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Resumen Historia Económica Argentina y Social

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UNIDAD I

Modelo Agroexportador. Primera Parte (1880-1914)

1. Rocchi, F. (2000) “El péndulo de la riqueza: la economía argentina en el período 1880-1916”. En M. Lobato (Dir.) Nueva Historia
Argentina. El progreso, la modernización y sus límites, Tomo V. Buenos Aires: Ed. Sudamericana, pp. 17-67.

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“El péndulo de la riqueza: la economía argentina en el período 1880-1916”

En 1908, mientras la Argentina vivía uno de sus momentos de mayor esplendor económico, el escritor Octavio Batolla miraba al
pasado con nostalgia, más allá de los ferrocarriles, puertos, estancias y chacras, que se mostraban como los logros de un país
pujante. La economía ocupó un papel crucial como fuerza dinamizadora de la modernidad.

CRECIMIENTO ECONÓMICO Y EXPORTACIONES:

En el período 1880-1916, la economía argentina experimentó un crecimiento tal que la llevó desde una posición marginal a
convertirse en una promesa destinada a ocupar en América del Sur el lugar que los Estados Unidos tenían en América del Norte. No
había dudas sobre el porvenir de gloria que le esperaba al país.

En los treinta y seis años que siguieron a 1880, mientras la población se duplicaba, la economía se multiplicó nueve veces.

 El producto bruto interno creció a una tasa del 6% anual.


 El producto per cápita lo hizo a aproximadamente un 3%, dada la cantidad de inmigrantes que llegaron al país. (superaba,
aunque levemente, al de los Estados Unidos)
 El motor del crecimiento económico fueron las exportaciones de productos primarios.
 Desde mediados del siglo XIX, las ventas al exterior de lana habían crecido de manera sostenida y convertido a este
producto en el principal bien exportable del país, desplazando al cuero y otros derivados del vacuno.

Entre las décadas de 1840 y 1880, la "fiebre del lanar" pobló de ovejas refinadas de raza Merino los campos de la región
pampeana y sentó las bases de su crecimiento económico.

A fines del siglo XIX, la exportación comenzó a diversificarse con la producción de nuevas mercancías para vender en el exterior,
como cereales, lino, carne congelada ovina y animales en pie.

A principios del siglo XX, la carne refrigerada vacuna se transformó en una nueva estrella, como también los cereales ampliaban su
presencia. Las exportaciones que, entre 1880 y 1916, se incrementó nueve veces, al mismo ritmo que el producto bruto interno.

El auge exportador argentino fue parte de un proceso de intercambio comercial que se aceleró a fines del siglo XIX con el desarrollo
del capitalismo internacional. Las economías más avanzadas estaban viviendo un proceso de industrialización, algunas como
continuación de la revolución industrial iniciada años atrás y otras como el comienzo de una nueva etapa, que generaba tanto un
exceso en la producción de bienes manufacturados (a los que había que exportar) como un aumento en la demanda de alimentos
para su población y de las materias primas necesarias para sus fábricas (a los que había que importar).

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Aunque gran parte de este comercio se realizaba entre estos mismos países, la importancia de los mercados extra europeos fue
creciendo hasta llegar a ocupar, a principios del siglo XX, un lugar relevante en la economía internacional.

Una Europa con exceso de población se convirtió, entonces, en la principal fuente de salida de mano de obra hacia las zonas que la
requerían y que ofrecían salarios más atractivos:

 Produjo excedentes de capital que, ante la disminución en la tasa de rentabilidad que las saturaciones productivas estaban
ansiosas por migrar hacia donde se le ofreciera una ganancia mayor.
 La migración de trabajo y de capital requería un cierto marco de orden político y jurídico.

En gran parte de Asia y de África, el dominio colonial europeo aseguró este marco a través del control militar y político directo.

A mediados del siglo XIX, la inserción de la Argentina en el mercado capitalista mundial era débil:

 No tenía ni capitales ni población suficiente como para producir bienes exportables en gran escala.
 No había un Estado central que pudiera ofrecer el orden político necesario para recibir estos factores escasos.

Este orden finalmente llegó después de un largo, costoso y complejo proceso que comenzó a gestarse con la batalla de Caseros, en
1852, y culminó en 1880, cuando las tropas del gobierno central vencieron a la última rebelión provincial. En este proceso, el
Estado en formación comenzó a garantizar:

La seguridad jurídica, la propiedad privada y el movimiento libre de capitales, con lo que llegaron las inversiones extranjeras y los
inmigrantes.

La Argentina contaba con un factor de producción abundante sobre el que se basó (a partir de la combinación con los que eran
escasos) el crecimiento exportador: la tierra y el clima de las pampas permitieron la producción de bienes que contaban con una
demanda creciente en el mercado mundial, así como convirtieron a la región pampeana en el eje de una expansión.

La ocupación del espacio pampeano por parte de los blancos se fue desplegando sobre el territorio indígena.

Campaña del Desierto


El salto final se produjo con la Campaña del Desierto, liderada por el general Julio A. Roca en 1879. En la década de 1880, con las
campañas en el Chaco y en la Patagonia, esta frontera terminó por desaparecer.

La expulsión de los indígenas, sin embargo, no significaba que las tierras entraran de inmediato en la producción. A partir de la
conquista se dio otro proceso más lento, el del avance de la frontera productiva, que se desplegó durante varias décadas y alcanzó
recién en la de 1920 el límite de su expansión. Fue esta conquista la que atrajo a los pobladores ofreciéndoles:

 Extensión de tierras vírgenes.


 La venta de grandes extensiones para poder financiar las expediciones militares.
 Las tierras se destinaron a la producción una parte de ellas comenzó a comprarse y venderse en un mercado cada vez más
dinámico. El precio de la tierra fue, en un principio, muy bajo. Sin embargo, su valor comenzó a subir y, entre 1880 y 1913,
el precio promedio de la tierra pampeana se multiplicó por diez.

Inversiones Extranjeras
Las inversiones extranjeras se desplegaron siguiendo dos elementos:

 La seguridad (que fue crucial al principio del proceso): se denomina seguridad jurídica, Argentina había vivido durante
buena parte de la primera mitad del siglo XIX en medio de una atroz guerra civil donde las confiscaciones, la arbitrariedad
y la ausencia de la ley habían sido una constante. Ni siquiera las instituciones gubernamentales despertaban confianza.
Durante la presidencia de Bemardino Rivadavia, el gobierno había contraído un préstamo con inversionistas ingleses. El
crédito tenía como fin la inversión productiva pero el clima político inestable, sumado a los requerimientos de la guerra
con el Brasil, había derivado el dinero hacia otros destinos, sumando a la disolución del gobierno nacional, por otro lado,
llevó a que la deuda se declarara impagable. La posible solución era la llegada de nuevos capitales, se hiciera un arreglo
con los acreedores extranjeros y que finalmente se les pagaría. La Constitución de 1853 fue la base para lograrlo, al
establecer el carácter sagrado de la propiedad privada y prohibir la confiscación. Se iba generando la garantía final del
movimiento de capitales: la confianza (que llevaría a la disminución del riesgo-país), un valor que sólo pudo ser construido
en el largo plazo
 La rentabilidad (que fue cobrando, a medida que aumentaba la confianza en el país, cada vez más atractivo como factor
independiente). El Estado impulsó la primera ola de inversiones a través de la emisión de bonos del gobierno sobre los que
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se pagaba un interés mayor que el que brindaba un banco europeo; justamente, en esa diferencia de rentabilidad estaba
el interés por comprarlos. Pero ninguna ganancia hubiera resultado atractiva de no ofrecerse seguridades sobre su pago.
La mejor muestra de seguridad estaba en el propio Estado, que ofreció sus ingresos como garantía y que, a la vez, pudo
afianzarse gracias a esos préstamos que fortalecieron su aparato militar y burocrático, así como la posibilidad de subsidiar
a los aliados provinciales.

Capitales
La gran mayoría de los capitales provenía de Gran Bretaña, que conservaría por varias décadas ese papel predominante en el
conjunto de las inversiones extranjeras en la Argentina.

