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El siguiente recurso fue tomado por el profesor José W. Tavares A.

de las fuentes:

Graue Russek, Ana Luisa (2009) Fundamentos de Economía,


México, Primera Edición PEARSON EDUCACIÓN,

(Consulta 7/mayo/201) http://www.econlink.com.ar/economia-


neoclasica©www.econlink.com.ar y www.biografiasyvidas.com/mo
nografia/marx/marxismo.htm.

La Economía Neoclásica

Alrededor de 1870, luego de un período en el que el análisis


clásico dominó la escena del pensamiento económico,
comenzó a gestarse una nueva corriente que daría un
nuevo y fuerte impulso al análisis en economía. La
economía neoclásica modificó profundamente a la ciencia
económica, su influencia fue
enorme y decisiva para la
formación actual del
pensamiento económico y
también para el desarrollo de
las políticas económicas de los
gobiernos.

(Consulta:26/2/2013),http://blogcategorymanagement.com/tag/economia-
emocional/

Repasemos brevemente sus principales aportes teóricos.


Partiendo de una nueva teoría del valor, llegan a una nueva
teoría de formación de precios y de la distribución de la
renta. En estos tres aspectos, sus conclusiones se oponen a
la teoría clásica, que era la predominante en esa época.

Con respecto a la teoría del valor, los economistas clásicos


consideraron como fuente del valor al coste de producción.
Los neoclásicos, tuvieron en cuenta que el valor de un bien
depende de la utilidad que brinda el bien en cuestión a las
personas, y de la escases del bien en cuestión. Existe una
paradoja del valor que se pregunta por qué el agua, que
brinda gran utilidad, tiene tan escaso valor en relación a los
diamantes. La economía neoclásica resuelve esta paradoja
indicando que no se debe considerar la utilidad brindada
por el stock de agua en su conjunto, sino la utilidad
variable de las unidades de ese stock a medida que se va
consumiendo. Así, el valor del agua es tan bajo, debido que
su stock era tan grande que para las últimas unidades la
utilidad era muy baja. Si el agua fuese muy escasa (por
ejemplo si estuviésemos a punto de morir de sed en un
desierto), la utilidad de las últimas unidades de agua sería
muy elevada, en este caso, su valor va a ser
probablemente más elevado que el valor de los diamantes.

En relación a la formación de los precios y la distribución de


la renta, hasta la aparición de la economía neoclásica era
usual concebir a las categorías de ingresos como resultados
de un proceso histórico. Se concebían tres categorías de
factores de producción: tierra, trabajo y capital, y cada uno
de estos factores tenía una categoría de renta: renta de la
tierra, interés del capital y salario por el trabajo. Los
neoclásicos consideraron a estas rentas como precios de los
factores de producción, y los analizaron de acuerdo a las
leyes de oferta y demanda. Es decir que dejan de ser
elementos institucionales vinculados a un régimen jurídico
en particular, porque esos precios son el resultado de la
interacción entre la oferta y la demanda, lo que implica que
no dependen del régimen económico.

Con la economía neoclásica cobró impulso una forma de


investigación muy utilizada hasta nuestros tiempos, que
consiste en la utilización de supuestos y la construcción de
modelos, que son simplificaciones abstractas de la realidad.
Los neoclásicos estudiaron el comportamiento de las
personas bajo situaciones perfectamente caracterizadas,
como la competencia perfecta o el monopolio. Estos
economistas no ignoraban que estas situaciones era
hipotéticas. Consideraron que para estudiar fenómenos
complejos, era necesario partir de situaciones simples que
les permitan aislar y estudiar ciertos fenómenos en forma
individual, para luego ir analizando situaciones más
complejas y cercanas a la realidad. Algunos supuestos
importantes en los que se basan sus modelos es la
concepción de un individuo racional y guiado
exclusivamente por principios hedonistas.
Grandes Economistas del Pensamiento Neoclásico
Los principales protagonistas del surgimiento de la
economía neoclásica trabajaron en la misma época pero en
forma aislada. Fueron influenciados por algunos trabajos
precursores y sus pensamientos tienen grandes y
sorprendentes similitudes. Fueron muy influyentes y dieron
nacimiento a la economía neoclásica. Ellos son Carl Menger,
que trabajó en Austria, Stanley Jevons, que trabajó en
Inglaterra, y Léon Walras, que trabajó en Francia.

