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Las emociones positivas y el aprendizaje

La educación es un proceso que se desarrolla interpersonalmente y a su vez está


permeado de mucha carga emocional que influye y provoca reacciones distintas en el proceso
de aprendizaje de cada estudiante. Sin embargo, la poca atención al desarrollo de las
emociones positivas durante el proceso de aprendizaje, ha traído consigo problemas graves
dentro de las escuelas involucrando hoy en día tanto a padres de familia como docente, que
no han tomado en cuenta el lenguaje de las emociones, particularmente el de las emociones
positivas, y que ha derivado en el poco rendimiento académico de los estudiantes. Desde la
neuroeducación se define a las emociones positivas como aquellas en donde prevalece el
placer o bienestar relacionándolas favorablemente con el aprendizaje.
Un estudio mencionado por Guillen (2017) en el que se “utilizó la técnica de la
resonancia magnética funcional se investigó cómo afectaba el contexto emocional al proceso
de memorización” (p.37). En un primer momento, se le mostró imágenes a los participantes
las cuales generaban distintas emociones -positivas, negativas y neutras-; luego, palabras que
deberían memorizar cada uno de ellos. Las imágenes cerebrales recogidas demostraron que el
área que se activa durante este proceso es el hipocampo y las personas que más palabras
recordaron fueron aquellas que tuvieron un ambiente positivo. En esa línea, el neuroeducador
español David Bueno sostiene que “aprender a través de la alegría y el placer contribuye a
dejar huella en el cerebro” (Bueno, 2019, p. 69). De ahí la importancia de brindarle mucha
más vigilancia a este tipo de emociones que contribuyen a que los conocimientos aprendidos
sean retenidos durante mucho más tiempo y empleados posteriormente por los estudiantes en
actividades de aprendizaje. Sin embargo, no es solo brindarle la debida atención, sino el de
ver qué factores contribuyen a que las emociones positivas se deriven en un buen aprendizaje
de los estudiantes, para ello, a través de distintas investigaciones recopiladas, responderemos
a la conjetura planteada al inicio de esta investigación que trata de dar una respuesta sólida a
los efectos que producen las emociones positivas en el aprendizaje.
Desde el enfoque de la neuroeducación las emociones positivas influyen en el buen
desarrollo del proceso de aprendizaje de cualquier estudiante pues esta condiciona los tres
procesos necesarios para aprender. En ese sentido, Mora (2014) explica que para aprender se
necesita tres componentes que son curiosidad, atención y memoria, puesto que, estas se
relacionan y activan durante los procesos de aprendizaje que tienen una carga emocional
positiva, y que particularmente es la “alegría” quien favorece a que los conocimientos
aprendidos se queden almacenados por mucho más tiempo en nuestro hipocampo, área
encargada de esta operación. Debido a ello, las emociones positivas se traducen en
aprendizaje significativos, ya que, todos aquellos estudiantes que recuerdan conocimientos
previos estuvieron siempre ligados a aprendizajes que tenían como marco a las emociones
positivas durante su desarrollo; así, concluye un estudio realizado por Ochoa de Alda et al.
(2019) en el que todos los estudiantes que participaron, demostraron una mayor asociación de
conocimiento ligado a emociones positivas que experimentaron durante su proceso de
aprendizaje en la secundaria y que les permitieron afianzar su aprendizaje durante su etapa
universitaria.
De igual manera, un estudio realizado en la universidad de Zaragoza explica que para
mantener en los estudiantes la atracción, la curiosidad y la motivación para determinada tarea
es necesaria la emoción “alegría”, pues esta permite una mayor activación cerebral (Escar y
Morales, 2016, p.15). Esto lo desarrolla mediante un ejemplo en donde contrasta dos
situaciones que tienen como contexto una emoción positiva y una negativa. Por un lado, un
niño al cual se le explica las características de un determinado árbol se encuentra muy atento
en lo que su profesor está explicando; sin embargo, la presencia repentina de un perro al cual
este le tiene “miedo” ocasiona que su atención se desvía a causa de esta presencia generando
que el niño esté pendiente de lo que pueda ocurrir con el perro interrumpiendo así el proceso
de aprendizaje que se estaba realizando. En contraposición a esto, y con una situación muy
similar, este niño encuentra en el árbol la presencia de un animal que le permite que su
atención se mantenga sostenida durante mucho más tiempo, además, de activar la curiosidad
de este gracias a la emoción positiva que experimenta al ver el animal durante el proceso de
aprendizaje, lo que conlleva a que la información sea conservada en su memoria, porque, no
existió interferencia alguna entre el alumno y el profesor.
Es entonces que este trabajo de investigación guarda relación con lo que respalda la
neuroeducación, quien sostiene que el aprendizaje derivado de la asociación de tres
componentes-curiosidad, atención y motivación- unidos a la emoción llegan a tener efectos
favorables siempre y cuando sean emociones positivas las que las respaldan, porque, estas
favorecen una mejor conexión entre todos los componentes. Por consiguiente, los resultados
del trabajo de Escar y Morales (2016) y Ocho et al. (2019) nos permiten sostener que las
emociones positivas tienen efectos favorables en los estudiantes pues permite que los
conocimientos aprendidos se guarden por mucho más tiempo en nuestra memoria de largo
plazo, lo que conlleva a que el escolar pueda recordar en cualquier momento los
conocimientos necesarios para aprender nuevamente.
Ahora, la neuroeducación no solo permite comprender los procesos emocionales que
ocurren dentro de nuestro cerebro, en los que se involucra el hipocampo, área encargada de
activar nuestra memoria de largo plazo, sino que a partir de su propuesta incita a que se
generen ambientes emocionalmente positivos, pues de esa manera se generarán efectos
