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LA FAMILIA, EL PILAR DE
LAS COMUNIDADES
Por todo ello, se puede señalar a la familia como el pilar de las comunidades, porque en su seno se forja
y moldea la conducta humana desde la infancia. Además, es la primera institución en la que el ser
humano se inserta preparándose para la vida en comunidad, adquiriendo roles y funciones; así como
hábitos de convivencia y valores.
Del Fresno (2011) define a la familia como un grupo de personas, directamente ligadas por nexos de
parentesco, y sus miembros adultos asumen la responsabilidad del cuidado de los hijos, también es el
grupo primario de socialización del individuo y sus funciones no pueden ser remplazadas, ya que es una
célula que representa, en una escala menor, el comportamiento de la sociedad y posee funciones
sociales propias. En ella se presentan los primeros esquemas de socialización, negociación y vinculación
con otros sistemas de la sociedad.
Balbuena Martínez (2007) señala que entre los elementos que posee la familia para considerarse la
primera institución social están:
Por lo tanto retomar el rol y la importancia de la familia, implica consolidar los roles que se fungen en
su funcionamiento interno, pero también a nivel social, a continuación se abundará sobre ello.
Los vínculos de parentesco que dan lugar a la relación familiar traen consigo un proceso de
funcionamiento, en ese proceso pueden señalarse los diferentes elementos que constituyen a la
familia; así como sus funciones dentro del sistema familiar. Blanco (1996) señala que existen
elementos esenciales que constituyen a las familias y que las distinguen de otras instituciones, tal
como se muestra en la figura 1.
Figura 1:
Elementos de la institución familiar
Como puede verse, la familia establece normas de conducta para todos sus miembros, lo que posibilita
que su actividad esté regulada; así como la relación que logre establecerse con los otros, pero no
puede perderse de vista que las relaciones familiares se modifican y el papel de sus miembros cambia
con el tiempo. Las funciones y relaciones afectivas en el núcleo familiar, de acuerdo con Castro
(2004), tienen un fuerte contenido psicológico, porque normalmente tienden a satisfacer las
necesidades de todos los miembros vistos como elementos vinculados, en estrecha interdependencia.
Por lo tanto, estas relaciones y vínculos van forjando la personalidad de sus integrantes.
Además, no pueden pasar desapercibidas las funciones familiares, que desde el planteamiento de
Martín – Cala y Tamayo – Megret (2013) se catalogan de la siguiente manera:
Figura 2.
Funciones familiares
Biosocial
Afectiva y de Económica
protección
Educativa
Fuente: Elaboración propia con datos de Martín – Cala y Tamayo – Megret (2013)
1. La función biosocial: como su nombre lo indica, tiene que ver con el aspecto reproductivo, la
procreación, crecimiento y cuidado de los hijos, por lo tanto en esta función se espera generar
vínculos de apego que redunden en la estabilidad emocional y la generación de una identidad
familiar.
2. La función económica: Desde ésta función que tiene que ver con el modo de vida de la familia,
básicamente se apunta hacia las actividades de presupuestación económica familiar; la forma
en la que se asignan las tareas domésticas; el abastecimiento y producción de los bienes y
servicios; así como la satisfacción de necesidades individuales, los cuidados y la salud de los 4
integrantes.
3. La función espiritual-cultural: Se relaciona con el aprendizaje de la cultura familiar, que de
alguna forma está asociada a la cultura que impera en la sociedad. Es importante señalar que
esta vinculación fomenta el desarrollo cultural, estético, la recreación y la educación de
determinadas condiciones espirituales del sujeto.
4. La función educativa: Se desarrolla permanentemente y está asociada con la formación y
desarrollo psíquico del niño desde su nacimiento y a lo largo de toda su vida. Por ejemplo la
forma en la que aprende a comunicarse, hablar, a caminar, sus hábitos, autovaloración, etc.,
que son parte de la consolidación del carácter y la personalidad.
5. La función de integración: También se produce desde el nacimiento, implica todos los
referentes que se le brindan al individuo para que pueda interrelacionarse en los diferentes
sistemas sociales conforme va madurando.
6. La función afectiva y de protección: Surge desde la concepción y se vuelve parte inherente en
todas las etapas del desarrollo humano, es pa r t e f u n d a m e n t a l del proceso emocional
(sentimientos, motivaciones, necesidades, intereses, etc.)
7. La función espiritual-cultural: Se relaciona con el aprendizaje de la cultura familiar, que de
alguna forma está asociada a la cultura que impera en la sociedad. Es importante señalar que
esta vinculación fomenta el desarrollo cultural, estético, la recreación y la educación de
determinadas condiciones espirituales del sujeto.