Así como compraron los primeros bonos del Estado, los ingleses también iban a invertir su capital en las vías de transporte que la
producción necesitaba para poder comercializarse y exportarse, los ferrocarriles:

 La rentabilidad de las primeras inversiones ferroviarias extranjeras estuvo garantizada -como los bonos- por el Estado que,
durante la mayor parte del siglo XIX, les aseguró una ganancia (que generalmente rondaba el 7%) sobre el capital
invertido.
 Si bien el grueso de la inversión ferroviaria fue realizado por los británicos, la primera vía de tren la construyó el estado de
Buenos Aires en 1857, cuando estaba separado del resto del país. Era ésta una pequeña línea que iba de plaza La valle a la
de Miserere y que terminó convirtiéndose en el Gran Oeste Argentino. Continuó siendo de propiedad estatal hasta 1890,
año en que fue vendida después de un largo y controversia debate público y legislativo.
 La última posición, liderada por el presidente Miguel Juárez Celman, ganó y la empresa termino vendiéndose a los
ingleses, que la rebautizaron como The Buenos Aires Western Railway.
 En la década del ochenta las inversiones ferroviarias se multiplicaron y, hacia el fin de ella, la fiebre generada por ese tipo
de actividad hizo que la red ferrocarrilera pasara de los 2.500 a los 9.000 kilómetros. Esta red, que continuó extendiéndose
en las tres décadas siguientes, posibilitó la puesta en producción de nuevas tierras.
 El capital privado no se aventuró más, pues el fin de la expansión ferrocarrilera mostraba que se había llegado a los límites
de la frontera productiva rentable.
 Los británicos invirtieron, a la vez, en tierras, comercio y hasta industria. Pero fueron los bonos del Estado y los
Ferrocarriles los que acapararon su atención.
 A principios de siglo comenzaron a llegar capitales norteamericanos. Aunque todavía en 1914 sus inversiones eran
cuarenta veces menores que las británicas, mostraron un dinamismo que las iba a llevar a convetirse, avanzado el siglo XX,
en las principales del país. (En un principio, el grueso de ellas se centró en bonos estatales, aunque potencialmente más
prometedora: los frigoríficos)

Ganado Vacuno:

A fines del siglo XIX comenzó a exportarse ganado vacuno en pie para su faena en el lugar de consumo. Esta línea de exportación se
desvaneció ante la invención del buque frigorífico que, por la acción del frío, permitía transportar la carne conservada hasta los
mercados europeos:

 El principal comprador de carne argentina era Gran Bretaña, donde este alimento se fue popularizando cada vez más
gracias a los bajos costos con que el producto salía de las pampas.
 El vacuno criollo, flaco y con cuernos, fue reemplazado por animales refinados --como los de la raza Shorthom- que se
importaban de Inglaterra pues su carne era más tierna y grasosa y, por ende, más apta para el consumo europeo

Los ferrocarriles fueron fundamentales para hacer que la Argentina se convirtiera en un exportador de cereales en gran escala.

Sin embargo, el cambio que éstas produjeron fue de tal magnitud que transformó a la Argentina de país importador en exportador
de cereales. La producción de las colonias encontró rápida aceptación en el mercado interno, al que logró abastecer y, en 1876,
inició una nueva tendencia al permitir el primer embarque de cereales.

En los primeros años del siglo XX, la Argentina ya tenía un perfil productivo y exportador que continuaría por muchos años: cereales
y carne con destino a los mercados europeos El número de productos que formaban el grueso de la exportación -trigo, maíz, lino,
carne vacuna y lana- no era alto.

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En 1910, el país se había convertido en el tercer exportador mundial de trigo del mundo, lejos del primero -Rusia-, pero no tanto
del segundo -los Estados Unidos-. En otros productos, como la carne y el lino, su posición en el mercado mundial era todavía más
significativa. Fueron las épocas en que la Argentina comenzó a ser llamada "el granero del mundo" y en que su carne se convirtió,
junto con su fama, en una verdadera marca del país.

La economía Pampeana:

La producción de cereales con destino a la exportación comenzó, como se ha dicho, en las colonias agrícolas. Allí, la regla era que
los agricultores fueran propietarios de una parcela de tierra que, en promedio, alcanzaba unas 50 hectáreas. Los colonos
trabajaban junto con sus familias, pero se veían en la necesidad de emplear mano de obra. Por ello, no resulta casual que la
primera "fábrica" de maquinaria agrícola (ahorradora de mano de obra) del país fuera un pequeño establecimiento en la colonia de
Esperanza.

A principios del siglo XX, el escenario microeconómico del agro pampeano cambió cuando buena parte de la producción cerealera
comenzó a originarse en estancias, establecimientos bien diferentes de las colonias:

La estancia, considerada como una unidad económica desplegada en una gran extensión de tierra. Los cereales se produjeron, sin
embargo, en la "estancia mixta" (así llamada porque combinaba la agricultura con la ganadería). Pues se trataba de producir
primero ovinos y luego vacunos refinados que terminarían, después de su faena en los frigoríficos locales, siendo exportados. En las
"estancias mixtas", el estanciero se dedicaba al engorde (o invernada) de este ganado.

El negocio del estanciero invernador, en consecuencia, era doble:

Cobraba la renta por la tierra alquilada y obtenía la tierra alfalfada donde iba a engordar sus vacas.

Las colonias impulsaron la primera producción agrícola en gran escala, la estancia mixta la hizo llegar a los niveles que convirtieron
a la Argentina en uno de los graneros del mundo. Entre 1880 y 1890, cuando las colonias concentraban el grueso de la actividad, las
exportaciones agrícolas pasaron de 450.000 a 25.000.000 pesos oro. En el siglo XX, con el auge de la estancia mixta (y contando,
también, con el crecimiento de la producción de las colonias), estas ventas al exterior pasaron de 70.000.000 pesos oro en 1900
(cuando desplazaban a las lanas por su valor en embarques) a 300.000.000 en 1913. La combinación entre agricultura y ganadería
se mostraba, entonces, como una asociación altamente eficiente.

El agro pampeano se caracterizó por la ausencia de grandes conflictos sociales durante buena parte del período de auge
exportador: El entramado que unía a estancieros, arrendatarios y braceros, sin embargo, no siempre era tan calmo. Cuando
estallaba una crisis, como ocurrió en 1912 durante el llamado Grito de Alcorta), las complejidades y tensiones del tejido social
pampeano salían a flor de piel.

La industria se desarrolló en tomo a la producción de una serie de artículos de consumo y creció como resultado de un doble
movimiento de protección arancelaria y aumento de la demanda agregada. La actividad manufacturera había comenzado a
desplegarse tímidamente en la década de 1870 (a partir de la aplicación de tarifas aduaneras) y se había afianzado un poco más
durante la expansiva década del ochenta.

El crecimiento industrial, sin embargo, sólo logró cifras significativas en la década de 1890, cuando una crisis en el sector financiero
fue seguida por nuevas tarifas y por una abrupta caída en el valor del peso. Por entonces surgieron una serie de grandes fábricas

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dedicadas a producir bienes de consumo que iban desde los alimentos y bebidas hasta la vestimenta y artículos de ferretería.
Finalmente, a principios del siglo XX, la industria se desplegó con mayor fuerza a partir de un nuevo aumento de la demanda,
logrando (en algunos casos) la producción estandarizada mediante el uso de máquinas modernas y aprovechando las economías de
escala (véase Cuadro no 4). Si bien éste fue el escenario para un número muy limitado de bienes y de fábricas, esta industria
mostró los primeros síntomas de masificación, que resultaban novedosos en un país en el cual la sensación de tamaño había estado
sólo asociada con el desierto.