Un gran contribuyente a la economía neoclásica fue Alfred


Marshall, que elaboró una elaborada síntesis y excelente
representación del pensamiento de estos autores.

Si bien Menger, Jevons y Walras son considerados los


primeros grandes representantes de la economía
neoclásica, tienen diferencias entre sí, y cada uno de ellos
dará lugar a posteriores "discípulos" que se pueden agrupar
en diferentes subescuelas, entre los cuales podemos
mencionar a Eugen von Böhm-Bawerk, Friedrich von
Wieser, Wicksell, Von Mises (influenciados más por la
escuela austríaca), Pareto (influenciado más por Walras). Si
bien la mayoría de estos economistas contribuyeron al
análisis neoclásico, también tomaron elementos de otras
corrientes y no necesariamente coinciden entre sí o con el
marco general de la economía neoclásica.

Así, la economía neoclásica fue mejorando con el pasar de


las generaciones de economistas, logrando realizar análisis
cada vez más fecundos y sólidos desde el punto de vista
teórico. Por ejemplo, la economía neoclásica termina
rechazando la psicología exclusivamente hedonista del
individuo. (James, pp 256). También introdujeron
nuevamente el coste como elemento de valor.
La economía neoclásica fue decisiva en la formación de la
economía moderna: todos los economistas actuales se
encuentran profundamente influenciados por la economía
neoclásica. La mayor parte de lo que sé que se enseña a
nivel de grado en las universidades proviene de la
economía neoclásica.
Algunas críticas a la economía neoclásica
Entre las críticas a la economía neoclásica se puede
mencionar que su análisis suele ser exclusivamente
estático, es decir, que no tienen en cuenta el elemento
tiempo. Sus modelos tienden a observar una situación
inicial y una final (equilibrio), junto con elementos que
impulsan el cambio de una situación a la otra, pero no
tienen en cuenta que el equilibrio no se alcanza
inmediatamente, que el mismo puede ser inestable, o bien
que debido a situaciones relacionadas con la dinámica, el
mismo puede que nunca se alcance.

Otra crítica es que se fundamentan casi exclusivamente en


el análisis de la psicología individual, sin tener en cuenta la
interdependencia que se puede producir entre los
individuos al formar parte de grupos o agregados más
grandes, que introducen elementos que influyen en su
comportamiento, o bien que los agregados tienen un
comportamiento que difiere de la suma del comportamiento
de sus individuos.

También descuidaron el estudio del marco institucional en


el que se desarrolla la actividad económica.

Debido a sus supuestos de racionalidad, o "homo


economicus", descuidaron el estudio del papel del dinero en
la economía, considerándolo "neutral". (James pp 621).

Karl Marx:

Aunque se hable de marxismo para referirse a las doctrinas


de Marx, no puede olvidarse que el propio Marx declaró en
una ocasión no ser marxista, lo cual significaba la negativa
a que su pensamiento fuera considerado dogma y se le
encerrara en estrecheces escolásticas. Además, en las
diversas fases de su evolución intelectual mantuvo la
necesidad de atenerse a las situaciones concretas contra la
tentación de forjar puras abstracciones intemporales.

No sólo entre marxistas y no-marxistas, sino entre los


mismos marxistas, se discute bajo cuál de estos
significados puede ser considerado más propiamente el
marxismo. Todos los marxistas se basan, evidentemente,
en las teorías de Marx, pero el hecho de que se vean
obligados a reivindicar en cada caso la comprensión
correcta y la interpretación adecuada de las doctrinas del
Marx original demuestra el escaso compromiso dogmático
de éste. De ahí que haya que distinguir entre el marxismo
en sus diferentes expresiones y variantes (marxismo) y la
doctrina misma de Marx (marxiana), aunque el significado
de "marxismo" no pueda menos de estar relacionado con la
producción teórica y la acción práctico-política de Carlos
Marx.

