un efecto novatorio, sino que se limita a la sustitución del contratante cedente por el
cesionario, quien en adelante quedará vinculado con el contratante cedido en los mismos
términos previstos en el contrato.

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Contrato a favor de tercero Un 3º sale beneficiado con la celebración del contrato y puede exigir
su cumplimiento
Contrato en daño de tercero Un 3º sale perjudicado por la celebración del contrato
C. con persona a determinar Una de las partes contratantes se reserva la posibilidad de señalar
como contratante definitivo a un 3º
Promesa de hecho ajeno El promitente se obliga a conseguir que un 3º contrate o cumpla las
obligaciones del contrato celebrado
Cesión de contrato Transmisión de la posición que ocupa una persona en un contrato.

EXAMEN:

Los contratos a favor de tercero****


La cesión de contratos **

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TEMA 24
CAPITULO 8: LA EFICACIA DEL CONTRATO: LA INVALIDEZ

1.- PREMISA SOBRE LA INEFICACIA DEL CONTRATO


Con ineficacia del contrato se hace referencia a todos aquellos supuestos en que el
contrato no llega a producir los efectos a los que estaba dirigido o deja de producirlos en un
momento dado (por ejemplo venta en fraude de acreedores).
Los supuestos de ineficacia representan para el derecho lo que se denomina supuestos
patológicos. Pueden integrarse en dos grandes grupos:
INVALIDEZ: motivada por la existencia de circunstancias intrínsecas a cualquiera de los
elementos esenciales del contrato que no resultan admisibles para el ordenamiento jurídico.
Dentro de la invalidez, según la gravedad de tales circunstancias, tendremos:
 Nulidad o supuestos de contratos nulos.
 Anulabilidad o supuestos de contratos anulables.
INEFICACIA en sentido estricto: son aquellos casos en que ciertos defectos o carencias
extrínsecos al contrato, conllevan su falta de efectos. Tales casos serían:
1. El mutuo disenso
2. El desistimiento unilateral
3. La resolución por incumplimiento
4. La rescisión
5. La revocación
6. El acaecimiento de la condición resolutoria
7. La falta de acaecimiento de la condición suspensiva.

2.- LA NULIDAD DEL CONTRATO

2.1. I DEA GENERAL


La nulidad del contrato es el supuesto más grave de ineficacia. Suele ser adjetivada como
“nulidad absoluta” o “nulidad de pleno derecho”. En palabras de una reciente sentencia del
TS constituye “…la expresión del nada jurídico”. Los contratos nulos merecen para el
derecho más que rechazo; no puede reconocer el ordenamiento jurídico ningún efecto del
contrato nulo siquiera su admisibilidad como tal contrato.

2.2. C AUSAS DE NULIDAD


Las causas de que predeterminan la nulidad absoluta de los contratos son de
extraordinaria gravedad. Según la jurisprudencia del TS la nulidad propiamente dicha,
absoluta o de pleno derecho, tiene lugar cuando el acto es contrario a las normas

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imperativas o prohibitivas o cuando no tiene existencia por carecer de alguno de sus


elementos esenciales… pues según el art. 1.261 del CC el contrato no existe si falta el
consentimiento, el objeto o la causa. Son causas de nulidad radical:
1. La carencia absoluta o inexistencia (excluidos por tanto los vicios del
consentimiento, pero no la violencia absoluta) de cualquiera de los elementos
esenciales. De conformidad con el art. 1.261 “no hay contrato”. En relación con el
consentimiento este falta en la falsa representación y en la enajenación mental.
2. El incumplimiento de cualquier requisito del objeto: licitud, posibilidad y
determinación.
3. La ilicitud de la causa.
4. El incumplimiento de la forma sustancial.
5. Contrato ilegal: contrariedad a las normas imperativas, a la moral y al orden
público.
6. Los actos a título gratuito sobre bienes comunes realizados por un cónyuge sin el
consentimiento del otro (consentimiento uxorio o marital).

2.3. L A ACCIÓN DE NULIDAD


Por muy nulo que sea un contrato, en caso de haberse celebrado, producirá una
apariencia de validez, que salvo que sea destruida, seguirá produciendo los efectos propios
del contrato de que se trate, como si fuera válido. Para evitarlo, el Derecho dota a la acción
de nulidad (vehículo procesal tendente a lograr que el Juez decrete la nulidad del contrato)
de una serie de caracteres:
 Es imprescriptible, es decir, puede ser ejercitada en cualquier momento.

 Puede ejercitarla cualquier persona interesada en deshacer el contrato nulo. La


jurisprudencia no excluye a los terceros, si a ellos les perjudica el negocio jurídico
que impugnan. Es más, en la práctica es más frecuente el ejercicio por terceros,
pues quien genera la causa de nulidad no está legitimado para impugnar el contrato
(STS). Solo la parte que sufra una causa de nulidad exclusivamente imputable a la
contraparte podrá actuar judicialmente.

2.4. C ONSECUENCIAS DE LA NULIDAD


A.- En general: la restitución
Dado que el contrato nulo no produce efectos, las consecuencias de la declaración judicial
de nulidad tienden a dejar las cosas en el statu quo inmediatamente anterior a la
celebración del presunto contrato: lo que técnicamente se denomina restitución.
Según el art. 1303 CC “declarada la nulidad…..los contratantes deben restituirse
recíprocamente las cosas que hubiesen sido materialmente de contrato, con sus frutos y el

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precio con los intereses…”. Pensado para la compraventa, su mandato debe ser generalizado
conforme al tipo y naturaleza contractual del caso a considerar (jurisprudencia).
La restitución ha de tener lugar, en principio, de forma específica o in natura. Si no es
posible, conforme a las reglas generales, se procederá la restitución del equivalente
pecuniario. Así lo establece el art. 1307 CC: “siempre que el obligado por la declaración de
nulidad a la devolución de la cosa no pueda devolverla por haberse perdido, deberá restituir
los frutos percibidos y el valor que tenía la cosa cuando se perdió, con los intereses desde la
misma fecha”. Este precepto es criticado por referirse a la perdida, pero se puede aplicar por
analogía a la venta de la cosa a terceros.

B.- En particular: los supuestos de ilicitud


La regla restitutoria no se aplica en los supuestos de ilicitud. El art. 1303 tampoco es
aplicable a los supuestos en que el objeto o la causa sean ilícitos o sea, contrarios al
ordenamiento jurídico en su conjunto. Destacamos aquí la “nula poena sine lege”. Las faltas
han sido suprimidas por LO 1/2015 (en el manual sigue utilizando el término faltas pero en
itálica faltas. En tales casos han de aplicarse los arts. 1305 y 1306 que determinan
diferentes consecuencias según que la ilicitud del objeto y de la causa (ilicitud civil),
constituya o no, un ilícito penal (un delito o falta tipificado por el CP):
1. En el caso de ilícito penal (que sea imputable a ambos contratantes), el art. 1305
dispone que las partes, “cuando la nulidad provenga de ser ilícita la causa u objeto del
contrato, si el hecho constituye un delito o falta común a ambos contratantes,
carecerán de toda acción entre sí, y se procederá contra ellos, dándose, además, a las
cosas o precio que hubiesen sido materia del contrato la aplicación prevenida en el CP
respecto a los efectos o instrumentos del delito o falta. Esta disposición es aplicable al
caso de que solo uno de las partes cometiese delito o falta. El no culpado podrá
reclamar lo que hubiese dado, y no estará obligado a cumplir lo prometido”.
2. En los supuestos en que se dé “causa torpe” (objeto “civilmente” ilícito), cuando la
culpa sea de ambos contratantes, ninguno de ellos podrá repetir lo que hubiera dado a
virtud del contrato, ni reclamar el cumplimiento de lo que el otro hubiese ofrecido.
Cuando sea de un solo contratante, no podrá éste repetir lo que hubiese dado a virtud
del contrato, ni pedir el cumplimiento de lo que se le hubiere ofrecido. La otra parte sí
podrá reclamar lo que hubiera dado, sin obligación de cumplir lo que hubiera ofrecido.
Por ejemplo contrato de servicio doméstico de duración vitalicia.
En STS de 2008, la aplicación de la causa torpe ha resultado de particular
importancia, pues se refería al préstamo que los casinos, incumpliendo la normativa
vigente, ofrecían a jugadores que habían agotado su activo líquido disponible, y
seguían jugando a crédito. La Sala 1ª del TS se pronuncia declarando la ilicitud del

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juego en tal caso, ya sea por ilicitud propiamente dicha o por la existencia de causa
torpe por parte de uno de los contratantes y, por tanto, la imposibilidad para el casino
de reclamar la cantidad prestada con infracción de una norma imperativa.

2.5. L A NULIDAD PARCIAL DEL CONTRATO


Frente a la relativa escasez práctica de casos de nulidad contractual, son cada día más
frecuentes los casos de nulidad parcial, esto es, cuando el contrato contiene una o varias
cláusulas ilegales, pese a su validez y adecuación al ordenamiento jurídico del conjunto
esencial del mismo (por ejemplo constructora que no entrega planos, banco que concede
crédito a interés superior al máximo legal).
La coexistencia de cláusulas nulas (por ilegales) con otras válidas plantea el problema de
determinar si la invalidez de la cláusula nula debe afectar al conjunto contractual. La
solución consiste en que las cláusulas nulas deberán tenerse por no puestas, debiéndose
preconizar la eficacia del contrato según el principio de conservación del contrato. El TS
utiliza este criterio para evitar la trascendencia de la cláusula nula a la totalidad del
contrato.
Las cláusulas nulas al considerarse como no puestas, generan un vacío contractual que
debe rellenarse con la interpretación o fundamentalmente la integración (entregar los
planos; tipo de interés máximo legal). Raramente, la tarea interpretativa puede arrojar el
resultado de que, privado de las cláusulas nulas, el contrato no se corresponde con el
designio de las partes, en cuyo caso habrá de propugnarse la nulidad del contrato.

3.- LA ANULABILIDAD DEL CONTRATO

3.1. I DEA GENERAL


Un contrato anulable es aquel que puede ser anulado o, por el contrario, puede seguir
produciendo efectos (incluso frente al Derecho) en caso de que su efectiva anulación no
tenga lugar.
La anulabilidad es un supuesto de invalidez de mucha menor gravedad que la nulidad.

3.2. C AUSAS DE ANULABILIDAD


Las razones o causas de anulabilidad, de menor gravedad que las propias de la nulidad,
son:
1. Los vicios del consentimiento: error, violencia (no absoluta), intimidación y dolo.
2. Inexistencia de plena capacidad de obrar en alguno de los contratantes, tal y como
ocurre en los siguientes casos:

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Derecho Civil II

a. Los menores no emancipados. Salvo cuando las leyes les permitan realizar por si
mismos o con asistencia de sus representantes, así como los relativos a bienes y
servicios propios de su edad conforme a los usos sociales. Art. 1.263 CC “No
pueden prestar consentimiento: 1. º Los menores no emancipados, salvo en
aquellos contratos que las leyes les permitan realizar por sí mismos o con
asistencia de sus representantes, y los relativos a bienes y servicios de la vida
corriente propios de su edad de conformidad con los usos sociales. 2. º Los que
tienen su capacidad modificada judicialmente, en los términos señalados por la
resolución judicial” Ley 26/2015.
b. Los sometidos a tutela, conforme a la sentencia de incapacitación.
c. Las personas sometidas a curatela.
d. Los emancipados respecto de los contratos considerados en el art. 323 CC (para
casados menores de edad art. 324 CC).
3. Inexistencia de consentimiento marital o uxorio (esto es, del otro cónyuge) respecto
de los actos o contratos onerosos realizados por el otro cónyuge cuando legalmente se
requiere el consentimiento de ambos. Art. 1.377 CC “Para realizar actos de disposición
a título oneroso sobre bienes gananciales se requerirá el consentimiento de ambos
cónyuges. Si uno lo negare o estuviere impedido para prestarlo, podrá el Juez
autorizar uno o varios actos dispositivos cuando lo considere de interés para la familia.
Excepcionalmente acordará las limitaciones o cautelas que estime convenientes” Ley
23/2015

3.3. L A ACCIÓN DE ANULABILIDAD


Al ser de menor gravedad la anulabilidad que la nulidad, su alcance es más limitado:
Prescripción: se trata de un plazo de caducidad. “Sólo durará cuatro años” (art. 1301.1
CC). El plazo comenzará a computarse de forma diversa, según la naturaleza de la causa:
 El punto inicial del cómputo es “la consumación del contrato” sólo en los casos de
error o dolo.
 En las demás causas de anulabilidad, el cómputo inicial queda retrasado a un
momento posterior a la perfección del contrato:
 El cese o desaparición de la intimidación o violencia, pues si no cesan se
entiende que el contrato está continuamente viciado.
 La salida de la tutela en contratos celebrados por menores o incapacitados
(antes no pueden actuar por sí mismos).
 La disolución de la sociedad conyugal o del matrimonio en los casos de falta de
consentimiento del otro cónyuge. Esto no se aplicará cuando el otro cónyuge

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haya tenido conocimiento suficiente del acto. Este plazo puede dilatarse mucho
en el tiempo.
Personas: el círculo de personas legitimadas para el ejercicio de la acción de anulabilidad
queda limitado a las personas que hayan sufrido el vicio del consentimiento o fueran
incapaces al realizar el contrato; así como quienes sin ser parte asumen obligaciones a
causa de dicho contrato (por ejemplo los avalistas de préstamos). En cambio, por la
aplicación de la buena fe, excluye el CC que puedan ejercitar la acción los causantes del
error, violencia, intimidación o dolo y personas capaces que contraten con incapaces.

3.4. E FECTOS DE LA ANULABILIDAD


Los efectos de la anulabilidad son sustancialmente los mismos que los de la nulidad
absoluta: la restitución conforme al art. 1303 CC y normas complementarias.
Habría que tener en cuenta (como excepción al principio de restitución) el art. 1304 CC,
que da un trato favorable a quienes contratan sin tener plena capacidad de obrar, ya que
“no está obligado el incapaz a restituir sino en cuanto se enriqueció con la cosa o precio que
recibiera”.
Las reglas del 1.305 y 1.306 (ilicitud) no son aplicables a la anulabilidad.
La anulación del contrato (y la sentencia judicial que la establece) tiene carácter
retroactivo. Caso de prosperar la acción de nulidad/anulabilidad, los efectos son
prácticamente análogos.
El motivo por el que se distinguen ambos contratos lo veremos a continuación.

4.- LA PERVIVENCIA DE LOS CONTRATOS INVÁLIDOS

4.1. O BSERVACIONES GENERALES : LAS CAUSAS DE INVALIDEZ Y SU POSIBLE SANACIÓN


La diferencia entre nulidad/anulabilidad no se basa en los efectos positivos del ejercicio
de la correspondiente acción, si no desde las consecuencias de la falta de ejercicio de la
acción.
Mientras no se declare judicialmente la nulidad o anulabilidad, los contratos inválidos
pervivirán como si no fueran tales. Pero, ¿qué consideración merecen para el ordenamiento
jurídico?:
a. Aunque no se ejercite la acción de nulidad, el contrato nulo será tal para el
Derecho. Por tanto, se trata de una mera apariencia de contrato que no podrá ver
sanados sus vicios de raíz.
b. La falta de ejercicio de la acción de anulabilidad conlleva que la pervivencia fáctica
del contrato anulable se asume por el ordenamiento jurídico, que lo convalida (lo
hace válido). Si quien pudo ejercer la acción no lo hizo, el principio de seguridad

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Derecho Civil II

jurídica (que tiene primacía sobre los intereses particulares) comportará la


sanación de la causa de anulabilidad.
Las causas de anulabilidad son disponibles para las partes y, por tanto, sanables. Las
causas de nulidad, son de carácter absolutamente indisponible, por atentar contra el orden
público contractual.

4.2. L A CONFIRMACIÓN DEL CONTRATO ANULABLE


Si las causas de anulabilidad son disponibles para las partes, es lógico que se pueda
sanar el contrato antes de que la acción de anulabilidad prescriba, renunciando al ejercicio
de la correspondiente acción de anulabilidad. Dicho cauce se conoce con el nombre de
confirmación o de ratificación. Conforme al 1313 CC “purifica el contrato de los vicios de
que adoleciera desde el momento de su celebración” (tiene eficacia retroactiva) y por tanto,
extingue la acción de anulabilidad.
Para que la ratificación sea válida:
 Debe llevarse a cabo por quien estuviera legitimado para ejercitar la acción de
anulabilidad
 Que el confirmante tenga conocimiento de la causa de anulabilidad
 Que el vicio no le siga afectando.
La confirmación puede realizarse de forma expresa o tácita. La tacita consiste según el
art. 1311 CC en que el legitimado para ejercer la anulabilidad “ejecutase un acto que
implique necesariamente la voluntad de renunciarlo.”

4.3. L A DENOMINADA CONVERSIÓN DEL CONTRATO NULO


Quizá por buscar la simetría con la confirmación de los contratos anulables, algunos
autores apuntan que el contrato nulo es susceptible de conversión. La pretendida
conversión del contrato consistiría en que un contrato con tacha de nulidad, por contravenir
alguna norma imperativa propia del modelo o tipo contractual de que se trate, puede ser
reconducido a un tipo contractual diverso para ser considerado válido, por ejemplo,
comodato oneroso reconvertido a arrendamiento.
El CC no lo considera posible, por mucho que se pretenda ampliar el principio de
conservación del contrato, Además, tampoco parece razonable convertir un tipo de contrato
a otro sin tener en cuenta la intención de las partes.

EXAMEN:

La nulidad de contrato: concepto y causas


Las causas de nulidad******

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Derecho Civil II

La acción de nulidad
Causas de anulabilidad***
La confirmación del contrato

TEMA 24
CAPITULO 9: LA INEFICACIA EN SENTIDO ESTRICO

1.- EL MUTUO DISENSO


El contrato supone un acuerdo de voluntades mediante el cual los contratantes se
vinculan. Es razonable entender, aunque el CC no lo mencione, que los contratantes tienen
la posibilidad de disentir y celebrar un nuevo contrato encaminado a privar de efectos al
primero. Ese contrato que tiene por objetivo poner fin al anterior se conoce con el nombre
de mutuo disenso. Los contratantes están de acuerdo en romper el consenso inicialmente
existente.
Por ser propiamente un nuevo contrato debe reunir los requisitos generales establecidos,
además debe reunir también los requisitos adicionales exigidos en el contrato inicial, por
ejemplo, de forma. El mutuo disenso puede plasmarse en un contrato cuya finalidad única
sea extinguir una relación preexistente, pero también puede ir implícito en un nuevo
contrato, al ser incompatible con el primero.
Son susceptibles de extinción por mutuo disenso cualesquiera relaciones obligatorias, ya
sean instantáneas o duraderas, ya se hayan comenzado a cumplir o no.
Pero la distinción si afecta al establecimiento de los efectos del mutuo disenso, que serán
los pactados:
- En una relación instantánea aun no ejecutada se limitan normalmente a la
mera extinción.
- Si se trata de una relación duradera que ha venido siendo cumplida, se
plantean los problemas de si la desvinculación tiene o no carácter retroactivo, si
tienen que hacerse reintegros liquidatorios, si hay obligaciones de restitución,
etc.
Por tanto, es dificil establecer unos principios generales, más allá de constatar que su
objeto primordial es dar por concluida una relacion preexistente. Por ese motivo, el alcance
se determinara en cada caso atendiendo al contenido del contrato de disenso y las
características de la relación a extinguir.

2.- EL DESISTIMIENTO UNILATERAL

2.1. L A CATEGORÍA DEL LIBRE DESISTIMIENTO


Perfeccionado un contrato, quedan los contratantes vinculados por el mismo si concurren
los requisitos propios para que surta su eficacia normalmente. El compromiso asumido por

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Derecho Civil II

los contratantes les vincula, a ambos, ya que sino se entiende que no hay relación
contractual.
Art. 1256 CC: la validez y el cumplimiento de los contratos no pueden dejarse al arbitrio
de uno de los contratantes.
Esta regla general, sin embargo, es ignorada o flexibilizada por el legislador en una serie
supuestos concretos de libre desistimiento por una de las partes a la que se le reconoce la
posibilidad de extinguir la relación contractual por libre decisión. El análisis de estos
supuestos tiene una doble finalidad:
- Diferenciar estos casos de otras hipótesis de extinción, parecidas pero diferentes.
- Determinar los presupuestos comunes q pueden hacer extender esa modalidad de
extinción a supuestos diferentes respecto de los cuales el legislador no dice nada.
Ejemplo: contrato de agencia mercantil hasta su regulación por la nueva ley.

2.2. P RINCIPALES SUPUESTOS


Son casos en que una o cada una de las partes, por su sola decisión unilateral y sin
necesidad de justificarlo, pone fin a una relación contractual. Tienen un carácter
asistemático por lo que son difícilmente reconducibles a categoría general. Son los
siguientes:
 El dueño de la obra o comitente puede dar orden al contratista para que cese la
construcción, poniéndose fin al contrato. Debe indemnizar al contratista por los gastos
tenidos en la ejecución de lo hecho y el beneficio industrial que el contratista habría
obtenido de concluir la obra (aprox. 7%).
 El socio de la sociedad civil concluida por tiempo indeterminado puede, por su sola
voluntad, renunciar a la sociedad, poniendo así fin a la relación social, sin necesidad de
indemnizar a nadie, salvo que la renuncia se haya hecho de mala fe. Con la renuncia se
liquida la sociedad.
 El mandante, libremente y por su decisión, puede revocar el mandato, que deja de
producir sus efectos sin que se establezca ningún efecto indemnizatorio.
 El mandatario puede renunciar al mandato, pero debe indemnizar al mandante, salvo
que el desempeño del mandato cause grave perjuicio al mandatario. El efecto de la
renuncia puede verse demorado, pues debe dar tiempo al mandante para adoptar las
oportunas medidas, durante el cual el mandatario debe continuar con la gestión
encomendada.
 El comodante, si el comodato es por tiempo indeterminado, puede reclamar la devolución
de la cosa prestada a su libre voluntad.

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Derecho Civil II

 El depositante, se haya o no pactado tiempo de duración del depósito, puede reclamar la


restitución de la cosa depositada en cualquier momento y dependiendo de su libre
decisión.

2.3. E L DESISTIMIENTO A FAVOR DE CONSUMIDORES Y USUARIOS


Atendiendo a la protección del consumidor, algunas Directivas europeas y disposiciones
legales internas han acentuado la importancia del desistimiento por parte de adquirentes de
bienes muebles.
La LOCM indica que “el comprador dispondrá de un plazo mínimo de siete días hábiles
para desistir del contrato sin penalización y sin indicación de motivos”, sobre todo en la
venta por catálogo o cuando la perfección del contrato no sea simultánea con la entrega del
objeto. También la Ley 28/1998, de venta a plazos de bienes muebles, incluye regulación
destinada al desistimiento unilateral a favor de los consumidores y usuarios.
Actualmente, el TRLCU (texto refundido de la Ley de Consumidores y Usuarios) ha
aumentado su importancia en la relación entre suministradores de bienes y servicios y los
usuarios, recoge con carácter general el derecho de desistimiento contractual como una
facultad del consumidor y usuario de dejar sin efecto el contrato celebrado, sin necesidad de
justificarlo, al tiempo que resalta que serán nulas de pleno derecho las cláusulas que
impongan al consumidor y usuario una penalización por el ejercicio de su derecho de
desistimiento.
A pesar de todo, conviene recordar que la existencia del derecho de desistimiento
requiere una norma que así lo reconozca y no puede interpretarse como una regla de
carácter general y de naturaleza expansiva. Por ello indica el TRLU que “el consumidor
tendrá derecho a desistir del contrato en los supuestos previstos legal o reglamentariamente
y cuando así se le reconozca en la oferta, promoción, publicidad o en el propio contrato”.
Estos son los supuestos más claros en los que se autoriza a alguno de los contratantes a
poner fin a la relación contractual existente por libre arbitrio. Junto a ellos, existen otros
casos en los que cabe extinguir unilateralmente, pero no libremente, sino con concurrencia
de causa que lo justifique, y no deben confundirse con los anteriores.

2.4. P RESUPUESTOS DE LIBRE DESISTIMIENTO


Son los siguientes:
1. Que exista una relación de tracto sucesivo o continuada que desarrolle su eficacia en
un periodo de tiempo de mayor o menor duración
2. Además, alternativamente (no necesario las dos, aunque pueden darse en simultáneo
también) se dé alguna de las situaciones siguientes:

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Derecho Civil II

a. Que la duración de esa relación sea indeterminada. Se correría el riesgo de que


se crease una vinculación vitalicia, contraria al ordenamiento jurídico si no se
pudiese desistir.
b. Que la economía interna de la relación contractual en cuestión asigne roles no
equilibrados a las partes, siendo predominante el interés de una de ellas.
Más dudoso es que se requiera una relación de confianza o intuitu personae, que puede
darse en algunos casos (sociedad o mandato) pero no en otros (contrato de obra), e
insegura en la sociedad pactada por tiempo determinado, donde no cabe el libre
desistimiento. En la duda, la existencia de una relación de confianza, puede aconsejar
reconocer esa facultad de libre desistimiento.

2.5. E FECTOS
El efecto es que se extingue la relación obligatoria, pero sin alcance retroactivo. Al
tratarse de una relación duradera, habrá que proceder normalmente a liquidarla, con la
oportuna, en su caso, rendición de cuentas, reembolsos y restituciones.
En términos generales el desistimiento no tiene un precio, pero el que tiene la facultad de
desistir debe mantener indemne a la otra parte, la cual no debe sufrir perjuicio.
Sin embargo el CC en algunos casos de desistimiento unilateral exige la necesidad de
abonar indemnización, como por ejemplo el contrato de obra.
Esto se justifica en base a la distinta valoración de la función que desempeña cada una de
las relaciones contractuales afectadas y la diferente composición legal de los intereses en
juego. Por ejemplo el distinto tratamiento entre mandante (no se le impone obligación de
indemnizar si revoca) y mandatario (al que sí se le exige expresamente)

2.6. D ESISTIMIENTO UNILATERAL CONVENCIONAL


No es posible admitir el desistimiento convencional unilateral sin precio por chocar contra
varios artículos del CC (1256 y 1115) que prohíben dejar el contrato al arbitrio de uno de los
contratantes y hacen inadmisibles las condiciones puramente potestativas.
Pero hay cauces legales para introducir en el contrato algo similar, como el llamado
dinero de arrepentimiento o multa penitencial, aunque con el importante matiz de que estos
condicionan la eficacia del contrato y el sujeto facultado para desistir, asume la carga de
perder o abonar algo.
El problema se traslada al análisis de la voluntad de las partes y a la determinación del
instante en el que se produce la vinculación jurídica definitiva.

3.- LA RESOLUCIÓN DEL CONTRATO POR INCUMPLIMIENTO

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3.1. E L ART. 1.124 DEL CÓDIGO CIVIL : LA FACULTAD RESOLUTORIA


Art. 1124.1 CC expone que “la facultad de resolver las obligaciones se entiende implícita
en las recíprocas, para el caso de que uno de los obligados no cumpliere lo que le incumbe”.
La razón es clara: si una de las partes no quiere o no puede cumplir, más vale permitir al
otro que dé por resuelto el contrato. Tan lógica es esta regla que el CC la considera implícita
en las obligaciones recíprocas, regulándola en las obligaciones condicionales.

3.2. F ACULTAD RESOLUTORIA , CLÁUSULA RESOLUTORIA EXPRESA Y CONDICIÓN RESOLUTORIA :


PRECISIONES

Históricamente la facultad resolutoria contemplada en el art. 1124 CC ha sido presentada


como una condición resolutoria tácita. Sin embargo en la práctica es frecuente que se pacte
una cláusula resolutoria expresa para el caso de incumplimiento (acompañada normalmente
de un pacto de reserva de dominio a favor del vendedor en los casos de compraventa: por
ejemplo, “en caso de que el comprador deje de abonar las mensualidades, las cantidades
entregadas serán para el vendedor en concepto de indemnización, quien además recuperará
la posesión del piso vendido”).
La facultad resolutoria establecida legalmente en el art. 1124.1 no es una condición ya
que el evento futuro contemplado no es ajeno a las partes contratantes. Además la
condición, en cuanto elemento accidental, requiere, por definición, que su establecimiento
se haga por las partes de forma voluntaria y pactándola expresamente.
El establecimiento de la cláusula resolutoria expresa es un ejercicio extrajudicial
anticipado y previsor de la facultad resolutoria legalmente reconocida. Su contenido no
puede ser abusivo, por lo que deberá ajustarse a las circunstancias jurisprudencialmente
requeridas para su ejercicio.
Resumiendo:
 Facultad resolutoria: algo no pactado, el evento no es ajeno a la voluntad de las
partes, sobre todo, a la voluntad de la parte incumplidora, por ejemplo el que deja de
realizar los pagos.
 Condición resolutoria tácita: el evento es ajeno a la parte incumplidora, es algo
accidental, las partes deben pactarlo, por ejemplo si el granizo estropea la cosecha.
No es útil, debe abandonarse. (Condición tiene que ser pactada y además futura e
incierta)
 Clausula resolutoria expresa: ejercicio extrajudicial anticipado en previsión de la
facultad resolutoria legalmente reconocida (si no se sirve el catering tal día se me
abonará el doble del anticipo).

