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Desempeño económico y condiciones

sociales de Argentina desde fines del S. XIX


a 1929

Seminario de Historia Americana

Micaela Cal

Andres Farese

4°B 2019
La etapa oligárquica: crecimiento del PBI, desigualdad y exclusión

Según Heathel,1 el producto bruto interno (PBI) es un indicador de riqueza


que mide lo producido y vendido en un país. Podemos decir entonces que el PBI es la
suma del valor total de los bienes 2 y servicios3 que produce una economía tal como
fueron comprados en el mercado por el último usuario 4, elaborado por empresas
extranjeras y nacionales dentro del territorio de dicho país registrado en un período
puntual. Al tomar todos los bienes y servicios producidos -como ya mencionamos- la
variedad de tipos que se computan hace necesario que estas magnitudes diferentes
se contabilicen de manera homogénea bajo un denominador común: su precio en
ventas dentro del mercado. Para calcular el PBI se suman todos los gastos realizados
en el mercado del país para adquirir bienes y servicios en el período elegido; todos los
gastos que realizaron los habitantes del país para adquirir bienes y servicios de
consumo, conjunto a los gastos que realizaron hogares, empresas y el Estado para
adquirir bienes de inversión, los gastos de consumo que realiza este último y las
exportaciones, restando las importaciones. El PBI real es definido como el valor en
dinero de todos los bienes y servicios producidos por un mercado tomando como
referencia de valor un precio constante de un año que se toma como base. El mismo
se obtiene al comparar este indicador en el tiempo: si se desea saber cuánto dinero
entró en la economía durante un determinado año en comparación con, por ejemplo, el
año 1900: se calcula el PBI de cada año yse realiza la pertinente comparación.

Al centrarnos en Argentina autores como Diaz A. y Cortes C. -citados por


Rapoport- calculan que el PBI aumentó a una tasa anual media de por lo menos el 5%
en los años precedentes a la Gran Guerra. Por otra parte Maddson estima que el PBI
per cápita en dólares creció entre 1870 y 1913 de 1.311 a 3.797.En cuanto al gasto
publico Rapoport señala que para este período representaba más del 56% de los
ingresos, generando así un enrome déficit fiscal; se incrementó el crédito bancario, se
ampliaron las actividades crediticias de los bancos provinciales y el crédito hipotecario.
La deuda pública total rondaba los 544,72 millones y el déficit fiscal fue variable,
promediando 7.8% del PBI. Podemos concluir que desde las últimas décadas del

1
2
Los bienes según Albuquerque son los productos tangibles o materiales como alimentos, mobiliario, etc.
3
Servicios según Albuquerque son los productos intangibles como la educación, salud, etc.
4
Este es el destinatario final de dicho bien o servicio, quien no lo revenderá ni lo transformara
posteriormente a su compra. Esto con el fin de evitar que un mismo producto se contabilice más de una
vez..
S.XIX el PBI argentino experimentó un crecimiento considerable, acompañado por un
endeudamiento progresivo del Estado.

Este crecimiento se amparó en una coyuntura política particular. Sostenida por


un sistema de partidos políticos y un endémico fraude electoral, la dominación de las
oligarquías en Argentina y la defensa de sus intereses, se manifestó en el Partido
Autonomista Nacional (P.A.N) que gobernó de forma ininterrumpida desde 1874.
Emergió de esta forma un orden conservador, donde el Estado se políticamente a nivel
territorial buscando alcanzar un orden y estabilidad que garantizase el progreso
económico de las elites que lo lideraban. Se pretendió de esta forma llevar adelante
leyes que tiendan a la centralización administrativa y política, buscando consolidar un
Estado Nacional modernizado y estable. Siguiendo los intereses de las elites
terratenientes, aquel Estado enfocará su desarrollo económico en la venta de materias
primas orientada a mercados exteriores, descuidando considerablemente al propio
mercado interno. Podemos comprender siguiendo este punto, la concentración de la
riqueza proveniente de la actividad exportadora en pocas manos, riqueza que lejos
estaba de recaer en beneficios para los amplios sectores sociales excluidos.