El problema es que la obra de Marx ha sido entendida de


modo diverso según se haya visto en ella una concepción
del mundo, una filosofía, una antropología filosófica, una
ciencia, específicamente una sociología, un modo de
explicar y cambiar la historia, una serie de normas para la
acción política que deben variarse de acuerdo con las
circunstancias históricas, una ideología, etc. Esta diversidad
de visiones hace difícil justificar la opción unilateral por una
de las alternativas indicadas.

El problema se complica más todavía cuando se tiene en


cuenta que a lo largo de su vida se fueron dando cambios
en los propios intereses intelectuales de Marx que plantean
la cuestión de la continuidad y discontinuidad de su propio
pensamiento. Para algunos intérpretes, en los comienzos de
su producción intelectual, Marx trabajaría dentro de cauces
considerados como filosóficos, pero sus intereses
específicamente filosóficos irían disminuyendo, o
atenuándose, en beneficio de sus intereses sociológicos,
políticos y económicos, que culminarían en el Marx maduro
con la construcción de una ciencia (Althusser).

La oposición entre un Marx maduro y un Marx joven ha


dividido a los intérpretes; unos destacan la importancia del
Marx humanista frente al Marx economista y sociólogo, y
otros lo contrario. Algunos, en cambio, han subrayado la
continuidad del pensamiento de Marx, que parece haberse
demostrado con el eslabón perdido de los Grundrisse de
1857-1858. No obstante, aun admitidas las diferencias
entre los dos Marx, se constata la actitud constante de
Marx en su firme convicción socialista y comunista. En la
medida en que Marx trató de dar una explicación de los
cambios sociales, su pensamiento sería de carácter
sociológico. El problema es entonces saber si la sociología
de Marx equivale o no a una ciencia social objetiva. Quienes
admiten este carácter subrayan el aspecto científico del
marxismo. Sin embargo quienes lo niegan (Lukacs)
destacan el carácter fundamentalmente "partidista" del
marxismo, interpretándolo no como una sociología
científica, sino como la filosofía social de la clase
trabajadora y, por tanto, como su ideología propia,
desenmascaradora de todas las demás ideologías.

El marxismo como filosofía

En sentido filosófico el marxismo puede entenderse como


una crítica de la filosofía idealista (Hegel) y del
materialismo mecanicista (Feuerbach). La crítica de Marx a
la filosofía, que se realiza de modo especial en La ideología
alemana, aunque lo esencial ya lo había escrito Marx en la
Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel,
tuvo como principal interlocutor a Hegel, ya que Hegel
significaba la expresión más madura y modélica de lo que
la filosofía era como "interpretación" de la realidad,
conteniendo al mismo tiempo los gérmenes para una
transformación de la filosofía, y porque en Hegel tenía lugar
la consumación teórica e ideológica del mundo cristiano-
burgués.
El derrumbamiento del sistema hegeliano vendría a
significar el derrumbamiento de la concepción cristiano-
burguesa del mundo. Entendiendo por filosofía lo que la
"conciencia filosófica anterior" entendió por filosofía, el
marxismo lleva a cabo una dura crítica de la "filosofía como
filosofía" proclamando su desaparición tras su superación.
"La filosofía como filosofía" es conceptuada como una
ideología cuya necesidad ha sido histórica, pero que de
eliminarse su fundamento real, "la miseria social", ya no
será necesaria.

A pesar de todo, el marxismo puede ser considerado en


Marx como una filosofía en sentido tradicional, en cuanto
que su crítica contenía los gérmenes de una ontología y de
una concepción del mundo que se proponía llevar a cabo
una clarificación racional de la conciencia, encerraba una
cultura y dilucidaba el lugar que debe ocupar el hombre en
el mundo.

El marxismo como ciencia

En sentido económico-sociológico, el marxismo pretende


ser una teoría de la realidad social, más en concreto de la
sociedad burguesa capitalista, una crítica y alternativa a la
economía política inglesa (Ricardo, Quesnay, Adam Smith),
una "macrosociología" y una ciencia de la historia. La
atención prestada a la explicación de la génesis, descripción
de la estructura y crítica de la sociedad capitalista, y la
predicción del derrumbamiento de esta sociedad, víctima de
sus crisis internas y de la fuerza revolucionaria del
proletariado, parecen hacer de Marx fundamentalmente un
economista y un sociólogo.