3.3. R EQUISITOS DE EJERCICIO DE LA FACULTAD RESOLUTORIA

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Derecho Civil II

Según la jurisprudencia del TS, el ejercicio de la facultad resolutoria requiere:


1. Que demandante haya cumplido su obligación o que acredite que se encuentra en
condiciones de hacerlo. No está legitimado para resolver las obligaciones el
contratante que no haya cumplido, o que haya cumplido sólo en parte. No puede
tampoco ejercitarla el demandante que ha realizado actos que obstaculizan totalmente
el cumplimiento de una obligación básica del contrato.
2. Que la otra parte no cumpla, aunque su incumplimiento no sea total, sino parcial. Pero
el incumplimiento parcial debe tener la entidad suficiente para impedir la satisfacción
económica de las partes; es decir, que se repute grave o esencial dentro del marco
contractual, afectando a obligaciones principales del mismo y no simplemente a las
accesorias o secundarias.
3. Que se encuentren ligadas las partes por un contrato bilateral, esto es, por una
relación sinalagmática, en la que la prestación de una tenga como causa la prestación
de la otra.
4. La obligación en la que se fundamenta el ejercicio de la facultad resolutoria debe ser
exigible.
5. Que la frustración del contrato procedente del incumplimiento sea patente o, al
menos, acreditable. Es indiferente la causa, que puede ser:
 Voluntad rebelde de cumplir con la obligación
 Circunstancias fácticas que impidan el cumplimiento de modo absoluto, definitivo
e irreformable
 Imputables al incumplidor: pereza, falta pericia, incompetencia
 Fortuitas e inevitables (también fuerza mayor)

3.4. E JERCICIO DE LA ACCIÓN RESOLUTORIA


Según el art. 1124.1 CC, el perjudicado puede optar por exigir:
1. El cumplimiento (si es posible) o
2. La resolución del contrato.
Tras haber intentado el cumplimiento, cuando éste resultare imposible puede optar por la
resolución del contrato (ius variandi). Pero al revés no es posible, instada la resolución, no
cabe variarla por el cumplimiento.
Cualquiera de las dos opciones va acompañada, en principio, por la indemnización de
daños y perjuicios, aunque no cabrá reclamarla cuando el incumplimiento se deba a
circunstancias no imputables al demandado.
El juez no se encuentra vinculado de forma automática a sentenciar la resolución por la
que opte el demandante, el propio CC le autoriza a, mediando causa justificada, conceder al
deudor un plazo para que cumpla.

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Derecho Civil II

El plazo del ejercicio de la acción no está definido en el CC, por lo que se entiende que
será el plazo general de prescripción de 15 años para acciones personales. Con la nueva Ley
42/2015 pasan a ser 5 años. Art. 1964 CC “Las acciones personales que no tengan plazo
especial prescriben a los cinco años desde que pueda exigirse el cumplimiento de la
obligación. En las obligaciones continuadas de hacer o no hacer, el plazo comenzará cada
vez que se incumplan”.

3.5. E FECTOS DE LA RESOLUCIÓN


En caso de obtenerse definitivamente ésta, la resolución del contrato tiene efecto
retroactivo y eficacia restitutoria, por lo que ambas partes habrán de reintegrarse
recíprocamente el objeto del contrato que hubieran recibido.
Es una ejecución específica o in natura que, caso de resultar imposible, se verá sustituida
por la consiguiente reparación pecuniaria (reparación sustitutoria).
Pero esta reparación sustitutoria no debe confundirse con la, en su caso, aneja prestación
indemnizatoria, haya sido o no contemplada expresamente por las partes, esta última
mediante la incorporación de una cláusula penal. Son compatibles prestación indemnizatoria
y reparación sustitutoria.

4.- LA ALTERACIÓN DE LAS CIRCUNSTANCIAS CONTRACTUALES: LA CLAUSULA


REBUS SIC STANTIBUS

4.1. LA ALTERACIÓN DE LAS CIRCUNSTANCIAS CONTRACTUALES Y LA CLÁUSULA REBUS SIC


STANTIBUS

A veces se produce una extraordinaria alteración de las circunstancias relativas al


contrato, no previstas por las partes, que producen efectos que atentan contra la
equivalencia de las prestaciones establecidas originariamente en el momento de celebración
(ej: tras la Guerra Civil, algunas personas que tenían contratos de suministro con los
aceituneros de Jaén pretendieron que éstos les siguieran entregando el fruto en las
condiciones, cantidad y precio pactado con anterioridad).
Ante semejante eventualidad, doctrina y jurisprudencia han hablado tradicionalmente de
la llamada cláusula rebus sic stantibus como remedio al desequilibrio patrimonial que la
alteración de las circunstancias contractuales comporta, en el sentido de entender implícito
en todo contrato de tracto sucesivo un pacto en virtud del cual el cumplimiento del mismo
se entiende necesario siempre y cuando las cosas sigan manteniéndose tal y como se
encontraban en el momento de la perfección del contrato. Es decir, en caso de una
extraordinaria modificación del entorno contractual habría que concluirse que el contrato no

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vincula a las partes o que por lo menos no les obliga más que adecuándolo a las
circunstancias coetáneas.
La admisibilidad de este mecanismo se hace con extraordinaria cautela por parte de la
jurispruedencia, de forma restrictiva, por afectar al principio pacta sunt servanda (principio
de seguridad contractual) y a la seguridad jurídica. Hay que ponderar las exigencias de
justicia material en el equilibrio de las prestaciones con la seguridad del tráfico jurídico.

4.2. L A CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS COMO SUPUESTO DE INTEGRACIÓN CONTRACTUAL


La confrontación entre el principio pacta sunt servanda y la cláusula rebus sic stantibus se
ha pretendido solucionar argumentando que la cláusula se encuentra insita en todo contrato
por voluntad presunta de las partes.
La virtualidad propia de la cláusula rebus sic stantibus no se deriva de pacto alguno, ni de
voluntad presunta de las partes ni es una cláusula contractual en el sentido convencional de
regla prevista insertada en el contrato por las partes.
Se trata de una aplicación concreta a los contratos de ejecución temporalmente diferida
de las reglas de integración contractual imperativamente establecidas por el art. 1258 CC
que, por principio, son indisponibles para la voluntad (presunta, implícita, tácita o declarada)
de las partes.

4.3. R EQUISITOS Y EFECTOS DE LA APLICACIÓN DE LA CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS


La reiteradísima jurisprudencia española exige que se den las circunstancias siguientes:
1. Alteración extraordinaria entre las circunstancias existentes en el momento de
celebración del contrato y las concurrentes en el momento de su cumplimiento.
2. Que, a consecuencia de dicha alteración, resulte una desproporción exorbitante y
fuera de todo cálculo entre las prestaciones convenidas.
3. Que no exista otro medio de remediar el desequilibrio sobrevenido de las
prestaciones.
4. Que las nuevas circunstancias fueran imprevisibles en el momento de la celebración.
5. Que quien alegue la cláusula rebus sic stantibus tenga buena fe y carezca de culpa.
Atendiendo al principio de conservación de los contratos, cuando se da esta situación, por
regla general el TS se inclina más por revisar/modificar el contrato que por declarar la
ineficacia sobrevenida del mismo. La jurisprudencia más reciente 24/2015 exige para la
aplicación de la cláusula rebus sic stantibus, con mayor flexibilidad que en otras épocas, que
la alteración sea sobrevenida y que concurra aumento extraordinario de la onerosidad o que
no concurra la posibilidad de haber efectuado una previsión razonable de la situación
finalmente desencadenada.

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También se aplica la cláusula en el campo de la contratación administrativa, a pesar del


principio “a riesgo y ventura” que rige en la materia.

5.- LA RESCISIÓN DEL CONTRATO

5.1. I DEA GENERAL


La rescisión es una forma de ineficacia del contrato que nace plenamente válido, pero que
posteriormente puede ser declarado ineficaz por sus efectos lesivos o perjudiciales para una
de las partes o un tercero (art. 1291 CC). Se diferencia de la nulidad y anulabilidad, en que
- La rescisión supone que el contrato era inicialmente válido,
- La nulidad y anulabilidad implican la invalidez inicial.
Art. 1290 CC: los contratos válidamente celebrados pueden rescindirse en los casos
establecidos por la ley.

5.2. L AS CAUSAS DE RESCISIÓN EN EL C ÓDIGO C IVIL


Las causas de rescisión se pueden clasificar en tres grandes grupos:

A.- Rescisión por lesión


El término lesión significa en este contexto perjuicio patrimonial para una de las partes. El
CC declara rescindibles:
1. Todos los contratos que puedan celebrar los tutores que no requieran autorización
judicial, si el tutelado sufre lesión en más de la cuarta parte del valor de la cosa.
 Los contratos que celebre por sí mismo el menor serán anulables y no
rescindibles.
 Los que celebre el tutor con autorización judicial no serán rescindibles,
aunque el menor podrá exigir responsabilidad al juez; y
 Los que, necesitando autorización judicial, celebre el tutor por sí solo serán
nulos.
2. Los contratos celebrados en representación de los ausentes, siempre que estos hayan
sufrido una lesión en más de la cuarta parte del valor de la cosa, y no hayan contado
con autorización judicial.
3. La partición de herencia, siempre que la lesión sea en más de la cuarta parte,
atendiendo al valor de las cosas cuando fueron adjudicadas.
Fuera de los casos indicados ningún contrato se rescindirá por lesión (art. 1293 CC)

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B.- Rescisión por fraude


La celebración de un contrato con intención fraudulenta respecto de terceros (con ánimo
de engañarlos) constituye causa de rescisión en los siguientes supuestos:
1. Los contratos celebrados con fraude de acreedores, cuando éstos no puedan cobrar de
otro modo lo que se les debe (art. 1291.3 CC). Aquí se encuadra la acción revocatoria
o pauliana (art. 1111 CC). Se presume el fraude en todas las enajenaciones gratuitas,
y en las onerosas cuando el transmitente haya sido judicialmente condenado o cuando
se trate de bienes embargados judicialmente.
2. Los contratos que se refieran a cosas litigiosas, cuando hubiesen sido celebrados por
el demandado sin conocimiento y aprobación de las partes litigantes o de la autoridad
judicial competente (art. 1291.4 CC).
3. Los pagos hechos en estado de insolvencia por cuenta de obligaciones a cuyo
cumplimiento no podía ser compelido el deudor al tiempo de hacerlos (art. 1292 CC).
El TS se pronuncia a favor de una interpretación extensiva de las normas legales sobre
fraude, y al mismo tiempo es doctrina reiterada que el fraude puede estar constituido tanto
por la intención de causar un perjuicio a los acreedores como la simple conciencia en ese
sentido.

C.- Rescisión por otros motivos


Cualesquiera otros casos en que la ley determine especialmente la rescisión. El CC utiliza
la palabra rescisión en otros artículos, pero existe la duda de que sean verdaderos casos de
rescisión y se interpretan más como supuestos de ineficacia contractual.

5.3. L A ACCIÓN RESCISORIA


A. Requisitos: el CC exige tres requisitos para que sea posible el ejercicio de la acción
rescisoria (“devolución de las cosas que fueron objeto del contrato con sus frutos y del
precio con sus intereses”, art. 1295 CC), es decir, se devuelve el statu quo anterior a la
celebración del contrato:
 Que el perjudicado carezca de otro recurso legal para obtener la reparación del
perjuicio: se trata, por tanto, de una acción subsidiaria.
 Que el perjudicado pueda devolver aquello a que estuviera obligado.
 Que las cosas objeto del contrato no se hallen legalmente en poder de terceras
personas que hubieran procedido de buena fe, ya que, en tal caso, la pretensión
del lesionado o defraudado ha de limitarse a reclamar la indemnización de
perjuicios.
B. Plazo: el mismo plazo que se señala para las acciones de anulabilidad: 4 años.

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C. Cómputo del plazo: “Para las PERSONAS SUJETAS A TUTELA Y PARA LOS AUSENTES,
los cuatro años no empezarán hasta que haya cesado la incapacidad de los primeros o
sea conocido el domicilio de los segundos”. En los DEMÁS CASOS, empezará a correr el
plazo desde la celebración del contrato.

5.4. E FICACIA RESTITUTORIA E INDEMNIZATORIA DE LA RESCISIÓN


El efecto fundamental de la rescisión es obtener la devolución de todo aquello que haya
sido entregado por virtud del contrato rescindible.
Pero como puede ocurrir que las cosas entregadas hayan desaparecido, siendo imposible
su devolución, o bien que hayan ido a parar a manos de terceros adquirentes, protegidos de
modo preferente sobre el que ejercita la acción rescisoria por lesión o fraude, en estos casos
de imposible devolución la acción rescisoria se transforma en indemnizatoria o reparadora,
con carácter subsidiario.
La obligación de indemnizar puede alcanzar al adquirente de mala fe, pues “el que
hubiere adquirido de mala fe las cosas enajenadas en fraude de acreedores deberá
indemnizar a estos de los daños y perjuicios que la enajenación les hubiere ocasionado,
siempre que por cualquier causa le fuere imposible devolverlas” (art. 1298 CC).

MUTUO DISENSO Nuevo contrato que priva de efectos al primero


DESISTIMIENTO Una o cualquiera de las partes contratantes puede privar de
UNILATERAL efectos el contrato
Si una parte no cumple (por causas a él imputables o no) la otra
FACULTAD
puede dar por resuelto el contrato. Tiene efecto retroactivo y
RESOLUTORIA
restitutorio, además indemnización (si la causa le es imputable).
Un contrato nace plenamente válido y posteriormente pierde su
RESCISION DE
eficacia por sus efectos lesivos o perjudiciales para una parte o
CONTRATO
tercero.

EXAMEN:
El desistimiento unilateral**
Causas de rescisión del contrato
Resolución del contrato por incumplimiento
La cláusula rebus sic stantibus: concepto, requisitos y efectos
La acción rescisoria

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TEMA 25
CAPITULO 10: LA DONACION

1.- LA DONACIÓN COMO CONTRATO


La donación es la transmisión voluntaria de una cosa o de un conjunto de ellas que hace
una persona, donante, a favor de otra, donatario, sin recibir nada como contraprestación. El
Art. 618 CC define la donación como “el acto de liberalidad por el cual una persona dispone
gratuitamente de una cosa en favor de otra, que la acepta”. Aunque habla de “acto”, es en
realidad un contrato.
El carácter contractual le viene dado por:
1. La exigencia de la aceptación por parte del donatario, lo que supone acuerdo de los
dos contratantes (Art. 630 CC)
2. La sujeción a las disposiciones generales de los contratos y obligaciones en todo lo
que no se halle determinado en sus normas específicas (Art. 621 CC)
Además, es un modo de adquirir la propiedad, que opera sin necesidad de tradición
simultánea o posterior. Esto es, la donación produce efectos reales por la aceptación del
donatario, es un contrato en virtud del cual se adquiere directamente el dominio.
La descripción de la donación, como acto de liberalidad, no incluye relaciones duraderas o
de trato periódico que se asienten en consideraciones distintas al animus donandi, aunque
formalmente las aportaciones realizadas pudieran considerarse donaciones periodicas: por
ejemplo a un partido politico o una organization religiosa. (STS 359/2011 antigua seguidora
del Opus Dei que las reclama las aportaciones realizadas por haber dejado la organización,
el TS desestima porque no responde al concepto de liberalidad gratuita como esencia de la
donación).
Resumiendo: Gratuita (liberalidad)
Modo de adquirir la propiedad: directamente (por si solo)
Acuerdo de voluntades (Contrato). El donatario acepta

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2.- MODALIDADES DE LA DONACIÓN

2.1. D ONACIONES REMUNERATORIAS


Están motivadas por los méritos o los servicios prestados por el donatario al donante.
Esos servicios no pueden constituir deudas exigibles.
Art. 619 CC: “es también donación la que se hace a una persona por sus méritos o por los
servicios prestados al donante, siempre que no constituyan obligaciones exigibles”.
Algunos autores consideran que este tipo de donaciones deben ser consideradas simples
y comunes. También puede defenderse que el carácter remuneratorio viene dado por la
concurrencia en el donatario de circunstancias relevantes que el donante valora
especialmente aunque no representen "servicio alguno”, por ejemplo, valor cívico acreditado
por el donatario.
El problema se plantea porque el art. 622 CC dispone que “las donaciones con causa
onerosa se regirán por las reglas de los contratos, y las remuneradas, por las disposiciones
del presente título en la parte que excedan del valor del gravamen impuesto”.
En base a este artículo algunos autores proponen descomponer la donación en dos
partes:
 Hasta donde alcance el valor del servicio remunerado habrían de aplicarse las
reglas de los contratos onerosos
 Para el exceso, las reglas de las donaciones.
Pero la mayoría entiende inaplicable a las donaciones remuneratorias el art. 622 que
probablemente esté referida a las donaciones modales.

2.2. D ONACIONES MODALES U ONEROSAS


Son aquellas donaciones que conllevan una carga modal, pues la onerosidad propiamente
dicha está excluida de los actos de liberalidad en general y de las donaciones en particular.
Se encuentran en el art. 619.2 CC: son también donaciones “aquellas en que se impone
al donatario un gravamen inferior al valor de lo donado”. Si el gravamen fuese igual o
superior a lo donado no habría animus donandi.

La donación modal puede implicar:


 La asignación de una parte de lo donado a un cierto destino en beneficio de un
tercero (te regalo el cortijo pero anualmente entregas el diezmo de la cosecha al
Convento “Tal”)
 Un gravamen independiente del propio objeto de donación (te regalo un depósito
bancario, pero anualmente entregarás 3.000 euros a tu abuela).

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2.3. D ONACIONES MORTIS CAUSA


La donación es, en principio, un acto inter vivos. Provoca un debate doctrinal y hay quien
la considera erradicada. La opinión mayoritaria de doctrina y jurisprudencia, en base al art.
620 CC: “las donaciones que hayan de producir sus efectos a la muerte del donante
participan de la naturaleza de las disposiciones de última voluntad y se regirán por las reglas
establecidas en el capítulo de la sucesión testamentaria”, es que deben ser asimiladas a
los legados hechos en testamento, siendo revocables hasta la muerte del donante y
quedan sin efecto hasta que son objeto de reconocimiento con el fallecimiento, que es
cuando produce los efectos del contrato.

2.4. D ONACIÓN CON RESERVA DE LA FACULTAD DE DISPONER


El art. 639 CC contempla un supuesto excepcional en relación con la irrevocabilidad de la
donación: “Podrá reservarse el donante la facultad de disponer de alguno de los bienes
donados o de alguna cantidad con cargo a ellos; pero si muriere sin haber hecho uso de este
derecho, pertenecerán al donatario los bienes o la cantidad que se hubiese reservado”.
Aunque en el precepto se diga literalmente que el donante “podrá reservarse la facultad
de disponer...”, ello no quiere decir que al donar el donante conserve los bienes. Los bienes
se transmiten sin deducir o reservarse facultades sobre ellos. Lo que ocurre es que en el
pacto de donación se incluye una cláusula que concede al donante una facultad que le
otorga el poder de disposición en los términos en que se haya pactado. No se trata ni de una
donación condicional, ni con carga, ni tampoco es una facultad de revocación, aun cuando
en algunos extremos está cerca de esas figuras.
El poder de disposición sólo puede establecerse a favor del propio donante, no es
hereditario, y se extingue a su fallecimiento.

2.5. D ONACIÓN CON CLÁUSULA DE REVERSIÓN


Conforme al art. 641, el donante cuenta con facultades para establecer una “reversión
convencional” o un “derecho de retorno” en su favor o en el de un tercero.
Establece la posibilidad de que el donante recobre en ciertos casos lo donado, o si se
prefiere el donante se reserva el derecho de recuperar la cosa donada (por ejemplo que
venza un plazo, o se produzca un determinado evento), a favor del donante, o de un
tercero: pasando lo donado del donatario a un tercero designado por el donante.
 En favor del donante se entiende válida para cualquier plazo o condición, también
podría establecer a voluntad

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 En favor de otras personas, sólo resulta admisible “en los mismos casos y con
iguales limitaciones que determina este Código para las sustituciones
testamentarias”.
Mientras la reversión aún no ha tenido lugar el donatario es el titular de los bienes
donados, y puede proceder como tal, siempre que no frustre la posibilidad de la eventual
reversión. No podrá, pues disponer de esos bienes como libres, sino con el consentimiento
del posible destinatario ulterior. Cuando se dan los hechos a los que se sometió su
existencia, la reversión se produce automáticamente.

2.6. L IBERALIDADES DE USO


Son aquellos actos de liberalidad realizados en virtud de cánones de conducta socialmente
seguidos por la generalidad de las personas (Usos y costumbre, por ejemplo: regalos de
cumpleaños, bodas, bombones al personal sanitario). También se llaman regalos de
costumbre.
Por fundamentarse en normas sociales más que un verdadero ánimo de liberalidad,
algunos autores les niegan el carácter de donación. Sin embargo, la opinión mayoritaria
propugna su naturaleza de donación, aunque algunas normas de ésta no les resulten
aplicables, por entenderse precisamente que la adecuación a las normas sociales
generalmente asumidas impiden considerar el posible carácter fraudulento o perjudicial para
terceros que siempre planea sobre las donaciones puras y simples.

Se hace a una persona por sus méritos o por los servicios


DONACIÓN
prestados al donante
REMUNERATORIA

DONACIÓN MODAL Se impone al donatario un gravamen inferior al valor de lo donado

Han de producir sus efectos a la muerte del donante. Asimiladas a


DONACIÓN los legados hechos en testamento, siendo revocables hasta la
MORTIS CAUSA muerte del donante

En el pacto de donación se incluye una cláusula que concede al


DONACIÓN CON
donante una facultad nueva, que es la que le otorga el poder de
RESERVA DE LA
disposición, sólo puede establecerse a favor del propio donante, y
FACULTAD DE
se extingue a su fallecimiento
DISPONER

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Posibilidad de que el donante recobre en ciertos casos lo donado, o


DONACIÓN CON
si se prefiere el donante se reserva el derecho de recuperar la cosa
CLAUSULA DE
donada, a favor del donante, o de un tercero
REVERSIÓN

LIBERALIDADES DE Actos de liberalidad realizados en virtud de cánones de conducta


USO socialmente seguidos por la generalidad de las personas

3.- PRESUPUESTOS Y ELEMENTOS DE LA DONACIÓN


Son elementos esenciales de la donación:
 El empobrecimiento del donante,
 El enriquecimiento del donatario,
 La intención de hacer una liberalidad.
Se excluyen de la categoría de donación aquellos actos realizados a título gratuito que,
otorgando una ventaja patrimonial sin contraprestación, no entrañen una pérdida
patrimonial (préstamo, depósito o fianza establecidos con carácter gratuito).

3.1. C APACIDAD DE LAS PARTES


La donación implica para el donante una disminución patrimonial, y para el donatario un
enriquecimiento que difícilmente puede comportar consecuencias negativas. Es el motivo por
el que el CC sólo se muestre riguroso y exigente respecto a la capacidad del donante.

A.- Capacidad para donar


El art. 624 CC dice: “podrán hacer donaciones todos los que puedan contratar y disponer
de sus bienes”. Han de darse las dos circunstancias a la vez: capacidad contractual y
además libre disposición sobre los bienes que vayan a ser objeto de donación. Recordemos
que:
 El hijo menor que haya cumplido 16 años para realizar donaciones necesitará el
consentimiento de los padres.
 Los padres necesitarán autorización judicial para donar bienes inmuebles u objetos
preciosos y valores mobiliarios pertenecientes a los hijos cuya administración
ostenten.
 Los herederos del ausente que es declarado fallecido no podrán disponer a título
gratuito hasta 5 años después de la declaración del fallecimiento.
 El menor emancipado, sin consentimiento de sus padres o del tutor, no podrá donar
bienes inmuebles y establecimientos mercantiles o industriales u objetos de
extraordinario valor.

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B.- Capacidad para aceptar donaciones


La amplitud se manifiesta en que incluso el nasciturus puede ser donatario: basta para
ello con que la aceptación de la donación sea realizada por las personas que legítimamente
le representen, si se hubiera verificado ya su nacimiento.
Es decir, cualquier persona, aún sin tener capacidad de obrar o una especial capacidad de
obrar, puede proceder a la aceptación de la donación.
El CC, no obstante engaña en el art. 625 CC al disponer "podrán aceptar donaciones
todos los que no estén especialmente incapacitados por la ley pare ello", precepto que
sugiere que el CC está plagado de prohibiciones para ser donatario, pero no es así, solo las
criaturas abortivas o las personas juridicas no permitidas por la ley están inhabilitadas para
ser donatarios.
Por lo tanto sólo es necesaria una “capacidad natural para entender y querer”, para
emitirse válidamente declaraciones de voluntad dirigidas a aceptar donaciones. El CC sólo
exige capacidad contractual en el caso de que se trate de donaciones condicionales u
onerosas.

3.2. O BJETO Y LÍMITES


Puede ser objeto de la donación cualquier bien o derecho que sea autónomo e
independiente y, por tanto, individualizable en el patrimonio del donante.
El empobrecimiento del donante puede ser perjudicial para el propio donante, para sus
familiares con derecho a legítima y para sus acreedores. Por ello el CC impone ciertos límites
de carácter objetivo a la donación:
a. La donación no podrá comprender bienes futuros.
b. El donante deberá reservarse en plena propiedad o en usufructo lo necesario para
vivir acorde a sus circunstancias.
c. Nadie podrá dar, por vía de donación, más de lo que pueda dar por vía de
testamento, debiendo ser reducidas en cuanto excedan de las posibilidades de libre
disposición del donante, a petición de los herederos forzosos. En tal caso, se habla de
“donación inoficiosa”. Para saber si es tal, hay que analizar en el momento de la
muerte del donante, teniendo en cuenta el valor de bienes dejados, al que se sumara
el que tenían los donados en el momento de la donación, y sobre esa suma se
determinará la parte de la que podía disponer libremente.
d. Al suponer la donación una enajenación de bienes a título gratuito, si con ella se
defraudaran los derechos de los acreedores, se presume fraudulenta, autorizándose a
los acreedores anteriores a la donación solicitar su rescisión; pero no así a los
posteriores.

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3.3. P ERFECCIÓN DE LA DONACIÓN : LA ACEPTACIÓN


La donación, bajo pena de nulidad, está sujeta a la aceptación por parte del donatario,
que la puede realizar por sí mismo o por medio de persona autorizada. El CC regula la
perfección de la donación en dos artículos:
 Art. 629 CC de una parte, establece que “la donación no obliga al donante, ni produce
efecto, sino desde la aceptación” (Teoría de la emisión)
 Art. 623 CC de otra, entiende que “la donación se perfecciona desde que el donante
conoce la aceptación del donatario” (Teoría del conocimiento). Aplicación preferente
para la mayoría de la doctrina.
Ambos artículos no se contradicen, cabe otra interpretación: la donación se perfecciona
con la aceptación salvo que antes del conocimiento, el donante la revoque
3.4. F ORMA
Para el CC, la donación es un contrato formal, si bien los requisitos de forma son distintos
según recaiga sobre bienes muebles o inmuebles:
 La donación de cosa mueble podrá hacerse
- Verbalmente, requiriéndose la entrega simultánea de la cosa, o
- Por escrito. Requiere que la aceptación conste también por escrito.
 En el caso de que esté referida a bienes inmuebles, la donación ha de hacerse
necesariamente en escritura pública, al igual que su aceptación (en misma escritura o en
otra separada), debiéndose producir ésta en vida del donante. Si se hace la aceptación
en escritura separada debe notificarse la aceptación al donante y se anotará diligencia en
ambas. La jurisprudencia anula la que no se realicen en escritura pública.

4.- LA REVOCACIÓN DE LAS DONACIONES


La donación es irrevocable, en el sentido de que no puede quedar sin efecto por la sola
voluntad del donante, una vez que haya tenido lugar la aceptación del donatario. Sin
embargo, el CC, teniendo en cuenta su carácter de atribución patrimonial sin
contraprestación, faculta al donante para recuperar lo donado en algunos supuestos,
suponiendo que de haberlos conocido no la habría realizado o por razones de justicia
material. Las causas de revocación se encuentran legalmente predeterminadas o tasadas y,
por ello, son de interpretación estricta, quedando limitadas a los supuestos siguientes:

4.1 SUPERVIVENCIA O SUPERVENENCIA DE HIJOS


Art. 644 CC: “Toda donación hecha entre vivos, hecha por persona que no tenga hijos ni
descendientes, será revocable por el mero hecho de ocurrir cualquiera de los casos
siguientes:

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1. Que el donante tenga, después de la donación hijos, aunque sean póstumos.


Supervenencia
2. Que resulte vivo el hijo del donante que éste reputaba muerto cuando hizo la
donación”. Supervivencia
El donante podrá revocar la donación si desea hacerlo, pues la supervenencia o
supervivencia no acarrea de forma automática la ineficacia de la donación realizada. El plazo
para ejercitar la correspondiente acción de revocación es de 5 años contados desde que se
tuvo noticia del nacimiento del último hijo o de la existencia del que se creía muerto. El
referido plazo es de caducidad, aunque el precepto hable de prescripción. Dentro de tal
plazo, en caso de fallecimiento del donante, la acción de revocación se transmite a sus hijos
y descendientes.

