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EL FIN DEL TERCER MILENIO

En el último cuarto del tercer milenio la


civilización se encontró con cambios aún más
drásticos que en el periodo precedente. En
China aparece el primer reino del que
tenemos constancia histórica. Los
historiadores chinos situaban en los inicios de
su historia unos reyes legendarios, a cada uno
de los cuales se le atribuía un avance
cultural: Fuxi inventó la
adivinación, Shennong la
agricultura, Huangdi la
técnica, Yao y Shun el arte de gobernar
y Yu es presentado como un ingeniero que acabó con una gran inundación. Una
de las leyendas en torno a Yu dice que, cuando éste reguló las aguas, apareció
una tortuga divina que llevaba números escritos en su caparazón. Yu los examinó
y los ordenó según el esquema de la derecha. Los chinos llamaban a este
diagrama el Loh Shu (escrito del río Loh), porque, al parecer, la primera
referencia por escrito (posterior a la época que nos ocupa) fue encontrada junto al
río Loh. El Loh Shu es lo que los matemáticos modernos llaman un cuadrado
mágico, y su "magia" consiste en que se trata de una ordenación de los números
del 1 al 9 en la que las tres filas, las tres columnas y las dos diagonales del
cuadrado suman la misma cantidad, a saber, 15. Otra leyenda atribuye a Fuxi la
invención del Loh Shu, lo que lo remonta  principios del milenio.

Siempre según la leyenda, Yu fundó la dinastía de los Xia, que reinó durante


cerca de 500 años. No se conocen detalles concretos sobre este reino. Según las
leyendas su capital estuvo en Anyi. Los chinos eran, por aquel entonces, un
pueblo de cazadores, pescadores y cultivadores de cereales. Edificaban con tierra
batida, practicaban la adivinación con caparazones de tortuga y celebraban fiestas
con danzas y cantos rituales. Tenían un sentido muy fuerte de la cohesión
familiar y un gran respeto hacia los ancianos y los antepasados.

Mientras tanto, en 2218 moría Naram-Sin, el rey de Acad, a quien sucedió su


hijo Sharkali-Sharri.  Por esta época el imperio estaba muy debilitado. Tantos
siglos de represión habían mermado la capacidad bélica de los territorios
sometidos, y toda la fuerza estaba centralizada en torno a los ejércitos de la
capital. En ausencia de influencias exteriores, esta situación sería la óptima para
Acad, pero Mesopotamia nunca dejó de estar amenazada por los pueblos
nómadas, tanto por Arabia como por los montes Zagros, y ahora la población no
sólo no estaba capacitada para defenderse de sus incursiones, sino que cualquier
ataque al imperio era bien recibido y alentado por sus súbditos. Por otra parte, el
control de un territorio extenso había obligado a los reyes a transferir parte de su
autoridad a una nobleza que no tardaría en generar diversos aspirantes al trono.
Para derrocar a un rey hace falta un ejército propio o, al menos, un estado de
confusión que anime al ejército a cambiar de jefe. Por ello parte de la nobleza vio
también con buenos ojos las incursiones bárbaras.

Así, hacia el 2200 una tribu de bárbaros invadió Mesopotamia desde los montes
Zagros. Se llamaban a sí mismos los guti. Los intentos de Sharkali-Sharri de
detener los saqueos fueron vanos, y en 2193 fue asesinado, al tiempo que la
ciudad de Acad fue arrasada. La destrucción fue tan minuciosa que Acad es la
única ciudad importante de la época cuyo emplazamiento se desconoce. Es
razonable pensar que los sumerios y los elamitas se unieron a los guti y
descargaron sobre Acad todo el odio y las ansias de venganza que habían
acumulado desde muchos años atrás. El resultado fue que no quedó piedra sobre
piedra.

Ahora bien, los habitantes de Mesopotamia no tardarían en descubrir que los guti
no eran mejores que los acadios. Los guti tenían el poder, pero carecían de la
cultura necesaria para emplearlo con la eficiencia de los acadios. Los sistemas de
canales de los ríos se deterioraron y sobrevino una época de hambre.

En 2182 murió Pepi II, el último


rey de la VI dinastía egipcia. La
evolución del país había sido
similar a la del Imperio Acadio.
Desde el reinado de Pepi I la
nobleza adquirió cada vez más
poder. Esto debió de acentuarse en
los años en que el rey Pepi II era un
niño y, por consiguiente, no ejercía
directamente el mando. Mientras el
rey vivió, todo estaba
aparentemente bien, pues la lealtad
al rey del ejército y el pueblo debía
de ser poco menos que
inquebrantable. Tal vez la nobleza
consiguió que el rey muriera sin
descendencia, de modo que muchos
ocultaran aspiraciones de ocupar el cargo tras su muerte. El caso es que nadie lo
consiguió y el Imperio Antiguo se desmembró en muchos reinos pequeños en
lucha continua. Como en Mesopotamia, ésta fue una época de miseria. En un
papiro que ha sobrevivido, su autor, Ipuwer (tal vez con cierta exageración
poética), describe así la situación:

...la risa ha perecido y no se ha vuelto a dar. La aflicción ronda por el país


mezclada con lamentos... El país se ha entregado al hastío... el trigo ha perecido
por todas partes... el granero está vacío y quien lo custodiaba yace cuan largo es
sobre el suelo...
Durante este periodo fueron saqueadas todas las tumbas de la época de las
pirámides. Muchos de los reyes que figuran en los anales egipcios tras Pepi II
fueron gobernantes locales que reinaron simultáneamente. Así, los reyes de
las dinastías VII y VIII reinaron en Menfis o en Heliópolis, en el Bajo Egipto,
mientras que los de las dinastías IX y X eran de Heracleópolis, junto al lago
Moeris.

