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Públicas
1.1. Definiciones
Para unas Relaciones Públicas eficaces, los profesionales que se dedican a ellas
tienen que estar en contacto con el resto de departamentos. Sin embargo, las
Relaciones Públicas no equivalen a toda la comunicación externa e interna de la
organización. Para empezar, no basta con comunicar, sino que constituyen un
ejercicio de diálogo. En cambio, la comunicación corporativa integra todos los
esfuerzos comunicativos de una institución (Matilla, 2015, pp. 61-62). Así, las
Relaciones Públicas son una disciplina más de la comunicación corporativa. Desde
un punto de vista estratégico, la comunicación corporativa en conjunto contribuye
a materializar los esfuerzos de Relaciones Públicas (Di Génova, 2016, p. 35).
- Publicaciones corporativas.
- Folletos institucionales.
- La celebración de eventos (también sirve para convocar a medios).
- Participación en ferias y exposiciones.
- Conferencias y congresos, para los públicos especializados.
- Los anuncios de Relaciones Públicas.
La relación con los públicos internos también requiere de sus propias herramientas.
Hoy en día, la comunicación interna se entiende como un proceso que necesita de
retroalimentación por parte de todos los participantes. Tiene que conseguir que
todos los miembros conozcan los objetivos de la organización y participen de ellos,
dando a todas las voces la importancia que merecen. Es una comunicación que
exige mensajes claros y realistas, transparentes y sin retórica. No obstante, también
forman parte de la comunicación interna los mensajes destinados a explicar
procesos de trabajo o aclarar la responsabilidad de cada miembro.
En los últimos tiempos, se han incorporado a esta lista el blog corporativo y las redes
sociales corporativas. Tanto los públicos externos como los internos pueden ser
alcanzados a través de medios digitales o interactivos. En ellos, constantemente se
les escucha y se les responde. En el caso del blog corporativo (Sanagustín, 2016, p.
91), es un espacio en el que la organización publica contenidos de interés para el
público, por orden cronológico. Por su parte, las redes sociales tienen varios usos
(Xifra, 2011, pp. 285-286). El primero, ejercer de canal complementario para
comunicarse con los distintos públicos; ser el espacio al que cualquiera puede
acudir para encontrar toda la información publicada por la organización; y, por
último, contribuir a los lanzamientos de productos.
Las nuevas tecnologías nos permiten comunicarnos las 24 horas del día,
estableciendo cada vez más relaciones y con más personas. Este entorno surgido
con Internet proporciona nuevas oportunidades a las Relaciones Públicas. Los
públicos utilizan la red de forma masiva, por lo que no podemos permanecer ajenos
al elaborar planes de comunicación (Aced, 2018). El concepto de «posicionamiento»
procede del Marketing, y es la imagen que los consumidores tienen de una marca,
frente a sus rivales. Aplicado a Internet, el posicionamiento web de una organización
es la visibilidad que obtiene al introducir unos términos en los buscadores. Esta
relevancia se traduce en una posición concreta en la lista de resultados.
SEO son las siglas en inglés de Search Engine Optimization (Optimización del Motor
de Búsqueda). Los trabajos de SEO consisten en mejorar los contenidos de las
páginas para que, al introducir unos términos determinados, aparezcan en los
primeros resultados de búsqueda (Mejía Llano, 2015, p. 103). Es decir, el SEO utiliza
técnicas para mejorar la posición relativa de la página en los buscadores. Al no tener
coste, son conocidas como técnicas de posicionamiento natural u orgánico. No
obstante, se puede pagar a profesionales especializados en perfeccionar el
posicionamiento de webs. Los objetivos del SEO se asemejan a los de las Relaciones
Públicas tradicionales. En ellas, siempre se ha perseguido que los medios publiquen
los materiales de las organizaciones; de forma similar, en los buscadores, se intenta
que obtengan una posición relevante (Christ, 2005, p. 8). Aunque la adquisición de
tráfico siempre está entre los objetivos, también existe el SEO reputacional, utilizado
para desplazar los resultados desfavorables para la organización (Mejía Llano, 2015,
pp. 110-111).
En los últimos años, buscadores como Google han perfeccionado sus motores de
búsqueda para recompensar a las webs que más cuidan la experiencia de sus
usuarios. Así, obtienen mejor posición las que se cargan más rápido (en especial, en
los dispositivos móviles); las que se alojan en servidores con copias de respaldo
(Mejía Llano, 2015, p. 106); y las que ofrecen contenido relevante, claramente
relacionado con los términos de búsqueda. Es más, el éxito social de los contenidos
también influye en el posicionamiento SEO de una página. En este punto, el SEO
confluye con las Relaciones Públicas, que se encargan de crear contenidos
relevantes para posicionar la organización (Brown, 2009, p. 53).
Son muchas las ventajas de un buen posicionamiento SEO (Mejía Llano, 2015, p.
104): de entrada, la organización sale entre los primeros resultados de los
buscadores. Esto incrementa el tráfico web y la visibilidad de la empresa. Además,
los resultados persisten en el tiempo, al contrario que con otros recursos online. Por
otro lado, la mayor visibilidad proporciona nuevas oportunidades de entendimiento
con los públicos. Para todos ellos, la compañía está más accesible en Internet. A su
vez, el entendimiento con los líderes influenciadores mejora la posición en
buscadores. Para ello, hay que escucharles, ofreciéndoles contenidos de su interés.
En la actualidad, los buscadores conceden mejor SEO si muchas webs distintas
comparten nuestra página, en vez de unas pocas que nos enlacen mucho (Dodson,
2016, p. 38). Por todo ello, conviene que los profesionales de las Relaciones Públicas
añadan las habilidades SEO a sus capacidades (Christ, 2005, p. 9); sobre todo, la
redacción de contenidos de acuerdo con los términos de búsqueda de sus públicos
(Brown, 2009, p. 56).
