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Economía institucional

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Se llama economía institucional o escuela institucionalista (norte)americana a la
aproximación a estudios económicos que se centra en la comprensión del papel del
proceso evolutivo y el papel de las instituciones sociales en la formación del
comportamiento económico. La aproximación original se basaba en la percepción por
Thorstein Veblen de una dicotomía entre, por un lado, la tecnología, y, por el
otro, la esfera ceremonial o ritual de la sociedad. El nombre y elementos básicos
de la escuela se remontan a un artículo de 1919 de Walton H. Hamilton en la
American Economic Review'.1

El Institucionalismo ve las relaciones de mercado como resultado de la interacción


compleja de diversas instituciones (por ejemplo, las normas sociales y jurídicas,
empresas, estados, etc, todas las cuales afectan el comportamiento de los
individuos). Esta tradición continúa en la actualidad como una de las
aproximaciones o percepciones principales de la economía heterodoxa2

Índice
1 Características y área de interés
2 Representantes principales
2.1 Thorstein Veblen
2.2 John R. Commons
2.3 Clarence Ayres
2.4 Adolf Berle
2.5 John Kenneth Galbraith
3 Críticas
4 Institucionalismo: legado y presente
4.1 Nueva economía institucional
5 Véase también
6 Citas y referencias
7 Bibliografía
8 Enlaces externos en español
9 Enlaces externos en inglés
Características y área de interés
La economía institucional se remonta a Hume, quien incorpora el uso del término
ética de los negocios, refiriéndose a la ética como las reglas de comportamiento
que surgen del conflicto de intereses y es sometido a las sanciones morales de la
opinión colectiva, mientras que la economía trata de las mismas reglas de
comportamiento sometidas a las sanciones económicas colectivas de la ganancia o
pérdida en caso de obediencia o desobediencia, por otro lado la jurisprudencia
maneja esas reglas de comportamiento sometidas a las sanciones organizadas de la
violencia, por lo que esta economía trata de los méritos relativos de la eficiencia
de estos tres tipos de sanciones.3

Sin embargo el pensamiento económico institucional se inicia formalmente en los


Estados Unidos, lugar donde los primeros institucionalistas americanos destacaron
la importancia económica de los hábitos de conducta y de pensamiento de los grupos
humanos y trataron de analizar y comprender el complejo de instituciones sociales.
Además tuvieron gran influencia del marxismo, de los historicistas alemanes, la
psicología y el evolucionismo darwinista.4

La economía institucional se centra en el aprendizaje, racionalidad limitada, y el


cambio o evolución (en lugar de asumir preferencias estables, racionalidad y el
equilibrio económico).5 Del mismo modo subraya el papel de los hábitos, normas e
instituciones en la orientación del comportamiento humano, sin descartar cierta
racionalidad en el comportamiento individual, aunque restringida por el ambiente
social y económico.6
La relación entre el derecho y la economía ha sido un tema importante desde la
publicación de un estudio sobre las fundaciones legales del capitalismo por John R.
Commons en 1924. El desarrollo de la economía conductual constituye otro momento de
importancia, atribuible a la insistencia de la economía institucional de basarse en
lo que se conoce acerca de la psicología y la ciencia cognitiva, en lugar de
simples supuestos, lógicos o no, de comportamiento económico.

De acuerdo a Commons (2003) la unidad más pequeña de los economistas


institucionales es una unidad de actividad: una transacción junto con sus
participantes, pues las transacciones son la enajenación y la adquisición entre
individuos, de los derechos de la propiedad y libertad creados por la sociedad.
Indica que la economía institucional estudia el comportamiento de los individuos
que participan en transacciones, y por ello debe analizar el comportamiento
económico de los individuos. (p. 196, 198)7

El institucionalismo rechaza la reducción de la influencia de las instituciones a


simplemente constituir expresión de gustos o preferencias y tecnologías (ver
falacia naturalista). Instituciones, hábitos, reglas y su evolución son las ideas
centrales que constituyen al institucionalismo. Por lo que el enfoque
institucionalista pasa de ideas generales respecto el agente humano, las
instituciones y la naturaleza evolutiva de los procesos económicos hacia ideas y
teorías específicas, relacionadas con instituciones económicas específicas y tipos
de economía.8 Las personas viven y trabajan en instituciones, lo que da forma a sus
visiones del mundo, incluyendo estándares, metas y aspiraciones. Fundamentalmente,
el institucionalismo (y sus contrapartes modernas) hace hincapié en los fundamentos
normativos y los procesos evolutivos y volitivos por los cuales las instituciones
se inician y modifican. Los cambios en las instituciones son necesariamente el
resultado de los incentivos creado ellas mismas, y por lo tanto endógenos.