La aportación fundamental de Marx a la economía política


se encuentra en su obra El capital. Marx demostró el
carácter histórico de los modos de producción y de las leyes
que rigen su funcionamiento rompiendo con la concepción a
histórica de los economistas clásicos y de sus leyes
económicas.

La complejidad de la doctrina económica de Marx puede


resumirse en seis rasgos primordiales: 1º) La idea de que
los productos lanzados al mercado tienen un precio. 2º) La
idea de que para obtener esos productos se usa el trabajo
de los asalariados, trabajo al que se da asimismo precio,
convirtiéndose en mercancía. 3º) La idea de que lo
producido por el asalariado tiene un valor superior al salario
recibido por el trabajador, y ello aun descontando los
costos de producción, distribución, etc. Este plus en
cuestión es la plusvalía, que es arrebatada al trabajador por
el capitalista. 4º) La idea de que tanto el progreso técnico
como las necesidades de competencia obligan a los
capitalistas a formar grandes monopolios, destruyendo este
modo las empresas pequeñas y la clase social (pequeña
burguesía) poseedora de estas empresas. 5º) La idea de
que hay crisis inevitables en el mercado capitalista (crisis
de superproducción, por ejemplo) y que estas crisis
producen conflictos (incluyendo guerras) en el curso de los
cuales el capitalismo se autodestruye. 6º) La idea de que la
cantidad de proletarios y desposeídos aumenta a medida
que la cantidad de capitalistas y opresores disminuye.

Una interpretación cientificista de Marx ha visto en su


doctrina una teoría puramente científica (económica,
histórica y sociológica). Convencidos de que Marx, en el
curso de su labor investigadora, evolucionó desde la
filosofía hasta la ciencia, los defensores de esta
interpretación sólo conceden a la obra de juventud de Marx
un interés puramente histórico y concentran toda su
atención en sus realizaciones de madurez, sobre todo en El
capital. Esta interpretación del marxismo fue hecha ya a
finales del siglo XIX por los teóricos principales del llamado
"marxismo ortodoxo" (Kautsky, Plechanov, Hilferding) al
presentar un marxismo, "en indicativo", como una ciencia
objetiva no interesada en ningún juicio de valor. Dentro del
movimiento comunista, esta interpretación "cientificista" del
marxismo hizo sentir su influencia en la versión que le dio
la escuela mecanicista, por lo menos hasta 1929.

Pero fue Louis Althusser quien, especialmente en su obra La


revolución teórica de Marx, se acercó a la visión
"cientificista", aunque no se identificara con ella. Althusser
estableció una oposición entre la obra de juventud de Marx
y su obra de madurez: entre ambas existiría una "ruptura
epistemológica", concepto que Althusser tomó de
Bachelard, entendido como el paso de una problemática
precientífica, mezclada todavía con ideología, a una
problemática auténticamente científica.

El paso de la ideología a la ciencia no significaría, sin


embargo, una negación de la filosofía. Cuando en 1845
Marx rompió con el discurso ideológico de su juventud,
había fundado ya, dice Althusser, una ciencia nueva: el
materialismo histórico; pero, a la vez, una filosofía: el
materialismo dialéctico; y esto en un solo movimiento. El
objeto del materialismo histórico era la sociedad; el objeto
del materialismo dialéctico era el conocimiento científico. El
capital, que fue la obra más significativa de Marx, tiene a la
vez un significado científico y un significado filosófico. Por
un lado, fundamenta la ciencia de la economía, es decir, la
ciencia de un determinado sector de la sociedad, y por otro,
presenta una nueva concepción del conocimiento.

Es aquí donde radicaría para Althusser el más genuino


sentido de la filosofía de Marx, que se encontraría en el
polo opuesto del humanismo y del historicismo, que
dominaban su obra de juventud. Althusser, al sostener la
existencia de una ruptura epistemológica entre el primer
Marx filósofo y el segundo Marx científico, ha destacado el
carácter estructuralista de este pensamiento como
explicación de las estructuras fundamentales de la sociedad
humana. El descubrimiento de estas estructuras haría
posible comprender las estructuras superficiales y más
visibles no sólo en una determinada fase de la historia, sino
en toda la historia humana.