Figura 1. El posicionamiento SEO, también conocido como posicionamiento natural u orgánico, sirve
para colocar la web de la organización en cabeza de los resultados de los buscadores. El SEO trabaja
los contenidos y la estructura de la página para su óptima lectura por los motores de búsqueda
(Fuente: elaboración propia de una búsqueda en Google).
Para adquirir espacios SEM, hay que indicar las palabras clave con las que queremos
que aparezca nuestro enlace, cuando las busquen los usuarios. A la hora de
confeccionar el mensaje, se recomienda anuncios patrocinados mediante el «Coste
por Clic» o CPC (Mejía Llano, 2015, p. 201). Cada vez que alguien «pincha» en el
enlace, el anunciante tiene que pagar una cantidad determinada. En función de la
cotización de cada palabra clave, el «coste por clic» será diferente. El anunciante
indica un presupuesto y el buscador calcula para cuantos clics le da ese dinero.
El SEM se recomienda cuando la organización necesita resultados inmediatos, y no
puede esperar a construir su SEO (Mejía Llano, 2015, p. 203). En ocasiones, los
profesionales de las Relaciones Públicas pueden optar por pagar el posicionamiento
SEM, para hacer llegar el mensaje de la organización. Al hacerlo, aumentan su
control sobre los mensajes que se dirigen a los grupos de interés. Así, las Relaciones
Públicas pueden utilizar ambos tipos de posicionamiento (SEO y SEM) para alcanzar
sus objetivos de entendimiento con los públicos, y de reputación online. Además, el
SEO y el SEM son herramientas particularmente sencillas de medir, con sus
estadísticas monitorizadas. Al preguntar a profesionales de las Relaciones Públicas
por los principales indicadores para medir la influencia de una organización, la
posición en los motores de búsqueda fue más citado que cualquier estudio
practicado directamente sobre la audiencia (Gillin, 2008, p. 4).
Los profesionales de las Relaciones Públicas necesitan una formación continua, con
la que adaptarse a las nuevas necesidades de comunicación. Dos ejemplos de este
escenario cambiante son las figuras del community manager (CM) y el social media
manager. El community manager es el profesional que gestiona la comunidad virtual
de una organización en la Red, a través de sus medios sociales (redes, webs, etc.).
Cuida y fomenta las relaciones de la organización en el entorno digital (Moreno,
2014, p. 34), generando flujos de comunicación con los que encontrar puntos de
interés con los públicos. Sixto-García (2017, p. 21) resume las funciones
del community manager en tres tareas: controla las redes sociales y publica
contenidos; realiza el seguimiento de la reputación y la imagen de la organización
en redes; y crea y consolida las comunidades de usuarios. Para ello, les escucha y
ayuda, realizando además la función de content curator: es decir, la persona que
selecciona los contenidos de valor para los públicos de medios sociales (Moreno,
2014, p. 47).
En los últimos años, los retos de la comunicación digital han generado otro nuevo
perfil en las organizaciones. La figura del social media manager surge para marcar la
estrategia en medios sociales, siendo además el responsable último de la gestión
de las crisis de reputación que se produzcan a través de ellos (Sixto-García, 2017, p.
21). Con frecuencia, se usan indistintamente las dos denominaciones, pero esta
costumbre induce a confusión. El community manager realiza las tareas digitales
sobre el terreno. En cambio, el social media manager define los objetivos
comunicativos de la organización en el medio digital, y monitoriza su cumplimiento;
no sólo crea los contenidos, sino que estudia y analiza las situaciones (Vela, 2014).
En definitiva, el social media manager establece las líneas de actuación y prepara el
plan para desarrollarlas; mientras, el community manager las ejecuta en el día a día
(Moreno, 2014, p. 43).
Huang (2001, pp. 66-67) establece una serie de dimensiones para la relación de una
organización con sus públicos:
Como base para la gestión de las relaciones, Broom (1977) propone el modelo de
coorientación. Broom y Dozier (1990) afirman que es útil para encontrar las áreas
en las que mejorar las relaciones. Gracias a él, se pueden detectar los cambios
necesarios en los conocimientos, predisposiciones y comportamiento de la
organización y sus públicos. Con este modelo, las Relaciones Públicas no son una
mera intervención para cambiar percepciones. El modelo de coorientación requiere
que se midan las de ambas partes: la organización y los públicos. En consecuencia,
este modelo analiza la comunicación desde cuatro perspectivas:
1) La de la organización.
2) La del público.
3) La de la organización sobre el punto de vista del público; qué cree que
éste piensa.
4) La del público sobre el punto de vista de la organización; qué cree que
ésta piensa (Cuenca Fontbona, 2012, p. 93).
2. Conceptos clave
2.1. El diálogo
Para evitar los malentendidos reseñados, la organización debe conversar con sus
públicos. Sólo así podrá aclarar su postura y conocer con exactitud la de ellos. Pero,
en primer lugar, necesitamos aproximarnos al diálogo entre personas y
organizaciones. En él, los actores tienen claras sus respectivas posiciones, desde las
cuales se desarrolla la conversación. Ahora bien, como explican Kent y Taylor (2002,
pp. 27-28), dialogar no es lo mismo que debatir. El diálogo no se limita a confrontar
ideas. Aunque se expresen puntos de vista diferentes, el diálogo implica una
preocupación o interés por el otro. En ocasiones, el diálogo se transforma en
deliberación. Entonces, al dar la oportunidad a los públicos de participar en las
discusiones (o, al menos, contemplar su desarrollo), el diálogo les permite examinar
hechos y políticas de las organizaciones (Heath, 2000, p. 71). Por eso, el diálogo
puede forjar relaciones mutuamente beneficiosas.