En concreto, el institucionalismo económico tiene la capacidad de endogenizar las


instituciones y el cambio institucional, es decir, la endogeneización permite
abordar problemas a largo plazo que la historia económica neoclásica no podía
resolver y había excluido de su agenda.9 De este modo, en un sentido amplio,
representa una respuesta a la ortodoxia económica, y su reintroducción en la forma
de la nueva economía institucional es, pues, un desafío explícito a la economía
neoclásica, ya que se basa en una premisa fundamental — que la economía no puede
ser separada del sistema político y social en el que está inmersa— que los
neoclásicos rechazan.

Algunos de los autores que, sin ser generalmente considerados parte de la escuela,
ya sea influyeron o fueron influidos por ella incluyen: Charles Wright Mills, John
Dewey, Gunnar Myrdal, Robert Frank, etc.

Representantes principales
Thorstein Veblen
Thorstein Veblen escribió su influyente La teoría de la clase ociosa en 1899),
mientras él era profesor en la Universidad de Chicago. En él se analizan la
tendencia del capitalismo a lo que Thorstein denominó el “consumo ostensible o
notorio” de riquezas, como una manera de demostrar éxitos o logros. Otro concepto
cercanamente asociado es el ‘’ocio conspicuo”. Veblen nota que ambas "actividades"
están en contradicción directa con la visión neoclásica de que el capitalismo es
eficiente (en la medida que la producción es para derrochar más que para utilizar
eficientemente) y fomenta esfuerzo y sacrificio. En su The Theory of Business
Enterprise (1904) Veblen introduce una distinción entra la motivación de la
producción industrial con el fin que la gente pueda usar cosas con la motivación
que utiliza o abusa la infraestructura industrial con fines de lucro, argumentando
que la primera es a menudo obstaculizada porque las empresas persiguen la segunda.
En su opinión, la producción y el avance tecnológico están limitadas tanto por esas
prácticas empresariales como por la existencia de monopolios. Las empresas buscan
proteger sus inversiones de capital existentes y recurren para ello a niveles
excesivos de crédito, lo que lleva a depresiónes y el aumento de los gastos
militares debido al control del poder político por las empresas. Sin embargo, estos
dos libros, centrándose el primero en una crítica del Consumerismo o consumo
excesivo, y el segundo en la especulación, no abogar por el cambio.

A partir de las décadas de 1920 y, especialmente después de la Crisis de 1929 en


Wall Street; las advertencias de Veblen acerca de los efectos negativos d la
tendencia al consumo desmedido y la necesidad de crear instituciones financieras
sólidas ganaron verosímilidad. Veblen sigue siendo considerado un crítico destacado
y relevante, que advierte contra los excesos de lo que ahora se llama el estilo de
vida norteamericano, el American Way.

John R. Commons
Detrás de las ideas de John Rogers Commons, consolidadas en su Institutional
Economics (1934) esta la percepción que la economía es una red de relaciones entre
personas con intereses divergentes. Hay monopolios, grandes empresas, conflictos
laborales y las fluctuaciones de los ciclos económicos, todos tanto reflejando como
produciendo conflictos. Sin embargo todos tienen también, en la percepción de
Commons, un interés en la resolución de estas disputas (dado que todos se
benefician de la existencia y funcionamiento del aparato económico). En la
concepción de Commons, el Gobierno debe ser el mediador entre esos grupos en
conflicto, a fin de disminuir las causas y acelerar resoluciones. Consecuentemente,
Commons dedicó gran parte de su tiempo a la labor de asesoramiento y mediación en
las comisiones industriales.