Corresponde en base a lo expuesto, plantear la siguiente interrogante: El


aumento del P.B.I en un Estado; ¿implica necesariamente una mejora en la calidad de
vida de la mayor parte de su población? Resulta apropiado al momento de dar
respuesta a esta cuestión, tomar la siguiente cita:

“La reflexión sobre el crecimiento económico no puede limitarse por tanto, a


observar la evolución de los indicadores del producto (total o por habitante), de la
misma manera que el diagnóstico sobre una enfermedad no puede reducirse a la
observación de la fiebre que tiene la persona que padece la enfermedad. Se requiere,
igualmente, una reflexión más detenida sobre los elementos que influyen en el
crecimiento económico, los cuales no sólo incorporan aspectos de carácter
económico sino aspectos ambientales, sociales, institucionales, culturales y
políticos”5.

El PBI por sí solo no es un indicador de calidad de vida ya que la relación


entre crecimiento económico y el aumento de ésta no es directa. Dar por supuesto
aquella relación es caer en un error, ya que se estarían dejando de lado otra gran
cantidad de factores. Si tomamos a Thorp, esta nos plantea que los elementos que

5
ALBUQUERQUE. F (2018) Conceptos básicos de economía, En busca de un enfoque ético, social y
ambiental. España, Orkestra - Instituto Vasco de Competitividad Fundación Deusto. Pp. 200
debemos analizar para determinar la calidad de vida son: distribución de ingreso,
analfabetismo, esperanza de vida, acceso a la salud y la educación.
La misma establece que para analizar estos ítems nos encontramos con falta de
datos antes de mediados de siglo en muchas ocasiones; tal es el caso en la
distribución de ingresos en la cual no se cuentan con datos hasta pasado mediados
de siglo; hecho con el que coincide Rapoport; pero este indica que es posible
analizar la distribución de ingresos analizando las diferencias en los tipos de
viviendas de los distintos estratos de la población.

Rapoport señala que en Argentina desde 1899 a 1914 se produjo una


depresión de la moneda y un incremento acelerado de los precios y alquileres, lo que
deterioró el salario real, llevando a muchas familias a recurrir al trabajo de mujeres y
niños. A su vez con la suba del precio de la vivienda se incrementaron los
conventillos, no solo para extranjeros sino también para argentinos. Las condiciones
de hacinamiento en esas habitaciones que eran además de dormitorio para toda la
familia comedor, cocina y muchas veces baño, depósito de basura y agua. Por otro
lado se da una gran concentración de la tierra en pocas manos, -hecho que ya
arraigado desde la época colonial- los grandes terratenientes construyeron grandes
“palacetes” en los alrededores a la Plaza San Martin en Buenos Aires y residencias
de verano. Estos tenían la posibilidad de grandes viajes de placer a Europa, joyas,
coches tirados por caballos rusos, arte, etc.

En base a lo expuesto, podemos llegar a la conclusión de que la distribución


no era equitativa sino que había una gran brecha entre las grandes elites que
llevaban adelante desde el Estado el modelo primario exportador, y amplios sectores
de la población tanto urbana como rural, cuyas vidas no se veían beneficiadas con
las ganancias que aquél modelo producía. Aquellas contradicciones entre un
reducido sector ampliamente enriquecido y otros numerosos grupos dejados de lado,
permitirán (junto a una compleja coyuntura internacional) entender mejor la crisis del
modelo oligárquico durante las primeras décadas del S.XX.
La gradual decadencia del modelo oligárquico: situación argentina y
regional desde finales del S XIX

Bien sabemos que la segunda mitad del siglo XIX estuvo caracterizada por
profundos cambios económicos que repercutieron en la sociedad de forma tal que las
economías latinoamericanas pasaron a formar parte del mercado capitalista europeo,
consolidándose como economías esencialmente exportadoras. Esto generó un rápido

crecimiento económico. Siguiendo el planteo de Bértola y Ocampo6, el proceso


de inserción en la economía internacional, se debió a factores tanto externos como
internos. Dentro de los primeros, un elemento fundamental es el mejoramiento de los

transportes empleados para el comercio. Los Beyhaut7 refieren a la navegación a


vapor y los ferrocarriles, necesarios para transportar la mercadería dentro de cada
país; también al mejoramiento de grandes puertos y la creación de depósitos capaces
de almacenar gran cantidad de productos. Estos avances generaron un abaratamiento
de los costos del comercio y permitieron el acercamiento comercial de distintas
regiones.

En los cambios internos, Bértola y Ocampo, destacan los cambios político-


institucionales. Un elemento fundamental que conforma dichos cambios, son las
reformas liberales, que proponían –entre otras cosas- la abolición de la esclavitud, la
movilidad de la mano de obra y el acceso a la tierra. A su vez refieren a las estructuras
de poder político que coinciden con gobiernos autoritarios –la mayoría- que generaron
la estabilidad propulsora del desarrollo económico. A esto le agregan las oleadas de
inmigración europea que aportaron mano de obra y en algunos casos capitales.

