Está en la página 1de 120

INTRODUCCIÓN

La asignatura de Sociología Jurídica se imparte en el curso de nivelación de la Universidad


de Guayaquil, por ello se considera importante y oportuno brindar a los estudiantes un
contenido fiable y de calidad, por ello propone con el presente documento una aproximación
genérica conceptual al campo de las ciencias sociales, con conocimientos básicos necesarios
para generar una mirada histórica, relacionarlo con el presente para tener una visión del
futuro.
La sociología Jurídica, una rama de la sociología general, que se ocupa de la relación entre
la sociedad y el derecho, es decir, los factores sociales que afectan el derecho social,
desarrollo y aplicación de la ley.

La presente guía de contenidos para el estudio de la asignatura de Sociología Jurídica, está


constituido por concepciones teóricas de varios textos realizados por investigadores y que
existen en la biblioteca de la Universidad de Guayaquil, también se utilizó los libros que
brinda el gobierno de forma gratuita a los jóvenes estudiantes en el nivel medio sobre historia
y filosofía. Los autores de los diferentes textos enriquecerán el conocimiento del
estudiantado, con sus aportaciones resultado de investigaciones sobre el desarrollo de
acontecimientos históricos que forman parte de nuestro legado se lograra que los alumnos
del curso de nivelación egresen a las diferentes carreras donde obtuvieron el cupo con bases
adecuadas para seguir sus estudios universitarios.
En base a esto, podemos darnos cuenta de la importancia de investigar las normas jurídicas
desde una perspectiva sociológica. La sociedad como ley siempre está cambiando y con ello,
el efecto social de la norma jurídica, según algunos investigadores.
Es necesario la profundidad de cada tema en el autoaprendizaje de los estudiantes, para el
desarrollo habilidades, lectura, análisis e investigación.

Se deja constancia que el presente documento no debe ser publicado, ni mutilado, ni


declararse propiedad intelectual de persona alguna. La Universidad de Guayaquil, la
Coordinación de Admisión y Nivelación, Facultades de la institución o persona alguna que
labore en las dependencias no tienen propiedad intelectual. La Universidad de Guayaquil, es
una Institución respetuosa del derecho de autor por ello deslinda responsabilidad de falta
grave de acuerdo con la Ley de Propiedad Intelectual, Libro I, Título I: De los Derechos de
Autor y Derechos Conexos, Capítulo I: Del Derecho de Autor, Sección I: Preceptos
Generales Art. 4. Se reconocen y garantizan los derechos de los autores y los derechos de
los demás titulares sobre sus obras.
Art. 5. El derecho de autor nace y se protege por el solo hecho de la creación de la obra,
independientemente de su mérito, destino o modo de expresión.

1
OBJETIVOS

 Brindar a los estudiantes un marco teórico de referencia introductorio e


interdisciplinario sobre sociología Jurídica, para una formación cultural que sirva de
base estructural para su carrera de índole social.

 Desarrollar una mirada crítica sobre la realidad social a partir del estudio de la
asignatura basados en estrategias de índole teórica, disciplinar, profesional,
vocacional para la obtención de responsabilidad social.

 Estimular el auto-reconocimiento de la sociología jurídica mediante el estudio de la


sociedad, para identificarse como ser capacitado para el ingreso a los estudios
universitarios.

SOCIOLOGÍA

El término sociología es complejo, susceptible a referirse distintos enfoques que dependen


del punto de vista de los elementos que incluyan. La sociología es la ciencia social encargada
del análisis científico de las sociedades humanas o poblaciones regionales, en definitiva, el
estudio de las sociedades humanas, los grupos de personas y las relaciones que las
conforman. Etimológicamente, la palabra sociología, por su parte, está en la obra de Augusto
Comte, quien a partir de la voz latina socĭus, que significa 'socio', y el término griego λóγος
(lógos), que significa 'tratado', 'estudio' o 'ciencia', crea el neologismo sociología.

JURÍDICO

Para entender este concepto, así como significado resulta esencial saber la procedencia de la
palabra. El término Jurídico está directamente relacionado con todo lo relacionado con la
ley. Usado muchas veces como adjetivo, podemos decir que su uso está íntimamente
relacionado con leyes y reglamentos. La ciencia jurídica es la ciencia en la que las leyes y
reglamentos han sido estudiados y discutidos en los congresos y asambleas plenarias de
legisladores ante la sociedad. Son responsables de evaluar los patrones sociales y crear
barreras y capas de legislación para mantener el orden.
Así, lo jurídico es el marco legal de un estado, las acciones de los individuos pueden ser
juzgadas por la ley, o el sistema de leyes y reglamentos es el cuerpo de leyes y reglamentos
que rigen a los ciudadanos de un país o etni

2
Índice General

Introducción ................................................................................................................................. 1
Objetivos .................................................................................................................................. 2
Sociología................................................................................................................................. 2
Jurídico ..................................................................................................................................... 2
CONCEPTO, CONTENIDO Y EVOLUCIÓN DE LA SOCIOLOGÍA .................................. 8
Concepto de sociología ................................................................................................................. 9
Objeto de la sociología ............................................................................................................... 11
Noción de sociología .................................................................................................................. 12
Theodor W. Adorno:............................................................................................................... 13
Max Weber: ............................................................................................................................ 13
Evolución histórica de la Sociología......................................................................................... 13
Precursores de la Sociología ................................................................................................... 13
Bruce J. Cohen.................................................................................................................... 13
Pensamiento Sociológico en la Antigüedad ............................................................................. 14
Antes de Platón ................................................................................................................... 14
Sócrates .............................................................................................................................. 14
Platón ................................................................................................................................. 15
Aristóteles .......................................................................................................................... 15
Raciocinio Sociológico en la Edad Media ................................................................................... 17
El Pensamiento Cristiano ........................................................................................................ 17
San Agustín ........................................................................................................................ 17
Santo Tomás de Aquino ...................................................................................................... 17
Los Árabes. - .......................................................................................................................... 18
Ibn Jaldun ........................................................................................................................... 18
El Renacimiento ..................................................................................................................... 18
Nicolás Maquiavel .............................................................................................................. 19
Tomás Moro ....................................................................................................................... 19
Corrientes Sociológicas en los siglos XVII, XVIII, XIX y XX ................................................ 19
Juan Jacobo Rousseau ......................................................................................................... 21
Francisco Bacon ................................................................................................................. 22
Augusto Comte ................................................................................................................... 23
Karl Marx ........................................................................................................................... 24
Emilio Durkheim ................................................................................................................ 25
Herbert Spencer .................................................................................................................. 25
3
Max Weber ......................................................................................................................... 26
George Gurvitch ................................................................................................................. 27
Pitirim A. Sorokin ............................................................................................................... 28
Talcott Parsons y Robert K. Merton .................................................................................... 28
La investigación empírica de la sociología .................................................................................. 29
Aplicaciones de la investigación empírica................................................................................... 30
UNIDAD 2................................................................................................................................. 33
PERSPECTIVA HISTÓRICA Y CONTENIDO DE LA SOCIOLOGÍA JURÍDICA .......... 33
Precursores e Iniciadores de la sociología. Montesquieu y Comte (siglos XVIII-XIX) ................ 34
Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu, precursor de la sociología. La concepción
sociológica de las leyes y las formas de gobierno. ............................................................... 34
Formas de gobierno y organización interna del poder............................................................... 35
Montesquieu: crítico social, reformista político y pionero de la sociología .............................. 36
Auguste Comte: la constitución de la sociología como ciencia máxima ................................... 37
Derechos del individuo y Deberes ante la sociedad ................................................................. 39
Definición de la Sociología Jurídica ......................................................................................... 39
Objeto de la Sociología Jurídica................................................................................................ 40
Emili Durkheinm ................................................................................................................ 41
Evolución del razonamiento jurídico........................................................................................... 42
Relación entre Sociología y derecho ........................................................................................... 44
Los Juristas Sociólogos contra el Positivismo Legalista (en la primera mitad del siglo XX)..... 51
De la codificación europea a la revuelta contra el positivismo legalista ................................... 51
Métodos de la Sociología Jurídica............................................................................................... 53
La Observación....................................................................................................................... 53
La Interpretación .................................................................................................................... 53
Comparación .......................................................................................................................... 53
El método Histórico ................................................................................................................ 53
Métodos de Análisis: .............................................................................................................. 53
Método de Análisis de Contenido ....................................................................................... 53
Análisis de Documentos Jurídicos........................................................................................... 53
Análisis Sociológico de la Jurisprudencia............................................................................ 54
Relaciones existentes entre la Sociología Jurídica y la Sociología General .................................. 54
Vinculaciones entre la Sociología Jurídica y la Filosofía del Derecho .................................... 55
UNIDAD 3................................................................................................................................. 58
TEORÍA DE LOS SISTEMAS SOCIO-CULTURALES Y EL DERECHO ......................... 58
Los usos sociales ........................................................................................................................ 59
La juridicidad en las sociedades antiguas ................................................................................ 59

4
La juridicidad en las sociedades modernas. ............................................................................. 60
El criterio extraído de la coacción ........................................................................................... 60
¿Qué es el derecho? .................................................................................................................... 60
Los principios del Derecho. ........................................................................................................ 61
Noción sociológica del Derecho. ................................................................................................ 62
Carácter social del derecho. ........................................................................................................ 62
El derecho como instrumento de organización social. ................................................................. 63
Estado y clases sociales. ............................................................................................................. 63
Concepto de Sistemas Socio-Culturales ...................................................................................... 64
Características de los Sistemas Socio-Culturales ...................................................................... 64
Los Componentes ................................................................................................................... 65
Estructura .............................................................................................................................. 65
Organización .......................................................................................................................... 66
Interdependencia ................................................................... Error! Bookmark not defined.
Constricción.......................................................................... Error! Bookmark not defined.
Grados de libertad ............................................................................................................... 66
Comunicación ....................................................................... Error! Bookmark not defined.
Metas ..................................................................................................................................... 67
Tensiones ............................................................................................................................... 67
Desviación ............................................................................................................................. 67
Retroalimentación ................................................................................................................. 67
Contexto de los Sistemas Socio-Culturales ............................................................................... 68
Organización de los Sistemas Normativos .................................................................................. 69
Función del Control Social en los Sistemas Normativos .......................................................... 69
La Compulsión Sistémica ....................................................................................................... 69
Folkways ............................................................................................................................ 70
Mores ................................................................................................................................. 70
Tabús de ............................................................................................................................. 70
Roles o Papeles Sociales ..................................................................................................... 70
El Código de la Costumbre ................................................................................................... 70
El Código de la Religión ....................................................................................................... 71
El Código de la Moral ........................................................................................................... 71
La moral de Buda y de Jesús ............................................................................................... 72
La moral de Maquiavelo y Nietzsche .................................................................................. 72
La moral de Sócrates, Platón y Aristóteles .......................................................................... 72
El Código Totémico .............................................................................................................. 72
El Código de los Status-Roles ............................................................................................... 72
5
Status Adscrito.................................................................................................................... 72
Status Adquirido ................................................................................................................. 73
El Código Jurídico ................................................................................................................. 73
Sociología crítica de la justicia ................................................................................................... 73
Sociología critica de la justicia en el periodo del Estado Liberal ............................................. 76
Sociología critica de la justicia en el periodo del Estado del Bienestar .................................... 79
UNIDAD 4................................................................................................................................. 84
ESTUDIO SOCIOLÓGICO DE MODELOS DE RACIONALIDAD JURÍDICA ................ 84
Cuestiones Metodológicas de la Sociología Jurídica ................................................................... 85
Problemática metodológica de la Sociología Jurídica ........................................................... 85
Heinrich Rickert ................................................................................................................. 85
Papel de los Principios, Información Documental e Indagación Fáctica ............................. 88
Estudio sociológico histórico de modelos de racionalidad jurídica .............................................. 92
Tomás de Aquino ................................................................................................................ 95
El paradigma causa-efecto en el mundo jurídico clásico .......................................................... 96
El paradigma acción-reacción en el mundo jurídico moderno .................................................. 99
Montesquieu y Adam Smith: la introducción de las ideas de Isaac Newton en el derecho...... 100
Función Finalista de la Sociología Jurídico ............................................................................... 105
La denominada Sociología de la Jurisdicción ........................................................................ 107
La Sociología Legislativa ..................................................................................................... 107
La Sociología Contractual..................................................................................................... 107
Tareas de la Sociología Jurídica ................................................................................................ 107
José Martínez .................................................................................................................... 107
Hacia una concepción intercultural Natural de los Derechos Humanos ..................................... 108
La reconstrucción intercultural de los derechos humanos ...................................................... 108
Bibliografía .............................................................................................................................. 119

6
7
UNIDAD 1

CONCEPTO, CONTENIDO Y EVOLUCIÓN DE LA SOCIOLOGÍA

1.1 Concepto de sociología


1.2 Objeto de la sociología
1.3 Noción de sociología
1.4 ¿Cuál ha sido la evolución histórica de la Sociología?
1.4.1 Precursores de la Sociología
1.4.2 Pensamiento Sociológico en la Antigüedad.
1.4.3 Raciocinio sociológico en la Edad Media
1.4.4 Corrientes sociológicas en los siglos XVII, XVIII, XIX Y XX.
1.5 La investigación empírica de la sociología
1.6 Aplicaciones de la investigación empírica

8
CONCEPTO DE SOCIOLOGÍA
Aquí y luego de un breve recorrido por el origen de la
sociología, sus representantes más importantes y la
relación con las otras ciencias, comenzaremos un
desarrollo temático importante ya que se trata nada
menos, que de conceptualizar a la Sociología.
Como verás y teniendo como referencia lo que
expusimos en apartados anteriores “la Sociología es el
estudio sistemático, riguroso y científico de la
sociedad” Macionis y Plummer. La sociología implica
un modo particular de ver el mundo que nos rodea, una
determinada perspectiva.
Para Peter Berger (1963) la perspectiva sociológica
consiste en ver lo general en lo particular. Lo que Berger
quería decir con esto es que los sociólogos son capaces
de identificar pautas generales en la experiencia social
de las personas. Los sociólogos reconocen y tienen
presente que cada individuo es único, pero también
reconocen que sus experiencias vitales van a ser unas u otras dependiendo de la categoría a
que pertenecen (sin son hombres o mujeres, ricos o pobres, niños o adultos, entre otros).

Por ejemplo: las diferencias entre niños y adultos no son solo biológicas. Las sociedades
tienen expectativas distintas para cada una de las etapas de nuestras vidas, lo que hace que
nuestras experiencias vitales sean distintas para cada una de esas etapas. Por ejemplo, en las
sociedades occidentales esperamos que los niños sean dependientes, los adultos responsables
y los ancianos queden a un lado o sea que dejen paso a los otros. Pero en otras sociedades
los niños son independientes (entre los indios Hopi de Norteamérica) y los ancianos son
personas respetables y valoradas socialmente (Abjasia dentro de la Federación Rusa).
También es muy evidente la diferencia entre ricos y pobres y el modo como esta
circunstancia de la vida afecta a los mismos.

También Zorrilla, nos dice que” la Sociología es la ciencia que estudia los grupos humanos
(especialmente el grupo máximo: la sociedad) y que procura describir, explicar o predecir el
comportamiento de esos grupos, y de sus miembros componentes, en función de las
estructuras del grupo y de las tradiciones acumuladas por él en el curso de su formación
histórica”.
A esta última definición nos referiremos nuevamente al tratar el objeto de la Sociología por
razones más que todo metodológicas, porque si bien coincide con los otros autores en cuanto
a que su objeto es más abarcativo, es decir incluye a más aspectos que van a ser importantes
para su entendimiento, a los fines de que Uds. se compenetren más en los límites de la
comprensión sociológica.

Retomando el concepto dado por Zorrilla en esta definición el autor prioriza por una parte la
naturaleza humana (se refiere a los grupos “humanos” o a las personas), y explica que la
naturaleza humana está conformada por dos herencias, tema sobre el que volveremos a tratar
del objeto de la sociología.
Pero agrega algo importante con respecto a las conceptualizaciones de Berger y Macionis y
Plummer y es que procura describir, explicar o predecir el comportamiento de los grupos,

9
por ejemplo, si un sociólogo o un estudioso del tema quisiera investigar el comportamiento
de un grupo de delincuentes, objetivamente lo podría describir al observar un asalto por las
actitudes que tienen (actuar imprevistamente) y los elementos de que se valen (capuchas,
armas, etc.). También procede una explicación de por qué quieren actuar así (para lograr su
objetivo que es sorprender a las víctimas y sustraer sus bienes) y por último con el solo hecho
de la observación de determinadas actitudes grupales se pueden predecir el comportamiento.
Del mismo modo podemos proceder con la descripción, explicación y predicción del

comportamiento de los grupos educativos, religiosos, políticos, familiares, etc. Por ejemplo,
si estudiamos la familia hoy en Argentina tenemos que tener en cuenta como es su estructura
(padre, madre e hijos) y las tradiciones acumuladas en relación a esta institución a lo largo
de la historia, lo que va a hacer que tengan pautas específicas de comportamiento distintas a
una familia en otro lugar. También en nuestro país, ha ido cambiando la estructura del grupo
familiar y en importante proporción ya no solo hay parejas monoparentales, sino
ensambladas por ulteriores uniones o matrimonios de sus integrantes, que conforman un
conjunto de hijos de ambos cónyuges y los que hubieran nacido a posteriori de ellos.

Por su parte Giddens, también al referirse a la definición de nuestra materia coincide en que
“La sociología es el estudio de la vida social humana, de los grupos y sociedades”.
Dice este autor que el estudio de la sociología es una empresa cautivante y atrayente, al tener
como objeto nuestro propio comportamiento como seres humanos. El ámbito de la sociología
es extremadamente amplio, desde el análisis de los encuentros efímeros entre individuos en
la calle hasta la investigación de los procesos sociales mundiales.

La sociología se centra muy especialmente


en la vida social en el mundo moderno,
pero en las sociedades humanas ha habido
radicales cambios ocurridos en los dos
últimos siglos que hace que muchos de
nuestros conceptos que creemos que han
existido siempre, es decir que han sido
naturalmente dados, están sin embargo
impregnados de factores sociales.

La práctica de la sociología incluye el obtener conocimientos sobre nosotros mismos, las


sociedades en las que vivimos y otras sociedades distintas de las nuestras en el espacio y el
tiempo. Los hallazgos de la sociología alteran y a la vez contribuyen a nuestras creencias del
sentido común acerca de nosotros mismos y de otros. Por eso para nuestras respuestas no
10
debemos contestar con el sentido común sino recurrir a la información bibliográfica.
Los hallazgos de la sociología alteran a veces nuestras creencias de sentido común acerca de
nosotros mismos y de otros. Por ejemplo, pensamos que el amor en el matrimonio ha existido
siempre y que la salud está en relación con lo genético (se es sano naturalmente o no), pero
los estudios sociológicos nos muestran que el amor como fundamento del casamiento existe
desde hace dos siglos y que la salud también depende (y en una importante proporción) de
las condiciones de vida.

Este último punto lo observamos con el caso de los niños que mueren de desnutrición en
Tucumán y otros lugares de nuestro país. La pobreza es un factor que marca socialmente la
vida de las personas e incide hasta en su supervivencia. Un niño que nace en un hogar con
escasos ingresos es un adulto que tiene menos posibilidades de insertarse en la sociedad
cuando es adulto.

Al tratar la definición de la sociología hemos hecho referencia a Macionis y Plummer, Beger


y Zorrilla, pero en realidad todos los tratadistas de la materia coinciden en identificar a la
sociología con su objeto principal, el estudio de los grupos y en definitiva de la sociedad.
Cada autor consigna lo que a su criterio considera más conveniente, así tenemos definiciones
sintéticas como la de Fucito y Giddens y otras más extensas como la de Zorrilla.

Objeto de la sociología

a sociología es un saber cuyo objeto material (el hecho social) se encuentra

L claramente definido. Sin embargo, su objeto formal, es decir, la forma en que debe
ser estudiado el objeto material no ha quedado del todo determinado. De hecho, se
considera que el objeto de estudio de la sociología es la comprensión y la búsqueda
de las explicaciones de los hechos sociales; no los hechos sociales en sí mismos. Por esto
podemos decir que el objeto formal de estudio de la sociología son los métodos que varios
investiga- dores han propuesto para analizar los hechos sociales. Como afirma Theodor W.
Adorno (1903-1969), la “objetividad de la investigación social empírica es de los métodos,
no de lo investigado”. Para la sociología, la teoría es el fin y no el medio. En este sentido, la
responsabilidad recae en la disciplina misma, lo que no ocurre en las ciencias naturales ni en

11
medicina ni en el derecho positivo. Tampoco hay que confundir la sociología con la suma
de descubrimientos sociológicos individuales.

Para comprender qué son los hechos sociales, debemos atender a una condición evidente:
podemos observar que, en el mundo animal, los individuos actúan y se desarrollan en grupos.
A esta actuación en conjunto y a todos los fenómenos colectivos se les llama hechos sociales.
Son hechos sociales la forma de estructura, de organización, de administración, de control,
de acción, etc., de las distintas colectividades. La sociología tiene por objeto de estudio no a
estas formas, sino a las reflexiones y los métodos para investigarlos, sin la intención de
unificarlos. De este modo, puede decirse que la actitud sociológica se interesa por la
actividad humana global, a la que analiza en su conjunto y no desde un punto de vista único,
sin caer en extremos simplificadores de la economía, la psicología o la filosofía.

Es evidente que semejante diversidad de intereses y modelos no puede reducirse a un


denominador común. La investigación empírica tiene que articularse de este u otro modo
según se ponga al servicio de esta o aquella concepción. Con ello no pretendo afirmar una
oposición rígida y anacrónica entre teoría de la sociedad e investigación empírica, sino, en
todo caso, dirigir la atención sobre lo que es propio de una investigación empírica que se
orienta por la teoría y se entiende dentro de un contexto teórico.

Existen algunas posturas sociológicas, como la de Talcott Parsons (1902- 1979), que
consideran la posibilidad de llegar a una tendencia armonizadora de datos para alcanzar un
continuo sin rupturas en el conocimiento sociológico. En este autor y en el funcionalismo
sociológico existe la idea de fundar una ciencia unificada del hombre. Una ciencia que cuente
con un sistema de categorías tales que abarquen de manera continua los aspectos
antropológicos, psicológicos y sociológicos. Sin embargo, la de Parsons sólo forma parte de
la diversa gama de posturas y explicaciones sociológicas que se estudian en la sociología
general.

Noción de sociología

La sociología es un saber que nace a finales del siglo XVIII y principios del XIX, pero sus
expertos no la han definido de manera específica y homogénea. De hecho, el estudio de la
sociología se constituye en la actualidad por un conjunto de teorías, las cuales se definen de
manera distinta y ajustada exclusivamente, en orden, a cada uno de sus programas. Por esta
razón, el Diccionario de sociología moderna de Thomas Ford define la sociología como:
12
“Disciplina intelectual que se refiere al desarrollo de un conocimiento confiable y sistemático
acerca de las relaciones sociales, en general, y de los resultados de tales acciones.”
En la sociología no hay fórmulas, ni conceptos intemporales que operen en todos y cada uno
de sus teóricos. Hay conjeturas, reflexiones y formulaciones coherentes y sistematizadas en
el marco de un aparato teórico-conceptual. Por ello, se dice que la sociología es lo que han
hecho los sociólogos de ella. Los procedimientos reunidos bajo el nombre de sociología
como disciplina académica se relacionan entre sí sólo en un sentido sumamente abstracto:
todos ellos se ocupan de algún modo en lo social. Pero no están unificados ni su objeto ni su
método. Sólo para ilustrar, veamos un par de definiciones de sociología propuestas 3 por
algunos autores.

Theodor W. Adorno:

Conglomerado de disciplinas, en principio, desconectadas entre sí y


que han surgido de modo independiente. Y creo que mucho de lo
que parece una disputa irreconciliable entre escuelas sociológicas
proviene en primer lugar sencillamente de que la sociología ha
reunido bajo un techo cosas que en principio no tienen nada que ver
entre sí.

Max Weber:

Ciencia que quiere comprender la acción social mediante una


interpretación de la misma, explicando por esa vía la causa de su
realización y de sus efectos. Llamamos acción al comportamiento
humano (sea la realización de algo exterior o de algo interno, una
omisión o no impedir que algo pase) en la medida en que el agente
o los agentes asocien aquel comportamiento a un significado
subjetivo. Y llamamos acción social a aquel comportamiento en el
que el significado que el agente o los agentes le asocian está
referido al comportamiento de otros, siendo este último por el que
se guía el comportamiento de aquéllos.

Evolución histórica de la Sociología

Precursores de la Sociología

Bruce J. Cohen afirma:


“Los seres humanos viven gran parte de su vida en grupo.
Interactúan como integrantes de una familia, residentes de un
vecindario o de un pueblo, son miembros de un determinado
grupo social, económico, religioso o étnico, y ciudadanos de una
nación. Aunque los seres humanos no siempre son conscientes
de su condición de miembros de un grupo, sí piensan y actúan en
formas que, por lo menos son determinadas parcialmente por
pertenencia al grupo. Los tipos de ropa que usan, la composición
13
de la dieta y la forma como se alimentan, las creencias y valores que mantienen, las
costumbres que siguen, todo ello recibe la influencia de los grupos a los cuales pertenecen.”
Ergo, la Sociología es una ciencia relativamente reciente, fue acuñada en 1838 por el francés
Augusto Comte, surge por primera vez la noción de una ciencia positiva de los hechos
sociales, sostenía que estos debían apoyarse en la observación y clasificación sistemática de
los mismos.
Hasta entonces, los filósofos y los escritores políticos, más que estudiar objetivamente la
sociedad real, la describen tal como, según ellos, debería ser. Sin embargo, incluso en los
pensadores antiguos, se encuentran a menudo concepciones positivas y perspicaces del
contexto social que seguidamente abordaremos.

Pensamiento Sociológico en la Antigüedad

En este periodo Julio Romero, nos indica:


Las primeras tomas de conciencia de las realidades sociales tienen lugar en los siglos VI-V
antes de Jesucristo en Grecia. Las civilizaciones orientales pre- helénicas no conocieron una
reflexión social crítica (una excepción importante: la civilización china).

A) Antes de Platón (siglo V a. de J. C.). - Los


primeros pensadores sociales fueron los sofistas:
Protágoras, Gorgias, Hipias, Pródico, etc. que
enseñaron en Atenas a finales del siglo V a. de J. C.
Conocemos sus tesis por las narraciones qué de
ellas hicieron sus antagonistas (en especial Platón y
Aristófanes). El arte más sublime que se vanagloria
de enseñar era el de la "virtud política", es decir, el
arte de vivir en la ciudad (polis). El telón de fondo
de su predicación es un humanismo cultural, que
rehúsa toda la trascendencia: "Yo no puedo saber si
los dioses son o no son" decía Protágoras. (1990:20)
Por su parte, los sofistas desconfiaron de las
costumbres y de las tradiciones, pusieron y volvieron a poner en entredicho el orden social
de la ciudad, considerando que así liberaban al individuo de la opresión del grupo. Ningún
proceder les parecía bastante duro para estigmatizar la esclavitud, la pobreza de espíritu de
los nacionalistas, la jerarquía social tradicional y el carácter artificial y a veces ilícito de la
ley.

B) Sócrates (470-399 a. de J. C.) Esta notabilidad


filosófica innegable ejerció un influjo sobradamente
poderoso para inquietar el orden establecido (Se
considera el primero que discurrió sobre el arte de
vivir) "Fue también el primer intelectual condenado
a muerte que sufrió su pena", (nos recuerda Diógenes
Laercio). Individualista furioso con los sofistas, pero
sin duda más sincero, incluso muriéndose de
hambre, jamás supo lisonjear. Mereció
indudablemente el famoso perfil de Aristófanes (Las
nubes): "Te engallas y lanzas miradas desdeñosas". Es indudable que las críticas de
Sócrates como las de los sofistas despertaron el pensamiento social de Platón.

14
C) Platón (428-348 a. de J. C.). La existencia
de Platón se identifica por una actividad política
y socialmente substancial. Pertenece a la
nobleza ateniense y su primer maestro fue el
filósofo Crátilo, discípulo de Heráclito quien
parece haberse ocupado de la lingüística (el
diálogo de Platón sobre los orígenes del
lenguaje lo pone en escena; de ahí el título que
se le ha dado: "Crátilo"). Discípulo de Sócrates,
el joven Platón se sintió atraído sin duda por la
tesis de este sobre la relevancia para el gobierno de la Ciudad, de representar con el
principio de las aptitudes la raíz igualitaria, preciada como la fuente de los
sufrimientos atenienses.
Aunque todos los diálogos de Platón reflejan sus preocupaciones políticas y sociales, tres
textos deben retener principalmente nuestra atención: "La República" (donde describe
su ideal político). "La Política" (sobre el arte de gobernar) y "Las Leyes" (donde describe
con más realismo que en "La República", lo que debería ser el nuevo Estado).
En esa línea, la Sociología Política de Platón arranca de una intención terapéutica: la
Ciudad está enferma, y sus desdichas pesan sobre la suerte de los ciudadanos. Para
protegerla, Platón pondera un Estado aristocrático y utilitario, administrado por los filósofos,
que son los únicos adecuados en lo que concierne a las cosas humanas. El análisis platónico,
que, fluctúa entre el idealismo más insano y el realismo más crudo, es una aglomeración de
ejemplos, de descripciones, de tesis cuyo actualismo sorprende al lector licencioso. Desde el
punto de vista puramente sociológico, Platón tiene propensión a tratar a la sociedad como si
fuese un gigantesco individuo. De ello resulta un organismo y un funcionalismo que,
ciertamente, no se le ha dejado de reprochar.

D) Aristóteles. - (384-322 a. de J.C.). No fue como


Platón, un apasionado de la política. Era un
hombre de estudio, un amante de la "Torre de
marfil". Hay que precisar que Aristóteles no era
originario de Atenas, sino de Estagira. Por lo
tanto, en Atenas se le consideraba como un
"meteco", del que se desconfiaba, tanto más
cuanto que se sabía las amistades que tenía en la
Corte de Macedonia (fue profesor de Alejandro
Magno). Ello explica que, cuando regresó a
Atenas en 335, no volviese a la Academia (de la
que había sido discípulo en su mocedad), sino que funda una nueva Escuela: El Liceo.

De Aristóteles nos permanecen, además de sus grandes obras filosóficas y enciclopédicas


que no nos atañen llanamente aquí, dos estudios de filosofía y moral: Ética a Eudemo y Ética
a Nicómaco.

Debemos despuntar que innumerables de los temas que promovió han sido proseguidos por
diferentes autores de los tiempos modernos. En contra de Platón, Aristóteles pretende que la
Ciudad no debe ser una oquedad constituida con miras a un trabajo perfecto de su agregado.
Sin embargo, para Aristóteles la unidad económica es la familia (agrícola). Esta produce
para su consumo e intercambia los excedentes en vista también de su consumo. Célula social
15
por excelencia, la familia (que, además llena unas funciones educativas importantes:
Educación, por el jefe de familia, de las mujeres y los niños, que son "almas imperfectas")
excluye la idea de todo trabajo libre (de todo asalariado). La familia envoltura su marcha en
la esclavitud, con el poder absoluto del amo sobre el esclavo, que es considerado como una
herramienta viviente (Aristóteles prevé que el esclavo disipará toda utilidad cuando se
establezca el progreso técnico; o como expresa de una forma particularmente gráfica,
"cuando los telares tejan por sí solos".

Sin embargo, cuando se incumbe la sociedad considerada en su conjunto, Aristóteles la ve,


todavía más que Platón, como un ser vivo que nace, se desarrolla y muere (organicismo).
Pasa revista (igual que Platón en “La República”) a los principales regímenes y su análisis,
ha llegado a ser un clásico. Empero, la democracia es el gobierno de la Ciudad por los
hombres libres; es un régimen caracterizado por la libertad y la igualdad. Pero hay que
distinguir entre la democracia en la cual la “Ley” está por encima de los intereses particulares
(concepción del Estado) y el régimen en que la multitud, con sus votos cambiantes y
contradictorios, impide la realización del Estado, régimen que tiende hacia la “demagogia”.

Aun cuando, la oligarquía es el gobierno de un número de ricos reducido; engendra la


desigualdad de fortunas y la injusticia social.

No obstante, la monarquía es la culminación de la oligarquía, cuando la riqueza y el poder


están concentrados en uno solo. Aristóteles no expresa su predilección política; cree que los
regímenes dependen de los temples. Además, cree que la permuta es la condición misma de
la vida de las sociedades (como de la vida de los seres vivientes). La mesura social puede
romperse cuando existe la hipertrofia de una parte del grupo, o cuando la demografía se hace
demasiado elemental. Hay que imprimir que los antiguos estuvieron obsesionados por esta
debilidad, una concentración, una explosión demográfica excesivamente grande acarrea,
fatalmente disturbios y sediciones (sin contar con los graves problemas económicos que
engendra).

Inmediatamente de Aristóteles, sus sucesores no hicieron apenas nada más que utilizar las
tesis de los grandes maestros. En consecuencia, fluctúan entre las inquietudes preceptivas
(es decir, que generan pautas) del filósofo, y el proceso descriptivo, positivo de Aristóteles
más contiguo a la concepción actual de la Sociología.

Jean Duvignaud advierte lo siguiente:


“Los romanos no tuvieron ningún pensador social, del mismo
modo que tampoco tuvieron ningún hombre de ciencia,
ningún filósofo. Las ideas políticas y sociales que se
encuentran entre los historiadores y los moralistas latinos,
como Cicerón, Séneca, Tácito y Plinio, no hacen más que
formular una reflexión popular. Roma no "pensó
"políticamente o sociológicamente, sino que "vivió" su
política. En efecto no hay que olvidar que fue en el marco del
Imperio romano donde se gestó, se fraguó este monumento
gigantesco, considerado por unos como un objeto
arqueológico y por otros como una obra maestra del espíritu
político, que se denomina “Derecho Romano”. Al sustituir el derecho tradicional de la
Ciudad (el Derecho llamado “quiritario”) por un derecho general, destinado a aplicarse en
todo un universo (el derecho llamado “Jus Gentiun”), los jurisconsultos romanos pusieron
16
fin al estrecho exclusivismo de la Ciudad antigua y abrieron el camino al mundo político
moderno”.

Raciocinio Sociológico en la Edad Media


El Pensamiento Cristiano. - El catolicismo aporta una concepción histórica del ser
humano. Los dogmas del pecado, de la redención y del juicio implicaban la noción de
una evolución inalterable de la humanidad, encontrada a la del tiempo cíclico y del
“eterno retorno” de la mayor parte de los intelectuales antiguos.

A) San Agustín (354-430). Escribió en una


época particularmente agitada desde el punto de vista
político: La época en que los “bárbaros” irrumpen el
Imperio romano de Occidente (ocupación de Roma por el
visigodo Alarico, en 410). El derrumbe de esta ciudad, que
durante tantos siglos había subyugado el mundo, originó
innegablemente, una asonada profunda de las conciencias.
Los filósofos se preguntaron a sí mismos e innumerables
de ellos exhortaron causas religiosas. Cuantiosos
ensayistas paganos enunciaron la idea de que Roma había
fenecido porque había dejado el culto de las divinidades
tutelares y había abierto su espíritu a una nueva fe (el cristianismo). San Agustín para
reconocer a esta tesis, escribió, entre 412 y 426, “La ciudad de Dios”: Que es una oposición
entre el mundo pagano, descrito ideológicamente y sociológicamente, y el mundo cristiano.
Además, opone la ciudad de los hombres, gobernada por los apetitos materiales, la violencia
y el egoísmo y la ciudad de los ángeles que es “el amor a Dios llevado hasta el desprecio
de uno mismo”.
La consideración de San Agustín es ante todo como filósofo y como religioso, especialmente
en la crisis final del mundo antiguo: es como dice Ortega y Gasset, la única mente de la
época que sabe de la intimidad propia de la persona moderna. El que se llame con asiduidad
a San Agustín el gestor del hombre moderno y el primer europeo, tiene su raíz en esta visión
única que lo estacionó en el límite de dos épocas y a la vez en el decidido comienzo de una
de ellas.
Santo Tomás de Aquino (1225-1274). - Parejo a San Agustín,
Santo Tomás se inquieta más de evidenciar el cristianismo que
de fundamentar la Sociología o la Ciencia Política. En conjunto,
sus ideas sociales están despojadas de Aristóteles (Teoría de una
moral natural).
En síntesis, el Estado tomista sería una especie de Estado
teocrático moderado, que toleraría un poder temporal con la
condición expresa de que estuviera sometido al poder espiritual.
El problema de la oposición entre lo espiritual y lo temporal
quedará reflejado en la gran lucha medioeval entre el Sacerdocio
(el Papado) y el Imperio (de Alemania).
Para Santo Tomás la ley es un precepto de la razón en orden al
Bien Común difundida por aquel que tiene el pulcro de la
comunidad.
Concurren, según Santo Tomás tres especies de leyes: "eterna", "natural" y "humana".