2.2. El acuerdo
2.3. El entendimiento
2.5. La congruencia
Para describir y comprender los intereses y las percepciones de los públicos, las
Relaciones Públicas recurren a la investigación. La investigación es una recopilación
controlada, objetiva y sistemática de información (Broom y Dozier, 1990, p. 161). En
concreto, la investigación formativa pretende conocer las opiniones, sentimientos y
reacciones del público ante las acciones y políticas de la organización (Grunig y Hunt,
2003). La investigación formativa evalúa el entendimiento entre la organización y
sus públicos. Gracias a ese entendimiento, este tipo de investigación precede a las
relaciones positivas entre ambos actores (Arceo, 2004, p. 69). La investigación
formativa indaga la manera en que perciben a la organización, para determinar las
consecuencias y orientar las políticas de la dirección (Grunig y Hunt, 2003, p. 78). En
definitiva, en el modelo bidireccional simétrico, la organización practica la
investigación formativa con objeto de servir mejor a los intereses de
sus stakeholders. La otra variante de investigación en Relaciones Públicas, la
evaluativa, mide los resultados de las acciones una vez llevadas a cabo.
Figura 2. Tipos de consenso coorientacional, adaptados de Scheff (1967, en Cutlip et al., 2001, p. 397)
para el análisis de la Opinión Pública (Fuente: Cutlip, Center y Broom, 2001).
Los grupos de discusión o focus groups constituyen otra técnica cualitativa. Estas
dinámicas se realizan para analizar las actitudes, opiniones y motivaciones de los
públicos que participan en ellas (Wilcox y Cameron, 2012, p. 135). En ocasiones,
también se emplean para explorar las reacciones a una estrategia de comunicación
o una campaña específica (Michaelson y Stacks, 2014, p. 104). Al igual que en las
entrevistas abiertas, los grupos de discusión cuentan con un guión previo, a partir
del cual el moderador fomenta la conversación. Éste se limita a formular temas de
debate, para que los participantes hablen entre ellos. El número de participantes
recomendado oscila entre 8 y 12 personas (Wilcox y Cameron, 2012, p. 135). Las
reuniones suelen durar entre una y dos horas.
Lo importante es que, siguiendo unas reglas, el análisis se pueda reproducir con los
mismos resultados (Stacks, 2011, p. 120). Por eso, para realizar un análisis de
contenido, Michaelson y Stacks (2014, pp. 114-115) indican una serie de elementos
imprescindibles. En primer lugar, hay que concretar las unidades de análisis. Es
decir, si los elementos a analizar van a ser palabras, imágenes, titulares, etc. Del
mismo modo, deben establecerse las categorías a detectar en las piezas
comunicativas. El sistema de categorías establece qué características se van a
registrar de las unidades de análisis. Para una óptima codificación, las categorías
deben ser independientes y exhaustivas. Por último, la codificación es el proceso de
registrar la presencia de las categorías en cada pieza comunicativa. Mediante la
codificación (Stacks, 2011, pp. 126-127), la información recopilada se transforma en
cifras, con las que se puede cuantificar la presencia de un concepto o establecer
comparaciones entre textos.
Las técnicas cualitativas son válidas, pero rara vez son tan fiables como las
cuantitativas (Wilcox y Cameron, 2012, p. 129). Son válidas porque miden aquellos
fenómenos para los que están pensadas. Sin embargo, las técnicas cualitativas no
se pueden reproducir con los mismos resultados, por lo que suelen ser menos
fiables. La técnica cualitativa que se escoja en una investigación de Relaciones
Públicas, dependerá de los objetivos que tenga: Si se usan para explorar problemas,
o bien para obtener los porqués de los datos cuantitativos. Por ejemplo, si los
participantes en una técnica coinciden en una afirmación, se puede convertir en una
hipótesis sobre la que indagar más en la fase cuantitativa. También se puede
aprovechar la investigación cualitativa en sentido opuesto: como una ayuda para
comprender en profundidad datos cuantitativos (Michaelson y Stacks, 2014, p. 96).
Las técnicas cuantitativas más clásicas son las encuestas y sondeos. Los procesos
de implementación y diseño son idénticos para ambos. Sin embargo, la encuesta es
un tipo de sondeo que se centra en el comportamiento inmediato de los sujetos, no
en sus actitudes (Stacks y Bowen, 2013, p. 23). Las encuestas consisten en la
realización de una batería de preguntas cerradas a una muestra aleatoria. En
cambio, otros tipos de sondeos sí proporcionan información en profundidad sobre
las actitudes y creencias de los entrevistados (Stacks, 2011, p. 224); y, en general,
son mucho más detallados y largos que las encuestas. Además, los sondeos suelen
incluir preguntas que proporcionan información demográfica sobre los
encuestados, o cuestiones adicionales que profundizan en una respuesta previa.
Tanto el sondeo como la encuesta pueden realizarse por teléfono, por correo, por
Internet, o cara a cara con el entrevistador. La decisión entre un método u otro
dependerá del tiempo y los costes que conlleven. Dentro de las encuestas por
correo, la encuesta ómnibus es una variedad de esta técnica mediante la que se
pregunta sobre una serie de temas diferentes en un mismo cuestionario (Wilcox y
Cameron, 2012, p. 144). Se envía a un panel de encuestados con periodicidad
semanal, mensual o trimestral. Cada organización introduce en la encuesta las
preguntas que necesita investigar, y se las proporciona a la empresa de
investigación encargada de administrarla.
1.1. Definición
1.2. Objetivos
1.3. Características
El de los trabajadores es un público claramente identificado y que la organización
ya conoce en buena medida. Sin embargo, en la actualidad, la variedad de públicos
de la comunicación interna se ha vuelto más compleja. La división entre
comunicación interna y externa es cada vez más difusa (Whitworth, 2011, p. 205).
Junto a los trabajadores directamente contratados por la organización, otras
audiencias internas incluyen a los empleados de socios y distribuidores. Cada uno
de estos públicos debe estar contemplados en el plan de comunicación interna, con
una estrategia adaptada a sus particularidades.
Figura 1. Diagrama de flujos de comunicación interna (Fuente: elaboración propia a partir de Lucas
Marín, 1997, pp. 175-177).