4.2. I NCUMPLIMIENTO DE CARGAS


El supuesto de revocación por incumplimiento de cargas impuestas por el donante se
encuentra contemplado en el art. 647.1 CC: “La donación será revocada a instancia del
donante cuando el donatario haya dejado de cumplir alguna de las condiciones que aquel le
impuso”. En este contexto las condiciones carecen de sentido técnico y hacen referencia a
las donaciones modales u onerosas.
El CC no establece la duración de la acción por incumplimiento de cargas, ni si cabe su
transmisión a los herederos o legitimarios del donante en caso de fallecimiento de éste.
Jurisprudencialmente se ha propugnado de forma reiterada que la acción es transmisible a
los herederos. El plazo es resuelto por analogía, (para las acciones rescisorias es de 4 años).

4.3. I NGRATITUD DEL DONATARIO


La denominada ingratitud del donatario, de acuerdo con el CC, se producirá en los
supuestos en que:
1. El donatario cometiera algún delito contra la persona, el honor, o bienes del
donante;
2. Se le impute algún delito de los que dan lugar a procedimientos de oficio o
acusación pública, a menos que se hubiese cometido contra el propio donatario, o
3. Le niegue indebidamente alimentos (Art. 648 CC).
La acción de revocación tiene un plazo de prescripción de 1 año, contado desde que el
donante tuvo conocimiento del hecho y posibilidad de ejercitar la acción. Debe ser ejercitada
por el propio donante, no siendo transmisible a los herederos si éste pudiendo hacerlo, no la
hubiese ejercitado. Esta falta de ejercicio de la revocación se equipara al perdón de la
afrenta o ultraje por parte del donatario.

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4.4. E FECTOS DE LA REVOCACIÓN


La revocación de la donación comporta la restitución al donante de los bienes donados, o
del valor que éstos tenían al tiempo de la donación si hubiesen sido enajenados, quedando a
salvo los derechos de terceros adquirentes de buena fe.
Aunque el CC habla de estas cuestiones diferenciando la causa de revocación, no vamos a
entrar en detalles, sólo decir que se parte de la base de que el objeto donado es un
inmueble.

5.- LA REVERSIÓN DE LA DONACIÓN


Ya vimos el art. 641 CC: podrá establecerse válidamente la reversión a favor de sólo el
donador para cualquier caso y circunstancias, pero no a favor de otras personas sino en los
mismos casos y con iguales limitaciones que determina este Código para las sustituciones
testamentarias. En el fondo, al establecer la reversión, se está realizando una donación
condicional, dependiendo el caso y las circunstancias, fijadas por el propio donante.
Al limitar la reversión a favor del donante (o de otras personas, normalmente
parientes/herederos del donante) pretende el CC favorecer tráfico económico e impedir
posibles vinculaciones imperecederas de los bienes.
A juicio de Lasarte, tal pretensión se ve debilitada extraordinariamente en los supuestos
en que donante es persona jurídica, pues en tal caso las condiciones pueden posponerse
indefinidamente en el tiempo.

6.- LA REDUCCIÓN DE LAS DONACIONES INOFICIOSAS


Reciben el nombre de donaciones inoficiosas las que superen el valor de lo que el donante
(o el donatario) puedan dar (o recibir) por testamento (Art. 636 CC), en cuanto pueden
resultar perjudiciales para los legitimarios o herederos del donante. Por consiguiente, para
determinar el carácter inoficioso de cualquier donación es preciso que se abra la sucesión
del donante a causa de su fallecimiento. En tal sentido, expresa el art. 654 CC que las
donaciones que, con arreglo a lo dispuesto en el art. 636, sean inoficiosas computado el
valor líquido de los bienes del donante al tiempo de su muerte, deberán ser reducidas en
cuanto al exceso.

EXAMEN:

Las donaciones remuneratorias y las modales u onerosas


Presupuestos y elementos de la donación
La capacidad de las partes en la donación***
La capacidad para donar

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La forma de la donación***
La donación: requisitos de forma
La revocación de donaciones****
La revocación de donaciones por supervivencia o supervivencia de hijos

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TEMA 26
CAPITULO 11: EL CONTRATO DE COMPRAVENTA

1.- LA COMPRAVENTA: IDEAS GENERALES

1.1. N OCIÓN Y CARACTERES


Es el más frecuente en el día a día y está considerado el contrato tipo por antonomasia,
siendo el más detalladamente regulado y aplicándose parte de sus preceptos a los demás
contratos donde existen prestaciones recíprocas.
Art. 1445 CC: por el contrato de compraventa uno de los contratantes se obliga a entregar una cosa
determinada y el otro a pagar por ella un precio cierto, en dinero o signo que lo represente.

Sus características son:


 Contrato consensual, que se perfecciona por el mero consentimiento. La entrega
de la cosa y el pago del precio corresponden a la fase de ejecución del contrato.
 Contrato bilateral por producir obligaciones recíprocas para las dos partes
contratantes: la entrega de la cosa y el pago del precio.
 Contrato oneroso, por suponer una equivalencia entre las prestaciones de las
partes. Al hablar de equivalencia no es necesaria una equivalencia objetiva, es decir
la adecuación real entre el bien y el precio correspondiente, basta con la llamada
equivalencia subjetiva.
 Contrato conmutativo al estar determinado el intercambio de prestaciones desde
el momento de su perfección. Pero puede ser aleatorio en ciertos casos, como
sucede cuando se trate de "cosas futuras" a riesgo del comprador o “compraventa
de esperanza”, el comprador se obliga a pagar el precio, tenga o no existencia la
cosa.
 Contrato traslativo de dominio, sirve de título para la transmisión de la
propiedad. Algunos autores defiende el carácter no traslativo del dominio. Sin
embargo el TS señala que la venta, es un acto de enajenación, puesto que su
finalidad es la traslativa del dominio, que se consuma mediante la entrega de la
cosa. Este acto no está reñido con el llamado pacto de reserva de dominio. Consiste
dicho pacto en la estipulación expresa según la cual no se producirá la transmisión
de la propiedad de la cosa vendida hasta que no se produzca el pago íntegro del
precio convenido. El CC no la regula, pero la jurisprudencia la ha hecho licita en
múltiples sentencias, considerando que se trata de una garantía de cobro del precio
aplazado, plenamente válido, pues solo suspende la eficacia transmisiva del
contrato hasta que el comprador satisfaga el precio convenido integramente.
1.2. C APACIDAD PARA CELEBRAR CONTRATO DE COMPRAVENTA : LAS PROHIBICIONES
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La compraventa exige, como todos los contratos, que las partes contratantes tengan la
capacidad suficiente para contratar y obligarse. El art. 1457 CC estipula, como regla general,
que podrán celebrar el contrato de compraventa todas las personas a quienes este Código
autoriza para obligarse, salvo las modificaciones contenidas en los artículos siguientes. Se
remite a la materia en capacidad de obrar, siendo relevantes las situaciones donde se exige
autorización judicial y aquellas otras donde es necesario en consentimiento de los padres o
tutores para enajenar bienes muebles de extraordinario valor y bienes muebles o
establecimientos mercantiles.
El CC actualmente, no dispone de ninguna restricción a las compraventas entre cónyuges,
cualquiera que sea el régimen del matrimonio. Antes solo era posible en separación de
bienes.
El CC para evitar posibles fraudes o perjuicios cuando hay intereses encontrados, prohíbe
a determinadas personas adquirir por compra, aunque sea en subasta pública o judicial, por
sí ni por persona intermediaria, bienes de otras sobre las que tienen algún tipo de
influencia:
1. Se prohíbe al tutor adquirir los bienes de sus pupilos, extensible a todo cargo
tutelar, incluida la tutela legal o automática.
2. Respecto a los mandatarios y los albaceas, la prohibición se hace extensiva a
cualquier forma de administración o representación voluntaria. Esta interpretación
es restrictiva, ya que no es aplicable cuando acabe el mandato ni cuando media
especial autorización del mandante o cuando este vende al mandatario.
3. Igualmente afecta la prohibición sobre los funcionarios públicos en la demarcación
territorial y respecto de los bienes de cuya administración estuviesen encargados;
a los funcionarios de Justicia de los bienes en litigio ante el Tribunal en cuya
jurisdicción ejercieran sus funciones, afectando esto también a abogados y
procuradores, respecto a los mismo bienes que intervenga por su profesión (a
excepción de las acciones hereditarias entre coherederos o de cesión de pago de
créditos o de garantía de los bienes que posean. Para determinar el carácter
litigioso de un bien se han venido utilizando dos criterios: la fecha de
emplazamiento para constatar la demanda (criterio jurisprudencial) y desde la
contestación a la demanda (art. 1.535.2).
1. La contravención de estas prohibiciones lleva aparejada la nulidad radical y absoluta
del contrato así celebrado, independientemente de la posible responsabilidad disciplinaria
y penal a que pudiera dar lugar en su caso.
2. La conculcación de la prohibición del mandatario y albacea es objeto de anulabilidad, al
poder recaer con posterioridad el consentimiento del mandante o los sucesores.

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2.- EL OBJETO DE LA COMPRAVENTA


La compraventa supone la obligación por parte del vendedor de entregar una cosa
determinada a cambio de un precio en dinero o signo que lo represente, que deberá ser
pagado por el comprador. Por lo tanto el objeto de la compraventa es doble:
1. La cosa a entregar
2. El precio a pagar.

2.1. L AS COSAS
A.- En general: Pueden ser
Corporales e incorporales o derechos;
Muebles e inmuebles;
Presentes y futuras;

Pero, han de reunir siempre una triple condición:


1. Que sean de comercio lícito.
2. Que tengan existencia real o posible: no es imprescindible que la cosa exista en
el momento de la celebración del contrato si se prevé la posibilidad de su
existencia en la fase de ejecución. Si la cosa se ha perdido el contrato queda sin
efecto, a no ser que ya se haya perfeccionado la compraventa, en cuyo caso corre
a cuenta del comprador. Si la perdida de la cosa tras la venta es parcial el
comprador podrá opta por desistir del contrato o reclamar la parte que falta,
abonando su precio en proporción.
A efectos de responsabilidad, la doctrina distingue, dependiendo de que mediara
conocimiento y por quien. Del perecimiento anterior de la cosa: ambos: en
compensación de culpas, una de las partes que no lo manifiesta, esa parte
responderá in contrahendo por actuación dolosa.
Si la cosa no tiene existencia real al contratar, pero previsiblemente la llegará a
tener, la compraventa puede revestir dos modalidades distintas:
a. Compraventa de cosa esperada. En tal caso, la compraventa reviste los
caracteres de conmutativa y condicional, ya que las partes subordinan la
eficacia del contrato a la existencia de la cosa. Si la cosa no llega a existir,
no hay obligación por parte del vendedor de entregar cosa alguna, ni el
comprador ha de pagar el precio (ejemplo: se vende la cosecha del año que
viene, el comprador solo pagará la cosecha producida y el precio
convenido).
b. Compraventa de esperanza. Si los contratantes celebran la compraventa a
todo evento, es decir, que el comprador pague el precio aunque la cosa

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objeto del contrato no llegue a existir, se tratará de un contrato aleatorio. El


vendedor se limitará a hacer lo posible para la existencia de la cosa, y el
comprador está obligado a pagar lo pactado. (Se vende la cosecha al precio
pactado por ella, sea la cosecha excelente, buena o no haya cosecha).
Algunos autores califican esta compraventa de contrato aleatorio atípico.
3. Que la cosa sea determinada o determinable.

B.- La venta de cosa ajena


No es necesario que la cosa forme parte del patrimonio del vendedor en el momento de
celebración de la compraventa, pues la traslación del dominio se alcanza con la ejecución del
contrato. En este caso el vendedor estará obligado a adquirir el bien vendido para poder
transmitir el dominio, cuando se ejecute. Aunque el CC guarda silencio sobre la venta de
cosa ajena la jurisprudencia lo admite.
Esta figura no supone la quiebra de las reglas generales sobre la anulabilidad cuando,
por error de ambas partes o conducta dolosa del vendedor, deba considerarse el contrato
viciado desde el mismo momento de su celebración

2.2. E L PRECIO EN LA COMPRAVENTA


El precio es el otro elemento objetivo de la compraventa y consiste en la suma de dinero
que el comprador se obliga a entregar al vendedor a cambio de la cosa.
A.- Requisitos:
1. Precio verdadero o real. El precio es la prestación a cargo del comprador, de tal
modo que si no existiera:
- Estaríamos ante un contrato simulado de compraventa,
- Podría ser donación si cumple los requisitos.
- Al ser el precio la causa del contrato para el vendedor, su ausencia o ilicitud
provocaría la declaración de inexistencia de la compraventa.
2. Precio cierto o determinado. No es necesario precisarlo cuantitativamente en el
momento de la celebración, sino que basta que pueda determinarse sin necesidad de
un nuevo convenio:
- Ya sea con referencia a otra cosa cierta,
- Por el que tuviera la cosa en determinado día, bolsa o mercado,
- Se deje su señalamiento al arbitrio de un tercero. La determinación por
tercero deberá hacerse en relación con el momento de la perfección del
contrato, entendiendo que es un supuesto de arbitrio en equidad (salvo
voluntad contraria de las partes) siendo impugnable cuando se haya faltado
a la misma y cuando no se fijara conforme a las instrucciones de las partes.

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También es impugnable si concurre algún vicio del consentimiento o se


actuó de mala fe.
3. Precio consistente en dinero o signo que lo represente. El precio debe consistir
en dinero o signo que lo represente (cheque, pagarés, letras, etc).
- Si el precio no consiste en dinero sería un supuesto de permuta.
- Si consiste en dinero y alguna otra cosa, se atiende a la intención de las
partes (compraventa o permuta) y subsidiariamente a la proporcionalidad
entre el dinero y las cosas
- Por "cualquier otro signo q lo represente" se entiende la asimilación de
pagare, cheques, letras de cambio, etc. a dinero (1.170) si bien la entrega
de tales documentos "solo producirá los efectos del pago cuando hubiesen
sido realizados, o cuando por culpa del acreedor se hubiesen perjudicado".
4. ¿Precio JUSTO? Para el CC la compraventa no supone una estricta equivalencia
objetiva entre el valor de la cosa y el precio pactado. El CC no exige que sea justo,
aunque el precio irrisorio se equipara al precio simulado. Especial relevancia tiene el
precio fijado por disposiciones administrativas (VPO) o “precio legal”, de modo que
si el convenido es superior, el contrato será nulo parcialmente, teniéndose el exceso
por no puesto, aunque el contrato seguirá surtiendo efectos.

B.- El pacto de arras


Como sabemos, en la celebración del contrato de compraventa es sumamente frecuente
el establecimiento de un pacto de arras. En él las partes pactan la reserva de la
compraventa de bienes, o inmuebles como una vivienda, entregándose como prueba una
cantidad de dinero en concepto de señal. Forma parte de los denominados precontratos,
dado que lo que se está contratando es la obligación de firmar un contrato en el futuro.

3.- DERECHOS Y OBLIGACIONES DEL VENDEDOR


Las obligaciones principales del vendedor consisten en:
1. Entregar la cosa vendida y conservarla con “la diligencia propia de un buen padre
de familia” hasta que se efectúe dicha entrega.
2. Prestar la garantía del saneamiento en los casos de evicción y vicios ocultos.
Además de las obligaciones principales, asumen relevancia todas aquellas de carácter
accesorio y secundario de carácter general y las que puedan surgir en la relación contractual
concreta.

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3.1. L A ENTREGA DE LA COSA


A.- Objeto y circunstancias de la entrega de la cosa
La obligación primera y fundamental del vendedor es la entrega del objeto de la
compraventa, dada su naturaleza consensual.
Hay que tener en cuenta que la entrega de la cosa abarca también:
 Sus accesorios
 Los frutos producidos desde el día en que se perfeccionó el contrato
 Los títulos de pertenencia y los informes necesarios para hacer valer lo
transmitido.
Aunque el tiempo y el lugar de entrega de la cosa, suele establecerse convencionalmente
por las partes, si no se hiciese, se entienden aplicables las reglas generales y así la cosa se
entregará en el lugar donde se encuentre en el momento de celebrarse la compraventa.

B.- Formas de entrega: la tradición


El CC regula con cierto detalle las formas de entrega o “tradición” que, realizadas con
posterioridad a la celebración la compraventa, conllevan la adquisición de la propiedad para
el comprador. Las diversas formas de entrega son:
1) Tradición real
Art. 1462.1: Se entenderá entregada la cosa vendida cuando se ponga en poder y
posesión del comprador. La posesión puede ocurrir de dos maneras diferentes:
 Material: cuando hay una entrega manual y efectiva (me llevo el paraguas que
acabo de pagar) o cuando el adquirente de facto y de forma inmediata, ejercita los
poderes característicos del propietario (ejemplo: siesta en el piso que compré)
 Simbólica: sin llegar a producirse una transmisión material de la cosa, el vendedor
manifiesta de forma inequívoca e irreversible su intención de transferir la posesión
al adquirente (ej.: el vendedor entrega las llaves, o da los títulos de pertenencia).

2) Constitutum possessorium y traditio brevi manu .


La constitutum possessorium, suple a la tradición material, y se da en aquellos casos
en los que el vendedor continúa poseyendo la cosa, pero en virtud de otro título diferente al
de propietario que antes ostentaba (ej.: el vendedor sigue viviendo como arrendatario).
La traditio brevi manu es el caso opuesto: el comprador antes poseía la cosa (sin ser
propietario), pasando ahora a ser el propietario. (ej. Arrendatario compra piso).

3) La tradición instrumental
Art. 1462.2 el otorgamiento de escritura pública equivaldrá a la entrega de la cosa objeto
del contrato. En estos casos el comprador se convierte en propietario, con independencia de

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cualquier otro factor, por ejemplo que no haya pagado por completo el precio cierto de la
compra.
Este principio no es automático, sino dispositivo “si de la misma escritura no resultare o
se dedujere claramente lo contrario”.

C.- Reglas especiales en materia de venta de inmuebles.


Los inmuebles pueden ser adquiridos atendiendo a la medida (o cabida) de los mismos a
razón de un precio por unidad de medida o número (1.000 €/m2) bien por un precio alzado
(una finca por 500.000 €). En el primer caso el precio total será proporcional al conjunto de
unidades tenidas en cuenta al celebrar el contrato, en el segundo caso se compra cuerpo
cierto. Conviene distinguir los siguientes supuestos:
1) Venta de inmueble por unidad de medida resultando de cabida inferior a la
señalada en el contrato
El art. 1469.2 obliga al vendedor a entregar al comprador lo que figure en el contrato y si
no es posible, el comprador puede optar o por una rebaja proporcional del precio o a la
rescisión del contrato si la disminución de la cabida es superior al 1/10 de lo que figura en el
contrato.

2) Venta de inmueble por unidad de medida siendo la cabida superior a la


señalada en el contrato
El comprador debe pagar el exceso si el aumento de la cabida no supera la 1/20 parte de
lo señalado en el contrato. Si la supera, el comprador puede optar por pagar o por desistir.

3) Venta por unidades de medida y problemas de calidad


La falta de correspondencia entre el precio pagado y el bien comprado no sólo se puede
ser debida a criterios cuantitativos, sino también a criterios cualitativos.
En caso de exceso de calidad, el CC no establece ninguna norma, aunque la doctrina
propone aplicar de forma analógica el art. 1471.2.
En caso de defecto de calidad o de extensión del inmueble de carácter esencial, el
comprador puede optar entre una rebaja proporcional o impugnar el contrato por error,
realizable según las reglas generales de anulabilidad.

4) Venta de inmueble hecha a precio alzado


Aunque resulte mayor o menor la cabida de la expresada en el contrato, no tendrá lugar
el aumento o la disminución del precio convenido, por haber sido éste fijado alzadamente. El
mismo criterio rige cuando se compraron dos o más fincas por un solo precio.

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Si se expresaron los linderos (obligatorio) y además la cabida o número, el vendedor


debe entregar todo lo que se comprenda en los linderos, con independencia de la cabida y si
no es posible, el precio se rebajará proporcionalmente al defecto de la cabida, salvo que el
comprador no se conforme, que en tal caso se anularía el contrato, ya que se trata de un
ejercicio de derecho potestativo.

5) Plazo de ejercicio de las acciones


Si bien el CC establece un plazo de prescripción de 6 meses, la jurisprudencia otorga a
dicho plazo carácter de caducidad en los supuestos en los que el comprador opte por la
rescisión o anulación del contrato.

D.- La facultad de suspender la entrega


El vendedor puede suspender o retener la entrega de la cosa en dos supuestos, aun sin
necesidad de instar la resolución del contrato:
1.- Compraventa con precio de presente: El vendedor no está obligado a entregar la
cosa vendida si el comprador no le ha pagado el precio o no se ha señalado en el contrato
un plazo para el pago (art. 1466 CC).
2.- Compraventa con precio aplazado: el vendedor tampoco estará obligado a realizar
la entrega “si después de la venta se descubre que el comprador es insolvente, excepto si el
vendedor afiance pagar en el plazo convenido (art. 1467 CC). En este contexto, se le da al
término “insolvente” un sentido amplio, no es necesario una declaración judicial ni situación
concursal del comprador.

3.2. L A OBLIGACIÓN DE SANEAMIENTO


Las obligaciones del vendedor no se agotan con la entrega de la cosa, pues está obligado,
además, al saneamiento, en virtud del cual responderá al comprador:
a. De la posesión legal y pacífica de la cosa vendida.
b. De los vicios o defectos ocultos que la cosa tuviera, es decir, de su posesión útil.

3.3. E L SANEAMIENTO POR EVICCIÓN


A.- Noción y requisitos
La evicción (vencer en juicio), es un acto de iniciativa extraña al comprador y al vendedor
que acarrea para el comprador verse privado de la propiedad de la cosa comprada, en
cuanto ésta pasa a ser propiedad de un tercero, total o parcialmente, a consecuencia de una
sentencia judicial firme y en virtud de un derecho anterior a la compraventa (art. 1475.1
CC). Un tercero demanda al comprador.

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Para que surja obligación de saneamiento a cargo del vendedor es necesario que la
demanda de evicción le haya sido notificada a instancia del comprador, si el comprador no le
ha notificado la demanda al vendedor, este no está obligado a saneamiento (art. 1481 CC).
Esto se hace para que el vendedor pueda aportar pruebas contra la reclamación del tercero,
actuando así de cooperador. Debe hacerse siguiendo la forma del art. 1482 CC que concede
al comprador facultad de solicitar la notificación al vendedor dentro del plazo previsto para
su propia contestación a la demanda, que quedará en suspenso mientras no conteste el
vendedor
Pese a la exigencia de sentencia firme, en algún caso, el TS ha admitido la evicción a
consecuencia de resoluciones administrativas, y en los supuestos de ventas judiciales, según
doctrina jurisprudencial reiterada.

 B.- Pactos sobre el saneamiento por evicción (art. 1475 CC)


Para el CC la cláusula de saneamiento por evicción es un elemento natural del contrato,
se presume su existencia, pero al ser materia disponible, caben pactos en contrario. El art.
1475 dice que el vendedor responderá de la evicción aunque nada se haya expresado en el
contrato. Los contratantes, sin embargo, podrán aumentar, disminuir o suprimir esta
obligación legal del vendedor.
A pesar de ser materia disponible, el CC recela del comprador que renuncia al
saneamiento y la cláusula por la que el comprador renuncia al saneamiento queda
restringida en un doble sentido:
1. Cuando el vendedor actúe de mala fe, se declarará nulo todo pacto que exima al
vendedor de responder de la evicción
2. Es preciso que la cláusula la haga el comprador con conocimiento de los riesgos de la
evicción y sometiéndose a sus consecuencias. De esta forma exime al vendedor de
todas las obligaciones propias del saneamiento, limitándose al pago del precio de la
cosa vendida al tiempo de la evicción.
En sentido contrario se puede agravar la obligación de saneamiento, estableciendo
cláusulas penales complementarias.
Recordar que la ley protectora de consumidores y usuarios declara nula la renuncia previa
a los derechos otorgados a los consumidores.

C.- Efectos de la evicción (Art. 1478 CC)


1. “La restitución del precio de la cosa vendida al tiempo de la evicción, ya sea mayor o
menor que el de venta”. Se refiere al precio actualizado al momento de la evicción. Parte
de la doctrina estima que no se debe aplicar en supuestos de aumento/disminución del
valor imprevisible y excepcional.

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2. “Los frutos o rendimientos, si se le hubiere condenado a entregarlos al que le haya


vencido en juicio”. Se refiere al comprador, que es quien puede ser condenado. Se
aplican las reglas sobre liquidación del estado posesorio.
3. “Las costas del pleito que haya motivado la evicción y, en su caso, las del seguido con el
vendedor por el saneamiento”. Parte del precepto de que el saneamiento por evicción
presupone de forma necesaria la existencia de un proceso judicial entre el tercero y el
comprador, no así entre comprador y vendedor (pues este puede prestarse
voluntariamente a indemnizar). El comprador solo tendrá derecho a reclamar las costas
judiciales cuando efectivamente haya debido afrontarlas por haberle sido impuestas.
4. “Los gastos del contrato a cargo del comprador”. No sólo se refiere a gastos de
escrituras, sino también impuestos, gestoría, inscripción en el Registro… Supone la total
indemnidad del comprador, que se ve privado del objeto comprado
5. “Los daños e intereses y los gastos voluntarios o de puro recreo u ornato, si se vendió de
mala fe”. La referencia a los intereses se refiere a los generados por las cantidades a
abonar desde que tuvo lugar la evicción. También tiene el comprador que sufre evicción
derecho a los gastos suntuarios

D.- Los supuestos de evicción parcial


Art. 1479 CC: podrá exigir la rescisión del contrato, pero habrá de devolver la cosa sin
más gravámenes de los que tuviera al adquirirla.
Se produce si el comprador pierde con la evicción parte de la cosa vendida de tal
importancia con relación al todo que sin dicha parte no la hubiese comprado, o si se venden
dos o más cosas conjuntamente a precio alzado, o particular para cada una de ellas
constando que el comprador no habría comprado la una sin la otra.
Divergencia doctrinal en la calificación de la acción: anulabilidad por error vs resolución.
Esto tiene trascendencia práctica, ya que existe diferente plazo para el ejercicio de la acción,
4 años en la anulatoria (Art. 1301 CC), “Las acciones personales que no tengan plazo
especial prescriben a los cinco años desde que pueda exigirse el cumplimiento de la
obligación. En las obligaciones continuadas de hacer o no hacer, el plazo comenzará cada
vez que se incumplan” (Art. 1964 CC). Lasarte estima iguales consecuencias si se entiende
el caso como un supuesto de rescisión propia (de los contemplados en Art. 1291.5), con
plazo de prescripción de 4 años (Art. 1299.1).
El problema de la evicción parcial es si es aplicable solo el art. 1479, o también el art.
1478 CC con adaptaciones. Lasarte considera que son de aplicación los dos, debido a la
insistencia del legislador al presumir que el comprador no hubiera comprado.

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E.- Evicción de cargas o gravámenes ocultos


El art. 1483 CC dispone que “si la finca vendida estuviese gravada, sin mencionarlo la
escritura, con alguna carga o servidumbre no aparente, de tal naturaleza que deba
presumirse no la habría adquirido el comprador si la hubiese conocido, podrá pedir la
rescisión del contrato, a no ser que prefiera la indemnización correspondiente. […]
Problema fundamental: determinar si pueden considerarse gravámenes ocultos aquellos
que habían sido objeto de inscripción en el Registro de la Propiedad, la lógica actual
implicaría que no, pero el sentido histórico y teniendo en cuenta que el comprador no tiene
obligación de consultarlo, puede argüir su buena fe frente al vendedor, aunque no haya
consultado el registro. La jurisprudencia es partidaria de excluir la aplicación del art. 1483 si
la carga o gravamen tiene publicidad registral, es además muy rigurosa con el silencio del
vendedor respecto de situaciones urbanísticas de solares sometidos a Ley del Suelo.
Plazo para ejercitar la acción rescisoria: 1 año desde el otorgamiento de la escritura.
Transcurrido este plazo, sólo podrá reclamar la indemnización dentro de otro año desde el
día en que el comprador descubriera la carga o servidumbre no aparente.

3.4. E L SANEAMIENTO POR VICIOS OCULTOS


El vendedor tiene obligación de saneamiento cuando la cosa vendida tuviese vicios o
defectos ocultos, que la conviertan en inapropiada para el uso a que se destina o lo
disminuya de modo que, de haberlos conocido el comprador, no la habría adquirido o habría
pagado menos. Se excluyen los vicios manifiestos o si el comprador en razón de su oficio
debía fácilmente conocerlos.
El vendedor responde del saneamiento por vicios ocultos, aunque los ignorase, a menos
que se hubiese estipulado lo contrario. El comprador podrá optar por resolver el contrato
(acción redhibitoria) con restitución de los gastos que pagó, o rebajar una cantidad
proporcional en el precio, a juicio de peritos (acción estimatoria). Si el vendedor actuó de
mala fe y el comprador opta por la restitución, se le indemnizará además de daños y
perjuicios, no en el otro caso, porque la rebaja del precio se habrá tenido en cuenta los
perjuicios sufridos.
También prevé nuestro Código la posibilidad de perecimiento de la cosa vendida, como
consecuencia de los vicios ocultos. Los efectos serán distintos en función de si el vendedor
conocía o no los vicios. El vendedor responderá abonando el precio, los gastos del contrato y
si conociese los vicios, responderá además por daños y perjuicios.
Si la cosa vendida con vicios ocultos pereciera con posterioridad a la venta por caso
fortuito o culpa del comprador, podrá éste reclamar del vendedor el precio que pagó,
rebajado por el valor de la cosa en el momento de perderse y si el vendedor actuó de mala
fe, deberá abonar al comprador los daños e intereses.

