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La legislación en Bolivia debe obligar a que se mantengan condiciones laborales dignas para
todo y cada uno de los trabajadores, tanto en empresas públicas o privadas, o cualquier otro
trabajo que estén desempeñando, pero pese a eso se puede ver que los más afectados son los
jóvenes según estudios del CEDLA.
Si las horas laboradas exceden lo que indica su contrato laboral, dichas horas deben estar
remuneradas como horas extra. Si trabaja de noche o los domingos, debe pagar un recargo
nocturno dominical, dependiendo de la legislación vigente en el país.
Por ejemplo, si una persona está contratada oficialmente por 6 horas diarias, pero en realidad
trabaja más horas de las que establece su contrato y no le pagan por ello, está padeciendo
precariedad laboral.
Inequidad salarial
La inequidad salarial hace referencia a las diferencias en el sueldo que reciben dos personas (o
segmentos poblacionales) al realizar el mismo trabajo. Quienes padecen más esta situación
son las mujeres, los jóvenes, los migrantes y las personas con discapacidad.
En promedio, en varios países del mundo, las mujeres ganan menos que los hombres a pesar
de desempeñar el mismo cargo y realizar labores iguales. Las empresas que practican esta
diferenciación salarial, en realidad están discriminando a las mujeres y fomentando la
precariedad laboral.
También se considera precariedad laboral si las condiciones laborales aquejan la salud física.
Se afecta directamente la salud cuando falta protección física (casco, guantes, lentes) al
realizar una actividad peligrosa o en una zona con alto riesgo de siniestro. Estas situaciones las
padecen trabajadores dedicados a la construcción, al manejo de máquinas/instrumentos
pesados o cortopunzantes y a la manipulación de sustancias químicas.
La salud física afecta indirectamente cuando hay poca iluminación o ventilación en el lugar de
trabajo y también cuando hay poco movimiento corporal. Estas situaciones se suelen
presentar en las oficinas, donde el trabajador está sentado durante muchas horas, permanece
inactivo físicamente y no tiene un tiempo mínimo para descansar.
La corta temporalidad de los contratos (un año, seis meses o menos) es una práctica muy
difundida en las empresas. Está asociada a la precariedad laboral, debido a que puede generar
inseguridad en los trabajadores, pues no saben si tendrán la oportunidad de seguir
desarrollando las tareas y proyectos que están llevando a cabo o si deberán buscar otro
trabajo.
En primer lugar, la precariedad está relacionada con la inseguridad que genera la posibilidad
de ser despedidos o que se acabe el contrato. En sí no tiene por qué ser negativo, ya que si no
hubiese paro en la economía, al perder un puesto encontraríamos inmediatamente otro y, a
priori, el cambio frecuente no tiene por qué ser negativo si no se acompaña de largos periodos
de desempleo (no tiene porqué ser peor que pasar toda la vida en la misma empresa). Así que
el problema surge de la conjunción de la alta rotación con tasas elevadas de paro, no
necesariamente de la rotación en sí.
Otra fuente de precariedad podría ser que los trabajadores temporales reciben menores
salarios que los fijos. Esto en principio no debería suceder, ya que en España los salarios se
fijan por convenio de acuerdo con la categoría profesional y es ilegal establecer salarios
diferentes para trabajadores en igual puesto. Sabemos, sin embargo, que se juega con las
categorías profesionales para pagar salarios distintos a trabajadores que desempeñan igual
trabajo.
Los estudios muestran que los trabajadores temporales cobran alrededor del 8,5% menos que
los fijos con las mismas características. Sin embargo, es posible que los temporales cobren
menos porque, por alguna razón, son menos productivos.
Hay dos tipos de argumentos a distinguir en este caso. Si son menos productivos porque son
peores, y por eso las empresas les hacen contratos temporales en lugar de fijos, entonces la
temporalidad no tiene que ver con la precariedad salarial, ya que ese trabajador siempre
cobrará menos porque es menos productivo, lo único que sucede es que las empresas deciden
contratar como fijos a los buenos y como temporales a los malos. La verdadera precariedad
sólo puede surgir de la existencia de algo en la contratación temporal que conduce a pagar
menores salarios, como podrían ser las diferencias en formación. También podría surgir de
diferencias en el poder de negociación (a los temporales les costaría más reclamar el salario
del puesto que desempeñan).