La producción de esta industria, protegida por las tarifas aduaneras y poco eficiente, tenía como principal destino el mercado
interno:

 Ni siquiera las actividades agroindustriales, con excepción de los frigoríficos, tuvieron éxito en el negocio de la exportación.
Las producciones regionales protegidas, como el azúcar y el vino, no contaban con las ventajas comparativas que hubieran
hecho posible la exportación; sólo el subsidio estatal permitió que el primer producto se vendiese al exterior por un breve
período a fines del siglo XIX.
 La actividad molinera vio limitadas sus posibilidades de exportación cuando los mercados externos se reservaron la
molienda en sus propios territorios y prefirieron importar el cereal no elaborado
 La industria de la carne, no sólo por las ventajas de exportar los artículos procesados frente a la de enviar ganado en pie,
sino también por la existencia de un mercado, sobre todo en Gran Bretaña, abierto para recibir el producto de los
frigoríficos.
 En la década de 1890, un movimiento de protesta de amplio eco entre los agricultores (propietarios de la tierra, a
diferencia de los chacareros pampeanos) que recibió el nombre de populismo; en 1896, su candidato presidencial
señalaba que los agricultores sufrían el martirio de una "cruz de oro", que no era otra cosa que el símbolo del comercio y
las finanzas que los ahogaban. En la Argentina, estos sectores eran, asimismo, uno de los blancos preferidos de ataque de
los productores; su importancia en el conjunto de la economía hacía entendible este reclamo.

El comercio y las finanzas:


Los intermediarios en la cadena de comercialización eran un componente clave en el entramado económico pampeano y también
podían ser fuente de conflictos. Los almacenes generales proveían mercaderías y créditos a los agricultores.

Sin capital suficiente, los agricultores alquilaban máquinas agrícolas a empresas especializadas. La falta de sistemas de elevadores
de granos y el oligopolio de las fábricas de bolsas de yute ponían al productor en una situación vulnerable.

El transporte de la cosecha a través del ferrocarril se enfrentaba a altos fletes y dificultades para negociar tarifas. Las casas
exportadoras de cereales complicaban aún más la cadena de comercialización.

El sistema de créditos se basaba en la prenda hipotecaria, lo que dificultaba el acceso a préstamos para aquellos sin tierras. A
principios de la década de 1880, el sistema bancario estaba dominado por el Banco de la Provincia de Buenos Aires, con conexiones
políticas que interferían en su gestión.

En 1887, el presidente Miguel Juárez Celman lanzó la creación de los bancos garantidos, que llevó a una emisión descontrolada de
dinero y a la crisis económica de 1890.

La destrucción del sistema bancario llevó a la reorganización de la red bancaria, destacándose el Banco de la Nación Argentina.

A partir de 1905, el Banco de la Nación y otros bancos privados adoptaron una política más liberal. La falta de un sistema bancario
desarrollado y la estabilidad monetaria llevaron a restricciones en el mercado de capitales.

La agricultura era uno de los sectores menos beneficiados por el renacer bancario, lo que generó críticas en su momento.

En 1899, se adoptó una ley de convertibilidad monetaria que fijaba la conversión entre pesos papel y pesos oro:

Esta ley tuvo una vida más larga que los intentos anteriores y estableció una década de estabilidad monetaria que duró hasta la
Primera Guerra Mundial.

La estabilidad monetaria era un objetivo importante para el comercio, ya que la moneda devaluada afectaba tanto las
importaciones como el comercio interno.

A principios del siglo XX se consolidaron las grandes tiendas que combinaban el comercio con la producción a la manera de los
department stores de Estados Unidos y Europa. Estas tiendas tenían una comercialización dividida por secciones y se dedicaban a la
producción de ropa hecha en serie, que se distribuía en todo el país.

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Las ciudades más pobladas de las provincias también tuvieron sus propias grandes tiendas, mientras que el resto de las ciudades
canalizaba sus compras a las casas de Buenos Aires, lo que contribuyó a la consolidación del mercado interno.

En resumen, la cadena de comercialización en la región pampeana estaba compuesta por varios intermediarios que proveían
mercaderías, créditos y transporte, pero también generaban conflictos. El sistema de créditos se basaba en la prenda hipotecaria,
lo que dificultaba el acceso a préstamos para aquellos sin tierras. La adopción de una ley de convertibilidad monetaria en 1899
estableció una década de estabilidad monetaria que duró hasta la Primera Guerra Mundial, lo que tuvo un impacto positivo en el
comercio interno. Las grandes tiendas se consolidaron como una parte importante del comercio y la producción.

MERCADO INTERNO Y MERCADO NACIONAL


El crecimiento económico desigual en Argentina se originó a través del boom exportador. La región pampeana fue la más
beneficiada, mientras que el resto del país experimentó una evolución económica menos impresionante y heterogénea al
integrarse al mercado mundial. Algunas áreas lograron una conexión directa con el mercado a través de productos específicos,
como el tanino y la lana. Sin embargo, estas economías de enclave generaron pocos efectos multiplicadores. Otras zonas, ubicadas
en las fronteras políticas recientemente definidas, se conectaron con los países limítrofes para comerciar sus bienes, aunque con
resultados limitados. La venta de productos a la región pampeana se convirtió en la clave del éxito para algunas economías
regionales, como el azúcar en Tucumán y Jujuy, y el vino en Mendoza y San Juan. Por otro lado, algunas provincias dependían de
proyectos del gobierno central o subsidios para su supervivencia.

El mercado interno creció al mismo ritmo que la economía exportadora gracias al desarrollo agrícola en la región pampeana, lo cual
generó beneficios para otras actividades. Aunque las principales industrias eran la agricultura y la ganadería, las actividades
secundarias y terciarias tuvieron un peso importante en la economía argentina durante este periodo. El transporte, el comercio y
parte de la industria estaban relacionados con la exportación, pero también hubo un crecimiento interno significativo.

El mercado argentino dependía en parte de las importaciones, que crecieron junto con la economía. Sin embargo, gran parte de la
demanda interna fue suplida por la oferta local. La importancia de esta producción se refleja en el aumento del producto industrial
y en la reducción del espacio que las importaciones abastecían. La demanda interna se multiplicó por nueve, mientras que las
importaciones solo se sextuplicaron entre 1881 y 1916. Por lo tanto, es razonable suponer que la diferencia fue cubierta por la
producción local.

El crecimiento agrícola en la zona rural generó una gran demanda, principalmente en la provincia de Santa Fe. Los colonos de esta
región fueron atractivos para las fábricas de Buenos Aires, más que los arrendatarios y aparceros de la zona pampeana. La mano de
obra fue fundamental en este mercado rural.

La urbanización creció junto con la demanda de bienes y servicios en las ciudades. La construcción se convirtió en una actividad
significativa en el siglo XX, movilizando capital y mano de obra a través de diversos oficios y empresas. Desde pequeños pueblos
hasta Buenos Aires, la creación de infraestructuras urbanas tuvo efectos transformadores y multiplicadores. Las ciudades se
expandían rápidamente, demoliendo viejas estructuras para dar paso a edificios más grandes y sofisticados. Esta rápida expansión
impresionaba a los visitantes extranjeros, que veían a Argentina como una potencia económica emergente. La industria de la
construcción experimentó un crecimiento considerable y se concentró en Buenos Aires, empleando a un tercio de la población
económicamente activa. Aunque su enfoque estaba en el mercado nacional, también buscaban expandirse más allá de la capital y
contribuir a la formación de una comunidad nacional argentina.

La creación de un mercado nacional fue difícil tanto para el Estado como para el sector privado. El Estado tenía la responsabilidad
de establecer el marco legal necesario para que el sector privado pudiera desarrollar sus estrategias. A pesar de que la Constitución
argentina prohibía expresamente las aduanas internas, las provincias continuaron obstaculizando el comercio de manera
encubierta, creando tarifas y regulaciones que afectaban el ingreso de bienes de otras provincias. La Corte Suprema de la Nación
intervino y declaró estas trabas como anticonstitucionales, obligando a las provincias a desistir. Sin embargo, siempre había algún
método para perturbar el comercio, como la instalación de "oficinas químicas" que controlaban las sustancias alimenticias que
ingresaban a las provincias y que algunos comerciantes consideraban como verdaderas aduanas secas. El comercio libre de
importaciones significó un golpe para las industrias locales, que no podían competir con los productos más baratos provenientes de
la capital del país. Además, la construcción de una red ferroviaria redujo los costos de transporte de las importaciones y permitió a
las fábricas de la ciudad vender en el interior del país. Las curtiembres de Salta se vieron especialmente afectadas por la

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competencia de las industrias de Buenos Aires, lo que las llevó a disminuir su producción y limitarse a la manufactura artesanal en
segmentos específicos.