Del mismo modo, los Beyhaut señalan un mejoramiento en la organización de la


vida económica, lo que permitió agilizar el manejo de capitales. Eso va de la mano con

el crecimiento del sistema bancario. Gallego8 le otorga importancia a dichas


reformas por ser las que posibilitaron la inserción en el capitalismo dependiente;
además de los puntos ya señalados agrega la privatización de las tierras, hecho
fundamental para la expansión del área cultivada. Esto generó el despojo y racismo
para con los pueblos originarios que fueron desplazados de sus tierras y sometidos a
trabajos forzosos y en condición de servidumbre, o directamente exterminados.
6
7
8
Un estudio realizado por el Departamento Nacional del Trabajo 9 en 1913 indicaba
características casi feudales en los trabajos rurales; reclutamiento de mano de obra
indígena con contratos nada favorecedores (aprovechando la nula instrucción de
estos); salarios inferiores a los trabajadores urbanos; y sueldos pagos con vales a
cambiar por productos vendidos en la misma empresa.

Podemos apreciar de esta forma, que el crecimiento económico que aquella


estabilidad buscó promover, lejos estuvo de favorecer a amplios sectores del
entramado social, que se vieron despojados de sus tierras y sometidos a las
condiciones de trabajo y explotación previamente mencionadas.

La Gran Guerra y su impacto en la región

A partir de la lectura de Bulmer-Thomas10, de Thorp,11 podemos afirmar


que uno de los hechos más destacados tras la finalización de las Gran Guerra en 1918
es el ascenso definitivo de Estados Unidos como una fuente fundamental de capital
extranjero e inversiones para América Latina. No debemos olvidar que la influencia e
injerencia estadounidense en el continente americano data de mediados del S XIX,
pudiendo apreciarse inicialmente en la región de Centroamérica para más tarde
extenderse al resto del continente americano; Corvalán ahonda detalladamente en
aquél expansionismo y consolidación imperialista 12. Sin embargo, la influencia de
Estados Unidos se vio intensificada luego de la Gran Guerra. En el período que va
desde 1918 a 1929, descendieron las inversiones europeas y aumentaron las
estadounidenses, siendo desplazado Londres por la creciente supremacía de Nueva
York. La decadencia industrial de las potencias europeas, asoladas por un conflicto de
dimensiones globales (conflicto cuyas políticas colonialistas, amparadas en el
desarrollo de un Capitalismo industrial y financiero, ayudaron a provocar) y la
consolidación de los Estados Unidos como importante acreedor de aquellas potencias
en crisis, potenció un cambio en la hegemonía política y económica global; con los
Estados Unidos emergiendo como potencia dominante.

9
Dicho estudio es citado por RAPOPORT, M. (2003) Historia económica, política y social de la Argentina
(1880-2000). Argentina, Ediciones Macchi, pp. 50.

10
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12
Corvalán, L. El que no lo vea que renuncie al porvenir. Historia de América Contemporánea.
Una visión latinoamericanista.
Este ascenso al poder económico será determinante en los próximos años,
especialmente para los países latinoamericanos. Tanto los países pequeños como los
grandes, se vieron favorecidos pero también fuertemente afectados por el imperialismo
que EEUU aplicaba sobre ellos, imperialismo intensificado tras la Guerra de Secesión
estadounidense culminada en 1865 (con el triunfo del Norte industrial por sobe el Sur
agrícola y esclavista) y durante finales del S. XIX e inicios del XX. En la mayoría de los
casos, empresas estadounidenses se adueñaron de importantes recursos de los
Estados americanos, cuyas deudas frente al gigante del Norte devinieron en una
potencial pérdida de su independencia y soberanía. La injerencia del gobierno de los
Estados Unidos en las aduanas o ferrocarriles para ir saldando las deudas y a la vez
controlar su rápido pago, es un buen ejemplo de ello. El expansionismo de esta
potencia se vio reflejado en el ámbito bancario y financiero, con la instalación de una
enorme cantidad de sucursales bancarias estadounidenses a lo largo de
Latinoamérica.