8. La función educativa: Se desarrolla permanentemente y está asociada con la formación y
desarrollo psíquico del niño desde su nacimiento y a lo largo de toda su vida. Por ejemplo la
forma en la que aprende a comunicarse, hablar, a caminar, sus hábitos, autovaloración, etc.,
que son parte de la consolidación del carácter y la personalidad.
9. La función de integración: También se produce desde el nacimiento, implica todos los
referentes que se le brindan al individuo para que pueda interrelacionarse en los diferentes
sistemas sociales conforme va madurando.
10. La función afectiva y de protección: Surge desde la concepción y se vuelve parte inherente en
todas las etapas del desarrollo humano, es pa r t e f u n d a m e n t a l del proceso emocional
(sentimientos, motivaciones, necesidades, intereses, etc.)
Es importante señalar que todas estas funciones son complementarias y deben trabajar
armónicamente para no alterar el sistema familiar, de esta manera también se garantiza el mejor
desarrollo posible del individuo y por consecuencia que su inserción social sea siempre bajo los cánones
del respeto y reconocimiento de los derechos, formas de ser, creencias , etc., de los demás.
Como se ha señalado hasta aquí, la familia capacita al individuo para vivir en sociedad, lo que implica
la regulación efectiva de su actividad y la habilidad para comunicarse en otros contextos. Sin embargo,
debe señalarse que es una estructura compleja y de su buen funcionamiento depende que el proceso
de socialización sea exitoso.
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Aprender ciertos patrones de conducta prevalecientes en una sociedad en un momento
determinado y el aprendizaje de ciertas formas de pensar y sentir de dicha sociedad es a lo que se
denomina socialización. Como ya se analizó, en la familia se cumple la función de integración social,
por lo tanto, el proceso de socialización implicará insertarse en una sociedad en la que se comparten
valores, normas, bienes, servicios e incluso formas de conducta.
Es pertinente señalar que la socialización también implica un proceso de aprendizaje, debido a que las
habilidades sociales se consiguen en la relación con los demás y esto ocurre primero en el seno familiar,
por lo tanto, Suria (2010) señala que las habilidades sociales son el resultado de predisposiciones
genéticas y de las respuestas a las estimulaciones ambientales.
La familia, coadyuva a la integración del individuo a la sociedad a partir de tres contextos de acuerdo
con Bandura (1982):
3. Por imitación u observación de los modelos o modelado. Esta etapa para Bandura (1982)
implica el proceso en el que la mayor parte de las personas aprenden sus conductas, por
ejemplo, si en tu casa constantemente hay mucha disciplina y orden en las actividades,
seguramente tu aprenderás a ser ordenado y disciplinado, porque se va forjando la
personalidad en función de los modelos prevalecientes en el seno familiar. Como puedes ver,
es crucial en la primera etapa de la socialización tener claros los modelos de referencia y
en el mayor de los casos son los padres.
Como puedes ver, la importancia de la familia es inmensurable, si la visualizamos en todos sus ámbitos
de impacto y acción. A continuación, se abundará sobre la participación del individuo y la familia en los
entornos complejos y competitivos.
1.4 Reflexión de la participación individual y familiar en los grupos
sociales, en entornos altamente complejos y competitivos
Martín – Cala y Tamayo- Megret (2013) señalan que las vivencias del individuo, sobre todo en su
interrelación con el medio familiar, tienden a ser muy importantes y pueden incluso tener
consecuencias duraderas, ya que la familia es la responsable en muy buena medida del mayor o menor
nivel del desarrollo intelectual, de la calidad afectiva, la moral de las personas, de su salud tanto física
como mental, su felicidad, autoestima, carácter e incluso de la regulación motivacional y cognitivo- 6
instrumental de las personas y la personalidad, añadiendo a estos elementos, su capacidad para
interrelacionarse con los demás.
Por ello es comprensible ver como personas que vivían en entornos familiares complejos llegan a
desarrollar conductas que no sólo atentan contra su propia integridad, sino que se convierten en
personas que atentan contra la moral, los valores o incluso contra la estabilidad de la sociedad. Te
invito a revisar el siguiente caso:
Job, V. (26 de abril de 2019). INEGI : en el país, 5 mil 888 niños bajo proceso o con sentencia.
Milenio. Recuperado el 9 de noviembre de 2020 de:
https://www.milenio.com/policia/inegi-5-mil888-ninos-proceso-sentencia
¿Te parece que los postulados de Martín – Cala y Tamayo- Megret corresponden a lo que se refleja en
el caso que acabas de ver?