17
La "ley eterna o divina" es la razón general del gobierno y de la ordenación de todas las
cosas, existente en la mente divina.
La "ley natural" es la participación de la ley eterna en los seres racionales. Es común a todos
los pueblos, imborrable en el corazón del hombre, inmutable en sus primeros principios, pero
variable en los preceptos secundarios en cuanto requieran los casos particulares y
excepcionales en que tengan aplicación.
Por último, la ley humana, es una norma racional que aplica los principios de la ley natural
a las situaciones concretas de la realidad social. Su dictación corresponde a las necesidades
de la vida colectiva.
Empero, la ley eterna aparece como el cimiento, el apoyo último de todas las reglas. Puesto
que ella es “la razón del gobierno del Monarca Supremo, es preciso necesariamente que
todas las razones de gobernar que se encuentran en sus subordinados deriven de la ley
eterna”.
Para Santo Tomás, apartándose de San Agustín, la sociedad y el Estado derivan de la
naturaleza sociable del hombre.

B) Los Árabes. - El representante más ilustre del pensamiento político y sociológico


musulmán es Ibn Jaldun (1332-1406). Desplegó la idea de que la vida social es un
fenómeno natural, de que las leyes y los regímenes políticos dependen sobre todo del
medio geográfico y del clima y de que la evolución de las estructuras sociales, de
carácter cíclico se debe a diferencias psicológicas entre las generaciones.

Ibn Jaldun no se orienta hacia ninguna Sociología


normativa (a diferencia de Platón). En efecto, sus
indagaciones y sus descripciones, que resultan relevantes
para nosotros pese a cierto número de inexactitudes,
anuncian ya las indagaciones sociológicas y la Sociología
comparada de los tiempos actuales.
Ibn Jaldun, indaga los "factores profundos y generales de
la evolución histórica" y los revela sobre todo en "la forma
como cada pueblo provee a su subsistencia". Asiente
también que "existen estrechas relaciones entre la
organización de la producción, las estructuras sociales, las
formas de la vida política, los regímenes jurídicos, la
psicología y las ideologías, y de esta forma llega a
“considerar todos los elementos de la vida política e intelectual en función de la
evolución económica”.

C) El Renacimiento. - Señalemos como recordatorio los rasgos dinámicos esenciales de


esta fase, tan cardinal en Europa, de la historia del espíritu humano y que nace en
Italia a principios del siglo XV: Curiosidad, certeza, sentido de la vida y de la
totalidad,descubrimiento de nuevos horizontes, redescubrimiento de la naturaleza y
del placer que suministran los bienes materiales (menospreciados por las teorías
cristianas) nacimiento de un espíritu crítico, la reforma, los grandes desvelamientos.
Estancaremos, escuetamente, la existencia de dos tendencias políticas: Una actitud
normativa e idealizante a la manera de Platón y un punto de vista más realista, más
empirista, como el que se esboza en Maquiavelo.

18
a) Nicolás Maquiavelo (1459-1527). - Su existencia se
desplegó en un círculo dramático (guerras de Italia). El
mismo libró un papel político substancial en Florencia
hasta su retiro forzado a San Casciano donde entre 1512
y 1520, subrayó su obra principal: “Discursos sobre la
primera década de Tito Livio” (Teoría del Gobierno
Constitucional, Republicano o Monárquico). Maquiavelo
bosquejó una teoría del despotismo ilustrado en “El
Príncipe”.
Su idea principal es que no puede haber buen gobierno
sin un acuerdo, previo, explícito, entre gobernantes y
gobernados; es decir, en nuestro lenguaje moderno,sin un
"pacto constitucional". Maquiavelo extrae esta tesis de su
observación a lamonarquía francesa.

Con sus obras, Maquiavelo estacionó la filosofía política en su terreno, emancipado del
dogmatismo y de los apriorismos de la Edad Media cristiana. La observación de los
hechos sociales puede crearse de forma objetiva, sin referencia a ningún criterio moral
o religioso, y no hay que buscar "valor" donde sólo hay "hechos".

b) Tomás Moro (1478-1555). - Humanista, amigo de


Erasmo el autor del “Elogio de la locura”, fue decapitado
en 1535 por no haber querido reconocer la autoridad
espiritual del Rey de Inglaterra (Enrique VIII). Fue
canonizado por la Iglesia. De sus obras, muy numerosas, la
más famosa es indudablemente "Utopía" (1516), en la cual
se compara la sociedad inglesa con la de un país
imaginario: La isla de Utopía. Platonizado, Tomás Moro
describió el régimen social y económico de este Estado
como un socialismo idealista con la aplicación sistemática
de las doctrinas de Platón: eliminación de la propiedad
privada, todas las riquezas pertenecen al Estado,
moderación de la vida de los ciudadanos que viven en común, vilipendio por las
riquezas, el comercio y lo que denominaríamos modernamente, la economía de
mercado. Políticamente, la isla de Utopía es una federación democrática establecida por
Utopos, fundador ylegislador del Estado. Las leyes son poco numerosas y el objetivo
perseguido porel legislador es la felicidad de sus súbditos y la paz (el Estado no debe
ser "una conspiración de los ricos contra los pobres").
Puede ser enlazada a la ideología platónica de Tomas Moro la de ciertos italianos, como
Campanella (1568-1639), quien pese a la época tardía en que vivió es por completo un
hombre del Renacimiento. El citado autoralista describió en "La ciudad del sol" una
República teocrática.

Corrientes Sociológicas en los siglos XVII, XVIII, XIX y XX Julio Romero Soto Advierte
con relación al siglo: XVII, XVIII.

“Este período es de intensa actividad intelectual; en él se realizan la mayor parte de las


promesas del Renacimiento. Otorgando, según su posición, la primacía a la razón, a la
experiencia o a los sentimientos, los pensadores políticos van a abordar progresivamente los
principales problemas que plantean la vida en sociedad y el desarrollo de las relaciones
19
económicas. Unos son radicalmente pesimistas y creen que el hombre, malo por naturaleza,
es un lobo para el hombre (Hobbes); otros tienen fe en la naturaleza divina del hombre y dan
muestras en materia de Sociología, de cierto escepticismo a propósito de lo que es verdad a
un lado de los Pirineos y error en otros (Pascal); otros son optimistas (Diderot) y elaboran la
doctrina del derecho natural. Tres nombres dominan este período: El del italiano Vico y los
de los franceses Montesquieu y Rousseau.

A continuación, abordaremos a los más representativos:


A) Thomas Hobbes (1588-1629): Discurre una
construcción racional a la manera de la física de la sociedad.
Es partidario del absolutismo (toda revolución es ilegítima),
pero adversario del derecho divino. El hombre no es altruista
por naturaleza (un lobo entre lobos); pero el instinto de
conservación nos enseña a renunciar al estado de guerra
natural (ley de la selva) y a despojarnos a través de un "pacto
social" (implícito), de algunos de nuestros derechos. De
hecho, al no estar el hombre naturalmente inclinado a
respetar este pacto, es necesario que una voluntad lo obligue
a obedecer la ley, a saber: un soberano absoluto (tanto si se
trata de un monarca como de un consejo de sabios). A este
poder gigantesco del Estado, que decide lo que es justo y lo
que no lo es le da el nombre de "Leviatán".

B) Giambattista Vico (1688-1744): Su particularidad,


reside haber proclamado la necesidad de las leyes (que
derivan de la naturaleza de las cosas y no de la voluntad
caprichosa de los legisladores). Pero también radica en
haber considerado un método extraordinariamente moderno
de análisis de la imaginación humana: lo más seguro es que
Homero no existió piensa Vico, pero los poemas homéricos
expresan cierto estado de la conciencia humana (paso de la
edad de los dioses a la de los héroes) y como tales
constituyen una primera materia que es preciso analizar para
comprender lo que fue esa etapa.
De otro lado, posándose en la filología y en el análisis de los
mitos asevera que todas las naciones, su historia, sigue el
mismo ritmo: todas pasan por una "Edad de dioses", una
"Edad de héroes" y una "Edad de hombres" antes de retornar a su barbarie primitiva. En la
primera de estas edades la humanidad define ritos y creencias y la estabilidad del grupo
social queda garantizada por el temor a los dioses (Júpiter). En la edad de los héroes, las
familias están reunidas en unas ciudades donde el poder pertenece al más fuerte y a los
más valerosos (aristocracia de los héroes), y la religión atempera los excesos de la fuerza.
Por último, en la edad de los hombres las relaciones de derecho, determinadas por la razón
se hacen universales y se garantizan a sí mismas, tanto por su racionalidad como por su
eficacia. Toda nación ha tenido sus "Corsi e Ricorsi", y esta idea fundamental domina el
pensamiento sobre todo en materia económica en su obra “Scienza Nuova". Para concluir
digamos que la teoría de los "Ricorsi" anuncia el método dialéctico.

20
C) Montesquieu (1689 -1775): Nació en La Brede, en
las proximidades de Burdeos. En sus viajes por Italia, Países
Bajos e Inglaterra, por este último país concibió sus ideas
políticas e histórico -jurídicas, cuya expresión y
sistematización culminó en su "Espíritu de las Leyes" (1784).
Montesquieu ataca el problema de la ley en sus aspectos
natural e histórico, demostrando que lo natural y lo positivo
no son forzosamente contradictorios en la legislación sino
correlativos. Cada pueblo tiene el conjunto de leyes que
consideran su naturaleza histórica entre los pueblos mismos.
El ideal consiste puramente en el alcanzar la libertad máxima
dentro de las posibilidades dictadas por las circunstancias
naturales e históricas. Para ello precisa, en primer lugar, una
separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, tal
como el Barón de Montesquieu la encontró en la Inglaterra de
su tiempo, en cuya Constitución vio el ideal político deseable para Francia.
Años más tarde, desde el "Semanario del Nuevo Reino de Granada", sostuvo también la tesis
del medio sobre los seres humanos.

D) Juan Jacobo Rousseau. (1712.1778): Oriundo de


Ginebra. Su vida y su carácter han sido expuestos por él
mismo en sus "Confesiones". En su "Discurso sobre los
orígenes y fundamentos de la desigual dad entre los
hombres" (1754), presenta al hombre de la cultura como el
producto de las sucesivas impurezas que se han adherido al
hombre natural. Sólo en este último se revela del modo más
claro la bondad originaria del sentimiento y la relación
directa con la naturaleza. No se trata en realidad de una
existencia perfecta anterior a la constitución de la sociedad
y del nacimiento de la civilización. Rousseau no ostenta la
vuelta al hombre natural como la regresión a un supuesto
status primitivo, pero este estado constituye por así decirlo
el punto de referencia hacia el cual se vuelve toda
consideración de tipo social y moral. De ahí la teoría del
“Contrato Social" en donde se señala el método para llegar a la pureza del hombre natural
con la supresión de toda la maldad acumulada por la cultura artificiosa y por la desigualdad
humana.
Rousseau, pone como fundamento del cuerpo político un convenio originario, libremente
estipulado entre sus miembros por el cual cada uno se obliga sin reserva para con todos, de
donde surge la obligación recíproca para con cada uno. De este modo, el individuo,
renunciando espontáneamente a su mera independencia natural, en la que
predomina la desigualdad de las fuerzas de que cada cual está dotado, se convierte en
un ciudadano, o sea que goza de la absoluta igualdad jurídica y moral que caracteriza a
una verdadera sociedad.

21
E) Francisco Bacon. (1561-1626): Pese al hecho
de haber nacido con casi dos siglos de anterioridad a los
filósofos hasta ahora expuestos, su pensamiento, su obra,
que pregonan un nuevo método, una nueva filosofía
cobra gran utilidad, entre aquellos pensadores que
precedieron al surgimiento de los verdaderos creadores
de la Sociología como una ciencia.
Considerado por algunos como el fundador de la filosofía
moderna, es no obstante visto por otros como un
intelectual básicamente "renacentista" y aún en algún
respecto inmerso en formas de pensar medievales. La
primera opinión se basa en su propuesta de reforma de
las ciencias; la segunda, en su uso de ciertas nociones
como la de forma que pertenecía más bien a la tradición
que al pensamiento "moderno", y que su pensamiento se
desarrolló con independencia de las corrientes que daban
origen a la ciencia natural matemática. Es así mismo de advertir que la inducción baconiana
no se debe confundir con la. Inducción clásica, en la cual se empieza con el examen de
fenómenos particulares, se busca una hipótesis, se comprueba si se aplica a tales fenómenos
y, en caso afirmativo, se convierte en un principio que explica lo que los fenómenos
particulares son en su esencia.

F) Saint-Simon. (Claude Henri de Roubray


(1760- 1825): Formó parte del cuerpo expedicionario
mandado por La Fayette, en los Estados Unidos, de 1779
a 1783. Se adhirió sin reservas a la Revolución y
renunció a su título para convertirse en el ciudadano
Claude-Henri-Bonhomme.
Considera Saint-Simon, que hay dos tipos de épocas en
la historia: las épocas críticas (que son necesarias para
eliminar las "fosilizaciones" sociales) y las épocas
orgánicas. El hombre no es una entidad pasiva dentro del
acontecer histórico, sino que trata siempre de descubrir
modos de alterar el medio social dentro del cual vive.
Estas alteraciones se imponen como indispensables para
el desarrollo de la sociedad cuando esta funciona según
normas que no le corresponden. No puede decirse, pues,
en absoluto que hay normas sociales convenientes para toda la agrupación humana; lo que
puede ser adecuado para una época puede no serlo para otra. Así sucede con la sociedad
industrial que necesita cambiar la estructura del antiguo régimen todavía subsisten te en ella
si quiere realmente desenvolverse. De este modo se podrán llevar a un máximo desarrollo
todas las capacidades de producción de los hombres lo que constituye acaso la única norma
ideal posible para todas las sociedades. Es un artificio, expresa Saint Simon, al suponer que
las clases deben mantener la estructura de épocas anteriores o que deben estar niveladas. La
moral y los sistemas de ideas tienen que ser distintos para cada una de las dos clases
fundamentales de la nueva sociedad industrial moderna.

Su tesis fundamental deriva de una concientización de la Revolución y de sus consecuencias.


Lo que se produjo a finales del siglo XVIII en Francia fue algo más que un cambio de
régimen. Fue un cambio de sociedad. El mundo feudal, simbolizado en la monarquía, fue
22
sucedido por la "sociedad industrial"; el poder pertenecerá a las clases industriales, es decir,
a las clases productoras. Comprendió que tendría que existir, por lo menos inicialmente, un
conflicto entre los propietarios de los bienes de producción y los productores; es decir, dicho
en términos modernos, un conflicto entre propietarios y proletarios. Pero esta oposición
"natural" puede evolucionar y Saint-Simon, enseña claramente que, al término de esta
evolución, la clase industrial constituirá una sola clase. Para Saint-Simon, tienen un gran
valor los conflictos sociales. En la sociedad feudal, advierte, la actividad esencial es el
ejercicio de la guerra y el mantenimiento de la opresión. Es una sociedad que sólo subsiste
y que sólo tiene sentido por la fuerza y la violencia.

G) Augusto Comte. (1789-1857): En nuestro


material de complementación académica de
Sociología Jurídica, nos adherimos a considerarlo el
“Padre de la Sociología”, atribuyéndosele el haber
creado el término "Sociología" (1838), así como el
haber definido el objeto de la ciencia social y el
método que en ella habría de emplearse. Juzgándolo
de acuerdo con su obra debe tenérsele sin embargo
más como un filósofo o un científico que como a un
Sociólogo.
Comte consagró sus principales esfuerzos a inquirir
en la naturaleza del conocimiento humano, una tarea
gigantesca que ejecutó con singular brillantez,
buscando clasificar todos los conocimientos y la
forma de analizar los métodos para llevarlo a cabo.
Sus mayores esfuerzos son tuvieron dirigidos a
determinar la naturaleza de la sociedad humana, las leyes y principios que gobiernan su
crecimiento y desarrollo, así como también el método para el estudio de los fenómenos
sociales. Notó la carestía de la creación de una ciencia diferente, la cual en un principio se
llamó "Curso de Filosofía Positiva", publicada en seis volúmenes durante los años de 1830
a1842. Allí engendró su teoría de los tres estadios a través de los cuales el conocimiento
humano tiene su desarrollo y que son: El Teológico, el Metafísico y el Positivo o Empírico.
Asimismo, Comte, tildó que sólo en el Estadio Positivo la ciencia alcanzaría su pleno
desarrollo. Dirigió sus investigaciones hacia la naturaleza íntima de los seres humanos y
hacia las causas primeras y finales, esto es, hacia los conocimientos absolutos, representando
los fenómenos como productos de la acción directa y continua de agentes sobrenaturales,
más o menos numerosos cuya intervención arbitraria explica todas las anomalías aparentes
del universo. En el Estadio Metafísico, que es sólo una modificación del primero, los agentes
sobrenaturales son sustituidos por fuerzas abstractas que están sí dentro de la naturaleza,
cada una de las cuales es capaz de reproducir los fenómenos que tienen ocurrencia.

Finalmente, en el Estadio Positivo, el espíritu humano reconociendo la imposibilidad de


alcanzar nociones absolutas abdica a buscar el origen y destino del universo y a conocer las
causas últimas e íntimas de los fenómenos y se aplica únicamente a revelar por razón del uso
bien combinado del juicio y de la observación, sus leyes efectivas: esto es, sus relaciones
invariables de sucesión y de semejanza.

La sapiencia a la cual todas las ciencias están subordinadas, como a su fin último, es según
Comte, la Sociología, la cual debe constituirse como las demás ciencias positivas, en la
misma forma que estas y concebir los fenómenos sociales como sujetos a leyes naturales que
23
hagan posible la previsión de los mismos, al menos dentro de los límites concurrentes con
su superior complejidad. La "Sociología", o "Física Social", es dividida por Comte en
"Estática Social" y "Dinámica Social”, correspondientes a los dos conceptos
fundamentales en que ella se basa, los del orden y el progreso. El adelanto humano se verifica
dentro de un "orden social" que implica un gobierno y dominio de las pasiones contrarias
a la paz y la cooperación. El desarrollo no hace otra cosa que perfeccionar las estructuras
permanentes de toda sociedad, como son la religión, la propiedad, la familia, etc.

A continuación, en el siglo XIX, abordaremos a los intelectuales más destacados:

A) Karl Marx. (1818 -1883), el marxismo aporta una


interpretación completamente distinta de los hechos
sociales. Se ha podido decir que Carl Marx fue uno de los
pioneros de la Sociología. El método "dialéctico" tomado de
Hegel (1820-1895), que considera la síntesis como
superadora de la tesis y la antítesis, permitió a Marx afirmar
que "el todo social es algo muy distinto de la suma de sus
partes", lo cual constituye el principio de toda concepción
sociológica.
Es puntual registrar en el activo de Marx el puesto que otorga
a las oposiciones de clases, como señala George Gurvitch:
“Había poco menos que desconocido. "La historia de toda
sociedad hasta nuestros días es la historia de la lucha de
clases", se lee al comienzo del "Manifiesto del Partido
Comunista" (1848). Aun cuando se piense que Marx exageró
un poco este aspecto de la vida social, debe reconocerse que aportaba así una concepción
dinámica y dialéctica de la Sociología.

Sentencia Marx, que "el modo de producción de la vida material condiciona, en forma
general, el proceso social, político e intelectual de la vida'' y que así "no es la conciencia del
hombre la que determina la existencia, sino su existencia social la que determina su
conciencia". Se le ha dado a esta doctrina el nombre de "materialismo histórico", término
que Marx, jamás empleó. Se ha llegado hasta afirmar que, para él, las ideas y los
sentimientos no eran más que una especie de "epifenómeno'', es decir, de un fenómeno que
estaba sobre la base económica, sin que esas ideas o sentimientos tuvieran influencia alguna
sobre esta última la cual en realidad de verdad era la que venía a determinar a aquellos.
Frente a ello Félix Asención, acota:

“Marx tomó de Hegel el método didáctico, con la célebre tríada hegeliana Ser-No ser-
Devenir (triada ontológica) y las llamadas leyes dialécticas: Ley de la lucha o de la
contradicción; ley del salto o del cambio de la cantidad en cualidad: y la ley de la negación,
además de aceptar el cambio incesante y la lucha de clases como motor de la historia y de la
dinámica social”

Sin embargo, Ralf Dahrendorf, enseña:

“En primer lugar, Marx ha reducido todos los conflictos sociales o al menos los conflictos
históricamente importantes, a conflictos de clases, lo que constituye una simplificación
abusiva. La clase no pasa de ser uno de los grupos de interés que oponen entre sí a los
24
miembros de una sociedad. La lucha de clases no es más que uno de los conflictos de
intereses que dividen a la sociedad. Todos los demás conflictos que agitan a la sociedad no
se reducen necesariamente a la lucha de clases, como ha supuesto Marx, aun cuando pueda
ser así en determinadas circunstancias. Marx ha generalizado erróneamente a partir de un
tipo particular de conflicto (la lucha de clases) y a partir de una situación específica en la
que todos los conflictos sociales se reducen al apuro de clases. El Estado de la sociedad
capitalista de comienzos del siglo XIX parecía darle la razón. Pero hoy no es ya posible
mantener el mismo error.”

B) Emilio Durkheim (1858 . 1971), Considerado gestor


de la Sociología para los franceses al fundar una Escuela
Sociológica que aportó eminentes contribuciones a la ciencia
social.
Desde su tesis sobre la división del trabajo social, en lo que
se da quizás una interpretación de la vida social un tanto
mecanicista en exceso, insiste sobre la jerarquía de los estados
mentales, pero asociándolos a las condiciones de la vida en
sociedad: "Los hechos sociales, escribe no son simple
desarrollo de los hechos psíquicos, pero los segundos no son,
en gran parte, más que la prolongación de los primeros en el
interior de1as conciencias". Así, "el conjunto de creencias y
sentimientos comunes a la medida de los miembros de una
misma sociedad forma un sistema determinado que tiene su
vida propia; se le puede llamar "conciencia colectiva", noción
cardinal en las Ciencias Sociales.
Enunció Durkheinm, igualmente un principio que con frecuencia ha sido mal comprendido:
"los hechos sociales deben ser tratados como cosas". Esta expresión "cosa", al igual que la
importancia que atribuía al "substrato" social, hizo que algunos acusaran a Durkheinm,
de materialista, e incluso algunos no vaciló en relacionar su doctrina con la del
"materialismo histórico". Durkheinm, protestó agudamente. Se le ha reprochado así
mismo el haber querido transformar la Sociología en un sistema filosófico.
C) Herbert Spencer. (1820.1903): Recalcado filósofo
inglés, de él se dice por Recasens Siches lo siguiente:
"Spencer, explica dinámicamente la constitución y los procesos
de todos los sectores del Universo como producto de la ley
general de la evolución”. Y subsiguientemente agrega: "También
aplica a la sociedad el principio de la evolución, cuya presencia
cree hallar en el desenvolvimiento desde la familia, a través de la
tribu, del pueblo, hasta el Estado, así como también en otros
procesos de desarrollo de la colectividad".

Empero, Spencer desarrollo en 1876 la teoría de la “Evolución


Social” ofreciendo una interpretación orgánica de la sociedad, es
decir, la compara a un organismo animal: pero a este respecto
dice que ello tiene sólo un alcance metafórico, pues comprende
perfectamente que, en verdad, la índole de las sociedades aunque
presenta alguna semejanza con la estructura y las funciones del organismo biológico, es
esencialmente diversa de la de estos; y que propiamente las sociedades no constituyen
cuerpos análogos a los animales, sino otra cosa, la cual si bien tiene algunas características
25
de los organismos, tiene también diferencias con ellos, por lo que aplica a las sociedades la
denominación de "supra organismos" .

Algunas de las teorías de Spencer han tenido sustanciales modificaciones o han sido
abandonadas en el curso del desarrollo de la Sociología, pero la contribución de Spencer
debe ser siempre tenida en cuenta. Su influencia puede observarse en Sociólogos como Paul
Lilienthafel y Albert Schaffle y Jacques Novicow, en Europa, y los americanos Ward,
Sumner y Gidings.
D) Max Weber. - Notable Sociólogo alemán
(1864-1920), realizando trascendentes contribuciones
a la metodología de las ciencias sociales. Empero, el
aporte de Weber no se reduce a la metodología. Es
preciso razonar sus análisis sobre el protestantismo
como causa psicológica del capitalismo industrial. En
un tiempo en que los estudios sobre el capitalismo eran
nutridos, la originalidad de Weber, consistió en fijarse
en los países donde el capitalismo no se había
desarrollado a pesar de un conjunto de condiciones
objetivas favorables. Analiza entonces el papel del
calvinismo como sistema de valores que organiza la
acción de algunos agentes sociales y hacen que
engendren el capitalismo. El empresario riguroso por un lado se niega a utilizar, para su
disfrute personal, los bienes que acumula y, por otra parte, de realizar su vocación y
conformar su gracia, en el trabajo. En definitiva, de la contradicción entre estas dos
conductas (acumular bienes y no consumirlos), nace el mundo industrial moderno.
No obstante, Francisco Carruitero explica:

“La estructura central de la concepción de lo individual y lo social de Max Weber, radica


en que él entiende a la sociedad como: un todo complejo y dinámico de interrelaciones
humanas, que se caracteriza por la conducta significativa de una pluralidad de actores, los
cuales se sitúan de acuerdo a múltiples ideas e intereses; por cierto, estas orientaciones
pueden asumir distintas direcciones, sean de antagonismo (por ejemplo elegir valores
irreconciliables) o de cooperación (cuando se orientan de acuerdo a valores o intereses
semejantes, aunque esto también pueden dar lugar a competencia). Weber respetó la
complejidad y rechazó la concepción de un modelo único de relaciones orientadas por un
solo valor último o determinadas por un factor único, por tal motivo en sus investigaciones
sigue esos encadenamientos de agentes a distintos niveles (económico, político, cultural,
etc.), que en sus interrelaciones condicionan un determinado comportamiento social”.

Por último, Max Weber, es posiblemente uno de los padres fundadores cuya obra tiene más
impacto sobre la Sociología actual sobre todo en las ramas de conocimiento, política y
estratificación social. No dejando la implantación de una gran teoría y rechazando la idea de
cualquier teoría cerrada o acabada. Su trabajo consistió en ordenar el marco conceptual,
puesto que todas las teorías están destinadas a envejecer y a ser remodeladas con el paso del
tiempo. Sus obras pueden agruparse:
Estudios de “Metodología Crítica y Filosofía”, obras de carácter histórico “Sociología de
la Religión” y “Economía y Sociedad”.

En el siglo XX, se puede decir que la Sociología tiene su trascendencia como conocimiento
26
científico, porque se inicia en ella una etapa acumulativa, de carácter constructivo, formada
por grandes sistemas, como teorías generales de la sociedad.

De esa forma enseña Eva Riquez:

“Es una etapa clásica de principios de siglo, con un conjunto de notas que la perfilan con
claridad y que podemos resumir así”:
a.- Es una Sociología sistemática, unitaria y general, constituida por doctrinas cerradas y
organizadas.
b.- Es una doctrina referida al estudio de la sociedad en su conjunto y en su totalidad través
de una unidad de estructura.
c.- Es una Sociología macroscópica, que estudia lo social en sus grandes figuras.
d.- Es una investigación teórica, académica y doctrinaria general.

En 1890, varias universidades abrieron la cátedra de Sociología y en 1905, se fundó en los


EE.UU., la American Sociological Society.
Además, con relación a una orientación contemporánea de la Sociología tenemos:

A) George Gurvitch: Representante de la Sociología


neo- positivista francesa. Sus principales obras:
“Las Tendencias Actuales de la Filosofía Alemana” (1930);
“Ensayos de Sociología (1938);
“Sociología del Derecho” (1942);
“La Vocación Actual de la Sociología (1950)
y el Tratado de Sociología (1954), obra colectiva en dos
Tomos.
La doctrina sociológica de Gurvitch se asienta sobre una
serie de principios esenciales que son:

1.- El pluralismo social, rigurosamente establecido sobre un empirismo integral.

2.- La Sociología en profundidad y el micro sociología, cuidadosamente separada de la


macro sociología.

3.- La noción de conciencia colectiva, en reciprocidad de perspectivas con las conciencias


individuales, afirmadas como inmanentes la una a la otra.

4.- La distinción entre la conciencia colectiva y el mundo espiritual de las ideas y de los
valores.

5.- La eliminación de toda jerarquización de los tipos sociales.


La Sociología para este representante contemporáneo tiene como objeto el estudio de la
realidad social, tomada en todos sus estratos en profundidad.

27
B) Pitirim A. Sorokin: Representa la corriente
sistemática, de carácter funcional, que ha sido fuente y
punto de partida de la Sociología dominante actual en
Estados Unidos de América.
Entre sus principales obras tenemos: “Las Doctrinas
Sociológicas Contemporáneas” (1931-1941); “La Crisis de
Nuestra Era” (1941); y como una especie de síntesis total
de su pensamiento: “Sociedad, Cultura y Personalidad”.
(1947). Los aspectos principales de su ideología se
resumen:

1.-La Historia de la Sociología.

2.-La Teoría de la Sociología como ciencia, y sus investigaciones particulares sobre


revolución movilidad social y en especial sobre la Sociología Rural.
3.-La Sociología de la Cultura y de la Filosofía Humanista.

Tiene una concepción de la cultura, considerando como tal la suma total de cosas creadas
o modificadas por la actividad de dos o más individuos que interactúan entre sí o
condicionan recíprocamente su comportamiento. La realidad social cultural puede
estudiarse desde dos puntos de vista: Estructural y Dinámico.

C) Talcott Parsons y Robert K. Merton:


Constituyen los Sociólogos americanos
que figuran como representantes típicos
de la Sociología. Parson, tiene como obras:
“Estructura de la Acción Social”; “El
Sistema Social” y “Hacia una Teoría
General de la Acción”. Merton tiene como
obra principal “Teoría y Estructuras
Sociales”.

Además, Merton sostiene que la teoría


sociológica se refiere a conceptos
lógicamente interconectados y de alcance limitado y modesto. Solo se puede obtener teorías
de alcance medio y que son teorías intermedias entre las estrechas hipótesis de trabajo y las
amplias especulaciones de sistemas conceptuales generales.
La preocupación sociológica de Parson está referida, al sistema de las acciones humanas,
integradas en la noción de sociedad, aunque la teoría de la acción humana, especialmente en
su aspecto cultural, es más amplia y su objeto es compartido por las otras disciplinas como
la Psicología, Antropología, etc.

28
La investigación empírica de la sociología

Entre las décadas de 1920 y 1930, en Estados Unidos de América la llamada Escuela de
Chicago (o Escuela Ecológica) desarrolló una metodología que impactó en los estudios de
sociología. Esta perspectiva emplea el uso de estadísticas para obtener datos que,
supuestamente, nos proporcionan una información directa de la realidad social. Su carácter
empírico ha sido atractivo para vincularlo con el desarrollo de ideas marxistas. De ahí que
algunos autores consideren que el diseño de una investigación debe partir de un marco
teórico-guía, sustentado en conceptos y categorías marxistas.

El diseño de la investigación empírica parte desde un carácter teórico y otro de tipo técnico
práctico. El primero se caracteriza por señalar el tema a investigar en razón de valores de
orden político. No existe una investigación social que no se encuentre referenciada en un
parámetro teórico. El carácter técnico determina las exigencias que se deben cumplir para
escoger el tema teórico. Se enfoca en detectar:

1) La existencia de individuos o sujetos que manifiesten el problema a analizar.


2) Si existe algún sector o grupo de investigación interesado en obtener los datos y la
información de la investigación.
3) Si existen los medios adecuados para elaborar el estudio y comprobar las hipótesis
planteadas.

El estudio empírico puede hacerse desde el aspecto macrosocial o microsocial. El


macrosocial estudia enfoques históricos y globales de relaciones sociales empleando tipos
ideales; por ejemplo, el desarrollo del capitalismo liberal en México. El aspecto microsocial
se centra en estudios de casos concretos de personas, grupos o comunidades.
El estudio estadístico puede ser censual si se contempla la totalidad de un grupo específico
a considerar. Se dice que el estudio se hace por muestreo cuando utiliza componentes que se
consideren suficientemente representativos del total de los individuos a estudiar. Para la
29
elaboración de las encuestas, debe incluirse las variantes relevantes en la misma proporción
que se encuentran en el conjunto. En el caso del censo, cada caso es indispensable para
delimitar la totalidad. En cuanto a la técnica de muestreo, lo más conveniente es reunir un
cierto número de casos en series consecutivas de cada elemento. Si se desea una muestra de
10%, se toma una de las encuestas de cada 10. Esta técnica se emplea para la elaboración de
estadísticas en problemas de productividad del suelo o de habitantes en casas en una
determinada zona geográfica.

La elaboración de los cuestionarios tiene una faceta de gabinete, donde se elabora el


instrumento con los reactivos y las variables por responder, y el trabajo de campo. En este
último, se lleva a cabo la recolección directa de datos o fuentes vivas a partir de las cuales
se tendrá la información. De acuerdo con las disposiciones tecnológicas, es factible procesar
la cantidad de datos obtenidos de una manera mucho más sofisticada.

Aplicaciones de la investigación empírica

Una vez obtenidos los datos, es preciso convertirlos en información; es decir, organizarlos
para que nos permitan responder a ciertas preguntas previas. El solo dato únicamente nos
indica una manifestación presente en los agentes sociales; sin embargo, el dato individual no
revela nada si no es interpretado y contextualizado. Cuando los datos se articulan para
responder a alguna pregunta específica, se han convertido en información.
El conjunto de datos obtenidos puede ser expuestos en cuadros clasificatorios donde han sido
vaciados. Estos cuadros son el primer paso en la clasificación y organización de los
elementos recogidos. Después, es posible depurar los informes conseguidos, mediante
recodificaciones, tabulaciones, concentraciones graduadas y medibles, todas ellas
cuantitativamente.
Señalado lo anterior, las estadísticas pueden ser expuestas mediante:
30
1) La sola presentación de datos estadísticos expuestos en distintos tipos de gráficas.
Esta presentación se denomina estadística descriptiva. En ella no se da una
interpretación, sino sólo se presenta el conjunto de datos organizados de manera
cuantificable.
2) La posible interpretación de los datos que permita sustentar una hipótesis o conjetura
planteada recibe el nombre de estadística analítica. Con ésta se intenta establecer las
relaciones típicas ideales que se construyen a partir de los datos obtenidos en las
encuestas.

La interpretación de la información no responde a un único modelo. En el campo de las


ciencias sociales, en concreto de la sociología, sin duda alguna y dependiendo de la corriente
que se siga, los análisis son de orden sistemático, crítico o comprensivo. Cada uno de éstos
se abordará a lo largo de la presentación de las diferentes doctrinas sociológicas.

31
32
UNIDAD 2

PERSPECTIVA HISTÓRICA Y CONTENIDO DE LA SOCIOLOGÍA JURÍDICA

2.1 Precursores e iniciadores de la sociología (Montesquieu y Comte)


2.1.1 Formas de gobierno y organización interna del poder
2.1.2 Montesquieu: critico social, reformista político y pionero de la sociología
2.1.3 Auguste Comte: la constitución de la sociología como ciencia máxima
2.1.4 Derechos del individuo y deberes ante la sociedad
2.2 Definición de la Sociología Jurídica
2.3 Objeto de la Sociología Jurídica
2.4 Evolución del razonamiento jurídico
2.5 Relación entre Sociología y derecho
2.6 Los juristas sociólogos contra el positivismo legalista
2.7 Métodos de la Sociología Jurídica
2.8 Relaciones existentes entre la Sociología Jurídica y la Sociología General.
2.9 Vinculaciones entre la Sociología Jurídica y la Filosofía del Derecho.

33
Precursores e Iniciadores de la sociología. Montesquieu y Comte (siglos XVIII-
XIX)

Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu, precursor de la sociología. La


concepción sociológica de las leyes y las formas de gobierno.

La obra de Charles-Louis de
Secondat, barón de la Bréde y
de Montesquieu (1689-1755),
destaca porque nace en unas
condiciones nada propicias
respecto del momento
histórico y la propia condición
de su persona. Montesquieu
escribe antes de mediados del
siglo XVIII en una Francia
dominada por la teología
católica y la monarquía
absoluta de los Luises; aún no
habían aparecido los signos de
racionalismo y libertad de los
nuevos philosophes o
ilustrados del Siglo de las
Luces, que se inician masivamente a partir de mediados del siglo. Por otro lado, Montesquieu
pertenecía a la noblesse de robe de Burdeos, donde heredó el cargo de presidente del tribunal
de justicia de manos de su tío, además del título de barón de Montesquieu por el que es
comúnmente conocido.

Montesquieu, como tantos otros sociólogos, dedicó su vida al estudio privado, abandonados los
compromisos políticos y sociales a los que estaba obligado por razones de familia; como
Herbert Spencer, cambió por el estudio su trabajo profesional; como Charles Darwin, viajó para
conocer otros pueblos y civilizaciones con la finalidad de obtener leyes regulares de la
evolución de la sociedad humana. Su obra más importante, De l'esprit des lois (Del espíritu de
las leyes) 1748, fue redactada después de un inmenso acopio de datos obtenidos por el autor
directamente en sus viajes o en la lectura reposada en su retiro de La Bréde, durante veinte años,
tras la renuncia en 1729 al cargo de magistrado.

A los ojos de sus iguales no podía parecer afortunada una obra que intentaba subvertir el orden
establecido y que dañaba a su condición de estamento dirigente.