No obstante, hay que reconocer, con Ferrater Mora, que


aunque pueda haber diferencias entre los "dos Marx", los
intereses del Marx maduro de la Crítica de la economía
política y de El capital no parecen ajenos a los del joven
Marx, especialmente el de Manuscritos económicos y
filosóficos de 1844, cuando menos en la medida en que en
éste se desarrolla también un esfuerzo por comprender la
alienación real que caracteriza el trabajo desde el momento
en que cesa de funcionar el comunismo primitivo. Además,
la estrecha relación entre teoría y práctica y la decidida
negación de un abismo entre hechos y valores constituyen
supuestos que parecen constantes en todas las fases del
pensamiento de Marx.

El marxismo como praxis revolucionaria

En sentido político, el marxismo significa una crítica a la


acción política del socialismo utópico francés (Fourier y
Proudhon, Saint-Simón, etc.) y una praxis revolucionaria
(socialismo científico) encaminada a la transformación de la
realidad y de la estructura económica social. En realidad,
éste es el gran objetivo que persigue toda la formulación
teórica del marxismo desde los primeros hasta los últimos
escritos: "los filósofos se han limitado a interpretar
variamente el mundo; pero lo que importa es
transformarlo", escribió Marx. La teoría marxista, por tanto,
logra su suprema concreción allí donde se proyecta en una
acción histórica. La praxis revolucionaria, concebida desde
un principio como un doloroso proceso de aprendizaje,
debía estar abierta a una revisión permanente y a una
concreción renovada.

El marxismo, como la teoría de una praxis que se ha


articulado a partir de la problemática de la sociedad
burguesa moderna y de su civilización industrial, aparece
como un intento, sobre todo práctico, por resolver esa
problemática de un modo reflexivo y teórico en una
determinada dirección. El interés práctico, que en el ámbito
teórico actúa como conductor del conocimiento, se expresa
en el problema de cómo es posible liberar la creciente
productividad del trabajo industrial de las cadenas y de los
efectos destructivos que de suyo tiene en su forma de
organización capitalista.

El movimiento práctico, mediante el cual se realiza este


interés, está concebido en el marxismo como un proceso de
autodefensa y autoliberación de aquellos que sufren los
efectos negativos de la sociedad burguesa, como
emancipación de las clases trabajadoras de las clases
poseedoras. Las clases trabajadoras están resumidas bajo
el nombre de "proletariado", y el sector que determina el
carácter de este movimiento es la mano de obra industrial.
El objetivo de este movimiento es la apropiación de los
medios de producción modernos por los productores
inmediatos. La expropiación de los medios de producción es
un momento esencial de esta apropiación, que conduce a
una sociedad sin clases en la medida en que se convierta
en una apropiación universal, es decir, en la medida en que
suprima las limitaciones de la división actual del trabajo y
distribuya a cada individuo una cantidad de fuerza de
producción.

Marx en Londres (1875)

Esta orientación marcadamente práctica del marxismo es la


que estaría presente en las interpretaciones de Karl
Vorlander, quien sostiene la idea de que el socialismo no
puede desligarse de exigencias. Pone de relieve la
inspiración de carácter ético de toda la obra de Marx, obvia
en los escritos de juventud, pero también presente en El
capital. La misma tesis fue defendida por Maximiliano Rubel
en su obra Karl Marx. Essai de biographie intellectuelle
(1957). Según esto, en la obra de Marx no habría ningún
paso de un punto de vista ideológico a una posición
científica, sino que, más bien, toda ella se encontraría
marcada por la dualidad entre una ciencia objetiva y una
ética revolucionaria. "Como método objetivo de
investigación, el materialismo histórico se ocupa
esencialmente del análisis de los hechos históricos, cuya
conexión establece ajustándose rigurosamente a un tipo de
precisión de carácter científico; como doctrina ética trata de
formular los principios que tienen que dirigir la actividad de
la clase proletaria para conseguir la liberación y para
organizar una sociedad completamente humana".
El significado más apropiado, por tanto, para designar de
un modo general lo "marxiano" sería considerar la teoría y
la práctica de Marx como un humanismo real,
revolucionario y militante, como teoría de una praxis de la
emancipación humana dentro de una civilización industrial
internacional convertida en una unidad. El marxismo, en
cambio, no habría sido creación del propio Marx, es decir,
no representaría la suma de las opiniones de Marx, sino el
complejo producto histórico de las interpretaciones de las
teorías de Marx. Como filosofía universal de base
materialista, comenzó donde Marx terminó, es decir,
creando un sistema cerrado en sí mismo, de intuiciones
filosóficas, económicas y sociopolíticas