Tanto en Egipto como en Mesopotamia, los primeros signos de recuperación de


la crisis los encontramos en las ciudades alejadas de lo que habían sido los
grandes centros de poder. Así, en Egipto empezó a prosperar la ciudad
de Tebas, al Sur, de cuya historia anterior se sabe muy poco. Probablemente era
una aldea fundada durante la V dinastía que vivió de las rutas comerciales que
llegaban hasta Nubia, más allá de la primera catarata del Nilo. Los gobernantes
de las ciudades del norte se olvidaron del "lejano sur" en sus disputas, así que
Tebas prosperó. Su dios principal era Amón, un dios de la fertilidad
completamente desconocido en tiempos del Imperio Antiguo.

En Mesopotamia, mientras tanto, los guti se habían asentado hacia el norte,


donde había estado la capital de Acad. Esto permitió a algunas ciudades de
Sumer comprar su libertad comprometiéndose a pagar un tributo. Uruk progresó
bajo su IV dinastía, Ur bajo su II dinastía, pero el gobernante más notable del
periodo fue Gudea de Lagash, hacia el 2141, bajo el cual la ciudad prosperó en
paz, libre de los afanes conquistadores de los tiempos del rey Eannatum. Gudea
embelleció los templos ya existentes y construyó otros quince nuevos. Los
escultores de Lagash aprendieron a trabajar la diorita, una piedra muy dura que se
traía del exterior. El primer resto sumerio que se descubrió (a finales del siglo
XIX d.C.) fue el palacio de Gudea. Tras su muerte, el pueblo mostró su
agradecimiento incluyendo al rey entre sus dioses.

Mientras tanto, los guti fueron absorbiendo la cultura acadia, al igual que los
acadios habían absorbido la cultura de los sumerios y éstos la de los habitantes
primitivos de la región.
Volviendo a Egipto, en 2132 se inicia una dinastía de reyes tebanos, registrada
como la XI dinastía egipcia, que combatió a los reyes de Heracleópolis, de modo
que en 2124 Tebas dominaba todo el Alto Egipto.

Paralelamente, en 2123 el rey Utu-Hegal, de la V dinastía de Uruk logró


expulsar a los guti de Mesopotamia, en coalición con la ciudad de Ur. Uno de los
oficiales de Utu-Hegal se erige en rey de Ur (iniciando así su III dinastía) bajo el
nombre de Ur-Nammu. Bajo su reinado, toda Mesopotamia quedó unida en un
imperio tan grande como el acadio, pero de carácter más comercial que militar.
Aunque no es probable que fuera el primero, lo cierto es que el código de leyes
más antiguo que conocemos procede de este periodo. Es sorprendente el carácter
progresista de estas leyes. Los antiguos tendían a castigar los delitos mediante la
muerte o la mutilación, mientras que en el código de Ur-Nammu se establecen
compensaciones monetarias. Tal vez esta idea fuera natural en un pueblo de
comerciantes. Bajo la III dinastía de Ur se construyó el mayor Zigurat edificado
hasta entonces. Su base medía 90 por 60 metros, y sus muros inferiores (hechos
de ladrillo) tenían un espesor de dos metros y medio. Se conservan dos plantas,
pero parece ser que tenía una tercera, con una altura total de 40 metros. El
sumerio volvió a ser la lengua oficial de Mesopotamia y este periodo se
considera la Edad de Oro de su literatura.

Hacia el 2052 el quinto rey de la XI dinastía tebana de Egipto, conocido


como Mentuhotep II, conquistó el Bajo Egipto, con lo que todo el país volvió a
estar unificado bajo un solo rey, esta vez tebano. Surgía así el Imperio
Medio egipcio. Habían pasado 130 años desde el desmembramiento del Imperio
Antiguo. Aquí surgió un conflicto religioso, pues el dios principal de Tebas era
Amón, mientras que en el Bajo Egipto los sacerdotes de Ra seguían dirigiendo la
religión y, con ella, gran parte de la política. Afortunadamente, Amón no tenía un
cuerpo sacerdotal tan desarrollado, y los sacerdotes de Ra descubrieron
rápidamente que en realidad Amón y Ra eran el mismo dios, que a partir de
entonces fue llamado Amón-Ra. La idea funcionó y los sacerdotes de Ra
mantuvieron su status en los nuevos tiempos. Tebas, la nueva capital del imperio,
fue creciendo y enriqueciéndose con templos y monumentos.

Entre tanto, los días de gloria de la III dinastía de Ur fueron acabando. En efecto,
Mesopotamia mantuvo bastantes guerras con las regiones vecinas, especialmente
con el reino de Elam. Sin embargo, en un momento dado las ciudades sumerias
retomaron la antigua costumbre de luchar entre sí. El último rey de la dinastía
fue Ibbi-Suen, que reinó desde 2028 sin más dominio que su propia ciudad.
En 2004 un ejército elamita aprovechó la anarquía y un periodo de hambre que
azotó a la propia Ur para entrar en la ciudad y hacer prisionero a Ibbi-Suen.
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