Las redes sociales son una herramienta para que los empleados de la compañía
eleven su voz. Estos canales facilitan el diálogo bidireccional y crean un sentimiento
de comunidad. Proporcionan la posibilidad a muchos miembros de crear y consumir
contenidos simultáneamente (Huang, Baptista y Galliers, 2013). En las redes sociales
corporativas, el valor se genera a través de lo que cada individuo comparte. Sirven
para construir las relaciones internas, compartir conocimientos y, en definitiva,
fomentar la colaboración entre los componentes de la institución. A través de las
redes sociales corporativas, se pueden realizar incluso tormentas de ideas
(Kluemper, Mitra y Wang, 2016, p. 186). Cada miembro de la organización expone
las suyas y sus compañeros las valoran. Como herramienta, ayudan a superar las
jerarquías y democratizar las organizaciones (Madsen, 2018, p. 614). Además,
fomentan la implicación de los empleados (tanto los actuales como los potenciales).
De acuerdo con Madsen (2018, pp. 616-625), podemos distinguir dos objetivos
básicos de las redes sociales corporativas (Madsen, 2018, p. 616). El primero de ellos
es el aumento del engagement de los empleados, que se sentirán implicados si
comprueban que se comparten ideas y conocimientos con ellos. El segundo, su
empoderamiento, al demostrar que sus ideas y opiniones cuentan dentro de la
organización. Sólo mediante el empoderamiento, los trabajadores percibirán que
tienen capacidad para cambiar, criticar o mejorar la empresa. Por lo tanto, las redes
sociales corporativas cumplen los grandes objetivos de las Relaciones Públicas
internas: aumentar la eficiencia organizacional, la cohesión organizativa y la
colaboración (Young y Hinesly, 2014, p. 438).
Por otra parte, las redes sociales corporativas no están exentas de riesgos. Los
especialistas Tania Sedej y Gorazd Justinek (2013) exponen cuáles son y con qué
medidas afrontarlos. Para empezar, la organización no controla todos los mensajes
a los que puede acceder el trabajador en redes sociales. Asimismo, los propios
públicos internos pueden publicar mensajes que no esperamos. Por todo ello, la
gestión de estas redes sociales exige flexibilidad. En este punto, la compañía
necesita a una persona que gestione las redes sociales internas en representación
de ella, igual que cuenta con un community manager para los públicos externos. Este
profesional debería ser un mando intermedio. Naturalmente, tendrá que estar al
tanto de la cultura corporativa de la organización, de sus operaciones y de su ámbito
de actuación. Y no menos importante: a la hora de aceptarlas y de saber usarlas, las
diferencias generacionales entre trabajadores jugarán un importante papel.
3. Canales de comunicación
3.1. Reuniones
Las principales técnicas orales para las Relaciones Públicas internas son las
reuniones y las conferencias (Xifra, 2007). En ellas, la comunicación cara a cara
favorece unas relaciones más estrechas y sinceras entre los grupos de interés. Una
reunión fomenta la comunicación entre los miembros de la organización en todos
los sentidos: ascendente, descendente y transversal. En particular, las reuniones
interdepartamentales fomentan una organización integrada. Una reunión puede
responder a alguna de las siguientes funciones (Xifra, 2007, p. 45):
Con frecuencia, los encargados de convocar, organizar y moderar las reuniones son
los propios profesionales de las Relaciones Públicas (Fernández y Huertas, 2011, p.
133). Pero, para que sea eficaz, debe practicarse con un número limitado de
personas. En una reunión física, el límite recomendado de participantes está en 8
personas (Xifra, 2007, p. 45). Hay que asegurarse de que todas ellas están
disponibles para el día en el que se va a convocar. En cualquier caso, conviene la
máxima información posterior a las personas que no pudieran asistir. No obstante,
si la organización quiere reunir a muchos miembros, puede optar por realizar un
encuentro. Los encuentros son una modalidad de reunión con entre 50 y 500
participantes. En ellos, cada departamento comparte con el resto de la entidad sus
actividades y logros, fomentando los contactos horizontales (Xifra, 2007, p. 44).
José Fernández Cavia y Asunción Huertas (2011, pp. 133-137) describen los detalles
imprescindibles en dos piezas escritas para cualquier reunión: la convocatoria y el
acta. La convocatoria es el documento en el que se informa a los destinatarios de
que la reunión va a tener lugar, y se les emplaza a asistir. Se deben indicar los
asuntos que se van a tratar, y adjuntar la documentación relacionada (por ejemplo,
informes que ayuden a discutir los temas). Hoy en día, las convocatorias se realizan
por correo electrónico, salvo que se trate de una reunión especialmente formal. En
suma, antes de una reunión, se necesita precisar cuál es su objetivo, para
sensibilizar a los participantes sobre el tema. Los preparativos de las reuniones
incluyen la revisión de la sala en la que se van a celebrar y su acondicionamiento
(Xifra, 2007, pp. 45-46). Asimismo, si son necesarios, hay que tener listos los
informes, expedientes y materiales gráficos.
Figura 2. Modelo de acta de reunión (Fuente: elaboración propia del esquema a partir de Fernández
Cavia y Huertas, 2011, pp. 135-137).
Mediante las circulares, las organizaciones dan a conocer unos hechos a sus
empleados. En ocasiones, también se usan para difundir una toma de posición en
un tema (García Jiménez, 1998, p. 322). Las circulares o comunicados de régimen
interior deben redactarse de forma sencilla, sin retórica. Pavía (2013, p. 113) da una
serie de pautas para confeccionar una circular. En primer lugar, deben contar con
una cabecera en la que se indique el asunto. Asimismo, en el encabezamiento tiene
que figurar el remitente dentro de la organización. Respecto a la fecha, en una
circular se coloca al pie, junto a la firma.
Las cartas de la dirección deben destinarse a ocasiones importantes, como la
presentación de un balance de resultados, o un cambio profundo en la
organización. Por ejemplo, que se produzca una fusión o una reestructuración. No
obstante, se recomienda que la dirección envíe una carta formal a los trabajadores
al menos una vez al año (Xifra, 2007, p. 42). Hay que tener presente que la clave de
la efectividad de esta técnica reside en la personalización. Por eso, preferentemente,
se remitirán directamente a los domicilios de los empleados.