De hecho, como tantos otros discípulos suyos, acudió al anonimato para publicar sus ideas en
editoriales extranjeras, como hizo con sus Lettres persannes (Cartas persas) publicadas
anónimamente en Colonia en la temprana fecha de 1721, en las que soterrada- mente hizo una
dura crítica de las costumbres y actitudes de la sociedad francesa, en especial de sus clases
dirigentes. Desde este momento se granjeó la animosidad de la nobleza francesa y
singularmente del influyente cardenal Fleury, que le vetó para ser designado miembro de la
Real Academia de París.

34
La obra fundamental de Montesquieu, El
espíritu de las leyes, es una obra de acarreo de
materiales, que ocupó a su autor durante
largos años. El viajero barón de la Brède iría
acumulando datos y noticias, apuntaladas con
reflexiones personales, que después, en el
tranquilo reposo de su palacete campestre,
tomarían cuerpo y desarrollo definitivo en las
páginas de la obra citada. En dicho período
Montesquieu realizó un viaje a Inglaterra, que
marcó el rumbo de su pensamiento (como el de
Voltaire y otros ilustrados que cruzaron el canal
de la Man- cha), y le convirtió en uno de los
primeros ilustrados de Francia. Sin embargo, tras esta estancia no rehízo, al parecer, sus
manuscritos, sino que añadió las nuevas perspectivas a lo que ya ten- dría redactado. Por ello su
libro, uno de los más influyentes en la teoría política de la historia, es en parte tradicional y en
parte moderno; así, resulta que los libros anteriores al libro XI abordanuna teoría tradicional del
poder y de las formas de gobierno, en tanto este libro, escrito probablemente tras su estancia en
Inglaterra, explaya su nueva teoría de la división de los poderes, que es la que representa y por
la que es conocido Montesquieu.

Formas de gobierno y organización interna del poder

La clasificación aristotélica de las formas de gobierno había predominado durante muchos


siglos, siguiendo un criterio teleológico para distinguir entre formas puras e impuras y un
criterio cuantitativo para distinguir especies de gobierno dentro de esta primera clasificación.
Montesquieu no se sintió satisfecho con estos criterios tradicionales y se fijó en la ordenación
y relación interna de las instituciones que ejercitan el poder; se consolida con él el criterio
de la división de los poderes para definir el gobierno recto, que ya había avanzado J. Locke.
Hay un artículo de la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano, de 1789, que
recoge textualmente la frase paradigmática de Montesquieu, conteniendo su criterio político
fundamental para descubrir la buena forma de gobierno: «Toda sociedad en la cual la
garantía de los derechos no está asegurada ni la separación de poderes establecida no tiene
constitución.»
Por lo demás, Montesquieu no fue afortunado en el enunciado de las formas de gobierno,
donde no falta alguna confusión o laguna, distinguiendo entre república, monarquía y
despotismo. La monarquía se diferencia del despotismo porque en aquélla el ejercicio del
poder sigue reglas establecidas, y en ésta la sola voluntad y capricho del déspota. Cada una

35
de estas formas de gobierno está dotada de un principio; la república de la virtud política o
amor a la patria y la igualdad; la monarquía, del honor u orden de preferencias y distinciones;
el gobierno despótico o tiranía, del temor, que afecta a todos, desde el villano a los grandes
del Estado (ibid., 63 y ss.). Estos principios de los gobiernos no se dan en la práctica
política en estado puro, pero sí caracterizan, cada uno de ellos, a los sistemas de gobierno
citados.
A veces se ha pretendido poner en boca de Montesquieu pretensiones avanzadas que no
estaban en su mente. Efectivamente, el jurista-sociólogo francés defiende una división de los
poderes del Estado, pero en el sentido de una armonía entre ellos, de unas zonas de mutuas
exclusiones, no en el sentido de una plena independencia de los poderes. Por ello Enrique
Tierno (1972, 41) prefería hablar de armonía, y no independencia de poderes, al comentar la
obra mostesquiana. Montesquieu no situó en el mismo plano a los estamentos o clases de su
época, sino que consagró el valor prevalente de la nobleza; tampoco situó en el mismo plano
a los poderes independientes, sino que la Corona seguía aún atesorando importantes
funciones que repugnarían a un espíritu liberal de nuestra época. Pero evidentemente dio un
paso seguro y decisivo, y marcó el rumbo a un contingente de discípulos, los nuevos filósofos
ilustrados, que ya no volverían la vista atrás.

Montesquieu: crítico social, reformista político y pionero de la sociología

Montesquieu ha sido interpretado


tradicionalmente en base a su
influencia en los ilustrados, las
revoluciones liberales y las
constituciones de este signo. Una
interpretación que le considera el
teórico de la división de los
poderes del Estado, los tres poderes
clásicos; representa la culminación
de esta teoría liberal que viene de
John Locke, otra de las fuentes
sagradas de los ilustrados
franceses (y uno de los autores
más presentes en las páginas de la
Enciclopedia de Diderot-
D'Alembert).
Hoy esta interpretación histórica y persistente (que ciertamente no se abandona del todo) es
completada con una nueva visión que dibuja a un Montesquieu más conservador, defensor
ciertamente de un equilibrio de poderes, pero dentro de una jerarquía de clases sociales (o
estamentos, en su propio lenguaje), donde la nobleza (a la que él pertenecía) ocupa un lugar
preeminente, como contrapeso entre la monarquía y el pueblo. Esta segunda y nueva
interpretación ha sido puesta de manifiesto por Louis Althusser (1974, 117-128), al asegurar,
siguiendo a Eisemman, que más que separación el sociólogo francés planteaba una
combinación o moderación de poderes con algunas exclusiones (como la de que los
legisladores puedan usurpar los poderes del poder ejecutivo, o que el ejecutivo pueda
detentar los poderes judiciales), y que la nobleza, beneficiaría de dichas exclusiones, era
la clase social ganadora, libre del control de la monarquía y contrapeso o «muralla» contra
el pueblo.
Creo que en Montesquieu cabe considerar dos aspectos: el primero en el que coincide con
Voltaire, coetáneo suyo y como él padre de los ilustrados que llenan la segunda mitad del

36
siglo XVIII, es el de reformista político-social; estimulado por las costumbres e instituciones
de la vecina Inglaterra; como Voltaire, pretendió llevar a Francia una nueva forma de
gobernar: la monarquía parlamentaria, con una división del poder público en varios
estamentos, superando el monopolio del poder de la monarquía absoluta francesa.
Montesquieu ha quedado para la historia como el fundador de la teoría de los poderes
públicos, siendo recogidas directamente algunas de sus máximas en el texto positivo de la
Declaration des droits de l'homme et du citoyen (Declaración de derechos del hombre y del
ciudadano), de 1789.

Otro aspecto, el que aquí nos interesa, es el de investigador social; no fue un sociólogo
evolucionista que captara leyes de evolución del cuerpo social, pues es ésta una conquista
del siglo siguiente, pero sí advirtió que las costumbres y leyes de los pueblos dependían de
circunstancias físicas y espirituales concretas, avanzando en la teoría du naturel des peuples,
concebida en pleno Renacimiento por Jean Bodin.

Por el asentamiento de esa directa implicación del medio exterior en la naturaleza de las
sociedades históricas, Montesquieu ha merecido para muchos el título de padre o fundador
de la sociología. Por nuestra parte, creemos que más que fundador fue un pionero de la
sociología: el que intuye una nueva idea y aporta las primeras pruebas verificadoras;
reservamos el título de fundador para Auguste Comte, que escribe ya entrado el siglo XIX,
definiendo y señalando contenidos y temas para la nueva ciencia de la sociedad, situada en
el organigrama de la evolución de las ciencias conocidas. Émile Durkheim (1960) llama a
Montesquieu precurseur en su tesis doctoral sobre las aportaciones a la sociología de
Montesquieu y Rousseau; me he permitido llamar a Montesquieu con el mismo término en
el rótulo de este epígrafe, como corresponde a un pionero de la sociología.

Auguste Comte: la constitución de la sociología como ciencia máxima

Comte (1798-1857) es el ejemplo de sociólogo que lleva a la práctica vital sus convicciones
sociológicas; probablemente el sociólogo que más fe ha tenido en la virtualidad de los
37
conocimientos sociológicos para la mejora de la sociedad y la solución de sus problemas.
Discípulo de Saint-Simón, uno de los grandes socialistas utópicos, fue apartándose de él al
profesar concepciones más teóricas y conservadoras que aquél.
Al final de sus días, aislado de la sociedad, entra en una etapa de misticismo religioso, con
la Humanidad como diosa venerable.
La idea filosófica fundamental de Comte fue la prioridad, en un orden ontológico, de la
Humanidad: «el hombre propiamente dicho no existe, no puede existir más que la
Humanidad, puesto que todo nuestro desarrollo se debe a la sociedad» (1980,94). Comte
describió también a cada una de las ciencias e indicó cómo podían integrarse, y sustituyó la
abstracción racionalista por la observación de los hechos. Si hubiera que resumir la
aportación de Comte en dos palabras, diría que es el autor positivista de la sociedad, porque
se ocupó de la sociedad contemplándola como un hecho observable que podía y pedía ser
reducido a leyes, de la misma manera que la naturaleza. Comte creía en unas leyes necesarias
que indicaban la evolución de la sociedad, y todo su empeño fue descubrirlas. Por ello me
parecen acertadas las palabras de uno de los estudiosos de Comte, Jean Lacroix (1961, 9),
cuando decía que su sociología pretendía el «estudio positivo de las leyes fundamentales
de los fenómenos sociales».

El sociólogo francés es además frecuentemente citado como el fundador de la sociología;


este atributo es quizá discutible, porque hay algunos coetáneos suyos, a mediados del siglo
XIX, que también merecerían este título. Sin embargo, a Comte le corresponde la acuñación
del término «sociología», que emplea por primera vez en su principal obra Cours de
philosophie positive (Curso de filosofía positiva), publicada en seis volúmenes entre 1830 y
1842. Este término resulta de la combinación de un vocablo latino societas y otro griego
logos, cuyo origen híbrido no le ha restado popularidad y afianzamiento en el lenguaje
sociológico contemporáneo.

En 1851-1854 escribió su Systéme depolitiquepositive (Sistema de política positiva),


complemento de su famoso Curso, antes citado, cuyos principios trata de aplicar a temas
concretos y en el que el sociólogo desvaría hacia una inconsistente metafísica religiosa, que
le granjeó la retirada de confianza de sus discípulos. Pocos años antes, en 1844 escribió su
Discours sur I'esprit positif (Discurso sobre el espíritu positivo), obra que puede servir de
compendio de su pensamiento, en cuyo capítulo primero expone el sociólogo la evolución
de las ciencias y su teoría de los tres estados, que ya había esbozado en la exposición general
de una obra de juventud: Opuscules (Opúsculos) y desarrollado en las dos primeras lecciones
de su Curso de filosofía positiva.

No puede afirmarse sin matizaciones que en la obra comtiana existan etapas separadas.
Raymond Aron (1987, I, 91) distingue tres etapas en el desarrollo del pensamiento de Comte:
la primera va de 1822 a 1826, a la que pertenecen sus Opuscules; la segunda, de esta fecha
última a 1842, presidida por la publicación de su Cours de philosophie positive, y la tercera,
de 1842 en adelante, significada en su Systéme depolitiquepositive. No habría reparos en
suscribir estas tres fases de Aron, siempre que se conciban dentro de una evidente unidad
temática. El mismo Aron reconoce que la segunda etapa supone un aumento de las
perspectivas de la primera, y el mismo Comte incluye en el capítulo cuarto de su obra última,
Sistema de política positiva, sus famosos Opúsculos, obra de juventud que ya contiene sus
dos famosas leyes evolutivas, de las ciencias y de la Humanidad. Pierre Arnaud ha resaltado la
unidad de la obra de Comte, en la que los temas ya estaban esbozados en 1822.

38
Derechos del individuo y Deberes ante la sociedad

Comte creía en el orden social y en el progreso a través del orden; veía en el individuo y la
exigencia de sus derechos un instrumento de disolución del orden y consecuentemente del
progreso; por ello puso sus acentos en la familia y la sociedad y en el papel de la mujer dentro
de la familia como expresión de los sentimientos nobles de integración; proclamó también
la necesidad de una solidaridad entre los individuos que se haría firme con la prestación de
los deberes de cada uno a la sociedad.
El individualismo del derecho tal como era concebido en el iusnaturalismo dominante en el
siglo XVIII no podía satisfacer la concepción social de Comte, que mostró un juicio
peyorativo e inmerecido acerca del concepto liberal de derecho. El concepto de derecho,
como derecho garantía del individuo, no se acomodaba al principio de la solidaridad social,
que entrañaba la visión de la persona dentro de un mundo de relaciones con el todo social
y con los restantes miembros de la colectividad, por una parte, y, por otra, de su obligación
de prestar las funciones necesarias para que el progreso fuera una realidad.
Esto hace que el sociólogo francés conciba el derecho como una categoría estéril para su
mensaje, como un concepto propio de estados de la sociedad ya superados. Frente a la idea
de derecho opone la de deber dentro de la sociedad y para la sociedad. En una frase resumen
dice el sociólogo que «nadie tiene derechos respecto a otros, sino deberes para con todos».
Discípulos de Comte, como L. Duguit, apoyarán esta nueva visión y hablarán de funciones
del sujeto dentro de la sociedad.

Definición de la Sociología Jurídica

A menudo se le otorga al concepto de Sociología


Jurídica una trascendencia más dilatada que al de
Sociología del Derecho. Según esta idea, la
Sociología del Derecho se circunscribe en analizar lo
que constituye el Derecho mismo, es decir,las reglas y
las instituciones, mientras que la Sociología Jurídica
engloba todos los fenómenos de los cuales el Derecho
puede ser causa, efecto u ocasión, incluidos los
fenómenos de violación, de inefectividad o de
desviación. Sin embargo, nos parece científicamente
útil tener un campo de estudio que sea lo más amplio
posible, pues no hay reflejos del Derecho, aunque
sean lejanos o deformantes, que no puedan contribuir

39
a su conocimiento. A este campo de estudio le aplicaremos, en virtud de una convención
que queda establecida desde ahora de una vez por todas, indistintamente una u otra de
las dos denominaciones: Sociología del Derecho o Sociología Jurídica.
La Sociología del Derecho o Sociología Jurídica, puede precisarse como una rama de
la Sociología en General o, diremos, en relación de la nueva convención,de la Sociología
General. Es una rama de la Sociología General, con el mismo título que lo es, por
ejemplo, la Sociología Religiosa, la Sociología Económica, la Sociología del
Conocimiento o la Sociología de la Educación. Es aquellaespecialidad de la Sociología
General que tiene por objeto una variedad de fenómenos sociales: los fenómenos
jurídicos o fenómenos de Derecho. La palabra fenómeno es capital, ya que marca de
golpe la intención de mantenernos dentro de las apariencias y de renunciar a alcanzar
sus atributos. Es decir, los de fenómenos jurídicos.
Como el Derecho sólo existe en virtud de la sociedad, se puede permitir que todos los
fenómenos jurídicos sean, de alguna manera o al menos, fenómenos sociales. La premisa
reversa, empero, no es cierta. No todos los fenómenos sociales son fenómenos jurídicos.
Existe lo social no jurídico, formado por lo que se denomina los fenómenos de
costumbres o usos sociales. La persona que, en un comedor, comienza por la sopa y
termina con el postre y que luego de su consumo pide la cuenta, brinda repetidamente
el espectáculo de un fenómeno decostumbres (primero al ingerir lo salado antes que lo
dulce ha observado una regla no escrita de las sociedades occidentales) y después un
fenómeno de Derecho (se ha sentido obligada en virtud de un contrato a pagar lo
consumido).En efecto, la distinción entre las dos Sociologías no siempre es tan diáfana.

Objeto de la Sociología Jurídica


Partimos nuestro análisis con la alocución de Jean Carbonier:
“Si en su sentido más claro, el objeto de una ciencia es aquello sobre lo que recae la
observación científica, vale decir, la materia propia de la investigación, entonces no hay
mayor dificultad en afirmar que el objeto de la Sociología Jurídica es el Derecho; en
cambio, ello no supone un gran anticipo, ya que el derecho es también, el objeto de la
Dogmática Jurídica. Rastra imperiosa, pues, precisar aún más”.
De otro lado, Rafael Márquez agrega lo siguiente:
“Aunque tanto la Sociología Jurídica como
la Dogmática Jurídica tienen por objeto el
Derecho (y ello sería extensivo a otras
disciplinas), su observación y estudio serán
realizados desde diferentes ópticas. La
Dogmática Jurídica vislumbrará el Derecho
como una entidad armónica, coherente y
monolítica, mientras que la Sociología lo verá
como un fenómeno jurídico, pero que presenta,
sin embargo, todas las particularidades de un
fenómeno social”.
¿Qué quiere decirse con esto? Simplemente,
que la realidad postrema no es el fenómeno jurídico encerrado sino el fenómeno jurídico
encuadrado en el campo espacial y temporal (tópico y crónico) que le es propio.
Lo que ocurre es que, para el hombre de leyes, el Derecho se exhibe como un conjunto
de normatividades simbólicas y como tal es cultivado por la ciencia jurídica en sentido
estricto; en cambio, para el Sociólogo el Derecho se expone como un hecho social, como
forma agrupada efectiva en sus vinculaciones de causalidad interhumana. Ergo, el
Derecho, sociológicamente dialogando, aparece como un hecho social que es efecto de
40
otros hechos sociales y que se halla en relación con otras formas combinadas. Pero hay
más: una vez establecido, el Derecho se presenta como una fuerza social que procede a
modo de factor pedagógico de la colectividad y que produce secuelas sobre la vida social
en sus disímiles expresiones. Puede alegarse, por consiguiente, que el Derecho,
autónomamente de estar coronado por normatividades características, desde el punto de
vista del Sociólogo es igualmente un conjunto de fenómenos que se originan en la vida
social.
Emili Durkheinm señalaba esta dualidad cuando expresa que la Sociología del Derecho
debe investigar de un lado, cómo las reglas jurídicas se han formado real y
positivamente, o sea, las causas que las han ocasionado y las parvedades que tienden a
satisfacer; y de otro, su ejercicio en la sociedad.
Al respecto Luis Recasens indica visiblemente dos cosas:
a) Que el Derecho, en un momento determinado, es el resultado de un complejo
de factores sociales;
b) Que el Derecho, desde el prisma sociológico, es un tipo de hecho social que
actúa como una fuerza formativa de las conductas, bien moldeándolas, bien
interviniendo en ellas como auxiliar o como palanca, o bien preocupando, de
cualquier manera, al sujeto agente.
De ahí deduce la asignación de la Sociología del Derecho de dos series de temas posibles:
a) El estudio de cómo el Derecho, en tanto que, hecho, representa el producto de
procesos sociales;
b) El examen de los efectos que el Derecho (cualquiera que sea la cualidad de
éste) ya emanado ocasiona en la sociedad. Estos efectos pueden ser de varias
clases: positivos, de configuración de la vida social; negativos, de frustración;
deinterferencia con otros factores (económicos, religiosos, etc.), que dan lugar
a combinaciones muy disímiles, e inesperadas ciertas veces; de reacción, que
ayudan a establecer estándares hostiles contra las normas vigentes, para
derogarlas, abrogarlas y/o subrogarlas.
En consecuencia, la Sociología Jurídica estudia las conjugaciones de factores que
influyen tanto en la génesis como en la configuración del Derecho.
Por consiguiente, George Gurvitch tiene razón al afirmar:
“Que el fenómeno jurídico es sumamente complejo, y que su estructura llega a ser
antinómica. Dentro de él están juntas antinomia y heteronimia, elementos ideales y
elementos reales, estabilidad y movilidad, orden y creación, poder y convicción,
necesidades sociales e ideales sociales, experiencia y especulación y,por último, ideas
lógicas y valores morales. Esta complejidad ha propiciado la aparición de numerosos
equívocos”.
Prosigue, el profesor de la Universidad de Estrasburgo, al sentenciar que el Derecho
puede ser reconocido por muy diversos procedimientos técnicos que, asimismo libran
distinto papel en los disparejos sistemas de Derecho y en los múltiples instantes de su
existencia: costumbre, ley, tipos flexibles y usos, procedimientos judiciales y
extrajudiciales, convenios y declaraciones colectivas,etc., para finiquitar en la intuición
directa de las partes interesadas.
Extracta su despliegue imprimiendo que la Sociología del Derecho ha de canalizar sus
energías al estudio, análisis e investigación de la "realidad social plena del Derecho", en
todos sus planos de profundidad y en la pluralidad casi infinita de sus tipos. Y ultima
que la Sociología Jurídica nunca puede esquivar el argumento de la intrepidez del hecho
jurídico. La realidad social del Derecho no es ni un dato de la intuición ni un implícito

41
de percepción sensible, sino que es más bien una edificación de la razón, desasida de la
realidad social como fenómeno general.
Finalmente, sella que la Sociología del Derecho, debe empezar por apuntar los hechos
jurídicos de los hechos sociales que, al estar reseñados a la par de valores espirituales, se
hallan entrañablemente conexos con el hecho jurídico.

Evolución del razonamiento jurídico

Sin duda alguna, esta condición del razonamiento jurídico es producto no de su propia
naturaleza metodológica, sino de una fuerte influencia de principios científicos de su época;
o, mejor dicho, de la manera en que se entienden los procesos de razonamiento científico en
general en ese periodo histórico.

La ciencia jurídica romana y medieval operaba en categorías de causa y efecto, mediante las
cuales es imposible hablar de predicción. La causa y el efecto operaban con valores
definidos, jamás con variables; describen cómo un valor específico influye y afecta un
cuerpo; la forma en que el sello afecta la cera o las esferas celestes superiores influyen en las
esferas celestes inferiores; cómo los principios matemáticos repercuten en toda operación
aritmética; cómo los cuatro elementos producen efectos sobre la materia, etcétera.

En el mundo jurídico romano, en las estipulaciones, es notable encontrar un sujeto que opera
a modo de causa y otro que padece. En los contratos sinalagmáticos, aparentemente
podríamos encontrar la expresión de derechos y obligaciones recíprocos al modo moderno;
sin embargo, estos contratos hay que entenderlos desde la perspectiva causalista, es decir,
las partes no operan como si fueran fuerzas iguales contrarias, sino que cada una se presenta
como una causa que producirá efectos en la otra. Son recíprocos, pero no iguales. Como
podemos ver, la condición de reciprocidad no equipara fuerzas, sino que estamos en
presencia de un intercambio de causas y efectos distintos.

42
Labeón, en el libro primero al edicto del pretor urbano, define
que algunas cosas se actúan, otras se gestionan y otras se
contratan. Y dice que un acto es un término general, ya sea que
algo se realice con palabras o, de cualquier forma, como en la
estipulación o en el pago de dinero; en cambio, un contrato es
la obligación recíproca entre una y otra persona, lo que los
griegos llaman synállagma, como, por ejemplo, la
compraventa, el arrendamiento, o la sociedad, (dice que) una
gestión significa una cosa sin mediación de palabra.

Desde este punto de vista, lo que se promete o se acepta hacer


tiene un contenido específico valorativo. No se trata de una
lectura de fuerzas encontradas entre las partes. El modelo
romano asimila, sin duda alguna, la concepción relacional causa-efecto al modo aristotélico.

En el pensamiento de Aristóteles, a menudo se habla de la


acción recíproca, en la que el “paciente” actúa en reciprocidad
con el agente. El tratado De la generación y de la corrupción
nos ofrece un perfecto testimonio. Aristóteles trata
extensamente en él la oposición entre actuar (poiein) y padecer
(paskhein). Esta oposición corresponde a la que, en la categoría
del movimiento, interviene entre mover (kinein) y ser movido
(kineisthai). La teoría hilemórfica de la materia hace de ella “lo
que padece” (to paschon).

Analicemos la figura del mandato tal como la expone Gayo (s.


II) y es operada por Gottfried Wilhelm Leibniz (1648-1716) en
su estudio sobre el ars combinatoria. El mandante y un tercero
padecerán como efectos la acción realizada por el mandatario, porque de acuerdo con Gayo,
se hace en virtud del mandante o de un tercero.

El mandato consiste tanto en que mandemos en nuestro interés, como en interés ajeno; así,
pues, si yo te mando que gestiones mis negocios o los de otro, se contrae la obligación de
mandato y quedamos obligados recíprocamente el uno con el otro en lo que se deba hacer
de buena fe, yo para ti y tú para mí. Pero si te mando algo en tu propio interés, el mandato
es inútil, puesto que lo que tú hayas de hacer en tu propio interés debes hacerlo según tu
criterio, no por mandato mío.

En nuestro derecho positivo, influido por la idea de acción y reacción, el mandato es un


contrato entre el mandante y el mandatario, como si fueran dos fuerzas recíprocas. Si puede
haber un mandato en favor de un tercero, nuestra actual legislación positiva mexicana lo
considera un asunto que debe analizarse como “estipulación a favor de tercero” y no como
un elemento fundamental del mandato. En nuestro derecho, lo importante es la relación de
fuerzas entre el mandante y el mandatario, no los beneficiarios finales de la relación.
La influencia de la ciencia moderna, en la que se sustituirá el concepto de efecto por el de
reacción, también transformará la manera de comprender las relaciones jurídicas, puesto que
la reacción no es un padecer, sino una fuerza igual a la de la acción. Por esta razón, el
mandato se convierte y se explica como el contrato en el que hay derechos y obligaciones
recíprocos entre el mandante y el mandatario. La figura contractual moderna es importante
y en esencia distinta a los contratos de la Antigüedad. En la modernidad hay reciprocidad de
fuerzas, cuestión no fundamental en la Antigüedad para que operaran las instituciones.

43
Cuando una persona se obligaba a algo ante otra, si había incumplimiento, la parte afectada
en todo caso ejercía acciones para producir efectos sobre la otra parte, pero no derivadas de
la relación jurídica, sino de la facultad que le otorgaba el pretor en su periodo de gobierno.
Del mismo modo como el motor primero mueve a lo segundo, el pretor mueve y faculta a
los hombres. En la modernidad positivista, las obligaciones y los derechos surgen como las
fuerzas físicas descritas por Newton: las acciones jurídicas tendrán reacciones directas que
el derecho positivo definirá y establecerá para que tales condiciones tengan un carácter de
certeza y seguridad.

Un ejemplo muy interesante sobre la


distinción de un sistema no ilustrado y uno
ilustrado o moderno es el que vemos en el
sistema procesal. Al sistema no moderno en
materia penal se le llama sistema
inquisitorial, y al moderno, sistema
acusatorio o adversarial. Las diferencias son
notables. La palabra inquisitorio tiene un
origen etimológico, vinculado con un
sistema de observación de la ciencia
aristotélica tradicional. Inquirir proviene del
latín in (en) quarere (interrogar). Esta
palabra tiene el sentido de indagación de causas a partir de efectos manifiestos de ciertas
naturalezas. No se investiga si tal naturaleza existe o no. Este sistema asume la existencia de
tal naturaleza y sólo busca descubrirla y comprenderla. Esta idea vinculada al derecho nos
lleva a comprender precisamente qué hacia la Inquisición. La forma en que el Santo Oficio
llevaba a cabo sus indagaciones partía de una denuncia que se considerada como una verdad
de facto, y en todo caso se estudiaba si la naturaleza de la cuestión tenía coherencia o no.
Los filósofos griegos inquirían sobre la naturaleza de las cosas y no sobre si tal naturaleza
era bien o mal percibida.
Por otra parte, el sistema adversarial confronta al fiscal con la defensa en un proceso en el
que dos fuerzas se enfrentan ante un jurado arbitrado por un juez. En el sistema acusatorio
mexicano no hay jurado. Sin embargo, la metodología confronta la acción con la reacción,
porque la defensa tiene la oportunidad de mostrar, en igualdad de circunstancias, ante un
juez que las acusaciones del fiscal no se están bien estructuradas. El juez, durante el proceso,
arbitra la formulación de preguntas y respuestas de tal modo que, de manera objetiva, se
puede establecer si la situación del acusado es como la señala el fiscal. No se presume la
consolidación de los hechos, sino la participación del inculpado en ellos. El juez es un
observador en la confrontación de fuerzas entre el fiscal y la defensa, y emite una sentencia
a favor de la fuerza más coherente en el orden objetivo.

Relación entre Sociología y derecho

La relación entre la sociología y el derecho es particularmente


relevante, sobre todo en razón del marco científico jurídico del
sistema legal mexicano y, en su mayoría, el latinoamericano. No
olvidemos que nuestra concepción del derecho positivo parte
sobre todo de las teorías de Hans Kelsen (1881-1973) y, para
comprender el sentido de lo positivo en este autor, tenemos que
estudiarlo necesariamente vinculado al pensamiento de Max
Weber. La principal razón de ello es que Kelsen asume para el
derecho la metodología propuesta por Weber para el estudio de

44
las ciencias sociales, expuesta en La objetividad del conocimiento en la ciencia social y en
la política social.

Si puedo precisar mi punto de vista con las palabras de Max Weber, la característica del fin
cognoscitivo de mi trabajo consiste en que éste no quiere ir más allá de un tratamiento
puramente formal de las normas jurídicas porque según mi parecer, en esta limitación está
escondida la esencia del tratamiento formal-normativo de la jurisprudencia.

Norberto Bobbio (1909-2004) sostiene que Kelsen tiene


una deuda con la tesis metodológica weberiana, ya que en
ésta se encuentra el núcleo funda- mental de su propia
teoría. Aunque Kelsen asume el método de las ciencias
sociales weberiano, distingue la sociología jurídica como
un saber diferente de la ciencia jurídica. La primera hace
una reflexión sociológica sobre el derecho; la segunda
solamente toma la metodología de las ciencias sociales: la
objetividad científica y su consideración a valorativa.

La frontera importante entre el método jurídico el


sociológico, que resulta de la diversidad de las formas de
ser consideradas ambas ciencias, en la medida en que una se dirige a un ser determinado, a
saber al hecho social, y la otra a un deber ser determinado, a saber, el legal, esta frontera es
la que los juristas se sienten tentados a cruzar cuando, más allá del reconocimiento de un
deber, más allá de las normas legales, aspiran a dar una explicación del hecho efectivo que
ha de ser reglamentado por esta norma jurídica.

En ningún momento, Kelsen asume el objeto de estudio de la sociología jurídica, es decir,


las manifestaciones culturales, valorativas y significativas del derecho como objeto de
estudio de la ciencia jurídica. Éste será un error que Kelsen denunciará por parte de la
Escuela Libre de Derecho de Hermann Kantorowicz (1877-1940) y Eugen Ehrlich (1862-
1922).
Weber también escribió una reseña crítica del ensayo de Kantorowicz, y muestra conocer la
sociología de Ehrlich, que también cita reprochándole el error de confundir el punto de vista
sociológico con el jurídico (el mismo reproche que le hace Kelsen).

La relación entre Kelsen y Weber no fue meramente bibliográfica. En 1908, durante su


estancia en Heidelberg, Kelsen entró en contacto directo con el círculo weberiano y no
conocerá en persona a Weber hasta después de la Primera Guerra Mundial.

Yo constaté rápidamente que la persona de Jellinek, así como su seminario, serían de poca
utilidad para mi trabajo y me concentré enteramente a éste (Los problemas capitales de la
teoría jurídica del Estado). Por eso desaproveché un mayor acercamiento con el círculo de
Max Weber, quien entonces enseñaba con gran éxito en Heidelberg y con cuyos escritos sólo
me familiaricé mucho más tarde. Sólo pude conocer a este hombre notable durante el poco
tiempo en que estuvo activo en Viena, después de la primera guerra mundial… Tuve trato
con Emil Lederer, a quien ya conocía desde Viena y fue asistente de Max Weber en
Heidelberg, siendo redactor de los Archivos para las ciencias sociales.

Weber distingue la capacidad para conocer (erkennen) de la de hacer una valoración


(beurteilen). Según este autor, las ciencias sociales deben conocer los hechos, no valorarlos,
para ser objetivas. La razón de esto es que la valoración implica las creencias de los grupos

45
sociales, la forma en que brindan significado cultural a los hechos objetivos de la realidad.
El científico social tiene que distinguir entre los fenómenos puros que acontecen en la
realidad, y los valores con los que las sociedades los significan. Debe diferenciar lo que es y
ocurre en la realidad (el ser), de la forma en que los individuos valoran y significan los hechos
(deber ser).

Una vez hecha esta distinción, Weber afirma que, para la sociología, también son objeto de
estudio los valores con los que los grupos humanos significan fenómenos reales. Sin
embargo, los estudian de manera objetiva, del mismo modo como el entomólogo observa y
estudia los insectos a través del cristal. Describe las creencias e intenta explicar las formas
de pensamiento de las sociedades, pero jamás determinar su validez.

La influencia weberiana se puede rastrear con claridad en las obras Problemas capitales de
la teoría jurídica del Estado (1911), Teoría pura del derecho (1960), Teoría general del
Derecho y del Estado (1944) y Teoría general de las normas (1978). Hans Kelsen asume,
para el derecho, la distinción que Weber ha establecido para el estudio objetivo de las
ciencias sociales. Del mismo modo que la sociología tiene un método objetivo y opera sin
considerar los valores significativos de los grupos humanos, el derecho trabaja con la misma
objetividad, sin atender los contenidos significativos y valorativos de las leyes. Debe
separarse la ciencia de la política, porque la segunda tiene en lo fundamental carácter
valorativo, como señala Weber en La “objetividad” del conocimiento en la ciencia social y
en la política social. En este sentido, es sumamente revelador el prólogo a la primera edición
de la Teoría pura del derecho (1935), en donde Kelsen afirma:

Se trata de la relación de la ciencia del derecho con la


política, de la neta separación entre ambas; de la renuncia
a la arraigada costumbre de defender exigencias políticas
en nombre de la ciencia de derecho, invocando, pues, una
instancia objetiva, exigencias políticas que sólo poseen un
carácter suprema- mente subjetivo aun cuando, con la
mejor fe, aparezcan como el ideal de una religión, una
nación o de una clase dado que la teoría pura del derecho
se mantiene libre enteramente de toda política, se alejaría
de la vida palpitante, convirtiéndose así en científicamente
carente de valor.

Las normas de derecho son creación de las autoridades,


quienes las significan y valoran. Al derecho, desde su objetividad científico social, sólo le
interesa la formulación de las reglas de derecho. El estudio valorativo de las normas no es
objeto de investigación del derecho, sino en todo caso de la sociología enfocada al derecho

46
(sociología del derecho).
La sociología sólo puede establecer un simulacro o una hipótesis de causas y efectos para
explicar un hecho social, idea que Kelsen toma y la aplica al campo del derecho. Para él, la
norma jurídica es un juicio hipotético que establece la relación entre un hecho condicionante
con una consecuencia condicionada. Ahora bien, a diferencia del juicio sociológico, el
hipotético en derecho, dentro del sistema jurídico, es una norma imperativa, coercible y
sancionable.

El ensayo más afortunado de definición del objeto de la sociología del derecho nos lo ofrece
Max Weber. Dice así este autor: “Al referirnos al derecho, al orden jurídico, a la regla del
derecho, tenemos que observar estrictamente la distinción entre el punto de vista jurídico y
el sociológico. La jurisprudencia se refiere a normas jurídicas idealmente válidas. Es decir,
investiga la significación normativa que debe atribuirse a un enunciado que pretende
representar una norma jurídica. La sociología investiga lo que realmente acontece en una
sociedad, por cuanto existe cierta probabilidad de que sus miembros crean en la validez de
un determinado orden y orienten su conducta hacia ese orden.” Por tanto, de acuerdo con tal
definición, el objeto de una sociología del derecho es la conducta humana que el individuo
actuante ha orientado hacia un orden que considera como válido; o, dicho de otro modo: el
individuo cuya conducta constituye el objeto de la sociología del derecho, considera ese
orden en la misma forma en que la jurisprudencia normativa considera al derecho. Para poder
ser objeto de una sociología jurídica, el comportamiento humano tiene que hallarse
determinado por la idea de un orden válido.

Para Kelsen, el orden jurídico es la creencia significativa de determinados valores que tiene
una sociedad específica. Esto es objeto de estudio de la sociología, pero no de la ciencia
jurídica. El orden jurídico son creencias de lo que debe ser significativamente un evento del
mundo objetivo a valorativo. En el inciso “Lo que acontece y su significado jurídico” de su
Teoría pura del derecho, Kelsen diferencia los actos de la realidad que acontecen de facto
sin valor (ser), de su significado jurídico (deber ser).

Si se analiza, en efecto, uno cualquiera de los acontecimientos fácticos considerados


jurídicos, o que se encuentran en alguna relación con el derecho como pudiera ser la votación
parlamentaria, un acto de la administración, la sentencia de un juez, un negocio jurídico, un
delito, cabe distinguir dos elementos: uno es el acto sensiblemente perceptible que de por sí
acaece en el tiempo y en el espacio, o bien, una serie de semejantes actos: el externo
acontecer de acciones humanas; el otro elemento está constituido por la significación
jurídica, es decir: la significación que el acontecimiento adquiere por el lado del derecho. Se
reúnen hombres en un recinto, pronuncian discursos, algunos levantan las manos, otros no:
esto es lo que acontece externamente. Su significación: se ha resuelto dictar una ley, se ha
producido un derecho. Otro ejemplo: un hombre, revestido con la toga, pronuncia desde un
sitial elevado determinadas palabras a un hombre que se encuentra delante de él.
Jurídicamente este acontecimiento externo significa que se ha pronunciado una sentencia
judicial. Un comerciante escribe a otro una carta de determinado contenido; el segundo le
responde con otra carta. Ello significa: Han cerrado, desde el punto de vista del derecho, un
contrato. Alguien provoca, con cierta actividad, la muerte de otro. Jurídicamente ello
significa un homicidio.

