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Se llama economía institucional o escuela institucionalista (norte)americana a la
aproximación a estudios económicos que se centra en la comprensión del papel del
proceso evolutivo y el papel de las instituciones sociales en la formación del
comportamiento económico. La aproximación original se basaba en la percepción por
Thorstein Veblen de una dicotomía entre, por un lado, la tecnología, y, por el
otro, la esfera ceremonial o ritual de la sociedad. El nombre y elementos básicos
de la escuela se remontan a un artículo de 1919 de Walton H. Hamilton en la
American Economic Review'.1
Índice
1 Características y área de interés
2 Representantes principales
2.1 Thorstein Veblen
2.2 John R. Commons
2.3 Clarence Ayres
2.4 Adolf Berle
2.5 John Kenneth Galbraith
3 Críticas
4 Institucionalismo: legado y presente
4.1 Nueva economía institucional
5 Véase también
6 Citas y referencias
7 Bibliografía
8 Enlaces externos en español
9 Enlaces externos en inglés
Características y área de interés
La economía institucional se remonta a Hume, quien incorpora el uso del término
ética de los negocios, refiriéndose a la ética como las reglas de comportamiento
que surgen del conflicto de intereses y es sometido a las sanciones morales de la
opinión colectiva, mientras que la economía trata de las mismas reglas de
comportamiento sometidas a las sanciones económicas colectivas de la ganancia o
pérdida en caso de obediencia o desobediencia, por otro lado la jurisprudencia
maneja esas reglas de comportamiento sometidas a las sanciones organizadas de la
violencia, por lo que esta economía trata de los méritos relativos de la eficiencia
de estos tres tipos de sanciones.3
Algunos de los autores que, sin ser generalmente considerados parte de la escuela,
ya sea influyeron o fueron influidos por ella incluyen: Charles Wright Mills, John
Dewey, Gunnar Myrdal, Robert Frank, etc.
Representantes principales
Thorstein Veblen
Thorstein Veblen escribió su influyente La teoría de la clase ociosa en 1899),
mientras él era profesor en la Universidad de Chicago. En él se analizan la
tendencia del capitalismo a lo que Thorstein denominó el “consumo ostensible o
notorio” de riquezas, como una manera de demostrar éxitos o logros. Otro concepto
cercanamente asociado es el ‘’ocio conspicuo”. Veblen nota que ambas "actividades"
están en contradicción directa con la visión neoclásica de que el capitalismo es
eficiente (en la medida que la producción es para derrochar más que para utilizar
eficientemente) y fomenta esfuerzo y sacrificio. En su The Theory of Business
Enterprise (1904) Veblen introduce una distinción entra la motivación de la
producción industrial con el fin que la gente pueda usar cosas con la motivación
que utiliza o abusa la infraestructura industrial con fines de lucro, argumentando
que la primera es a menudo obstaculizada porque las empresas persiguen la segunda.
En su opinión, la producción y el avance tecnológico están limitadas tanto por esas
prácticas empresariales como por la existencia de monopolios. Las empresas buscan
proteger sus inversiones de capital existentes y recurren para ello a niveles
excesivos de crédito, lo que lleva a depresiónes y el aumento de los gastos
militares debido al control del poder político por las empresas. Sin embargo, estos
dos libros, centrándose el primero en una crítica del Consumerismo o consumo
excesivo, y el segundo en la especulación, no abogar por el cambio.
John R. Commons
Detrás de las ideas de John Rogers Commons, consolidadas en su Institutional
Economics (1934) esta la percepción que la economía es una red de relaciones entre
personas con intereses divergentes. Hay monopolios, grandes empresas, conflictos
laborales y las fluctuaciones de los ciclos económicos, todos tanto reflejando como
produciendo conflictos. Sin embargo todos tienen también, en la percepción de
Commons, un interés en la resolución de estas disputas (dado que todos se
benefician de la existencia y funcionamiento del aparato económico). En la
concepción de Commons, el Gobierno debe ser el mediador entre esos grupos en
conflicto, a fin de disminuir las causas y acelerar resoluciones. Consecuentemente,
Commons dedicó gran parte de su tiempo a la labor de asesoramiento y mediación en
las comisiones industriales.