favorables en el proceso de aprendizaje, porque en comparación con las emociones negativas,
todo lo que se aprende por refuerzo negativo se tiende a olvidar rápidamente, más en cambio,
aquello que se aprende por refuerzo positivo,se guarda por mucho más tiempo en nuestra
memoria de largo plazo, como ya se venía mencionando anteriormente; y a eso se le suma
otros beneficios que le permiten una mayor motivación y participación dentro de las aulas
favoreciendo así, un buen rendimiento académico que es otro efecto de las emociones
positivas en el aprendizaje.
Todo esto es demostrado mediante un estudio realizado por Gaibor y Cruz (2022) en
una escuela de educación básica superior, que no solo incluyó a los alumnos dentro de la
investigación, sino también a los profesores en la comprensión de las emociones que
experimentaron sus alumnos antes y después de haber sido aplicado un programa de
capacitación docente en el área de matemática, que dicho sea de paso, es el curso al que
muchos estudiantes le tienen un grado alto de temor, ya sea por la dificultad que se les
presenta a la hora de aprender o por la poca motivación que tienen por parte del docente
durante el proceso de aprendizaje que se deriva en la ínfima comprensión del curso.
Por un lado, este programa de capacitación docente tenía por objetivo “garantizar a
los estudiantes la oportunidad de desarrollar su potencial y mejorar su rendimiento
académico” (Gaibor y Cruz, 2022, p. 54) generado a partir de emociones positivas reflejado
en un “clima de confianza”, a través de la risa, el uso de instrumentos que permitan una
mayor didáctica dentro del aula y ´por ende, una mejor comprensión del curso, además, de
considerar los equívocos de los estudiantes como un componente del proceso de aprendizaje.
Por otro lado, la validez de este programa se realizó mediante la recopilación de los nuevos
promedios obtenidos luego de la aplicación del programa, evidenciando que las emociones
positivas-tranquilidad, curiosidad y confianza-generadas por los docentes tuvieron un
impacto positivo en el aprendizaje de las matemáticas. Por tanto, el “estímulo de las
emociones positivas en los estudiantes puede reforzar la motivación en el estudiante y, por
consecuencia su aprendizaje” (Gaibor y Cruz, 2022, p. 59). Esto permite vislumbrar que las
emociones positivas propiciadas por prácticas docentes trae consigo efectividad en los
estudiantes, porque, les permite no solo aprender el curso en ese instante, sino también el de
motivarlos para poder mejorar su capacidad cognitiva.
Actualmente, la neuroeducación rebate los modelos tradicionales de aprendizaje, los
cuales han formado parte de la enseñanza durante mucho tiempo y no han incluido el
lenguaje de las emociones durante este proceso. En relación a esto y sumando al estudio
anterior, una investigación realizada, por Villavicencio y Bernardo (2016) en Filipinas pone
de manifiesto que las emociones positivas permiten predecir el rendimiento académico de los
estudiantes, incluido el uso de la autorregulación y la autoeficacia, condicionantes que a
través de la teoría de ampliación y construcción, sostiene que las emociones positivas
desarrolla un buen desempeño del aprendizaje, pues los investigadores, desde esta teoría,
analizan sobre los efectos de las emociones positivas en los estudiantes. Asimismo, es
necesario mencionar que la realización de este estudio sólo consideró las variables
emocionales “disfrute” y “orgullo” de los estudiantes, en contraste con la ansiedad que
experimentaron durante una clase de trigonometría, las cuales fueron medidas a través de
cuestionarios que siguieron una escala likert y procesadas mediante un análisis de regresión
múltiple jerárquico, que a grosso modo, permite explicar qué variable independiente explica
una variable dependiente.
Las conclusiones a las que llegó el estudio de Gaibor y Cruz (2022) junto a los de
Villavicencio y Bernardo (2016) guardan relación a causa de que en ambas investigaciones la
hipótesis de que las emociones positivas generan un buen desempeño académico se vio
notablemente demostrado. El primer estudio, a través del desarrollo de la estimulación de
emociones positivas pudo demostrar que estas no solo favorecen, sino que mejoran el
rendimiento académico de los estudiantes evidenciado en las calificaciones obtenidas al final
del curso de matematicas, hecho muy similar con en el siguiente estudio, que por medio de
las calificaciones obtenidas al término del ciclo se pudo predecir cuales iban a ser los efectos
de las emociones positivas en el aprendizaje. De ahí, la importancia de las emociones
positivas dentro de los espacios escolares ayudan a que los alumnos tengan un buen proceso
de aprendizaje, seguido de un buen desempeño académico y demostrado en las calificaciones
obtenidas por los estudiantes. Por ello, Guillen (2017) sostiene que “cuando en el aula se
respira un clima emocional positivo [...] se fomenta un aprendizaje activo en el que se sabe
protagonista” (p.38).
Sin embargo, la experimentación de emociones positivas llega a depender en gran
medida de las asignaturas que el alumno desarrolle. Un estudio, que analiza las emociones de
los estudiantes, nos permite sostener que en asignaturas como las ciencias naturales se
generan emociones positivas dependiendo de los estados emocionales que estos presenten, en
los que incluye la valoración que estos asignan al curso y la motivación que tengan por
aprender (Acedo, Cortés, Mero y Borrego, 2014). En ese sentido, esto se relaciona mucho
con la neuroeducación, pues la disposición del profesor frente a su alumno, al igual que su
metodología, siempre que ocasionen emociones positivas en los estudiantes, favorecen y
condicionan un mayor aprendizaje de la asignatura; y esto no es de sorprender, porque
muchos estudiantes que presentan un aburrimiento sostenido por parte del docente o la clase
no aprenden del todo bien y en algunos casos extremos puede ser motivo de deserción
escolar, un hecho alarmante dentro de las escuelas.
Ahora, si bien se identifica que hay procesos de aprendizaje más exitosos por las