Clarence Ayres
Ayres (1891-1972) fue el principal pensador de lo que algunos han llamado la
escuela de Texas de la economía institucional. Ayres desarrolló las ideas de
Thorstein Veblen en una dicotomía entre "tecnología " e "instituciones" para
separar claramente la inventiva de los aspectos “heredados” de las estructuras
económicas. Ayres percibe la tecnología como estando siempre un paso más adelante
que las instituciones socio-culturales. Para el, las instituciones están
identificadas con los sentimientos y la superstición y, en consecuencia, sólo
juegan una especie de papel residual, restrictivo, en su teoría del desarrollo, en
la cual el centro principal es la tecnología. Ayres estaba bajo fuerte influencia
de Hegel y de las instituciones de Ayres tenían la misma función que el "Schein"
(con la connotación de engaño e ilusión) tenía para Hegel. Quizás un nombre más
apropiado para la posición de Ayres sería el de "tecno-conductista" en lugar de
institucionalista.

Adolf Berle
Berle (1895-1971) fue uno de los primeros autores en combinar el análisis jurídico
y económico, y su obra se erige como uno de los pilares del pensamiento de la
gestión empresarial moderna. Al igual que Keynes, Berle fue en la Conferencia de
Paz de París de 1919, y similarmente renunció a su trabajo diplomático, no
satisfecho con los términos del Tratado de Versalles. En su “The Modern Corporation
and Private Property“ (1932) (en conjunto con Gardiner C. Means), Berle detalló la
evolución de las grandes empresas en la economía contemporánea, y argumentó que se
debe exigir que los que controlaban esas grandes empresas rindan cuentas y sean
hechos legalmente responsables por sus acciones. Esto podría incluir los derechos a
elegir y despedir directores y gerentes, requerimiento de juntas generales
periódicas y reglamentadas, normas contables, etc.(En los Estados Unidos de los
1930, la legislación típica de empresas no especificaba claramente esos derechos de
los accionistas) Berle argumentó que los directores que no rinden cuentas de las
empresas tienden por lo tanto a apropiarse de los frutos de los beneficios de las
empresas en sus propios bolsillos, así como manejar la gestión de la empresa en sus
propios intereses. La capacidad de hacer esto es incrementada por el hecho de que
la mayoría de los accionistas de grandes empresas de acciones son individuos
aislados, con pocos medios de comunicación, en suma, débiles y manipulables.

Berle sirvió en la administración del presidente Franklin Delano Roosevelt a través


de la depresión, y fue un miembro clave de los "expertos" llamados en desarrollo
muchas de las políticas del New Deal. En 1967, Berle y Means publicaron una edición
revisada de su trabajo, en el que el prólogo añade una nueva dimensión al análisis.
El problema es no sólo la separación de los administradores de las empresas de los
propietarios. Se plantea la cuestión de cual será el resultado final de la
estructura corporativa de las empresas:

"Los accionistas no trabajan ni hilan para ganar [dividendos]] y disfrutar de los


aumentos de los precios de las acciones. Ellos son beneficiarios solo por su
posición. (pero) Justificación por herencia... sólo puede fundarse en razones
sociales... que esa justificación se convierte en (razón de) la distribución, así
como la existencia de la riqueza. Su fuerza (del argumento) sólo existe en
proporción directa al número de personas que tienen tal riqueza. La justificación
de la existencia de los accionistas por lo tanto depende del aumento de la
distribución dentro de la población estadounidense. Idealmente la posición de los
accionistas será inexpugnable cuando cada familia norteamericana tenga su fragmento
de esa posición y de la riqueza mediante la cual la oportunidad de desarrollar la
individualidad llega a ser totalmente actualizada.”10

John Kenneth Galbraith


La obra de Galbraith (1908–2006) es demasiado vasta como para poder resumirla
adecuadamente en este espacio. Consecuentemente solo se mencionaran un par de
contribuciones relevantes a la escuela.

Central a esa contribución es la percepción que en una época de grandes empresas,