Kelsen tomará como fundamental la idea de que la ciencia jurídica sólo concibe la conducta
humana como contenido de normas jurídicas, en cuanto que determinadas por normas de
derecho. Para la ciencia jurídica, no es necesario llevar a cabo juicios de valor significativos.
El derecho, como una ciencia social, debe operar con elementos legales, no valorarlos.

47
Establecer una teoría pura del derecho, como él mismo señala, “constituye una teoría sobre
el derecho positivo”.

[Teoría pura del derecho] intenta dar respuesta a la pregunta qué es el derecho, y cómo es;
no, en cambio, responder a la pregunta de cómo debe de ser el derecho y deba ser hecho. Es
ciencia jurídica; no en cambio, política jurídica.

Determinar el significado correcto de una norma no corresponde a la ciencia objetiva positiva


del derecho. En todo caso, ese tipo de asuntos corresponden a la filosofía, con lo cual se
confirma que la objetividad de la ciencia jurídica se mantiene al margen de avalar o negar
cualquier significación valorativa. La sociología podría ensayar una explicación de las
causas y los efectos que dichas creencias generan en una comunidad o en una sociedad, pero
el contenido normativo los valores que expone no son objeto de la ley positiva ni de la
observación de la ciencia jurídica.

En tanto en la aplicación de la ley, por añadidura de la determinación necesaria del marco


dentro del cual debe cumplirse el acto que se efectuará, puede tener lugar una actividad
cognoscitiva del órgano de aplicación. No se trataría de un conocimiento del derecho
positivo, sino de otras normas que pueden desembocar aquí en el proceso de producción de
derecho: normas morales, normas de justicia, juicios de valor sociales, etcétera, que se suelen
denominar con rótulos como: “bien común”, “interés del Estado”, “progreso”, etcétera.
Desde el punto de vista del derecho positivo nada cabe decir sobre su validez o
verificabilidad. Desde ese punto de vista, tales especies de determinación sólo pueden ser
caracterizadas negativamente: son determinaciones que no provienen del derecho positivo
mismo. En relación con ella, la realización del acto jurídico dentro del marco de la norma
jurídica aplicable es libre, es decir, librado a la libre discrecionalidad del órgano llamado a
efectuar el acto, como si el derecho positivo mismo delegara en ciertas normas meta
jurídicas, como la moral, la justicia, etc. pero de ese modo esas normas se transformarían en
normas jurídicas positivas.

Por esta misma razón, cuando el método weberiano impregna todo el sentido formal del
derecho positivo, no se puede hablar de respuestas correctas, ni leyes adecuadas. Por lo
menos, su enunciación no causaría ningún efecto en el conjunto de procesos y mecanismos
que tiene el sistema positivo de derecho. Los valores del iuspositivismo o del liberalismo
laico corresponden al campo de la significación valorativa meta jurídica. Su enunciación por

48
parte de grupos sociales es objeto de estudio de la sociología, pero no de la objetividad de la
ciencia del derecho.

La pregunta de cuál es la posibilidad correcta en el marco del derecho aplicable, no es según


los supuestos previos ninguna pregunta dirigida al conocimiento del derecho positivo, no es
una pregunta teórica jurídica, sino que es un problema político. La tarea de lograr, a partir
de la ley, la única sentencia correcta, el único acto administrativo correcto, es en lo esencial
la misma que la de crear, dentro del marco constitucional, la única ley correcta. Así como
no se puede obtener, partiendo de la constitución, mediante interpretación, la única ley
correcta, tampoco puede lograrse, a partir de la ley, por interpretación, la única sentencia
correcta.

Desde esta misma perspectiva, el positivismo jurídico de Kelsen metodológicamente


weberiano considera que cualquier interpretación que efectúe el órgano de aplicación del
derecho es siempre auténtica y crea derecho. Para este autor, no existe una sola mecánica o
conjunto de procedimientos que pudieran establecer con objetividad una valoración
adecuada para cada asunto. En razón de esta limitación, el derecho positivo sigue
manteniéndose al margen de las valoraciones y se repliega a un campo meramente formal.

Desde el punto de vista orientado hacia el derecho positivo, no existe criterio alguno con
cuyo fundamento puede preferirse una posibilidad dada dentro del marco del derecho
aplicable. No existe genéricamente ningún método característico jurídico positivo según el
cual uno entre los varios significados lingüísticos de una norma pueda ser designado como
correcto; suponiendo, naturalmente, que se trate de varios posibles, es decir, que se trata de
posibles interpretaciones del sentido en conexión con todas las otras normas de la ley o del
orden jurídico.

Pese a todos los esfuerzos de la jurisprudencia tradicional no se ha logrado resolver a favor


de uno y otro, en manera objetivamente válida el conflicto entre la voluntad y expresión.
Todos los métodos interpretativos desarrollados hasta ahora llevan siempre a un resultado

49
posible, y nunca a un único resultado correcto. Inclinarse a la voluntad supuesta del
legislador, dejando a un lado el tenor literal, o bien atenerse estrictamente al tenor literal sin
preocuparse por la voluntad por lo general, problemática del legislador, es, desde el punto
de vista del derecho positivo, equivalente por entero. Si se presentara el caso de que dos
normas de la misma ley se contradijeran, las posibilidades lógicas, antes recordadas, de
aplicación del derecho se encontrarían, desde el punto de vista del derecho positivo, en un
pie de igualdad. Es un esfuerzo inútil pretender fundar jurídicamente una de esas
posibilidades con exclusión de las otras. Puesto que la necesidad de una interpretación resulta
justamente de que la norma por aplicar, o el sistema de normas, deja abiertas varias
posibilidades, lo que significa, por lo tanto, que no con- tiene ninguna decisión sobre cuál de
las interpretaciones en competencia sea la de mayor valor, dejando esa determinación del
rango de los intereses justamente al acto que se efectúe de producción de normas, por
ejemplo, a la sentencia judicial.

Tal como se ha señalado, los valores del iusnaturalismo o del liberalismo laico o de cualquier
otra visión filosófica o religiosa no están vinculados directamente con la ciencia positiva del
derecho. Corresponden al campo de la significación valorativa, la cual, en opinión de Kelsen
y del mismo Weber, es objeto de estudio de la sociología, no de la ciencia positiva del
derecho. Cómo interpreta cada juzgador la ley, o en qué sentido deben enunciarse ciertas
normas para avalar tales o cuales valores, son criterios de significación que no pueden ser
considerados por la ciencia positiva objetiva del derecho. De acuerdo con Kelsen, estas
significaciones tienen un mero carácter político.
Y en ese sentido, jamás podría señalarse que una respuesta que asume signicativamente
ciertos valores es la respuesta correcta, jurídicamente hablando.

La interpretación jurídico-científica no puede sino exponer los significados posibles de una


norma jurídica. Como conocimiento de su objeto, no puede adoptar ninguna decisión entre
las posibilidades expuestas, teniendo que dejar esta decisión al órgano jurídico competente,
según el orden jurídico, para aplicar el derecho. El abogado que, en interés de su parte, sólo
invoca ante el tribunal una de las varias interpretaciones posibles de la norma jurídica
aplicable al caso; el escritor que en su comentario caracteriza una determinada
interpretación, entre varias posibles, como la única correcta, no cumplen una función
científico jurídica, sino una función jurídico-política.

Tratan de ganar influencia sobre la producción del derecho. Naturalmente ello no les puede
ser negado. Sólo que no deben hacerlo en nombre de la ciencia del derecho, como suele
suceder con harta frecuencia. La interpretación científico-jurídica tiene que evitar, con el
mayor cuidado, la ficción de que una norma jurídica siempre admite sólo un sentido, el
sentido “correcto”. Se trata de una ficción de la que se sirve la jurisprudencia tradicional para
mantener el ideal de la seguridad jurídica.

Dada la multiplicidad de sentidos de la mayoría de las normas jurídicas, este ideal sólo puede
cumplirse aproximadamente. No se negará que esta ficción del sentido unívoco de las normas
jurídicas puede tener grandes ventajas desde algún punto de vista político. Pero ningún
prejuicio político puede justificar que se haga uso de esa ficción en una exposición científica
del derecho positivo, al proclamarse una interpretación, que desde el punto de vista
subjetivo-político, es más deseable que otra interpretación, lógicamente igualmente posible
como la única correcta desde un punto de vista científico-objetivo. Puesto que así se presenta
lo que sólo es un juicio de valor político, falsamente como una verdad científica.

50
Los Juristas Sociólogos contra el Positivismo Legalista (en la primera mitad
del siglo XX)

De la codificación europea a la revuelta contra el positivismo legalista

La sociología del derecho propiamente dicha es una ciencia sociológica tardía, que comienza
a formarse en el tránsito del siglo XIX al XX con ocasión de lo que Renato Treves ha llamado
«la revuelta contra el formalismo jurídico». En efecto, el siglo XIX europeo es un siglo
dominado por el positivismo legalista, es decir, por la reducción del derecho a la ley positiva
contenida en los códigos, cuyo pilar era la teoría de la plenitud del ordenamiento jurídico,
esto es, el ordenamiento jurídico contenía normas para resolver todos los casos de conflicto,
que pudieran darse en la realidad, y la preeminencia exclusiva de la ley del código como
fuente del derecho.

El positivismo legalista decimonónico dio lugar a importantes textos jurídicos dentro de un


extenso movimiento codificador: los códigos de Austria, Prusia y Francia. El más famoso de
todos ellos fue el Código de Napoleón, de 1804, considerado el código perfecto, modelo
seguido por los códigos del resto de los países europeos, incluyendo el nuestro. Estos códigos
compaginaron los materiales jurídicos históricos seleccionados y los nuevos materiales en
los que se recogían las aspiraciones de la burguesía liberal, que había hecho las revoluciones
de América y de Francia a finales del siglo XVIII.
Tuvieron el positivismo legalista y el movimiento codificador una importante escuela
jurídica a su servicio, constituida por los exegetas de los códigos, y que se la conoce con el
nombre de Escuela de la Exegesis. Los principios básicos de esta escuela se cifraban en los
siguientes:
a) La ley del código es la única fuente jurídica, por ser perfecta y autosuficiente;
b) La interpretación jurídica corresponde al legislador, autor de la ley, para evitar de esta
manera que se produzca una deformación en su aplicación, y se atente contra la voluntad del
legislador;
c) Los jueces sólo tienen que aplicar mecánicamente la ley del código mediante el proceso
de la subsunción o acto de subsumir el caso de la realidad en el texto de la ley, ya que en el
código siempre hay una norma que se ajusta perfectamente al caso de la realidad, y d) el

51
derecho romano es el derecho natural, cuyas instituciones deben ser incorporadas y
acopladas a las normas de los códigos.

El positivismo legalista y la codificación tuvieron una doble virtualidad:


a) Poner remedio a la heterogeneidad de fuentes jurídicas prerrevolucionarias, que no tenían
orden ni concierto, ya que establecieron el principio de legalidad o preeminencia de la ley, a
la que estaban vinculados los ciudadanos y los poderes públicos, y
b) Incorporar las aspiraciones liberales al nuevo derecho positivo, que era todavía una
cuestión pendiente, singularmente las libertades individuales los derechos de propiedad y las
libertades públicas. Gozaron además de un apoyo político, que garantizó su éxito y
predominio a lo largo del siglo XIX: el favor de los soberanos europeos, quienes encontraron
en la ley del código y su monopolio jurídico un instrumento para el control político.
Sin embargo, ni la codificación ni su doctrina jurídica podían mantenerse en pie por mucho
tiempo, porque la realidad social siempre va por delante de la realidad jurídica, y porque
aquélla no puede ser encorsetada en el texto acabado de un cuerpo de leyes, por muy perfecto
que sea. Los textos y la teoría pronto comenzaron a hacer aguas por todas partes cuando se
comprobó su insuficiencia.

Los embates vinieron de dos frentes:


a) La propia realidad social cambiante, que no encontraba respuesta en las leyes codificadas;
surgían nuevos conflictos de derecho no contemplados por los códigos, y que ni siquiera
podían ser solventados con la aplicación de la analogía; los códigos, v. gr., desconocían
plenamente el nuevo mundo jurídico de las relaciones laborales creadas por el
industrialismo, y
b) Las nuevas doctrinas jurídicas, que ponían de manifiesto la insuficiencia del positivismo
legalista, y mostraban el camino para una alternativa jurídica; estas nuevas doctrinas o teorías
jurídicas se dividían en dos grandes bloques: las teorías socialistas del derecho, dedicadas a
demostrar el carácter ideológico de los códigos, que lejos de ser manifestaciones del derecho
perfecto, no eran otra cosa que exponentes de las ideologías jurídicas de las clases
dominantes, y las teorías sociológicas del derecho, que demostraban las insuficiencias de las
leyes, ante la constatación de numerosos casos de lagunas en el ordenamiento jurídico, y la
necesidad de un pluralismo jurídico para resolverlas.
Es en este trance de las nuevas teorías sociológicas del derecho cuando empieza a perfilarse
una nueva ciencia sociológica, como es la sociología del derecho, en el tránsito del siglo
XIX al XX. La nueva ciencia social surge, pues, como consecuencia de la citada
«Revuelta contra el formalismo», que yo prefiero llamar revuelta contra el positivismo
legalista, forma más concreta del formalismo jurídico, expresión más abstracta, contra el que
más directamente arreciaron las nuevas concepciones sociológicas del derecho.

Esta revuelta está representada por tres importantes corrientes:

a) La escuela sociológico-jurídica francesa, abanderada por F. Gény,


b) El movimiento de derecho libre alemán, cuyos principales representantes fueron E.
Ehrlich y H. Kantorowicz, y
c) El realismo jurídico, que contó con una rama en Norteamérica (Frank, Llewellyn) y otra
en el norte de Europa (Olivecrona, Ross).
Sin embargo, estas corrientes no agotan los cauces de la revuelta, que tuvo otras
ramificaciones y cuyos orígenes podrían situarse a mediados del siglo XIX. Rudolf von
Ihering (1818-1892) admite ser considerado, con toda justicia, uno de sus pioneros, cuan- do
en la segunda etapa de su actividad científica viró hacia posiciones sociológicas desde una
primitiva visión formalista y sistemática del derecho.

52
Sus obras principales de esta segunda etapa, Der Kampfum's Recht (La lucha por el derecho)
(1974), de 1872, y Der Zweck im Recht (El fin en el derecho) (1978), de 1886, son claros
precedentes de las obras de las tres corrientes antes citadas. En la primera concibe la historia
del derecho como una lucha irregular de quienes carecen de derecho y pugnan por
conseguirlo contra la arbitrariedad, frente a la interpretación oficial de una evolución
ascendente y lineal del derecho. En la segunda enlaza los conceptos de interés y fin del
derecho en el marco de una visión funcional del derecho dentro de la sociedad.

Métodos de la Sociología Jurídica

En relación al presente acápite Gerson Chávez enseña:


La Sociología Jurídica utiliza similares métodos a la Sociología General estos son:

a) La Observación. - Método utilizado para obtener información escrita,


como:Textos de leyes, Archivos notariales. Tablas estadísticas etc.,
b) La Interpretación. - Significa extraer de un texto toda la información
que sea posible, sin cambiar el sentido de las palabras ni del texto.
c) Comparación. - Lograr a través del método de comparación de las
diferentes instituciones jurídicas, una tipología de los sistemas jurídicos.
d) El método Histórico. - Comparativo. Utilizado largamente para
estudiar la Historia. Logrando a través de este método, obtener un
conocimiento racional de los fenómenos Jurídicos.

A) Métodos de Análisis:

a) Método de Análisis de Contenido. - Este método se ajusta a los hábitos mentales


de los juristas y al derecho mismo, representado en forma de textos.
El análisis de contenido se descompone en: Análisis cualitativo y análisis cuantitativo.

b) Análisis de Documentos Jurídicos. - Estudia documentos relacionados con el


derecho, Ejemplo: Una diligencia de la práctica judicial, un acta notarial, o un
documento de carácter privado.
Ahora bien, debemos tener en cuenta cuando se estudia un documento jurídico lo siguiente:

53
 El documento jurídico debe ser leído con ojos de sociólogo del derecho y no como
jurista dogmático, buscando en él la manifestación de un fenómeno jurídico.
 Debe ser considerado como un documento, o sea, como un conjunto de signos, y en
modo alguno como equivalente objetivo de la realidad que trata de expresar.

Análisis Sociológico de la Jurisprudencia. - Es el análisis de contenido, efectuado


sobre un documento jurídico de naturaleza peculiar, como serían los repertorios de
los fallos judiciales de los altos Tribunales de Justicia.

B.- Técnicas Cuantitativas. - Estas son: La Estadística, que buscar cubrir la totalidad de
los fenómenos observados y El Sondeo, que toma muestras representativas
aleatoriamente de una facción de los fenómenos observados.

Relaciones existentes entre la Sociología Jurídica y la Sociología General

Aunque hoy aparezcan como disciplinas diferentes, no dejan de existir relaciones de


intercambio entre ambas. La Sociología Jurídica ha recibidocuantioso caudal filosófico de
la Sociología General, de la que es descendiente. Sus métodos, en su mayor parte no son
otra cosa que una adaptación de los métodos puestos a punto en otros campos
sociológicos (el Método Histórico- Comparativo, la Estadística, el Sondeo de Opinión,
etc.). Muchos de los conceptos de los que se sirve la Sociología Jurídica (coacción social
y controlsocial, conciencia colectiva, rol y estatuto, aculturación, etc.) no son otra cosa que
conceptos de la Sociología General, sobre los cuales se ha puestoescuetamente una
entonación de Derecho. Inclusive de numerosos rudimentos que parecen incumbir a
fenómenos propiamente jurídicos; la familia conyugal, la distinción entre propiedad y poder
(en las sociedades anónimas, etc.), se puede indicar que son los Sociólogos de la Sociología
General quienes las hansubrayado.

En efecto, la Sociología General examina fácilmente lo que le viene o lo que puede venirle
de la Sociología Jurídica. En buen romance, lo que está en discusión, por intermedio
de la Sociología del Derecho es la aportación del Derecho mismo. Recordemos que
Emili Durkheinm sugería a los Sociólogos que pongan en la mira las reglas de
Derecho, pues veía en ellas, por excelsitud, un manifiesto imparcial de los hechos
sociales en general. Sin embargo, es una exhortación que a menudo se ha relegado
(inclusive en la Sociología jurídica).

Probablemente, a través de la Teoría de la Prueba como el Derecho acaeciera a la


Sociología sus perturbes más útiles. Por lo demás, la pesquisa de la verdad judicial
tiene como muelle el principio de contradicción, que es un conflicto organizado de
parcialidades. El ejercicio del derecho de acción y contradicción son algo que el Derecho

54
conoce. La Sociología no tiene hoy una preocupación de objetividad tan rigurosa como
en los tiempos Durkhe inmnianos,y a menudo se instituye la parcialidad en el método.
No obstante, se frecuenta de una parcialidad unilateral.

Por ello, introducir un procedimiento contradictorio en la administración de la prueba


científica fulminante, podría ser el regalo que el Derecho le hiciera a la Sociología. En
suma, toda intención de pesquisa debería hacerse por partida doble, de manera que a
cada equipo de investigadores se le contrapusiera otro de sentido contrario.

Vinculaciones entre la Sociología Jurídica y la Filosofía del Derecho


Dicha semejanza fue explicada con acierto por James Godschmidt :

“En el curso del siglo XX, la situación de los filósofos


respecto al Derecho havariado sustancialmente. Si bien
es cierto que los intelectuales no se preocupan del
Derecho y sus problemas fundamentales en trabajos
integrantes de sus sistemas a la manera como lo hicieron
los filósofos del siglo XVIII y principiosdel XIX, no es
lo menos que el problema de la realidad jurídica ocupa
un rango significativo en las construcciones filosóficas
de la actualidad”.

Además, Antonio Truyol señala:

“La historia de la Filosofía del Derecho y del


Estado, por una parte, a sucesión de las
concepciones fundamentales acerca del Derecho
y el Estado y sus problemas últimos, de la
consideración legal y la sociedad jurídicamente
organizada en su universalidad y en función del
conjunto de la realidad social son por otra parte,
su exposición y conocimiento”.

Asimismo, en el campo de la educación y de la investigación la Sociología se ha


constituido por lo general a través de una diferenciación originada en el interior de la
Filosofía. Principió siendo singularmente un capítulo privativo de esta último, aunque
más tarde su desarrollo hizo evidente la carestía de distinción. Recordemos que
simultáneamente la Psicología y la Lógica se independizaron igualmente, de modo que
a la Filosofía pura no le quedó como materia propia más que la Moral (y aun esto es

55
debatible) y, sobre todo, la Metafísica. Un asunto semejante se patentiza en las
disciplinas filosóficas del Derecho.

En cambio, la Filosofía del Derecho, en un primer momento, lo abrazó todo. Después,


consintió que se apartasen de ella la Sociología, la Psicología, y la Lógica Jurídica,
guardando lo que podría discurrirse como la superposición de lamoral y sobre todo de la
Metafísica al Derecho.

En suma, las especulaciones sobre los derechos y los deberes individuales, constituyen
la esencia de la justicia y del Derecho natural.
Por lo tanto, alude Jean Carbonnier:

“La Sociología Jurídica, después de haber sido


solo una parte de la Filosofía del Derecho, ha
conquistado su autonomía. La unión fue posible
mientras los Sociólogos se conformaron con un
tipo de actividad intelectual que no era
radicalmente diferente de la de los filósofos,
razonando y meditando sobre los hombres en
sociedad a partir de la experiencia personal. La
escisión fue inevitable cuando la Sociología adoptó
unos nuevos métodos, tales como la observación
de las masas o la experimentación, esto es, los
métodos de la Sociología llamada empírica. Sin
embargo, la independencia recíproca, en la cual
viven desde entonces las dos disciplinas, no
excluye la existencia de relaciones entre ellas”.

Por su parte, la Filosofía del Derecho tira atenta a las diligencias de la Sociología
Jurídica. Con un celo a menudo impaciente. El agnosticismo que profesa la Sociología
hacia todo sistema de valores, aunque sea puramente metodológico ¿no marcha en el
peligro de transgredir la solvencia que las reglas de Derecho exigen ante los
ciudadanos? Entre ciertos filósofos jurídicos, no se reflexiona a la Sociología jurídica
como una ciencia distinta sinocomo una doctrina entre otras innúmeras, una doctrina
filosófica que se determina por ubicar en las honduras de la vida social la única fuente
del Derecho. De esa forma, los defensores del derecho natural admiten que tienen un
provecho común con el sociologismo, el anti positivismo, la privación de que la eterna
riqueza del derecho pueda encerrarse en la ley de origen gubernativo. Empero, las
discrepancias vuelven; y mientras que el sociologismo se comporta como si no viviera
ningún valor eminente a los hechos, el derecho natural pregona este resultado.

En conclusión, lo que ha podido contribuir a hacer que la Sociología Jurídica se discurra


como una Filosofía, es que, entre los Sociólogos del Derecho, incluso en el siglo XXI,
sigue cobrando un estándar cardinal, cuya disposición es más teórica que empírica, que
tropieza sus temas en lo que el derecho tiene de más general, verbigracia: Las fuentes,
con distinción a las instituciones concretas, y busca sus herramientas de trabajo en las
bibliotecas e internet, o incluso en la inteligencia personal, más que sobre el terreno.
Sociólogos como Max Weber, Gurvitch y Geiger ilustran extensamente el carácter de esta
Sociología Teórica del Derecho, que es un género de Filosofía de la Sociología Jurídica.

56
57
UNIDAD 3

TEORÍA DE LOS SISTEMAS SOCIO-CULTURALES Y EL DERECHO

3.1 Los usos sociales


3.2 ¿Qué es el Derecho?
3.3 Los principios del Derecho
3.4 Noción Sociológica del Derecho
3.5 Carácter social del Derecho
3.6 El Derecho como instrumento de Organización Social
3.7 Estado y clases Sociales
3.8 Concepto de Sistemas Socio-Culturales
3.9 Características de los Sistemas Socio-Culturales
3.10 Contexto de los Sistemas Socio-Culturales
3.11 Organización de los Sistemas Normativos
3.12 Función del Control Social en los Sistemas Normativos
3.13 Sociología crítica de la justicia
3.13.1 Sociología crítica de la justicia con base al período del Estado liberal
3.13.2 Sociología crítica de la justicia con base al período del Estado del bienestar

58
Los usos sociales
Carbonier plantea que las normas de
los usos sociales no pertenecen ni al
derecho ni a la moral. Pero por su
exterioridad los aproxima más al
derecho que a la moral.
García y Sosa (2001), sostienen que
los usos no tienen ningún contenido
moral porque no aspiran a que el ser
humano tenga una conducta virtuosa,
ya que son exigencias colectivas
fundadas en sentimientos y modos
importantes para la conservación del orden social. Aunque es bueno señalar que el
derecho absorbe los usos sociales para mantener el equilibrio social.
Los sociólogos contemporáneos, y muy particularmente los americanos han hecho una
subdivisión entre “folkways” y “mores. Para los norteamericanos los “folkways son usos
sociales que se refieren a la manera de vivir a nivel nacional, como el vestido, la moda,
modo de saludarse, el orden de la comida, es decir, se refieren a los hábitos y costumbres
de un país o grupo social. Los “mores, son también usos sociales, pero más estrictos, por
ejemplo, en los Estados Unidos y otros países el mundo hay reglas que obligan al
individuo que seduce a una mujer a casarse con la seducida. Como se puede ver los
“mores son más estrictos que los “folkways, ya que los primeros se asemejan al derecho
y su violación conlleva una sanción.
Los usos tienen mucha importancia en materia comercial y civil, incluso están
consagrados por los artículos 1135, 1159 1160 del Código Civil. Se puede recurrir a ellos
en materia contractual, cuando las partes en el contrato consideran haberse referido o
piensan que se están refiriendo a él en ausencia de una cláusula en contrario. Sólo se
puede recurrir al uso como fuente de derecho cuando las partes expresamente no han
contemplado ninguna cláusula contraria al uso.

En materia laboral, los usos son de gran importancia, porque el trabajador puede adquirir
derecho, si la empresa o empleador ha hecho una práctica constante otorgando beneficios
al trabajador que el Código no ha contemplado.

La juridicidad en las sociedades antiguas

Como es sabido, en las sociedades antiguas la gente se regía por normas morales, usos y

59
costumbres, ya que no había ninguna regla escrita. Con un derecho no escrito, resultaba
difícil distinguir una regla jurídica de otra, debido también a la ausencia del Estado. Es
por ello que las normas más obligatorias de esa época, podrían estar vinculadas con la
religión y la ética.

La juridicidad en las sociedades modernas.

En las sociedades modernas, el problema de la juridicidad se encuentra allanado en virtud


del formalismo. Aparece el derecho escrito, por consiguiente, aparece la autoridad
competente, sea esta legislativa, reglamentaria o jurisprudencial. Con frecuencia se
experimenta algunas impresiones para analizar comportamientos individuales. En este
sentido hay que determinar si se trata de un orden jurídico o del social no jurídico. Por
ejemplo, en la actualidad una simple carta que envía el acreedor al deudor poniéndolo en
mora, implica un carácter de juridicidad. Es importante señalar que una relación regida
por usos sociales puede terminar en una relación de derecho.

El criterio extraído de la coacción

García y Sosa, definen la coacción de la manera siguiente: “es la imposición forzada ante
el incumplimiento de un deber. Es la imposición del poder imperativo de la ley de cumplir
obligatoriamente una situación determinada previamente comprobada y establecida la
sanción mediante una sentencia”. Según la sociología Durkheiniana, la sociedad que
produce las reglas, produce también una coacción que se ejerce sobre el individuo que se
desvía. Más la coacción producida por la sociedad, la coacción no siempre tiene la misma
naturaleza. Existe entonces una coacción jurídica que la ejerce el Estado a través de sus
órganos, y que tiene por finalidad hacer cumplir lo que las leyes ordenan que se haga
cuando no se obedece su mandato, o impedir que se haga lo que la ley prohíbe.

Asi, si en materia contractual, una de las partes incumple lo pacto, y no existe la


posibilidad de que lleguen a un consenso mutuo, entonces la parte perjudicada puede a
través de la ejecución forzada obtener la reparación debida, y esa facultad la otorga la ley.
La coacción social, por el contrario, la ejercen los diversos grupos que coexisten en la
sociedad a través de sanciones sociales o la repulsa social.

¿Qué es el derecho?

60
Para Martínez y Fernández, la ciencia del Derecho, tiene que ver de manera fundamental,
con la dimensión normativa Jurídica y de los asuntos relacionados con su estructura.
Tiene como zona de trabajo, el derecho vigente desde un punto de vista interno:
conceptualización, sistematización, análisis, interpretación y aplicación.

Para Bobio (1985), citado por Ramírez (2002), el derecho puede ser definido como el
conjunto de normas de conducta y de organización que constituye una unidad que tiene
por objeto la reglamentación de las relaciones fundamentales para la convivencia y
supervivencia del grupo social, entre ellas: las relaciones familiares, económicas, las
relaciones superiores del poder. También reglamenta los modos y las formas con que el
grupo social reacciona a la Violación de las normas de primer grado. Es la
institucionalización de la sanción considerada más destructiva del conjunto social, la
solución de conflictos que amenaza, si no son resueltos, con hacer imposible la propia
subsistencia del grupo, la consecución y el mantenimiento, en suma, de orden social o de
la paz.

Ves Losada, define el derecho como “un instrumento de control social destinado a motivar
y encauzar las acciones humanas y alcanzar un tipo particular de orden social en una
sociedad organizada en Estado”.

Los principios del Derecho.


El fundamento de los principios jurídico hay
que buscarlo en lo ético, en el derecho natural
y en lo axiológico. Es la naturaleza humana
racional, social y libre. Expresan el
comportamiento que conviene a los
individuos del conglomerado social en orden
a su perfeccionamiento como ser humano.
Así, el viejo principio enunciado por
Ulpiano. La justicia consiste en dar a cada
quien lo suyo, indica el comportamiento que
el hombre ha de tener con sus semejantes, a
fin de mantener la convivencia social. Si cada quien tomara para sí mismo, lo que
considerara propio, sin respetar lo de cada quien, la convivencia social sería imposible.
Degeneraría en la lucha de todos contra todos, y no podrían los hombres desarrollar su
propia naturaleza, que es por esencia social.

Ulpiano resumió el derecho en tres grandes principios: vivir honestamente, no hacer el


daño a otro, y dar cada cual lo suyo.
Existen otros principios generales del Derecho. Sin embargo, no se ofrece aquí una
enumeración de los mismos, debido a lo basto de estos. Se puede mencionar algunos de
ellos, tales como la equidad y la buena fe; estos dos principios imponen la obligación de
manejarse con honestidad sin perjudicar a las partes. El abuso de los derechos está
prohibido. Este principio encuentra su apoyo en la parte in fine del artículo 1134 del
Código Civil y en el principio VI del Código de Trabajo Vigente.
Otro principio es el de las obligaciones que impone la ley a las partes, que deben cumplir
con lo pactado.

61
Noción sociológica del Derecho.
Pound, citado por Ves Losada, concibe el derecho, como “un control social ejercido por
la aplicación sistemática de la fuerza procedente de una sociedad políticamente
organizada”, y sostiene que “los intereses sociales son pretensiones, demandas y deseos
comprendidos en la vida social de una sociedad civilizada y mantenidos en la vida social
de una sociedad civilizada y mantenidos a título de esa vida. No es raro tratarlos como las
pretensiones de todo el grupo social como tal”.

Davis, también citado por Ves Losada, define el derecho como “los medios formales de
control social que incluyen el uso de reglas que son interpretadas y coercitivamente
aplicadas por los tribunales de una comunidad política”.

Esta definición tiene algunas limitantes:


1) Reduce el control social jurídico únicamente a los tribunales, olvidando que existen
otras instituciones del Estado, que aplican normas y dirimen conflictos y aplican
sanciones; y
2) Centra el aspecto coercitivo del derecho, olvidando la tarea de prevención y resolución
de conflictos que tiene el derecho.

Carácter social del derecho.

El derecho tiene como tarea principal regular la


conducta en sociedad. Establece a priori los
comportamientos que son beneficiosos o no para
la sociedad, y en consecuencia establece las
sanciones pertinentes cuando los individuos no
observan la conducta que se prescribe en las
normas. La existencia del hombre en sociedad
hace imperativo la ciencia del derecho, ya que los
individuos no pueden vivir apartado de la
sociedad, porque ese es su entorno natural.
Aristóteles afirmó que ‘el hombre es un animal
político”, queriendo significar con esto que el
hombre es un ente eminentemente social, ya que
sólo un Dios puede vivir apartado de ella. La vida en sociedad supone ajustarse a un sin
número de conductas que hagan posible la feliz convivencia. Si el hombre viviera sólo,
aislado, no necesitaría que su conducta fuera regulada por el derecho; por eso en la
sociedad primitiva, cuando no existía la ciencia del derecho, se regían por los preceptos
religiosos, la magia, la costumbre. Las ciencias jurídicas, han constituido la forma más
eficaz para reglar la conducta de los hombres y mujeres que viven en sociedad.

Las normas que prescribe el derecho siempre han de ser justas, por lo tanto, socialmente
conveniente para el conglomerado social. El derecho sólo existe en tanto exista la
sociedad. Sin la sociedad nada habría que ajustar. Por eso se afirma que no puede existir
el derecho sin sociedad, ni sociedad sin derecho, ubis societas ubis jus.

62
El derecho como instrumento de organización social.

Nadie duda que el derecho ha sido el instrumento del cual se han valido los integrantes
de la sociedad para organizarse. Específicamente el Estado. Su principal función es dar
respuesta a los conflictos sociales inevitables en la sociedad. El derecho debe aspirar a
aminorarlos y a prevenirlo en la medida de lo posible. El derecho se presenta así con una
triple dimensión: conflictualista, funcionalista y conservador y transformador de cambios.

Estado y clases sociales.

Respecto de la relación
del Estado con las
clases sociales, Engels,
citado por Harnecker,
sostiene que el Estado
“es un producto de la
sociedad cuando llega a
un grado de desarrollo
determinado: es la
confesión de que esa
sociedad se ha
enrredado en una
irremediable
contradicción consigo misma y está divida por antagonismos irreconciliables, que es
impotente para conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con intereses
económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una
lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de la sociedad
y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en el límite del “orden”. Y ese poder,
63
nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y
más…”.

Sigue apuntado el filósofo Engels, que “como el Estado nació de la necesidad de refrenar
los antagonismos de clase, y como, al mismo tiempo, nació en medio de conflicto de esas
clases, es por regla general, el Estado de la clase más poderosa, de la clase
económicamente dominante, que, con ayuda de él, se convierte también en la clase
políticamente dominante, adquiriendo con ello nuevos medios para la represión y
explotación de la clase oprimida”.

Tal como afirma Engels, el Estado es realmente una maquinaria del poder, y esto se refleja
por el hecho de la clase dominante puede imponer su voluntad en perjuicio de la clase
dominada. Se observa que el Estado está más al servicio de la clase poderosa política y
económicamente de un país determinado. La clase dominada tiene pocas posibilidades de
hacerse sentir, aunque el pueblo es soberano. Es una soberanía que muchas veces resulta
ser poco efectiva en la práctica.

Concepto de Sistemas Socio-Culturales

En este acápite José Mejía enfatiza:


“Debe entenderse por sistema sociocultural, al conjunto de componentes vinculados entre
sí por una relación de causa a efecto, ubicados dentro de una estructura que posee
organización”.
Por su parte Max Weber indica:
“Las sociedades, desde el punto de vista de su tamaño y complejidad, pueden ordenarse
dentro de una continuidad, en uno de cuyos extremos se encuentra el macro sistema social
mundial, cuyos componentes son las Naciones-Estado vinculadas por lo que se le conoce
tomo las relaciones internacionales y, en el otro, los microsistemas, como las familias,
por ejemplo, cuyos componentes son las personas que se encuentran emparentadas entre
sí, vinculadas por las Inter- acciones que fueren pertinentes. Entre ambas polaridades
existen sistemas sociales intermedios de acuerdo con su volumen y composición”.

