Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Pero la ciudad más importante del siglo iba a ser, sin duda, Alejandría. Ptolomeo
I mandó construir una gran biblioteca. Contrató a un erudito ateniense para que
supervisase la organización. Sus primeros ejemplares fueron nada menos que los
que habían constituido la biblioteca de Aristóteles, pero pronto fueron
incorporándose nuevos volúmenes. Junto a la biblioteca había un templo
dedicado a las musas, era el Museo, donde los sabios podían vivir y trabajar
tranquilamente, con un sueldo del estado. Se dice que en su apogeo el Museo
llegó a acoger a 14.000 estudiantes.
Ese mismo año murió Casandro y sólo dejó dos hijos pequeños, el mayor de los
cuales se convirtió en Filipo IV. En 295 Demetrio puso sitio a Atenas y
nuevamente la tomó. Desde allí conquistó Grecia y luego entró en Macedonia,
donde hizo asesinar a Filipo IV. A continuación descendió sobre el Peloponeso y
se dirigió a Esparta. Una vez más, los espartanos se negaron a rendirse y
Demetrio tuvo que dejar la ciudad a causa de problemas surgidos en otras partes.
El caso es que, milagrosamente, una Esparta inerme se había salvado
sucesivamente de la ocupación por Epaminondas, Filipo II, Alejandro, Antípatro,
y ahora Demetrio. Ese mismo año murió el rey de Épiro, y el trono pasó a su
hermano Pirro. Era uno de los mejores generales de la época. De hecho, la
guerra era su mayor, tal vez única, afición. A los diecisiete años había participado
en la batalla de Ipso, del lado de Demetrio, y desde entonces había estado
combatiendo aquí y allá.
Roma envió al norte a Fabio Máximo, el que años atrás había derrotado a los
etruscos, sólo que esta vez tenía que enfrentarse a etruscos, galos y samnitas
juntos. Se libró una batalla cerca de Sentinum, a unos 180 kilómetros al norte de
Roma. Los galos y los samnitas resistieron, pero los etruscos se dispersaron en
cuanto Roma envió un destacamento a saquear Etruria. El segundo cónsul, junto
a Fabio, era Publio Decio Mus, hijo del cónsul que se había inmolado en la
guerra latina. El hijo decidió hacer lo mismo que su padre y, tras los rituales
apropiados, se lanzó él solo contra los enemigos para morir y ganar el favor de
los dioses. Nuevamente, los dioses se sintieron complacidos, pues los galos
fueron barridos y los restos del ejército samnita se retiraron con enormes bajas.
Así los romanos se libraron del temor que les inspiraban los galos desde que
Brenno entrara en Roma. Por esta época la vía Apia fue empedrada con grandes
bloques de piedra. En lo sucesivo, los caminos romanos serían empedrados de
esta forma y durarían más de mil años. En 294 Etruria hizo una paz separada con
Roma y sólo el Samnio siguió combatiendo.
Por estas fechas Tarento volvió a solicitar ayuda externa para enfrentarse a sus
vecinos italianos del norte. La última vez había apelado a Alejandro de Épiro,
ésta llamó a Agatocles. Roma estaba demasiado ocupada contra los samnitas para
prestar atención al asunto, pero al final quedó en nada, pues, al igual que le había
sucedido a Alejandro de Épiro, Agatocles se encontró con que los tarentinos no
deseaban que se perturbara excesivamente su cómoda vida, así que, viendo que
no podía hacer nada serio en Italia, decidió volverse a Siracusa.
En 282 una ciudad griega del sur de Italia, Thurii, pidió ayuda a Roma contra las
tribus italianas de Lucania. Roma se ofreció inmediatamente y envió un
destacamento a Thurii. No era la primera ciudad griega que acudía a Roma, ya
Nápoles había firmado un tratado con ella tiempo atrás, pero Tarento se
escandalizó de ver a unos bárbaros en territorio griego, así que cuando sus barcos
se encontraron con unas pequeñas naves romanas que iban hacia Thurii, las
hundieron y mataron a su almirante. Acrecentados por su éxito, enviaron un
ejército a Thurii y expulsaron a los romanos.
Por aquel entonces, Roma estaba ocupada en el norte, consolidando los territorios
de Etruria y la Galia Cisalpina, así que no quería problemas en el sur, y mandó
una embajada a Tarento para concertar una tregua y pedir la devolución de
Thurii. Los tarentinos se burlaron de la forma en que los romanos hablaban el
griego y, cuando uno de los delegados abandonaba la reunión, alguien de entre la
multitud se meó deliberadamente en su toga entre las risas de los presentes. El
embajador anunció montado en cólera que la mancha sería lavada con sangre.
Volvió a Roma y mostró la toga al senado. En 281 Roma declaró la guerra a
Tarento. Los tarentinos no tardaron en comprender que se habían metido en un
buen lío y que necesitaban ayuda. Roma dominaba completamente el Lacio, la
Campania y Etruria, tenía sometido al Samnio, atemorizados a los galos y
mantenía alianzas con los pueblos de Lucania y Apulia y algunas ciudades
griegas. En suma, era la mayor potencia de Italia con diferencia.