John Maynard Keynes

Economista inglés (Cambridge, 1883 - Firle, Sussex, 1946).


Recibió una educación de elite en Eton y Cambridge,
orientándose hacia la economía por consejo de su maestro,
Alfred Marshall. Tras un breve periodo trabajando en el
servicio administrativo británico para la India, en 1909
entró como profesor en el King’s College de Cambridge,
donde enseñaría economía hasta su muerte. Fue un
hombre de vasta cultura, un humanista erudito y de prosa
exquisita, gran orador, contertulio y mecenas de
intelectuales y artistas; pero también fue un hombre de
mundo interesado por los asuntos políticos y por la
economía práctica, dedicando parte de su tiempo a
negocios ajenos y propios con los que llegaría a hacerse
millonario.

Todos sus escritos económicos fueron respuesta a


problemas acuciantes de la economía de su tiempo. Así,
como fruto de su trabajo en la Administración colonial,
escribió La moneda india y las finanzas (1913). Las
consecuencias económicas de la paz (1919) fue resultado
de su participación como representante del Tesoro en la
delegación británica enviada a negociar el Tratado de
Versalles después de la derrota de Alemania en la Primera
Guerra Mundial (1914-18); Keynes dimitió de aquel cargo
para mostrar su desacuerdo con las duras condiciones
impuestas a los vencidos y escribió este libro para
argumentar que tales condiciones, fruto de un espíritu de
venganza, serían imposibles de cumplir y conducirían a la
ruina económica de Alemania, con graves consecuencias
para el resto del mundo.

Desgraciadamente, el tiempo demostró que sus previsiones


eran acertadas, y Keynes volvió sobre el tema en Una
revisión del tratado (1922). Las cuestiones monetarias
siguieron atrayendo su atención en el Tratado sobre la
reforma monetaria (1923) y el Tratado sobre el dinero
(1930), en donde criticó respectivamente la adhesión al
patrón oro y la teoría cuantitativa de la moneda.

Pero su obra decisiva fue la Teoría general de la ocupación,


el interés y el dinero (1936), con la que dio una respuesta
definitiva a la grave depresión económica desencadenada
en todo el mundo a partir del crash de la Bolsa de Nueva
York de 1929. Retomando intuiciones olvidadas de los
teóricos del subconsumo (como Malthus), Keynes indicó
que la causa de la crisis era la insuficiencia de la demanda,
debida a la creciente propensión marginal al ahorro de las
sociedades desarrolladas (esto es: que a medida que
aumenta la renta, es mayor la parte de ésta que se destina
al ahorro y menor la que se dedica al consumo, con lo que
una parte de la producción no encuentra comprador).

En su opinión, el desempleo así originado no podía


remediarse únicamente con medidas monetarias. La
debilidad del consumo privado sólo podía remediarse
incrementando el gasto público en periodos de recesión,
haciendo que el Estado incurriera en un déficit para crear
demanda adicional. La importancia de los puntos de vista
contenidos en aquel libro fue tal que fundó toda una rama
de la teoría económica moderna, la macroeconomía,
dedicada a explorar las relaciones entre los grandes
agregados de la renta nacional.
Tras vencer las resistencias conservadoras de la ortodoxia
liberal, la «revolución keynesiana» fue penetrando en el
mundo académico y en las políticas económicas de los
países: influyó quizá sobre el New Deal de Franklin D.
Roosevelt, pero fue sobre todo después de la Segunda
Guerra Mundial (1939-45) cuando se extendió como una
nueva ortodoxia, determinando las políticas económicas de
todo el mundo occidental durante más de tres décadas de
crecimiento sostenido. Los partidos conservadores y
liberales se sumaron a esta política capaz de devolver la
estabilidad al sistema capitalista después de los sobresaltos
del periodo de Entreguerras; e incluso los socialdemócratas
la aceptaron con entusiasmo, en la medida en que
justificaba la intervención del Estado en la economía y el
crecimiento del sector público.