Características de los Sistemas Socio-Culturales

Seguidamente José Mejía sentencia:


Todo sistema socio-cultural posee los siguientes elementos que conforman su
totalidad:

64
Inspeccionaremos cada uno de ellos, ágilmente:

A) Los Componentes

La vida en sociedad está establecida por sus mecanismos, que pueden ser simples,
complejos, estables, cambiantes, constantes y variables. Ellos mantienen
vinculaciones mediante una red causal, que puede ser recíproca, unidireccional, lineal
o intermitente.
La vida social está constituida por la presencia de, por lo menos, dos seres humanos
interrelacionados entre sí, sean desconocidos o conocidos. En consecuencia, es la
modalidad opuesta a la vida solitaria. Las personas pueden aislarse
momentáneamente, pero luego, necesariamente, entran en interrelación con los
demás. En tanto, la hipótesis de haber existido originariamente la vida aislada es
definitivamente falsa.
Otros componentes son los microsistemas para los medianos sistemas y Éstos para
los macro sistemas sociales. Verbigracia: Las familias, las empresas, los partidos
políticos, etc., son microsistemas que, a la vez, son componentes de los medianos
sistemas. Estos, como los países de América Latina, EE. UU, UE, son,igualmente,
para el macro sistema mundial y, así repetidamente.
Todo sistema social está compuesto de, por lo menos, los siguientes subsistemas:

I. El subsistema económico, compuesto por la producción, el comercio, la


distribución del ingreso y las relaciones de producción.
II. El subsistema financiero, cuyos componentes son la banca, las
aseguradoras, las cajas de pignoración, las financiadoras, el Fondo
Monetario Internacional, etc.
III. El subsistema político, cuyos componentes son las relaciones de poder,
los partidos políticos, los políticos de profesión, los caudillos, las
Fuerzas Armadas, los grupos terroristas, los grupos armados
revolucionarios, etc.
IV. El subsistema sindical, compuesto por, los trabajadores que mantienen
relaciones de oferta y demanda con sus empleadores, los sindicatos, las
federaciones y las Confederaciones sindicalistas.
V. El subsistema cultural, cuyos portadores son los individuos con
capacidad de invención y técnica para el descubrimiento; la formación
de la cultura material, o sea el empleo de los productos de la naturaleza
para agregarle ingenio creador de artefactos, instrumentos, armas,
aparatos de recreación, de comunicación, etc. y la cultura no material,
compuesto por las costumbres, los usos, las creencias, las concepciones
del mundo, las religiones, la moral, el Derecho, las ideologías, etc.

B) Estructura

Todo sistema social posee estructura, que consiste en la división de la población en


categorías de carácter estático, sin que esto quiera decir sea inmune a los cambios.
Lo que ocurre es que tales modificaciones se producen a largo plazo, dando la
impresión de inmovilidad.
En efecto, Radcliffe-Brown sostiene:

65
“Que los sectores sociales, en que se dividen las
sociedades, se relacionan mutuamente. Podemos
completar su pensamiento, sin desnaturalizarlo,
diciendo que tales relaciones pueden ser de
asociación o de disociación, es decir de
cooperación o de conflicto, según las circunstancias
históricas en que se encuentren”.

Además, refiere el citado autor, que los referidos


sectores, o unidades como él designa, pueden
desaparecer o ser reemplazadas por otras, pero la
estructura no se modifica, por lo menos a corto
plazo. Por consiguiente, toda estructura social es un
ámbito de interacciones, fijas y permanentes, entre
sectores y actores sociales quienes, a consecuencia de ello, resultan ubicadas en
ciertas posiciones que pueden poseer gran prestigio o desprestigio, ser dominantes o
dominados, independientes o dependientes, etc.
Toda estructura social, por consiguiente, abarca el íntegro del sistema
correspondiente y ubica a sus partes, en posiciones diferenciales.

C) Organización

La organización es lo que concede al agregado características diferentes de los


simples componentes. La organización significa disponer los elementos de un cierto
conjunto de un orden armónico, determinando las reglas de dependencia que deben
mantener entre sí, con el propósito que el sistema alcance sus metas con eficiencia.
Por consiguiente, la organización requiere de la existencia de normas que dispongan
la forma del comportamiento de personas y grupos sociales.
La organización supone:

1.- Interdependencia. - de las partes organizadas en un cierto ambiente. Lo inverso


de organización es la independencia de los elementos.
2.- Constricción. - en el sentido de la existencia de una presión social que facilita la
ocurrencia de ciertas interacciones y obstaculiza la ocurrencia de otras.
3.- Grados de libertad. - la constricción confiere ciertos grados de libertad dentrode
cuya amplitud los actores pueden elegir entre alternativas. Cuando no existe esta
libertad se forma un engranaje estático. Los sistemas sociales son cambiantes, los
sistemas mecánicos son estáticos. La amplitud de los grados de libertad depende de
hasta qué punto lo permiten los mandatos de las normas culturales.
4.- Comunicación. - La organización para que pueda operar requiere de una fuente
que genere señales o mensajes y de un receptor que los utilice para adoptar
decisiones.
Siendo la sociedad un sistema, es preciso que cuente con un centro de mando que
adopte disposiciones para la administración del sistema, el mantenimiento del orden
interno establecido, haciendo respetar y aplicar la administración de justicia en la
forma y modo dispuesto por el sistema cultural. Si se trata de sistemas sociales
arcaicos, siguiendo la norma del Derecho Consuetudinario o, en el caso de sistemas
avanzados, formando la judicatura para la aplicación del Derecho Positivo.
Por lo tanto, los sistemas sociales requieren de alguna forma de gobierno.
5.-Predictibilidad. - En un sistema bien organizado es predecible el sentido de su

66
curso. Cuantomenor sea su organización el sistema es menor predecible.
La Predictibilidad significa que se puede saber con anticipación lo que sucederáantes
de que ocurra.

D) Metas

Todo sistema está dirigido hacia metas. Es decir, persigue alcanzar algún fin.
Se deduce que los sistemas sociales poseen una o varias metas que la cultura de cada
pueblo impone como una obligación. Si la cultura posee una fuerte infiltración
religiosa, existe una alta probabilidad que la meta más importante sea la salvación
después de la muerte.
De igual modo, si la cultura está poderosamente influida por los interesescomerciales,
fijará como meta del sistema el consumo, con el propósito de favorecer al comercio.
Esto de ninguna manera quiere decir que los sistemas sociales están teleológicamente
orientados por las metas. Todo lo contrario, las metas son formaciones culturales
emergentes de los intereses de las clases dominantes que influyen en el
comportamiento de los componentes del sistema, que no deben considerarse como
causas finales que operan "atrayendo" al sistema hacia un fin.

E) Tensiones

La estabilidad de la estructura de los sistemas sociales se estremece cuando


aumentan, en cantidad significativa, las frustraciones, agresiones, competencias,
conflictos, etc. de sus grupos componentes.
Recordemos que las tensiones más graves provienen de los subsistemas económico
y político, respectivamente y, a veces, son tantas que pueden provocar
modificaciones estructurales radicales como sucedió con motivo de la llamada
revolución industrial, ocurrida a mediados del siglo XVIII, que produjo la disolución
de los gremios y la formación del proletariado contemporáneo, modificando la
estructura del sistema social que hubo de tolerar tales resistencias.

F) Desviación

Corolarios de las tensiones que soporta la estructura del sistema ocurren tendencias
a la desviación de sus metas. Verbigracia: la Universidad, como microsistema, posee
estructura y metas que son propias de la transmisión de conocimientos o de la
investigación científica, pero puede ocurrir que alguno de sus estamentos o una
alianza entre dos o más, trate de comprometer al referido micro sistema a una cierta
ideología proveniente del sistema económico imperante, alejándolo de las metas que
le son propias. En este caso puede ocurrir corruna enérgica reacción para restaurar el
estado anterior o para impulsar la desviación y cambiar la meta del micro sistema
referido.
De no ocurrir la respuesta adecuada del sistema para impedir la desviación de sus
metas, pueda suceder que su desnaturalización lo muda en un sistema diferente al
original. Prosiguiendo con nuestro ejemplo, si la Universidad se asocia a una cierta
ideología político económico, entonces puede arrogarse el papel social de un partido
político, esgrimiendo su organización para la propagación y socialización ideológica
con que está ligada.

G) Retroalimentación

67
Es el proceso que reduce (retroalimentación positiva) o aumenta (retroalimentación
negativa) la desviación del sistema de sus metas hacia las cuales está dirigido.
Se presentan como un circuito que nutre seguras actividades, las cuales, a su vez,
trascienden retroalimentadas por otras.
Cuando la desviación retroalimenta a grupos desviados, contribuye a la
desintegración del sistema y cuando la retroalimentación puede controlar la
desviación contribuye al mantenimiento del sistema.
Podemos esbozar los subsiguientes ejemplos de retroalimentación:
1.-La presión del cliente hace que los altos funcionarios insistan más en la
confiabilidad, produciéndose, de esta suerte, una retroalimentación a favor del
mantenimiento del sistema”.
En el caso de un sistema diádico, Talcott Parson enseña:
2.- El comportamiento de la tórtola, donde un tipo de comportamiento está
condicionado por el anterior:
a) Galanteo (asociación con un compañero)
b) Construcción del nido.
c) Incubación.
Estando presentes el actor A y el Actor B cada uno ajusta su conducta a las
expectativas del otro, de manea que las reacciones del Alter son sanciones positivas
a la conducta del Ego, quien resulta reforzado en sus disposiciones de espera
(expectativas).
Con relación a un proceso circular del desarrollo institucional:
Las estructuras institucionales ayudan a crear su propia realidad, en un proceso de
desarrollo constante.

Contexto de los Sistemas Socio-Culturales

Los sistemas sociales están envueltos de


otros que operan como variables
exógenas y ejercen su influencia desde el
exterior, sea en forma directa como
indirecta. Empero, los sistemas sociales,
por razón de las instancias competentes,
deben orientar sus metas teniendo en
cuenta las metas o intereses de los que le
rodean, así como también la difusión de
patrones culturales que puedan
incorporarse dentro de su sistema de
cultura que le es propio y que
necesariamente tienen que provocar
cambios cualitativos que afectarán,
positivacomo negativamente, las relaciones internas y externas del sistema respectivo.
Si se trata de macro sistemas sociales que poseen su peculiar sistema político, su clase
dirigente resulta constreñida en su quehacer internacional para no afectar los intereses
y las metas de algún otro sistema similar de su entorno, reorientando sus propias
metas y limitando o expandiendo sus intereses.
En la época actual, no debe entenderse como al conjunto de sistemas limítrofes, sino
todos los sistemas sociales del mundo, porque la velocidad alcanzada para la
propagación de informaciones los convierte en parte del sistema social respectivo.
Verbigracia: En el siglo XXI, los Estados Unidos de América han asumido el papel

68
de una especie de “Vigilantes del mundo”, para intervenir políticamente en cuanto
conflicto internacional que ocurra e, inclusive, en los trances internos de las naciones
si pueden ser potencialmente perniciosos y poner en peligro el equilibrio político-
económico mundial, todo ello, de acuerdo a su punto de vista en relación a la
geopolítica global.

Organización de los Sistemas Normativos


Simboliza la presión del sistema para el cumplimiento de normas necesarias para su
operación. Por consiguiente, las normas de la Religión, la Moral, las Costumbres, etc.
prestan su concurso para organizar la sociedad, tanto en el presente como en el
pasado. Pero principalmente son las normas jurídicas las que determinan la
organización de los sistemas nacionales. Ellas definen los actos lícitos como los
ilícitos, la formación de organización de las sociedades conyugales, así como su
disolución y las consecuencias jurídicas que se deriven de tal supuesto; la línea y
organización de la propiedad mueble o inmueble; la contratación; las obligaciones y
sus efectos: la forma y modo de transmisión de la propiedad a la muerte de su titular;
la represión de los delitos; el sometimiento de gobernantes y gobernados a los
mandatos del Derecho; etc.
En definitiva, la organización del sistema social nacional debemos buscarlo en la
Constitución Política del Estado, en su sistema político, en su sistema económico y en
las relaciones causales provocadas por dichos componentes. Por consiguiente, el gran
organizador de la sociedad es el Derecho, cuyo papel no puede ni debe
menospreciarse.

Función del Control Social en los Sistemas Normativos


Prosigue José Mejía, al explicar:

A) La Compulsión Sistémica:

Dicha organización, con el propósito de cumplir con el papel que le corresponde,


requiere de instrumentos que le permitan desempeñarse adecuadamente. Ellos son las
normas. Sin embargo, es posible aseverar que todas las sociedades históricas, sin
excepción, están dotadas de un conjunto de normas de diversa naturaleza y contenido.
Tales normas son elementos culturales, por provenir del seno social, lo que significa
que no emanan de la naturaleza pura, sino del genio de la especie humana. Solo ella
posee capacidad de crear cultura, atributo que la diferencia de las especies inferiores.
No obstante, todas las personas, sienten también el llamado de la especie para evitar
su extinción, pero la reproducción no la hacen al estilo de los animales inferiores,
en público, con cualquier macho o hembra, sin formalidades especiales, como por
ejemplo al matrimonio y otras por el estilo. De ahí que se haya dado en calificar a los
sistemas sociales como socio - culturales, porque no son simples asociaciones, sino,
además, porque el comportamiento de los actores debe ajustar a los mandatos de la
cultura, tanto material como no material.
La cultura no material, está constituida, en su mayor parte, por un enorme conjunto
de modos o formas de comportamiento exigibles a los miembros de la sociedad para
hacer posible la convivencia pacífica.
El imperativo de las normas vigentes instruye una acción compulsiva para obviar que las

69
tensiones internas del sistema social se deriven de la rumbo o dirección para el logro
de sus metas. El cultivo de la amistad de un grupo de amigos que sehayan organizado
para fines de recreación es la norma adecuada para impedir a los actores el desvío de
las metas del grupo en referencial.
La citada impulsión agrega José Mejía, se denomina Control social:
“Para que el control social pueda operar es necesario la existencia de normas de
comportamiento”.
En suma, los modos de comportamiento, culturalmente constituidos son los
siguientes:
Folkways: Forma correcta para lograr éxito. Ejemplo: La medicina
popular.
Mores: Forma correcta para adquirir aprobación social. Ejemplo. La
cortesía.
Tabús de: Prohibiciones y de exterminio. Ejemplo. Los tabús sexuales.
Roles o Papeles Sociales: Forma correcta del desempeño del papel social
adherido a los status adscritos o adquiridos. Ejemplo. El papel social de
esposa.

Los indicados elementos han creado sistemas normativos, que se complementany nos
indican la forma de comportamiento institucionalizado por la cultura, que tiene
carácter obligatorio y se nos impone mediante gratificaciones y sanciones. Hay dos
tipos de control social: El primero proviene de la cultura, y el segundo,de la sociedad.
El control social proveniente de la cultura es difuso, no sabemos quién nos controla,
pero tenemos conciencia que debemos comportarnos de cierta manera para no
hacernos acreedores a una sanción. En cambio, el control social, proveniente de la
sociedad, es racional e identificable.

Sabemos quién nos controla, quién nos exige el cumplimiento de los mandatos de los
sistemas normativos. Son nuestros padres, nuestros maestros, nuestros jefes
superiores en la burocracia de nuestro centro laboral, la policía del distrito, el prefecto
de Lima, el Ministerio de Economía y Finanzas, la Superintendencia Nacional de
Administración Tributaria, etc. a quienes conocemos o podemos llegar a conocer, a
quienes identificamos personalmente o podemos hacerlo, etc.

Empero, el control social, resultante de la cultura o de la sociedad, para que pueda


operar, necesita un requisito: la interiorización de las normas en la estructura de la
personalidad.

Es consecuencia, todos los sistemas socio-culturales existe y existirá siempre un


porcentaje, mayor o menor, de delincuencia y de otros comportamientos anómicos.
A continuación, abordaremos sucintamente los Códigos Normativos:
Las normas sociales, cuando se refieren a un determinado quehacer social, se
agrupan de suerte que puede hablarse de una especie de codificación espontánea que
es posible recoger para entender mejor la sociedad. Esta se encuentrainmersa dentro
de un enorme conjunto de normas que, como se ha dicho antes,constituyen el soporte
del orden social, tan necesario para la vida en comunidad. Dichos Códigos, por lo
general, son proclamaciones verbales, que se transmitenpor la tradición. Hay otros
que están escritos y, por lo general, forman parte delos libros considerados sagrados,
como la Biblia, el Corán, las Leyes de Manú,los Libros de Visnú, etc.
B) El Código de la Costumbre

70
Contiene normas de mayor difusión que los demás
Códigos. Las costumbres son emergentes, en el sentido que
no proviene de ninguna autoridad y se mantienen por
consenso de la comunidad donde aparecen.

C) El Código de la Religión

Al respecto, hay que hacer notar que no existe ni ha


existido ningún sistema social que no haya tenido una o
más religiones.
Todas las creencias religiosas conocidas suponen una
clasificación de las cosas en dos géneros opuestos, que
se denominan lo profano y lo sagrado. Dichos dominios
se han ubicado físicamente en dos planos diferentes:
acá, en mundo terrenal, opera lo profano; allá, o más allá del mundo de la vida, opera
lo sagrado.

Esto no quiere decir que el sujeto no pueda traspasar los límites de lo profano y lo
sagrado, pero para hacerlo es preciso que ocurra una metamorfosis que se logra
mediante ritos espaciales, como, por ejemplo, los ritos de iniciación que es una larga
serie de ceremonias que tienen por objeto introducir al joven a la vida religiosa para
hacerlo salir del mundo puramente profano, donde ha transcurrido su primera
infancia, para penetrar en el círculo de las cosas sagradas.
Continúa, José Mejía al abordar las principales religiones fundadas son las
siguientes: (2002:85)

 El Shintoismo, fundada por Laozi (siglos VI-V a.C.) Japón.


 El Taoísmo, fundada por Lao-Tsé (604-517 a.C.) China.
 El Confucianismo, fundada por Confucio (551-489 a.C.) China.
 El Budismo, fundada por Buda (567-483 a.C.). India.
 El Janismo, fundada por Vardamana (540-427 a.C.) India.
 El Zoroastrismo, fundada por Zoroastre o Zaratustra (628-551 a.C.) Irán.
 El Cristianismo fundada por Jesús, cuya fecha exacta de su nacimiento no se
ha podido establecer, pero marca el inicio del primer milenio de la era
cristiana. Murió el 7 de abril del año 30. Israel.
 El Islamismo, fundada por Mahoma (572-632 d.C.). Arabia.

Una idea que ha tratado de definir la religión es la de divinidad. Pero esta definición,
demasiado estrecha, tiene el defecto de identificar la religión con alguno de sus
desarrollos particulares. Es mejor plantear como definición mínima la creencia en
seres espirituales. Entendido por estos a sujetos conscientes, dotados de poderes
superiores a los que posee el común de los seres humanos. Esta definición incluye a
las almas de los muertos, a los genios, a los demonios tanto como a las divinidades
propiamente dichas. La única relación que podemos tener con seres de este tipo está
determinada por la naturaleza que se les atribuye.

D) El Código de la Moral

71
Es un tema obligado de toda filosofía pues necesariamente debe
abordar el problema de la moral en la sociedad porque es una de
sus condiciones de vida insoslayable. José Mejía, indica,
además, que hay tres sistemas de moral fundamentales, que son:

1.- La moral de Buda y de Jesús: Insisten en la igualdad entre varones y mujeres. Se


opone al mal sólo devolviendo el bien a cambio de él. Identifican la virtud con el amor
y, en política, consideran que una democracia ilimitada es éticamente superior.

2.- La moral de Maquiavelo y Nietzsche: Que destacan las virtudes masculinas, aceptan
la desigualdad entre los seres humanos, predican el júbilo, goce, alegría, placer por los
peligros del combate, de la conquista y del poder; identifican la virtud con la fuerza y
enaltecen una aristocracia hereditaria.

3.- La moral de Sócrates, Platón y Aristóteles : Aceptan la adopción de las virtudes


masculinas o femeninas y considera que sólo un espíritu preparado y maduro puede
juzgar, de acuerdo con las diversas circunstancias, cuándo ha de gobernar el amor y
cuándo la fuerza. Por consiguiente, identifican la virtud con la inteligencia y preconizan
la combinación de aristocracia y democracia en el gobierno de los pueblos.

E) El Código Totémico

Un tótem consiste en una cierta clase de objetos materiales a los que se profesa una
veneración supersticiosa, en la creencia que existe, entre el creyente y cada uno de
dichos objetos, una relación íntima, perfectamente delimitada. El tótem protege al
hombre y éste le prueba su veneración de diversas maneras. No lo mata si es animal;
no lo parte ni lo destruye, si es una planta. Un tótem no es nunca una individualidad
aislada, sino una clase de cosas, generalmente una especie de animales o de vegetales.

Existen varios tipos de tótems: El tótem de la tribu, que es común a todos sus
miembros y pasa de una generación a otra generación por vía hereditaria; el tótem
sexual, común a todos los varones y mujeres de la tribu; el tótem genérico que
pertenece exclusivamente a un sexo; y el tótem individual, propiedad de un solo
individuo y a cuyos herederos no puede transmitirse.

F) El Código de los Status-Roles

Los sistemas sociales poseen una estructura en cuyos niveles jerárquicos se


distribuyen los seres humanos, ocupando diversas posiciones diferenciales. Empero,
un status es un puesto dentro de la estructura social, de donde resulta que existen
innumerables puestos en los cuales se ubican las personas, sea por competencia, sea
por adscripción.
De este postulado, alega Bruce J. Cohen, los clasifica en dos clases:

a) Status Adscrito: Lo obtiene el individuo al nacer y fundamentalmente


es legado por el medio familiar del niño.

72
b) Status Adquirido: Es el proceso de alcanzar una posición social a
través deltrabajo y las capacidades desarrolladas por el individuo.

G) El Código Jurídico

Las normas jurídicas se fueron formando, gradualmente, dentro del Código de la


costumbre, como una manera de solucionar los litigios entre personas particulares
que pertenecían al mismo sistema social. En esta época, remota, como las aldeas eran
pequeñas y de otro lado, los grupos cazadores o agricultores tuvieron las mismas
características, las interacciones eran cara a cara y, de consiguiente, no existía vida
privada, de suerte que las paredes eran decristal, pues todo se sabía, por cuya razón
el control social proveniente de las demás normas sociales eran fuertes y la presión
de la cultura inflexible.
Además, los grupos sociales vivían dentro de un medio ambiente adverso, no sólo
por las características de su entorno sino, además, por la presencia de grupos
extranjeros con quienes mantenían relaciones beligerantes, razón por la cual un
primer interés colectivo fue el mantenimiento de la seguridad del grupo, que comenzó
siendo una costumbre y luego se convirtió en un derecho en beneficio del mismo y
con su oportuna penalidad.

Sociología crítica de la justicia

Uno de los fenómenos más intrigantes de la sociología política y de la ciencia política


contemporánea, es el reciente y siempre creciente protagonismo social y político de los
jueces: un poco por toda Europa y por todo el continente americano, los tribunales, los
jueces, el ministerio público, las investigaciones de la policía criminal, las sentencias
judiciales aparecen en las primeras páginas de los periódicos, en los noticieros de
televisión y son el tema frecuente de las conversaciones entre los ciudadanos. ¿Se trata
de un fenómeno nuevo o solo de un fenómeno que, aunque viejo, recoge hoy una nueva
atención pública? A lo largo del siglo XX y con altibajos en el tiempo, los jueces han sido
polémicos y objeto de un fuerte escrutinio público.

73
Basta recordar los tribunales de la República de Weimar después de la revolución alemana
(1918) y sus criterios dobles en el castigo de la violencia política de las extremas derecha
e izquierda; el Tribunal Supremo de los Estados Unidos y el modo como intentó anular
la legislación del New Deal de Roosevelt a comienzos de los años treinta; los tribunales
italianos de finales de las décadas de los sesenta y setenta que, a través del “uso alternativo
del derecho” buscaron reforzar la garantía jurisdiccional de los derechos sociales (Sense,
1978); el Tribunal Supremo de Chile y el modo como intentó impedir el proceso de las
nacionalizaciones llevado a cabo por Allende a comienzos de la década de los setenta.
Empero, estos momentos de notoriedad se distinguen del protagonismo de épocas
recientes en dos importantes aspectos. En primer lugar, en casi todas las situaciones del
pasado los jueces se destacaron por su conservadurismo, por el trato discriminatorio de la
agenda progresista o de los agentes políticos progresistas, por su incapacidad para seguir
los procesos más innovadores de la transformación social, económica y política, muchas
veces votados por la mayoría de la población.

En segundo lugar, tales notorias intervenciones fueron, en general, esporádicas, en


respuesta a acontecimientos políticos excepcionales, y en momentos de transformación
social y política profunda y acelerada. Por el contrario, el protagonismo de los jueces en
tiempos más recientes, sin favorecer necesariamente agendas o fuerzas políticas
conservadoras o progresistas tal como ellas se presentan en el campo político, parece
afirmarse en un entendimiento más amplio y más profundo del control de la legalidad,
que a veces incluye un control de la constitucionalidad, no solo del derecho ordinario
como medio para fundamentar una garantía más osada de los derechos de los ciudadanos
sino, también, de las decisiones económicas que toman las diferentes autoridades. Los
jueces deciden si determinada orientación económica es contraria a la constitución, y si
consideran dejarla sin efectos jurídicos, se genera un gasto fiscal inesperado. Lo anterior
lleva al ejecutivo a acusar a los tribunales de usurpar su autonomía a la hora de determinar
las políticas económicas.

Por otro lado, aunque la notoriedad pública exista en casos que constituyen una fracción
infinitesimal del trabajo judicial, ella es suficientemente recurrente para no parecer
excepcional y para que, al contrario, parezca corresponder a un nuevo patrón de
intervención judicial. Además, esta intervención, al contrario de las anteriores, ocurre más
en el ámbito criminal que en el civil, laboral o administrativo y asume su rasgo específico
al señalar la criminalidad dentro de la responsabilidad política, o mejor, la
irresponsabilidad política. Esta intervención poco se dirige, a diferencia de las formas
anteriores de intervención, a los usos del poder político y a las agendas políticas en que
este se convirtió.

Ahora se dirige a los abusos del poder y a los agentes políticos que los protagonizan. Sin
embargo, el nuevo protagonismo judicial comparte con el anterior una característica
fundamental: se traduce en un enfrentamiento con la clase política y con otros órganos de
poder soberano, en especial con el poder ejecutivo. Y por esto es que, tal como antes,
ahora se habla de la judicialización de los conflictos políticos. Si bien es cierto que en el
origen del Estado moderno el sector judicial es un poder político órgano de soberanía la
verdad es que solo se asume públicamente como poder político en la medida en que
interfiere con otros poderes políticos.

O sea, la política judicial, que es una característica madre del Estado moderno, solo se
afirma como política del sector judicial cuando se enfrenta en su terreno, con otras fuentes

74
de poder político. De ahí que la judicialización de los conflictos políticos no pueda dejar
de traducirse en la politización del sistema judicial. Como veremos más adelante, no es
la primera vez que este fenómeno se presenta, pero ahora ocurre de un modo diferente y
por razones diferentes. Siempre que se presenta este fenómeno, surgen tres preguntas
sobre los jueces: respecto de su legitimidad, respecto de su capacidad, y respecto de su
independencia. La pregunta de la legitimidad solo se hace en regímenes democráticos y
se refiere a la formación de la voluntad de la mayoría por vía de la representación política
obtenida electoralmente. Debido a que, en la gran mayoría de los casos, los magistrados
no son elegidos, se cuestiona el contenido democrático de la intervención judicial,
siempre que esta interfiera con el poder legislativo o ejecutivo. La pregunta de la
capacidad se dirige a los recursos de que dispone la justicia para llevar a cabo en forma
eficaz la política judicial. La capacidad de los jueces es cuestionada por dos vías: de un
lado, en un cuadro procesal fijo y con recursos humanos y de infraestructura relativamente
inelásticos, cualquier aumento “exagerado” de la búsqueda de intervención judicial puede
significar el bloqueo de la oferta y, en última instancia, redunda en la denegación de
justicia. De otro lado, los jueces no disponen de medios propios para hacer ejecutar sus
decisiones siempre que estas, para producir efectos útiles, presuponen una cuota activa
de cualquier sector de la administración pública.

En estos ámbitos, que son aquellos en que la “politización de


los litigios judiciales” ocurre con más frecuencia, la justicia
está a merced de la buena voluntad de servicios que no están
bajo su jurisdicción y, siempre que tal buena voluntad falla,
repercute directa y negativamente en la propia eficacia de la
protección judicial. La pregunta sobre la independencia de los
jueces está unida de manera íntima con las preguntas de la
legitimidad y de la capacidad. La independencia de los jueces
es uno de los principios básicos del constitucionalismo
moderno, por lo que puede parecer extraño que sea objeto de
cuestionamiento. Y en verdad, al contrario de lo que sucede
con la pregunta de la legitimidad, el cuestionamiento de la
independencia tiende a ser reivindicado por el propio poder
judicial siempre que se ve enfrentado con medidas del poder
legislativo o ejecutivo que las considera atentatorias de su
independencia. La pregunta de la independencia surge así en dos contextos: en el de la
legitimidad, siempre que el cuestionamiento de esta lleve al legislativo o al ejecutivo a
tomar medidas que el poder judicial entiende como mitigadoras de su independencia.
Surge también en el contexto de la capacidad, siempre que el poder judicial al carecer de
autonomía financiera y administrativa, resulta dependiendo de los otros poderes para
obtener los recursos que considera adecuados para el buen desempeño de funciones.

Las preguntas de la legitimidad, de la capacidad y de la independencia asumen, como


vimos, mayor agudeza en momentos en que los jueces adquieren mayor protagonismo
social y político. Este hecho tiene un importante significado, tanto por lo que muestra
como por lo que oculta. En primer lugar, tal protagonismo es producto de un conjunto de
factores que evolucionan históricamente, por lo que se hace necesaria una visión histórica
de la función y el poder judiciales en los últimos ciento cincuenta años a fin de poder
contextualizar la situación presente.

En segundo lugar, las intervenciones judiciales que son responsables de la notoriedad


judicial en cierto momento histórico constituyen una fracción ínfima del desempeño

75
judicial, por lo cual un enfoque exclusivo en los grandes asuntos puede ocultar o dejar
poco analizado el desempeño que en la práctica cotidiana de los jueces ocupa la gran
mayoría de los recursos y del trabajo judicial. Últimamente, el debate se ha centrado entre
una justicia protagónica que corresponde a las decisiones de los altos tribunales. Y una
justicia rutinaria que se dedica a los casos más comunes con un desempeño defectuoso,
pues muchas veces está amenazada por la delincuencia organizada, en el caso de países
con problemas crónicos de violencia; o no cuenta con los recursos necesarios para hacer
su trabajo adecuadamente, lo que se refleja, por ejemplo, en la escasa capacidad del juez
para ordenar práctica de pruebas. La consecuencia de esto es que los casos no se resuelven
de la manera más adecuada sino de la forma posible, es decir, con los elementos de juicio
que las partes alleguen al proceso.

El resultado es que el poderoso vencerá, ya que tiene más posibilidades de convencer al


juez que la parte más débil. En tercer lugar, el desempeño de los jueces, bien sea un
desempeño notorio o rutinario, en un determinado país o momento histórico concreto, no
depende solo de factores políticos, como las preguntas de la legitimidad, la capacidad y
la independencia parecen hacer creer. Depende de modo decisivo de otros factores y en
especial de los tres siguientes: del nivel de desarrollo del país y , por lo tanto de la posición
que este ocupa en el sistema y economía mundial; de la cultura jurídica dominante en
términos de los grandes sistemas o familias del derecho en que los comparatistas
acostumbran a dividir el mundo; del proceso político por medio del cual esa cultura
jurídica se instaló y se desarrolló (desarrollo orgánico, adopción voluntaria de modelos
externos, colonización, etcétera) Un análisis sociológico del sistema judicial no puede
dejar entonces de abordar las cuestiones de la periodicidad, del desempeño judicial de
rutina o de masa y de los factores sociales, económicos políticos y culturales que
condicionan de manera histórica el ámbito y la naturaleza de la judicialización del
conflicto inter-individual y social en un determinado país o momento histórico.

Sociología critica de la justicia en el periodo del Estado Liberal

Este período cubre todo el siglo XIX y se


prolonga hasta la primera guerra mundial.
El fin de la primera guerra mundial marca
la aparición de una nueva política del
Estado, la cual, sin embargo, en el ámbito
de la función y del poder judicial, conoce
poco desarrollo por lo que el período entre
las dos guerras es en este sentido un
período de transición entre el primero y
segundo período. En vista de esto, por su
larga duración histórica el primer período
es en particular importante para la
consolidación del modelo judicial
moderno. Este modelo se afirma en las
siguientes ideas:

1. La teoría de la separación de los poderes conforma la organización del poder político


de tal manera que, por su curso, el poder legislativo asume un claro predominio sobre los
demás, mientras el poder judicial es, en la práctica, políticamente neutralizado.

2. La neutralización política de poder judicial se obtiene a través del principio de

76
legalidad, es decir, de la prohibición de que los jueces decidan contra legem y, del
principio, conexo con el primero, de subsunción racional-formal, según el cual la
aplicación del derecho es una subsunción lógica de hechos a normas y, como tal, está
desprovista de referencias sociales, éticas o políticas. Así, los jueces se mueven en un
cuadro jurídico político preconstituido, frente al cual solo les compete garantizar en
concreto su vigencia. Por esta razón, el poder de los jueces es retroactivo o es accionado
de forma retroactiva, es decir, con el objetivo de reconstituir una realidad normativa
plenamente constituida. Por la misma razón, los jueces garantizan que el monopolio
estatal de la violencia sea ejercido con legitimidad.

3. Además de retrospectivo, el poder judicial es reactivo, o sea que solo actúa cuando es
solicitado por las partes o por otros sectores del Estado. La disponibilidad de los jueces
para resolver litigios es, de esta manera, abstracta y solo se convierte en una oferta
concreta de solución de litigios en la medida que haya una demanda social efectiva. Los
jueces no deben hacer nada para influir en el tipo y en el nivel concreto de la solicitud.

4. Los litigios de que se ocupan los jueces son individualizados en un doble sentido: tienen
contornos claramente definidos por estrictos criterios de relevancia jurídica y suceden
entre individuos. Por otro lado, la decisión judicial sobre un litigio solo es válida para el
caso en concreto al cual se aplica.

1. En la solución de los litigios se da total prioridad al principio de la seguridad


jurídica, fundada en la generalidad y universalidad de la ley y en la aplicación,
idealmente automática, que ella hace posible. La inseguridad sustantiva de futuro
resulta de esta manera contornada, ya sea por la seguridad procesal del presente
(observancia de las reglas del proceso), ya sea por la seguridad procesal del futuro
(el principio del caso juzgado o de la cosa juzgada). 6. La independencia de los
jueces reside en el hecho de estar total y exclusivamente sometidos al imperio de
la ley. Concebida así, la independencia de los jueces es una garantía eficaz de
protección de la libertad, entendida como vínculo negativo, o sea como
prerrogativa de no interferencia. La independencia se refiere a la dirección del
proceso decisorio y, por eso, puede coexistir con la dependencia financiera y
administrativa de los jueces ante los poderes legislativo y ejecutivo.

77
Esta caracterización de los jueces en el período liberal revela su diminuto peso político,
como rama del poder público, respecto de los poderes legislativo y ejecutivo. Estas son
las manifestaciones principales de esta política subordinada. Este período atestigua el
desarrollo vertiginoso de la economía capitalista luego de la revolución industrial y, con
él, la ocurrencia de traslados masivos de personas, el agravamiento sin precedentes de las
desigualdades sociales, la aparición de la llamada cuestión social (criminalidad,
prostitución, habitación, miseria, insalubridad, etcétera). Todo esto dio origen a una
explosión del conflicto social, de tan vastas proporciones, que fue en relación con ellas
que se definieron las grandes divisiones políticas y sociales de la época. Ahora bien, los
jueces quedaron casi totalmente al margen de este proceso, dado que su ámbito de función
se limitaba al microlitigio inter-individual, desligándose así del macrolitigio social.

Por la misma razón, los jueces quedaron al margen de las grandes luchas políticas acerca
del modelo o patrón de justicia distributivo que se adoptaría en la nueva sociedad, la cual,
de tanto romper con la sociedad anterior, parecía traer en su seno una nueva civilización
con la exigencia de nuevos criterios de sociabilidad. Confinados como estaban a la
administración de la justicia retributiva, tuvieron que aceptar como un dato los patrones
de justicia distributiva adoptados por los otros poderes. Fue así como la justicia retributiva
se transformó en una cuestión de derecho mientras la justicia distributiva pasó a ser una
cuestión política. Además, siempre que de forma excepcional los patrones de justicia
distributiva estuvieron sujetos al escrutinio judicial, los jueces se mostraron refractarios
a la propia idea de justicia distributiva, privilegiando de manera sistemática las soluciones
minimalistas.

Como sabemos, el Estado liberal, a pesar de haberse asumido como un Estado mínimo,
contenía en sí mismo las potencialidades para ser un Estado máximo y la verdad es que
desde temprano mediados del siglo XIX en Inglaterra y Francia, años treinta de nuestro
siglo en los Estados Unidos comenzó a intervenir en la regulación social y económica,
mucho más allá de los espacios del Estado gendarme. Siempre que esta regulación fue,

78
por cualquier razón, objeto de litigio judicial, los jueces se inclinaron por interpretaciones
restrictivas de la intervención del Estado.

Más allá de esto, la independencia de los jueces se afirmaba en tres dependencias férreas.
En primer lugar, la dependencia estricta de la ley según el principio de la legalidad, en
segundo lugar, la dependencia de la iniciativa, voluntad o capacidad de los ciudadanos
para utilizar a los jueces dado el carácter reactivo de su intervención y, en tercer lugar, la
dependencia presupuestal en relación a los poderes legislativo y ejecutivo en la
determinación de los recursos humanos y materiales considerados adecuados para el
desempeño cabal de la función judicial.