Las fábricas de Buenos Aires implementaron estrategias específicas para conquistar el mercado nacional, lo que afectó a la
manufactura del interior. En el siglo XX, los productos enfrentaban mercados regionalmente segmentados debido a pautas
diferentes de comercialización y consumo en áreas del interior en comparación con la región pampeana. Para contrarrestar esta
segmentación, las industrias porteñas utilizaron estrategias de empaquetamiento diferenciado, evitando costos adicionales. Sin
embargo, el desafío era vencer las barreras de calidad, ya que el interior prefería productos más baratos y de menor calidad. La
industria de Buenos Aires logró conquistar el mercado interior mediante la producción de productos de calidad inferior y la
adquisición de fábricas más pequeñas en esa área. Aunque el Estado protegía las producciones regionales como el azúcar y el vino,
hubo iniciativas frustradas por la resistencia del Noroeste. Solo en la década de 1910, la mayor parte del país se unificó en un
mercado de productos, dejando fuera algunas áreas marginales. Además, se experimentaron cambios en el mercado interno
relacionados con el consumo.

LA REVOLUCIÓN EN EL CONSUMO

El mercado interno argentino experimentó un crecimiento impresionante en comparación con las exportaciones. En 1916, el
mercado era nueve veces más grande que en 1881, mientras que países como México y Gran Bretaña solo se habían triplicado en el
mismo período. El crecimiento de la economía argentina superaba incluso a países dinámicos como Estados Unidos. Este aumento
se debía en parte a la pequeñez de la economía argentina en 1880, pero también a la confluencia del crecimiento poblacional y del
ingreso per cápita, que aumentaron la demanda. En resumen, la población argentina se triplicó y se volvió tres veces más rica en un
lapso de treinta años.

Además del aumento absoluto del producto, Argentina se destacaba por su alto ingreso per cápita en comparación con el resto de
América Latina. Aunque la distribución regional y social del ingreso era desconocida, se identificaban tendencias. La región
pampeana concentraba la mayor parte del producto y sus ciudades tenían una demanda potencial significativa. En 1913, la tienda
Harrod's decidió abrir su primera sucursal en la capital argentina después de realizar estudios de factibilidad en diferentes ciudades
del mundo.

La alta movilidad social en Argentina dificulta definir grupos sociales de forma estática y permanente. Sin embargo, si se los
describe como grupos transitorios, heterogéneos y con límites difusos, es posible analizar sus comportamientos. Las clases altas
consumían principalmente productos importados, pero su número era pequeño. Las clases medias y bajas representaban la mayor
parte de la demanda nacional, consumiendo tanto bienes importados como locales, lo que apoyaba la producción industrial
argentina.

La clase media creció debido al aumento de la economía y un gobierno con mayores gastos y capacidades de empleo. Empezaron a
consumir masivamente, haciendo que lo masivo sea aceptable. La clase baja también entró al consumo, aunque con recursos más
modestos. Las discusiones sobre el nivel de vida de los sectores populares indican tanto un descenso como un aumento en los
salarios reales. En general, hubo una participación amplia en el consumo y una cierta distribución del ingreso jerarquizada.

A fines del siglo pasado, el mercado experimentó cambios cuantitativos y cualitativos que llevaron a la formación de una sociedad
de consumo masivo. Estos cambios se manifestaron con mayor claridad en los primeros años del siglo XX. A partir de la década de
1880, se observaron los primeros indicios de este nuevo escenario, impulsados por un crecimiento demográfico significativo y un
optimismo económico que se vio desafiado por la crisis de 1890. Sin embargo, en la primera década del siglo XX, el crecimiento
económico renovado permitió que los cambios se consolidaran de manera más sólida. La llegada de inmigrantes contribuyó a que
este fenómeno se desarrollara en un país que alcanzaba los seis millones de habitantes a principios de la década de 1910. Estos
cambios no solo fueron cuantitativos, sino también cualitativos, y reflejaron una transformación en las ideas y costumbres,
marcada por la masificación y la secularización. El concepto de tradición experimentó un cambio significativo, especialmente en
relación al espacio y el tiempo, en línea con las demandas de los nuevos tiempos.

La popularización del espacio se ilustra en el aumento de lugares públicos como espacios comunes, donde personas de diferentes
clases sociales se mezclan. Antiguamente, los parques de Palermo eran visitados por familias ricas, pero ahora son usados por
personas de clases medias y bajas alquilando carruajes por horas. Del mismo modo, la popularización del tiempo se ve en la
disponibilidad de créditos ofrecidos por tiendas grandes y pequeñas, permitiendo un acceso más flexible a bienes antes
inalcanzables. Además, la secularización del espacio se manifiesta en el surgimiento de lugares comerciales que ofrecen

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experiencias lujosas similares al paraíso. Finalmente, los acontecimientos comerciales, como las liquidaciones, han ganado más
atención que las celebraciones religiosas.

Con la llegada de la sociedad de consumo masiva, todas las ceremonias íntimas y privadas como los casamientos y los entierros
ahora son realizadas por empresas comerciales. Esto muestra cómo las compañías se especializaron en arreglar todos los detalles
de estas celebraciones. Al mismo tiempo, surgieron agencias de publicidad que ofrecen conocimientos especializados para vender
en un mercado cada vez más complejo. La vidriera se convirtió en un instrumento para tentar al comprador con artículos que no
había considerado. Esta transformación en la relación entre productores y consumidores se potenció con el uso intensivo de la
publicidad a principios del siglo XX, reemplazando los aburridos avisos clasificados por campañas publicitarias planificadas y
estratégicas.

El mercado ha dado un nuevo significado a ciertos fenómenos existentes. La moda ha pasado de ser una expresión de la élite a una
de masas. En la época colonial, la vestimenta era un indicador de estatus social, pero con el avance del siglo XIX, la indumentaria
perdió su función de diferenciación. Los grupos de clase alta adoptaban las modas, mientras que los sectores más pobres vestían de
manera distinta, lo que les hacía fácilmente identificables. Sin embargo, en Buenos Aires, se empezaron a ver cambios significativos
hacia la mitad del siglo. La irrupción de la moda masiva hizo que la diferenciación a través de la ropa estuviera cada vez más
asociada con la marginalidad. Incluso los sectores populares empezaron a comprar su ropa en grandes tiendas, ofreciendo artículos
similares a los utilizados por los grupos de mayores ingresos. En las grandes ciudades, esta tendencia era más visible, mientras que
en áreas con economías menos dinámicas era menos pronunciada. Aunque esta similitud visual no implicaba igualdad social ni
económica, mostraba que casi todos estaban participando en el mercado.

LOS VAIVENES DE LA ECONOMÍA

La incorporación de Argentina al capitalismo mundial resultó en un rápido crecimiento económico, pero también expuso su
vulnerabilidad en ese entorno integrado. Al igual que en la actualidad, el capitalismo de ese entonces experimentaba ciclos de auge
y depresión que se extendían a medida que se integraban nuevos países y regiones al sistema económico global.

La primera crisis económica internacional que afectó a Argentina ocurrió en 1866 y tuvo un impacto en las exportaciones de lana.
En 1873, el país se vio involucrado en otra crisis mundial que sumió a la economía en una depresión. Esta crisis adoptó la forma de
una "crisis de balanza de pagos", un modelo novedoso pero constante que caracterizaría la economía argentina en adelante.

En años anteriores, Argentina había recibido préstamos gubernamentales y experimentado un aumento en la exportación de lana,
lo que resultó en un incremento en el consumo interno y en las importaciones. Sin embargo, las importaciones superaron a las
exportaciones, generando un déficit en la balanza comercial. A pesar de esto, el superávit en la cuenta capital del balance de pagos
compensaba la situación a corto plazo.

Ante los primeros signos de desorden económico, las inversiones extranjeras se retiraron, provocando un cambio en el signo de la
cuenta capital y volviéndola negativa.

El gobierno de Nicolás Avellaneda decidió enfrentar la crisis sin dejar de pagar la deuda externa para mantener la reputación del
país en los mercados financieros internacionales.

Avellaneda implementó un plan que incluía aumentar los impuestos a las importaciones y reducir los gastos gubernamentales.