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En el caso de la compra de dos cosas al mismo vendedor, el vicio redhibitorio de una de


ellas no afecta a la otra, a no ser que el comprador no hubiese comprado la segunda sin la
primera.
En el caso de saneamiento por vicios en venas judiciales, no habrá responsabilidad por
daños y perjuicios, pero si el desembolso del precio y gastos del contrato
Para que tenga lugar el saneamiento por vicios ocultos la acción habrá de ejercitarse en el
plazo de 6 meses contados desde la entrega de la cosa vendida. La jurisprudencia establece
compatibilidad para ejercicio de acciones: de saneamiento por vicios ocultos, la de
resolución por incumplimiento y la de anulabilidad por error o dolo.

3.5. L A CONTAMINACIÓN ACÚSTICA EN LOS INMUEBLES COMO VICIO OCULTO: LA L EY


37/2003 Y EL REAL DECRETO 314/2006
La Ley del Ruido recurre al saneamiento por vicios ocultos en relación con la
contaminación acústica de los inmuebles, provocada por el incumplimiento de las normas
técnicas relativas al debido aislamiento de las construcciones.
La Ley del Ruido dispuso que el Código Técnico de la Edificación deberá incluir un sistema
de verificación acústica de las edificaciones y que el incumplimiento de los objetivos de
calidad acústica en los espacios interiores, puede dar lugar a la obligación del vendedor de
responder del saneamiento por vicios ocultos.

3.6. E L SANEAMIENTO POR VICIOS OCULTOS EN LA VENTA DE ANIMALES


En estos casos, el comprador ha de ejercitar la correspondiente acción (“redhibitoria” o
“estimatoria”) en el plazo de 40 días a partir de la entrega del animal o, en su caso, en el
establecido por el uso local y sólo procederá el saneamiento si se dan los siguientes
requisitos:
a. Ha de tratarse de vicio oculto.
b. El vicio o defecto de que se trate ha de estar determinado por la ley o los usos
locales.
c. No pueden ser ventas hechas en feria o pública subasta, ni de caballerías vendidas
como desecho. Se establece la nulidad de la venta de ganados y animales que
padezcan enfermedades contagiosas.
Si en la compra de dos o más animales es vicioso uno de ellos, solamente procede la
acción redhibitoria respecto del vicioso, salvo que no se hubiesen comprado los unos sin el
otro.
Si el animal muriese a los tres días de comprado, será responsable el ven dedor, si la
enfermedad que causó la muerte existía antes del contrato, a juicio de los facultativos.

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3.7. G ARANTÍAS DEL PAGO DEL PRECIO EN FAVOR DEL VENDEDOR


En ocasiones, el vendedor se encuentra facultado para suspender la entrega de la cosa
cuando el pago temporáneo y preciso del precio pactado constituye una contingencia de
difícil materialización:
A.- El supuesto del art. 1.503
Si el vendedor tuviere fundado motivo para temer la pérdida de la cosa inmueble vendida
y el precio, podrá promover inmediatamente la resolución de la venta. Si no existiere este
motivo, se observará lo dispuesto en el artículo 1124 CC”.
A diferencia del artículo 1124 en el que es necesario el incumplimiento, en el art. 1503 CC
basta con el temor fundado del vendedor de que se produzca el incumplimiento, y además el
1503 no permite al juez fijar un plazo complementario para que el comprador cumpla.

B.- El pacto expreso de resolución en las ventas inmobiliarias: el pacto comisorio


El art. 1504 CC es una garantía más del pago del precio en favor del vendedor, fortalecido
por la posibilidad de acceder al Registro de la Propiedad si es configurado como condición
resolutoria.
El pacto comisorio o lex commissoria es la facultad resolutoria concedida al vendedor, en
virtud de pacto expreso, ante la falta de pago en el término convenido o en cada uno de los
plazos señalados. Aunque la automaticidad resolutoria del plazo temporal previsto para el
pago no es absoluta, ya que el art. 1.504 exige como requisito esencial para que proceda la
resolución, el previo requerimiento judicial o por acta notarial, por lo que no basta el mero
incumplimiento, sino que el comprador cuenta con un plazo complementario para pagar (el
existente entre el término fijado y el día en que el vendedor lo requiere judicial o
notarialmente). El requerimiento al comprador no sólo permite el ejercicio de la facultad
resolutoria, sino que también priva al Juez de la facultad de dar un nuevo plazo.
Aunque se hable de resolución de pleno derecho, en caso de falta de acuerdo, se precisa
la intervención judicial para comprobar el efectivo incumplimiento. Esto ha privado en la
práctica de operatividad real al art. 1504, pues el TS entendía que debía existir voluntad
deliberadamente rebelde al cumplimiento. Esta línea se rompió a partir de 1990, desde
entonces son numerosas las sentencias que contemplan objetivamente el incumplimiento del
pago del precio.
Por otra parte, conviene destacar que, junto a la resolución propiamente dicha, es
frecuente estipular el comiso de todo o gran parte de lo que hubiese pagado el comprador
hasta el momento de la resolución. Tales pactos, no obstante, quedan sujetos a la facultad
moderadora de los jueces al ser considerados supuestos de cláusula penal.

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C.- La resolución de la venta de bienes muebles


El CC omite la necesidad de requerimiento o interpelación alguna al comprador en el
supuesto de venta de bienes muebles. Dispone el art. 1505 CC que “respecto de los bienes
muebles, la resolución de la venta tendrá lugar de pleno derecho, en interés del vendedor,
cuando el comprador, antes de vencer el término fijado para la entrega de la cosa, no se
haya presentado a recibirla, o, presentándose, no haya ofrecido al mismo tiempo el precio,
salvo que para el pago de éste se hubiese pactado mayor dilación”.

4.- DERECHOS Y OBLIGACIONES DEL COMPRADOR

4.1. E L PAGO DEL PRECIO


Art. 1.500.1 La obligación principal del comprador consiste en el pago del precio “de
la cosa vendida en el tiempo y lugar fijados por el contrato”.
No obstante, en caso de que lugar y tiempo no hubieran sido pactados, la regla supletoria
es la del lugar y tiempo de la entrega de la cosa. Para la compraventa se consagra de forma
supletoria la simultaneidad en la ejecución de las prestaciones.
Art. 1.501  Asimismo, el comprador estará obligado a pagar intereses “por el tiempo
que medie entre la entrega de la cosa y el pago del precio, en los tres casos siguientes:
1. Si así se hubiere convenido.
2. Si la cosa vendida y entregada produce fruto o
renta.
3. Si se hubiese constituido en mora.

Por tanto, como regla general el pago del precio aplazado no genera intereses, aunque en
la práctica es frecuentísimo pactar lo contrario.

4.2. L A FACULTAD DE SUSPENDER EL PAGO. 1502


Art. 1502 CC "Si el comprador fuere perturbado en la posesión o dominio de la cosa
adquirida, o tuviere fundado temor de serlo por una acción reivindicatoria o hipotecaria,
podrá suspender el pago del precio hasta que el vendedor haya hecho cesar la perturbación
o el peligro, a no ser que afiance la devolución del precio en su caso, o se haya estipulado
que, no obstante cualquiera contingencia de aquella clase, el comprador estará obligado a
verificar el pago". Regla de carácter preventivo y dispositivo. Si no hay pacto expreso, se
debe entender que el comprador cuenta con dicha facultad.

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Comprador
Perturbado en la posesión o Temor de serlo por una acción
dominio de la cosa adquirida reivindicatoria o hipotecaria

Podrá suspender el pago del precio hasta que el vendedor haga cesar la perturbación o
peligro, a no ser que se haya estipulado que, no
obstante, el comprador estará
afiance la devolución obligado a verificar el pago
o
del precio en su caso

Este precepto trata de proteger al comprador en caso de que éste tema fundadamente
perder tanto la cosa como el precio abonado o que reste por abonar. Su carácter
dispositivo permite entender que si no hay pacto expreso en tal sentido, el comprador
cuenta con dicha facultad.
No obstante, su eficacia práctica es relativa pues jurisprudencialmente, el art. 1502 CC
debe ser interpretado restrictivamente, por seguridad del tráfico. Distintas STS afirman que
la perturbación por el ejercicio de acciones judiciales debe limitarse a las mencionadas,
cuando doctrinalmente también se entienden cualquier otras acciones de efectos similares
en relación con la eventual privación de la cosa para el comprador (retractas, acciones
declarativas de dominio, etc).
Dado que frente a facultad del comprador de suspender el pago del precio, cabe
afianzamiento de su hipotética devolución por el vendedor, es razonable que el comprador,
caso de perturbación fundada, deberá comunicarlo fehacientemente el vendedor.

4.3. E L PAGO DE LOS GASTOS COMPLEMENTARIOS


Además del pago del precio y posibles intereses por aplazamiento, el comprador deberá
abonar los gastos necesarios y útiles hechos en la cosa vendida desde la perfección hasta la
consumación del contrato, así como los gastos de transporte o traslación de la cosa vendida,
salvo existencia de pacto en contrario. Y en el caso de bienes inmuebles los gastos de
expedición de la primera copia de la escritura y las demás posteriores a la venta, salvo
pacto en contra. Los gastos arancelarios correspondientes al asiento de presentación de la
escritura de compraventa (arancel núm. 1) y la inscripción del derecho adquirido mediante

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contrato de compraventa (arancel núm. 2) salvo pacto en contrario, deben ser de cuenta del
comprador.

1. Pago del precio Obligación principal

1. Si así se hubiere convenido.

2. Pago de intereses por


2. Si la cosa vendida y entregada produce fruto o renta.
aplazamiento

3. Si se hubiese constituido en mora


Gastos necesarios y útiles hechos desde la
perfección hasta la consumación

Gastos de transporte
SALVO
3. Pago de gastos
PACTO EN
complementarios Gastos de expedición de la primera
CONTRARIO
BIENES copia de la escritura y las demás
INMUEBLES posteriores a la venta.
Gastos arancelarios (asiento
presentación e inscripción)

5.- LA DOBLE VENTA


Hay que distinguir entre la fase de perfección del contrato (momento en que surgen las
obligaciones de los contratantes) y la fase de ejecución o consumación del contrato (se
entrega la cosa y se paga el precio). Debido a esta diferencia temporal es posible que se
venda una misma cosa a diferentes compradores por parte de una misma persona. La doble
venta o pluralidad de compradores sobre una misma cosa según el TS, es muy frecuente. El
CC únicamente se limita a determinar cuál de los compradores se transformará en
propietario.
Artículo 1473 CC
 Si una misma cosa se hubiese vendido a diferentes compradores, la propiedad se
transferirá a la persona que primero haya tomado posesión de ella con buena fe, si fuere
mueble.
 Si fuere inmueble, la propiedad pertenecerá al adquirente que antes la haya inscrito en el
Registro.

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 Cuando no haya inscripción, pertenecerá la propiedad a quien de buena fe sea primero


en la posesión; y faltando ésta, a quien presente título de fecha más antigua, siempre
que haya buena fe.

Destaca en este artículo:


No prevé acción para el comprador defraudado. Se entiende, por tanto, que podrá
solicitar la correspondiente indemnización de conformidad con las reglas generales o, en su
caso, acudir a la vía penal (interponiendo la correspondiente querella por estafa).
Aunque las dos ventas no se hayan celebrado al mismo tiempo, lo que el art. 1473 tiene
en cuenta es la admisión de formas simbólicas de tradición que hacen posible una doble
entrega:
 Bienes muebles, la atribución de la propiedad al primero de los compradores que
con buena fe haya tomado posesión viene facilitada de acuerdo con la aplicación
sistemática del CC.
 Bienes inmuebles, la Ley Hipotecaria sustenta el criterio de atribución a quien
primero inscribió en el Registro de la Propiedad, y en caso de que ninguna de las
ventas cause inscripción, se determina por prioridad en la posesión, siempre que
sea de buena fe. A falta posesión, título más antiguo (buena fe).
El 1.473 se funda en la buena fe por parte del comprador que finalmente es declarado
propietario (por triplicado). La jurisprudencia resalta la buena fe del comprador como
requisito indispensable, pues de ordinario la doble venta presupone una actuación dolosa o
fraudulenta del vendedor y no merece protección quien colaboró en la maniobra o cuando
menos la conoció.
Por buena fe se entiende la ignorancia por parte del comprador de que la cosa había sido
objeto de venta anteriormente. Es un supuesto de buena fe en sentido subjetivo,
circunstancia de hecho que puede ser apreciada por Tribunal de instancia, incluso frente al
comprador que haya logrado inscribir en el Registro de la Propiedad a su nombre, ya que en
ese caso se exige también buena fe por parte de la Ley Hipotecaria.

6.- LOS RIESGOS EN LA COMPRAVENTA: EL ART. 1.452


La perfección o celebración y la consumación del contrato de compraventa pueden no ser
coincidentes en el tiempo. Durante ese lapso temporal el bien objeto de compra puede
seguir en poder del vendedor, al no haberse realizado aún la entrega, y durante el mismo el
objeto puede ser destruido, sufrir deterioros, daños o menoscabos, o, por el contrario,
experimentar beneficios, producir frutos o generar cualesquiera incrementos.
¿A quién habrá de imputarse la pérdida o deterioro o, en su caso, el beneficio que
experimente la cosa vendida, al comprador o al vendedor?

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Beneficios o incrementos: imputados al comprador: no es dueño de la cosa hasta la


entrega o tradición, pero tiene derecho a los frutos o incrementos de la misma.
Daños, menoscabos o posible pérdida de la cosa sigue las siguientes reglas.
 Si se produce después de perfeccionado el contrato, el art. 1452 CC remite a los
artículos 1096 CC y 1182 CC, aplicándose a la venta de cosas fungibles hecha
aisladamente y por un solo precio, o sin consideración a su peso, número o
medida.
 Si las cosas fungibles se vendieren por un precio fijado con relación al peso,
número o medida no se imputará el riesgo al comprador hasta que se hayan
pesado, contado o medido, a no ser que éste se haya constituido en mora.
Art. 1096.3 CC, determina que el vendedor asume los riesgos, incluso cuando la pérdida
obedezca al caso fortuito, en los dos casos siguientes:
1. Cuando haya incurrido en mora
2. Cuando haya realizado una doble venta.
Art. 1182 CC, añadiendo la presunción de culpa prevista en el art 1083 CC, con carácter
general, el vendedor queda exonerado de la entrega en caso de pérdida, salvo que no pueda
acreditar que la pérdida de la cosa es causa de una circunstancia en la que no actuó con la
diligencia debida.
En el caso de que el vendedor quede exonerado de la obligación de entrega, ¿supone
dicha liberación la correlativa exoneración del comprador respecto del pago del precio o, por
el contrario, sigue estando este último obligado a pagar el precio (o, en su caso, a no
reclamar el precio ya realizado)? La mayor parte de los autores considera que es el com -
prador quien asume los riesgos. En el mismo sentido se ha pronunciado la escasa
jurisprudencia existente sobre el tema. Si el comprador tiene derecho a los frutos y rentas
desde que surge la obligación de entrega, es lógico que estas utilidades sean justamente
compensadas con los riesgos. Dicho sentir se ve confirmado por el propio tenor del art.
1452.3 CC, pues establece como excepción al principio de que los riesgos recaen como regla
sobre el comprador. En caso de que la compraventa genere obligaciones genéricas para el
vendedor, los riesgos se imputan a éste, recayendo en el comprador solo cuando se
produzca la correspondiente especificación.

7.- LAS COMPRAVENTAS ESPECIALES

7.1. E L RETRACTO CONVENCIONAL


A.- Concepto y función histórica
Previsto en el art. 1507 CC y con remisión al art. 1518 CC para determinar en qué casos
el vendedor podrá hacer uso de este derecho, la figura del retracto convencional se

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configura como una modalidad especial de compraventa. Se trata de una venta con
garantía, venta con carta de gracia o retroventa
A partir de un pacto complementario, el vendedor se reserva el derecho de recomprar la
cosa vendida, dentro de un plazo temporal determinado en el propio contrato de
compraventa y rembolsando al comprador:
 El precio
 Los gastos del contrato y cualquier otro pago legítimo
 Los gastos necesarios y útiles hecho en la cosa vendida (Art. 1518 CC)
Hoy en día esta figura está en desuso, pero antiguamente era muy usada como tapadera
para camuflar préstamos usurarios. En la actualidad la jurisprudencia la mira con recelo,
aunque en algunos supuestos concretos siga siendo de utilidad

B.- Régimen jurídico básico


Los aspectos fundamentales son:
 Si el vendedor no abona los distintos conceptos del art 1518 o cualesquiera otros
pactados “el comprador adquirirá irrevocablemente el dominio de la cosa vendida”. No
confundir con pacto de reserva de dominio.
 Como regla general de carácter imperativo se impone carácter temporal, el plazo
máximo de duración del retracto convencional es 10 años y 4 años si las partes no
han establecido plazo. Cómputo: ambos plazos han de computarse a partir de la fecha
del contrato y son de caducidad.
 Si el vendedor no ejercita el retracto en tiempo, la posición del comprador deviene
irrevocable.
 El art. 1.510 pretende otorgar eficacia erga omnes al pacto de retroventa. Pero en
realidad, semejante efecto sólo se alcanzará cuando el pacto de retro relativo a bienes
inmuebles se inscriba en el Registro de la Propiedad.

7.2. C OMPRAVENTA A PRUEBA Y COMPRAVENTA AD GUSTUM


Art. 1453 CC: La venta hecha a calidad de ensayo o prueba de la cosa vendida y la venta
de cosas q es costumbre gustar o probar antes de recibirlas se presumirán siempre hechas
bajo condición suspensiva.
De este modo se establecen dos categorías de venta:
 Venta a prueba: depende de la comprobación por el comprador de las
características propias de la cosa vendida.
 Venta ad gustum: parece depender en exclusiva del propio gusto o agrado
encontrado por el comprador.

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Derecho Civil II

En ambos casos existe la misma consecuencia normativa: la compraventa se ha realizado


bajo condición suspensiva, aunque a juicio de Lasarte, es disponible por las partes.
 En la venta hecha a calidad de ensayo o prueba, la compraventa está
perfeccionada, aunque ha de comprobarse (suele suceder en la venta de maquinaria).
Se trata de una comprobación objetiva, que no queda al libre arbitrio del comprador.
 En las ventas ad gustum, se deja a libre arbitrio del comprador la aceptación de la
cosa, basta la mera manifestación de desagrado para entenderse ineficaz el contrato.
Sería un supuesto de opción de compra: pruébelo y si le satisface cómprelo. Aunque
algunos autores argumentan que esta conclusión supone someter la compraventa a
una condición meramente potestativa, prohibida por el art. 1115 CC. Proponen una
cierta "objetivación del gusto o agrado", en cuya virtud debería entenderse vinculado
el comprador.
Si se considera vinculado al comprador en supuestos de compraventa como éstos, en los
que por voluntad de las partes, la satisfacción/comprobación es un presupuesto necesario,
pasaría a pesar más el principio de conservación del contrato y la protección de
suministradores, olvidando las garantías de los compradores.
Pero atendiendo a datos normativos, esta interpretación debiera revisarse:
Redacción originaria de la Ley Consumidores y Usuarios (LCU) considera lícitas en
modalidades de venta por correo, a domicilio y por muestrario, las cláusulas otorgando al
comprador la facultad de resolver discrecionalmente el contrato.
La Ley 26/1991, sobre contratos fuera de los establecimientos mercantiles, otorga al
consumidor la facultad de revocar su declaración de voluntad sin necesidad de alegar causa
alguna, hasta pasados 7 días.
En la misma línea de protección del consumidor, la Ley 42/1998, sobre derechos de
aprovechamiento por turno (multipropiedad), prevé un plazo de 10 días para desistir a libre
arbitrio.
Con carácter general en la Ley de Ordenación del Comercio Minorista (LOCM) "cuando la
perfección del contrato no sea simultánea a la entrega del objeto, o en venta por catálogo,
el comprador dispondrá de plazo mínimo de 7 días hábiles para desistir, sin penalización
ninguna y sin indicación de motivos.

7.3. E L DENOMINADO PACTO IN DIEM ADDICTIO


Desde tiempos de los romanos, era frecuente el pacto in diem addictio que consiste en
que el vendedor se reservaba la facultad de considerar ineficaz un contrato de compraventa,
válido y perfecto, si dentro de un determinado plazo (in diem) encontrase otro comprador
que ofreciera mayor precio o condiciones de pago más ventajosas. En tal caso, el vendedor
podía llevar a cabo la adjudicación (addictio) de la cosa en favor del segundo o posterior

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comprador, sin incurrir en responsabilidad alguna, pues la adjudicación en favor del primero
de los compradores se consideraba provisional y dependiente de que no hubiese mejor
postor.
El CC no contiene referencia alguna al pacto in diem addictio, aunque ello no impide su
posible incorporación al contenido del contrato, si bien en la actualidad su utilización es muy
escasa.
La existencia del pacto in diem addictio implica:
A. Se puede aplicar tanto cuando hay entrega de la cosa (traditio, ejecución
completa) como cuando aún no se entregó (solo celebración del contrato).
B. Si hay otros compradores, el primero puede adjudicarse la cosa, si iguala
las ofertas de los otros.
C. Para explicar teóricamente la figura se ha recurrido a la venta bajo
condición suspensiva o a la venta bajo condición resolutoria, por la cual la
venta se tiene por no hecha hasta el transcurso del plazo sin mejores
ofertas.

7.4. C OMPRAVENTA DE BIENES MUEBLES A PLAZOS


La venta a plazos o mediante fraccionamiento del precio en distintos períodos de tiempo
de bienes muebles corporales, no consumibles (electrodomésticos, vehículos, etc.), ha dado
lugar a una legislación especial que debe ser considerada brevemente, pero por partida
doble.
A.- La Ley 50/1965, de 17 de julio
La formulación originaria de dicha legislación especial en nuestro país pretendía, en cierta
medida, proteger al comprador. A los efectos de esta legislación se entiende por venta a
plazos el contrato mediante el cual un empresario o comerciante entrega al público una cosa
y recibe de éste, en el mismo momento, una parte del precio, con la obligación de pagar el
resto diferido en un período de tiempo superior a tres meses y en una serie de plazos. El
contrato ha de constar por escrito y debe contener una serie de circunstancias:
 Lugar y fecha del contrato
 Identificación de las partes
 Descripción del objeto vendido
 El importe total de la venta a plazos
 El precio de la venta al contado
 El importe del desembolso inicial
 Los plazos sucesivos

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 Cuantía y fecha del vencimiento de las letras de cambio (si se extendieran éstas
como medio de pago)
 El interés exigible en caso de mora
 La cláusula de reserva de dominio si se pacta
 La prohibición de enajenar en tanto no se haya pagado totalmente, etc.
El contrato queda perfeccionado cuando el comprador satisface, en el momento de la
entrega o puesta a disposición del objeto vendido, un desembolso inicial, cuyo pago, por
otra parte, no es esencial para la validez del contrato. Otras especialidades de este régimen
especial son:
 La reserva de dominio, si así se pactó, ya que la ley no la impone.
 La prohibición de enajenar en tanto no se haya pagado el precio, tratándose en
este caso de una garantía legal y siendo necesaria la inscripción del contrato
en el Registro de ventas a plazos que la ley crea para que las mencionadas
garantías (reserva de dominio y prohibición de enajenar) sean oponibles a
terceros.
 La facultad del comprador de anticipar el pago del precio, renunciando a los
pagos pendientes.
 El derecho del vendedor de optar por la resolución o el cobro de plazos
pendientes cuando el comprador demore el pago de dos plazos o el último de
ellos, devolviéndose a los contratantes, en el primer caso, las prestaciones,
pudiendo el vendedor retener ciertas cantidades a título de indemnización.

B.- La Ley 28/1998, de 13 de julio


La reforma llevada a cabo en la materia por la Ley citada se inserta en la protección
general de los consumidores, característica de las últimas décadas en la Unión Europea y, en
particular, desarrolla la Ley 7/1995, de 23 de marzo, de Crédito al Consumo. En general, se
mantienen los principios propios de la ley anterior, si bien dicha continuidad se rompe en
algunos extremos de importancia:
 En primer lugar, se suprime el desembolso inicial como condición necesaria para la
perfección del contrato.
 De otro lado, aunque la forma escrita y el contenido mínimo del contrato siguen teniendo
requerimientos similares a lo establecido en 1965, la nueva ley insiste de forma
particular en el «tipo de interés nominal» y en la inserción de la «tasa anual equivalente»
(la conocida TAE).
Por lo demás, se mantiene lo dispuesto por la ley (definición de contratos de préstamo de
financiación, facultad desistimiento del comprador, Registro de reservas de dominio y
prohibiciones de disponer, competencia judicial y facultad moderadora de Jueces y

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Tribunales, e ineficacia de cláusulas y condiciones que se dirijan a eludir su cumplimiento).


El art. 12 prevé la nulidad de cualquier pacto relativo a sumisión expresa a la jurisdicción de
cualesquiera tribunales que no sean los correspondientes al «domicilio del demandado»
(quien como regla será el adquirente; mas no de forma necesaria, pues también puede
resultar demandado el vendedor, en cuyo caso, la protección del consumidor resulta
minusvalorada). La TAE se regula actualmente en art 32 de L 16/2011, de contratos de
crédito consumo.

7.5. N UEVAS MODALIDADES DE VENTA AL PÚBLICO


Bajo tal denominación, la Ley 7/1996, de 15 de enero, de Ordenación del Comercio
Minorista, establece una relativamente detallada regulación de una serie de compraventas,
tradicionalmente calificadas como especiales.

La Ley regula las siguientes modalidades de ventas:


En rebajas
De promoción
De saldos
En liquidación
Con obsequios
Las ofertas de venta directa
Las ventas a distancia
La venta automática
La venta ambulante
La venta realizada en pública subasta.
La Ley 7/1996 ha sufrido modificaciones de importancia en relación con dos aspectos
concretos que conviene retener:
 Respecto de los pagos a proveedores, por la que se establecen medidas de lucha
contra la morosidad en las operaciones comerciales, modificada a su vez por la Ley
15/2010, de 5 de julio.
 En materia de contratos a distancia y para la adaptación de la Ley a diversas
Directivas comunitarias, relativa a los servicios en el mercado interior y en relación
con el ejercicio de venta ambulante o no sedentaria.

8.- EL CONTRATO DE PERMUTA

8.1. C ONCEPTO Y CARACTERES

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Art. 1.538 La permuta es el intercambio de cosa por cosa: “es el contrato por el cual cada
uno de los contratantes se obliga a dar una cosa para recibir otra”.
De lo dicho se infieren sus características básicas en cuanto tipo contractual:
a. Es un contrato consensual: se entiende celebrado desde el momento en que las
partes se han obligado a transmitirse las respectivas cosas objeto del contrato.
b. Es un contrato bilateral: genera obligaciones para ambas partes contratantes.
c. Es un contrato oneroso: la prestación de cada parte es la causa de la
contraprestación.
d. Es un contrato traslativo del dominio: su consumación (mediante la entrega de las
cosas) supone la transmisión de la propiedad de lo permutado.

8.2. L A REMISIÓN A LAS REGLAS DE LA COMPRAVENTA


La regulación de la permuta por nuestro CC es muy escasa ya que es un contrato propio
de sociedades primitivas, en las que al no existir el dinero se imponía la necesidad del
trueque. En la actualidad se circunscribe a supuestos marginales, así lo impone el valor del
dinero como medio de cambio y de pago, que ha convertido la compraventa en el esquema
contractual típico de adquisición de bienes. Por ello, el CC, tras describir el contrato se limita
a regular dos aspectos de la permuta;
1. La permuta de cosa ajena
2. La pérdida de la cosa permutada por evicción,
Estableciendo para todos los demás extremos que “la permuta se regirá por las
disposiciones concernientes a la compraventa”
Tal remisión tiene sus peculiaridades:
 Al no existir precio las disposiciones relativas a él no pueden aplicarse.
 Tampoco pueden aplicarse aquéllas disposiciones que parten de la base de una
diferente posición de vendedor o comprador, pues los permutantes son
simultáneamente vendedor y comprador.
 Sí son aplicables reglas de capacidad y requisitos de las cosas objeto de contrato.