Podemos concluir que, en este período, su posición institucional predispuso a los jueces
para una práctica judicial técnicamente exigente pero éticamente floja, inclinada a
traducirse en rutinas y, en consecuencia, a desembocar en una justicia trivial. En estas
condiciones, la independencia de los jueces representa el otro lado de su desarme político.
Una vez neutralizados políticamente los jueces independientes pasaron a ser un
ingrediente esencial de la legitimidad política de los otros poderes, al garantizar que la
producción legislativa de estos llegara a los ciudadanos “sin distorsiones”.

Sociología critica de la justicia en el periodo del Estado del Bienestar

Las condiciones político-jurídicas antes


descritas comenzaron a alterarse, con
diferentes ritmos en los distintos países,
a finales del siglo XIX, pero solo en el
período de la pos segunda guerra
mundial surgió consolidada en los
países centrales una nueva forma
política del Estado: el Estado Bienestar.
No cabe aquí analizar en detalle este
Estado. Tan solo estudiaremos su
impacto en el ámbito sociopolítico de la
justicia.

1. La teoría de la separación de poderes colapsa, sobre todo en vista de la


preeminencia asumida por el poder ejecutivo. La gubernamentalización de la
producción del derecho crea una nueva instrumentación jurídica que, a cada
instante, entra en confrontación con el ámbito judicial clásico.
2. La nueva instrumentación jurídica se traduce en sucesivas explosiones legislativas
y, en consecuencia, en una sobre juridicidad de la realidad social que pone fin a
la coherencia y a la unidad del sistema jurídico. Surge un caos normativo que hace
problemática la vigencia del principio de la legalidad e imposible la aplicación de
la subsunción lógica.
3. El Estado del bienestar se distingue por su fuerte componente promotor del
bienestar, al lado del tradicional componente represivo. La consagración
constitucional de los derechos sociales y económicos, tales como el derecho al
trabajo y al salario justo, a la seguridad en el empleo, a la salud, a la educación, a
la vivienda, a la seguridad social, etcétera, significa, entre otras cosas la
juridificación de la justicia distributiva. La protección jurídica de la libertad deja
de ser un mero vínculo negativo para pasar a ser un vínculo positivo que solo se
concreta mediante servicios del Estado.

79
Se trata, en suma, de una libertad que lejos de ser ejercida contra el Estado, debe
ser ejercida por el Estado. El Estado asume así la gestión de la tensión que él
mismo crea, entre justicia social e igualdad formal, y de esa gestión están
encargados, aunque de modo diferente, todos los órganos y poderes de Estado.
4. Al ser la proliferación de derechos, por lo menos en parte, una consecuencia de la
emergencia en la sociedad de actores colectivos (organizaciones de trabajadores,
por ejemplo), la distinción entre litigios individuales y colectivos se hace
problemática en la medida en que los intereses individuales aparecen de una u otra
forma articulados con intereses colectivos.
Esta descripción sugiere de por sí que el significado sociopolítico de los jueces en
este período es muy diferente al que detentaban en el primer período. En primer
lugar, la juridificación del bienestar social abrió el camino hacia nuevos campos
de litigio en los dominios laboral, civil, administrativo, de la seguridad social, lo
que en unos países más que en otros se vino a traducir en el aumento exponencial
de la demanda judicial y en la acostumbrada explosión de litigiosidad.

Las respuestas que fueron dadas a este fenómeno variaron de país a país pero incluyeron
casi siempre algunas de las siguientes reformas: informalidad de la justicia;
reequipamiento de la administración de justicia en recursos humanos y de infraestructura,
incluyendo la informatización y la automatización; creación de juzgados especiales para
los pequeños litigios de masas tanto en materia civil como criminal; proliferación de
mecanismos alternativos de solución de los litigios (mediación, negociación, arbitraje);
varias reformas procesales (acciones de amparo, acciones populares, protección de
intereses difusos, etcétera).

La explosión del litigio dio una mayor visibilidad social y política a los jueces. Las
dificultades que en general tuvo la oferta de protección judicial para responder al aumento
de la demanda, agravaron seriamente el problema de la capacidad y de los temas ligados
con él como: la eficacia, la eficiencia y el acceso al sistema judicial.

En segundo lugar, la distribución de las responsabilidades de promoción del Estado por


todos sus poderes hizo que la justicia tuviera que encarar la gestión de su cuota de
responsabilidad política. A partir de ese momento estaba comprometida la simbiosis entre
independencia de los jueces y neutralidad política, que caracterizó el primer período. En
vez de simbiosis se produjo tensión, una tensión que potencialmente es un dilema.
En el momento en que la justicia social, bajo la forma de derechos, se enfrentó en el
terreno judicial con la igualdad formal, la legitimidad procesal-formal en que los jueces
se habían apoyado en el primer período entró en crisis. La consagración constitucional de
los derechos sociales volvió más compleja y más “política” la relación entre la
constitución y el derecho ordinario y los jueces fueron arrastrados entre las condiciones
del ejercicio efectivo de esos derechos. En este sentido, los efectos extra judiciales de la
actuación de los jueces pasaron a ser el verdadero criterio de evaluación del desempeño
judicial y, en esta medida, este desempeño dejó de ser exclusivamente retrospectivo para
pasar a tener una dimensión prospectiva.

El dilema en que se pusieron los jueces fue el siguiente: si continuaban aceptando la


neutralidad política venida del período anterior, perseverando en el mismo patrón de
desempeño clásico, reactivo, de microlitigio, podrían seguramente continuar viendo
pacíficamente reconocida su independencia por los otros poderes del Estado, pero lo
harían corriendo el riesgo de volverse socialmente irrelevantes y, con eso, podrían ser
vistos por los ciudadanos como dependientes, de hecho, de los poderes ejecutivo y

80
legislativo. Por el contrario, si aceptaban su parte de cuota de responsabilidad política en
la actuación de promoción del Estado en especial a través de una vinculación más estrecha
del derecho ordinario a la constitución, para garantizar una protección más eficaz de los
derechos de la ciudadanía corrían el riesgo de entrar en competencia con los otros poderes
y de comenzar, como poder más débil, a sufrir las presiones del control externo, sea de
parte del poder ejecutivo o del poder legislativo, presiones ejercidas típicamente por una
de estas tres vías: nombramientos de los jueces para los tribunales superiores, control de
los órganos del poder judicial y gestión presupuestal.

La independencia de los jueces solo se convirtió en una verdadera e importante cuestión


política cuando el sistema judicial, o algunos de sus sectores, decidieron optar por la
segunda alternativa. La opción por una u otra alternativa fue el resultado de muchos
factores que difieren según el país. En algunos casos, la opción fue clara e inequívoca
mientras en otros se transformó en un objeto de lucha al interior del poder judicial.

Sin embargo, puede afirmarse, en términos generales, que la opción por la segunda
alternativa y por la consecuente politización del sistema de garantías judiciales, ocurrió
con mayor probabilidad en países donde los movimientos sociales por la conquista de los
derechos eran más fuertes, bien sea en términos de implantación social o bien términos
de eficacia en la conducción de la agenda política. Por ejemplo, en los años sesenta, los
movimientos sociales por los derechos cívicos y políticos en los Estados Unidos tuvieron
un papel decisivo en la judicialización de los litigios colectivos en el dominio de la
discriminación racial, del derecho a la vivienda, a la educación y a la seguridad social.

A comienzos de la década de los setenta, en un contexto de fuerte movilización social y


política, que además atravesó al propio sistema judicial, Italia fue escenario de una lucha
por las alternativas en el interior del propio poder judicial. Los sectores más progresistas,
ligados a la Magistratura Democrática, protagonizaron, a través del movimiento por el
uso alternativo del derecho, el enfrentamiento de la contradicción entre igualdad formal
y justicia social. En otros países las opciones fueron menos claras y las luchas menos
reñidas, variando mucho su significado político. Por ejemplo, en los países escandinavos
la corresponsabilidad política de los tribunales fue un problema menos agudo, dado el
alto desempeño promotor de otros poderes del Estado del bienestar.

Siempre que tuvo lugar, la pérdida de neutralidad política de los jueces, tomó varias
formas. Asumir la contradicción entre igualdad formal y justicia social significó que, en
litigios interindividuales en que las partes tuvieron condiciones sociales muy desiguales
(patronos-obreros, dueños-inquilinos), la solución jurídico-formal del litigio dejó de ser

81
un factor de seguridad jurídica para pasar a ser un factor de inseguridad jurídica. Para
obviar tal efecto, fue necesario profundizar el vínculo entre la constitución y el derecho
ordinario por medio del cual se legitimaron decisiones prater legem, o incluso contra
legem, en lugar de las decisiones restrictivas, típicas del período anterior. El mismo
imperativo llevó a los jueces a adoptar posiciones más activas que contrastan con las
posiciones reactivas del período anterior en materia de acceso al derecho y en el ámbito
de la legitimidad procesal para solicitar la protección de intereses colectivos y difusos.
La misma constitucionalidad activa del derecho ordinario llevó a veces a los jueces a
intervenir en el ámbito de la inconstitucionalidad por omisión, ya sea suprimiendo la falta
de reglamentación de las leyes o presionando para que ella tuviese lugar.

El enfoque privilegiado en los efectos extrajudiciales de la decisión, en detrimento de la


corrección lógico-formal contribuyó a dar una mayor visibilidad social en los medios de
comunicación a los jueces, potenciada también por la colectivización del litigio. En la
medida en que, al lado de las decisiones que afectaban a unos pocos individuos hubo
decisiones que afectaban a grupos sociales vulnerables, tales como los trabajadores, las
mujeres, las minorías étnicas, los inmigrantes, los niños en edad escolar, los viejos que
necesitan cuidados o los enfermos pobres que necesitan atención médica, los
consumidores, los inquilinos etcétera. El desempeño judicial pasó a tener una importancia
social y un impacto en los medios de comunicación que naturalmente lo convirtió en un
objeto de controversia pública y política. La controversia siguió el carril de las tres
cuestiones señaladas más arriba: la legitimidad, la capacidad y la independencia.

82
83
UNIDAD 4

ESTUDIO SOCIOLÓGICO DE MODELOS DE RACIONALIDAD JURÍDICA

4.1 Cuestiones Metodológicas de la Sociología Jurídica


4.1.1Problemática metodológica de la Sociología jurídica
4.1.2 Papel de los Principios, Información Documental e Indagación Fáctica
4.2 Estudio sociológico histórico de modelos de racionalidad jurídico
4.2.1 Causa y efecto
4.2.2 El paradigma causa-efecto en el mundo jurídico clásico
4.2.3 El paradigma acción-reacción en el mundo jurídico moderno
4.2.2 Montesquieu y Adam Smith: la introducción de las ideas
de Isaac Newton en el derecho
4.3 Función finalista de la Sociología Jurídica
4.4 Tareas de la Sociología Jurídica
4.5 Hacia una concepción intercultural Natural de los Derechos Humanos

84
Cuestiones Metodológicas de la Sociología Jurídica

Problemática metodológica de la Sociología Jurídica


En razón a este tema Luis Molina indica:

“El problema metodológico de la Sociología Jurídica reside, en


buena parte, en el hecho de que se trata de una "ciencia de
frontera". ¿Y en qué consiste ser una "ciencia de frontera"?, en
que está situada entre la norma y la realidad”.

De lo expresado ultra supra, se deduce que los métodos de la


Sociología Jurídica hayan de ser los de la Sociología General,
aunque, eso sí, combinadamente singularizados, lo cual tendrá su
reflejo en la metodología.
Recordemos que Max Weber, en relación con el desarrollo de la metodología
sociológica, situaba el problema central de la misma en la difícil consecución de la
objetividad. Para lograrla parecen necesarias.
Al respecto, Pietro Rossi, deduce las siguientes consideraciones:

a) Las Ciencias Histórico-Sociales no deben recurrir a presupuestos que


impliquen una toma de posición valorativa.
b) Las Ciencias Histórico-Sociales deben verificar sus propios asertos
recurriendo a la explicación causal.

Por lo tanto, las Ciencias Histórico-Sociales pueden, ciertamente, tomar sus temas de la
vida político-social, y contribuir a la orientación ideológica con la solución de
determinados problemas, pero su investigación debe ser objetiva.
Empero, no deben expresarse asientos de valor, pues el plano en que nos meneamos no
es el de la validez ideal de los valores, sino simplemente el de la existencia del hecho;
se trata de una indagación de los valores en su raíz histórica. La investigación científica
de carácter sociológico es independiente de una toma de posición valorativa: Examina
lo que es, no determina lo que debe ser. Entre las Ciencias Sociales y el juicio de valor
existe una variedad tajante, una medida de encadenamiento.
Al Levantar velas en esta plataforma, Max Weber adopta la distinción de
Heinrich Rickert entre juicio de valor y relación de valor:

“Las Ciencias Sociales no aceptan en su contorno ninguna


valoración práctica, sino que están en similitud, perfectamente
teórica, con los valores que concretan su objeto dentro de la
mixtura de los datos empíricos. No obstante, la relación de valor
no es un principio de apreciación sino un principio de
selección: Se esgrime para determinar un campo de investigación
dentro del cual la indagación resulta de manera objetiva con el
propósito de lograr la elucidación causal de los fenómenos.”

Empero, para Max Weber la referencia del dato empírico a


los valores no simboliza una garantía absoluta, y la selección
entre la multiplicidad de los datos está dirigida por criterios que
no son universales y forzosos, sino que son a suvez la secuela
de una discriminación. No recayendo sólo sobre el dato empírico, sino también sobre los
valores a los cuales es reseñado, y el procedimiento de las Ciencias Sociales aparece

85
enmarcado dentro de una extensión selectiva cardinal. La proporción con los valores pasa
a escoger la particular dirección del interés cognoscitivo que agita la investigación, o
sea, la concreta óptica que ésta afilia,delimitando su campo. Aun cuando, las disciplinas
concernientes al edificio del conocimiento histórico no tengan un perímetro fijado a
priori, sino que locompongan con base en un concreto punto de vista o en un agregado
deperspectivas. La unión interna de sus investigaciones y, aún más, su trato con otras
materias tiene ya un cimento no sistemático sino incierto. En tal sentido, la cultura,
antes que formar un campo de investigación acordado de una vez parasiempre mediante
la reseña a valores universales y obligatorios, se reconcilia en un complejo de campos
de investigación autónomos, regularizados entre sí de una manera que varía con el
desarrollo histórico de las disímiles disciplinas.Ergo, el problema de la explicación
causal, en la superficie de las CienciasSociales, obtiene una nueva apariencia.
De esa forma, alude:
“Si la ciencia natural revela los fenómenos relatándolos a un sistema de leyes generales,
y las Ciencias Histórico-Sociales, por el contrario, quieren expresarlosen su singularidad
y, por consiguiente, en el proceso específico del cual surgen”.

También, ¿Cómo es posible esta forma de explicación de un objeto histórico, y mediante


qué procedimiento es posible llegar a ella?
Además, la explanación de un objeto histórico, en los hechos, enreda una selección
dentro de la multiplicidad del dato empírico y de las infinitas relaciones que atan a cada
uno de sus elementos con otros, también infinitos. Ya que el conjunto de las relaciones
de causa y efecto, de las que depende la ocurrencia de un fenómeno, es conceptualmente
interminable, el campo de investigación debe ser encuadrado sobre el pedestal de una
opción, la cual se topa atada a la perspectiva fijada desde que se efectúa la indagación.

La ilustración se limita, en corolario, a una serie finita de dispositivos basados, en cada


caso, en un cierto punto de vista, y de este modo se despliega siguiendo una orientación
individual de relaciones entre los fenómenos, cercada de las otras viables trayectorias
de investigación. Llegando al proceso de "imputación" de un suceso a sus "causas",
acorde a su disposición en las Ciencias Sociales.

Sin embargo, se presenta el aprieto de la eventualidad de cotejar empíricamente la


"imputación", es decir, la intrepidez de una relación de causa y efecto en forma
individual: una vez determinada una serie concreta de relaciones sobre la base de una
selección, ¿Cómo es viable establecer que ellas y no otras han conducido al suceso del
fenómeno a explicar?
Ante ello asevera Max Weber:

“La demostración solamente puede efectuarse mediante la construcción de un proceso


hipotético, diverso posterior comprobación entre el proceso real y el proceso
hipotéticamente construido” del proceso real por la exclusión preliminar de uno o varios
elementos.
En efecto, la exclusión de tal elemento conduce a la construcción de un proceso posible
más o menos diferente del proceso real, debiendo colegirse que su jerarquía causal en el
proceso en materia es mayor o menor.

El cotejo entre el proceso cimentado hipotéticamente y el proceso real accede instituir,


en cada caso, la calidad causal de cierto elemento con referencia al fenómeno que debe
ser revelado, y siendo las raíces así aclaradas no son ya todas las causas del hecho en
razón, sino sólo las circunstancias concretas siguiendo cierta dirección de la
investigación, correlativa a la adopción de un punto de vista específico; igualmente
86
admite divisar que el nexo de causalidad acepta una serie de grados que van desde la
"causalidad adecuada" hasta la "causalidad accidental.

Con esta doble limitación, Max Weber abandona el modelo tradicional de explicación
causal, para pasar a un esbozo hermenéutico que ya no es casual, stricto sensu, sino
eventual.
En definitiva, cuando se colocan una serie finita de fenómenos (disímil en anuencia con
la perspectiva de la investigación) de la cual depende un cierto fenómeno considerado
en su individualidad, las Ciencias Sociales no fundan sus factores concluyentes, sino que
abrevian un cierto grupo de situaciones que, junto con otras, lo tornan viable.
En resumen, la relación de causa a efecto, descifrada como relación forzosa, es
suplantada por una relación de condicionamiento. Si desde el punto de vista del modelo
clásico de ilustración causal podía darse por explicado cierto fenómeno si y sólo si
habían sido descubiertos en su totalidad los factores determinantes de su ocurrencia, en
el ámbito del esquema explicativo condicional existe el riesgo de diversos órdenes de
explicación, en relación con la diversidad de los puntos de vista que indican la dirección
de las relaciones inquiridas. En consecuencia, se determina el horizonte metodológico
en el perímetro sociológico general y, típicamente, en el del examen de los fenómenos
jurídicos.
Por lo tanto, la Sociología y en específico la Sociología Jurídica, entiende que el
derecho es tenido por objeto y no tiene que ver con la dilucidación del contenido
"objetivo", racionalmente correcto, de "preceptos jurídicos", sino con un actuar,
respecto de cuyos determinantes y de cuyos efectos, ciertamente, recubren a la par
categoría, entre otras, las representaciones de los hombres acerca del "sentido" y del
"valor" de determinados preceptos jurídicos.

Y, por ello, Rafael Márquez sentencia:

“La Sociología Jurídica tiene en cuenta la probabilidad


de la difusión de tales representaciones y la reflexión
sobre la preponderancia en la mente de los hombres,
bajo circunstancias determinadas, de ciertas
representaciones, empíricamente precisadas en cada
caso, relativa al sentido de un precepto jurídico y su
influencia en el actuar”.

En último lugar, los procedimientos empleados por la


Sociología Jurídica están presididos por unos principios
comunes, entre ellos dos fundamentales: La regla de
objetividad (propósito esencial y común de la
Sociología General y de la Jurídica), y el método
histórico-comparativo (éste de carácter variado y de
cuidado largamente reformado). Pero el método, lato
sensu, se extiende en una disparidad de métodos
exclusivos que, a su vez, suelen dar lugar a técnicas
disímiles.

Finalmente, los medios de investigación, alcanzando una codificación conservadora


cómoda para todas las ciencias, pueden situarse en dos grandes sectores: La observación
stricto sensu y la experimentación. Además, dentro del examen, de indudable
preeminencia, cabe diferenciar la observación intensiva y la observación casuística.

87
Papel de los Principios, Información Documental e Indagación Fáctica

Hemos acertado dos principios cardinales: la regla de objetividad y el método histórico-


comparativo. Notemos, primero, lo relativo al principio de objetividad, tan destacado, entre
otros por Max Weber, como propósito sustancial de la actividad sociológica.

El insigne Emili Durkheinm, al tratar el problema metodológico


de la Sociología, y en directa aplicación a la Sociología Jurídica,
llegó a decir: tratar los hechos sociales como cosas. De ahí que la
Sociología Jurídica, injertando a ella la expresión, tenga como
paradigma el tratar el derecho como una cosa. Frente al
dogmatismo excluyente, nuestra ciencia se consagra al
conocimiento del derecho no como derecho sino como una cosa
o, con mayor precisión, una multiplicidad de cosas y de
fenómenos, que observa desde fuera.

Sin duda, caben dos maneras distintas de entender la objetividad:


como materialidad y como imparcialidad. La razón material es particularmente científica
y en el sentido de imparcialidad es acusadamente moral. Ambos, desde luego, son
resaltantes para el Sociólogo.

La materialidad, para la Sociología, simboliza que esta disciplina debe prescindir,


respecto de los fenómenos analizados, de todo lo que tenga un carácter personal (no
general), o cabalmente interior (que no despeñe bajo la apreciación de los sentidos),
aunque, de inmediato, haya que aseverar que esta actitud debe ser esmeradamente
combinada.

Así, la reinante Sociología Jurídica quedaría descomunalmente cercenada, en su


panorámica, si separáramos los juicios y los contextos. Pero sucede que los juicios son
arduamente separables de la persona del juzgador y de las personas adversarias, y los
escenarios jurídicos tienen, sin parvedad de cuantiosa insistencia, un indiscutible
gravamen de interioridad.

Por lo tanto, para poseer un perfil completo del derecho resulte útil la inclusión de
fenómenos subjetivos en el campo de observación. La Sociología Jurídica, habrá de
tener en cuenta estos fenómenos subjetivos, aunque desde los ángulos en que se
materialicen razonablemente y se deslinden de sus expresiones puramente individuales
y psicológicas. Por ejemplo, si observamos el fenómeno del Pandillerismo, tendremos
que operar, más que con base en la personalidad de estos "desviados", sobre signos
objetivos de substitución, tales como niveles educativos y sus secuelas, condiciones
vivenciales, seno familiar, entre otros.
En cuanto a la imparcialidad, no le falta razón a Jean Carbonnier cuando asevera:
“Su exigencia es obviamente manifiesta. El Sociólogo de procedencia jurídica tiene
necesidad de hacer un considerable esfuerzo para prescindir de todos sus prejuicios
técnicos. Tiene que dejar de referirse a "su derecho", tanto al natural como al positivo,
y en relación con éste eliminar todo posible automatismo”.
Seguidamente alega:
“Debe acostumbrarse, también, a considerar con el mismo ojo agnóstico el derecho, los
hechos e incluso la violación del derecho, verbigracia: El triple ejemplo en relación al
matrimonio, la unión libre y el adulterio), aunque por parte de la Sociología estricta le
sirva de alivio el hecho de que el estudio de la violación del derecho no supone ningún
88
juicio estimativo de la misma, e incluso que la reprobación manifestada por la sociedad
ante aquélla, forma parte del fenómeno advertido, pero no del observador.
Además, ello tiene una indiscutible relación, en función de un sistema jurídico concreto,
con la condición a adoptar ante el mismo, actitud que se manifiesta en dos corrientes
principales denominadas por el genial Recasens Siches: "fuerzas conservadoras y
fuerzas renovadoras en el derecho".

De allí que comprobadas tendencias de la Sociología moderna imputan un subjetivismo


desmedido, pero ello no es incompatible con la indagación científica, y lo que han hecho
es dar lugar al nacimiento de nuevas técnicas: Tal es el caso de la observación
participante, es aquella en la que el investigador intenta incorporarse al medio puesto en
la mira aceptando, aun cuando sea provisionalmente, sus repertorios de comportamiento
y sus patrones de existencia, y en la que el resultado viene precedido de una ordenación
de las impresiones. Junto a ella se encuentra la encuesta novelada en la que, empleando
la imaginación, el autor recrea la situación jurídica sometida a estudio.

De otro lado, concurre igualmente la posibilidad, en el campo de la Sociología Jurídica,


de la llamada encuesta contradictoria (en contraposición a la unilateral),en la que dos
equipos de investigadores efectúan una encuesta y una contra encuesta, previa
delimitación de las convicciones de cada grupo. No hay necesidad, en este
procedimiento, de que un tercero actuante de árbitro establezca inferencias. La opinión
pública sancionaría los resultados, y abrazaría la probable eventualidad de conservar
abierta la encuesta contradictoria por tiempo incierto.

En esa línea afirma Rafael Márquez:

“Por lo que hace al método histórico comparativo, hay que señalar que, desde el punto
de vista de la sociología jurídica, interesa en su totalidad, y en este sentido viene a
configurarse como el "compendio metodológico de la Sociología del Derecho".
Empero, el citado método se surge más que como un instrumental de investigación
independiente y con una doble actitud intelectual, acorde a la que puedan ser tratados
los datos preliminarmente atesorados por cualquier otro método.
En consecuencia, la actividad a realizar es doble; la referencia histórica no es inútil, ya
que destaca la presencia, en este método, de un aspecto histórico no necesariamente
comparativo. El estudio de una institución o de un sistema jurídico en su continuidad,
puede llevar, por sí solo, a una explicación causal, o si se quiere, como indica Max
Weber:

“Al conocimiento de los "condicionamientos". El campo histórico y el comparativo no


son, no tienen por qué ser incomunicables, ya que la historia puede ser comparativa, y
la comparación puede ser diacrónica, aunque, en aras de la claridad, conviene un
brevísimo examen de las dos facetas”.

En suma, el ciclo histórico del método en su


aplicación a la Sociología Jurídica consiste
ceñidamente en pretender un conocimiento
racional de los fenómenos jurídicos, pero con la
particularidad de que estos fenómenos no son
referidos a una instantánea correspondiente y a un
cierto estadio de derecho, sino tanteados
cronológicamente en su evolución.

89
Se trata de una definición explicativa, pero de naturaleza especial, ya que, en vezde
procederse por inducción, como en la faceta comparativa, partiendo de una pluralidad
de observaciones idénticas, se exterioriza en una relación única entre dos fenómenos
sucesivos (por ejemplo, dos instituciones), acreditándose que uno de los fenómenos, por
las transformaciones sobrevenidas, ha originado al otro.

Esta aplicación causal, calificada por Jean Carbonnier:

“Como genética, supone, en Sociología Jurídica, un valor


probatorio, para explicar una regla jurídica semejante al de
la, etimología, en lingüística, para explicar una palabra”.

Y prosigue: ¿Cuál sería, la distinción entre el método


histórico utilizado por la Historia del Derecho y el
esgrimido por la Sociología Jurídica? Por ejemplo, al tratar
de las causas que dieron umbral a una ley, la Historia del
Derecho se interesará por el monarca que la promulgó o por
el Congreso que la aprobó. La Sociología Jurídica intimará
de llegar hasta el legislador, desde la óptica sociológica,
vale decir, hasta las fuerzas impersonales, las necesidades
sociales, económicas, políticas, morales, religiosas, etc.,
que determinaron la promulgación del cuerpo legal; y los
efectos de la ley además darán lugar a una diversificación: La Historia del Derecho, se
inquietará de las resultancias estrictamente jurídicas (reacciones de las jerarquías
judiciales, interpretaciones, reformas o, de plano, la derogación, abrogación o
subrogación), y nuestra Sociología Jurídica se ocupará de los efectos sociales, en sentido
amplio, tales como la intransigencia de la opinión pública, conculcación de las
costumbres, secuela económica, eficacia o ineficacia, etc.

Como vemos, la misma fase histórica del método histórico-comparativo, posee siluetas
nítidamente resaltantes.
En seguida, la faceta comparativa requiere un previo cotejo de carácter lógico, entre los
términos, es decir, entre los fenómenos jurídicos observados. La comparación sobraría
de sentido si se hiciera entre dos fenómenos esencialmente heterogéneos, y sería de
ineptitud notoria entre dos fenómenos idénticos (no obstante, en este caso, tendría cierto
provecho si se presentara de dos momentos periódicos del mismo fenómeno).
Ciertamente, la semejanza o desemejanza no es a nivel nominal, sino en función de una
tipología bien establecida. Una vez fundada la premisa previa de homogeneidad, la
comparación puede hacerse, y surealización puede ser más o menos sistemática.

El asunto, ha de orientarse Según George Gurvitch :


“Desde la Sociología Sistemática del Derecho tiene como tarea
fundamental el estudio de las relaciones funcionales entre
realidad social y clases de Derecho.”
Es forzoso diferenciar visiblemente, extiende el socio jurista
francés:
“Entre clases de derecho, estructuras de derecho y sistemas de
derecho, ya que constituyen sólo las unidades colectivas reales,
es decir, los grupos dan nacimiento a órdenes jurídicos, que
representan la síntesis y equilibrio entre diferentes clases de
derecho. La analogía es perfecta con la estructura de cualquier

90
grupo constituido por síntesis y equilibrio entre diferentes clases de sociabilidad.”

Inmediatamente, sólo las sociedades totales, o sea, la síntesis y equilibrio entre la


multiplicidad de grupos, preñan sistemas de derecho; en estos sistemas compiteny se
ordenan diferentes estructuras de derecho, cada una de las cuales, a su vez, representa
una síntesis de diferentes clases de derecho. Verbigracia: El Derecho Tributario, el
Derecho Laboral, el Derecho de Familia, etc., son sólo estructuras de derecho dentro de
las que compiten y se combinan diferentes clases de derecho. Por su parte, el Derecho
Anglo americano, el Derecho Musulmán, El Derecho Oriental etc., son sistemas
jurídicos en los que varias estructuras de derecho se oponen y buscan armonía. Estas
simbolizaciones comparativas proyectan formidable irradiación sobre la problemática
general de la Sociología Jurídica.
De otro lado, en el aspecto de la información documental, advierte Rafael Márquez:
“Un documento, para los efectos que aquí nos interesan, puede ser tanto un libro,como
un escrito, una pintura, e inclusive las grabaciones en cintas, documentos sonoros, y en
soportes electromagnéticos, etc.”

Empero, la relevancia de los documentos, en la Sociología Jurídica, no depende del


carácter legal de los mismos, ya que puede ocurrir y de hecho así ocurre que documentos
no jurídicos tengan gran interés para nuestra disciplina.

El método a utilizar en la Sociología Jurídica en relación con los documentos es el


análisis de contenidos, que no presenta mayores dificultades y que se adapta
perfectamente a lo jurídico, ya que el derecho suele presentarse, en la mayoría de los
casos, en forma de textos.

Una vez fijado que hay documentos jurídicos stricto sensu, y documentos nojurídicos,
puede afirmarse otra distinción, directamente referida a su análisis, que es la de la
realización del mismo con criterio cualitativo (que es el básico), y con criterio
cuantitativo, al que cada vez más tiende la actividad sociológica vigente. El principio
fundamental a seguir en el análisis de los documentos jurídicos esque el mismo tenga
relación inmediata y directa con el derecho entendido en amplio sentido. Puede tratarse
de un juicio, de una pericia, de un acta notarial, deun contrato de carácter privado, de un
texto, de un expediente, de una exposicióndoctrinal, etc., e incluso, con mayor amplitud,
de un informe forense o de la sección jurídica de un periódico o revista, en formato papel
o electrónico.

Sin embargo, cualquiera que sea el documento en materia, hay dos fórmulas analíticas
de firme cumplimiento:

a) El documento jurídico ha de ser examinado con visión de Sociólogo y no de jurista


dogmático. Hay que indagar no la aplicación de una regla de derecho, sino la
manifestación de un fenómeno jurídico. El documento jurídico es significativo si nos
proporciona una reconstitución sociológica. Ejemplo: “Un contrato signado entre dos
grandes empresas nos puede dar una panorámica esclarecedora de determinadas
situaciones económicas, sociales, etc.”.
b) El documento jurídico debe ser considerado como un conjunto de signos, sociales,
pues el derecho, para la moderna filosofía de la ciencia, es un código de lenguaje y
no es equivalente objetivo de la realidad que trata de expresar. El investigador no
debe dejarse guiar por el sentido engañoso de algunos documentos jurídicos.

Luego, en el análisis de los documentos estrictamente jurídicos hay uno que reviste

91
excepcional importancia: el análisis sociológico de la Jurisprudencia. Se trata pues, de
un análisis del contenido, de los repertorios jurisprudenciales y de las crónicas
judiciales.

El análisis de la jurisprudencia es, ante todo, un estudio de casos jurídicos y, más


concretamente, de casos contenciosos, es decir, de casos sometidos a juicios. No
obstante, conviene aclarar que no todos los estudios de casos jurídicos, de casos
judiciales, son análisis de jurisprudencia, como los de los expedientes judiciales, en lo
que concierne al ámbito estricto de las Secretarías de los órganos jurisdiccionales.

Por su parte, la característica diferencial del análisis sociológico de la jurisprudencia


reside en un elemento específicamente formal, pero de singular relevancia en orden a
nuestra materia: el análisis recae sobre las sentencias publicadas en las compilaciones
jurisprudenciales.
Esa misma característica proporciona a los juristas un gran margen de acceso al mismo,
pero éstos lo elevan al rango de procedimiento de derecho dogmático, y su trasvase a la
Sociología Jurídica produce una vertiente, sustancial de orientación.

Además, un examen dogmático de la jurisprudencia, intenta un mejor conocimiento del


derecho positivo sistematizando las soluciones aportadas por las sentencias analizadas.
Los hechos pasan a un discreto segundo plano, cediendo su protagonismo para la debida
refinación abstractiva del derecho.
De otro lado, el examen sociológico, en cambio, pone bajo la lupa los hechos, porque
ellos son reveladores de un estado de costumbres. Sin embargo, el análisis societal no
puede limitarse solamente a los hechos del caso.
De esta manera, las pretensiones de los litigantes pueden tener un gran interés
sociológico, ya que pueden revelar ciertos convencimientos jurídicos en los implicados
en el juicio.
Lo mismo cabe afirmar de la decisión del juzgador. Indiscutiblemente, no interesa como
parte constitutiva del derecho positivo, sino como síntoma sociológico esencial; en
cierta medida, el sentimiento del derecho, revelado por un magistrado en su resolución,
puede irradiar las convicciones jurídicas "efectivas" de la población o disentir
grandemente de ellas.
Es innegable, pues, la importancia del análisis sociológico de la jurisprudencia. La
Sociología Jurídica demanda una investigación que, sin renunciar los datos
costumbristas expresos en los juicios valorativos, acceda aprisionar las relaciones
que influyen en él y que son injeridas por los fenómenos jurídicos.

Estudio sociológico histórico de modelos de racionalidad jurídica

U n aspecto primordial para comprender la vinculación entre la sociología y el


derecho en la actualidad es la aportación del método sociológico para analizar los
modelos de razonamiento jurídico. En este aspecto se debe considerar que la
sociología puede encabezar una investigación coordinada, pero no la agota. La metodología
de la sociología no permite descubrir que el saber jurídico en el mundo clásico es diferente
a la del mundo jurídico moderno. El estudio sociológico histórico permite mostrar cuáles
son los principios que sirvieron de fundamento en los distintos periodos. Veremos que
domina la relación causa-efecto en el mundo clásico, y la relación acción-reacción a partir
de la Ilustración. El derecho asumirá los patrones metodológicos de las ciencias sociales
ilustradas fundamentalmente el de la sociología cuando transite del modelo jurídico basado

92
en causas y efectos al de acciones y reacciones. Junto a esta investigación se pueden describir
significaciones filosóficas valorativas, que nos permitirán comprender su contexto. En esta
perspectiva, el estudio filosófico comparte su conocimiento, sin fusionarse ni con la
intención de ganar terreno sobre la sociología, pero logrando en el operador de las
metodologías un conocimiento complejo y con perspectiva, de tal manera que el saber social
puede vincularse de manera holística en la mente del científico social.
La relación causa y efecto (acción y pasión) es sin duda alguna el pilar del razonamiento
científico del mundo grecorromano y, por consiguiente, del razonamiento jurídico clásico.
Encontramos la imagen paradigmática de esta relación en la metáfora del sello que imprime
su huella en la cera. Las formas son causas de la materia y todo lo que se mueve en el mundo
es movido por otra cosa que lo informa. Este paradigma se quebrará cuando Isaac Newton
(1642-1727) formule un nuevo paradigma científico en el cual se sustituyen las causas y
efectos por acciones y reacciones. ¿Cuál es la distinción? Jean Starobinski (1920) la explica
de la manera siguiente:

Reactio, reagere, no forman parte del léxico


antiguo de la lengua latina. No aparecen como
testimonio en ningún texto de la antigüedad. Sus
elementos constitutivos, el prefijo re, el verbo
agere y el sustantivo actio preexistían sin duda
alguna, pero jamás formaron [los términos]
reagere y reactio. El antónimo de agere en latín
clásico es pati (padecer, sufrir); el antónimo de
actio es passio. Acción y pasión constituyen una
pareja de opuestos conceptuales mucho más
sólidamente establecida: esta pareja se hallaba presente en la lengua filosófica griega (poiein/
paskhein). Reagere advino mucho más tarde, entre los escolásticos, en parte para reforzar
“sufrir”, pati y para darle un aspecto activo. Se formó porque estaba hecho de la misma
materia que agere. Es una especie de sombra suya o réplica invertida. Es, por tanto, un
término derivado (correlacionado), al que el prefijo re que precede al verbo le aportó una
determinación antagónica, espacial y temporal. Antagónica: no hay reacción que se oponga
a la acción. Espacial: se considera espontánea a la reacción como si repeliera una acción.
Mientras que en la racionalidad griega clásica las causas hacen padecer sus efectos en los
cuerpos, para los modernos toda acción genera una reacción o acción de respuesta,
directamente proporcional y de forma inversa en dirección contraria. Es una misma fuerza
activa pero opuesta. Esta distinción es funda- mental para diferenciar los parámetros de la
ciencia clásica griega y la ciencia moderna de influencia newtoniana. Empecemos por
comprender la primera.