El prestigio alcanzado por Keynes fue tal que el rey Jorge


VI le nombró barón en 1942, ingresando en la Cámara de
los Lores. Al final de su vida ejerció una influencia directa
sobre la política económica de su país como director del
Banco de Inglaterra y asesor del ministro del Tesoro. En
1944 presidió la delegación británica en la Conferencia de
Breton Woods, donde contribuyó a dar forma al Fondo
Monetario Internacional.

El Estructuralismo Latinoamericano - Desarrollo


Sin lugar a dudas, la representación más objetiva de la
realidad de las economías subdesarrolladas, provino del
Estructuralismo Latinoamericano, liderado por Raúl Prebisch
y demás colaboradores de CEPAL, que constituyó el primer
gran esfuerzo teórico por interpretar las causas de la
situación económica y social en la región y sus perspectivas
de transformación dentro de los marcos del propio sistema
capitalista. El desarrollo hacia dentro ocupó un lugar
relevante en tal esfuerzo.

El aporte de la corriente estructuralista radicó en concebir


al desarrollo y al subdesarrollo de América Latina, no como
una etapa en la senda universal concebida por Rostow, sino
como parte de un proceso global y único, además de
distinguir que las desigualdades entre el centro y la
periferia se producían a través del comercio internacional.

Neoliberalismo
Desde finales de la década de los años 70 y en lo adelante,
América Latina sirvió de escenario para un nuevo cambio
de paradigma, el nuevo liberalismo se convirtió
progresivamente en la política económica dominante.

El neoliberalismo como doctrina ha generado un sin número


de conceptos ya sea como ideología política, filosófica o
antropológica. En materia de teoría económica, el
neoliberalismo se define como propuesta que enaltece la
competencia capitalista y asume que su despliegue asegura
las mejores condiciones de evolución de las fuerzas
productivas. La libre competencia es presentada como el
estado ideal de la economía, por lo que la acción del Estado
debe estar encaminada a la defensa de los derechos de
propiedad, de manera que quede excluida la posibilidad de
prácticas de competencia desleal. Incluso llegan a asumir
que pueden adoptarse un conjunto de medidas capaces de
enfrentar la presencia de monopolios, afirmación que solo
los más ingenuos son capaces de creer. Supone, además, la
defensa (incluso jurídica) de la alta competitividad de los
mercados, del libre comercio internacional y de la libertad
de contratación del trabajo y la libre movilidad de los
factores de la producción.

MONETARISMO:

Teoría formulada por Milton Friedman en la década del ‘60


(Universidad del Chicago). Se basa en el liberalismo y es una
reacción al Keynesianismo. Su preocupación máxima es la
inflación la cual, dice Friedman, es un problema estrictamente
monetario.
La inflación se produce, según el monetarismo, porque hay más
dinero en circulación (en la calle, en manos de la gente) del que
debería haber de acuerdo a las reservas del Banco Central y a la
actividad económica en general. Por ejemplo: Si existen reservas
por 10.000 millones de dólares, la cantidad de dinero circulante
por el país en pesos no debería superar tal cifra. Si hay más, ese
dinero no tiene respaldo y vale menos.

Para evitar que exista más dinero circulante que las reservas,
propone que la oferta monetaria crezca un porcentaje fijo,
constante e inamovible, que sea bajo para evitar la inflación
pero que se ajuste al crecimiento del país a largo plazo (ya que
no se puede controlar la circulación monetaria día por día de
acuerdo a la actividad económica real).

Además, el monetarismo sostiene que se debe eliminar el


déficit público (es cuando un gobierno gasta más dinero del que
recauda por impuestos) y evitar, con una buena legislación, a los
monopolios, oligopolios y a los sindicatos porque interfieren en el
funcionamiento del mercado de trabajo (que debe ser libre y sin
intervención estatal).

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