emociones positivas como nos lo hemos venido demostrando diferentes estudios por el
momento, algunas de estas emociones positivas principalmente las que están relacionadas con
la inactivación, como el placer o la relajación, pueden generar el efecto contrario si no se
manejan o regulan favorablemente. Una de las áreas de aprendizaje, que conlleva un aumento
en el grado de dificultad es la química, Sen encontró que el logro en este curso no solo
depende de factores cognitivos, sino que también de la regulación de sus emociones en los
que se incluía la valoración por parte de los alumnos sobre las tareas y las convicciones que
tenían sobre su aprendizaje (Sen, 2016). Este estudio no permite contrastar la investigación
de Acedo et al. (2014) que argumenta que las emociones positivas derivan en el buen
aprendizaje del área de ciencias; sin embargo, es bueno mencionar que ambos estudios
difieren en que el primero no consideró la regulación de las emociones y valoración del curso
dentro de su investigación a diferencia de este último, pero que en ambos casos examinaron
las emociones tanto positivas y negativas que experimentaron los estudiantes, lo que les
permitió concluir las diferencias significativas en ambas asignaturas.
Al igual que el estudio realizado por Sen, uno que fue realizado en Alemania y que
tuvo a bien investigar el efecto del estado emocional en los resultados de aprendizaje
multimedia, permite evidenciar que no necesariamente las emociones positivas generan un
impacto favorable en el aprendizaje. Lo particular de este estudio fue la inducción de
emociones en los estudiantes antes de ser sometidos al proceso de aprendizaje multimedia en
el área de biología. Las emociones que se consideraron dentro de la inducción fueron la
alegría, la tristeza y una emoción neutra que derivó en controlar los estados emocionales que
experimentaban los alumnos en ese instante. Este proceso de inducción se realizó durante dos
etapas; en un primera etapa se le pidió a los grupos experimentales que iban a ser inducidos a
emociones positivas y negativas que rememoran un evento feliz o triste de su vida como si lo
estuvieran viviendo en aquel instante; seguido de ello, en la segunda etapa, escuchando
piezas musicales se les solicitó que detallaran lo mas explicito posible los momentos
recordados, esto con el fin de poder cumplir exitosamente el propósito de inducir emociones
(Knörzer, Brünken y Park, 2016).
Los resultados de este estudio evidenciaron que las emociones positivas inducidas
tuvieron un efecto inhibidor sobre el aprendizaje multimedia al que fueron sometidos los
estudiantes. Los investigadores Knörzer et al. (2016) explican que aquello se debió a dos
motivos; el primero referido a la absorción de capacidad cognitiva, porque, los estudiantes no
pudieron procesar los aprendizaje multimedias debido a que, la inducción se dio a través de
recuerdo autobiográfico que permitió la activación de la memoria episódica, asimismo, los
estudiantes calificaron de dificultosa las actividades, pues presumiblemente aquellas personas
que están en un estado emocionalmente positivo tienden a suponer que su fracaso se debe a
causas extrínsecas a ellos; el segundo motivo lo explica la desviación de la atención que
presentaron durante el aprendizaje multimedia, ya que, esto pudo ser demostrado a través de
las computadoras que tienen incluido un programa de seguimiento ocular que les permitió a
los investigadores saber en qué momentos no estaban mirando fijamente la pantalla.
Si bien es cierto que este estudio nos permite rebatir un poco la idea de que las
emociones positivas desencadenan efectos favorables, las conjeturas que se le puede realizar
a esta investigación es si ocurren los mismo efectos cuando estas se dan de una manera
espontánea, sin la inducción por parte de alguien, porque como sabemos las emociones no se
pueden controlar a nivel cerebral, a diferencia de los sentimientos que son expresados
fisiológicamente y que depende de cada uno si expresarlas o no. De ahí que, la educación
emocional sea otro de los pilares que apoya la neuroeducación para un mayor
desenvolvimiento de los estudiantes en los espacios escolares, en los que se incluye a los
docentes como coadyuvadores de poder transformar aquellas emociones negativas en
positivas para una mejora en el aprendizaje.
Esto último, lo demuestra un estudio realizado por Vierhaus, Lohaus y Wild (2016) el
cual investiga la “interacción de las experiencias emocionales y las estrategias de
autorregulación a lo largo de los años escolares” (p. 14) mediante el análisis de la emoción
positiva “disfrute” relacionado con la resolución de problemas que es un método dentro de
esta investigación para poder afrontar el estrés escolar, que a propósito es una de las
emociones negativas que está muy presente dentro de los ambientes educativos. Esta
regulación emocional fue medida por cuestionarios que consideraron pequeñas situaciones
posibles que experimentaran los estudiantes durante una clase escolar referidas al estrés. Las
conclusiones a las que se llegaron, luego de analizar los distintos cuestionarios, permiten
afianzar la idea de que la regulación emocional impide que las emociones negativas
sobrepasen a las positivas siempre y cuando se utilicen las estrategias necesarias para su
regulación y por ende, las emociones positivas propiciarán un buen aprendizaje que generará
en el estudiante las condiciones necesarias para un buen desempeño académico.
Lo cierto es que las emociones positivas siguen siendo hoy en día el pegamento
necesario para poder aprender exitosamente, y por ende un ambiente favorable llega a
potenciar las predisposiciones que tiene el estudiantes con relación a una asignatura o materia
específica y como sostiene Vierhaus et al. (2016), al igual que Villavicencio y Bernardo
(2016), líneas más arriba, la regulación emocional por parte de los alumnos debe ser atendida
por los docentes, pues estas se traducen en un buen aprendizaje y con ello se generan efectos
favorables en este.
En síntesis, las emociones positivas