Causa y efecto

La relación causa-efecto fue consolidada como modelo de razona- miento científico a partir
de los escritos de Aristóteles (384-322 a.C.). Para este autor la legítima ciencia y el
conocimiento verdadero consisten en darse cuenta de las causas que explican el
comportamiento de las cosas, de su naturaleza y, por consiguiente, de por qué el objeto no
puede comportarse de modo diferente de lo que es. De ahí que se definiera la ciencia como
el “conocimiento cierto por sus causas”. En esto se fundamentó la idea de que “todo lo que
se mueve es movido por otro”; es decir, los fenómenos que acontecen en el mundo son
efectos o padecimientos provocados por una fuerza causal que informa a los individuos que
las padecen. En ello también se basa la teoría hilemórfica de Aristóteles, a partir de la cual
se sostiene que la materia padece la forma que se le impone causalmente. De este modo, la

93
forma cambia la sustancia de la materia. Desde esta perspectiva, todos los eventos o
movimientos que percibimos son efectos de algo generado por una causa distinta al cuerpo
que padece y manifiesta los efectos de la causa.
Si todo lo que está en movimiento tiene que ser movido por algo, y si lo que mueve tiene
que ser movido a su vez por otra cosa o no, y si es movido por otra cosa movida tiene que
haber un primer moviente que no sea movido por otra cosa, mientras que si éste es el primer
moviente no tendrá necesidad de un movimiento intermedio que sea también movido (pues
es imposible que haya una serie infinita de movientes movidos por otro, ya que en una serie
infinita no hay nada que sea primero); por lo tanto, si toda cosa en movimiento es movida
por algo, y si lo que primero mueve es movido, aunque no por otra cosa, entonces tiene que
moverse por sí mismo.

Para los peripatéticos o seguidores de Aristóteles, los cuerpos celestes como la Luna y los
planetas que vemos moverse, en realidad lo hacen por- que hay una causa superior que lo
provoca. Un primer motor inmóvil que lo mueve todo sin ser movido, o se mueve a sí mismo.
Ninguno de los planetas ni de los astros celestes se desplaza por su propia fuerza. Sin
embargo, la fuerza que reciben se traslada en medida diferente a cuerpos que están en un
nivel inferior; de ahí la idea de que los seres materiales terrestres sean movidos por las
fuerzas superiores de los cielos. Esta idea, que encuentra su principio en la relación causa-
efecto, es aplicada también en el resto de los saberes, incluidos la política y el derecho.

En el antiguo mundo griego y romano, se creía que los dioses y las fuerzas celestes ejercían
su poder sobre la Tierra. Eran causas que producían efectos en los seres terrestres. Había
dioses que aplicaban estas fuerzas en las familias y también en las ciudades. Por ejemplo, la
diosa tutelar de Atenas era definitivamente Atenea. He aquí el origen y la razón del primer
pensamiento jurídico romano en el colegio de pontífices. El selecto grupo de místicos,
conocedores de las influencias celestes determinaban lo justo e injusto en orden al calendario
que señalaba los días fastos y los nefastos. Todo cuanto fuera justo o injusto tenía una
primera razón sideral que se interpretaba en la contemplación de los cielos.
En estas civilizaciones se concebía la idea de que cierto grupo de personas tenían la facultad
de influir en las divinidades para direccionar sus energías. En Roma, por ejemplo, los pater
familias podían hacer sacrificios y presidir los ritos religiosos de tal manera que orientaran

94
las fuerzas divinas. Su facultad su poder para interceder ante lo divino era transmitido sólo
a sus primogénitos. De este modo, las causas celestes surtían efectos en ciertas personas y
éstas, a su vez, en el resto del mundo. Al ser ellos mismos causas, podían producir efectos.
Desde este parámetro, las razones de todo se deducían. Todo tenía un orden objetivo,
persistente y universal. Por esta razón, la cultura occidental se desarrolló con el fi n de
conocer y direccionar las fuerzas naturales; direccionar los efectos de las causas naturales
del orden establecido.

Para la mentalidad romana, la religión consistía en un intercambio de favores entre los


hombres y los dioses, muy próximo a la reciprocidad de las obligaciones jurídicas. El
carácter formal era común a los antiguos actos jurídicos y a los actos religiosos: tanto unos
como otros producían sus efectos a causa de su propia forma, pues ésta no se limita a un fi n
probatorio o de constancia, sino que es propiamente constituyente del Derecho.

Los comportamientos de orden social siguen esta misma lógica establecida en el orden
natural de las causas y los efectos. Desde el punto de vista aristotélico, la razón humana es
capaz de comprender el orden natural de las cosas, pues todo tiene un sentido natural de
comportamiento a partir de la causa que lo ha generado. De este modo, todos podemos
percibir a futuro las consecuencias naturales de cualquiera de los actos o acciones
promisorias que se presenten. En este orden de ideas, brotan las obligaciones naturales como
consecuencias que se siguen necesariamente de las causas de actos como el de llevar a cabo
un contrato, y aunque más tarde será secularizado, conservará el modelo de la lógica causa-
efecto.
Cuando Aristóteles expone la idea de que todas las acciones se ordenan en razón de una
acción superior, establece la base para el traslado del principio de su física a los saberes
sociales. El pater familias, el monarca, el tirano, los aristócratas o los oligarcas son la fuerza
en torno a la cual todas las demás fuerzas sociales se ordenan. Los actos, derechos o
privilegios de los súbditos son efectos de la causa superior.
Tomás de Aquino (1224-1274) explica que a esta misma lógica responden todas las
organizaciones sociales. Se trata de un orden por el que las cosas se dirigen a un fin (ordo
rerum in fi nem), se sustenta en la Metafísica de Aristóteles y opera al modo como las partes
se organizan en un ejército.
Hay dos clases de orden en las cosas. Uno es el que existe entre las partes de un todo, o de
una pluralidad entre sí, como pueden ser las partes de una casa que están ordenadas entre sí.
Otro orden es el que tienen las cosas hacia el fin (ordo rerum in fi nem). Este orden es el más
importante y anterior al otro. Por esto dice Aristóteles en la Metafísica XII, que el orden de
las partes que forman un ejército, existe como consecuencia del orden de todo el ejército
hacia su jefe.

Todas las acciones de los soldados son en orden y razón a los actos del general que dirige al

95
ejército. Por esta razón también, el sociólogo Auguste Comte (1789-1857) afirmará que el
razonamiento social dominante antes del positivismo respondía a un razonamiento militar.

Siendo militar el poder temporal en el antiguo sistema, exigía, por su naturaleza, el más alto
grado de obediencia pasiva por parte de la nación. Del mismo modo, siendo por su naturaleza
conjetural, el poder espiritual debía exigir necesariamente el más alto grado de confianza y
sumisión del espíritu. En el sistema antiguo, el pueblo estaba aislado en relación con sus
jefes. Por parte de los jefes militares sufría mando el pueblo era súbdito.

Aristóteles en su Política, aconseja que para dirigir a los grupos humanos se debe organizar
a los integrantes de la polis como los jefes ordenan a sus ejércitos. La política es un saber
“que define y ordena qué se debe hacer y qué se debe evitar”.19 Con ello, la política muestra
que su fi n es el de perfeccionar la sabiduría humana, pues sólo mediante el saber civil o de
la ciudad se puede completar el saber filosófico.

Finalmente, hay que señalar que el modelo lógico por excelencia y propio que mostrará las
relaciones causales será el silogismo elaborado con base en el término medio.

Todas esas causas se demuestran a través del medio. En efecto, que al ser esto sea necesario
tal cosa, no es posible si se toma una sola proposición, sino dos como mínimo: Esto es
cuando tengan un único medio.

El paradigma causa-efecto en el mundo jurídico clásico

Las formas de racionalidad causa-efecto del modelo aristotélico influirán en la construcción


del resto de los saberes del mundo grecorromano. En el caso del derecho, como veremos, la
relación causa-efecto persiste en gran parte de la actividad de la jurisprudencia romana.

Causa, en sentido jurídico es todo hecho antecedente que determina la eficacia de un acto
subsiguiente (iusta causa), o la ineficacia (injusta causa) son causa les aquellos actos cuya
causa debe ser probada para producir ciertos efectos (por ejemplo, la muerte prevista es causa
de la donatio mortis causa). Son abstractos aquellos actos formales cuya causa se presume,
sea con presunción iuris tantum (abstracción débil), sea con presunción iuris et de iure
(abstracción fuerte). La estipulación, la mancipación, la acceptilatio, etc., son actos
abstractos; la abstracción fuerte es excepcional.

Algunas de las reglas de derecho antiguo que se encuentran en el Digesto manifiestan el


sentido de causa y efecto como principios de operaciones jurídicas. En ello encontramos
auténticos principios generales de derecho.

En todas las causas se observa esto: que cuando la condición de la persona da lugar a un
beneficio, faltando aquélla falta también el beneficio. Cuando no subsiste la causa principal,
ni siquiera tienen lugar las cosas que de ella se siguen.

Sobre todo, podemos ver con mayor claridad la influencia de este modelo en la época clásica
del derecho romano, periodo en el que el jurista Masurio Sabino (s. I) afirma que toda regla
jurídica es como un compendio de una causa, en la que, si no cuenta con todos los elementos
para producir efectos, pierde la función de causa.

Regla es la proposición que describe brevemente una cosa que existe. El derecho no se toma
de la regla, sino que la regla se crea a partir del derecho que existe. Así pues, mediante la

96
regla se transmite una breve descripción de las cosas, y, como dice Sabino, es como el
compendio de una causa, que, si en algo está viciada, pierde su función.

Las reglas jurídicas, según Sabino, no son impuestas arbitrariamente, sino que derivan de las
relaciones jurídicas de facto, de las observaciones causales percibidas, pues si tales causas
están viciadas, sus efectos no se producen o no deben producirse.
La persona competente para enunciar y reconocer las causas en el mundo jurídico romano
es el pretor, fi gura fundamental en los procesos judiciales. Incluso intervenía en los juicios
privados, aunque sólo fuera para encauzar los litigios. Por esta razón, Paulo (s. II) afirma:
“donde quiera que hubiera una cognición de causa, se requería del pretor”.

Por otra parte, la noción de “efecto” puede percibirse claramente en operaciones como la
adquisición de la propiedad. La idea romana sigue la relación causa-efecto en orden a la
lógica de que algo se subordina por su naturaleza a una persona superior. Las cosas no
pertenecen a alguien, sino que obran conforme a su propia naturaleza. El propietario,
operando como causa superior, ordena las operaciones de las cosas para que cumplan sus
naturalezas, subordinadas a él. Por esta forma de razonar, el que daba a otro sus bienes, los
dejaba o abandonaba para dejar de ser causa de ellos. Entonces, otro podría volverse causa
de los bienes abandonados. Como si se figurara que una causa superior ya no ordenara a lo
subordinado. Los efectos de la causa del propietario cesan sobre esas cosas. En consecuencia,
el nuevo propietario podría tomar la cosa y se convertiría en causa de operaciones del bien
del que ha tomado posesión.

Por ello afirmaba Aristóteles: “entre cualidades que debe poseer el


que gobierna una casa con relación a sus bienes se encuentra la de ser
capaz de ordenar los bienes y hacer buen uso de ellos”.
La relación de poder y disposición sobre los objetos no se daba por
el con- tenido, sino por el comportamiento del que sabía explotar de
manera correcta las propiedades de las cosas. Por ello, entre los
romanos se utilizó el término dominium para manifestar la facultad
del saber administrar correctamente la casa y el patrimonio.

Efectivamente, en el derecho romano no existe la idea de

97
“transmisión” de la propiedad en sentido moderno. La adquisición es un apoderamiento.
Cuando el enajenante realiza la datio, estamos hablando del resultado de un acto adquisitivo
de propiedad por parte del que lo recibe (accipere); en este momento ocurre la adquisición
(capere). Pero en esto no existe transferencia de un derecho del enajenante al adquirente. El
acto del enajenante es un presupuesto que reviste de licitud el apoderamiento. Por esta razón,
Ulpiano (170-228) afirma que “una cosa es adquirir (capere) y otra recibir (accipere). El
adquirir se recibe con un efecto”. Tal efecto es volverse propietario. Como podemos ver, la
adquisición es un efecto del acto de dar por parte del enajenante. La causa generadora de
este efecto podría ser un pago, una donación, etc.; en otras palabras, un acto abstracto.

En el mundo moderno puede tener lugar la transmisión de propiedad debido a que la acción
de uno (la entrega de la cosa) conlleva la adquisición del otro a modo de reacción. La
propiedad de uno es una fuerza (acción) que se desplaza al otro (como reacción), siguiendo
la lógica de la tercera ley de Newton.

De esta manera, en el mundo jurídico romano se sigue el modelo filosófico de causa-efecto.


Sin embargo, el espíritu práctico de los juristas romanos no atiende la especulación de las
diversas causas apuntadas por Aristóteles, como son la formal y material. En todo caso, sólo
les interesó la relación causal de orden eficiente, aquella que Aristóteles describe como la
“cual de donde proviene el inicio primero del cambio y del reposo. Así, el que da un consejo
es causa y el padre lo es del hijo, y en general, el agente lo es respecto de lo que resulta
cambiado”.

Es pertinente señalar que los derechos y las obligaciones recíprocas e iguales entre las partes,
que se estudian en el derecho privado romano como antecedente de nuestras modernas
formas de contratación, no se presentaron de forma explícita sino inferida. En una
estipulación, por ejemplo, el romano concebía la idea de que un sujeto operaba a modo de
causa sobre otro que padecía la fuerza del primero. La sola fórmula “¿Prometes
solemnemente…?” o “¿Cumplirás tu palabra?” funciona a modo de causa eficiente sobre una
persona que padecerá esta fuerza. El promitente, al contestar “Prometo solemnemente…” o
“Cumpliré mi palabra”, manifiesta el efecto provocado en él.

La lectura sobre derechos y obligaciones recíprocos pasa a ser secundaria. Sólo cobra valor
a la hora de medir las acciones que tendrá una parte ante el incumplimiento de la promesa
de la otra. En la estipulación hay consenso, pero no igualdad de fuerzas. El acto de uno afecta
a otro, quien permite, con el acto de prometer, dicha afección. La estipulación habría sido
diferente si se hubiese expresado la idea de que las partes acordaran derechos y obligaciones
recíprocos.

Acción y reacción

Aunque en la Baja Edad Media se comenzó a concebir la idea de un cierto efecto con
cualidades activas, no será sino hasta el siglo XVII que Isaac Newton consolide la idea de
acción y reacción como algo del todo distinto a la de causa y efecto. En su obra Principios
matemáticos de la Filosofía Natural, Newton afirma:
La reacción es siempre contraria e igual a la acción, es decir, las acciones de dos cuerpos
uno sobre el otro es mutuamente iguales y de direcciones contrarias. Todo lo que oprime o
empuja es asimismo oprimido o empujado. Si oprimes con el dedo una piedra, tu dedo es
igualmente oprimido por la piedra. Si un caballo empuja una piedra atada por una cuerda, el
caballo es también empujado por la piedra; pues la cuerda, estando igualmente tensa por
todos los lados y haciendo por todas partes el mismo esfuerzo para liberarse, empuja por

98
igual del caballo, hacia la piedra y la piedra hacia el caballo; e impide tanto el avance de uno
como acelerar el avance del otro. Y esta ley se verifica también en lo tocante a las atracciones.

El paradigma acción-reacción en el mundo jurídico moderno

El cambio del razonamiento científico de la física antigua a la física moderna, influyó


también en la forma de concebir los saberes sociales. Podemos ver la influencia de Galileo
Galilei (1564 1642) en Thomas Hobbes (1588-1679) y, mucho más adelante, la de Newton
en los pensadores ilustrados. El saber jurídico cambió sustancialmente su metodología al
pasar de un modelo científico a otro. En este tránsito surgió la idea de que mientras el derecho
siguiera operando mediante las relaciones causa-efecto, se mantendría en el nivel de ars iuris.
Sólo podría ser ciencia moderna cuando operara y razonara las relaciones jurídicas con base
en las categorías de acción y reacción, principalmente la tercera ley de Newton, la cual indica
que “a toda acción corresponde una reacción contraria e igual a la acción”.

Decimos que pasamos de un ars iuris a una ciencia del derecho porque en los parámetros del
pensamiento científico de Newton, transitamos de un derecho práctico a uno de orden
racional. Dejamos de pensar el derecho a partir de casos prácticos y repetirlos de forma
mecánica para convertirnos en una especie de geómetras científicos del derecho.

Como los antiguos (según cuenta Pappus) consideraban de la mayor importancia la mecánica
para la investigación de las cosas naturales, y como los modernos rechazando formas
substanciales y cualidades ocultas han intentado reducir los fenómenos de la naturaleza a las
leyes matemáticas, he querido en este trabajo cultivar la matemática en tanto en cuanto se
relaciona con la filosofía. Los antiguos consideraban dos aspectos de la mecánica: el
racional, que procede con exactitud mediante demostraciones, y el práctico. A la mecánica
práctica pertenecen todas las artes manuales, de las que tomó su nombre la mecánica. Pero
como los artífices no trabajan con exactitud absoluta, llega a suceder que lo perfectamente
exacto, se llama geométrico, y mecánico lo no tan exacto. Sin embargo, los errores no están
en el arte, sino en los artífices. Quien trabaja con menos precisión es un mecánico imperfecto;
y si alguien pudiera trabajar con precisión perfecta sería el más exacto de los mecánicos,
porque la descripción de las líneas rectas y los círculos sobre la cual se basa la geometría
pertenecen a la mecánica. La geometría no nos enseña a trazar esas líneas, aunque requiere
que sean trazadas, pues exige que el aprendiz aprenda primero a describirlas con precisión
antes de entrar en la geometría, mostrando luego cómo pueden resolverse los problemas de
99
esas operaciones. Describir líneas rectas y círculos es un problema, pero no un problema
geométrico. Se exige de la mecánica la solución de ese problema, y cuando está resuelto la
geometría muestra la utilidad de lo aprendido; y constituye un título de gloria para la
geometría el hecho de que, a partir de esos pocos principios, recibidos de otra procedencia,
sea capaz de producir tantas cosas. Las artes manuales se emplean principalmente en el
movimiento de los cuerpos, la mecánica racional será la ciencia de los movimientos
resultantes de cualesquiera fuerzas, y de las fuerzas requeridas para producir cualesquiera
movimientos, propuestas y demostradas con exactitud.

Desde finales del siglo XVII, el saber fundado en la física aristotélica será equiparado a la
mecánica práctica, mientras que la ciencia estructurada a partir de la física de Newton será
considerada como una mecánica racional. Así como la física de Aristóteles influyó en el
resto de los saberes, muchos intentaron trasladar los principios de la física newtoniana a los
saberes sociales.

Cuanto más éxito logra una ciencia por sus fórmulas innovadoras, más se multiplican en
torno de ella los depredadores de su vocabulario. Se le convierte en garante de lo que jamás
dijo.

Montesquieu y Adam Smith: la introducción de las ideas de Isaac Newton en el


derecho

La influencia de Newton fue contundente para la modernidad. Sus planteamientos científicos


servirán de parámetro en la transformación de los conocimientos durante el periodo de la
Ilustración.

100
Aquellos que trasladaban el modelo newtoniano a otros saberes fueron llamados “los
Newton de tal o cual sabiduría”. John Millar (1735-1801), por ejemplo, discípulo del filósofo
economista escocés Adam Smith (1723-1790), llamó a éste “el Newton de la Historia de la
sociedad civil”. Jean Le Rond D´Alambert (1717-1783) en el Discurso preliminar de la
Enciclopedia afirmó sobre John Locke (1632-1704): “Lo que Newton no se atrevió a hacer,
o en su caso no pudo hacer, Locke lo emprendió y lo realizó con éxito. Puede decirse que
creó la metafísica como Newton había creado la física.”

En Francia, Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu (1689-1755), fue uno de los
primeros en intentar trasladar las ideas científicas de Newton al derecho. Antes de él, el
razonamiento jurídico se basaba en la lógica de la relación causa-efecto, en atención a
importantes autores como San Agustín y Tomás de Aquino, quienes consideraban la ley
como mandamiento u orden. La aportación más importante de Montesquieu en el mundo
metodológico jurídico fue considerar con base en Newton la ley como relación; es decir, las
leyes que rigen la naturaleza trasladada al campo del derecho permiten construir una relación
inmanente a los fenómenos y no un orden ideal.

Emplear las leyes de la física en el campo del derecho no era una idea del todo extraña ni
osada. Montesquieu pensaba que todas las ciencias eran igualmente válidas y se ayudaban
unas a otras. Desde su perspectiva, no existen fronteras definidas entre las ciencias. Todo se
relaciona y parece estar mezclado. Y así como Newton descubrió principios básicos,
sencillos y elementales que rigen toda la física, debían existir tales para el campo de lo social
y, por consiguiente, en el derecho.

Lo que él quiere establecer son hechos precisos, lo que intenta formular son leyes
experimentales, siguiendo el ejemplo de los naturalistas y, sobre todo, las enseñanzas de
Newton. “Las observaciones son la historia de la física y los sistemas son su fábula.”

En sus investigaciones, Montesquieu encuentra que las leyes, tal como las concebían los
griegos del mundo clásico, son apenas “instituciones” que no evolucionaron. Por esta razón,
al indagar sobre las leyes científicas afirma:

No me ocupo de las leyes, sino del espíritu de las leyes. Dicho espíritu consiste en las
diversas relaciones que las leyes pueden tener con las diversas cosas.
Las leyes tienen relaciones entre sí; con sus orígenes, con el objeto del legislador y con el
orden de las cosas sobre las que se legisla. Las consideramos bajo todos estos puntos de
vista. Lo que me propongo hacer en esta obra es examinar todas estas relaciones que, juntas
forman el espíritu de las leyes. No he separado las leyes políticas de las civiles porque como
no trato de las leyes sino

Con el trabajo de Montesquieu, primero, y posteriormente con el del resto de los ilustrados,
la tercera ley de Newton será trasladada al campo social, donde entrará en conflicto el
razonamiento de causa y efecto. La razón de esto es que se iniciará la idea de que el poder
del monarca se consolida gracias a que es una reacción de un contrato social de los súbditos;
a su vez, la fuerza expresada en órdenes y mandatos del monarca es una acción que tiene su
reacción en los súbditos a modo de fuerza de equilibrio del poder.

Y cuando Montesquieu emplea estos mismos modelos para hablar del juego de las fuerzas
políticas, no olvida señalar que hace un empleo analógico de la pareja acción-reacción,
procedente de la cosmología y de la física. Montesquieu, para justificar la turbulencia de los

101
estados libres, afirma que las agitaciones no son incompatibles con cierta dicha: Puede existir
unión en un Estado en el que sólo se cree percibir trastorno; es decir, una armonía de la que
resulta la dicha, que es la única verdadera paz. Sucede como con las partes de este universo,
eternamente enlazadas por la acción de unas, y la reacción de otras.

No hay que confundir esta idea con la que tenían los teólogos juristas de Salamanca, como
Francisco de Vitoria (1483-1546), quien sostenía que el poder en efectivo emanaba del motor
primero, es decir, de Dios, pero que no pasaba directamente al monarca, sino que era
delegado en los súbditos, los cuales a su vez lo delegaban en el príncipe.

Una fórmula moderna, bajo la pluma de Montesquieu, ha entrado al relevo de los modelos
antiguos: se ha reconocido la tercera ley de Newton, es decir la oposición y la igualdad de la
acción y de la reacción, cuya atracción mutua no es más que un caso particular. En este tipo
de unión, las “partes”, las particularidades, son plurales, mientras que la armonía resultante
es una sola. Acaso no sea inútil señalar que la palabra reacción sólo tomará su actual sentido
político mucho más avanzado el siglo: después de Termidor. La reacción, tal como la usa
Montesquieu conservó su sentido puramente físico. Se trata de una fuerza que actúa en la
dirección contraria de una primera fuerza, lo que nos permite precisar mejor la idea de
moderación que Montesquieu introduce en esta ocasión. La moderación es lo que resulta de
una relación proporcional, de una regulación y de un temperamento. Un gobierno moderado
es un gobierno en que se ejercen fuerzas opuestas en composición. Una fuerza moderada no
es una fuerza débil, sino una fuerza mantenida dentro de ciertos límites por otras fuerzas. En
cambio, en el despotismo nada resiste a la fuerza, la cual llega toda de un lado. Las palabras
despotismo y tiranía designan a cualquier poder que llega a imponerse sin resistencia.

La monarquía será vista como despótica y tiránica. Con el nuevo modelo, Montesquieu
planteará el equilibrio de fuerzas sociales. En El espíritu de las leyes la moderación es la
unión de armonías, la dicha por la acción y la reacción. Por esta razón, no será extraño que
Montesquieu recurra a metáforas de procedencia newtoniana como la siguiente:

Diríais que es como en el sistema del universo, donde hay una fuerza que sin cesar aleja del
centro todos los cuerpos, y una fuerza de gravidez que los atrae. El honor mueve todas las
partes del cuerpo político; las liga por su acción misma; y resulta que cada cual concurre al
bien común, creyendo ir a sus intereses particulares.

En Escocia, Adam Smith intentará llevar a cabo la misma mutación newtoniana en el campo
del derecho. Testimonio de ello lo brinda su discípulo John Millar al explicar que el curso
de filosofía moral que Smith impartió en Glasgow se dividía en cuatro partes. En la primera,
abordaba la teología natural, y en la segunda, hacía una exposición de la ética; la cuarta parte
la dedicó a las regulaciones políticas, pero en la tercera, donde debía explicar el objeto de la
justicia y la jurisprudencia, Millar afirma:

Seguía el plan que parece haber sido sugerido por Montesquieu; persiguiendo trazar el
proceso gradual de la jurisprudencia, tanto la pública como privada, desde las épocas más
rudas a las más refinadas, señalando los efectos de aquellas artes que contribuyen a la
subsistencia y a la acumulación de propiedad en la producción de mejoras o alteración en el
derecho y el gobierno.

A la tercera y cuarta partes Smith las llamó teoría de los principios generales del derecho y
del gobierno. El contenido de este curso se publicó con el título Lecciones de jurisprudencia.

102
Smith, al igual que Montesquieu, consideraba que todas las ciencias se encuentran
vinculadas ente sí. En su obra Los principios sobre los cuales se sustentan las investigaciones
filosóficas, ilustradas por la historia de la astronomía (The Principles which Lead and Direct
Philosophical Enquiries illustrated by the History of Astronomy), sostiene que la filosofía es
la ciencia de los principios conectores de la naturaleza; los principios que explican el orden
de la experiencia y que ligan todos los objetos, que aparentemente están separados; en otras
palabras, “introducir orden en el caos”.

La diferencia entre el filósofo y el sujeto de conocimiento que no es filósofo consiste


entonces en que el primero busca esas “cadenas invisibles” con el fin de crear con ellas un
sistema, un modelo general de orden. El camino de la investigación filosófica consiste, por
lo tanto, en ir consciente desde lo dado por la experiencia, los fenómenos, a las leyes y los
principios generales que permiten construir un sistema que explica su comportamiento. Y,
para Smith, que está exponiendo eso al hilo de la historia de la astronomía, la teoría
newtoniana constituirá el ejemplo perfecto de la correcta inducción y del establecimiento de
unos principios mucho más fecundos que los propuestos por sistemas anteriores.

Una vez comprendido el sistema astronómico y la forma en que operan los principios de
éste, Smith investigó cómo debía estar estructurada una ciencia de la sociedad. Es decir, así
como existen principios conectores de todo el sistema astronómico, como mostró Newton,
Smith intentó encontrar los conectores de todo el sistema social. Y, en este punto, su
itinerario coincidió con el proyecto que había iniciado Montesquieu.

El derecho es una creación de las


interrelaciones humanas. Y aunque su
origen es humano, esto no quiere decir que
sea obra exclusiva de la razón humana. Por
eso, al igual que los hombres investigan y
reflexionan sobre los cielos, pueden
observar y reflexionar acerca de las
relaciones sociales. A diferencia de Hugo
Grocio (1583-1645) o de Samuel Pufendorf
(1632-1694), Smith no pensaba que la
razón humana había establecido los
fenómenos morales y se podía dar una explicación a priori alejada de los fenómenos sociales
empíricos. En este punto, la influencia de David Hume (1711-1776) y el Tratado de la
naturaleza humana fueron contundentes. De acuerdo con Smith, la ley que rige los
fenómenos sociales debe ser descubierta a partir de la experiencia misma y no suponer que
ha sido introducida a priori, por la razón. Para este autor, se debería llevar a cabo una historia
conjetural de las instituciones morales que partiera de lo dado empírica- mente en la práctica
social hasta lo buscado por la razón; es decir, la ley de principios que gobiernan a la sociedad.
Algunos contemporáneos como Lord Kames (1696-1782) y Adam Ferguson (1723-1816)
habían intentado realizar una historia de la sociedad civil o sociedad comercial, como Smith
prefirió llamarla.

Estos historiadores escoceses de la sociedad civil, para los cuales el Montesquieu del Espíritu
de las Leyes constituía un modelo en tanto que introdujo el relativismo en el ámbito del
estudio del Derecho, buscaban explicar los mecanismos que gobiernan el funcionamiento de
la sociedad contemporánea llamada por ellos “sociedad civil”, partiendo de ciertos instintos
y características presentes en la naturaleza humana y teniendo en cuenta las circunstancias
en las que éstos operaban, las cuales eran colocadas en una secuencia de evolución general

103
que daba razón de esos mecanismos como su resultado.

Es importante señalar que no se trataba de establecer un mecanicismo ni un determinismo


absoluto, sino de encontrar las causas probables. Para Smith, no todas las relaciones sociales
son racionales, conscientes y voluntarias. Por ejemplo, las causas de la legislación no son
totalmente racionales. Habría que hacer un estudio de las circunstancias sociales y el estado
de las relaciones que propiciaron las nuevas leyes y la desaparición de otras. En este aspecto,
es notable el magisterio de Montesquieu sobre Smith. El derecho y el estudio de la
jurisprudencia en Smith no se enfocan en el derecho positivo ni en las normas, sino en los
derechos de los individuos. A partir de la observación de su comportamiento se podrán
establecer los principios que gobiernan sus relaciones.

Smith establece que las reglas de justicia no son resultado de la acción racional humana, sino
que, por tener un origen humano, responden a principios naturales universales explicables
en términos de causalidad eficiente, o en términos de acción y reacción. Estos principios no
derivan de un acuerdo explícito, pero están presentes en la actividad social.

Las reglas de la justicia eran presentadas en El


tratado de la naturaleza humana (de Hume) como
el resultado de unos instintos y circunstancias
determinadas, y como una serie de convenciones
que, lejos de ser producto de un pacto basado en el
cálculo de sus ventajas nace de un sentimiento
general de interés común, que se expresa mejor en
la metáfora del impulso que un bote adquiere a
fuerza de diversos remos, que en la referencia a una
promesa o a un contrato explícito. Su origen estaba
en la conexión de “ciertas cualidades de la mente
humana con la situación de los objetos externos”,
y tales reglas podían ser explicadas, por ello, como
el efecto de unos principios psicológicos dados
interés por uno mismo, generosidad limitada, y de
unas circunstancias generales vida en sociedad,
escasez y facilidad de cambio de los objetos, que
las acababan generando necesariamente. El
verdadero principio fundamental de esta teoría
consistía en el postulado de que la idea de la justicia ni preexiste ni guía la acción racional
humana y que la justicia es un producto social sólo a posterori comprensible por la razón.

Ahora podemos ver con más claridad que, desde la perspectiva de Smith, las relaciones
jurídicas responden al principio de la tercera ley de Newton, tal y como lo había formulado
Montesquieu. Para Smith, el derecho en una persona se genera como “reacción” cuando
alguna “acción” impropia de otra persona le causa un daño. A esto lo llama injuria. Todo
espectador imparcial que observe el fenómeno de acción-reacción, por sentimiento de
simpatía y antipatía, aprueba el deseo de venganza e incluso desea participar en el castigo al
ofensor. Este castigo es una reacción de venganza ante su acción. De ahí que Smith sostenga
en las Lecciones de jurisprudencia que “la justicia se incumple cuando alguien es destituido
de lo que tenía derecho y podría justamente demandar de los demás”.

En todos los casos, la medida del castigo que debe inflingirse al delincuente es la
concurrencia del espectador imparcial con el resentimiento del perjudicado. Si el daño es tan

104
grande como para que el espectador pueda estar de acuerdo con el perjudicado en vengarse
con la muerte del ofensor, éste es el castigo apropiado, y lo que se ha de demandar por la
persona ofendida o en su lugar, por el magistrado que actúa en el papel de un espectador
imparcial. Si el espectador no concurriera con el perjudicado si su venganza lo llevara a la
muerte del ofensor, pero estuviera de acuerdo con él si vengara el daño con un pequeño
castigo corporal o una multa pecuniaria, éste es el castigo que habría de ser impuesto. En
todos los casos un castigo parece equitativo a los ojos del resto de la humanidad cuando es
tal que el espectador concurre con la persona ofendida al exigirlo. La venganza del
perjudicado, que lo mueve a tomar represalias contra el ofensor por el daño, es la base real
del castigo de los crímenes. La que Grotius y otros escritores comúnmente alegan como
medida original de los castigos, o sea la consideración del bien público, no explica
suficientemente la constitución de los castigos.

Las ideas de acción y reacción repercutirán en nuestra noción del derecho. Un claro ejemplo
de ello es la introducción del planteamiento de que un convenio es un acuerdo de voluntades
en el que éstas operan a modo de fuerzas iguales, aunque opuestas. El actuar de uno será una
fuerza de acción que, sin producir un efecto en el otro, genera con su comportamiento una
reacción de la contraparte contratante. Ambos acuerdan en igualdad de condiciones porque
los dos son iguales. La reacción es igual y contraria a la acción, tal como lo suscribe Newton.
Las obligaciones de uno son reacciones a los actos o derechos del otro y viceversa. He aquí
también la razón y el fundamento de la consolidación de la igualdad entre los hombres y las
mujeres. Son sujetos iguales con fuerzas iguales y unos reaccionarán frente a las acciones de
otros.

Insertadas de esta manera las normas de la justicia y los derechos en el funcionamiento del
mecanismo de la simpatía, resulta que el dolor y sus peculiaridades simpatéticas permiten
explicar, por una parte, lo estricto de las normas de la justicia y la exigibilidad de los derechos
por la fuerza y, por otra parte, el carácter cambiante de esas mismas normas y de esos
derechos, ya que los sentimientos de justicia de un espectador imparcial no dependen de
ninguna instancia inmutable ni de ley eterna alguna, sino de un fenómeno tan dependiente
de las circunstancias sociales como el dolor, su percepción y la reacción común contra él.

En el campo de la filosofía política, surgirá el empleo de la palabra reaccionario para hacer


frente a todo aquel que se oponga a las ideas revolucionarias de acción a favor de la sociedad.

Función Finalista de la Sociología Jurídico


Este postremo apartado constituye una autorreflexión que, a manera deconclusiones,
cierra la presente unidad.

Al acucioso estudiante le aflora el cuestionamiento ¿Para qué sirve la Sociología Jurídica?


Para nuestro recatado punto de vista, la respuesta está en que sea útil a nuestra actividad
profesional, ajustada, al menos de momento, al perímetro de la educación universitaria.
El provecho del Derecho puede ser admitido, sin mayores exactitudes, como herramienta
eficaz en la conformación de la vida social; no obstante, del servicio de la justicia no
forzosamente se deriva la de la Sociología Jurídica. Su entrada en el universo jurídico
necesita la delimitación previa de la función a cumplir dentro de él.

Al igual que otras disciplinas, la Sociología Jurídica parece tener una función dual: una de
carácter científico y otra de matiz práctico. Ello tiene su traducción en una doble vertiente

105
de la Sociología Jurídica: la pura y la aplicada, aunque sean una y la misma ciencia, y así lo
entendemos nosotros.

En tal sentido, la función científica (teórica) de la Sociología Jurídica se encuentra ínsita en


su propia naturaleza social del hombre. Se trata de una ciencia, de un conocimiento con
delimitadas condiciones. Éstas son las de un saber razonado, sistematizado y coherente, y no
una intuición, no una simple aplicación de sentido común.

Empero, hay que luchar con la tentación de que la innata disposición del hombre hacia lo
justo, hacia lo jurídico, hacia el derecho, convierta la obviedad del fenómeno jurídico en una
dificultad insuperable para su debida explicación sociológica.