Esta situación, sumada a la interrupción en la llegada de capitales, resultó en una disminución abrupta en las importaciones y un
aumento en la capacidad del Estado para pagar la deuda.

El objetivo de Avellaneda era eliminar la imagen de Argentina como un país deudor y atraer más inversiones extranjeras cuando la
situación volviera a la normalidad.

A fines de la década de 1870, una crisis económica afectó a Argentina, pero a medida que la economía crecía en la década de 1880,
parecía que la crisis se había superado. Sin embargo, en 1884, una nueva crisis interrumpió el optimismo y llevó a abandonar el
plan de patrón monetario bimetálico. Afortunadamente, el país superó esta crisis sin dificultades profundas y el crecimiento
económico se reanudó en la segunda mitad de la década. El consumo y las importaciones aumentaron nuevamente, lo que generó
un déficit comercial compensado por préstamos extranjeros. En este período, Argentina se convirtió en el principal receptor de
inversiones de Gran Bretaña. Sin embargo, a fines de la década, surgieron bancos y sociedades anónimas sin respaldo,
acompañados de una especulación irracional en la Bolsa de Buenos Aires. Todo esto llevó a una fuerte desconfianza en las

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Resumen Historia Económica Argentina y Social

inversiones especulativas y al desplome del peso moneda nacional. La crisis de 1890, cuyos orígenes son debatidos, agravó aún más
la situación económica debido a la retirada de los inversores extranjeros y a una política monetaria irresponsable.

El presidente Carlos Pellegrini lideró la salida de la crisis con un plan basado en medidas similares a las implementadas por
Avellaneda años atrás. Se incrementaron las tarifas a la importación y se renegoció el pago de la deuda extrema, posponiéndolo
hasta finales de la década. Esto resultó en una disminución de las importaciones debido a las tarifas altas, la depreciación del peso y
la caída del consumo, lo cual generó un balance comercial favorable. Además, se reorganizó completamente el sistema bancario.
Las inversiones realizadas en ferrocarriles antes y después de la crisis impulsaron un aumento en las exportaciones, especialmente
de cereales. Sin embargo, una nueva crisis afectó a la economía argentina en 1897 debido a la apertura de fábricas en exceso y al
conflicto fronterizo con Chile. Esto llevó a una competencia feroz, la reducción de precios y empresas al borde de la quiebra.
Aunque el sector externo se mantuvo sólido, la economía interna solo experimentó un crecimiento similar al previo a la crisis
después de un nuevo impacto financiero en 1901 y la firma de los Tratados de Mayo en 1902 que pusieron fin al conflicto con Chile.

La economía argentina experimentó un crecimiento constante desde la década de los ochenta, aunque con bases más sólidas. A
pesar del aumento de las importaciones debido al crecimiento del consumo, las exportaciones mantuvieron un balance comercial
favorable. El país logró atraer inversiones extranjeras y esto se reflejó en un superávit en la cuenta capital. Sin embargo, una crisis
internacional en 1907 tuvo poco impacto en la economía argentina gracias a las relaciones más débiles con Estados Unidos. A pesar
de situaciones coyunturales como sequías o inundaciones, el optimismo a largo plazo respaldó el crecimiento económico. Este
contexto positivo se vio reflejado en las celebraciones del Centenario de la Revolución de Mayo, donde Argentina mostró su
pujanza como una de las principales potencias del mundo.

El ciclo económico positivo en Argentina se detuvo en 1913 debido a una crisis internacional causada por la inseguridad generada
por la guerra de los Balcanes. Esto afectó especialmente a la construcción y al sector financiero. A diferencia de crisis anteriores,
esta vez no fue necesario aplicar tarifas para reducir las importaciones, ya que el balance comercial ya era favorable. Además, la
guerra también disminuyó las importaciones debido al cierre de los mercados europeos. El presidente Victorino de la Plaza se
resistió a tomar medidas proteccionistas y en lugar de eso, declaró la inconvertibilidad de la moneda para calmar la preocupación
del sector financiero. La crisis afectó gravemente a los bancos privados, mientras que los depositantes preferían confiar en los
bancos estatales.

Existe una creencia generalizada de que el papel del Estado en la economía durante el auge exportador fue casi nulo. Sin embargo,
esto no es cierto. Aunque no existía un Estado intervencionista como en el siglo XX, la presencia estatal en la economía era
significativa y compleja.

El Estado argentino jugó un papel clave en la promoción e inversión en empresas ferroviarias, garantizando bonos y ganancias.
Además, se involucró en la construcción de la primera red de trenes y fomentó ferrocarriles donde el sector privado no lo hacía.
También intervino en el mercado bancario, destacándose la importancia del Banco de la Provincia de Buenos Aires y
posteriormente del Banco de la Nación Argentina. Este último, aunque no era un Banco Central, tenía influencia sobre otras
instituciones y su tasa de redescuento y operaciones en el mercado de bonos y divisas eran seguidas por otras entidades. Todo esto
contribuyó a la convivencia de una banca privada pujante con la influencia del Banco de la Nación.

La política fiscal en Argentina durante este período se centró principalmente en gravar las importaciones y aplicar impuestos
internos a artículos como bebidas alcohólicas y tabaco. Se consideraba legítimo gravar estos productos debido a su efecto
perjudicial para la salud. Sin embargo, algunos criticaron esta política como inequitativa, ya que gravaba el consumo en lugar de la
riqueza. Aunque nunca se consideraron seriamente proyectos alternativos para imponer tributos a la riqueza, se puede atribuir
esta elección a la presión de los más ricos.

La protección a la industria local fue otro resultado de la política fiscal argentina. Sin embargo, esta protección era selectiva y
compleja, y se basaba en razones económicas, políticas, ideológicas e incluso fortuitas. Las tarifas que protegían ciertos bienes de
consumo solían surgir o profundizarse como consecuencia de una crisis. Esta política tarifaria complicada se debía tanto a las
complejidades del Estado como a los propios empresarios industriales.

La mayoría de estos empresarios también eran importadores de bienes finales manufacturados, pero con alguna diferencia en
calidad o especificación de los productos que producían. Aunque tenían intereses contradictorios en el contexto macroeconómico,
lograron influir en tarifas específicas a través de un lobby en el Congreso. Presionaban para obtener protección para ciertos
productos y la libre entrada de otros.

En resumen, la política fiscal argentina durante este período se centró en gravar las importaciones y aplicar impuestos internos.
Esta política fue criticada como inequitativa y benefició a ciertas industrias a través de tarifas selectivas. Los empresarios
industriales influyeron en estas tarifas a través de un lobby en el Congreso.
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Resumen Historia Económica Argentina y Social

La política industrial de protección selectiva en Argentina fue establecida por el Estado, liderado por Julio A. Roca, debido a la falta
de una evolución económica exitosa similar a la de Gran Bretaña o Estados Unidos. Esta política implicaba tomar decisiones
pragmáticas caso por caso. En términos monetarios, Roca optó por una intervención estatal a un nivel menor que el propuesto por
los "papelistas", estableciendo una paridad de un peso oro por cada 2,27 pesos de papel.

El Estado tenía un déficit fiscal constante, lo cual se cubría mediante la emisión de deuda pública vendida tanto local como
externamente. A medida que avanzaba el siglo, esta deuda tuvo menos incidencia en el presupuesto, lo que reflejaba una mayor
consolidación financiera del Estado. Sin embargo, la emisión de deuda incrementaba las tasas de interés y disminuía la inversión del
sector privado.

Aunque el aumento del gasto estatal podía afectar la inversión privada, también generaba un aumento en la demanda agregada. El
crecimiento del Estado implicó un aumento en los empleos administrativos, lo que fue visto como un signo de estancamiento según
la literatura de la época.

El crecimiento económico en Argentina estuvo marcado por etapas diferenciadas, con una consolidación del mercado interno y
nacional como resultado de la exportación. Sin embargo, algunas regiones permanecieron ajenas a la modernidad.

En términos de política económica, Argentina se caracterizó por una mezcla de pragmatismo y flexibilidad, alejándose tanto de las
interpretaciones tradicionales de desarrollo como de otros países de América Latina y Estados Unidos.