8.3. L A PERMUTA DE COSA AJENA


Es posible dado el carácter consensual del contrato. El problema se plantea cuando la
cosa haya sido transmitida por el obligado con carácter traslativo, pese a continuar siendo
ajena, cosa que antes o después le será reclamada por su verdadero propietario.
En tal supuesto el art. 1539 CC dice que si uno de los contratantes hubiese recibido la
cosa que se le prometió en permuta y acreditase que no era propia del que la dio, no podrá
ser obligado a entregar la que él ofreció en cambio y cumplirá con devolver la que recibió.
Es decir, el contrato de permuta queda resuelto si el permutante-adquiriente devuelve la

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Derecho Civil II

cosa recibida, al tiempo que se encuentra legitimado para no atender al cumplimiento de la


obligación q pesa sobre él. Se entenderá, por tanto, que el contrato de permuta queda así
resuelto.
8.4. L A EVICCIÓN EN LA PERMUTA
El supuesto de hecho del art. 1539 CC presupone que uno de los contratantes no entregó
la cosa permutada que le incumbía. Sin embargo, si la permuta se ha consumado por ambas
partes, el artículo no es de aplicación, y el permutante que recibió cosa ajena solo podrá
accionar contra la otra parte si es objeto de evicción.
Para tal caso, el art. 1540 CC establece que el que pierda por evicción la cosa recibida en
permuta podrá optar entre
1. Recuperar lo que dio en cambio, pero solo podrá usar el derecho de recuperar
la cosa que él entregó mientras ésta subsista en poder del otro permutante, y sin
perjuicio de los derechos adquiridos entretanto sobre ella con buena fe por un
tercero. En caso de optar por la restitución de la cosa entregada, no supone que
esté excluida la correspondiente indemnización de daños y perjuicios si
efectivamente se han causado. Así lo impone la justicia material y reglas
generales.
2. Reclamar la indemnización de daños y perjuicios; reclamación directa de la
indemnización, pues debiera proceder aplicar analógicamente el art. 1478 CC,
permitiendo al permutante defraudado reclamar todos los conceptos
indemnizatorios previstos en la evicción en compraventa.

8.5. L A PERMUTA DE SOLAR POR INMUEBLES A CONSTRUIR


No son extraños los contratos en los que el dueño de un solar se aviene a transmitir la
propiedad del mismo a un constructor, a cambio de que éste le entregue en el futuro
(igualmente en propiedad) una determinada superficie construida (sean pisos, garajes,
locales comerciales).
En general, dicho acuerdo contractual puede ser calificado como permuta, aunque
realmente la jurisprudencia oscila entre dicha calificación y la caracterización como contrato
atípico (contrato de obras)
Su generalización determinó que fueran objeto de especial atención. La reforma
introducida, consistió en la redacción ex novo del art. 13 del Reglamento Hipotecario. En el
primer párrafo habla de permuta y de una especial comunidad constituida entre cedente y
cesionario, opta por la trascendencia jurídico-real del pacto, si bien después se permite
también su configuración como "meramente obligacional", es decir, efectos obligatorios. Los
tres primeros párrafos del artículo han sido anulados por el TS.

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TEMA 27
CAPITULO 12: LOS ARRENDAMIENTOS

1.- NOCIÓN GENERAL DE ARRENDAMIENTO


El arrendamiento es un contrato que tiene por objeto el disfrute de una cosa, o el servicio
prestado por una persona, a título oneroso.
El CC comprende bajo la denominación genérica de contrato de arrendamiento tres
figuras contractuales distintas:
- El arrendamiento de cosas
- El arrendamiento de obras
- El arrendamiento de servicios.
Se dice q el contrato de arrendamiento es aquel por el que una de las partes se obliga a
proporcionar a otra, mediante el pago de un precio, el uso y disfrute temporal de una cosa
(arrendamiento de cosa), a prestarle temporalmente sus servicios (arrendamiento de
servicios) o hacer por cuenta de ella una obra determinada (arrendamiento de obra).
Por unanimidad, doctrina y jurisprudencia resaltan la insuficiencia de las normas
codificadas:
 Hay una legislación específica en materia de arrendamiento de inmuebles, que hace
que la aplicación del CC en estos casos sea residual.
 En el arrendamiento de servicios, el CC solo se refería al servicio de criados y
trabajadores asalariados (Art. 1583 a 1587), normativa derogada en términos
materiales. Hoy la prestación de servicios por trabajadores asalariados es materia de
Derecho del Trabajo. La jurisprudencia encuadra los servicios de profesionales libres
(médicos, abogados...) en los arrendamientos de servicios, denominados "contratos
de servicios".
 El llamado arrendamiento de obra por el CC, fragmentariamente regulado, tiene una
problemática que excede los márgenes del esquema arrendaticio.

2.- LA REGULACIÓN DEL ARRENDAMIENTO DE COSAS POR EL CÓDIGO CIVIL

2.1. O BSERVACIONES GENERALES


El CC tras dictar unas disposiciones comunes a todos los arrendamientos (cosas, servicios
o de obras) en cuanto al de cosas sólo se ocupa del arrendamiento de fincas rústicas y
urbanas.

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Sólo se excluyen del contrato de arrendamiento los bienes fungibles que se consumen por
el uso. Sí podrán ser objeto de arrendamiento los bienes muebles no fungibles y los
semovientes. A estos se le aplicaran las normas para arrendamientos inmobiliarios con las
debidas adaptaciones. Esta normativa tiene carácter dispositivo, así que no genera
problemas.
El arrendamiento de cosas es definido por el CC como aquel por el que una de las partes,
arrendador, se obliga a dar a la otra, arrendatario, el goce o uso de una cosa por tiempo
determinado y precio cierto (Art. 1543).
Son elementos esenciales de este contrato:
- La cesión del uso o goce de una cosa
- El precio cierto
- Su duración temporal.
Para ser arrendador sólo se requiere la capacidad general para contratar, no exigiéndose
ser dueño de la cosa, excepto si se trata de arrendamientos inscribibles en el Registro de la
Propiedad. En este caso el CC establece que los padres o tutores, respecto de los bienes de
los menores o incapacitados, y los administradores de bienes que no tengan poder especial,
no podrán dar en arrendamiento las cosas por término que exceda de seis años.

2.2. C ARACTERÍSTICAS GENERALES DEL ARRENDAMIENTO


El arrendamiento de cosas presenta las siguientes características:
1. Es un contrato que tiene por objeto exclusivo transmitir el temporal goce o disfrute
de una cosa: no se cede el dominio de la cosa, sino su utilidad, entregando el
arrendador sólo la posesión.
2. Es un contrato consensual, que se perfecciona por el simple consentimiento,
quedando vinculadas las partes sin necesitar la entrega de la cosa o el
otorgamiento de formalidad específica.
3. Es un contrato bilateral y oneroso, pues mientras que el arrendatario recibe el goce
de la cosa, el arrendador recibe a cambio el precio o renta (si no media precio es
un préstamo de uso o comodato), con lo que la existencia de un precio cierto es un
elemento esencial.
4. Es conmutativo, pues el valor de las prestaciones de las partes aparece fijado de
antemano.
5. Es un contrato temporal, de duración más o menos extensa, pero determinada o
determinable

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3.- CONTENIDO DEL CONTRATO

3.1. O BLIGACIONES DEL ARRENDADOR


Todas las obligaciones impuestas al arrendador se derivan de la principal: está obligado a
procurar al arrendatario el goce de la cosa arrendada por todo el tiempo que dure el
arrendamiento.
El arrendador estará obligado a:
1. Entregar al arrendatario la cosa u objeto del contrato.
2. Conservar la cosa en estado adecuado para el uso a que se destine y a hacer en
ella durante el arrendamiento las reparaciones necesarias (constituyendo no sólo
un deber sino un derecho, que puede hacerlas efectivas si son urgentes e
inaplazables, incluso contra la voluntad del arrendatario, Art. 1553 CC).
3. Mantener al arrendatario en el goce pacífico del arrendamiento, no pudiendo variar
la forma de la cosa arrendada y respondiendo ante el arrendatario de los vicios y
defectos que impidan el normal uso y disfrute, siéndoles aplicables las
disposiciones sobre saneamiento de la compraventa.
4. Abonar al arrendatario los gastos necesarios que éste haya hecho en la cosa.

3.2. O BLIGACIONES DEL ARRENDATARIO


El arrendatario está obligado a:
1. Pagar el precio del arrendamiento en los términos convenidos.
2. Usar la cosa arrendada conforme al uso pactado, y, en defecto de pacto, del que se
deduzca de su naturaleza, tolerando las reparaciones urgentes que haga el
arrendador.
3. Poner en conocimiento del arrendador toda usurpación o novedad dañosa y la
necesidad de reparaciones.
4. Responder del deterioro de la cosa, a no ser que pruebe que fue ocasionado sin
culpa.
5. Devolver la cosa, al concluir el arrendamiento, tal como la recibió, presumiéndose
que la recibió en buen estado.

4.- EXTINCIÓN DEL ARRENDAMIENTO

4.1. C AUSAS DE EXTINCIÓN

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Derecho Civil II

Son causas de extinción del arrendamiento:


1. El cumplimiento del tiempo previsto para el contrato, sin necesidad de
requerimiento. Ahora bien, si al terminar el período temporal concertado el
arrendatario continúa disfrutando de la cosa durante quince días, se entiende que
hay tácita reconducción (es decir, nuevo contrato de arrendamiento) por el tiempo
expresado por el CC con respecto a las fincas rústicas o respecto a las fincas
urbanas, salvo que haya habido requerimiento previo.
2. La pérdida de la cosa arrendada, equiparándose a ella la imposibilidad de goce de
la cosa.
3. El incumplimiento de una de las partes.
4. Extinción del derecho del arrendador (así, por ejemplo, el arrendamiento otorgado
por el usufructuario se resuelve al extinguirse el usufructo).

4.2. E L DESAHUCIO
Es la facultad del arrendador, como consecuencia de algunas causas de extinción del
contrato de arrendamiento de bienes inmuebles, para proceder judicialmente contra el
arrendatario a fin de expulsarlo de la finca. Estas causas son las siguientes:
1. Haber expirado el término de duración del arrendamiento.
2. Impago del precio convenido.
3. Infracción de cualquiera de las condiciones estipuladas en el contrato.
4. Destinar la cosa arrendada a usos o servicios no pactados que la hagan desmerecer.

8.- EL ARRENDAMIENTO O CONTRATO DE SERVICIOS

8.1. C ONCEPTO Y CARACTERES


Conforme al art. 1544 CC, en el denominado arrendamiento de servicios una de las
partes se obliga a prestar un servicio de carácter material a otra por precio cierto. Según los
autores se denominan arrendador a quien se obliga a prestar el servicio aunque autores
aislados denominan arrendatario a quien presta el servicio.
Se diferencia del mandato en el carácter material del servicio.
El objeto propio del contrato consiste en la prestación de una determinada actividad que
ha de ser desarrollada por el arrendador, sin que éste quede obligado a garantizar la
obtención de resultado alguno (como sí ocurre en el contrato de obra). La obligación del
arrendador, pues, es calificable técnicamente como obligación de hacer, pero no de
resultado.
Son notas características propias del contrato de prestación de servicios:

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 Es un contrato consensual: se perfecciona por la prestación del consentimiento de


las partes.
 Es un contrato bilateral y oneroso, por existir obligaciones recíprocas y
remuneración en favor del arrendador. La remuneración puede ser proporcional al
tiempo durante el que se pacta o se prestó el servicio o puede darse un precio en
atención a la labor realizada.
 Es esencialmente un contrato temporal, aunque su duración puede ser indefinida.
Lo que veta el CC es que el contrato pueda vincular al arrendador “de por vida”, ya
que dicha vinculación vitalicia podría equipararse a situaciones de servidumbre
personal o esclavitud que se entienden contrarias al orden público en el Derecho
contemporáneo. El arrendamiento “de por vida” es nulo.

8.2. L A REGULACIÓN LEGAL


La regulación del CC sobre el contrato de prestación de servicios es inexistente, pues el
articulado correspondiente (arts. 1583 a 1587), inalterado desde 1889, sólo se ocupa del
“servicio de criados y trabajadores asalariados”. Éste es el título o rúbrica de la sección que
comprende los artículos indicados, que levanta verdaderas ampollas para cualquier lector
contemporáneo.
Actualmente la prestación de servicios por los trabajadores asalariados se encuentra
sometida a la legislación laboral y, por consiguiente, sólo de forma absolutamente marginal
pueden darse supuestos de contratos de servicios de naturaleza civil.

8.3. L A PRESTACIÓN DE SERVICIOS CORRESPONDIENTES A LAS PROFESIONES LIBERALES


El campo propio de acción del contrato de prestación de servicios corresponde al
desempeño de las prestaciones propias de los llamados “profesionales liberales” (p. ej.,
médicos, economistas, abogados, etc.).
Pueden contratarse tanto los servicios manuales cuanto los puramente intelectuales que
correspondan a tales profesiones. El contrato, además, se regirá por las normas de Derecho
civil cuando el servicio no se preste en las condiciones que harían de él un contrato de
trabajo (abogado de empresa, por ejemplo).
Ante la inexistencia de concretas normas legales al respecto la jurisprudencia ha estimado
que los servicios característicos de las personas que ejercen profesiones liberales no
constituyen más que una modalidad contractual que es el contrato de arrendamiento de
servicios.
La onerosidad del contrato sigue presente, pero el requisito de precio cierto está
desvirtuado, se sustituye la necesidad de previa determinación del precio por la posibilidad
de establecer el precio por los usos de la profesión de la que se trate.

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Derecho Civil II

La acción para reclamar los honorarios profesionales prescribe a los 3 años.


Los servicios de los profesionales liberales no son siempre y en todo caso objeto de un
contrato de arrendamiento de servicios. En ocasiones, estaremos en presencia de un
contrato de obra propio, supuesto que se da cuando el profesional, mediante una
remuneración, se obliga a prestar no propiamente su actividad, sino el resultado producido
por la misma (por ejemplo colocar una prótesis o redactar un dictamen).
En otras ocasiones, aun cuando estemos en el amplio entorno de las denominadas
profesiones o actividades liberales, cabe igualmente estar ante una relación laboral.

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TEMA 29
CAPITULO 14: LOS ARRENDAMIENTOS URBANOS

2.- LOS ARRENDAMIENTOS DE VIVIENDA


Según la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994, las normas contenidas en su Título II
eran de carácter imperativo, por lo que las condiciones o estipulaciones contractuales que
resultasen perjudiciales para el arrendatario respecto de la regulación legalmente
establecida eran sancionadas con la nulidad, aunque estas eran escasas.
Esto ha cambiado con la modificación realizada por la Ley 4/2013, que establece que los
arrendamientos de vivienda se regirán por los pactos, cláusulas y condiciones determinados
por la voluntad de las partes, en el marco establecido en el Título II de la presente ley, y
supletoriamente por lo dispuesto en el CC.

2.1. L A DURACIÓN DEL CONTRATO EN LA LAU-1994


El Proyecto de la LAU-1994 partía estableciendo un plazo mínimo de duración de cuatro
años, combinado con la posibilidad de desistimiento por el arrendatario cuando el contrato
durase al menos un año y el inquilino diese el correspondiente preaviso al arrendador con
una antelación mínima de cuatro meses.
Para evitar las críticas sobre la duración mínima, finalmente el artículo dispone que la
duración del arrendamiento será libremente pactada por las partes, aunque, a voluntad del
arrendatario, siendo el plazo de duración contractual de 5 años, mediante el sistema de
prórroga potestativa para el arrendatario.
La prórroga anual durante el quinquenio inicial solo podrá ser excluida cuando de forma
expresa, constase en el contrato, que la duración tendencialmente quinquenal no podía
entrar en juego en atención a la necesidad del arrendador de ocupar para sí, como vivienda
permanente el inmueble objeto de arrendamiento. En caso de extinción del contrato por tal
causa la norma establecía sanciones para el arrendador verdaderamente disuasorias de
actuaciones fraudulentas.
Concluido el periodo quinquenal sin que ninguna de las partes haya notificado a la otra su
voluntad de no renovarlo, el art. 10 permitía la continuidad contractual, de año en año, por
un nuevo periodo trienal.

2.2. L A MODIFICACIÓN INTRODUCIDA POR LA LEY 19/2009


En el art. 9 de la Ley 19/2009 de medidas de fomento y agilización procesal del alquiler y
de la eficiencia energética de los edificios, se incluye una modificación de la prórroga. Amplía
la exclusión de la prórroga en beneficio también de los familiares de primer grado (padres o
hijos de la parte arrendadora) y en caso de crisis conyugal, también del cónyuge. Este

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Derecho Civil II

precepto carece de eficacia retroactiva y es necesario que este extremo conste


expresamente en el contrato.

2.3. P ERÍODO CONTRACTUAL Y PRÓRROGA DE LA LEY 4/2013


Los artículos 9 y 10 de la ley 4/2013 han sido redactados nuevamente:
Art. 9: la duración del arrendamiento será libremente pactada por las partes,
estableciéndose un período contractual mínimo de 3 años, frente al quinquenal
anteriormente vigente.
Hay que tener en cuenta que en el periodo trienal ya está comprendidas las eventuales
prórrogas, pues las prórrogas obligatorias por plazos anuales hasta el plazo mínimo de tres
años solo entran en juego cuando la duración convenida fuera inferior a tal plazo.
En cuanto a la regulación del desistimiento contractual por parte del arrendatario, con
independencia de la duración convenida por las partes se regula por lo establecido en el art.
13
Art 13: Con independencia de la duración convenida por las partes, el arrendatario podrá
desistir del contrato siempre que cumpla con las condiciones siguientes:
 Que hayan transcurrido 6 meses del contrato
 Que haya comunicado el desistimiento con una antelación mínima de 30 días.
La regla general de indemnización por desistimiento (una mensualidad por año restante)
es dispositiva, sólo entrará en juego si las partes pactan en tal sentido al celebrar el
contrato.

3.- LA RENTA

3.1. L A RENTA EN LA L EY 29/1994


El Proyecto de Ley de 1994 prohibía la exigencia de pago anticipado de más de una
mensualidad de renta, pero el resto de las regulaciones eran de carácter dispositivo.
La renta será libremente fijada por las partes, aplicándose el IPC sólo en defecto de pacto
expreso.
El IPC constituye el tope máximo de revalorización anual de la renta (no admite acuerdo
en contrario). Esta regla sometía a arrendador y a arrendatario a un parámetro económico
futuro que reequilibraba sus respectivas prestaciones y al mismo tiempo resultaba
indiscutible. Se estableció en favor de los arrendatarios, para evitar que el incremente de
rentas libremente pactado pudiera convertirse en un factor inflacionista de trascendencia
general.
Durante un tiempo se discutió sobre si debía usarse como referencia el IP o el índice
provincial general, finalmente se optó por el IPC por la claridad que este supone.

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Derecho Civil II

La actualización de la renta no es norma imperativa, sino sólo el incremento máximo


sujeto al IPC.

3.2. L A RENTA EN LA LEY 4/2013


Se mantiene que la renta será fijada por las partes y su actualización sigue siendo
potestativa y además podrá ser realizada en los términos pactados por las partes,
aplicándose el IPC sólo en defecto de pacto expreso. Así, es posible fijar cualquier sistema
de actualización que las partes contratantes consideren más conveniente respecto del
supletorio.
También se establece que podrá pactarse libremente por las partes que, durante un plazo
determinado, la obligación del pago de renta pueda reemplazarse total o parcialmente por el
compromiso del arrendatario de reformar o rehabilitar el inmueble en los términos y
condiciones pactadas. Lo que permite pacto sobre posible compensación de las recíprocas
obligaciones. Por ejemplo, reemplazo de renta por obras. En este caso, si el arrendatario
incumpliera lo pactado, cabría la rescisión del contrato por incumplimiento, ya que la
cantidad destinada a las obras debería asimilarse a la renta, y por tanto el incumplimiento
sería equiparable a la falta de pago de la renta.
Comprobar si en la hoja de concordancias entra el 3.3 LA RENTA SEGÚN LA LEY 2/2015

4. CONTENIDO DEL CONTRATO: DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LAS PARTES

4.1. L AS OBRAS EN LA FINCA ARRENDADA


Según la LAU-1994, el arrendatario, sin necesidad de consentimiento del arrendador
podría realizar obras requeridas por la condición de minusválido de sí mismo o de las
personas que con él convivan.: cónyuge, pareja de hecho o familiares.
La ley 4/2013 mantiene este precepto, pero hablando de discapacidad y no de
minusvalía. Es indiferente que el arrendatario o cualquiera de los convivientes devenga
minusválido de forma sobrevenida. El arrendatario podrá actuar por sí mismo, aunque el
precepto le exige que informe al arrendador previamente de forma escrita de las obras que
pretenda llevar a cabo, dejando así preconstituida la prueba de la posible reposición de la
vivienda al estado anterior que puede exigir el arrendador al finalizar el arrendamiento.

4.2. L OS DERECHOS DE TANTEO Y RETRACTO


La LAU/1994 mantuvo los derechos de tanteo y de retracto a favor del arrendatario,
estableciéndolos como imperativos para el arrendador en los contratos de duración igual o
inferior a 5 años. En casos de mayor duración cabía excluir el derecho de adquisición
preferente.

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Derecho Civil II

Tras la Ley 4/2013 las partes podrán pactar la renuncia del arrendatario al derecho de
adquisición preferente. Este mandato es aplicable tanto a los arrendamientos de vivienda
como a los de uso distinto del de vivienda, con lo cual actualmente los derechos de
adquisición preferente se encuentran en desuso.

4.3. R ECAPITULACIÓN
La vigente LAU, antes y después de la ley 4/2013 regula solo los aspectos de contenido
contractual que ha considerado necesarios para la evitación de litigios innecesarios.
Para los demás extremos, las partes son libres para establecer un clausulado contractual
detallado, en dependencia a las circunstancias del caso concreto.
Además hay que recordar la eficacia supletoria de las reglas del CC.

5.- LA TERMINACIÓN DEL CONTRATO


En un sistema normativo de plazo arrendaticio limitado, tanto por disposición legal como
por la propia voluntad de las partes, es obvio que una vez superado el plazo mínimo
(quinquenal o trienal, según el momento de vigencia del contrato), la extinción del contrato
se produce de forma automática por el mero transcurso del plazo pactado.
El legislador se limita a regular las causas de suspensión, resolución y extinción del
contrato:
 En cuanto a la habitabilidad de la vivienda, se establece la posible suspensión del
contrato por obras, sean acordadas por una autoridad competente, sean meras obras
de conservación (Art. 26 LAU-1994)
 En relación con las causas de resolución, se establece la resolución del contrato de
arrendamiento por incumplimiento por una de las partes de las obligaciones que le
competan (Art. 27 LAU-1994 y art. 1124 CC)
 En los arrendamientos de finca urbana inscritos en el Registro de la Propiedad la
resolución de pleno derecho se producirá 10 días hábiles después de que el arrendador
haya requerido judicial o notarialmente al arrendatario en el domicilio designado al
efecto en la inscripción registral (Ley 4/2003)
 Se establecen como causas específicas de extinción la pérdida de la finca y la
declaración de ruina (Art. 28 LAU-1994).

6.- LOS RESTANTES ARRENDAMIENTOS URBANOS


Cualquier arrendamiento que no tenga por objeto la satisfacción de la necesidad
permanente de vivienda del arrendatario viene englobado legislativamente bajo el concepto
de arrendamientos para uso distinto del de vivienda.

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Derecho Civil II

Los arrendamientos para el uso distinto del de vivienda se rigen por la voluntad de las
partes y, en su defecto, por lo dispuesto en la LAU y, supletoriamente, por lo dispuesto en el
Código Civil.
Pero hay que tener en cuenta que las normas procesales y los preceptos relativos a la
fianza y a la formalización del contrato son de naturaleza imperativa. No obstante, parece
que algunos preceptos, que remiten a otros artículos sobre el arrendamiento de vivienda,
establecidos por la LAU-1994 sin que hayan sido modificados por la Ley4/2013, son
imperativos, por ejemplo:
 Imposición al arrendador de la realización de las obras necesarias o de
conservación.
 Posibilidad de suspensión del contrato, o de desistimiento del arrendatario, en caso
de obras de conservación o acordadas por la autoridad competente.
 Obligación para el arrendatario de soportar las obras de mejora.
 Facultad del arrendador de elevar la renta por mejoras.
 Prohibición del arrendatario de realizar obras modificativas del inmueble sin
consentimiento escrito del arrendador y facultades de este en el caso de que el
arrendatario incumpla tal obligación.
También hay ciertos preceptos del Título III que sugieren un carácter imperativo:
 El arrendador podrá resolver de pleno derecho el contrato en los casos de cesión o
subarriendo de carácter clandestino.
 La regulación de la indemnización por clientela, que se da como derecho al
arrendatario.
 La subrogación mortis causa, que establece que en caso de fallecimiento del
arrendatario, cuando en el local se ejerza una actividad empresarial o profesional, el
heredero o legatario que continúe el ejercicio de la actividad podrá subrogarse en los
derechos y obligaciones del arrendatario hasta la extinción del contrato.
 El mandato de que el adquiriente de la finca arrendada quedará subrogado en los
derechos y obligaciones del arrendador, salvo que concurran en el adquiriente los
requisitos del art. 34 de la Ley Hipotecaria.
Pues bien, aunque parezca que todos estos preceptos son de carácter imperativo, lo
cierto es que el preámbulo de la Ley de 1994 se pronuncia en favor del carácter supletorio
del Título III en su conjunto. Para el legislador, el Título III constituye un conjunto
normativo de aplicación supletoria.

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TEMA 32
CAPITULO 17: EL MANDATO

1.- EL CONTRATO DE MANDATO

1.1. C ONCEPTO
Art 1709 CC: “por el contrato de mandato se obliga una persona (mandatario) a prestar
algún servicio o a hacer alguna cosa por cuenta o encargo de otra (mandante)”. La persona
que encarga el servicio es el mandante, y la persona obligada a la realización de dicho
servicio es el mandatario.
Aunque la descripción del Art. 1709 es un poco ambigua, hay que distinguir el contrato de
mandato de otros contratos como el de arrendamiento de obras y de servicios, ya que
tienen características diferentes.
Bajo el sistema romano era fácil, pues el mandato era gratuito. En cambio hoy hay que
atender a la naturaleza de las prestaciones a que arrendatario o mandatario se obligan, ya
que, aunque puede ser retribuido, sigue siendo tendencialmente gratuito.
Para distinguir esas figuras hay que fijarse en la naturaleza de las prestaciones a que se
obligan el arrendatario y el mandatario:
 En el arrendamiento de obra o de servicios el arrendatario se obliga a ejecutar por
sí mismo una actividad de carácter material en beneficio del arrendador.
 En el mandato el mandatario, se obliga a gestionar los intereses del mandante a
través de la realización de actos jurídicos cuyo contenido acabará recayendo en la
esfera jurídica del mandante.

1.2. C ARACTERES DEL MANDATO


A. El mandato es un contrato consensual.
B. Impera el principio de libertad de forma. Tanto el mandato como la aceptación
pueden ser expresos o tácitos.
C. El mandato es un contrato naturalmente gratuito. El art. 1711.1 CC dice que a
falta de pacto en contrario, el mandato se supone gratuito. Pero se presume con
carácter oneroso si el mandatario tiene por ocupación el desempeño de servicios de
la especie a que se refiere el mandato
D. El mandato es un contrato basado en la confianza (intuitu personae) que el
mandante otorga al mandatario.

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2.- CLASES DE MANDATO

2.1. M ANDATO SIMPLE Y MANDATO REPRESENTATIVO


Mandato simple No representativo. El mandatario puede actuar en su propio nombre sin
revelar que gestiona intereses ajenos, aunque por cuenta, interés y encargo del mandante.
No se produciría vinculación entre mandante y terceros, los cuales tendrían acciones
exclusivamente contra el mandatario, sin perjuicio de las que deriven de la relación de
mandato propiamente dicha entre mandante y mandatario.
Mandato representativo: El mandatario actúa “en nombre” del mandante, este será
parte en los contratos o actos jurídicos que, gestionando sus intereses, celebra el
mandatario con terceros: el mandante es quien adquiere los derechos y asume las
obligaciones que se derivan de esos actos o contratos debiendo cumplir todas las
obligaciones que el mandatario haya contraído dentro de los límites del mandato
Las figuras de mandato y poder de representación no coinciden:
 Puede existir mandato sin que se haya otorgado poder de representación (mandato
simple no representativo);
 Puede existir mandato con representación (representativo), en cuyo caso vincula
directamente el mandatario al mandante;
 El poder de representación puede no implicar una relación de mandato, sino de otra
especie.

2.2. TIPOS DE MANDATO CONFORME A LA EXTENSIÓN DE LAS FACULTADES CONFERIDA


La gestión de los intereses o asuntos encomendados al mandatario depende de las
instrucciones del mandante, por ese motivo hay distintos tipos de mandatos:
Mandato general o especial: considerando el número de asuntos o negocios del
mandante que puede gestionar el mandatario, el mandato puede ser general o especial.
Según el art. 1712 CC
 Mandato general comprende todos los negocios del mandante, mucho más
frecuente
 Mandato especial, sólo comprende uno o más negocios determinados, marginal o
poco frecuente.
Mandato concebido en términos generales y mandato expreso: art. 1.713
 Mandato concebido en términos generales comprende los actos de administración
(distinto de mandato general)

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Derecho Civil II

 Mandato expreso. Necesario para transigir, enajenar, hipotecar o ejecutar


cualquier acto de riguroso dominio. Para realizar los actos más importantes de
gestión de los intereses del mandante, identificados por el CC con los actos de
disposición, no cabe admitir el mandato tácito.
Por lo dicho, tanto el mandato general (para todos los asuntos del mandante) como el
mandato especial (para uno o varios asuntos del mandante) pueden conferirse en términos
generales o autorizar al mandatario a realizar actos de enajenación y gravamen.