Los buzones deben colocarse en zonas de paso transitadas, como las entradas al
edificio o la recepción (Xifra, 2007, p. 54); no obstante, cada departamento puede
instalar el suyo. Gracias al buzón de sugerencias, los empleados no tienen que
acudir a su jefe directo, con lo que ganan el anonimato (Chávez, 2013, p. 22). Es
recomendable que el buzón se abra diariamente para recoger los contenidos
depositados. A continuación, el departamento de Relaciones Públicas de la
organización tendrá que comprobar la originalidad y pertinencia de las propuestas,
así como su viabilidad. Para todo ello, los profesionales de las Relaciones Públicas
pueden contar con la ayuda de especialistas en los temas que toquen los
empleados.
Para que esta técnica funcione, conviene encontrar mecanismos para motivar a los
trabajadores. Una de las principales opciones consiste en compensarles con una
pequeña suma extra por involucrarse. Sin embargo, algunos expertos consideran
que estos pagos rompen el equilibrio en la empresa (Xifra, 2007, p. 53). Como
alternativa, se puede reconocer la autoría de una idea en la web de la organización,
o en otros canales de comunicación interna. Al final del año, la dirección puede
hacer un balance público sobre las aportaciones al buzón, como forma de agradecer
la colaboración a los trabajadores. Además, antes de poner en marcha un buzón de
sugerencias, se tiene que establecer un procedimiento de recogida: cómo se van a
recibir, quién las va a analizar, y cómo se van a responder. Por supuesto, todas las
ideas y sugerencias deben recibir una respuesta, sin importar lo útiles que sean a la
hora de la verdad.
Un blog es “un diario en línea que se actualiza periódicamente con textos o artículos
(entradas), escritos informalmente, que suelen presentarse en orden cronológico
inverso” (Xifra, 2007, p. 60). Con la aparición de las nuevas tecnologías de la
comunicación, cada vez es más difícil capturar y distribuir todo el conocimiento
colectivo de una organización (Baehr y Alex-Brown, 2010). El blog corporativo sirve
para cumplir con dicha misión. Son herramientas que actúan como repositorios de
conocimiento. Con ellos, los empleados adquieren información y participan en
procesos de aprendizaje. La organización puede incorporar a los blogs corporativos
explicaciones sobre procesos de trabajo y conocimientos técnicos. Del mismo
modo, puede adjuntar referencias con las que saber más sobre un asunto
determinado. El blog corporativo es, además, un canal de comunicación idóneo para
que los altos directivos transmitan sus mensajes a los empleados.
En suma, las ventajas del blog corporativo se resumen en cuatro aspectos (Rojas,
2005, en Xifra, 2007, p. 60). En primer lugar, la humanización, porque permite a la
empresa mostrarse más cercana y sincera. En segundo lugar, la inmediatez, porque
el mensaje se difunde en cuanto se publica, sin intermediarios. Su tercera gran baza
es la capacidad de creación de comunidades dentro de la organización. Finalmente,
los blogs refuerzan la cultura corporativa. A través de estas plataformas, se pueden
ejemplificar los valores de la entidad. Su bajo coste, su alta interactividad y la
posibilidad de asociarlo a otras herramientas, como las redes sociales corporativas,
completan sus ventajas.
Por todo ello, hace falta implementar programas de formación con dos objetivos. El
primero de estos objetivos es instruir a los empleados en el trabajo con redes
sociales. Los profesionales de las Relaciones Públicas deben preocuparse de
gestionar las percepciones que los miembros de la organización tengan sobre esta
tecnología (Welch, 2012). El segundo objetivo consiste en ayudar a los empleados a
dotar de sentido el uso de estas herramientas. En consecuencia, hay que
demostrarles el valor añadido que las redes sociales internas proporcionan a la
empresa y a sus trabajadores. En el proceso de formación, el coordinador de las
redes sociales debe explicar a los trabajadores por qué tienen que usarlas, y sobre
qué pueden comunicarse con ellas. Se ha demostrado la importancia de explicar a
los empleados cómo les van a ayudar las redes sociales, a título individual (Young y
Hinesly, 2014, pp. 436-437).
En una segunda fase, se valorarán los resultados, para crear un mapa de «palancas»
y «bloqueos». Las «palancas» serán nuestros públicos internos aliados, aquellos que
reciben de buen grado la nueva herramienta. En cambio, con los «bloqueos»,
tendremos que vencer la resistencia al cambio. Los miembros «palanca» nos
servirán para una experiencia piloto, convirtiéndose en los primeros en usar la
nueva herramienta y en demostrar su utilidad. Este paso es necesario, porque
muchos usuarios no utilizarán las redes sociales corporativas sin que antes se les
demuestre su valor.
Por último, en la fase de implantación, se debe supervisar la marcha del plan para
realizar cualquier ajuste conveniente. Para la comunicación interna, implementar
una tecnología en una organización lleva al menos un año (Denyer, Parry y Flowers,
2011). Con estos objetivos y plazos, los programas de redes sociales internas deben
contar con unos coordinadores, que se encargarán de su óptima implantación. De
hecho, no sólo se ocuparán del software requerido; también tienen la función de
facilitar el uso de las redes sociales por parte de los trabajadores. La dirección
deberá apoyar a estos coordinadores, delegando en ellos responsabilidades. Pero,
ante todo, tiene que demostrar que es la primera en implicarse en las nuevas
herramientas de comunicación interna.