En resumen, la política industrial y económica en Argentina durante este periodo fue influenciada por decisiones pragmáticas y
flexibles del Estado, que buscaba equilibrar el dinamismo externo e interno, y enfrentaba desafíos en términos de déficit fiscal,
deuda pública y crecimiento económico.

Las inversiones extranjeras en la Argentina (1860-1914)

Regalsky Andrés Martín

I. LA EVOLUCIÓN GENERAL DE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS

1) Las exportaciones de capital y los cambios de la economía mundial

Entre 1860 y 1914 la Argentina experimentó un acelerado crecimiento económico, caracterizado por la ampliación de su
producción exportable y por la unificación de sus mercados interiores, que se basó en gran medida en el ingreso masivo de
capitales extranjeros. Estos países, a la par que aumentaron su capacidad exportadora de productos manufactureros, también
aumentaron sus necesidades de importación de productos primarios (cereales, lana, carne, etc.). Además se orientó hacia los
denominados "países nuevos", que por su escaso desarrollo productivo podrían proveer esos productos a bajo costo: Estados
Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Uruguay y, por supuesto, la Argentina. La exportación de capitales a los países nuevos
fomentó una doble especialización: la de los países nuevos, que orientaron su crecimiento hacia la exportación del producto
primarios y la Europa occidental que vio complementada y luego sustituida su producción primaria, al tiempo que ampliaba los
mercados externos para su producción industrial.

En 1850 sólo Francia e Inglaterra tenían inversiones en el exterior, concentra principalmente en Europa continental. Con esta ley
que use sectorial, el principal rubro en el que se invirtió los capitales extranjeros fue el de la construcción de ferrocarriles
(Inglaterra = 46%).

Si la influencia de las inversiones externas sobre el comercio global parece indudable, resulta más discutible el papel que
cumplieron esas inversiones en promover las portase es industria de los países inversores hacia los países receptores en particular.

Así, en una primera etapa que se podría extender hasta los años 70, las inversiones británicas en los países nuevos permiten
incrementar las exportaciones del mismo origen, tanto de bienes de consumo como de bienes de capital. Esto se debió liderazgo
que ejerce en Inglaterra la producción de ambos tipos de artículos. A partir de 1880 su predominio comenzó a ser, ante la base de
las exportaciones industriales de otras naciones europeas y de los Estados Unidos. Entonces el papel de las inversiones externas
lejos de ser eficaz en lo que respecta a las exportaciones de bienes de consumo.

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Resumen Historia Económica Argentina y Social

En otras exportaciones de bienes de capital, la magnitud de las inversiones en empresas que demandaban esos rubros (por ejemplo
ferrocarriles), posibilitó que el industrial británica mantuviera una posición ventajosa aunque su tarea de competitividad sea era
notable ante esta situación las empresas industriales de otros países (Francia y Alemania en particular) comenzaron interesarse en
este tipo de inversiones para lo cual se asociaron con los grupo bancario que habitualmente se ocupaban de las mismas. Aún más,
en los años previos a la primera guerra, presionaron para asegurarse los pedidos de materiales correspondientes a empréstitos que
se colocaran sus respectivos mercados financieros.

2) Acumulación de capital, mercados financieros y flujo de inversiones externas.

Así como la creciente división internacional del trabajo contribuyó a modelar la distribución geográfica y sectorial de las inversiones
externas, la acumulación y centralización de capital en los países exportadores fue lo que generó la posibilidad misma de que se
produjeran dichas inversiones.

Inglaterra originó tempranamente una masa de capitales en busca de colocación. Esos capitales protagonizaron los efímeros auges
de inversiones de las décadas del 20 en América Latina, y del 30 en los Estados Unidos.

Francia a adquirir importancia como exportadora de capitales en la segunda mitad del siglo XIX. Éste se hallaba controlado por un
núcleo de grandes bancos que, por la gran escala de sus operaciones, pronto proyectaron sus actividades a nivel internacional. En
las décadas de 1850 y 1860 invirtieron en los países vecinos donde lograron desplazar a los capitales británicos en la financiación de
las construcciones ferroviarias.

El volumen de las exportaciones de capital aumentó considerablemente en algunos rubros, como el de los empréstitos públicos, en
que sigan a competir ventajosamente con Gran Bretaña.

Las exportaciones de capital de Lima y Estados Unidos se desarrolló más tardíamente que las anteriores por la fuerte demanda
interna de fondos que se verá su desarrollo industrial (también se relaciona su origen en torno a los grandes bancos). En Alemania
los bancos iniciaron su expansión externa en la década de 1870. En el caso de los Estados Unidos, las exportaciones de capital se
iniciaron a fin de siglo. Consistieron en inversiones en empréstitos, realizado por grandes bancos de nueva York, y en la creación de
subsidiarias de las grandes compañías industriales. Hasta 1914_geográfico de acción se concentra principalmente en los grandes
países vecinos: México y Canadá.

Una primera onda de inversiones tuvo lugar al comienzo de la década de 1850 hasta la crisis de 1857. Una segunda onda más
importante como eso hacía 1860-62 y continuo con algunos altibajos hasta 1873-76, momento en que se interrumpió una nueva
crisis financiera internacional. La tercera onda se desarrolló en la década de 1880, y la cuarta desde fines de los 90 o comienzos de
siglo hasta la Primera Guerra Mundial. Estas dos últimas fueron las demás son magnitud. En cuanto a Gran Bretaña, se ha llegado a
sugerir que las exportaciones de capital crecieron en repuesta la falta de oportunidades internas, Aunque también cabría la
posibilidad de que los aportes externos hacia las bolsas de atraer la inversión interna. En cambio en Francia se estableció que
ambas variables se reforzaron mutuamente en un sentido o en otro.

Desde 1870 contribuían a financiar sus partes permanentes déficit de balanza comercial y el caso de Gran Bretaña sigan a
representar el 10% del ingreso nacional. Esto dio lugar a que ambos países fueron calificados de "estado rentistas", puesto que
basaban su prosperidad la riqueza creada por el resto del mundo.

3) Los ciclos de inversiones extranjeras en la Argentina

Los principales hitos de inversión de los capitales extranjeros en Argentina se verificaron entre los años 1862-75, 1881-90 y 1903-
13. En cuanto su finalización, las crisis financieras internacionales de 1873-76 y 1889-91, y el tercio de la Primera Guerra Mundial.
Por cierto que también deben influir factores específico carácter local, de índole económicos, como la marcha las actividades
productivas (ligadas al comercio exterior), el estado las finanzas públicas y la situación combiaria. Por otra, ciertos actos
institucionales que precedieron la iniciación de los siglos y que revelan la magnitud del rol asumido por el estado para asegurar el
proceso.

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Resumen Historia Económica Argentina y Social

A) 1862-1875: el comercio este ciclo estuvo presidido desde auspiciosos signos económicos, como el auge de las exportaciones de
lana hacia Europa y los comienzos de la colonización agrícola. Las inversiones extranjeras fueron en general de pequeña magnitud y
de origen exclusivamente británico. Comenzaron con la construcción de los primeros ferrocarriles entre 1862 y 1865, y culminaron
con el auge de los empréstitos nacionales y provinciales de 1870-74. El producto los empréstitos se canalizó, en una porción
sustancial, hace objetos vinculados a la organización del estado nacional, pero en los últimos años comenzó a emplearse en más
sobre medida en obras públicas y en la ampliación del crédito bancario.

B) 1881-1890: entre los hechos que presidió la inserción de este ciclo podemos destacar en el plano económico una clara mejoría
de la balanza comercial del país, así como el comercio de un ciclo de prosperidad agrícola en la provincia de Santa Fe. Se caracterizó
por un enorme incremento de la inversión, la mayor parte de ese incremento se produjo en los últimos años de la década del 80, en
los cuales la Argentina se convirtió por primera vez en uno de los campos de inversión más importante de todo el mundo. Aparte
de Gran Bretaña se registran las primeras inversiones de otros países europeos especialmente de Francia, Alemania y Bélgica.

