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CREACIÒN DE NUEVAS NACIONES.

Los pueblos germánicos venían acosando las fronteras del Imperio romano desde el
siglo I. Eran pueblos nómadas o seminómadas con una sociedad estratificada: nobles,
libres, libertos y esclavos. El rey se elegía entre un miembro de las familias nobles. Los
hombres libres juraban fidelidad personal al jefe, y esta era la base de su poder. El
contacto con los romanos hizo que estos pueblos comenzasen a comerciar y a
civilizarse, y en el siglo II terminaron por confederase para luchar contra los romanos.
Sin embargo, mientras el poder de Roma fue sólido, no supusieron más que una
molestia. Pero a mediados del siglo III la situación política en Roma era caótica; incluso
llegó a haber cuatro emperadores simultáneamente
A partir del siglo IV el Imperio Romano sufrió la presión de una serie de pueblos a los
que denominaban bárbaros. Eran pueblos germánicos del norte de Europa, que hablaban
lenguas emparentadas con el inglés o el alemán, y pueblos de las estepas del este de
Europa y Asia. Todos esos pueblos habían evolucionado y se habían hecho más fuertes
precisamente por su contacto con Roma. A lo largo del siglo V muchos de esos pueblos
bárbaros entraron en el Imperio:
Algunos entraron como invasores, como los suevos, vándalos y alanos que se
establecieron en Hispania.
En una primera instancia los pueblos germanos ingresaron a las fronteras romanas
occidentales en calidad de aliados, debido a que muchas de las tribus provenientes de
oriente estaban asechando estas fronteras, p or lo que, los gobernantes romanos pagaron
un sueldo a los germanos a cambio de ayudarlos a defender sus fronteras de la presión
de otras tribus bárbaras.
Los primeros en asumir la defensa de las fronteras imperiales y actuar como aliados de
los gobernantes romanos fueron los francos, los visigodos y los vándalos.
Finalmente, el Imperio Romano de Occidente se desmoronó a finales del siglo V.
La caída del Imperio Romano de Occidente acabó separando lo que había sido una sola
civilización en tres civilizaciones diferentes.
Con el fin del imperio romano de occidente se comienzan a establecer los nuevos reinos
de raíz germana.
Las tribus bárbaras y su cruce de fronteras, no las hizo independientes de Roma, sino
por el contrario, se hacen parte de ella posterior al colapso imperial.
Con la caída del imperio romano occidental no cae ni su cultura ni sus formas de vida.
Ya en territorio imperial las tribus germanas rompen sus alianzas con los romanos y
comienzan la conformación de reinos soberanos.
Los nuevos reinos germanos en su mayoría formados e instaurados en Europa,
mantienen no solo los territorios romanos sino también su cultura, costumbres,
creencias, leyes e instituciones gubernamentales
Casi toda Europa quedó dividida en una seri e de reinos germánicos, cuyo único
elemento de unión era su obediencia a la Iglesia de Roma.
El sudeste de Europa y el norte de Próximo Oriente permaneció en manos del Imperio
Romano de Oriente, que comenzó a ser conocido como Imperio Bizantino.
El sur de Próximo Oriente, el norte de África y parte de la Península Ibérica acabaron
integrando un nuevo Imperio, el Imperio Islámico, que era el instrumento de una nueva
religión, el Islam.
De esa forma, el Mediterráneo dejó de ser el centro de una civilización y se convirtió en
la frontera entre tres civilizaciones, a menudo en guerra.
Los reinos germánicos fueron creados por las aristocracias guerreras de las sociedades
tribales que invadieron el Imperio. Los invasores se convirtieron en una minoría
dominante sobre los anteriores habitantes romanos. Establecieron leyes diferentes para
los romanos y para los germanos. Los reyes consideraban sus reinos casi como un
patrimonio personal, hasta el punto de que a menudo los dividían entre sus hijos.
Los principales reinos germánicos fueron los siguientes:
 Los vándalos. ocuparon por un tiempo parte de la actual Andalucía. Después
pasaron al norte de África, desde donde dominaron el Mediterráneo occidental
creando una flota naval importante, con ella logra ocupar las islas Baleares,
Córcega, Cerdeña y el occidente de Sicilia. Sus asaltos a las ciudades costeras
son el origen de la palabra vandalismo. Acabaron siendo conquistados por los
bizantinos.