La herramienta básica para las Relaciones Públicas con los medios es la nota o
comunicado de prensa. Se trata de un escrito que se dirige a los medios de
comunicación para informarles de una novedad sobre la organización. Es un texto
breve, de no más de 60 líneas (Xifra, 2011, p. 212), que reúne la información clave
sobre un tema. Debe proporcionar a los periodistas los datos clave para la
elaboración de una noticia, de manera concisa, clara y directa (Rojas Orduña, 2005,
p. 112). Sólo se deben enviar aquellas notas realmente relevantes y necesarias, ya
que un periodista puede llegar a recibir varias decenas al día (Xifra, 2011, p. 213).
El objetivo básico de la nota de prensa es generar interés a los medios por las
noticias beneficiosas para la organización. Las notas de prensa deben cumplir con
una serie de características, siempre buscando la credibilidad y comprensión de su
mensaje. Se deben redactar como si fuera a ser publicada en la forma en que la
estamos entregando. Para empezar, deben ser fáciles de leer, con frases simples y
un lenguaje coloquial. Han de redactarse con estilo periodístico, desde el primer
momento de su concepción. Por lo tanto, se ha de huir del lenguaje publicitario; y,
en general, del uso de adjetivos (Rojas Orduña, 2005, p. 112). Hay que evitar los
tecnicismos del sector de la organización, salvo que se dirijan a los medios
especializados. Por otro lado, los datos que se proporcionen en la nota tienen que
ser contrastables.
Nos centramos ahora en las características de presentación de una nota de prensa.
En la cabecera se incluyen todos los datos clave de la organización: nombre,
logotipo, persona y coordenadas de contacto (Palencia-Lefler, 2011, p. 79), por si el
periodista quiere resolver dudas. El especialista Octavio Rojas Orduña (2005, pp.
112-116) añade que, en la cabecera, se debe incluir el lugar y la fecha de edición. El
titular de una nota de prensa debe captar la atención y dejar clara la noticia. Justo
debajo, la entradilla consiste en un resumen de todo el contenido, a modo de
introducción. A continuación, en el texto corrido, las ideas deben aparecer por
orden de importancia. Es recomendable prescindir de informaciones no
relacionadas con el tema central de la nota, o datos que no aporten al respecto. Por
ejemplo, las declaraciones de miembros de la organización sólo deben incluirse si
realmente proporcionan información relevante.
1.2. El dossier
Para realizar una rueda de prensa con éxito, hay que prepararla con una antelación
mínima de entre dos y tres semanas (Palencia-Lefler, 2011, p. 91). Ésta es una
responsabilidad de los profesionales de las Relaciones Públicas. Para empezar, hay
que elegir el lugar. Preferentemente, se realizará en el propio entorno de la
organización, pero se saldrá fuera cuando haya otro sitio más propicio para la
escenificación; cuando se encuentre un lugar de más fácil acceso, o con mejor
tecnología (Palencia-Lefler, 2011, p. 92). En ese momento, hay que asegurarse de
que el lugar cuente con los elementos técnicos necesarios. Lo mejor es visitarlo de
antemano, para observar sus características y su equipamiento.
Presidirá la rueda de prensa el directivo responsable del tema que la motiva (Xifra,
2011, pp. 230-231), que podrá estar acompañado por un técnico especializado. Es
altamente aconsejable realizar un ensayo de la conferencia de prensa antes de
celebrarla. En este mismo sentido, hay que preparar un guión con los tiempos, los
turnos de palabra y los momentos de entrada de apoyos audiovisuales (Rojas
Orduña, 2005, p. 175). No obstante, en una conferencia de prensa, los periodistas
serán libres de preguntar lo que estimen oportuno, y los portavoces deberán
prepararse para responder a las preguntas más comprometedoras. Una vez
concluya la rueda de prensa, su éxito no se medirá por cuántos periodistas acudan,
sino por una cobertura provechosa para los objetivos estratégicos de la
organización (Rojas Orduña, 2005, p. 177).
El escrito de convocatoria de la rueda de prensa debe ser breve y sin florituras (Xifra,
2011, p. 221). Se procederá a su envío entre tres y cuatro días antes (Rojas Orduña,
2005, p. 176). La convocatoria tendrá que ser lo bastante original para destacar
sobre todas las demás que le lleguen al periodista (Xifra, 2011, pp. 221-226). El
mensaje de convocatoria debe incluir, entre otros puntos (Rojas Orduña, 2005, p.
176):
Para preparar un desayuno informativo, se deben seguir los mismos pasos que para
una conferencia de prensa. El envío de una convocatoria, la revisión del lugar y la
entrega de material informativo responden a pautas idénticas. Los desayunos
informativos suelen convocarse entre las 10:00 h y las 10:30 h. Como norma general,
se recomienda que no duren más de 45 minutos. De esta forma, no se reclama
demasiado tiempo del periodista. Además, al ser convocados a estas horas
tempranas, los periodistas no han iniciado aún su jornada, por lo que se muestran
más disponibles. Cuando el número de periodistas exija la colocación de varias
mesas, la organización se asegurará de contar con un representante en cada una
de ellas. Además, nadie deberá dar la espalda al principal portavoz.
Figura 1. Utilidades de las técnicas de relaciones con los medios (Fuente: elaboración propia, a partir
de la información disponible en Rojas Orduña (2005), Palencia-Lefler (2011) y Xifra (2011).
2. Relaciones con grupos de la administración y políticos («lobbying»)
Un lobby es un grupo de interés que realiza actividades para influir en las decisiones
de los poderes públicos (Castillo y Smolak, 2017, p. 14). Los lobbies o grupos de
influencia se constituyen para representar y defender los intereses comunes de sus
miembros (Xifra, 2011, p. 331). También se suele denominar lobby a la consultora
especializada en defender los intereses de otras empresas. El lobbying es un
proceso planificado de comunicación, destinado a intervenir sobre una decisión
pública o promover su adopción (Xifra, 2011, p. 360). Para Miller (2004, p. 4),
es lobbying cualquier acción que busque influir en las instituciones
gubernamentales. Entre éstas últimas, Miller señala la labor legislativa, la toma de
decisiones políticas y las negociaciones.