Pues bien, una forma de evitar que ocurran este tipo de conductas tiene que ver con el nivel de
involucramiento de los padres en el devenir y construcción de la personalidad de sus hijos. De hecho
Martínez Cerón (2009) señala que los padres deben tener un involucramiento activo con el entorno
escolar de sus hijos, lo que a su vez implica estar atentos a las actividades y acciones que realizan,
prevenir o actuar rápidamente ante cualquier problema que pueda surgir en su búsqueda del éxito
académico.
No obstante, el rendimiento escolar no está dado sólo en función de obtener buenas calificaciones; sino
en el grado de satisfacción psicológica que llegue a tener el individuo, porque los conocimientos
adquiridos tienen que irse incorporando a su conducta, haciéndolo capaz de enfrentar y solucionar los
problemas (Campoalegre Septien, 2016). Y aquí nuevamente la familia juega un papel central, porque
la seguridad o inseguridad son reflejo del sistema familiar y para ello los vínculos de apego que logran
establecerse, son cruciales. Te recomiendo revisar nuevamente el texto eje de la semana 2, en dónde se
abunda sobre los vínculos de apego y su importancia en la formación humana.
A la par de éste análisis, debe señalarse que el cobijo familiar potencializa el desarrollo integral del
individuo y que pareciera dotarlo de todas las herramientas que podría necesitar para enfrentarse al
entorno social; por tanto, se tiene el panorama de las condiciones sociales en las que surgen las familias
y detonan el derrotero de sus integrantes, pues existen problemas sociales a nivel mundial, en los que
no todos los individuos tienen las mismas condiciones de vida y desarrollo. De acuerdo con
Campoalegre Septien (2016) existen condiciones sociales adversas en la sociedad, como son la falta de
cobertura educativa, la falta de oportunidades hacia las mujeres, la educación superior excluyente,
familias rurales y minorías sociales excluidas, etc.; que se han convertido en factores que detonan una
problemática social álgida, en donde por más esfuerzos que hagan las familias en situación vulnerable,
no alcanzarán esas condiciones mínimas requeridas, lo que las hace mucho menos competitivas con 7
quienes tiene mejores situaciones.
Por ello se apela a los valores, la ética y el compromiso social con el entorno, para que a partir de
ellos se retomen los problemas sociales y se logre un concierto de acciones que incidan en el desarrollo
humano.
La familia, como estructura de acogida, ha sido determinante para el desarrollo del ser humano en
todas las etapas que ha recorrido la historia de la humanidad. Desde una perspectiva sociológica, la
familia facilita la integración de los individuos en el sistema social, es el puente que posibilita que el
individuo se convierta en miembro de una sociedad. Por lo tanto los valores, patrones de conducta,
aspiraciones, etc.; están condicionados por la familia. De ahí que ésta sea el núcleo de la construcción
de la identidad y personalidad de los individuos. Por ello, como señalan Pérez, et. al. (2000) es muy
importante generar en la familia un clima de afecto e interés por todo lo que rodea al niño, porque
de las relaciones que se establezcan en ese sistema, dependerá el futuro del individuo, así que no
debe prescindirse de afecto, apoyo, confianza, comunicación y respeto.
Carolina Montoro (2016) hace un análisis muy puntual sobre los cambios y transformaciones que han
sufrido las familias a lo largo del tiempo, dejando claro que esta evolución familiar ha sido también
afectada por el entorno político, económico y social. Este proceso de evolutivo está dividido en 4
etapas.
La primera etapa la concibe como pre-moderna, con las siguientes características:
La segunda etapa es la que inicia con la urbanización de la industria, y se caracteriza por los siguientes
factores:
Y la última etapa es la post industrial, que corresponde justamente a los momentos que han dado
pauta a las características familiares y sociales contemporáneas, esta etapa tiene las siguientes
características:
Figura 5 Post industrialización
De hecho esta transición ha dado origen a lo que se denomina la familia líquida (Bauman, 2018), que
se caracteriza por los factores expuestos en la figura 6:
Fragilidad de los
vínculos
familiares del
siglo XXI
Fragilidad en las
parejas.
Fragilidad en
valores
Estas familias líquidas son producto de las estructuras que se han ido transformado y esto a su vez ha
trastocado elementos centrales como la transmisión de valores, pues la sociedad postmoderna ha
afectado a la familia de tal forma que con la dinámica actual es difícil encontrar espacios y momentos
para el diálogo en la familia; y esto dificulta que las experiencias de vida sean transmitidas como
instrumentos para la educación familiar.