*…….
*conclusiones

Vierhaus, M., Lohaus, A., & Wild, E. (2016). The development of achievement emotions and

coping/emotion regulation from primary to secondary school. Learning and Instruction, 42, 12-21.
Knörzer L., Brünken R., Park B. (2016) Facilitators or suppressors: Effects of experimentally

induced emotions on multimedia learning. Learning and Instruction, 44, 97-107

https://doi.org/10.1016/j.learninstruc.2016.04.002

Guillén, J. (2017).

Neuroeducació

n en el aula. De la teoría a la práctica.

Barcelona: Kindle.
Sen, S. (2016) The relationship between
secondary school students’
self-regulated learning skills and
chemistry achievement. Journal of Baltic
Science Education. 15 (3), 312-324

Acedo, M. A. D., Cortés, A. B. B., Mero, M. B., & Borrego, E. C. (2014). Las emociones y sus causas
en el aprendizaje de la física y la química. Revista INFAD de Psicología. International Journal of
Developmental and Educational Psychology., 4(1), 287-294.
Si bien se identifica que hay procesos de

aprendizaje más exitosos por las emociones

positivas (Lin, Su, Chao, Hsieh y Tsai, 2016),

algunas de ellas, principalmente las que están

relacionadas con inactivación, como el placer o

la relajación, pueden generar el efecto contrario.

References

.
Torrens, D. (2019). Neurociencia para educadores: Todo lo que los educadores siempre han

querido saber sobre el cerebro de sus alumnos y nunca nadie se ha atrevido a

explicárselo de manera comprensible y útil (D. Bueno i Torrens, Trans.). Ediciones

Octaedro.

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