El desarrollo del ciclo mostró dos fases bien diferenciadas, separadas por una breve crisis en los años 1884 y 1885. En la primera
continuaron predominando las inversiones en empréstitos, especialmente el gobierno nacional, mientras que la segunda pasaron
un primer plano las inversiones de necesidades anónimas, principalmente los ferrocarriles. Las inversiones francesas evitaron
primero se los empréstitos públicos y, en los últimos años, a las compañías ferroviarias e hipotecarias. En tanto los capitales
alemanes se introdujeron la segunda parte del ciclo y se colocaron en empréstitos públicos y en bancos. En cuanto a los belgas, lo
más significativo fue que se volcaron en gran proporción a la compra de cédulas hipotecarias emitida por los bancos oficiales.

La liquidación de esta crisis insumió toda la década siguiente, durante la cual Argentina se considera un campo inversión riesgoso y
el ingreso de capitales se redujo un mínimo.

C) 1903-1913: entre los elementos que sudaron a la reanudación de la corriente de inversiones a comienzos del siglo puedo
mencionar en el plano económico, la expansión espectacular de la producción agrícola de la provincia de Buenos Aires que
posibilitó el gran incremento de las exportaciones.

El volumen total de las inversiones extranjeras al caso en este ciclo su máximo nivel histórico. Se timado que su monto superó más
de dos veces el registrado durante el "boom" de la década de 1880. Si bien el principal país inversor continuó siendo Gran Bretaña,
los restantes países aportaron más de la mitad de las numerosas inversiones. Asimismo se verificó el ingreso de los primeros
capitales norteamericanos. Los ferrocarriles constituyen el sector que más inversión recibió superando holgadamente a los
empréstitos públicos.

Una de las características salientes fue el crecimiento de las inversiones vinculadas a las actividades agropecuarias.

Hubo también importantes inversiones en algunos sectores técnicamente novedosos, como el de las compañías de electricidad
sobre las cuales adquirió completo predominio capital alemán.

Éste ciclo se cerró abruptamente a mediados de 1914 con el tercio de la Primera Guerra Mundial que determino una parálisis
completa en las transacciones de capital. Concluida la guerra volvió a generarse un nuevo flujo de inversiones hacia nuestro país,
que llegó a asumir cierta importancia entre 1921 y 199. Sin embargo sus características fueron muy diferentes a la de los años
anteriores.

Parece sin embargo más adecuado es el sexto reflujo de las inversiones común a los síntomas de la conclusión de la etapa, cuyo
principal fuerza motriz había sido la expansión horizontal de la producción pampeana basada en el avance de la frontera
agropecuaria, que se completo poco antes de 1914. Como bien ha explicado Ferns a propósito de la crisis de 1890, en el
sobreendeudamiento se origina por el exceso de inversiones que sólo eran reproductivas a largo plazo, o que eran improductivas
en absoluto, es decir que no generan recursos para el servicio de sus intereses y amortizaciones.

En realidad, hacia fines de la década de 1880 y nuevamente el principios de este siglo,1 parte considerable de los nuevos capitales
sólo sirvió para cubrir los servicios de la deuda sea contraída. La Argentina se había transformado en una suerte de "estado
tributario".

4) Características y composición de los grupos inversores

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La mayoría de las inversiones extranjeras se hicieron bajo la forma de lo que se denomina inversiones de cartera. Consistían en la
compra de títulos o valores mobiliariso correspondientes a gobiernos extranjeros o empresas en el exterior, que circulaban en los
mercados financieros de los países exportadores. Las inversiones directas mediante sucursales o la compra de propiedades u otros
bienes en el exterior, representaban en aquel periodo una fracción minoritaria. En el resto de las inversiones (las que no eran
empréstitos públicos o las empresas controlada por grupos locales) se deben diferenciar dos sectores que participan en condiciones
distintas. Por una parte, una capa más o menos amplia de ahorristas que aportaba el lunes el capital comprando los títulos en el
mercado financiero a través de los bancos o de los corredores de bolsa. Por otra parte, los grupos que promovían y realizaban las
diversas empresas, y controlar su división y de inversión de los fondos.

A) Empréstitos públicos

Se trató de un campo de negocios restringido exclusivamente a los grandes establecimientos bancarios. Entre los británica que
intervinieron en la Argentina la más importante fue Baring Brothers. Otras firmas, Murrieta (hasta la crisis de 1890) y Morgan
(desde mediados de la década de 1880). Entre los franceses se destacaban el banco de inversión Parieras y los bancos de depósitos
Comproir d´Escompe y Societe Generale. Entre los alemanes, el Deutsche Bank y el Disconto Gessellechaft.

B) Sociedades anónimas

Los grupos inversores británicos se basaron fundamentalmente en la iniciativa de particulares y no contaron con una presencia
destacada establecimientos bancarios o sindicatos financieros. Los primeros grupos inversores británicos que se introducen en la
década de 1860 tuvieron entre sus características salientes la de contar con una elevada proporción de miembros con intereses
comerciales en el Río de la Plata, principalmente industriales y comerciantes del sector textil. En el caso de las inversiones
ferroviarias tuvieron una intervención decisiva los grandes contratistas británicos. Los grupos inversores franceses y alemanes en el
campo de las sociedades anónimas se caracterizaron desde su entrada (a finales de la década del 1880) por el peso decisivo de los
intereses financieros, representado por algunos bancos que actúan también en los empréstitos. Los principales grupos inversores
franceses que operaban en este sector estudia integrados por los denominados Banques d´affaires, "bancos de negocios". Como se
basaban en sus propios fondos más que los depósitos del público, puedan volcarse operaciones de alto riesgo y larga duración, y
como contrapartida era mucho más rentables que los editores de la banca comercial.

5) Rentabilidad de los grupos inversores

La participación de estos variados sectores en las inversiones impone la reflexión sobre un tema muy discutido: el de los beneficios
que obtuvieron los grupos inversores. Generalmente se ha tendido a asimilarlos con las ganancias globales de las empresas o bien
con los intereses de los títulos comprados por el público ahorrista. Esto rendimientos eran un poco superior a lo de los títulos
internos, y la diferencia se explicaba por el mayor riesgo atribuido a las inversiones en el exterior de acuerdo el país que se tratara.
En el caso de los empréstitos consistían en las comisiones por la colocación de los títulos. En general se trataba de ganancias
extraordinarias, muy superiores a las que obtenían en las operaciones habituales de su propio país. En las inversiones en las
sociedades anónimas la situación era más compleja. Por una parte estaban las ganancias que pueden calificarse de intrínsecas a su
participación en el negocio, y que correspondía a su condición de grandes accionistas, directores y fundadores de la empresa.
Cuando los beneficios resultan superiores este interés, los dividendos de las sesiones serán notablemente más altos. Además solía
tener derecho a suscribir las S.A. por su valor nominal, lo que les daba la posibilidad de reanudar las con una prima de acuerdo los
dividendos esperados. Por otra parte, estaban las alas externas al negocio en sí pero derivadas del mismo. En definitiva también las
inversiones es anónimas reditúan beneficios extraordinarios.

II. EVOLUCION SECTORIAL DE LAS EMPRESAS EXTRANJERAS

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1) Inversiones en ferrocarriles

Los primeros proyectos de inversión estuvieron relacionados con el desarrollo urbano de Buenos Aires. Los ferrocarriles Norte de
Buenos Aires y Buenos Aires y Ensenada, cuyas conseciones databan de 1857, tuvieron por objeto conectar el mercado urbano con
su periferia de quintas y con los puertos de cabotaje más próximos (San Fernando, La Boca y Ensenada). La creación del ferrocarril
del sud, llevada a cabo por otro grupo inversor británico en 1862, se vinculó en cambio con el desarrollo de la producción lanera
para la exportación, en la zona rural que se extendía al sur de la Ciudad de Buenos Aires.

De distinto carácter fue inversión que dio origen al central argentino, que unía el incipiente puerto Rosario y la ciudad de Córdoba,
la más importante del interior.

Las dos últimas inversiones del primer ciclo, efectuadas a mediados de la década de 1870, se relaciona con el desarrollo de la
navegación fluvial en los ríos Paraná y Uruguay. El ferrocarril Buenos Aires a campana se alimentaba del tercer existente entre Rosa
y Buenos Aires, y del argentino del este permitirá remontar el tráfico de cabotaje al norte de concordia. El monto de las inversiones
en este primer ciclo estuvo fuertemente condicionado por la incertidumbre que imperaba los circuitos financieros europeos.