Cotejar la realidad es aspiración general de toda ciencia, pero en la Sociología Jurídica esta
indagación es la esencia misma de su cualidad científica, al abordar los fenómenos sociales
que se desprenden de la realidad pluricausalista día a día. Ante ello Rafael Márquez afirma:

“Admitiendo que el Derecho dogmático aparece, en sí mismo, como forma y artificio, la


Sociología Jurídica tiene insita en su teleología el descubrimiento y subsiguiente reencuentro
con la realidad. Los juristas pueden recibir cosas relevantes de los jusociólogos, tanto en el
orden práctico como en el científico.”

Prosigue el citado autor al sentenciar:

Lo que los juristas, a secas, pueden esperar de los jusociólogos son fundamentalmente:

a) El conocimiento del Derecho enmarcado en la realidad: Hay que traer a la mesa de


investigación la relevancia del Derecho ordinario, casi no consciente, la diversidad
de las prácticas y de los asuntos, la creciente ineficacia de las leyes, etc.
b) La explicación del Derecho: Se trata de saber por qué son o, cuando menos, cómo
han aparecido los fenómenos jurídicos.
c) Frente al derecho dogmático: La Sociología Jurídica puede y debe cumplir una
eficiente tarea de crítica y descubrimiento del legislador sociológico, que actúa junto
al legislador jurídico stricto sensu.

Empero, nuestra disciplina ha cumplido, también, una labor científica de primerísima


1ínea: Ha hecho descender al ras de la tierra, el nivel de la realidad, a la mítica regla de
Derecho. Toda la elucubración montada alrededor de la norma ha recibido el duro
impacto de su confrontación, directa e inmediata, con la facticidad social.

Por último, una aportación no menor y de incuestionable relevancia: La Sociología


Jurídica, en su faceta científica, es decir, la pura, ha puesto de manifiesto con toda nitidez
el fenómeno jurídico de la ineficacia de las leyes. Frente al dogmatismo jurídico poco o
nada interesado en esa ineficiencia, ya que presupone la "perfección" de la ley, la
jusociología exterioriza incontables situaciones de inobservancia de la misma.

Además, la función práctica (aplicada) de la Sociología Jurídica forma parte inseparable


de su propia finalidad. Y ese aspecto se arraiga en nuestra materia con mayor fuerza
que en la Sociología General. Dado el carácter predominantemente activo del Derecho,
la Sociología Jurídica tiene la necesidad de coadyuvar a esa actividad. Y desde luego lo
hace para no traicionar su propia naturaleza.

106
Resumiendo, la Sociología Jurídica tiene tres manifestaciones fundamentales, ligadas a
otras tantas facetas de la actividad jurídica:

La denominada Sociología de la Jurisdicción: Dentro de ella puede advertirse una


doble vertiente: la pericia sociológica y la interpretación sociológica, la primera
como auxiliar del Juez, y la segunda como colaboradora esencial del mismo,
conformando la interpretación jurídica como predominantemente social.
La Sociología Legislativa: En ella cabría encajar, con suma propiedad, el problema
esencial de la oposición entre los hechos sociales y el Derecho, o lo que es lo mismo,
la oposición entre el ser y el deber ser. Y el símbolo de esta contradicción tiene su
exteriorización en la diferencia entre el lenguaje descriptivo-indicativo de la
Sociología y el léxico imperativo del Derecho, con todas las implicaciones que, a
distintos niveles, tiene esa diversidad lingüística.
La Sociología Contractual: El contrato puede ser considerado, desde el punto de
vista sociológico, como una forma sui generis de decisión judicial; su análisis puede
proyectarse en un doble sentido: el de la formación del contrato y el de su
operatividad.

El signo general de este pequeño trabajo debe ser que la Sociología General, y la
Sociología Jurídica en particular, son ciencias de amplio perfeccionamiento presente y
de considerable profundidad en el futuro, y que, desde luego, nuestro orbe es un infinito
dominantemente social, y de eso sí que no hay vacilación cierta, y de esta forma la
sociología atraviesa todas las ramas del Derecho sin excepción siendo vertebral su
conjunción con el Derecho.

Tareas de la Sociología Jurídica

José Martínez añade, estas se reducen a:

1.- La génesis de la noción de las normas jurídicas: Origen, evolución y diferenciación de


los modos de creación del Derecho (costumbre, jurisprudencia y legislación).
2.- Orígenes y Desarrollo de la Reglamentación de las diversas categorías de conducta
sociales: Religiosas, éticas, estéticas, económicas, políticas y domésticas.
3.- El papel del personal autorizado y especializado en el campo del derecho: Legisladores,
Jueces, Administradores y Operadores del Derecho.

Finalmente, la Sociología Jurídica estudia al Derecho, vale decir a las instituciones y a


las prácticas jurídicas como una realidad objetiva, y lo trata como si fuera otro fenómeno
social, para esto tiene que:

A.- Determinar el hecho.


B.- Estudiar la génesis de las reglas del Derecho.
C.- Distinguir los tipos de organización jurídica.
D.- Analizar las nociones fundamentales del Derecho Público y del Derecho Privado.
E.-Examinar la evolución de esas nociones, y observar el avance del Derecho como un
todo.

107
Hacia una concepción intercultural Natural de los Derechos Humanos

La reconstrucción intercultural de los derechos humanos

La complejidad de los derechos humanos consiste en que pueden concebirse como una
modalidad de localismo globalizado, o bien como una modalidad de cosmopolitismo
subalterno e insurgente, es decir, en otras palabras, como una globalización desde arriba o
como una globalización desde abajo. Mi objetivo es especificar las circunstancias bajo las
cuales, los derechos humanos, se pueden concebir como una modalidad de globalización del
segundo tipo. En este texto no me referiré a todas las circunstancias necesarias sino, más
bien, solo a las culturales. Mi tesis es que, mientras que los derechos humanos sean
concebidos como derechos humanos universales, tenderán a funcionar como localismos
globalizados; una forma de globalización desde arriba. Para poder funcionar como una forma
de globalización cosmopolita, contra hegemónica, los derechos humanos deben ser
reconceptualizados como multiculturales. Concebidos, como han estado, como universales,
los derechos humanos siempre serán un instrumento de lo que Samuel Huntington llama el
“choque de civilizaciones”, es decir, de la lucha de occidente contra el resto del mundo, del
cosmopolitismo del occidente imperial contra cualquier concepción alternativa de la
dignidad humana que esté socialmente aceptada en otra parte. Concebido de esta manera, el
ámbito global de los derechos humanos se obtendrá a costa de su legitimidad local. Por el
contrario, el multiculturalismo progresista, tal como lo entiendo, es una precondición para
una relación equilibrada y mutuamente reforzante entre la competencia global y la
legitimidad local, los dos atributos de una política contra hegemónica de derechos humanos
en nuestro tiempo.

Sabemos, por supuesto, que los derechos humanos no son universales en su aplicación.
Cuatro regímenes internacionales de derechos humanos son consensualmente identificados
en el mundo actual: el régimen europeo, el interamericano, el africano y asiático. Uno de los
debates más acalorados de los derechos humanos es, en efecto, si los derechos humanos son
un concepto universal o más bien un concepto occidental y, paralelamente, si son
universalmente válidos o no. Aunque estas dos cuestiones estén estrechamente relacionadas
son, no obstante, autónomas. La primera trata de los orígenes históricos y culturales del

108
concepto de derechos humanos, la segunda de sus exigencias de validez en un determinado
momento de la historia. La génesis de una reivindicación moral puede condicionar su
validez, pero de ninguna manera la determina. El origen occidental de los derechos humanos
puede fundarse en congruencia con su universalidad si, hipotéticamente, en un determinado
momento de la historia estos se aceptaran universalmente como estándares ideales de la vida
política y moral. Las dos cuestiones están, no obstante, interrelacionadas porque la energía
movilizadora que se puede generar para hacer que la aceptación de los derechos humanos
sea concreta y efectiva depende, en parte, de la identificación cultural con las
presuposiciones que introducen a los derechos humanos como una reivindicación moral.

Desde una perspectiva sociológica y política, la elucidación de esta articulación es de lejos


más importante que la discusión abstracta tanto de la cuestión de anclaje cultural como de la
validez filosófica. ¿Son los derechos humanos universales, una invariante cultural, es decir,
parte de una cultura global? Afirmaría que el único hecho transcultural es que todas las
culturas son relativas. La relatividad cultural (no el relativismo) también significa diversidad
cultural e incompletud. Significa que todas las culturas tienden a definir como universales
los valores que consideran fundamentales. Lo que está más elevado es, también, lo más
generalizado. Así, la cuestión concreta sobre las condiciones de la universalidad de una
determinada cultura no es en sí misma universal. La cuestión de la universalidad de los
derechos humanos es una cuestión cultural occidental. Por lo tanto, los derechos humanos
son universales solo cuando se consideran desde un punto de vista occidental. La pregunta
sobre la universalidad de los derechos humanos traiciona la universalidad de lo que pone en
cuestión por la forma como la cuestiona. En otras palabras, la pregunta de la universalidad
es una pregunta específica, una pregunta cultural occidental. El grado en el que este punto
de vista se pueda compartir, rechazar, ser apropiado o modificado por otras culturas depende
de los diálogos interculturales, facilitados por las concretas relaciones de poder políticas y
sociológicas entre los diferentes países involucrados.

Debido a que la pregunta sobre la universalidad es la respuesta a una aspiración de totalidad,


y debido a que cada cultura “sitúa” semejante aspiración alrededor de los valores
fundamentales y de su validez universal, diferentes aspiraciones a diferentes valores
fundamentales en diferentes culturas conducirán a preocupaciones isomorfas que, dados los
adecuados procedimientos hermenéuticos, pueden convertirse en mutuamente inteligibles o
mutuamente interpretables. En el mejor de los casos, es aún posible conseguir una mezcla o
interpenetración de preocupaciones y conceptos. Cuanto más iguales sean las relaciones de

109
poder entre las culturas, más probable será que tal mestizaje suceda. Podemos, entonces,
concluir que, una vez planteada, la pregunta de la universalidad niega la universalidad de lo
que pregunta, al preguntar. Sin embargo, han sido diseñadas otras estrategias para establecer
la universalidad de los derechos humanos. Este es el caso de esos autores, para quienes los
derechos humanos son universales porque son pertenencia de todos los seres humanos como
seres humanos, es decir, porque independientemente del reconocimiento explícito, son
inherentes a la naturaleza humana.

Este argumento lo da por sentado al deslocalizar su objeto. Puesto que los seres humanos no
detentan los derechos humanos porque sean seres la mayor parte de los seres no tienen
derechos sino porque son humanos, la universalidad de la naturaleza humana se convierte
en la pregunta sin contestar que hace posible la respuesta ficticia a la pregunta de la
universalidad de los derechos humanos. No existe un concepto culturalmente invariante de
la naturaleza humana.

El concepto de derechos humanos se


basa en un conjunto bien conocido de
presupuestos, todos ellos claramente
occidentales, a saber: hay una
naturaleza humana universal que se
puede conocer por medios racionales;
la naturaleza humana es esencialmente
distinta de, y superior a, la del resto de
la realidad; el individuo tiene una
dignidad absoluta e irreducible que
debe defenderse contra la sociedad o el
Estado; la autonomía del individuo
requiere de una sociedad organizada de
una manera no jerárquica, como una
suma de individuos libres.

Puesto que todos estos presupuestos


son claramente occidentales y
liberales, y fácilmente distinguibles de otras concepciones de la dignidad humana en otras
culturas, uno se puede preguntar por qué la cuestión de la universalidad de los derechos
humanos ha generado un debate tan intenso, por qué, en otras palabras, la universalidad
sociológica de esta cuestión ha acabado siendo más relevante que su universalidad filosófica.
Si observamos la historia de los derechos humanos en el período de posguerra, no es difícil
concluir que las políticas de derechos humanos han estado, en conjunto, al servicio de los
intereses económicos y geopolíticos de los Estados capitalistas hegemónicos. El discurso
generoso y seductivo sobre los derechos humanos ha consentido atrocidades indescriptibles,
y semejantes atrocidades han sido evaluadas y tratadas según una repugnante duplicidad de
criterios. Pero el modelo occidental, y en realidad el modelo liberal occidental del discurso
dominante sobre los derechos humanos, se podría comprobar en muchos otros ejemplos: en
la Declaración Universal de 1948, cuyo borrador fue elaborado sin la participación de la
mayoría de las personas del mundo; en el reconocimiento exclusivo de los derechos
individuales, con la única excepción del derecho colectivo a la autodeterminación (que, sin
embargo, se restringió a los pueblos sometidos al colonialismo europeo); en la prioridad
otorgada a los derechos civiles y políticos sobre los económicos, sociales y culturales; y en
el reconocimiento del derecho a la propiedad como el primero y, durante muchos años, el
único derecho económico. Pero este no es el único aspecto de la cuestión. En todo el mundo,

110
millones de personas y miles de organizaciones no gubernamentales han estado luchando
por los derechos humanos, a menudo corriendo grandes riesgos, en defensa de las clases
sociales y grupos oprimidos que en muchos casos han sido victimizados por los Estados
capitalistas autoritarios. Las agendas políticas de tales luchas son con frecuencia explícita o
implícitamente anticapitalistas. Por ejemplo, se ha estado desarrollando discursos y prácticas
contra hegemónicos de derechos humanos, se han propuesto concepciones no occidentales
de derechos humanos, se han organizado diálogos interculturales sobre los derechos
humanos.

La tarea central de la política emancipatoria actual, en este terreno, consiste en que la


conceptualización y práctica de los derechos humanos de un localismo globalizado se
transformen en un proyecto cosmopolita insurgente. ¿Cuáles son las premisas para semejante
transformación? La primera premisa es que resulta imperativo trascender el debate sobre
universalismo y relativismo cultural. Este es un debate inherentemente falso, cuyos
conceptos polares son ambos igualmente perjudiciales para una concepción emancipatoria
de derechos humanos. Todas las culturas son relativas, pero el relativismo cultural como
postura filosófica está equivocado. Todas las culturas aspiran a tener valores y
preocupaciones absolutas, pero el universalismo cultural en cuanto postura filosófica, es
erróneo.

Contra el universalismo, debemos proponer diálogos transculturales sobre preocupaciones


isomórficas. Contra el relativismo, debemos desarrollar criterios procedimentales
transculturales para distinguir la política progresista de la conservadora, la capacitación del
desarme, la emancipación de la regulación. En la medida en que el debate suscitado por los
derechos humanos pueda evolucionar hacia un diálogo competitivo entre diferentes culturas
acerca de los principios de la dignidad humana, es imperativo que tal competencia induzca
las coaliciones transnacionales a disputar para llegar más al máximo que al mínimo (¿Cuáles
son los estándares absolutos mínimos? ¿Los derechos humanos más básicos? ¿El mínimo
denominador común?).

La advertencia a menudo expresada de no sobrecargar la política de derechos humanos con


derechos nuevos, más avanzados o con concepciones diferentes y más amplias de derechos
humanos, es una manifestación tardía de la reducción de las reivindicaciones emancipatorias
de la modernidad occidental al bajo nivel de emancipación posibilitado o tolerado por el
capitalismo mundial: los derechos humanos de baja intensidad aparecen como la otra cara
de la democracia de baja intensidad.
La segunda premisa es que todas las culturas poseen ideas sobre la dignidad humana, pero
no todas conciben la dignidad humana como equivalente a derechos humanos. Es, por tanto,
importante buscar preocupaciones isomórficas entre diferentes culturas. Los diferentes
nombres, conceptos y Weltanschaungen pueden transmitir preocupaciones o aspiraciones
similares o mutuamente inteligibles.

La tercera premisa es que todas las culturas son incompletas y problemáticas en sus
concepciones de la dignidad humana. Tal incompletud deriva, precisamente, del hecho de
que existe una pluralidad de culturas. Si cada cultura fuera tan completa como afirma ser,
habría apenas una única cultura. La idea de completud es la fuente de un exceso de sentido
que parece plagar todas las culturas. La incompletud es de esta manera más visible desde
afuera, desde la perspectiva de otra cultura. Elevar el nivel de conciencia de la incompletud
cultural a su máximo posible, es una de las tareas más cruciales en la construcción de una
concepción emancipatoria multicultural de los derechos humanos. La cuarta premisa es que
ninguna cultura importante es monolítica. Las culturas tienen diferentes versiones de

111
dignidad humana, algunas más extensas que otras, algunas con un círculo más amplio de
reciprocidad que otras, algunas más abiertas a otras culturas que otras. Por ejemplo, la
modernidad occidental se ha desdoblado en dos concepciones y prácticas sumamente
divergentes de derechos humanos la liberal y la marxista una prioriza los derechos civiles y
políticos, y la otra los derechos sociales y económicos. Por último, la quinta premisa es que
todas las culturas tienden a distribuir a las personas y grupos sociales entre dos principios
competitivos de pertenencia jerárquica. Uno funciona a través de jerarquías entre unidades
homogéneas. El otro, funciona a través de la separación entre diferencias e identidades
únicas. Los dos principios no necesariamente se yuxtaponen, y por eso no todas las
igualdades son idénticas y no todas las diferencias son desiguales. Estas son las premisas de
un diálogo transcultural sobre la dignidad humana que pueden eventualmente conducir a una
concepción mestiza de los derechos humanos, una concepción que, en lugar de recurrir a
falsos universalismos, se organice a sí misma como una constelación de significados locales
y mutuamente inteligibles, redes que confieran poder a referencias normativas.

Pero este es únicamente el


punto de partida. En el caso
de un diálogo transcultural,
el intercambio no es solo
entre diferentes saberes sino
también entre diferentes
culturas, es decir, entre
diferentes, y en un sentido
enérgico, inconmensurables
universos de significado.
Estos universos de
significado consisten en
constelaciones de topoi
fuertes. Los topoi son los
lugares comunes retóricos
ampliamente extendidos de una determinada cultura, autoevidentes y, por lo tanto, que no
son objeto de debate. Funcionan como premisas para la argumentación, posibilitando de esta
manera la producción e intercambio de argumentos. Los topoi fuertes se vuelven sumamente
vulnerables y problemáticos cuando se les “utiliza” en una cultura diferente. Lo mejor que
les puede ocurrir es que sean “degradados” de premisas de la argumentación a argumentos.
Comprender una determinada cultura desde los topoi de otra cultura puede resultar muy
difícil, si no imposible. Por tanto, propondré una hermenéutica diatópica. En el campo de los
derechos humanos y de la dignidad, la movilización de apoyo social a las reivindicaciones
emancipatorias que estas potencialmente contienen solo se puede lograr si tales
reivindicaciones se han apropiado en el contexto cultural local. La apropiación, en este
sentido, no se puede obtener por medio de la canibalización cultural. Requiere un diálogo
intercultural y una hermenéutica diatópica. La hermenéutica diatópica se basa en la idea de
que los topoi de una cultura individual, no importa lo fuertes que sean, son tan incompletos
como la cultura por sí misma. Semejante incompletud no es visible desde dentro de la propia
cultura, puesto que la aspiración a la totalidad induce a tomar la parte por el todo. El objetivo
de la hermenéutica diatópica no es, por tanto, alcanzar la completud puesto que este es un
objetivo inalcanzable sino, por el contrario, elevar la conciencia de la recíproca incompletud
a su máximo posible entablando un diálogo, como si fuera con un pie en cada cultura. Aquí
reside su carácter diatópico. Una hermenéutica diatópica puede llevarse a cabo entre el topo
de los derechos humanos en la cultura occidental, el topo del dharma en la cultura hindú, y
el topo de la umma en la cultura islámica. Según Panikkar, el dharma: es aquello que

112
mantiene, proporciona cohesión y por lo tanto fuerza a una dada cosa, a la realidad, y en
última instancia a los tres mundos (triloka).

La justicia mantiene unidas las relaciones humanas; la moralidad lo mantiene a uno en


armonía consigo mismo; el derecho es el principio vinculante de las relaciones humanas; la
religión es lo que mantiene la existencia del universo; el destino es aquello que nos vincula
con el futuro; la verdad es la cohesión interna de una cosa. Ahora bien, un mundo en el que
la noción de Dharma es central y casi omnipresente no se preocupa por hallar “el derecho”
de un individuo frente a otro o del individuo frente a la sociedad sino más bien de evaluar el
carácter dhármico (correcto, verdadero, consistente) o no-dhármico de una cosa o de una
acción dentro del complejo teantropocósmico total de la realidad (1984: 39). Analizados
desde el topo de dharma, los derechos humanos son incompletos porque no logran establecer
un vínculo entre la parte (el individuo) y el todo (la realidad), o, aún más radicalmente,
porque se centran en lo que es meramente derivado, en los derechos, en lugar de centrase en
el imperativo primordial, el deber de las personas de encontrar su lugar en el orden de toda
la sociedad y de todo el cosmos. Desde el punto de vista del dharma y, en efecto, también de
la umma, la concepción occidental de los derechos humanos está plagada de una simetría
muy simplista y mecánica entre derechos y deberes. Concede derechos solo a aquellos a
quienes exige deberes.

Esto explica por qué, según el concepto occidental de derechos humanos, la naturaleza no
tiene derechos: no se le pueden imponer deberes. Por la misma razón, es imposible conceder
derechos a las generaciones futuras; no tienen derechos porque no tienen deberes. Por otra
parte, desde la perspectiva del topo de los derechos humanos, el dharma también es
incompleto debido a su fuerte tendencia no dialéctica a favor de la armonía, ocultando por
tanto injusticias y desatendiendo totalmente el valor del conflicto como una vía hacia una
armonía más rica. Además, el dharma se despreocupa de los principios del orden
democrático, con libertad y autonomía, e ignora el hecho de que, sin derechos primordiales,
el individuo es una entidad demasiado frágil como para evitar ser oprimido por aquello que
lo trasciende. Finalmente, el dharma tiende a olvidar que el sufrimiento humano tiene una
dimensión individual irreducible: las sociedades no sufren, pero los individuos sí. A otro
nivel conceptual, se puede ensayar la misma hermenéutica diatópica entre el topo de los
derechos humanos y el topo de la umma en la cultura islámica. Los pasajes del Corán en los
que aparece la palabra umma son tan variados, que su significado no se puede definir
rígidamente. Sin embargo, esto sí parece ser cierto: siempre se refiere a entidades étnicas,
lingüísticas o religiosas de personas que son objeto del plan divino de salvación. A medida
que la actividad profética de Muhammad fue progresando, los fundamentos religiosos de la
umma se hicieron cada vez más explícitos y, en consecuencia, la umma de los árabes se
transformó en la umma de los musulmanes.

Vistos desde el topo de la umma, la incompletud de los derechos humanos individuales


reside en el hecho de que solamente sobre esta base es imposible sustentar las solidaridades
y los enlaces colectivos sin las cuales ninguna sociedad puede sobrevivir y mucho menos
florecer. Aquí radica la dificultad de la concepción occidental de los derechos humanos para
aceptar los derechos colectivos de los grupos sociales o pueblos, ya sean minorías étnicas,
mujeres o indígenas. Este es, de hecho, un ejemplo específico de una dificultad mucho más
amplia, la dificultad de definir la comunidad como un área de solidaridad concreta y como
una obligación política horizontal.

Esta idea de comunidad, central para Rousseau, desapareció rápidamente en la dicotomía


liberal que separó totalmente el Estado y la sociedad civil. En cambio, desde el topo de los

113
derechos humanos individuales, la umma enfatiza de forma exagerada los deberes en
detrimento de los derechos y, por esta razón, está proclive a consentir desigualdades por lo
demás injustas, como la desigualdad entre los hombres y las mujeres y entre los musulmanes
y los no musulmanes. Como reveló la hermenéutica diatópica, la debilidad fundamental de
la cultura occidental consiste en establecer una dicotomía de una forma demasiado estricta
entre el individuo y la sociedad, tornándose de esta manera vulnerable al individualismo
posesivo, al narcisismo, a la alienación y a la anomia. Por otra parte, la debilidad
fundamental de las culturas hindú e islámica consiste en que ninguna logra reconocer que el
sufrimiento humano tiene una dimensión individual irreducible que solo se puede considerar
adecuadamente en una sociedad que no esté organizada jerárquicamente.

El reconocimiento de las recíprocas incompletudes y debilidades es una condición sine qua


non de cualquier diálogo transcultural. La hermenéutica diatópica se construye tanto sobre
la identificación local de la incompletud y debilidad, como sobre su inteligibilidad translocal.
Como se ha mencionado arriba, en el campo de los derechos humanos y la dignidad, la
movilización del apoyo social para las reivindicaciones emancipatorias que estas
potencialmente contienen solo se puede alcanzar si dichas reivindicaciones se han apropiado
en el contexto cultural local y si un diálogo transcultural y la hermenéutica diatópica son
posibles. En tiempos recientes, se han probado ejercicios muy particulares en hermenéutica
diatópica entre las culturas islámica y occidental en el terreno de los derechos humanos.
Algunos de los ejemplos más significativos son provistos por Abdullahi Ahmed An-na’im
(1990; 1992), Tariq Ramadan (2000; 2003) y Ebrahim Moosa (2004). Existe un viejo debate
acerca de las relaciones entre islamismo y derechos humanos, y la posibilidad de que haya
una concepción islámica de los derechos humanos. Este debate implica una amplia gama de
posiciones, y su impacto se extiende mucho más allá del mundo islámico. Corriendo el riesgo
de establecer una simplificación excesiva, en este debate se pueden identificar dos posiciones
extremas.

Una, absolutista o fundamentalista, se


mantiene por aquellos para quienes el
sistema jurídico religioso del Islam, la
Shari’a, debe aplicarse integralmente como
el derecho del Estado islámico. Según esta
postura, existen inconsistencias
irreconciliables entre la Shari’a y la
concepción occidental de los derechos
humanos, y la Shari’a debe prevalecer. Por
ejemplo, respecto al status de los no
musulmanes, la Shari’a impone la creación
de un Estado para musulmanes en el que
estos sean los únicos ciudadanos, y los no
musulmanes no tengan ningún derecho político; la paz entre los musulmanes y los no
musulmanes siempre es problemática y los enfrentamientos puede que sean inevitables. Con
respecto a las mujeres, no existe duda sobre la igualdad; la Shari’a ordena la segregación de
las mujeres, y de acuerdo con algunas interpretaciones más estrictas, las excluye
completamente de la vida pública. En el otro extremo están los secularistas o modernistas,
que opinan que los musulmanes deberían organizarse en Estados seculares. El Islam es un
movimiento religioso y espiritual, no político, y como tal, las sociedades musulmanas
modernas tienen libertad para organizar su gobierno de cualquier manera que estimen digna
y apropiada a sus circunstancias. La aceptación de los derechos humanos internacionales es
un asunto de decisión política que no debe mezclarse con consideraciones religiosas.

114
Solamente un ejemplo entre muchos: una ley de Túnez de 1956 prohibía completamente la
poligamia, basándose en que ya no era aceptable y en que el principio coránico de justicia
para todas las coesposas era imposible para cualquier hombre realizar en la práctica, con la
excepción del Profeta. An-na’im critica ambas posiciones extremas. La vía per mezzo que
propone trata de fundamentar los derechos humanos transculturalmente, identifica las áreas
de conflicto entre la Shari’a y los “estándares de derechos humanos” y busca una
reconciliación y relación positiva entre los dos
sistemas.

Por ejemplo, el problema con la Shari’a histórica es


que excluye a las mujeres y a los no musulmanes de
aplicar este principio. Así que es necesaria una reforma
o reconstrucción de la Shari’a. El método propuesto
para semejante “reforma islámica” se basa en un
enfoque evolucionista de los orígenes islámicos, que
examina el contexto histórico concreto dentro del que
se creó la Shari’a a partir de las primeras fuentes del
Islam por los juristas fundadores de los siglos VIII y
IX. A la luz de tal contexto, una construcción
restringida del otro estaba probablemente justificada.
Pero esto ya no es válido. Por el contrario, en el
presente existe un contexto diferente en el que puede
justificarse plenamente una perspectiva más iluminada
desde el Islam. Siguiendo las enseñanzas del Ustadh
Mahmoud, An-na’im muestra que una revisión
detallada del contenido del Corán y de los Sunna revela
dos niveles o etapas en el mensaje del Islam, uno del primer período de La Meca, y el otro
de la subsiguiente etapa de Medina.

El primer mensaje de la Meca es el mensaje eterno y fundamental del Islam, y enfatiza la


dignidad inherente de los seres humanos, independientemente de su sexo, religión o raza.
Bajo las circunstancias históricas del siglo VII (la época de Medina) en el que el mensaje
tuvo lugar, se consideró demasiado avanzado, se suspendió y se aplazó su implementación
hasta que en el futuro se produjeran las circunstancias adecuadas. Según An-na’im, ha
llegado el momento y el contexto oportuno para ello. No puedo evaluar la validez específica
de esta propuesta dentro de la cultura islámica. Esto es precisamente lo que distingue la
hermenéutica diatópica del orientalismo. Lo que deseo enfatizar del enfoque de An-na’im es
el intento de transformar la concepción occidental de los derechos humanos en una
transcultural que reivindica la legitimidad islámica, en lugar de renunciar a ella. En abstracto
y desde fuera, es difícil juzgar si un enfoque religioso o secularista es más proclive a dar
resultado en un contexto de un diálogo transcultural islámico sobre derechos humanos.

Sin embargo, teniendo en cuenta que los derechos humanos occidentales son la expresión de
un profundo, aunque incompleto, proceso de secularización que no tiene comparación con
nada semejante dentro de la cultura islámica, uno estaría inclinado a pensar que, en el
contexto musulmán, la energía movilizadora necesaria para un proyecto cosmopolita de
derechos humanos será más fácilmente creada en un marco de una religiosidad ilustrada. Si
esto es así, la propuesta de An-na’im es muy prometedora. Pero no se encuentra solo y, en
realidad, los académicos y activistas islámicos han estado en los recientes años
contribuyendo a la traducción intercultural y a las hermenéuticas diatópicas en formas
nuevas e importantes. Esto es lo más significativo en el caso de Tariq Ramadan. Al dirigirse

115
a los musulmanes que viven en occidente, y al tener en cuenta sus condiciones
socioeconómicas (la mayoría de ellos son inmigrantes), les anima a unir fuerzas con todos
los otros grupos sociales oprimidos, independientemente de su contexto cultural o religioso,
con la siguiente lógica: El que ya ha trabajado en el terreno con las comunidades de base,
desarrollando a nivel local estrategias sociales y económicas, solo se puede sorprender por
sus similitudes con la experiencia de las fuerzas musulmanas. Los puntos de referencia son
ciertamente distintos, así como lo son sus fundamentos y aplicación, pero el espíritu es uno
y el mismo en el sentido de que se alimenta de la misma fuente de resistencia al interés ciego
de las grandes superpotencias y multinacionales. Ya se ha comentado: no es una cuestión de
afirmar la realidad de un tercermundismo islámico beatífico, el cual haría eco del que hemos
conocido durante mucho tiempo en nuestra parte del mundo. Lo cierto es que, como
consecuencia de ser el Islam el punto de referencia para muchos musulmanes practicantes,
se recurre a él por sus ideas como la dignidad, la justicia y el pluralismo, así como por ideas
que configuran la movilización de la comunidad cristiana o humanística. Así que, en este
sentido, las relaciones se deberían multiplicar y los intercambios de experiencia se deberían
hacer permanentes.

Para Tariq Ramadan, el impulso para la traducción intercultural radica en la necesidad


primordial de construir amplias coaliciones para la lucha contra la globalización neoliberal:

“Es necesario ser tanto un amigo como un


compañero de aquellos que, en occidente,
denuncian la opresión global y nos invitan a todos
a aportar semejante cambio”. En la India, se está
llevando a cabo una modalidad similar de
combinar la integridad cultural con las luchas más
amplias hacia la justicia social por parte de algunos
grupos de derechos humanos y, especialmente, por
los reformistas sociales “intocables”.

Consiste en introducir la lucha de los intocables hacia la justicia y la igualdad según las
nociones hindúes de karma y dharma, revisándolas y reinterpretándolas, o incluso
subvirtiéndolas de forma selectiva, de tal manera que se conviertan en fuentes de legitimidad
y fortaleza para las luchas y protestas.

Un ejemplo de semejantes revisiones es el creciente énfasis dado a “el dharma común”


(sadharana dharma) en contraste con el “dharma especial” (visesa dharma) de los gobiernos
de las castas, rituales y deberes. Según Khare, el “dharma común”: basado en la igualdad

116
espiritual de todas las criaturas, promueve tradicionalmente un sentido compartido de
cuidado mutuo, de rehusar la violencia e injuria y de una búsqueda de la equidad.
Tradicionalmente promueve actividades para el bienestar público y atrae a los reformistas
progresistas. Los defensores de derechos humanos pueden hallar aquí una convergencia con
un impulso específicamente indio. El dharma común ético también se ajusta con eminencia
a los reformistas sociales intocables.

El “impulso indio” del “dharma común” proporciona a los derechos humanos una
integración cultural y legitimidad local a través de la cual cesan de ser un localismo
globalizado. La revisión de la tradición hindú no solamente crea una oportunidad para la
reclamación de derechos humanos, pues también invita a una revisión de la tradición de los
derechos humanos de incluir demandas formuladas de acuerdo con otras premisas culturales.
Al involucrarse en revisiones recíprocas, ambas tradiciones actúan como culturas huéspedes
y como culturas anfitrionas. Estos son los caminos necesarios para la petición de ejercicios
de traducción intercultural (hermenéutica diatópica). El resultado es una reivindicación
culturalmente híbrida a favor de la dignidad humana, una concepción mestiza de los derechos
humanos. Aquí yace la alternativa a una teoría general que intenta abarcar el todo, la versión
característica del universalismo que concibe como una particularidad todo aquello que no
cabe en sus estrechos confines.

La hermenéutica diatópica no es tarea para una sola persona que escribe desde el interior de
una única cultura. No es, por tanto, sorprendente por ejemplo que el enfoque de An-na’im,
aun siendo una auténtica muestra de hermenéutica diatópica, se haya llevado a cabo con
desigual consistencia. Desde mi punto de vista, An-na’im acepta el concepto de derechos
humanos universales con demasiada facilidad y sin ninguna crítica. Aunque adopta una

117
perspectiva evolucionista, y está muy atento al contexto histórico de la tradición islámica, se
vuelve sorprendentemente ahistórico e ingenuamente universalista cuando se trata de la
Declaración Universal de Derechos. La hermenéutica diatópica no solamente exige una
modalidad diferente de conocimiento; sino también un proceso diferente de creación de
conocimiento. Requiere que la producción del conocimiento sea colectiva, interactiva,
intersubjetiva y en red. Se debe perseguir con una conciencia plena de que se producirán
agujeros negros, zonas de ininteligibilidad mutua irredimible que, para no derivar en
parálisis o faccionalismo, deben relativizarse a través de intereses comunes inclusivos en la
lucha contra la injusticia social. Esto mismo lo enfatiza Tariq Ramadan:

Occidente no es ni monolítico ni diabólico y las fenomenales ventajas en términos de sus


derechos, conocimiento, cultura y civilización son demasiado importantes como para
minimizarlas o rechazarlas. [Sin embargo] ser un ciudadano occidental proveniente de un
contexto musulmán y a la vez conservar estas verdades es arriesgarse, casi sistemáticamente,
a ser considerado una persona que no se ha “integrado” favorablemente. Por tanto, queda la
sospecha de la verdadera lealtad de semejante persona. Todo procede como si nuestra
“integración” tuviera que comprarse con nuestro silencio. Uno debe rechazar este tipo de
chantaje intelectual.

La hermenéutica diatópica llevada a cabo desde la perspectiva de la cultura islámica, debe


complementarse por una hermenéutica diatópica conducida desde la perspectiva de otras
culturas, particularmente desde la occidental. Esta es, probablemente, la única forma de
introducir en la cultura occidental las ideas de los derechos colectivos, de los derechos de la
naturaleza y los de las generaciones futuras, así como las de los deberes y responsabilidades
frente a entidades colectivas, sean la comunidad, el mundo o incluso el cosmos.

118
Bibliografía

 Marescalchi, M. A. (2018) Sociología: Aspectos significativos de estudio del siglo


XXI Universidad Nacional de Río Cuarto: UniRío Editora.
 Boaventura, S. S. (2018). Construyendo las Epistemologías del Sur. Ciudad
Autónoma de Buenos Aires: CLACSO.
 Hernández, P. P. (2018) Sociología Jurídica Editorial: Universidad Abierta para
Adultos (UAPA)
 Historia Mundial Contemporánea
 Historia Universal – Formación Básica
 Hernández, J. A. – Lozano, J. A. (2016). Sociología General y Jurídica. México:
Oxford University Press México, Grupo Gráfico Editorial S.A. de C.V.
 Peña, D. E. (2014). Libro electrónico de Sociología Jurídica. Internacional
Barcelona- España, Editorial: vLex
 Presidencia de la Nación - Ministerio de Educación
 Boaventura, S. S. (2009). Sociología Jurídica crítica. The Syndicate of the University
of Cambridge Editorial: Trotta, S.A., 2009
 Soriano, R. L. (1997). Sociología del Derecho. Editorial: Ariel, S. A. Córcega,
Barcelona
 Reforma Integral de la Educación Media Superior

119

También podría gustarte