Por ello, al ser la familia una transmisora de ideologías y valores, es crucial reconsiderar sus funciones
que van más allá del plano económico, por lo tanto cabría considerar el diálogo, como lo apuntan
Ortega y Mínguez (2003), porque el diálogo es una base de la transmisión de la ideología familiar, del
proceso de transmisión cultural y de la preservación de las bases sólidas de la familia, pero a la vez este
diálogo posibilita que se trascienda el núcleo familiar hacia la inserción social y vida comunitaria, lo cual
se abordará a continuación.
Como ya vimos en la cronología que realiza Montoro de las transformaciones familiares, históricamente
la familia tenía a su cargo la función de educar a sus hijos y la escuela tenía la consigna de verter, en
base a criterios preestablecidos, una serie de conocimientos en los estudiantes, esta división de
funciones pretendía formar ciudadanos acordes a los requerimientos sociales. Sin embargo, con el paso
del tiempo la sociedad también se transformó y esto originó que las funciones de la familia se
reformularan a la par de las funciones de la escuela, requiriendo la colaboración de ambas como
agentes formadores de los ciudadanos de forma transversal.
Sin embargo este proceso no ha resultado del todo exitoso, hay una especie de rivalidad en el proceso
de integración familia- sociedad, en dónde en muchas ocasiones ninguna de las dos partes acepta
receptivamente las observaciones realizadas a su función para coadyuvar a la formación integral del ser
humano. Y en ese plano Fish (1990) en García Bacete (2009) identifica las principales dificultades que
enfrentan las instituciones educativas y familiares en el proceso de trabajar conjuntamente.
Posicionamientos
filosóficos
Actitudes negativas
Problemas logísticos
Habilidades de
comunicación deficientes
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La escuela no sustituye a los Los profesores deben reconocer Generar oportunidades para la
padres, son apoyo mutuo el apoyo de los padres participación
Fuente: Elaboración propia con datos de Méndez, Ruiz, Rodríguez y Rebaque (2007)
Por ello El trabajo conjunto que realizan estas dos grandes instituciones es de corresponsabilidad, pues
en sus manos está la formación de los miembros de la sociedad, por ello es fundamental que trabajen
conjuntamente para brindar herramientas que fundamenten su forma de ser y su comportamiento.
Como se ha venido señalando, la familia y la escuela deben trabajar de manera conjunta, la familia
como motor de inserción social y la escuela como un elemento central para apoyar a la familia en la
educación de sus hijos (Sosa, 2009). Sin embargo, dadas las dinámicas de las estructuras sociales, en
donde los padres deben permanecer más tiempo en sus actividades laborales, entonces los agentes
educativos de refuerzo son los centros escolares, de tal forma que ambos agentes familia y escuela,
deben de trabajar coordinadamente en el proceso de transmitir los valores y normas que impacten en
el desarrollo y autonomía de los individuos.
De acuerdo con Macbeth (1989) la intervención de los padres en el ámbito educativo debe plantearse
desde la óptica normativa, es decir; al ser los padres los responsables de la educación de sus
hijos ante la Ley, y si es en el seno familiar, donde se da la mayor parte del proceso educativo,
siendo los profesores co-educadores de los hijos, entonces, debe pensarse en compatibilizar los
aprendizajes que se dan en la escuela con los que se adquieren en la familia. Por lo que se aprecia la
necesidad, de que los profesores partan de los aprendizajes familiares para fomentar desde ellos, los
aprendizajes escolares. Aunado a ello, al ser los padres responsables de la educación de sus hijos/as,
deben tomar parte en las decisiones que se asumen sobre la organización y funcionamiento del centro
a través de sus representantes (De León, 2011).
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CONCLUSIÓN
Por todo lo anteriormente expuesto puede decirse que la familia es el pilar de las comunidades, por el
gran impacto e influencia en el desarrollo humano. No obstante, la familia no es un agente aislado, sino
que converge en un punto de la vida humana con las instituciones educativas, que se convierten en un
apoyo en el proceso de crecimiento y formación de los individuos.
La triada Familia – Educación – Sociedad constituyen, por tanto el eje de formación integral del
individuo, por los componentes afectivos, normativos y estructurales que impregnan la naturaleza
humana socialmente prediseñada y deben funcionar coordinada y cooperativamente, por lo que
los padres deben asumir un rol más participativo en la vida académica de sus hijos y los profesores
deben tomar esta participación con naturalidad, pues no se trata de una intromisión; sino de un trabajo
colaborativo que tiene como objetivo insertar exitosamente a las nuevas generaciones a la sociedad.
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