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Atenas fue pionera en un proceso que poco a poco iría afectando a la mayoría
de las polis: la decadencia de la monarquía. En una ciudad pequeña y austera,
un rey no era muy diferente de otros nobles ni podía acumular mucha
autoridad. Esto facilitó la experimentación de formas de gobierno alternativas.
Atenas carecía de rey desde hacía mucho tiempo. Según la última tradición, su
último rey fue Clodro, que en tiempos de las invasiones dorias luchó por
mantener libre a Atenas. Un oráculo predijo que vencería aquel ejército cuyo
rey muriese primero, por lo que Clodro decidió dar su vida para que Atenas
siguiera siendo jónica. Los atenienses decidieron que un rey tan bueno no
podía tener sucesor, pues ninguno estaría a su altura. A partir de entonces
Atenas fue gobernada por un Arconte, (que en griego significa algo así como
"presidente"). Al principio el cargo era vitalicio y pasaba de padre a hijo a
partir de los descendientes de Clodro (o sea, el arconte era un rey), pero luego
se estipuló una duración de diez años para el arcontado, así como que éste no
tenía por qué pasar necesariamente de padres a hijos, pero sí conservarse
dentro de la nobleza. Evidentemente la historia del origen del arcontado es
falsa, pero lo cierto es que de un modo u otro Atenas había pasado a un
sistema de gobierno diferente de la monarquía usual.
El mismo año en que murió Ezequías surgió un nuevo reino en Asia Menor.
Se trataba del reino de Lidia. Los lidios eran una tribu que había estado bajo
el dominio frigio y que lucharon junto a ellos contra los cimerios. Ahora
habían encontrado un general capaz llamado Giges, que fundó el nuevo reino
y continuó la lucha contra los nómadas invasores.
El rey asirio tomó medidas para que su propia sucesión no pusiera en peligro
el poder asirio, como había ocurrido con las sucesiones precedentes. Tenía dos
hijos adultos y no estaba dispuesto a pasar por traiciones o intentos de
asesinato que pudieran terminar en una guerra civil. Eligió a su hijo menor
como sucesor y obligó a toda la nobleza a jurarle fidelidad como futuro rey. A
su hijo mayor lo nombró virrey de Babilonia.
Entre tanto Roma se vio enfrentada a la que hasta entonces era considerada la
mayor potencia del Lacio: la ciudad de Alba Longa. Los detalles están
envueltos en la leyenda. Según los historiadores romanos Roma y Alba
convinieron en sustituir una eventual batalla por un duelo de tres hombres
contra tres hombres, con el compromiso de acatar los resultados. Los romanos
eligieron a tres hermanos de la familia de los Horacios, mientras que los
albanos escogieron a tres hermanos de la familia de los Curiacios. Dos de los
Horacios murieron, pero el tercero echó a correr y fue perseguido por los
otros. Entonces se detuvo y luchó con ellos uno a uno, a medida que llegaban
a él, y los mató a los tres. Alba aceptó el resultado, pero poco después
aprovechó una ocasión para rebelarse, con lo que en 665 fue tomada y
destruida por Roma. En resumen, que Roma acabó de un modo u otro con la
hegemonía albana y se inventó una leyenda para demostrar que su conducta
fue justa.
En 661 Asurbanipal dirigió una nueva campaña contra Egipto. Esta vez llegó
hasta Tebas y la saqueó, con lo que puso fin a la dinastía de reyes nubios.
Éstos continuaron reinando en Nubia mil años más, pero su civilización
declinó pronto. Asurbanipal nombró virrey de Egipto a Necao, un príncipe del
Bajo Egipto que había sido prisionero de guerra durante algunos años, con lo
que conocía bien a Asiria y sabía lo peligroso que era rebelarse contra ella.
Por estas fechas murió Necao, el gobernador de Egipto nombrado por los
asirios, y su hijo Psamético ocupó su lugar. Compró mercenarios lidios y con
su ayuda plantó cara a las guarniciones asirias destacadas en Egipto. Al
mismo tiempo, Asurbanipal recibió la petición de auxilio de los principados
de Asia Menor, que sufrían de nuevo los ataques de los cimerios. Decidió
atender antes este asunto, con lo que combatió una vez más al lado del rey
lidio Giges contra los nómadas. Entre ambos consiguieron abatir a los
cimerios, pero Giges murió en la lucha, en el año 652. Este mismo año
Psamético había expulsado definitivamente a los asirios de Egipto y fue
convertido en Psamético I, el primer rey de la XXVI dinastía. Estableció la
capital en Sais, al oeste del Delta. Por ello su dinastía es también conocida
como saítica. Asurbanipal no pudo ocuparse de él porque al mismo tiempo le
surgió un problema mucho mayor. Elam había vuelto a su antigua política de
intrigas y había convencido al hermano del rey, que gobernaba Babilonia, a
que se rebelara, con lo que Asiria se vio envuelta en una guerra civil.
La caída de Israel