Ante los temas y los públicos con los que trabajan, los profesionales
del lobbying siempre son publirrelacionistas experimentados. Frecuentemente,
los lobbistas han adquirido sus conocimientos sobre los poderes públicos
trabajando para ellos (en gabinetes de ministros, diputados, etc.). Así, han
conseguido contactos y un entendimiento de cómo funcionan las instituciones
públicas desde dentro (Thomson y Steve, 2006, p. 19). Al igual que con los
periodistas, las relaciones con los representantes de los poderes públicos también
deben cultivarse. Es fundamental que el lobbista mantenga una relación de amistad
con los personajes que toman las decisiones, y que disponga de una amplia red de
contactos (Castillo y Smolak, 2017, p. 24).
El lobbista profesional aporta otro criterio importante: cuánta presión hay que
ejercer sobre un actor político. Y, por supuesto, debe dominar las herramientas
asociadas al lobbying: redacción de cartas y publicaciones, organización de
conferencias, visitas... La técnica específica más destacable se conoce
como grassroots (Castillo y Smolak, 2017, p. 25). Se trata de una técnica
de lobbismo indirecto, consistente en el envío de peticiones o cartas a un poder
público, por parte de un gran número de personas. De esta forma, el grupo de
interés demuestra a las autoridades el gran apoyo a la propuesta entre la Opinión
Pública.
Ahora bien, una memoria de RSC no es una loa a la organización. Tiene que guardar
un equilibrio, reflejando tanto lo que la empresa ha hecho bien, como las áreas en
las que puede mejorar. Los datos deben presentarse de forma que se puedan
comparar, tanto en el tiempo como con otras organizaciones (Navarro, 2012, p. 118).
Su redacción ha de ser clara y la información, fiable: tienen que existir evidencias de
todo lo que afirmemos en ella. Ahora bien, tal y como apuntan Clawford y Clark
Williams (2011, p. 341), uno de los peligros al redactar la memoria de RSC, es caer
en un exceso de cantidad, en vez de calidad en la información. Para que ésta gane
en credibilidad, recomiendan que las empresas cuenten con una verificación
externa de los datos que aportan; y una descripción de los métodos con los que se
han obtenido.
En definitiva, la memoria de RSC tiene que ser creíble, completa, significativa y con
el formato apropiado (Moravcikova et al., 2015, pp. 333-334). Sólo así el informe será
claro y se ocupará de todas las áreas de negocio de la empresa. En España, desde
2018, la directiva europea 2014/95/UE obliga a las grandes empresas a presentar un
informe de sostenibilidad. Antes, cada empresa lo presentaba voluntariamente. En
él hay que incluir las políticas de ahorro de energía, las de reducción de emisiones,
igualdad de género, lucha contra la corrupción, y las políticas de diversidad. A pesar
de ello, la falta de estandarización sigue siendo una de las desventajas del informe
de RSC.
Para que una estrategia de redes sociales tenga éxito (Barker, Barker, Bormann y
Neher, 2013), deberá ser:
Para el éxito en redes sociales, es vital que el contenido implique a los públicos.
Tenemos que intensificar los esfuerzos en las plataformas donde se encuentren.
Como indica Sanders (2012, p. 20), también es recomendable integrar nuestras
publicaciones en redes con otros canales. En los mensajes, podemos enlazar a
contenidos de nuestra web; y en ella, incrustar elementos que muestren nuestra
actividad en redes. En el caso de Facebook, su filosofía se basa en conectar en la Red
a gente que ya se conoce (Wilson, 2012, p. 61). Las organizaciones están presentes
a través de las páginas, no de los perfiles. Sus principales utilidades son la
construcción de comunidades y la ampliación del alcance de los mensajes. También
se pueden crear tiendas virtuales (Wilson, 2012, pp. 62-63). Por su parte, los
anuncios de Facebook permiten un alto grado de segmentación del público
destinatario.
En cuanto a Instagram, es la red social de las fotos y los vídeos (Aced, 2018, pp. 107-
109). En ella encontraremos al público más joven. Aparte de las publicaciones
convencionales de imágenes, se pueden difundir las llamadas «historias»
de Instagram. En ellas, el usuario puede añadir nuevos elementos a las imágenes.
Las Instagram Stories desparecen en 24 horas, si el usuario no indica lo contrario.
En Instagram existen dos tipos de perfil: personales y de empresa. Sólo se puede
insertar publicidad si se tiene perfil de empresa, igual que consultar estadísticas... y
sólo se pueden publicar enlaces si se superan los 10.000 seguidores.
Por su parte, YouTube es la red de los vídeos. Sus usuarios comparten vídeos de su
creación o de su archivo y lo cuelgan en la red. Las empresas pueden crear sus
canales -a los que un usuario se puede suscribir-, en los que organizan su contenido
en Listas de reproducción temáticas. La publicidad tiene un gran impacto en el canal
en donde los anuncios aparecen del mismo modo que en la televisión. Quienes
suben contenidos son llamados “Youtubers” y esta red, permite crear “videoblogs”
(contenido en formato video) y entrar en el universo gamer a través de YouTube
Gaming, en donde se pueden ver vídeos en directo o streaming de gamers jugando
a los videojuegos más conocidos.
Por último, LinkedIn es una red social de profesionales (Aced, 2018, pp. 98-99). Les
ofrece la posibilidad de visibilizarse y posicionarse como expertos. En esta
plataforma, los usuarios exponen su Curriculum Vitae y comparten sus experiencias
laborales. De forma similar a Facebook, en LinkedIn las organizaciones pueden crear
páginas. Éstas tienen que generarse desde la cuenta de un empleado de la
compañía, que se encargará de gestionarla. Cada entidad decide con quién
comparte las publicaciones. Uno de los usos dados a LinkedIn por las
organizaciones, es la publicación de ofertas de empleo. También se pueden
contratar inserciones de pago. Por último, para la conexión entre profesionales con
intereses en común, la empresa puede crear un grupo o sumarse a alguno ya
creado.