La situación antes descritas es indivisible del contexto mundial, por lo que,


siguiendo a Bértola y Ocampo, podemos señalar que el período entreguerras es una
etapa crítica de la economía internacional ocasionada por contradicciones internas de
cada país y también del propio sistema global, tanto financiero como comercial.
Así, los países de América Latina experimentarán, al calor de la coyuntura
internacional, importantes transformaciones internas. Para comprender cómo esta

situación penetra en América Latina, D’Elía 13


explica que la crisis e inestabilidad
ingresa al continente a través de propio modelo primario exportador. La disminución de
las compras en los países centrales sumado a la caída de los precios, generó una
depresión interna en las economías mono productoras, que justamente se sustentaban
por el intercambio externo. Así, se verán afectadas las exportaciones, pero también las
importaciones, el manejo de la deuda externa y el sistema de cambios, en todos los
países de Latinoamérica.

Es importante enfatizar en la idea de que el crecimiento económico que


atravesó Argentina desde la década de 1870, no es un fenómeno aislado.
Las economías latinoamericanas –en su mayoría- vivieron el mismo proceso a partir
de su integración en el mercado capitalista mundial. Si nos centramos en el planteo de

Rock,14 el crecimiento económico argentino se basó en una trinidad conformada por


las inversiones extranjeras, el comercio y la inmigración. El autor enfatiza en el
accionar británico, visualizado a través del sistema de ferrocarriles: en 1857 el mismo
13
14
se inauguró con 10 kilómetros de vías, llegando en 1890, a 8.600 km. Dicho sistema
permitió el incremento del comercio interno, el cual sumaba junto con el externo, 37
millones de pesos oro hacia 1861. Gallego refiere a que Argentina era el cuarto país
(detrás de la India, Australia y Canadá) a nivel mundial con mayor cantidad de
inversiones británicas; no solo en ferrocarriles, sino también en bancos, servicios
públicos y frigoríficos. Las inversiones extranjeras se vieron fomentadas por la facilidad
para obtener beneficios, lo mismo vieron los inmigrantes al percibir salarios altos y
posibilidad de movilidad social. Rock explica cómo estos dos factores –inversiones e
inmigración- permitieron que Argentina alcance nuevos mercados para sus productos
primarios, en el marco del auge del comercio transatlántico desde Latinoamérica. De

esta forma se producirá el auge de las exportaciones. Por su lado Rapopot15


plantea que Argentina se caracterizaba por un modelo primario exportador, una
economía abierta hacia el exterior y un rol fundamental por parte del Estado, cuyos
mecanismos de expansión estaban basados en el endeudamiento externo lo que traía
graves consecuencias en períodos de depresión al estar condicionados por los centros
económicos mundiales. En dicho período el saldo de la balanza comercial fue
favorable, a pesar del alto nivel de importaciones de bienes de consumo -que
representaba casi la cuarta parte del PBI-; esto gracias al aumento de las
exportaciones debido a la gran demanda internacional, siendo los productos agrícolas
los más exportados a partir de 1900.

El país mantuvo su crecimiento en forma ininterrumpida sobre la base de ese


endeudamiento y de las exportaciones agropecuarias dinámicas, cuyas ganancias
beneficiaban especialmente a los sectores oligárquicos terratenientes que se
encargaban de la exportación de las materias primeras. Muy diferente era la realidad
del resto de la población, marginada tanto del grueso de beneficios económicos como
del acceso al poder político (aquella marginación sentaría las bases para el
cuestionamiento del orden oligárquico de las primeras décadas del S XX). Al entrar en
la Primera Guerra Mundial Gran Bretaña ya no podría continuar siendo la principal
proveedora de los capitales y manufacturas, lo que significó la primera alerta en la
continuidad de dicho sistema que en 1930 marcó su punto de inflexión definitivo

Un cambio coyuntural: Crisis del modelo oligárquico y ascenso de la Unión


Cívica Radical
A partir de la crisis de 1890, inició en la Argentina una etapa de fuerte
conflictividad social, con reclamos de aquellos sectores urbanos y rurales a los que el
dominio oligárquico había excluido y degradado. La presión de aquellos sectores (la
15
creación de la Federación Obrera Argentina en 1901 permite vislumbrar la presión
mencionada, así como la influencia de las ideologías comunista y anarquista en la
formación y culturización de los sectores en lucha) llevó a la aprobación en 1912, del
sufragio universal masculino; que ampliaría considerablemente el caudal electoral.
De esta forma, las elecciones de 1916 terminarían con el liderazgo del P.A.N,
alcanzando el poder un partido que iniciaría una nueva etapa de la Historia argentina:
la Unión Cívica Radical.