3.- RÉGIMEN BÁSICO DEL CONTRATO DE MANDATO

3.1. O BLIGACIONES DEL MANDANTE


El mandante asume la iniciativa del contrato; establecerá las bases de desarrollo del
mandato y fijará al mandatario cuantas instrucciones y reglas considere oportunas en
defensa de la gestión fructuosa de sus asuntos. Sus obligaciones son
A. Anticipar el dinero necesario para la ejecución del mandato, si el mandatario lo
pidiese. Si éste lo hubiese anticipado, lo rembolsará, aunque el negocio saliese
mal, si no es culpa del mandatario.
B. Está obligado a indemnizar los daños y perjuicios ocasionados al mandatario por el
cumplimiento del mandato, siempre que el mandatario no haya incurrido en culpa
o imprudencia en su gestión.
C. Deberá pagar al mandatario la retribución procedente si así se pactó.
D. En casos de pluralidad de mandantes, cuando dos o más personas hayan
nombrado mandatario para un negocio común, quedan obligadas solidariamente
frente a él.
E. Cuando se trata de un mandato con poder de representación, el mandante debe
cumplir todas las obligaciones que el mandatario haya contraído dentro de los
límites del mandato; en lo que el mandatario se haya excedido, no queda obligado
el mandante sino cuando lo ratifica expresa o tácitamente.

3.2. D ERECHOS Y OBLIGACIONES DEL MANDATARIO


A.- Obligaciones
Las obligaciones fundamentales del mandatario son las siguientes:
1. Debe ejecutar el mandato según las instrucciones del mandante e informarle de su
gestión. En caso de falta de instrucciones, el mandatario debe actuar como un
buen padre de familia, no está sometido a un régimen especial de diligencia.
2. Rendir cuentas de sus operaciones al mandante y abonarle cuanto haya recibido
en virtud del mandato. El momento temporal para rendir cuentas y abonar lo

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Derecho Civil II

recibido no está definido, suele hacerse en el momento de la interpelación del


mandante.
3. Resarcir los daños y perjuicios que, por su gestión o por la falta de ella, haya
causado al mandante, ya sean debidos a actuación dolosa o culposa. Se evaluará
con más o menos rigor por los tribunales según el mandato haya sido retribuido o
no.
4. Si un mandante ha nombrado más de un mandatario, se excluye la
responsabilidad solidaria si no se ha expresado.
5. Cuando el mandatario obra en su propio nombre, queda obligado directamente
con la persona con quien contrató, como si el asunto fuera personal suyo, sin
perjuicio de las acciones entre mandante y mandatario.

B.- Derechos y facultades


1. El mandatario podrá ejercitar el derecho de retención sobre las cosas objeto del
mandato, hasta que el mandante le rembolse lo anticipado o proceda a la indemnización
de daños y perjuicios, en caso de que se hubiesen producido por el cumplimiento del
mandato. También se puede aplicar la retención en caso de impago de la retribución del
mandatario.
2. El mandatario cuenta con la facultad de nombrar sustituto, desligándose de su relación
con el mandante, si éste autorizó la sustitución:
- Si el mandante ni lo autorizó ni lo prohibió, el mandatario no quedará exento de
responsabilidad.
- Si el mandante lo prohibió, el mandatario responde. Además lo hecho por el
sustituto será nulo, salvo que el mandante lo ratifique
- Si el mandante ha autorizado genéricamente la sustitución (sin designación de
persona), el mandatario sólo responderá de la actuación del sustituto cuando este
sea “notoriamente incapaz o insolvente”.

3.3. E XTINCIÓN DEL MANDATO


Además de las causas generales de extinción de las obligaciones (transcurso del tiempo
establecido, celebración del negocio propuesto, imposibilidad de celebrar el negocio...) el
mandato se extingue por:
A.- La revocación del mandato
Como es un contrato basado en la confianza se permite la posibilidad de la revocación
unilateral por parte del mandante, produciendo efectos desde que el mandatario la conozca.
En el caso de que el mandatario, una vez revocado el mandato, ejerza alguna acción con

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Derecho Civil II

terceros esta tendrá plena eficacia sin perjuicio de la acción del mandante contra el
mandatario.

B.- La renuncia e incapacitación del mandatario


La renuncia es una facultad del mandatario, si bien ha de ponerla en conocimiento del
mandante y ha de continuar la gestión hasta que el mandante haya podido tomar las
medidas necesarias para evitar la interrupción de los asuntos gestionados. Esto también se
aplica en casos de incapacitación del mandatario.

C.- La muerte del mandante o mandatario


La reiterada confianza como base del negocio supone que la muerte de uno de los
contratantes dé lugar a su extinción. Sin embargo, lo hecho por el mandatario, ignorando la
muerte del mandante, es válido y surtirá todos sus efectos.

D.- Otros: en alguno de estos casos el mandato podrá terminar por resolución judicial
dictada al constituirse el organismo tutelar.
- Declaración de prodigalidad
- Concurso o insolvencia de alguna de las partes, ausencia legal
- Incapacitación sobrevenida del mandante (salvo que dispusiera su continuación en
ese caso)

4.- LA MEDIACIÓN O CORRETAJE


La actividad de intermediación o de mediación entre personas que desean llevar a cabo
una negociación determinada es conocida desde antiguo y bastante frecuente. La figura del
corredor, sea de trigo o de ganado, ha sido una verdadera institución en la vida rural y tam-
bién en la actualidad es frecuente en el ámbito de los llamados “agentes de la propiedad
inmobiliaria” (API).
El corretaje es un contrato que tiene por objeto vincular al mediador o corredor en la
realización de los actos necesarios para la conclusión o celebración de un determinado
contrato (comprar una vivienda o vender una partida de ganado) celebrado por quien con él
contrata, a quien denominaremos principal o cliente, o incluso celebrado por el propio
mediador, en función de nuncio o intermediario. Para el derecho, el corretaje se ha calificado
como supuesto contractual atípico.
Corretaje, mandato y otros tipos contractuales son parecidos, pero presentan diferencias
 Corretaje y mandato: en el mandato el mandatario es el que celebra el contrato con
el tercero, mientras que el corredor o mediador, se limita a poner en contacto a su
cliente con otra persona interesada en el acto o contrato.

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 Corretaje y contrato de servicios: se distingue del contrato de servicios en que el


corredor asume una obligación de resultado y carece de derecho a retribución
alguna si no se llega a celebrar efectivamente el contrato de referencia.
 Corretaje y contrato de obra: aunque el corredor asume también una obligación de
resultado, éste no se obliga a la conclusión del contrato de interés para el cliente,
pues difícilmente puede asumir como “obra propia” la existencia de un tercero que
contrate. El corredor no se encuentra obligado en sentido estricto a garantizar la
consecución del interés perseguido por su cliente o principal por lo que se dice que
el corretaje tiene naturaleza unilateral (aunque la jurisprudencia dice que es
bilateral, ya que no tiene sentido hablar de contrato si el corredor no se siente
vinculado con el cliente). Sin embargo, sólo el cliente quedaría obligado a pagar el
premio, retribución u honorarios del mediador, mientras que el corredor no tiene
obligación alguna que atender o conducta que desplegar y la eventual realización
del resultado para él sólo funciona como fundamento o estímulo para reclamar
honorarios.
Generalmente, el corredor sirve de mediador entre dos clientes suyos o, en definitiva,
entre dos personas que, viendo cumplidos sus respectivos deseos a través de la actividad
del corredor, celebrarán el oportuno contrato y, en consecuencia, cada uno de ellos habrá de
satisfacer por separado la correspondiente comisión al corredor.

EXAMEN:

El contrato de mandato: concepto y caracteres****


Clases de mandato: simple y representativo***
Obligaciones del mandante
Obligaciones del mandatario
Derechos y facultades del mandatario
La extinción del mandato*****

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TEMA 33
CAPITULO 18: EL PRESTAMO

1.- LOS CONTRATOS DE PRÉSTAMO


Art. 1.740 CC: el contrato de préstamo consiste en la entrega a una de las partes de
alguna cosa, y según sea su naturaleza distingue entre:
 Comodato (o préstamo de uso). Cuando entrega cosa no fungible para que la use
durante un tiempo y después la devuelva. Es esencialmente gratuito.
 Préstamo (de consumo o mutuo). Cuando entrega dinero u otra cosa fungible, con
condición de devolver otro tanto de la misma especie y calidad. Puede ser gratuito
o con pacto de pagar intereses
Ambas formas de préstamo tienen:
 En común que la obligación principal del prestatario es devolver lo prestado.
 Se distinguen en que:
- Comodato se trasmite el uso, debiendo devolverse la misma cosa prestada.
- Mutuo el prestamista trasmite la propiedad del objeto y el prestatario debe
restituir su equivalente económico o tantundem.
El préstamo es un contrato real, ya que se perfecciona por la entrega de la cosa, y
unilateral, al producir sólo obligaciones para una de las partes, el prestatario, que es quien
recibe de la otra parte (prestamista) la cosa objeto de préstamo.

2.- EL COMODATO O PRÉSTAMO DE USO

2.1. N OCIÓN GENERAL


El comodato es un contrato en que una persona (comodante) entrega gratuitamente a
otra (comodatario) una cosa no fungible para que use de ella durante un tiempo, con la
obligación de devolver la misma cosa recibida, por ejemplo, cuando le prestas a una amiga
unos pendientes.
La gratuidad es esencial en el comodato ya que si interviene alguna remuneración que
haya de pagar quien adquiere el uso, sería un contrato de arrendamiento. La gratuidad es
en este caso imperativa y se refleja en el art. 1740 y 1741 CC

2.2. D ERECHOS Y OBLIGACIONES DEL COMODATARIO


El comodante conserva la propiedad de la cosa y el comodatario sólo tiene derecho de
uso de la cosa prestada durante un determinado período de tiempo. Si la cosa prestada es
fructífera, el comodatario no adquiere la propiedad de los frutos, pero puede usarlos, al igual
que la cosa matriz.

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A.- La obligación de restitución


El comodatario debe devolver la cosa al concluir el uso para el que se le prestó o una vez
transcurrido el plazo pactado, si bien en caso de urgente necesidad de ella, el comodante
podrá reclamarla antes y el comodatario debe restituirla. Esta obligación de restitución de la
cosa es la obligación principal del contrato y son subordinadas las siguientes:
1. El comodatario debe satisfacer los gastos ordinarios para el uso y conservación de
la cosa prestada.
2. El comodatario debe utilizar la cosa, conforme a su propia naturaleza, y el uso para
que se le prestó.
3. Conservar la cosa con la diligencia de un buen padre de familia. El comodatario, en
cuanto obligado a restituir, queda sujeto a las prescripciones generales relativas al
deudor de dar o entregar alguna cosa.
4. Debido al carácter gratuito del comodato, el comodatario debe restituir la cosa
temporáneamente, sin que pueda argüir derecho de retención alguno sobre ella “a
pretexto de lo que el comodante le deba, aunque sea por razón de expensas
(expensas: gastos, costas)”.

B.- Deterioro y pérdida de la cosa


 Los desperfectos o menoscabos generados, sin culpa del comodatario, por el uso racional
y adecuado de la cosa (que se hubieran producido también si la cosa hubiera sido usada
por el comodante) no son imputables al comodatario.
 Tampoco responderá el comodatario en los casos en que el deterioro o la pérdida de la
cosa tenga lugar a consecuencia del acaecimiento del algún caso fortuito, salvo que se
esté frente a alguno de los supuestos en que la responsabilidad del comodatario se ve
agravada por disponerlo así la ley de forma expresa. Tales supuestos son los siguientes:
1. Destinar la cosa a un uso distinto del que se prestó o en el caso de que dicha
precisión del uso no se haya llevado a cabo, del que se deduzca de la propia
naturaleza de la cosa.
2. Conservar la cosa “en su poder por más tiempo del convenido”
3. Que la cosa hubiere sido objeto de tasación en el momento de la entrega, salvo
que expresamente hubiera sido eximido el comodatario de responsabilidad.

2.3. L A POSICIÓN DEL COMODANTE


El carácter unilateral del comodato, sólo genera obligaciones para el comodatario. Sobre
el comodante no pesa prácticamente obligación alguna que genere facultades en el
comodatario.

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Está obligado al abono de los gastos extraordinarios de conservación, frente a la


obligación del comodatario de atender o sufragar los gastos ordinarios y siempre que el
comodatario lo ponga en su conocimiento antes de hacerlos, salvo cuando fueren tan
urgentes que no pueda esperarse el resultado del aviso sin peligro.
El comodante que, conociendo los vicios de la cosa prestada, no los hubiere hecho saber
al comodatario, responderá a éste de los daños que por aquella causa hubiese sufrido.

2.4. L A DURACIÓN DEL CONTRATO


Normalmente es el comodante el que fija el plazo por el tiempo que presta la cosa,
aunque es frecuente que se haga el préstamo sin fijar plazo alguno de duración, por
amistad, confianza, altruismo, etc.
El CC establece algunas reglas de aplicación supletoria cuyo fundamento es la protección
del interés del comodante en recuperar la cosa cuando le convenga o le resulte necesaria.
El art. 1750 CC establece que en caso de que no se pactara ni duración ni el destino del
uso de la cosa prestada y tampoco se dedujera de la costumbre, el comodante puede
reclamarla a su voluntad, a la vez que dispone que, en caso de duda, incumbe la prueba (de
tales extremos) al comodatario.
La expresión “uso a que había de destinarse la cosa” debe ser entendida en términos
temporales. Por ejemplo, el dueño de un cuadro lo presta a quien lo pintó para una
exposición, debe entenderse que la reclamación por el comodante no debe realizarse hasta
que dicha exposición sea clausurada. Así se deduce del art. 1749 CC: el comodante no
puede reclamar la cosa prestada sino después de concluido el uso para que la prestó. Sin
embargo, si antes de estos plazos tuviere el comodante urgente necesidad de ella, podrá
reclamar la restitución.

2.5. C AUSAS DE EXTINCIÓN


El contrato de comodato puede extinguirse por cualquiera de las siguientes causas:
1. Por la pérdida de la cosa (independientemente quien sea responsable de dicha
pérdida).
2. Que el comodante reclame la restitución, si no hay plazo fijado de duración o si lo
hay y el comodante tiene necesidad urgente de la cosa.
3. Por transcurso del plazo determinado, sea directamente, sea a través del uso para
el que se presta.
El art. 1742 CC establece que las obligaciones y derechos que nacen del comodato pasan
a los herederos de ambos contrayentes (mejor, contratantes). La muerte o declaración de
fallecimiento de cualquiera de las partes no extingue el contrato, excepto en el caso de que

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el préstamo se haya hecho en contemplación a la persona del comodatario, en cuyo caso los
herederos de éste no tienen derecho a continuar en el uso de la cosa prestada.

3.- EL MUTUO O SIMPLE PRÉSTAMO

3.1. C ONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS


Se denomina mutuo o préstamo al contrato por el que una persona (prestamista o
mutuante) entrega a otra (prestatario o mutuatario) dinero u otra cosa fungible, para que se
sirva de ella y devuelva después otro tanto de la misma especie y calidad.
El contrato de mutuo puede ser gratuito o retribuido, esto es, con pacto de pagar interés,
que normalmente será proporcional a su duración, y limitado por la ley de usura.
Aunque para el CC el contrato de préstamo es gratuito, pues, según el art. 1755 CC dice
que no se deberán intereses sino cuando expresamente se hubiesen pactado. Y en la misma
línea el art. 314 del Código de Comercio dice que los préstamos no devengarán interés si no
se hubieren pactado por escrito.
Precisamente lo contrario ocurre en la práctica comercial, en la que el carácter profesional
de los prestamistas (entidades financieras) induciría a pensar que el préstamo es retribuido
por naturaleza, salvo pacto en contrario. El carácter retribuido del mutuo parece requerir
pacto expreso o pacto escrito, requisitos que no son interpretados rigurosamente por la
jurisprudencia, que admite acreditación y prueba de la existencia de pacto de intereses por
otros medios.

3.2. R EGLAS PARTICULARES SOBRE CAPACIDAD


Con carácter general, basta que prestamista y prestatario tengan capacidad para
contratar.
Como excepciones están:
1. El menor emancipado que tiene prohibido tomar dinero a préstamo
2. Tutor que con respecto al patrimonio del pupilo tiene prohibido dar o tomar dinero
a préstamo sin autorización judicial.

3.3. L A OBLIGACIÓN DE RESTITUCIÓN


En el mutuo, a diferencia del comodato, se transfiere la propiedad de la cosa prestada al
mutuatario, estando éste obligado únicamente a devolver el género. Pero ¿qué es lo que se
ha de devolver? Aquí hay que distinguir entre el préstamo de dinero y el de las demás cosas
fungibles.
1. Préstamo de dinero, se tiene en cuenta el “valor” nominal, pues la devolución ha de
hacerse en la moneda de curso legal;

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2. Préstamo demás cosas fungibles, se atiende a la identidad de “materia” y el deudor


debe una cantidad igual a la recibida y de la misma especie y calidad, “aunque sufra
alteración en el precio”.

3.4. E L PRÉSTAMO CON INTERÉS : REGLAS ESPECIALES


El CC considera que no se deberán intereses sino cuando expresamente se hubiesen
pactado. Pero el prestatario que haya pagado intereses sin estar estipulados no puede
reclamarlos (no puede repetir) ni siquiera imputarlos al capital.
Si hay un convenio tácito y el prestatario no pagase los intereses, el acreedor no tiene
cauce alguno para reclamarlos a no ser que pueda probar por cualquier medio válido la
existencia del pacto.
La Ley de Usura de 1908 (Ley Azcárate) decreta la nulidad de los préstamos en que se
haya pactado un interés notablemente superior al normal del dinero y manifiestamente
desproporcionados, o que resulten leoninos, y cualquier contrato en que se suponga recibida
una cantidad superior a la entregada. Declarada la nulidad del contrato por usurario, el
prestatario sólo estará obligado a entregar la suma efectivamente recibida.

3.5. L A DURACIÓN DEL CONTRATO


El Código no contiene regla alguna de carácter específico respecto de la duración del
mutuo o préstamo. Por lo que habrá de aplicarse las normas establecidas para las
obligaciones a plazo.
En el caso de no haberse fijado plazo, se atenderá a los dispuesto en el art. 1128 CC.
Existiendo plazo o término contractual, si el prestatario incurre en algún supuesto del art.
1129 CC, perderá el derecho a utilizar el plazo establecido.
Se considera que, en el caso de préstamo con interés, el prestatario no puede obligar al
prestamista a recibir la restitución antes del transcurso del plazo.

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CAPITULO 19: EL DEPÓSITO

1.- INTRODUCCIÓN: CLASES DE DEPÓSITO


El Código Civil regula la figura genérica del depósito englobando distintas y muy diversas
modalidades del mismo. Resaltar que el depósito puede constituirse judicial o
extrajudicialmente. Depósito extrajudicial o propio y depósito judicial o secuestro. A su vez,
deben tenerse en cuenta a las distintas variantes del depósito extrajudicial:
 Depósito voluntario
 Depósito necesario o miserable
 Secuestro convencional según el Proyecto de 1851, que actualmente se regula en
sede del depósito voluntario.
La diversidad de variantes explica que el CC no establezca “definición legal” alguna del
depósito y tampoco insista en el carácter contractual del depósito, pues algunas de sus
variantes carecen de tal carácter. El art 1758 CC pone el acento en la finalidad básica de la
figura del depósito, la obligación de guarda o custodia y consiguiente restitución, una vez
puesto de manifiesto el presupuesto de que previamente se haya producido la entrega de la
cosa objeto de depósito.

2.- EL DEPÓSITO VOLUNTARIO

2.1. C ONCEPTO Y PRESUPUESTOS


El CC no ofrece ninguna definición, solo destaca el carácter convencional. El depósito es
un contrato en virtud del cual una persona (depositante o deponente) entrega una cosa
mueble a otra (depositario), para que ésta la guarde y se la restituya cuando aquélla se la
reclame. También podemos decir que existe un depósito cuando una persona se obliga a la
guarda de una cosa cuya posesión no le corresponde, durante la vigencia de esta situación,
por ningún otro título. Sus requisitos son:
 La finalidad principal y autónoma del contrato es la obligación de guarda y
custodia. Esta obligación es provisional, ya que el bien depositado debe ser
restituido cuando lo pida el depositante. El depositario no puede usar la cosa ni sus
frutos sin permiso del depositante. La obligación de custodia tiene carácter
instrumental o subordinada a la finalidad socioeconómica perseguida
(arrendamiento, prenda…)
 El objeto de la obligación de custodia debe ser una cosa ajena (no perteneciente
al depositario). Algunos autores también admiten la posibilidad de depósito de cosa
propia, pero que no se encuentra a disposición del depositario, incluso cabría

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admitir el supuesto de depósito judicial en el que el depositario es el propietario


cuya titularidad es objeto de litigio.
 El objeto del depósito ha de recaer sobre un bien mueble y corporal. Aunque en
el llamado depósito judicial pueden ser bienes inmuebles.

2.2. C ARACTERÍSTICAS DEL CONTRATO


Gratuidad y unilateralidad del contrato
El depósito es un contrato gratuito y por tanto unilateral, salvo que se pacte una
retribución (no tiene que ser expresa, puede surgir según las circunstancias y usos). Si se
pacta retribución pasaría a ser bilateral.
La existencia de depósitos civiles retribuidos es rara. Tradicionalmente la retribución en
el depósito hace que se califique como arrendamiento de servicios, préstamo o contrato
innominado do ut facias. Si existe retribución se agrava la responsabilidad para el
depositario que responderá no solo del dolo sino también de la culpa.

Carácter real
Tradicionalmente se exige necesariamente la entrega de la cosa para el nacimiento del
contrato de depósito. Sin embargo la doctrina hace hincapié en el carácter consensual del
contrato, explicando que en escasas ocasiones no coincide el contrato y la entrega del bien
al depositario. En este caso la entrega del bien no será indispensable para el nacimiento del
contrato. Existe validez desde la perfección del contrato e independientemente de la
entrega.

3.- LOS SUJETOS DEL CONTRATO

3.1. L A CAPACIDAD DE LAS PARTES CONTRATANTES


Se entiende suficiente para la constitución del contrato de depósito la capacidad general
de contratar, no siendo necesario que el depositante sea propietario del bien depositado.
A.- Falta de capacidad del depositante
a. Si la incapacidad del depositante (incapaz) existía en el momento de celebración del
contrato, dispone el art. 1764 CC que la otra parte queda sujeta a todas las
obligaciones del depositario, y puede ser obligada a la devolución por el tutor,
curador o administrador de la persona que hizo el depósito, o por esta misma si llega
a tener capacidad. Los administradores deben instar la anulabilidad del contrato de
depósito, al ser un contrato invalido.

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b. Puede darse el caso, contemplado por el art. 1773 CC, que el depositante pierda,
después de hacer el depósito (sobrevenidamente), su capacidad para contratar. En
este caso el contrato sería válido, el problema sería la falta de capacidad del
depositante para recibir o exigir la devolución. La regla establecida para tal supuesto
es similar a la establecida en el art. 1764 CC: no puede restituirse la cosa objeto de
depósito sino a los que tengan la administración de los bienes y derechos del
depositante que ha devenido incapaz.
B.- Falta de capacidad en el depositario
A. El artículo 1.765 contempla la falta de capacidad en el momento de la constitución del
depósito. En tal caso, siendo válido el contrato (si bien susceptible de anulación), el
depositante tiene frente al depositario la facultad de ejercitar la acción de restitución.
En caso de que tal restitución no fuera posible, por haber salido la cosa del
patrimonio del depositario, el depositante sólo puede solicitar el abono de la cantidad
en que se hubiera enriquecido el depositario con la cosa o con el precio (acción que
prescribe a los 15 años).
B. La incapacidad sobrevenida en el depositario no está regulada en el CC, lo que no
impide la exigencia de la diligencia debida en la conservación de la cosa a los
representantes legales del depositario y la restitución anticipada solicitada por el
depositante.

3.2. P LURALIDAD DE LOS SUJETOS


El CC contempla expresamente el supuesto de pluralidad de deponentes (depositantes),
mientras que no regula el caso en que sean varios los depositarios.
A.- Constitución conjunta del depósito (pluralidad de depositantes)
Según el art. 1772 cuando hay pluralidad de depositantes dispone que:
 Si no fueren solidarios y la cosa admitiere división, cada uno de ellos podrá pedir
solo su parte.
 Cuando haya solidaridad, o la cosa no admita división, regirá lo dispuesto en los
arts. 1141 y 1142 CC.
Dos conclusiones:
1. La equiparación entre indivisibilidad y solidaridad, y la aplicación de las normas de
la solidaridad en los supuestos de indivisión, de tal manera que no son posibles los
supuestos de depósito indivisible mancomunado. De cualquier modo hay que tener
en cuenta lo pactado expresamente y los usos negociales. A esto se le llama
depósito indistinto.
2. Equiparación entre mancomunidad y divisibilidad. El depositante sólo puede pedir
su parte.

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B.- Pluralidad de depositarios


No dice nada el CC, por lo que se aplican las reglas generales en materia de obligaciones,
debiendo tener en cuenta si existen usos negociales y la voluntad de las partes.

4.- CONTENIDO DEL CONTRATO DE DEPÓSITO


El carácter tendencialmente unilateral del depósito implica que las obligaciones del
depositario son mucho más trascendentales que las eventuales obligaciones del depositante.

4.1. O BLIGACIONES DEL DEPOSITARIO


A. La obligación de guarda y custodia. Es la obligación principal, obligación de guardia con
la diligencia debida.
 La responsabilidad se verá agravada cuando la cosa depositada se entrega
cerrada y sellada, de tal forma, que se presume culpa del depositario cuando se
restituye con el sello o cerradura abiertos o forzados. En cuanto al valor de lo
depositado, se estará a la declaración del depositante, salvo que se pruebe la
ausencia de culpa del depositario.
 Igualmente se agravará (o disminuirá) la responsabilidad si existe pacto expreso
en tal sentido y, según algunos autores, también se agravará en el caso de
depósito remunerado y en los supuestos en los que el depositario se haya ofrecido
a recibir el depósito por redundar en su utilidad e incurra en mora.
El depositario no tienen obligación de administración, pero si de recoger y custodiar los
frutos.
- El depositario, salvo permiso expreso que debe probarse, no puede servirse de la
cosa depositada, ni de sus productos, frutos y accesiones. Si fuera así se trataría
de un préstamo o comodato, aunque algunos expertos dicen que se mantendría el
concepto de depósito, ya que el permiso de uso no indica el uso real.
- El depositario, a no ser que lo prohíba el depositante, puede nombrar sustituto.
B. La obligación de restitución. La cosa depositada debe ser restituida al depositante, o a
sus causahabientes, o a la persona que hubiere sido designada en el contrato con todos
sus frutos, productos y accesiones.
a. En el caso de que se trate de un depósito de dinero, el depositario será deudor de
los intereses legales, salvo pacto en contrario en el momento de celebración del
contrato, de las cantidades que haya aplicado a usos propios o de las que no haya
restituido una vez extinguido el depósito y tras haber sido constituido en mora.
b. No se impone al depositario la carga de averiguar si el depositante es auténtico
propietario y, de no serlo, a quién pertenece el bien depositado. Aunque si
averigua que la cosa ha sido hurtada y quien es el verdadero dueño, debe

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hacérselo saber. Si el dueño no reclama en un mes, quedará libre de


responsabilidad el depositario, devolviendo la cosa depositada de quien la recibió.
c. La obligación de restitución se transmite a los herederos del depositante. Si por
ignorancia la enajenaran deberán restituir el precio que hubiese recibido.
C. Momento temporal de la restitución. La restitución debe producirse cuando el
deponente la reclame, sin necesidad de justa causa y con independencia de plazo
contractual alguno puesto que el depósito es un contrato establecido a favor del
depositante. El art. 1776 CC otorga al depositario que tenga justos motivos para hacerlo
la posibilidad de proceder a la restitución antes del término convenido, legitimándolo
incluso para proceder a la consignación judicial del objeto del depósito en el caso de que
el depositante se resista a aceptar la devolución. En definitiva, el establecimiento de
plazo temporal o término representa un papel secundario en el caso del depósito.
D. El lugar de la restitución. Es el que se designe al hacer el contrato. Si no se ha
designado ninguno sera donde se halle la cosa, aunque sea lugar distinto a donde se
depositó. Los gastos de transporte corren a cargo del depositante, salvo mala fe del
depositario.
E. Pérdida de la cosa y subrogación real. Se presume la culpa del depositario, pues la
cosa se haya en su poder. Si se pierde por fuerza mayor, y el depositario recibe como
reparación otra en su lugar, está obligado a entregar ésta al depositante. Si la reparación
obtenida por el depositario consiste en su valor, igualmente tiene que entregarle al
depositante la indemnización conseguida. No especifica el CC el deber de asegurar la
cosa depositada por parte del depositario, aunque la indemnización puede llegar por
distintas vías.