Clarence Ayres
Ayres (1891-1972) fue el principal pensador de lo que algunos han llamado la
escuela de Texas de la economía institucional. Ayres desarrolló las ideas de
Thorstein Veblen en una dicotomía entre "tecnología " e "instituciones" para
separar claramente la inventiva de los aspectos “heredados” de las estructuras
económicas. Ayres percibe la tecnología como estando siempre un paso más adelante
que las instituciones socio-culturales. Para el, las instituciones están
identificadas con los sentimientos y la superstición y, en consecuencia, sólo
juegan una especie de papel residual, restrictivo, en su teoría del desarrollo, en
la cual el centro principal es la tecnología. Ayres estaba bajo fuerte influencia
de Hegel y de las instituciones de Ayres tenían la misma función que el "Schein"
(con la connotación de engaño e ilusión) tenía para Hegel. Quizás un nombre más
apropiado para la posición de Ayres sería el de "tecno-conductista" en lugar de
institucionalista.
Adolf Berle
Berle (1895-1971) fue uno de los primeros autores en combinar el análisis jurídico
y económico, y su obra se erige como uno de los pilares del pensamiento de la
gestión empresarial moderna. Al igual que Keynes, Berle fue en la Conferencia de
Paz de París de 1919, y similarmente renunció a su trabajo diplomático, no
satisfecho con los términos del Tratado de Versalles. En su “The Modern Corporation
and Private Property“ (1932) (en conjunto con Gardiner C. Means), Berle detalló la
evolución de las grandes empresas en la economía contemporánea, y argumentó que se
debe exigir que los que controlaban esas grandes empresas rindan cuentas y sean
hechos legalmente responsables por sus acciones. Esto podría incluir los derechos a
elegir y despedir directores y gerentes, requerimiento de juntas generales
periódicas y reglamentadas, normas contables, etc.(En los Estados Unidos de los
1930, la legislación típica de empresas no especificaba claramente esos derechos de
los accionistas) Berle argumentó que los directores que no rinden cuentas de las
empresas tienden por lo tanto a apropiarse de los frutos de los beneficios de las
empresas en sus propios bolsillos, así como manejar la gestión de la empresa en sus
propios intereses. La capacidad de hacer esto es incrementada por el hecho de que
la mayoría de los accionistas de grandes empresas de acciones son individuos
aislados, con pocos medios de comunicación, en suma, débiles y manipulables.
Críticas
Los críticos de la escuela han sostenido que el concepto de "institución" es tan
central para toda las ciencias sociales que no tiene sentido utilizarla como un
término exclusivo de una escuela teórica particular. En la práctica ha habido un
debate a menudo confuso acerca de cuales académicos son "institucionalistas" o no -
y una confusión similar acerca de lo que se supone que debe ser el núcleo de la
teoría. En otras palabras, se alega que, al final del día, el concepto de la
influencia de las instituciones sobre el actuar individual es tan general y
aceptado que ha llegado a significar cualquier cosa para cualquiera, que, en
consecuencia, en realidad no significa nada. De hecho, se puede argumentar, como se
ha hecho desde temprano,12 que el término "institucionalistas" estaba fuera de
lugar, ya que Veblen, Hamilton y Ayres estaban preocupados por la evolución (y la
"objetivación") de las fuerzas de la tecnología, y las instituciones tenían un
lugar secundario dentro de sus teorías. Las instituciones eran casi una especie de
"anti-cosas", su preocupación fundamental era en la tecnología y no las
instituciones. En lugar de ser "institucionalistas", Veblen, Hamilton y Ayres eran
“anti-institucionalistas”13