Comenzaría de esta manera el llamado “período radical”, caracterizado entre


otras cosas por un incremento en el gasto público y una mayor redistribución del gasto
fiscal hacia rubros como salarios y pensiones. Se buscó solventar el déficit fiscal
mediante el incremento de la deuda pública, aumentándose en un 94%. Como se
indicó previamente, la agricultura es el ítem individual con mayor porcentaje a pesar de
que va disminuyendo; en cambio si miramos por sector, es el sector servicios el de
mayor porcentaje, el cual incrementa en el segundo período. Entre 1914 y 1917 se
produjo una caída del PBI, descendieron las importaciones de bienes manufacturados
y de capital por varios motivos: aumento de los fletes y carencia de los productos
exportables que padecían los principales proveedores y falta de bodegas. A su vez las
exportaciones no se incrementaron, aunque lograron mantenerse debido al mercado
norteamericano. A partir de 1918 al normalizarse la economía mundial se
incrementaron de manera considerable las exportaciones agrícolas para abastecer a
estos países europeos luego de finalizada la guerra; a su vez se mantuvieron las
exportaciones a Estados Unidos en grandes volúmenes. Rapoport postula que de
1923 a 1928 se da un período de bonanza económica debido al ingreso de capitales
exteriores, al aumento de los precios agropecuarios y volumen de exportaciones;
fortaleciendo así el peso y permitiendo al gobierno retomar el sistema de conversión
de la moneda. Esta bonanza económica finalizará en 1928 debido al aumento de
intereses de Estados Unidos y la posterior crisis de 1929.

Durante el periodo radical, se propusieron diversas medidas que buscaron


poner fin al modelo oligárquico anterior y favorecer la participación política y
económica de nuevos actores sociales. De esta forma, se crearon nuevos cargos
públicos gracias al aumento del aparato del Estado al tiempo que se promulgó una
legislación laboral con nuevas concesiones a los trabajadores, como la regulación del
trabajo nocturno y el acceso a derechos jubilatorios de nuevos grupos ( tal es el caso
de aquellos vinculados al ferrocarril).
Se procedió al mismo tiempo a una ampliación de la educación, con el
aumento del número de escuelas y el Bachillerato nocturno (clave para los sectores
trabajadores). Este proceso se vio acompañado por la consolidación de los
estudiantes como actores sociales activos y transformadores, visible especialmente en
la lucha de los mismos durante la reforma universitaria de Córdoba de 1918, donde la
búsqueda de un Cogobierno en la Universidad así como la existencia de una
educación menos elitista constituyeron algunos de sus pilares fundamentales. Si bien
el acceso a la educación se amplió durante estos años, la progresión de los datos
elaborada por Rapoport nos indica que los índices de escolaridad en la enseñanza
secundaria eran 1.6 % en 1895, 3.7% en 1914 y 5.3% en 1925. Pese a apreciarse un
crecimiento sostenido desde 1895 a 1925, menos del 6 % de la población tenía acceso
a la educación secundaria durante este último año. La inclusión social continuaba
siendo por lo tanto, sumamente reducida pese a ser relativamente mayor si tomamos
como referencian los años de implantación plena del modelo oligárquico primario
exportador.

Puede inferirse en base a estos datos, que el gobierno radical favoreció una
mayor distribución de la riqueza y nuevos beneficios sociales para los sectores
trabajadores en contraste con el anterior modelo de dominación de finales del S. XIX e
inicios del XX. Sin embargo, numerosas reivindicaciones de aquellos sectores
continuarían siendo ignoradas y desestimadas por el nuevo gobierno, y los
movimientos obreros y sindicales continuarían sufriendo (al igual que en el pasado)
una feroz represión. Por otra parte, las condiciones del trabajador tanto urbano como
rural continuaron siendo muy precarias. Si bien la legislación en materia de derechos
laborales se amplió bajo los gobierno de la Unión Cívica, las cuatro huelgas de los
trabajadores urbanos reclamando reducción horaria, mejoras salariales y condiciones
laborales entre 1917 y 1920 así como la dura represión llevada adelante desde el
gobierno permiten vislumbrar que lejos se estaba de una distribución equitativa de los
ingresos nacionales así como de una inclusión social plena.

Bibliografía
Corvalán, L (2016). El que no lo vea que renuncie al porvenir. Historia de América
Contemporánea. Una visión latinoamericanista. Ceibo Ediciones. Chile

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