4.2. O BLIGACIONES A CARGO DEL DEPOSITANTE


Como el depósito es gratuito a no ser que se disponga lo contrario, el CC no resalta
obligación de retribuir del deponente aunque se haya pactado un depósito retribuido.
(Aunque existe). La retribución será libremente establecida por las partes en su cuantía y
periodicidad.
Pero el CC sí establece la obligación del depositante de hacer frente al pago o reembolso
de los gastos realizados por el depositario y, en su caso, de indemnizarle de todos los
perjuicios sufridos.
Según la doctrina los gastos rembolsables son los gastos de conservación y no los gastos
útiles o mejoras que pueda haber afrontado el depositario. Los gastos reembolsables se
encuentran previstos legalmente para el depósito gratuito; por consiguiente, no deben
acumularse a la retribución en el caso de que ésta haya sido pactada. Para la indemnización
por perjuicio hay que tener en cuenta las reglas generales en ese aspecto.

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El art. 1.780 dispone que “el depositario puede retener en prenda la cosa depositada
hasta el completo pago de lo que se le deba por razón del depósito”. Esto incluiría, la
retribución, los gastos de conservación y los gastos que haya hecho frente a la
indemnización por perjuicios si se diera el caso.
Algunos autores han subrayado el posible carácter preferente del crédito del depositario
por los gastos de conservación en la cosa depositada.

5.- EXTINCIÓN DEL CONTRATO DE DEPÓSITO


El modo ordinario de extinción es la entrega o restitución de la cosa depositada, así como
las especialidades en caso de pérdida.
Conforme al art. 1200 CC, no son susceptibles de extinción por compensación las deudas
provenientes del depósito o de las obligaciones del depositario.

6.- EL DEPÓSITO IRREGULAR


El depósito irregular es el contrato de depósito cuyo objeto consiste en una determinada
cantidad de cosas fungibles (suele ser dinero) que pueden ser utilizadas e incluso
consumidas por el depositario.
Dada la fungibilidad del objeto, el depositario no tiene que devolver la misma cosa, puede
restituir la misma cantidad de cosas fungibles, el equivalente exacto, llamado también
tantundem.
El supuesto prototípico del llamado depósito irregular viene representado por el
depósito de dinero, aunque ello no signifique que todo depósito dinerario deba ser calificado
como depósito irregular, sino sólo aquel cuyo objeto pierde su individualidad. Es decir si se
entrega el dinero en un sobre o cofre cerrado se debe devolver de la misma manera.
La existencia de depósitos irregulares es controvertida en el CC. Inicialmente se admitía
dicha figura pero el art. 1767 y 1768 prohíben el uso de la cosa depositada sin permiso
expreso y, cuando concurre dicho permiso, nos encontramos ante un préstamo o un
comodato y no ante un depósito.
Doctrinalmente se defiende que, para proceder a la calificación de los supuestos
contractuales referidos, debe atenderse básicamente a la verdadera intención de las partes:
 Puede ser que el depositante persiga la disponibilidad del dinero en cualquier
momento, sin pretender conceder un préstamo. Solo persigue la guardia y
custodia. Esto sería un depósito
 También puede ser que la finalidad principal del contrato de depósito desaparezca
y la cosa fungible ingrese en el patrimonio del depositario sin posibilidad de
distinguirla.

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Derecho Civil II

 También puede ocurrir que la obligación del depositario se transforme en la de


administrar diligentemente su propio patrimonio o la de tener a disposición del
depositante una cantidad de cosas igual a la recibida.
En función de la inexistencia de dicha disponibilidad en favor del depositante, la
jurisprudencia se pronuncia en favor de la calificación como préstamo a las imposiciones o
depósitos a plazo fijo ya que el depositante pierde temporalmente la disponibilidad propia de
los depósitos. Igualmente plantea problemas la posible calificación del ingreso de dinero en
la cuenta corriente bancaria como contrato de depósito ya que se considera contrato
autónomo e independiente.

7.- EL DEPÓSITO NECESARIO

7.1. L OS SUPUESTOS CLÁSICOS DE DEPÓSITO NECESARIO


Es una modalidad de depósito caracterizada por la existencia de una obligación de
custodia a causa de una situación de hecho sobrevenida y, por consiguiente, nacida con in-
dependencia de la voluntad de las partes. Se distinguen, a tal efecto, tres tipos de depósito
necesario:
1. Cuando el depósito se hace en cumplimiento de una obligación legal. Se regirá por las
disposiciones de la ley que lo establezca y, en su defecto, por las del depósito
voluntario.
2. “Depósito miserable”. Con ocasión de alguna calamidad como incendio, ruina, saqueo,
naufragio u otras semejantes, rigiéndose por las normas del depósito voluntario.
3. El que tiene lugar respecto de “los efectos introducidos por los viajeros en las fondas y
mesones” No deriva del contrato de hospedaje, ni de la posible existencia de un
contrato tácito de depósito, sino que es un supuesto de responsabilidad legal a cargo
del hotelero respecto de los efectos introducidos en el ámbito de control del mismo, lo
que incluye también la responsabilidad por los efectos que se encuentren en el garaje
del hotel y otras dependencias anexas al mismo y que presten servicio al cliente.
Asimismo, han de considerarse introducidas si se colocan en el coche o transporte del
hotel destinado a transportarlas al mismo. Es esencial que el viajero hubiere
observado las prevenciones hechas por el hotelero respecto del cuidado y vigilancia de
los efectos. La responsabilidad del hotelero cesa:
a. Cuando se trate de efectos introducidos por terceros, es decir, por quien no
fuera un viajero.
b. Cuando no se trate de un alojamiento de viajeros estable (por ejemplo la casa
de un amigo).
c. Al mediar culpa o negligencia del viajero.

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Derecho Civil II

d. En los supuestos de robo a mano armada y fuerza mayor.


e. Cuando el daño sea consecuencia de la actuación de personas que escapan del
control del hotelero (visitas...).
f. Cuando medie pacto expreso de exclusión de responsabilidad.
Existe un verdadero depósito cuando se entregan objetos para ser guardados en la
caja del hotel.

7.2 EL CONTRATO DE INGRESO EN CENTROS ASISTENCIALES


Resultaría muy aconsejable tipificar el contrato de ingreso en un centro asistencial de
mayores, así como establecer legalmente un régimen mínimo de derechos y deberes
dimanantes de dicho contrato, común para todo el territorio español, pues si bien tal
régimen normativo resulta hoy deducible de muchas disposiciones legales de carácter
autonómico, sin duda sería conveniente sistematizarlos en una disposición única y común
para todos, sin perjuicio de que la autonomía de las partes pueda introducir matizaciones
en cada caso .
Se refiere a los efectos personales introducidos por los clientes, tratándose de residencias
asistenciales de personas mayores y de efectos introducidos en ellas por los residentes
Debería imperar el mismo sistema agravado de responsabilidad que consagra el Código
Civil para los establecimientos hoteleros, respecto a los efectos personales introducidos por
los clientes.
Debería aplicarse también tratándose de residencias asistenciales de personas mayores y
de efectos introducidos en ellas por los residentes
 Tanto si los objetos han sido especialmente entregados para su custodia, previo
inventario,
 Como si han sido simplemente introducidos en la residencia con tal de que
 se haya comunicado al establecimiento esta introducción,
 se hayan observado las prevenciones realizadas en materia de seguridad ,
 y desde luego se pruebe la existencia del objeto, y su deterioro o desaparición
dentro del ámbito espacial del establecimiento.

8.- SECUESTRO CONVENCIONAL Y JUDICIAL


El denominado secuestro no tiene por finalidad en sí misma considerada la custodia o
guarda de la cosa depositada, sino que dicha guarda es sencillamente un medio para evitar
la sustracción o distracción del objeto custodiado en tanto no se resuelva la litis existente;
por ello la restitución no se realiza al deponente sino al vencedor de dicha litis.

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Derecho Civil II

De este modo, a diferencia del contrato de depósito verdadero y propio, el secuestro


puede recaer tanto sobre bienes muebles como inmuebles (art. 1786 CC). En caso de bienes
inmuebles no es posible la sustracción, se trataría más de una forma de aseguramiento o
administración.

8.1. E L SECUESTRO CONVENCIONAL


El secuestro convencional se contempla en sede de depósito voluntario (art. 1763 CC:
“También puede realizarse el depósito por dos o más personas, que se crean con derecho a
la cosa depositada, en un tercero, que hará la entrega en su caso a la que corresponda”).

8.2. E L DEPÓSITO JUDICIAL


Según el art. 1785 CC el depósito judicial o secuestro (se intenta evitar el uso del término
secuestro) tiene lugar cuando se decreta el embargo o el aseguramiento de bienes litigiosos.
Se exige del depositario la responsabilidad propia de un buen padre de familia, no
pudiendo quedar libre de su encargo hasta que se termine la controversia que lo motivó, a
no ser que el Juez lo ordenare por consentir en ello todos los interesados o por otra causa
legítima (art. 1787 CC).
La restitución no ha de hacerse necesariamente al deponente: El depositario judicial
estará obligado a conservar los bienes con la debida diligencia a disposición del Juzgado, a
exhibirlos en las condiciones que el Juzgado le indique y a entregarlos a la persona que el
tribunal designe.

9.- EL CONTRATO DE APARCAMIENTO DE VEHÍCULOS


Tradicionalmente, el contrato de garaje era uno de los supuestos clásicos de contratos
atípicos, hasta la promulgación de la Ley 40/2002, reguladora del contrato de aparcamiento
de vehículos.
Los contratos de parking o aparcamiento, son de breve duración, se realizan en
aparcamientos abiertos al público y mediante precio determinado en función del tiempo de
estacionamiento. Continúa existiendo el contrato de garaje en el que el precio no resulte
determinado precisamente por el tiempo de estacionamiento efectivo, aunque la duración
del contrato (no del tiempo de estacionamiento) sea fijada por fracciones temporales (años,
meses, incluso días u horas determinadas).
Por lo tanto a partir de la ley 40/02 hay dos tipos de contrato:
 El contrato típico de aparcamiento, regulado por la citada ley, y
 El contrato atípico de garaje, no contemplado por dicha ley.
Antes de la ley 40/02 que lo ha tipificado como autónomo, la doctrina consideraba el
aparcamiento de vehículos como un contrato más cercano al depósito que al arrendamiento.

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Derecho Civil II

TEMA 34
CAPITULO 20: LOS CONTRATOS ALEATORIOS
Los contratos aleatorios son aquellos contratos en los que la ejecución de alguna de las prestaciones, o su
concreta cuantía depende de un acontecimiento incierto.

3.- EL CONTRATO DE RENTA VITALICIA

3.1. I NTRODUCCIÓN
El origen contractual del contrato de renta vitalicia está contemplado en los arts. 1802 a
1808 CC, no obstante, son posibles otras formas de constituir la renta vitalicia, por ejemplo:
 Mediante resolución judicial
 En virtud de testamento
 A consecuencia de particiones hereditarias
 Por pago de la parte del usufructo que corresponde al cónyuge viudo
 Por conversión del contrato de alimentos en una pensión o renta periódica.
Pero el art. 1802 CC considera expresamente el origen contractual (Art. 1802 CC: El
contrato aleatorio de renta vitalicia obliga al deudor a pagar una pensión o rédito anual
durante la vida de una o más personas determinadas por un capital en bienes muebles o
inmuebles, cuyo dominio se le transfiere desde luego con la carga de la pensión).
La finalidad económica de esta figura reside en proporcionar al perceptor un ingreso fijo
periódico a los efectos de subsistencia, aunque también puede perseguir favorecer a una
determinada persona.

3.2. EL ALEA EN LA RENTA VITALICIA


El elemento aleatorio de esta categoría contractual reside en la incertidumbre de la
duración de la vida que se contempla y, por lo tanto, la imposibilidad de conocer a priori si
existirá o no una equivalencia entre el capital que se entrega y la renta que se percibe
periódicamente, concurriendo de este modo el riesgo ganancia-pérdida.
La vida contemplada puede ser la del contratante que entrega el capital, la de un tercero,
o la de varias personas, excluyéndose la posibilidad de referirla a una persona jurídica, pues
daría lugar a rentas perpetuas.
Lo que sí debe existir en el momento de la constitución del contrato es la “equivalencia
del riesgo”, es decir, que ambas partes tengan igual posibilidad de pérdida o ganancia. Así el
art. 1804 CC establece que es nula la renta constituida sobre la vida de una persona muerta
a la fecha del otorgamiento, o que en el mismo tiempo se halle padeciendo una enfermedad
que llegue a causar su muerte dentro de los veinte días siguientes a aquella fecha. Se
contemplan dos supuestos:

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Derecho Civil II

 Muerte ya producida en el momento de constitución del contrato, de la persona


cuya vida se contempla: el contrato será nulo por ausencia del alea. Se exceptúa el
caso en que se contempla la vida de varias personas, salvo que las vidas de todas
ellas fueran consideradas de carácter esencial.
 Enfermedad que llegue a causar la muerte de la persona cuya vida se contempla
en los 20 días siguientes a la celebración del contrato: el fundamento es la
prohibición de enriquecimiento injusto, teniendo carácter de norma imperativa. No
se consideran enfermedades: parto, accidente, suicidio ni vejez.

3.3. SUJETOS
Deben concurrir al menos dos sujetos en el contrato de renta vitalicia, pero el art. 1803
CC admite la concurrencia de hasta cuatro sujetos: los constituyentes, un tercero cuya vida
es considerada como alea, y el preceptor de la renta o beneficiario, que puede ser uno de
los constituyentes, el tercero cuya vida se contempla, u otro sujeto independiente de los
anteriores. Si el beneficiario no es parte contractual, es necesaria su aceptación.
Puede ocurrir que se atienda a la vida de varios sujetos, y también puede constituirse la
renta en beneficio de una pluralidad de personas, simultánea o sucesivamente.
Cuando la renta se establece conjuntamente en favor de varias personas y una de ellas
fallece, surge el problema del acrecimiento (percibir el aumento que le corresponde cuando
otro partícipe pierde su cuota), que no será posible, en ausencia de pacto expreso, más que
cuando exista atribución de renta conjunta y designación conjunta de los beneficiarios. Si la
designación de beneficiarios es conjunta y existe atribución cuantitativa individualizada de
rentas para cada uno de ellos, a falta de pacto expreso, no procederá el acrecimiento,
atribuyéndose la renta correspondiente al premuerto a los herederos. La posible extinción
parcial por la muerte de uno de los acreedores solo tendrá lugar si se dispuso
expresamente.
Cuando la renta se establece sucesivamente no se plantea ese problema porque cada
acreedor recibirá la renta en el orden establecido.

3.4. C ONTENIDO DEL CONTRATO DE RENTA VITALICIA


A.- La entrega del capital
El primer factor es la entrega del capital, consistente en bienes muebles o inmuebles,
materiales o inmateriales, cuyo dominio se transmite al deudor de la pensión sin que esta
suponga derecho real, carga o afección sobre los bienes en favor del rentista, sino
simplemente el nacimiento de una relación obligatoria en virtud de la cual el deudor queda
vinculado a satisfacer dicha renta.

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Derecho Civil II

El acreedor de la renta está obligado a efectuar la entrega y a responder de evicción y


saneamiento al deudor.

B.- El derecho a la pensión o renta


a) La pensión o renta
El Código habla de pagar una pensión o renta, sin establecer que deba consistir
necesariamente en una suma dineraria, pudiendo ser la entrega de cualquier otro tipo de
bienes muebles. En cualquier caso, es imprescindible que sea fija y determinada,
admitiéndose las cláusulas de estabilización, pues el alea considerado no incluye de forma
necesaria las consecuencias propias de la depreciación monetaria.

b) La periodicidad de la renta
No es necesario que el pago se efectúe anualmente, pudiendo las partes estipular
periodos distintos para satisfacer la renta; incluso cabe la posibilidad de satisfacer la renta
por plazos anticipados.
En cualquier caso, deben distinguirse;
 Cada uno de los vencimientos (que prescriben a los cinco años)
 Del derecho a la percepción de la renta de que proceden (que prescribe a los 15
años).

c) Satisfacción de la renta
El art. 1806 CC establece que la renta correspondiente al año en que muere el que la
disfruta, se pagará en proporción a los días que hubiese vivido; si debía satisfacerse por
plazos anticipados, se pagará el importe total del plazo que durante su vida hubiese
empezado a correr.
Las pensiones se entienden como frutos civiles y estos se perciben día por día. La
referencia a la anualidad se establece por coherencia con el art. 1802 CC, siendo aplicable el
periodo que se hubiese estipulado.
El art. 1808 CC dice que no puede reclamarse la renta sin justificar la existencia de la
persona sobre cuya vida esté constituida. El fin del art. 1808 es evitar un pago indebido de
las pensiones en caso de que el deudor pagase ignorando la muerte o declaración de
fallecimiento de la persona cuya vida sirve de módulo al contrato de renta vitalicia.

d) Incumplimiento y aseguramiento del pago de la renta


El art. 1805 CC dice que la falta de pago de las pensiones vencidas no autoriza al
perceptor de la renta vitalicia a exigir el reembolso del capital ni a volver a entrar en la

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Derecho Civil II

posesión del predio enajenado; sólo tendrá derecho a reclamar judicialmente el pago de las
rentas atrasadas y el aseguramiento de las futuras.
El impago de las rentas no da lugar a la resolución del contrato de renta vitalicia, debido
a la necesidad de evitar el enriquecimiento injusto que tendría lugar si el perceptor de las
rentas pudiera quedarse con el capital y las pensiones ya satisfechas.
En cambio, la resolución contemplada en el art. 1124 CC sí tiene cabida en caso de
incumplimiento de la obligación de prestar aseguramiento; dicho aseguramiento consiste en
la posibilidad de constituir hipoteca en garantía de rentas o prestaciones periódicas, y puede
ser ejecutada tantas veces como vencimientos impagados haya, sin que la adjudicación del
bien hipotecado suponga la transmisión de la deuda de renta.
No obstante, doctrina y jurisprudencia admiten el pacto resolutorio por impago de
pensiones, inscribible en el Registro de la Propiedad, al no contemplar el Código la
prohibición expresa. Dicho pacto resolutorio puede tener lugar de dos maneras:
 Contemplar la retención por el deudor de los intereses o frutos productivos, y por el
acreedor de las pensiones recibidas hasta entonces
 Que el rentista conserve, además de las rentas percibidas, los frutos producidos por
el capital, lo que equivale a una cláusula penal.

3.5. N ULIDAD DEL CONTRATO DE RENTA VITALICIA


Se contempla el caso de nulidad en el caso de muerte o enfermedad causante de muerte.
No obstante, si la desaparición de la vida ha sido provocada por el propio deudor de la renta
mediante la comisión de un hecho punible, se deberá indemnizar los perjuicios causados a la
familia o a un tercero, según el CP.

3.6. L A RENTA VITALICIA A TÍTULO GRATUITO


El art. 1807 CC establece que el que constituye a título gratuito una renta sobre sus
bienes, puede disponer, al tiempo del otorgamiento, que no estará sujeta dicha renta a
embargo por obligaciones del pensionista.
La renta a título gratuito se trata de una auténtica donación en la que el donante pasa a
ser el deudor del donatario por el importe de la renta. El principal efecto de esta modalidad
es la posibilidad de que el constituyente de la renta establezca una prohibición de embargo;
pero para que se produzca tal efecto es preciso, además, constar expresamente en el
momento de otorgamiento la ausencia de contraprestación, de tal forma que no gozan de
este efecto las donaciones modales.
La inembargabilidad se refiere al crédito de la renta, pero no a las cantidades ingresadas
en el patrimonio del rentista, pues dejan de tener autonomía para pasar a formar parte del

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Derecho Civil II

patrimonio de este. Los acreedores, pues, no podrán perseguir las rentas vencidas no
satisfechas.

4.- EL CONTRATO DE ALIMENTOS O VITALICIO


Es una nueva modalidad de contrato que se ha venido imponiendo en la práctica debido
al hecho del continuo envejecimiento de la población.

4.1. E L NACIMIENTO DEL CONTRATO VITALICIO


Algunas personas ancianas se han procurado la debida asistencia mediante la entrega de
los bienes inmuebles que constituían su morada a cambio de afecto y compañía. Algunas
instituciones financieras tomaron esta idea como mecanismos paralelos de otorgamiento de
pensiones vitalicias junto con prestaciones complementarias de asistencia frente a la
recepción de presente o de futuro de la titularidad del dominio de los bienes inmuebles. Es el
nacimiento del contrato vitalicio.
El vitalicio no es una modalidad de renta vitalicia, sino un contrato autónomo, innominado
y atípico, cuyo contenido consiste en la prestación de alimentos (domicilio, alimentos y
asistencia médica) a cambio de la entrega de unos bienes durante la vida del acreedor de
dichos alimentos, o de tercera o terceras personas. No se trata de una obligación de dar,
sino que es mixta de dar y hacer: proporcionar cosas y atenciones.
No puede ser confundido el vitalicio con la obligación real de prestar alimentos entre
parientes.

4.2. L A L EY 41/2003: CARACTERIZACIÓN LEGAL DEL CONTRATO DE ALIMENTOS


La Ley 41/2003, de 18 de noviembre, de protección patrimonial de las personas con
discapacidad, ofrece una regulación propia del contrato de vitalicio o de alimentos.
 Se introduce una regulación de los alimentos convencionales, es decir, de la obligación
alimenticia surgida del pacto y no de la ley (a diferencia de los alimentos entre
parientes).
 La regulación amplía las posibilidades que ofrece el contrato de renta vitalicia para
atender las necesidades económicas de las personas con discapacidad y con
dependencia, y permite a las partes, que celebren el contrato, cuantificar la obligación
del alimentante en función de las necesidades vitales del alimentista.
 Existe también regulación respecto de las personas con discapacidad, dado que sus
progenitores pueden atender a sus necesidades de manera directa y concreta: su
utilidad resulta especialmente patente en el caso de que sean los padres de una
persona con discapacidad quienes transmitan al alimentante el capital en bienes

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Derecho Civil II

muebles o inmuebles en beneficio de su hijo discapacitado, a través de una


estipulación a favor de tercero.
El alimentista o beneficiario no tiene por qué ser parte necesariamente en el momento de
celebración del contrato, aunque puede serlo.
El art. 1791 CC establece que por el contrato de alimentos una de las partes se obliga a
proporcionar vivienda, manutención y asistencia de todo tipo a una persona durante su vida,
a cambio de la transmisión de un capital en cualquier clase de bienes y derechos. No se
indica que la transmisión de dicho capital no tiene que proceder necesariamente del
beneficiario, pero no hay duda al respecto.

4.3. C ONTENIDO BÁSICO DEL CONTRATO DE ALIMENTOS


La obligación del alimentante radica en una prestación asistencial compleja (vivienda,
manutención y asistencia) que conviene diferenciar de los alimentos entre parientes u
obligación legal de alimentos. La extensión y calidad de la prestación de alimentos serán las
que resulten del contrato y, a falta de pacto en contrario, no dependerá de las vicisitudes del
caudal y necesidades del obligado ni de las del caudal de quien los recibe.
El alcance de la prestación contractual depende fundamentalmente del acuerdo de las
partes; además, entre el obligado y el alimentista no tiene que mediar relación familiar
alguna.
El cumplimiento de las obligaciones por parte del alimentante puede garantizarse
mediante el recurso de la condición resolutoria expresa o el derecho de hipoteca en el caso
de que los bienes sean registrables.
El incumplimiento de la obligación convencional de alimentos permite al alimentista optar
entre exigir el cumplimiento o la resolución del contrato con inmediata restitución de los
bienes o capital recibidos.
En el supuesto de que se produzca la muerte del obligado a prestar los alimentos, o de
que ocurra cualquier circunstancia grave que impida la pacífica convivencia entre las partes,
cualquiera de ellas podrá pedir que la prestación de alimentos convenida se pague mediante
la pensión actualizable a satisfacer por plazos anticipados que para esos eventos hubiere
sido prevista en el contrato o, de no haber sido prevista, mediante la que se fije
judicialmente.

EXAMEN:
Contenido del contrato de renta vitalicia**

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Derecho Civil II

TEMA 35
CAPITULO 22: EL CONVENIO ARBITRAL

2.- EL CONVENIO ARBITRAL


2.1. C ONCEPTO
La Ley evita hablar en su articulado de “contrato de arbitraje”, utilizando en exclusiva la
expresión “convenio arbitral”, no se puede negar el carácter contractual de dicho convenio.
El convenio arbitral constituye un acuerdo de voluntades de naturaleza contractual cuyo
objeto radica en someter cuestiones litigiosas a la decisión de uno o varios árbitros. Dicho
acuerdo de voluntades podrá adoptar la forma de cláusula incorporada a un contrato o de
acuerdo independiente y deberá expresar la voluntad de las partes de someter a arbitraje
todas o algunas de las controversias que hayan surgido o puedan surgir respecto de una
determinada relación jurídica, contractual o no contractual.

2.2. TIPOS DE ARBITRAJE


El arbitraje puede ser a elección de las partes, de Derecho o en equidad.
Arbitraje de Derecho es el que ha de ser resuelto y fundamentado atendiendo al
conjunto de normas jurídicas aplicables al caso debatido. Los árbitros deben ser
especialistas en Derecho, pues la decisión arbitral ha de ser motivada. Anteriormente se
pedía que fuesen abogados en ejercicio, pero actualmente es suficiente con que sean
juristas, sin necesidad de colegiación en el censo de los abogados en ejercicio.
Arbitraje en equidad, es en el que los árbitros actúan “según su saber y entender”,
resolviendo, pues, la cuestión litigiosa atendiendo a la justicia material del caso concreto
planteado sin necesidad de fundamentar su decisión en norma jurídica alguna.
A partir de la Ley 60/2003, a diferencia de lo que ocurría con anterioridad, el arbitraje se
considera de derecho como regla general “los árbitros sólo decidirán en equidad si las partes
les han autorizado expresamente para ello” (art. 34.1).

2.3. F ORMA DE CELEBRACIÓN


Aunque en leyes anteriores se exigía escritura pública hoy hay libertad de forma,
pudiendo incluirse como una cláusula en el contrato, fax, etc.
1. La antigua Ley de 1953 establecía que el contrato de compromiso debía formalizarse
imperativamente mediante escritura pública.
2. La Ley 36/1998 introduce el principio de libertad formal en el convenio arbitral,
consagración del principio de separabilidad del convenio arbitral accesorio de un
negocio jurídico principal. El convenio arbitral deberá formalizarse por escrito y podrá

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Derecho Civil II

concertarse como cláusula incorporada a un contrato principal o por acuerdo


independiente del mismo.
3. La Ley 60/2003 se pronuncia en términos parecidos, estableciendo que el convenio
arbitral podrá adoptar la forma de cláusula incorporada a un contrato o de acuerdo
independiente. Por lo tanto, basta la constancia por escrito de la voluntad de las
partes de someter una o varias cuestiones determinadas al procedimiento arbitral,
siendo indiferente a efectos de su validez (no a efectos probatorios) que el pacto
arbitral se haya instrumentado en documento privado o en escritura pública.
La Ley de 1998 utilizaba un concepto amplio de “documento”, identificándolo con
cualquier escrito en virtud del cual se pueda acreditar la voluntad de ambas partes de
sujetarse a la decisión arbitral. Actualmente se mencionan varios soportes y medios de
telecomunicación: intercambio de cartas, telegramas, fax, u otros.

2.4. C ONTENIDO
El contenido mínimo del contrato arbitral para que se pueda considerar válido y
vinculante es:
1. Voluntad de las partes de someterse al arbitraje.
2. Determinación de la “relación jurídica” (sea contractual o extracontractual) de la
que, en su caso, resulten las controversias o cuestiones litigiosas a resolver.
Existiendo tales elementos, las partes han de entenderse sujetas al arbitraje, aunque no
existan en el convenio normas ad hoc para la designación de los árbitros o reglas relativas al
procedimiento arbitral, pues si las partes no hubieren pactado nada sobre estos extremos,
se aplicarían las reglas dispositivas establecidas en la Ley 60/2003 en relación al
nombramiento, aceptación, recusación y responsabilidad de los árbitros y la sustanciación
(tramitación) del procedimiento arbitral.

3.- OBJETO DEL ARBITRAJE

3.1. L A RESOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS O CUESTIONES LITIGIOSAS


El objeto propio del arbitraje consiste en el sometimiento a la decisión de los árbitros de
las controversias o cuestiones litigiosas, surgidas o que puedan surgir, sobre materias de
libre disposición conforme a Derecho.
Resulta, por tanto, indiferente que la controversia existente sea presente o futura, pues el
convenio arbitral desarrolla la misma eficacia si se previó antes o después de haber nacido
la controversia entre las partes.

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3.2. Á MBITO MATERIAL DEL ARBITRAJE


Tradicionalmente, se ha considerado que el arbitraje quedaba circunscrito a la resolución
de litigios encuadrables en el Derecho privado, por entender que sólo en las cuestiones
susceptibles de ser reguladas por la autonomía privada podía hacerse dejación del principio
de tutela judicial efectiva.
Pero la Ley 60/2003 identifica como materias susceptibles de arbitraje todas aquellas
sobre las que las partes tengan libre disposición conforme a Derecho.
Las personas interesadas (naturales o jurídicas) pueden someter las cuestiones litigiosas
a arbitraje siempre y cuando tengan reconocida capacidad suficiente y los litigios versen
sobre materias disponibles para la autonomía privada. Por lo tanto, el ámbito material del
arbitraje puede seguir siendo identificado con el Derecho privado, pero también se aplica en
ciertos aspectos regulados por disposiciones de Derecho público.
No es aplicable la Ley de arbitraje a los arbitrajes laborales, que se someten a su re -
gulación propia.
La Ley 11/2011 tiene por objeto también regular el arbitraje institucional en la
Administración General del Estado, y establece que las controversias jurídicas en la
Administración General del Estado y sus organismos públicos deben solventarse recurriendo
al procedimiento establecido por esta Ley.

