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TAREA - LA DICTADURA DEL PERÚ

Prof. Pablo Camps


Darío Larroude Álvarez – 4.929.737-3
Micaela Cal –
Agosto 2021

1. ¿Qué problemas sociales y económicos prometió solucionar el gobierno peruano de


Belaúnde y no lo logró? ¿Por qué?

El primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry se manifestó desde la campaña electoral que
comenzaría el 9 de junio de 1963 en alianza con el Partido Demócrata Cristiano y
fundamentalmente, apoyado por las Fuerzas Armadas, la Iglesia Católica y la prensa, derrotando a
reformistas y detractores anteriores. Su mandato se inclinó al objetivo de plasmar un programa de
profundas reformas, que pueden considerarse revolucionarias para un país atrasado en materia
industrial y agraria, así como para otros implicaban un cambio de índole "incaísta", posicionándose
en contra del APRA debido a la gran inclusión de población indígena y mestiza, la cual conformaba
la mayor parte de la sociedad peruana.
Aquí destacamos dos medidas principales; en primera instancia, la Ley de Reforma Agraria de
1964, la cual incidiría en los latifundios desaprovechados, localizados a lo largo de la sierra y de la
costa, sin afectar a los que si estaban aprovechados, como eran los que habían aceptado la injerencia
industrial (sobre todo en la franja costera). El fin máximo aquí era indemnizar a los propietarios
desventajados, sin realizar confiscaciones o decomisos, aunque sin considerar que estos
representaban a una gran mayoría. Por otro lado, debe mencionarse su Plan de Viviendas de 1966 –
siguiendo su profesión de arquitecto-, donde su obra en la construcción y aliento de la vivienda
favorecieron en gran medida a los sectores menos privilegiados y a las clases medias que se habían
conformado a lo largo de la década de 1950. Así, en diversos lugares del país se llevaron a cabo
grandes obras dedicadas a complejos habitacionales para sectores populares, priorizando a los
funcionarios de la seguridad y la educación, urbanizando asimismo las principales ciudades costeras
y de la sierra.
Sin embargo, los intentos de expropiación de dichos latifundios generaron una fuerte resistencia de
los terratenientes aglutinados en el APRA e incluso del propio campesinado popular –indio y
mestizo-, los cuales se conformaron en milicias y se posicionaron a nivel estatal en el espectro
derecho de la política. Esto se debió a la falta de concreción para romper la estructura pseudofeudal
del agro peruano, ya que Belaúnde pareció centrarse en las obras públicas mencionadas y en el
desarrollo acelerado de la industrialización del país, el cual no se hallaba listo, no cumpliendo los
repartos prometidos. Asimismo, la capacidad de liderazgo de Belaúnde fue vista como débil e
inconsistente en cuanto a la gestión económica que llevó a una devaluación monetaria, aspecto que
puede observarse en una política petrolera que creaba una situación de gran dependencia con las
potencias occidentales. Hacia 1968, la International Petroleum Company (IPC) -empresa
norteamericana que explotaba los yacimientos de La Brea-Pariñas-, logró imponer un acuerdo por el
cual el Estado renunciaba a cobrar los impuestos que se le adjudicaban a cambio de los pozos de la
Empresa Petrolera Fiscal peruana, con el fin de monopolizar el petróleo nacional.
2. El general Velasco Alvarado termina su mensaje a la población peruana con motivo de
la promulgación de la Ley de Reforma Agraria (1969) con la frase: “¡Campesino, el
patrón ya no comerá de tu pobreza!”

¿Cómo se explica el acontecimiento y el planteamiento en el contexto de las dictaduras


militares sudamericanas en el período 1960-1990?

