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Momento
Ética Aplicada a la
Función Pública
Sistema Nacional de Certificación
ÍNDICE
La Ética Pública, sin perjuicio de «hundir sus raíces» en una ética individual
o personal, «será eminentemente una ética social, o sea una ética que
atiende, ante todo, a lo que se ha dado en llamar el individuo en relación,
es decir, una ética que atiende al individuo “situado” dentro de una
“comunidad” e incluso dentro de varias comunidades a un mismo tiempo»
(MUQUERZA, V. 2007a: 510-511).
Por tanto, nuestro horizonte se amplía bastante al considerar que la Ética
Pública, se entiende como las consideraciones orientadas a la vida pública
en su conjunto. Es en este ámbito, en el que las personas se relacionan
entre sí, se asocian, conforman organizaciones, coordinan acciones que
tienen consecuencias en la vida de otras personas y eventualmente,
responden por tales acciones ante otros.
En este sentido, la Ética Pública no se restringe únicamente a la esfera
política y/o estatal ni se centra exclusivamente en el ámbito de quienes
ejercen funciones públicas en el Estado, sino que considera a la persona
en cuanto ciudadano en el ámbito público.
Adela Cortina, profesora española de Ética, agrega otra dimensión
de la Ética Pública al decir que ésta puede considerarse desde tres
perspectivas:
La primera es que se trata de una herramienta de gestión. De nada
sirven las leyes, los recursos materiales y las personas llamadas a ejercer
la función pública si no existen pautas de comportamiento personal y
colectivo. El primer fruto de la práctica de la Ética Pública, por tanto, es
que genera confianza entre gobernantes y gobernados, como también
Códigos de Conducta
En el campo de la Administración Pública los Códigos de Conducta,
llamados también Códigos de Ética o simplemente Códigos Éticos,
son construcciones sociales como “sistemas de ideación” para guiar
acciones correctas, apropiadas y honestas en el desempeño de
actividades administrativas. En otras palabras, son documentos que
buscan conceder a los dirigentes y gestores una guía conductual que
incorpora principios, valores e ideas en el ejercicio de la función pública.
El propósito principal de un código de conducta es garantizar la ética
de las acciones administrativas, informando a los gestores la mejor
manera de comportarse en su trabajo.
Desde otra perspectiva, los
códigos son formas de agregar
y compartir principios morales y
éticos que se constituyen en un
conjunto de valores que deben
regir todos los comportamientos
administrativos.
Los códigos tienen antecedentes
que se remontan por más de
treinta años.
La primera experiencia se
concretizó e 17 de diciembre
de 1979, cuando la Asamblea
General de las Naciones Unidas
adoptó la Resolución 34/169
que lleva el título de “Código de
Conducta para Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley “. El
propio título destaca el propósito de la resolución: es una guía para
la conducta de la policía y otros funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley.
Este código se basa en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, los Pactos Internacionales sobre Derechos Humanos y la
Declaración sobre la Protección de Todas las Personas Contra la Tortura.
Reflexiones finales
En conclusión, podemos afirmar que como una forma de ideación
administrativa, los códigos, cartas y declaraciones ayudan a reactivar
el optimismo, la esperanza y las preocupaciones morales, así como las
posibilidades de encantamiento con la contribución social, por medio
del trabajo cotidiano. Los ideales agregan un nuevo sentido al destino
de las acciones públicas y a la realización de las personas.
Estos documentos inspiran armonía y forman la base consensual para
la creación de una nueva visión administrativa. Cuanto mayor sea el
compromiso con valores compartidos, mayor será la posibilidad de que
los gestores se dediquen a nuevos desafíos y a la atención ética en las
acciones y decisiones administrativas.
Ahora bien, la conducta no es sino el resultado de múltiples decisiones.
En todas las etapas de la decisión ocurren juicios sobre medios y fines,
es decir, sobre lo mejor y lo peor, lo correcto y lo erróneo, lo bueno y
lo malo. En el caso de las decisiones administrativas, la conciencia y
las aspiraciones individuales sobre ética y moral están presentes en los
análisis, con la misma fuerza que lo están las opciones sobre eficiencia
y calidad.
Los códigos ayudan a las personas, aparte de sus diferencias personales,
a desarrollar una cultura común para inspirar su acción. Los valores
incluidos en un código se convierten en una propiedad institucional
para la cual se espera la adhesión de todos los funcionarios.