En el ciclo 1881-90 la parte las inversiones se efectuó en la zona meridional y central de la provincia de Santa Fe. Los
ferrocarriles Buenos Aires al pacífico y gran oeste argentino comunicaron este mercado con la región vinícola cursada.

En la década de 1890, marcada por una profunda retractación de los mercados de capitales, la única inversión importante
correspondió al ferrocarril sud, y consistió en la prolongación de sus líneas de Bahía blanca a Neuquén (por el desarrollo fruti
hortícola del base de Rio Negro).

Las inversiones de este siglo fueron las demás son magnitudes. En 1914 los capitales declarados del grupo sur y oeste superaban los
74 millones de libras esterlinas, con la longitud de casi 9000 kilómetros.

Un aspecto que merece especial consideración en el de los resultados de las inversiones, es decir la rentabilidad global de las
empresas que funcionaron con capitales extranjeros. Los estudios realizados arrojan un promedio de beneficio mayor que el de las
inversiones similares en la metrópoli, aunque lo espectacularmente alto.

El primer ciclo, las escasas inversiones efectuaron cada una en áreas bien diferenciadas, por lo que negó competencia entre las
mismas, en esta última década se verificó una aguda competencia por las olas y las rutas más codiciadas.

Lo de la crisis de 1890 un periodo de consolidación de las grandes compañías, que absorbieron a las más pequeñas y acordaron un
reparto de sus jurisdicciones. A partir de fines de la década del 90, la tasa de expansión agropecuaria posibilitó un fuerte aumento
de los rendimientos de las grandes compañías que operaban en Buenos Aires. Esto alentó la introducción de nuevos grupos
inversores, que intentan sustraer ciertas áreas a la influencia de que esas. En el centro y norte de unos recurren al uso de la trocha
angosta. Las grandes compañías puedan mantener su posición en el tráfico, en parte por el prodigioso aumento de la producción
en sus áreas de influencia, y en parte porque de gran tamaño de sus rehenes permitía reducir sus tarifas en la que sus puntos más
amenazados por la competencia, sin afectar significativamente sus ingresos globales.

Otro aspecto de singular importancia en el análisis de los inversiones ferroviarias es el de las relaciones entre los grupos inversores
del estado. Por lo general las autoridades adoptan medidas de fomento, con el propósito estimular la realización de las inversiones,
autores plantearon ciertas restricciones en salvaguarda de los intereses locales. Uno de los mecanismos de estímulo más
importante hasta la crisis de 1890 fue la garantía de un beneficio mínimo sobre el capital invertido. Proyectada con el objeto de
minimizar los riesgos durante el periodo de maduración de las inversiones, se otorgó el primer ciclo por un plazo que lo excedía
largamente: 40 años. Toda vez que las empresas no alcanzarán una rentabilidad es el orden del gobierno de responder por la
diferencia. La importancia de la garantía para asegurar rendimientos de las inversiones fue muy grande en el primer ciclo. Como
contrapartida los nuevos grupos inversores consiguieron incluir algunas clausuras ventajosas en el mecanismo de pago. En breve
receso la diferencia entre su producto de explotación y los beneficios garantizados, obtuviera el derecho a percibir la totalidad de
estos últimos.

Lo de la crisis de 1890 los inversores aceptaron abandonar el sistema a cambio de entregar títulos públicos. La solución implicó
reducir el monto de los pagos anuales a menos de la mitad, aunque sobre un plazo de 56 años en vez de los 17 años de promedio
que restaban para el vencimiento de las garantías. Además se liberó a los inversores del obligación de reembolsar al gobierno
cuando los resultados de la explotación arrojaron excedentes. Otro tipo de subsidio utilizaba antes de 1890, si bien con poca
frecuencia, fue el de la donación de tierras. Se trataba de un capital sujeto a valorización por su proximidad al ferrocarril, y que
permitía a los empresarios participarán los beneficios indirecto derivado de su propia inversión.

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Como contrapartida mecanismo de promoción, los inversores debieron aceptar en la mayoría de los casos de interés se trata de la
situación de sus tarifas. Las empresas más rentables pronto abandonarán el régimen de las garantías, con lo cual el gobierno perdió
la posibilidad de controlar adecuadamente su margen de ganancia. La política del fenómeno de las inversiones extranjeras también
se evidenció con los autores públicas intervienen directamente en la construcción y explotación de los ferrocarriles.

De interés en el estado en la construcción ferroviaria acarreó, en algunas oportunidades, situaciones de competencia y conflicto
con los grupos extranjeros.

Al iniciarse el tercer ciclo de inversiones, las relaciones entre el estado y los grupos extranjeros continuaron presentando carácter
problemático. Una de las cuestiones más conflictivas se relacionado con las tarifas de las compañías ferroviarias, con las cuales el
gobierno había pedido toda ingerencia tras la rescisión general de las garantías. De hecho el único mecanismo de regulación
descansaba en la propia competencia entre los diversos grupos.

En 1907 se llegó finalmente a un acuerdo en el contexto de denominada "ley Emilio Mitre".

El nuevo régimen contó con la adhesión de todos los participantes en el negocio ferroviario, incluso de las compañías establecidas
recientemente.

Las franquicias se extendían por 40 años en vez de 20, y ya no se limitan a productos que no se pudiera fabricar localmente. Los
controles tarifarios sólo se aplicaban si sus ingresos superan el 17% del capital reconocido por tres años consecutivos, en vez de los
años estipulados en sus concesiones.

2) Inversiones en empréstitos

Las inversiones extranjeras en empréstitos tuvieron lugar a partir de las crecientes necesidades de financiación de los gobiernos,
atribuibles a su vez al aumento de los gastos extraordinarios por encima de los recursos generales. Los gastos extraordinarios que
dieron origen a estas operaciones fueron de muy variada índole. Inicialmente hubo una fuerte incidencia del gasto militar,
relacionados con los conflictos que jalonaron la constitución del estado nacional: la guerra del Paraguay, los levantamientos de
López Jordán y las rebeliones de 1874 y 1880.

Con el precio de la crisis de 1890 se interrumpió el ingreso de los capitales, no obstante lo cual el monto de la deuda pública
nacional continúa incrementándose.

El primer empréstito, destinado a los gastos de la guerra del Paraguay, fue negociado en 1866 en circunstancias poco favorables.

La negociación del segundo empréstito nacional, en 1871, si hizo en circunstancias más favorables. El mercado de Londres
atravesaba una fase de gran actividad, la situación del crédito argentino se había consolidado y numerosas firmas británicas Cesar
interesadas en las operaciones con este país. La competencia los nuevos grupos tuvo un desenlace distinto del último gran
empréstito nacional, negociado a principios de 1911. Presionado por los sectores locales, el gobierno modificó radicalmente los
mecanismo de adjudicación, implantó por primera vez el sistema de licitación pública.

3) Inversiones en el sector financiero

Las inversiones extranjeras en el sector financiero estuvieron estrechamente relacionadas en su desarrollo por las condiciones del
mercado local. Las inversiones se dirigieron principalmente hacia los rubros más dinámicos y con mayores perspectivas de
rentabilidad: la financiación del comercio exterior en este período experimentó un notable incremento, y los créditos hipotecarios,
que indirectamente financiaban la producción agropecuaria. En el ciclo 1862-75 hubo apenas dos inversiones extranjeras, que
correspondieron al rubro del crédito comercial. Al iniciarse el ciclo 1881-90 se introdujo una nueva compañía británica, el banco
inglés del Río de la Plata. En este ciclo se realizaron las primeras inversiones extranjeras en créditos hipotecarios.

El estallido de la crisis ocasionó el cierre de todas las instituciones oficiales y gran parte de las privadas y dejó al mercado financiero
bajo el control de dos grupos británicos: él del banco de Londres y el de la River Plate Trust. El sector de la banca comercial las

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nuevas inversiones se concretaron a partir de comienzos de siglo y estuvieron relacionadas con el renovado auge del comercio
exterior que convirtió a la Argentina en el principal mercado de América Latina.

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