Debe aclararse que hacia 1969, la confirmación de una Reforma Agraria era fundamental debido a
la escasa productividad de la inmensidad de latifundios. De esta forma, se planteó que frente al
patrón al cual se expropiaba el latifundio, debía aparecer el Estado mediante sus técnicos con el fin
de dirigir las cooperativas y los diversos dispositivos que se irían creando.
Sin embargo, debemos aclarar que se trataba de un escenario altamente contradictorio, ya que la
tecnocracia tampoco logró satisfacer, así como no existió una programática de apoyo al campesino,
para que este pudiera sustentarse. La reforma comenzaba y finalizaba con la distribución de la
tierra, sin mirar a largo plazo, siendo concebida solo como una reivindicación social por la cual se
hacía uso de la demagogia militar. Puede decirse que el llamado velasquismo terminó con la
propiedad terrateniente para autolegitimar el gobierno militar, ganándose el favor de las clases
menos privilegiadas que sufrían las condiciones pseudofeudales mencionadas. Sin embargo, las
Fuerzas Armadas en su verticalidad, crearon un aparato burocrático que se avocó en controlar el
espacio más que en un reparto equitativo y productivo de tierra entre el campesinado indio y
mestizo, que hubiera permitido el fomento de un pequeño y mediano empresariado.
Dentro del planteamiento de las dictaduras militares sudamericanas, esta instancia generó una
situación muy particular. A diferencia de otros derrocamientos y accionares de las Fuerzas Armadas
a nivel continental, el velasquismo perfeccionó el concepto de interés nacional en detrimento de la
concepción oligárquica que respondía a la voluntad norteamericana, como se puede observar en el
caso del petróleo; las otras, en general, se habían hecho paso a través de ella para lograr el poder y
los avales de la potencia mundial. Se puede decir que la institución castrense de Perú actuó acorde a
la Doctrina de Seguridad Nacional pero no a favor de la nación que la alentó, siendo su discurso
interpretable desde el punto de vista del populismo clásico y el comunismo, si las reformas estaban
dirigidas a los sectores menos privilegiados y al reparto agrario, ocultas bajo una fachada
demagógica. Esto creó una retirada tácita de apoyo de los Estados Unidos a este país, teniendo las
Fuerzas Armadas que redefinir sus esferas de influencia mucho antes de 1980; asimismo, la
ideología desprendida de su gobierno influenció a ciertas facciones militares sudamericanas,
temiéndose “golpes peruanistas” en algunos países, por lo que el apoyo norteamericano debió
inclinarse hacia los sectores militares contrarios.

3. ¿Cómo la biografía de Alvarado incide en su práctica política?

En este punto, es pertinente aclarar que aparte de su formación militar nacional, Juan Velasco
Alvarado se desempeñó como agregado militar en Francia e integró la delegación peruana ante la
Junta Interamericana de Defensa, antes de su retorno de 1966 y de su accionar posterior.
Entendiendo de que dicha junta se erigía como una entidad de la OEA -Organización de Estados
Americanos-, creada a raíz de recomendaciones de los Ministros de Relaciones Exteriores con
propósitos de asesoría, debe entenderse que el militar en cuestión estaba fuertemente imbuido de las
políticas de contención y defensa nacional que Estados Unidos venía pregonando desde principios
de la década aludida. Sin embargo, como hemos dicho, Alvarado se sumió en una ideología
personalista en donde adaptó dichas teorías totalmente dentro de las fronteras peruanas, siendo su
accionar violento, su discurso demagógico y su gobierno tecnócrata y burocrático, en defensa de los
intereses mencionados; no obstante, en su lema “ni capitalismo ni comunismo” se denota una
neutralidad ideológica que particularizó la situación peruana y a él como dictador.
En resumidas cuentas, esta política de no alineación pudo haber implicado un acercamiento al
bloque socialista, pero bajo un gobierno que seguía los preceptos tecnocráticos de la Doctrina de
Seguridad Nacional. Esta contradicción teórica dentro del plan de control norteamericano creó una
nueva arista teórica y práctica que equilibraba el autoritarismo tecnócrata y la imparcialidad
internacional, lo cual sin embargo terminó también por fracasar en la franja temporal de 1980.

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