no es realista pensar en mercados del tipo clásico. Las grandes empresas establecen
sus propias condiciones en el mercado, y utilizan sus recursos combinados, por
ejemplo en publicidad; a fin de promover la demanda de sus propios productos. Al
mismo tiempo Galbraith argumenta -en su La sociedad opulenta (1958)- que los
votantes que acceden a una cierta riqueza material comienzan a votar en contra del
bien común. Como resultado, las preferencias individuales por lo general reflejan
las preferencias de las empresas establecidas o “de renombre” (el "efecto
dependencia"), y la economía en su conjunto está orientado a metas irracionales.11
En su El Nuevo Estado Industrial Galbraith sostiene que las decisiones económicas
son planificados por una “burocracia privada” (la tecnoestructura) de expertos que
manipulan los canales de comercialización y relaciones públicas ( Véase Propaganda
como ingeniería social ). Esta jerarquía busca su propio interés, para ellos los
beneficios de la empresa ya no son el principal motivador, y, de hecho, los
directores no están en control. Debido a que estos nuevos planificadores requieren
mercados constantes y economías estables, las empresas evitan o incluso detestan
riesgo. Ellos “reclutan” gobiernos para servir sus intereses a través de la
política fiscal y monetaria, por ejemplo, adhiriendo a políticas monetaristas que
enriquecen los prestamistas en la bolsa a través de aumentos en las tasas de
interés. Mientras los objetivos de la sociedad de la abundancia y los de un
gobierno cómplice están al servicio de la tecnoestructura irracional, el espacio
público es cada vez más empobrecido. Galbraith describe el descenso desde villas
ático (penthouses) a caminar por calles sin pavimentar, desde jardines manicurados
a parques públicos dilapidados. En Economics and the Public Purpose]] (1973),
Galbraith aboga por un "nuevo socialismo" como la solución, nacionalizando la
producción militar y los servicios públicos, tales como salud, la introducción de
salario disciplinado y controles de precios para reducir la desigualdad.

Críticas
Los críticos de la escuela han sostenido que el concepto de "institución" es tan
central para toda las ciencias sociales que no tiene sentido utilizarla como un
término exclusivo de una escuela teórica particular. En la práctica ha habido un
debate a menudo confuso acerca de cuales académicos son "institucionalistas" o no -
y una confusión similar acerca de lo que se supone que debe ser el núcleo de la
teoría. En otras palabras, se alega que, al final del día, el concepto de la
influencia de las instituciones sobre el actuar individual es tan general y
aceptado que ha llegado a significar cualquier cosa para cualquiera, que, en
consecuencia, en realidad no significa nada. De hecho, se puede argumentar, como se
ha hecho desde temprano,12 que el término "institucionalistas" estaba fuera de
lugar, ya que Veblen, Hamilton y Ayres estaban preocupados por la evolución (y la
"objetivación") de las fuerzas de la tecnología, y las instituciones tenían un
lugar secundario dentro de sus teorías. Las instituciones eran casi una especie de
"anti-cosas", su preocupación fundamental era en la tecnología y no las
instituciones. En lugar de ser "institucionalistas", Veblen, Hamilton y Ayres eran
“anti-institucionalistas”13

Institucionalismo: legado y presente


El institucionalismo es y fue un elemento central en la economía estadounidense en
los años de entreguerra a partir de 1919, pero fue marginado a un papel
relativamente menor en relación con la visión económica dominante ("economía
ortodoxa") en el período de la posguerra con la ascendencia de la escuela
neoclásica y el keynesianismo. Continuó, sin embargo, como uno de los principales
aspectos de la crítica de la economía heterodoxa a la escuela neoclásica y otras y
como un programa de investigación en la economía,2

Un reciente desarrollo, compensatorio de esa marginación, ha sido el resurgimiento


del interés en el trabajo de Commons y Veblen lo largo de las líneas evolutivas de
Darwin, representado, por ejemplo, en la obra de Geoffrey Hodgson (Universidad de
Hertfordshire)145

Nueva economía institucional


A partir de lo anterior comenzó, a fines del siglo XX,15 un proyecto para integrar
las percepciones de la escuela institucionalista con los avances en la teoría de
organizaciones, teoría de información, teoría de derechos16 teoría de costes,17
etc, que provienen tanto de desarrollos en la teoría económica “tradicional” u
ortodoxa como de otras disciplinas, proceso que culminó en la aparición de la
llamada Nueva economía institucional.

Consecuentemente el Institucionalismo en la actualidad contiene diversas


influencias, desde la economía institucional "vieja" (o "original"); con su crítica
a la corriente tanto principal como otras (marxismo, etc), que se ven reflejadas en
economistas tales como Masahiko Aoki, Ha-Joon Chang18 (Universidad de Cambridge) y
que incluye cuatro premios Nobel en economía: Ronald Coase, Douglass North, Elinor
Ostrom y Oliver E. Williamson.

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