4.- LOS ÁRBITROS


Han de ser personas naturales que se hallen en el pleno ejercicio de sus derechos civiles,
siempre que no se lo impida la legislación a la que puedan estar sometidos en el ejercicio de
su profesión. En caso de tratarse de arbitraje de Derecho es requisito complementario que
sean juristas.
El colegio arbitral se compone comúnmente por tres personas, designadas o propuestas
una por cada una de las partes y la tercera por consenso o acuerdo de ambas. Sin embargo,
la exigencia legal al respecto es únicamente que el número de árbitros debe ser impar; por
tanto, cabe designar un árbitro único o un colegio arbitral más amplio que el anteriormente
considerado. La Ley 60/2003 establece que “a falta de acuerdo, se designará un solo
árbitro”.
Junto a la designación directa por las partes del árbitro o de los árbitros, caben otros
procedimientos de designación, contemplados igualmente por la Ley. El art. 14 establece en
efecto que “las partes podrán encomendar la administración del arbitraje y la designación de
árbitros a:
a. Corporaciones de derecho público que puedan desempeñar funciones arbitrales,
según sus normas reguladoras, y en particular el Tribunal de Defensa de la
Competencia.

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b. Asociaciones y entidades sin ánimo de lucro en cuyos estatutos se prevean


funciones arbitrales”.
Los árbitros, una vez aceptado el cargo, dentro del plazo de quince días, gozan de
amplias facultades en relación con el procedimiento arbitral y quedan únicamente obligados
a cumplir fielmente su encargo, es decir, dictar el correspondiente laudo, incurriendo, si no
lo hicieren, en responsabilidad por los daños y perjuicios que causen por mala fe, temeridad
o dolo, pudiendo el perjudicado entablar acción directa contra la institución a la que se haya
encomendado el arbitraje.
Salvo algunos arbitrajes, regulados en leyes especiales el arbitraje es retribuido. Los
árbitros podrán exigir a las partes las provisiones de fondos necesarios para atender a los
honorarios y gastos de los árbitros y a los que puedan producirse en la administración del
arbitraje.

5.- EFECTOS DEL ARBITRAJE: EL LAUDO


Una vez concluido el procedimiento arbitral, los árbitros ponen fin a la controversia
mediante una decisión que se denomina laudo. Es una resolución que, una vez firme, tiene
el mismo valor y eficacia que una sentencia, produciendo por tanto efectos de cosa juzgada,
de manera que frente a él sólo cabrá solicitar la revisión conforme a lo establecido en la Ley
de Enjuiciamiento Civil para las sentencias firmes.
El laudo, al igual que las sentencias, debe dictarse por escrito, expresando las
circunstancias personales de los árbitros y de las partes, la fecha y el lugar en que se dicta,
la cuestión sometida a arbitraje, una sucinta relación de las pruebas practicadas, las
alegaciones de las partes y, finalmente, la decisión arbitral, determinando la Ley que, como
regla, el laudo deberá ser motivado.
Además, el laudo debe pronunciarse sobre las costas del arbitraje y los demás gastos
originados en el procedimiento arbitral y, en su caso, los honorarios y gastos de los
defensores de las partes, el coste del servicio prestado por la institución administradora del
arbitraje y los demás gastos originados en el procedimiento.
El laudo debe ser notificado a las partes mediante entrega a cada una de ellas de un
ejemplar firmado por los árbitros, pudiendo también ser protocolizado notarialmente si así lo
solicita y a su costa cualquiera de las partes.
La celeridad del mecanismo arbitral es uno de sus mayores alicientes. El plazo para
adoptar el fallo arbitral, en principio, será fijado por las propias partes que se someten a
arbitraje y no son extraños en la práctica los supuestos en los que el plazo considerado es
extraordinariamente breve, aunque cabe también (en litigios de extraordinaria complejidad)
señalar plazos de una relativa extensión. Si las partes no han señalado plazo alguno, la Ley

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fija con carácter supletorio el de seis meses, pudiendo prorrogarlo los árbitros por un plazo
no superior a dos meses mediante decisión motivada.
En cualquier caso el plazo tiene carácter preclusivo, salvo que antes de haber expirado las
partes concedieran a los árbitros una prórroga, y por tanto, su transcurso sin haberse
dictado el laudo, determina la terminación de las actuaciones arbitrales y el cese de los
árbitros.
Preclusivo: si transcurre sin haberse dictado el laudo, se procederá a la terminación de las
actuaciones arbitrales y al cese de los árbitros, si bien no afectará a la eficacia del convenio
arbitral, que podrá regenerar los efectos que le son propios con independencia de la
responsabilidad en que hubieran podido incurrir los árbitros por incumplimiento de sus
obligaciones dentro de plazo

5.1. L A IMPUGNACIÓN DEL LAUDO


Una vez dictado, el laudo arbitral vincula y sujeta a las partes. La Ley procura restringir al
máximo las posibilidades de impugnación del laudo, otorgando a las partes únicamente dos
vías:
A.- La acción de anulación del laudo
Los motivos de anulación del laudo han de ser tasados y no han de permitir, como regla
general, una revisión de fondo de la decisión de los árbitros. El laudo, aun impugnado, tiene
fuerza ejecutiva.
Requisitos de la acción
 La acción de anulación del laudo habrá de ser interpuesta ante la Audiencia
Provincial del lugar donde se hubiera dictado, dentro del plazo de los dos meses
siguientes a la notificación de aquél.
 Se tramitará por el cauce del juicio verbal.
 La demanda debe presentarse conforme a lo establecido en el art. 399 LEC-2000,
acompañada de los documentos justificativos del convenio arbitral y del laudo, y,
en su caso, conteniendo la proposición de los medios de prueba y los fundamentos
que sirvan para apoyar el motivo o motivos de anulación invocados y proponiendo
la prueba que sea necesaria.
 Para evitar la continua litigiosidad sobre la validez o posible anulación del laudo se
establece que contra la sentencia finalmente dictada por la Audiencia Provincial no
cabrá recurso alguno.
Las causas de anulación se encuentran establecidas en el art. 41 y son taxativas. El
laudo sólo podrá ser anulado cuando la parte que solicita la anulación alegue y pruebe:
a. Que el convenio arbitral no existe o no es válido.

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b. Que no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las


actuaciones arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus
derechos.
c. Que los árbitros han resuelto sobre cuestiones no sometidas a su decisión.
d. Que la designación de los árbitros o el procedimiento arbitral no se han ajustado al
acuerdo entre las partes, salvo que dicho acuerdo fuera contrario a una norma
imperativa de esta Ley, o, a falta de dicho acuerdo, que no se han ajustado a esta
ley.
e. Que los árbitros han resuelto sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje.
f. Que el laudo es contrario al orden público”.
B.- La revisión del laudo
Dada la identidad del laudo con la cosa juzgada, la Ley otorga a las partes la posibilidad
de entablar el recurso de revisión conforme a lo establecido en la legislación procesal para
las sentencias judiciales firmes.
El recurso de la revisión debería ser planteado por aparición de nuevos documentos de
carácter decisivo, fraude, o por falsedad en la emisión del laudo.
Será competente para el conocimiento del recurso de revisión de los laudos la Sala 1ª del
TS.

5.2. L A EJECUCIÓN DEL LAUDO.


Una vez dictado el fallo contenido en el laudo puede ser ejecutado por las partes de forma
voluntaria y sin intervención de autoridad jurisdiccional alguna.
En caso de discrepancia o de resistencia al cumplimiento de lo ordenado en el laudo, si
fuere necesario acudir a la ejecución forzosa, las partes podrán obtenerla del Juez de
Primera Instancia del lugar en que aquél hubiere sido dictado.
En cuanto a la posibilidad de la ejecución en España de los laudos arbitrales extranjeros,
estos se rigen por el Convenio sobre reconocimiento y ejecución de sentencias arbitrales
extranjeras de Nueva York de 1958 y tramitándose conforme al procedimiento procesal civil.

6.- LA GENERALIZACIÓN DEL ARBITRAJE EN LA LEGISLACIÓN CONTEMPORÁNEA


El nuevo clima político y cultural (y, sobre todo, el colapso de los tribunales de justicia)
ha determinado la proliferación de la institución arbitral en numerosas disposiciones
legislativas, por ejemplo:
 En la regulación legal de los derechos de consumidores y usuarios, ya sea
mediante leyes autonómicas en la materia o mediante disposiciones de carácter
general.

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Derecho Civil II

 La ley de ordenación de los transportes terrestres estableció, aunque fue declarado


inconstitucional que “siempre que la cuantía de la controversia no exceda de
500.000 pesetas, las partes someterán al arbitraje de la Juntas cualquier conflicto
que surja en relación con el cumplimiento del contrato, salvo pacto expreso en
contrario”.
 La Ley sobre la contratación y productos agrarios prevé también, sin pacto entre
los interesados, el arbitraje del Ministerio de Agricultura respecto de los acuerdos
interprofesionales y los acuerdos colectivos
 El Real Decreto 1417/2006, de 1 de diciembre, por el que se establece el sistema
arbitral para la resolución de quejas y reclamaciones en materia de igualdad de
oportunidades, no discriminación y accesibilidad por razón de discapacidad.
Contempla la participación de representantes de los sectores interesados, de las
organizaciones de las personas con discapacidad y sus familias, y de las
Administraciones públicas en los órganos de arbitraje, que adoptan la forma de
juntas arbitrales.

EXAMEN:

Tipos de arbitraje
Contenido del convenio arbitral

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TEMA 36
CAPITULO 23: LA FIANZA

1.- EL CONTRATO DE FIANZA

1.1. I DEAS GENERALES : FIANZA SUBSIDIARIA Y FIANZA SOLIDARIA


La fianza es la garantía personal que se constituye al asumir un tercero el compromiso de
responder del cumplimiento de una obligación, si no la cumple el deudor principal,
extendiendo la responsabilidad a su propio patrimonio. Tal aseguramiento tiene lugar
mediante la posibilidad de acudir a otro patrimonio para la efectividad de la obligación: el
patrimonio del fiador.
En tal sentido, expresa el art. 1822.1 CC que por la fianza se obliga uno a pagar o cumplir
por un tercero, en el caso de no hacerlo éste.
La fianza tiene carácter subsidiario: el fiador sólo habrá de afrontar el pago de la
obligación afianzada en caso de que el deudor principal no haya hecho frente a ella. El
acreedor deberá perseguir los bienes propios del deudor principal antes de proceder contra
el fiador.
Aunque el propio Código reconoce la posibilidad de que deudor principal y fiador queden
obligados al pago de forma solidaria. En tal caso, el acreedor, llegado el momento de cobro
de la deuda, puede reclamarla a cualquiera de ellos (deudor y fiador). En este caso se habla
de fianza solidaria, siendo en la práctica más común la fianza solidaria que la subsidiaria.

1.2. R ELACIÓN DE FIANZA Y CONTRATO DE FIANZA


El contrato de fianza, es el acuerdo contractual celebrado entre fiador y acreedor, en cuya
virtud aquél asume la obligación de asegurar el cumplimiento de la obligación del deudor
principal, cuyo conocimiento y consentimiento no son necesarios para la validez del acuerdo.
Pero tampoco existe dificultad alguna para que el deudor principal concurra y forme parte
del contrato de fianza para que el fiador asuma la misma posición en cualquier otro
contrato.
El contrato de fianza no está sometido a regla especial alguna en relación con la forma, ni
tampoco respecto de la capacidad de las partes, pues basta la capacidad general para obli-
garse.
La obligación garantizada puede consistir lo mismo en una obligación presente que en una
deuda futura, cuyo importe no sea aún conocido, en ese caso no se podrá reclamar hasta
que la deuda sea líquida.

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Se requiere que la obligación asegurada sea válida. Las obligaciones anulables, mientras
no hayan sido objeto de impugnación, pueden servir también de base para la constitución de
la fianza.
El contrato de fianza vincula solo al fiador y al acreedor; por ese motivo, para referirnos
al conjunto de posibles relaciones entre deudor principal, fiador y acreedor, se habla de
relación de fianza.

1.3. C ARACTERÍSTICAS DEL CONTRATO DE FIANZA


A. Es un contrato de carácter accesorio, ya que se celebra en función de una obligación
principal válida, cuyo cumplimiento garantiza. El límite máximo de la responsabilidad
del fiador viene marcado por la obligación afianzada.
B. Es consensual, ya que se perfecciona por el mero consentimiento. La fianza no se
presume: debe ser expresa y no puede extenderse a más de lo convenido en ella.
C. Puede ser gratuita u onerosa, aunque lo normal es que sea gratuita, pero será
onerosa en el caso de que el fiador reciba una contraprestación a cambio de afianzar
la obligación ajena.
 En el caso de que la fianza sea de carácter gratuito, estaremos ante un contrato
unilateral, ya que sólo nacen obligaciones a cargo del fiador y a favor del
acreedor, por lo que es suficiente que intervengan en el contrato de fianza estos
dos últimos.
 Es bilateral si el fiador recibe retribución. El fiador recibe una retribución, ya sea
del deudor o del acreedor, pues ambos son beneficiarios de la prestación de la
fianza. Todo ello sin perjuicio de la acción de reembolso y de la subrogación en el
crédito que el fiador tiene cuando haya pagado por el deudor.
D. Se suele considerar un contrato abstracto y no causal, porque la causa por la que
alguien se obliga a pagar por otro es independiente de la relación que surge entre
acreedor y fiador, por una parte, y de la relación entre el deudor y del acreedor, de
otra.

2.- CLASES DE FIANZA

2.1. F IANZA CONVENCIONAL , LEGAL Y JUDICIAL


Atendiendo a su origen, la fianza puede ser convencional, legal y judicial.
Es convencional cuando surge de un contrato de fianza convenido espontáneamente
entre fiador y acreedor o exigido al deudor por el acreedor.

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Es legal o judicial cuando, por disposición de la ley o del Juez, una persona ha de
garantizar el cumplimiento de una determinada obligación mediante la intervención de un
fiador. El fiador deberá tener capacidad general para obligarse y la solvencia patrimonial
requeridas a cualquier fiador.
La disposición legal o la providencia judicial que establezca la necesidad de afianzar o
garantizar el cumplimiento de una determinada obligación no genera por sí misma relación
de fianza alguna, que sólo nacerá cuando otra persona (distinta a la obligada legal o
judicialmente) asuma la posición de fiador.
En muchos casos, aunque en el lenguaje legislativo o en el forense se utilice el término
“fianza”, realmente no se trata del aseguramiento de una obligación por persona distinta al
obligado, sino de entrega de ciertas cantidades de dinero en función de garantía que, en
general, desempeñan el papel de garantía pignoraticia (así, la llamada “fianza arrendaticia”
o la fianza depositada para conseguir la libertad provisional en procesos penales; etc.).

2.2. F IANZA SIMPLE Y SUBFIANZA


Atendiendo el carácter y naturaleza de la obligación garantizada, se distingue entre la
fianza simple y doble o subfianza.
 Fianza simple. Garantiza la obligación principal;
 Fianza doble o subfianza. Garantiza una fianza anterior, es decir, la obligación
del fiador.
La existencia de subfianza supone, pues, que existe un fiador principal y un fiador
secundario o complementario, es decir, “un fiador del fiador”. En la práctica es raro acudir a
semejante mecanismo, pues normalmente el acreedor preferirá imponer el esquema de la
fianza solidaria antes que el procedimiento de fianza sucesiva.
El fiador de un fiador goza del beneficio de excusión, tanto respecto del fiador como del
deudor principal.

2.3. F IANZA INDEFINIDA O ILIMITADA Y FIANZA DEFINIDA O LIMITADA


La distinción se basa en la extensión con que el fiador garantiza la obligación principal
 Fianza indefinida o ilimitada: cuando comprende la obligación principal, las
responsabilidades accesorias de ésta e incluso los gastos del juicio, no solo contra
el fiador, sino también contra el deudor.
 Fianza definida o limitada: cuando se circunscribe a la obligación principal o
parte de la misma concretamente señalada en el pacto o contrato.
La caracterización de una u otra forma de la fianza depende de lo expresado en el
contrato. El CC excluye la existencia de presunciones y establece que la fianza debe ser
expresa por lo que según la doctrina y la jurisprudencia, debe ser escrita.

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El carácter expreso implica que el fiador asume el pago o cumplimiento de la obligación


ajena a través de una declaración de voluntad que no deje dudas sobre su alcance. Doctrina
y jurisprudencia se decantan por una interpretación estricta del contrato de fianza.
En la práctica son más frecuentes los supuestos de fianza indefinida que los de fianza
definida, por ese motivo se identifica la fianza indefinida con la fianza simple.

3.- CONTENIDO DEL CONTRATO DE FIANZA


Al asegurar el fiador personalmente una obligación de otro, surgirá una relación jurídica
entre el propio fiador con el acreedor, además de la que une a aquél con el deudor cuya
obligación garantiza.
Si, además, son dos o más los fiadores de un mismo deudor y por una misma deuda, se
producirá una relación entre estos cofiadores.

4.- LAS RELACIONES ENTRE ACREEDOR Y FIADOR


La obligación principal del fiador consiste en pagar la deuda, si el deudor no la paga, en la
extensión que se haya pactado. Pero como lo habitual es que se establezcan fianzas
indefinidas, la obligación del fiador es responder por la obligación principal, las accesorias,
los gastos del juicio, clausulas penales, intereses moratorios, e incluso de la indemnización
por daños y perjuicios dimanante del incumplimiento de la obligación.

4.1. E L BENEFICIO DE EXCUSIÓN EN LA FIANZA SUBSIDIARIA


En la fianza simple, la obligación del pago a cargo del fiador es subsidiaria.
En la fianza subsidiaria el fiador cuenta con el beneficio de excusión para remarcar que el
acreedor, antes de dirigirse contra el fiador, debe procurar encontrar y perseguir los bienes
de que eventualmente disponga el deudor principal. Es decir, que el deudor tiene derecho a
eludir el pago mientras no se demuestre la insolvencia del deudor, la cual debe ser total y
absoluta.
Aunque parece que la carga de la prueba de la insolvencia corresponde al acreedor
(supondría que el fiador tiene derecho a eludir el pago mientras no se demuestre la
insolvencia del deudor, sin embargo, el art. 1832 CC dice que para que el fiador pueda
aprovecharse del beneficio de la excusión debe oponerlo al acreedor luego que éste le
requiera para el pago, y señalarle bienes del deudor realizables dentro del territorio español
que sean suficientes para cubrir el importe de la deuda.

4.2. L A EXCLUSIÓN DEL BENEFICIO DE EXCUSIÓN

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La subsidiariedad que caracteriza la posición del fiador desaparece en todos aquellos


casos en los que no entra en juego el beneficio de excusión, pues en estos casos el acreedor
puede dirigirse directamente contra el fiador.
La excusión no procede en los siguientes casos:
1. Cuando el fiador haya renunciado a ella expresamente.
2. Cuando se haya obligado solidariamente con el deudor (fianza solidaria).
3. En caso de quiebra o concurso del deudor.
4. Cuando el deudor no pueda ser demandado judicialmente dentro de España.
La renuncia del fiador a la misma o el hecho de haberse constituido la fianza con carácter
solidario arroja la misma consecuencia, ya que el fiador conoce el alcance de su obligación,
que será exigible simultánea, previa o sucesivamente respecto de la obligación del deudor
principal.
Encontrándose el deudor declarado en concurso, es natural que el beneficio de excusión
decaiga, pues el fiador no podrá señalar bienes suficientes del deudor para garantizar la
satisfacción del acreedor.
El 4º punto obedece a razones de orden procesal.
Además se establece que el fiador judicial no puede pedir la excusión de bienes del
deudor principal.

4.3. E L BENEFICIO DE DIVISIÓN EN EL CASO DE COFIANZA


El beneficio de división consiste en que, siendo varios los fiadores de un mismo deudor y
por una misma deuda, la obligación a responder de ella se divide entre todos (art. 1837.1
CC), constituyéndose, pues, la obligación de los fiadores con el carácter de mancomunada.
Por lo que, el acreedor no puede reclamar a cada fiador sino la parte que le corresponda
satisfacer, a menos que se haya estipulado expresamente la solidaridad.
El beneficio de división contra los cofiadores cesa en los mismos casos y por las mismas
causas que el de excusión contra el deudor principal.
En la práctica habitual el beneficio de división entre cofiadores no suele existir, primando
la fianza solidaria.

5.- LAS RELACIONES ENTRE DEUDOR Y FIADOR

5.1 LA LLAMADA RELEVACIÓN DE LA FIANZA


En algunos supuestos, antes de haber pagado, el fiador puede proceder contra el deudor
principal a fin de que éste le releve de la fianza o le garantice el reembolso del pago:
1. Cuando el fiador se ve demandado judicialmente para el pago.
2. En caso de quiebra, concurso o insolvencia del deudor.

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3. Cuando el deudor se ha obligado a relevarle en un plazo determinado y éste ha


vencido.
4. Cuando la deuda es exigible, por haber cumplido el plazo en que debe
satisfacerse.
5. Cuando hubieran transcurrido diez años desde la constitución de la fianza y la
obligación principal no tiene término fijo para su vencimiento, a menos que sea de
tal naturaleza que no puede extinguirse sino en un plazo mayor de 10 años
En todos estos casos la acción del fiador tiende a obtener relevación de la fianza o una
garantía que lo ponga a cubierto de los procedimientos del acreedor y del peligro de
insolvencia en el deudor.
Estos supuestos están referidos exclusivamente a las relaciones internas entre fiador y
deudor y, por tanto, no afectan en modo alguno al acreedor, que podrá reclamar el
cumplimiento de la obligación afianzada al fiador, según el tipo de fianza de que se trate,
bien directamente o bien tras hacer excusión de los bienes del deudor principal.
El deudor no podrá relevar de la fianza por sí mismo al fiador, sin contar con la voluntad
del acreedor. Las previsiones del art. 1843 CC tratan solo de lograr una contragarantía
prestada por el deudor en los casos previstos en este artículo, pero dicha contragarantía es
extraña a las facultades de cobro que el acreedor tiene frente al fiador.

5.2. L A POSICIÓN DEL FIADOR SOLVENS


Si efectivamente el fiador llega a pagar, tiene derecho a reclamar al deudor el reintegro
de lo efectivamente pagado. El CC concede al fiador solvens dos vías, que puede elegir
alternativamente a su voluntad:
1. La denominada acción de reintegro o reembolso. La cual comprende la
indemnización por la cantidad total, los intereses legales, los gastos ocasionados y
los daños y perjuicios. Esta disposición tienen lugar aunque la fianza se haya dado
ignorándolo el deudor.
2. La subrogación legal. El fiador se convierte en acreedor del deudor con respecto a
los derechos que tuviera el acreedor para el cobro del crédito afianzado y que le
permite utilizar al fiador solvens, como subrogado, todas las garantías o derechos
accesorios que correspondían al acreedor, para lograr lo que realmente satisfizo o
pagó el deudor. Si el fiador ha transigido con el acreedor, no puede pedir al deudor
más de lo que realmente haya pagado.

5.3. E L RESARCIMIENTO DEL FIADOR SOLVENS


El fiador solvens cuenta a su favor con ambos tipos de acciones, y él mismo podrá decidir
cuál ejercita, atendiendo a sus propios intereses. En todo caso, procesalmente, conviene

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plantear el ejercicio de una de ellas como pretensión principal y la otra como subsidiaria.
Sea cual sea la vía elegida por el fiador para reclamar el debido resarcimiento del pago
realizado, conviene tener en cuenta las siguientes reglas complementarias.
 Si el fiador paga sin ponerlo en conocimiento del deudor, podrá éste oponerle las
excepciones “que hubiera podido oponer al acreedor al tiempo de hacerse el pago.
El fiador tiene un deber de comunicación al deudor principal de su intención de
realizar el pago, que técnicamente puede configurarse como una carga.
 Si paga cuando el deudor ya lo hizo, se considerará pago de lo indebido y sólo
puede repetir contra el acreedor.
 Si la deuda era a plazo y la paga antes del vencimiento, no puede pedir reembolso
hasta que el plazo venza.

6.- LAS RELACIONES DE LOS COFIADORES ENTRE SÍ


Cuando son dos o más los fiadores de un mismo deudor y de una misma deuda juega
respecto de ellos el llamado beneficio de división. Por tanto, cada uno de ellos responderá de
la parte que le corresponda satisfacer (art. 1837.1 CC).
Pero puede ocurrir, aunque es infrecuente, que pese a existir esta obligación
mancomunada, uno de los fiadores satisfaga el importe íntegro de la deuda. En este el que
de ellos la haya pagado podrá reclamar a cada uno de los otros la parte que
proporcionalmente le corresponda satisfacer.
Si alguno de los fiadores que no ha realizado el pago fuera insolvente, dispone el art.
1844.2 CC que la parte de éste recaerá sobre todos en la misma proporción, es decir, en lo
que proporcionalmente le corresponda satisfacer.
Los demás cofiadores, a los que se reclama su parte en la satisfacción del crédito, podrán
oponerle al cofiador que pagó las mismas excepciones que hubieran podido oponer al
acreedor.

7.- LA FIANZA SOLIDARIA


La fianza solidaria se caracteriza por la inexistencia del beneficio de excusión alguno en
favor del fiador. Por lo que el acreedor puede reclamar el cumplimiento de la obligación
tanto al deudor como al fiador o fiadores solidarios. Hoy en día la fiaza subsidiaria es casi
inexistente, por seguridad de los acreedores.
Varios artículos del CC han suscitado la cuestión de si la fianza solidaria es una
subespecie de las obligaciones solidarias o por el contrario es una subespecie de fianza que
presupone la aplicación primera y principal de las reglas sobre la fianza, complementada con
las reglas propias de las obligaciones solidarias.

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La aplicación preferente de uno u otro conjunto normativo arroja consecuencias prácticas


de importancia.
Doctrinalmente se entiende que se aplican las reglas de las obligaciones solidarias hasta
el momento del pago, para fundamentar la posible reclamación del acreedor al fiador;
mientras que una vez que el fiador ha pagado se aplican las reglas propias de la fianza.

8.- EL AVAL A PRIMER REQUIRIMIENTO


El aval a primer requerimiento consiste en un acuerdo en cuya virtud la entidad garante
(entidad financiera, normalmente) garantiza el cumplimiento de la deuda u obligación del
deudor frente a su acreedor que, así, acaba por convertirse en un beneficiario del aval y
puede requerir el pago correspondiente a la entidad garante, requiriéndola directamente de
pago en caso de producirse la falta de cumplimiento de la obligación garantizada.
Estamos frente a una relación triangular que se caracteriza por acabar formulando una
garantía desligada, distinta, independiente o autónoma del conjunto de obligaciones
inherentes a la relación contractual que originariamente pudiera vincular a las partes
implicadas.
Esta figura nació en Alemania para garantizar operaciones en el exterior o de comercio
internacional. Como garantía atípica, se puede entender fundada en el principio de
autonomía privada.

9.- EXTINCIÓN DEL CONTRATO DE FIANZA


Al ser un contrato o una relación jurídica de carácter accesorio la obligación del fiador se
extingue al mismo tiempo que la del deudor, que es la obligación principal, y por las mismas
causas que las demás obligaciones. Así, además de considerar el pago hecho por el propio
deudor, conviene hacer referencia a la dación en pago hecha por el deudor, a la confusión
que se verifica en la persona del deudor y en la del fiador cuando uno de ellos hereda al
otro, etc.
De otra parte, considera el Código Civil otros supuestos particulares de extinción de la
fianza que se basan en una agravación de la situación del fiador, el cual no puede resultar
perjudicado ni gravado más que a aquello a que se comprometió, y así:
1. La prórroga concedida al deudor por el acreedor sin consentimiento del fiador
extingue la fianza, pues se podría producir insolvencia del deudor en ese tiempo
prorrogado.
2. Los fiadores, aunque sean solidarios, quedan libres de su obligación siempre que,
por algún hecho del acreedor, no queden subrogados en los derechos, hipotecas y
privilegios del mismo.

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EXAMEN:

El contrato de fianza: concepto y caracteres*****


Clases de fianzas
La fianza simple y la subfianza
Las relaciones entre acreedor y fiador: los beneficios de excusión y división**
El beneficio de excusión**
El contrato de fianza: la relación entre el fiador y el deudor
Las relaciones de los cofiadores entre si

RESUMEN DE LOS TEMAS QUE MÁS CAEN

Clasificación de los contratos: reales, consensuales y formales


La condición: concepto y clases
Los contratos a favor de tercero
Las causas de nulidad
La revocación de donaciones
La doble venta
El contrato de mandato: concepto y caracteres
La extinción del mandato
El contrato de fianza: concepto y caracteres
El contrato de fianza: concepto y caracteres

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