 El reino de los ostrogodos (que significa godos del este) Fueron un pueblo
germánico procedente de la división que sufrieron los godos en el siglo III.
Posteriormente se les unieron otros godos que habían huido de sus tierras a la
llegada de los hunos. En el año 474 fue elegido rey Teodorico, el más conocido
de los monarcas ostrogodos. Hubo varios periodos de guerras entre él y el
emperador Zenón. En el 488, Teodorico invadió Italia y en 493 derrotó y dio
muerte en Adda a Odoacro rey de los hérulos. Tras su muerte en el año 526, la
situación se volvió tan violenta que en el 535 el emperador bizantino Justiniano I
envió a su general Belisario contra los ejércitos ostrogodos en Italia. La
superioridad del ejército bizantino fue la clave para la derrota, exterminio y el
aplastamiento de la resistencia ostrogoda

 El reino de los visigodos (que significa godos del oeste) llegó a dominar todo el
sur de Francia y buena parte de la Península Ibérica. Tras ser expulsados de
Francia por los francos, los visigodos se hicieron fuertes en Hispania y
convirtieron Toledo en su capital. Reyes como Leovigildo lograron ampliar el
dominio al conjunto de la Península, combatiendo contra el Reino Suevo de
Galicia y contra los bizantinos, que se habían apoderado del sudeste de la
Península. Los visigodos pertenecían al principio a una secta cristiana muy
extendida entre los germanos, el arrianismo. Pero para ganarse a la población
hispanorromana se convirtieron al catolicismo. El reino visigodo desapareció
como consecuencia de la invasión musulmana del 711

 El reino de los francos. Dominó buena parte de la actual Francia, de donde


expulsó a los visigodos. Acabó siendo el reino con más futuro de todos los
reinos germánicos. Con el tiempo, el reino de los francos fue el origen del
mayor reino germánico de la Alta Edad Media: el Imperio Carolingio. Lo creó el
rey franco Carlomagno (768-814). El Imperio carolingio llegó a abarcar todo el
noroeste y el centro de Europa, desde Cataluña a Hungría, pasando por el norte
de Italia. Carlomagno convirtió su corte en un gran centro administrativo y
cultural. Gobernó sus extensos territorios confiándolos a condes, marqueses y
duques, títulos que procedían del Bajo Imperio Romano. Estableció un sistema
monetario basado en la moneda de plata que dominó en Europa durante siglos.
Hizo que sus súbditos del norte de Europa se convirtieran al cristianismo. A
cambio, el Papa aceptó reconocerlo como emperador, lo que significaba
reconocerlo como heredero del antiguo Imperio Romano de Occidente y señor
supremo de toda Europa.
Pero el Imperio no duró mucho. El emperador tenía muy pocos medios para mantener
unido un imperio tan grande. Tenía que viajar siempre con su corte de un sitio a otro y
afrontar continuas guerras para asegurarse de ser obedecido en todos lados. Además,
Carlomagno y sus sucesores mantuvieron la costumbre de dividir el gobierno del
imperio como herencia entre los hijos.
Así que en pocos años el Imperio solo existía en teoría. La realidad era una Europa
partida en numerosos reinos. Además, dentro de cada uno de estos reinos el poder acabó
también dividido en numerosos trozos por el nacimiento del feudalismo.
Los reyes germánicos se habían instalado en el Imperio para beneficiarse de las riquezas
de Roma. Así que su principal interés era que la economía siguiera funcionando como
antes. Pero la poca capacidad de organización de los nuevos reinos y las continuas
guerras aceleraron la decadencia de la economía. Las relaciones comerciales se hicieron
más escasas. Numerosos oficios, artes y técnicas se perdieron, al no tener una demanda
que justificara su aprendizaje. La economía se hizo más rural. Casi toda la población
explotaba el campo no para comerciar, sino para el consumo propio y para pagar los
impuestos y rentas. Las ciudades prácticamente desaparecieron, ya que no había
actividades económicas ni necesidades políticas que justificaran su mantenimiento.
La sociedad se fue haciendo cada vez más cerrada: la posición social que ocupabas al
nacer era probablemente la que ocuparías al morir. Sobre una mayoría de campesinos,
se imponía una minoría de guerreros, ricos propietarios y miembros de la Iglesia.
En medio de toda esta fragmentación política y de retroceso cultural solo hubo una
institución capaz de mantener una mínima unidad en todo el antiguo territorio romano:
la Iglesia. Los reyes germánicos se dieron cuenta de la fuerza que tenía y reconocieron
su obediencia espiritual a ella. La Iglesia mantuvo viva la cultura en sus escuelas y
monasterios, donde se copiaban a mano las obras de la Antigüedad, gracias a lo cual
muchas se han preservado hasta el presente. Proporcionó personal preparado a los
reinos germánicos, cuyos líderes solo estaban especializados en la guerra. Como
consecuencia, la Iglesia aumentó su poder y su riqueza y controló la cultura y la
mentalidad de toda la Europa medieval.

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