Las redes sociales son especialmente útiles para monitorizar a los públicos (Smith,
2012, pp. 159-160), porque podemos seguir sus publicaciones y comentarios. Así, se
pueden escuchar sus puntos de vista y sentimientos en conversaciones
espontáneas. Mediante el análisis de sentimientos, se recogen las palabras positivas
o negativas que han empleado para hablar de un tema o de la organización. Pero,
sobre todo, las redes sociales han traído la comunicación en tiempo real a las
Relaciones Públicas (Sheldrake, 2012). Por su parte, los algoritmos de análisis
contextual (Smith, 2012, pp. 160-161) tienen en cuenta la capacidad de influencia de
cada usuario; las características de quién hace los comentarios; y, por supuesto, las
relaciones establecidas entre ellos. Todo ello, mientras se gestiona otro gran reto
de las redes sociales: el manejo de una enorme cantidad de datos.
Figura 2. Principales características de las redes sociales más utilizadas (Fuente: elaboración propia, a
partir de la información disponible en Wilson (2012), Lacey (2012) y Aced (2018).
5. El «blog» corporativo
Un blog es un tipo de página web actualizada con frecuencia, que organiza sus
contenidos por orden cronológico inverso (Aced, 2018, p. 79). Se caracteriza porque
cualquier persona puede tenerlo, ya que no requiere de conocimientos
informáticos. En un blog, se publican opiniones, sensaciones y comentarios sobre
temas de interés para el autor y sus lectores. Pero, ¿qué es exactamente
un blog corporativo? En un blog corporativo, mandan la relevancia y la actualización
de los contenidos (Sanagustín, 2017, pp. 38-39). Tiene que cumplir alguno de los
siguientes criterios:
- Los mantienen personas con una posición oficial o semioficial en una organización.
- Dicha organización los apoya explícita o implícitamente.
- Los publica una persona de la que claramente se percibe un vínculo con la
organización (Sifry, 2004, en Kelleher y Miller, 2006, p. 397).
Los eventos se organizan para establecer una relación con unos públicos directos,
los que acuden a él; pero también con públicos indirectos, que se enteran del evento
a través de los medios (Xifra, 2011, p. 259). Pueden ser reuniones de expertos, como
los congresos; de organizaciones, como las asambleas; o informales, como los
coloquios. Todos ellos repercuten en la comunidad local que los alberga. Su tema
central debe ser coherente con nuestro posicionamiento. Ahora bien, requieren un
esfuerzo de preparación importante: decidir la fecha, la hora, el lugar, a quién se va
a invitar... Además, según Xifra (2011, p. 267), es importante la concepción gráfica
del evento: tener un concepto visual claro e integrado en todos los elementos, desde
los carteles que lo anuncien hasta la señalética. Asimismo, Wilcox y Cameron (2012,
p. 448) recuerdan que, en los congresos, se deben programar momentos de
diversión. Se requieren reuniones informales, cócteles, visitas a lugares
interesantes...
- Su menor coste que la Publicidad: las inserciones publicitarias se tienen que pagar
a los medios. En cambio, las notas, comunicados y dossieres ocupan espacio en los
medios de comunicación, con costes de elaboración y difusión mucho más bajos.
- La disminución de la eficacia publicitaria: los clientes están saturados de anuncios.
En este escenario, las acciones de Relaciones Públicas resultan más creíbles.
- Las limitaciones a la Publicidad de algunos productos, como el tabaco y el alcohol.
- La repercusión positiva de las acciones sociales de la organización.
Las ferias y salones merecen una mención aparte, siguiendo la descripción de Jordi
Xifra (2011, pp. 269-274). Ambos tienen un fin comercial. En estos lugares, la
organización coincide con sus competidoras, y expone sus productos o servicios. El
salón se distingue por su periodicidad anual o bienal. Además, sus expositores están
especializados, y específicamente centrados en novedades. Es fundamental
proporcionar la máxima información a los públicos, ya que acuden para saber más
sobre los productos y la organización. Debe ser rápida, digerible y elogiosa. Por todo
ello, se recomienda que los equipos de Comunicación y Marketing preparen las
preguntas y respuestas frecuentes. Además, en una feria o salón, es muy
importante cuidar la identidad visual. Dentro de las ferias y salones, la organización
puede realizar exhibiciones de los productos. No obstante, las exhibiciones también
pueden llevarse a cabo en otros muchos lugares: centros comerciales, instalaciones
de la compañía, encuentros profesionales, etc. (Hunt y Grunig, 1994, p. 377).
También es positivo introducir acciones de animación durante el evento.
Figura 1. En un salón, las empresas se centran en sus novedades, y es muy importante cuidar la
identidad visual (Fuente: Pixabay y Goh, 2014).
Los marcos de referencia nos proporcionan esquemas con los que interpretamos la
realidad y nuestras interacciones (Goffman, 1974). Nos ayudan a categorizar los
acontecimientos y escoger entre los posibles cursos de acción. En el campo de la
comunicación, el framing o encuadre consiste en seleccionar determinados
aspectos de la realidad percibida, para resaltarlos en un mensaje (Entman, 1993, p.
53). De esta manera, el emisor negocia con sus públicos el punto de vista desde el
que se aborda una situación. Cuando se propone un marco de referencia a los
públicos, éste incluye una interpretación de las causas que han llevado hasta la
situación o problema; y una recomendación para solucionarlo.
De acuerdo con la teoría del framing o encuadre, la gente desarrolla una opinión o
perspectiva sobre un tema en función de cómo se le presenta la información (Chong
y Druckman, 2007). El enmarcado de los mensajes forma parte de las técnicas con
las que se puede promover un comportamiento favorable a la organización. En
primer lugar, tenemos que entender qué es de relevancia para nuestros clientes,
para enmarcar nuestro producto o servicio de acuerdo con sus intereses. A
continuación, la organización puede proponer su propia definición de la situación.
La organización negociará este marco con sus clientes, con la intención de que el
nuevo encuadre propuesto condicione sus juicios de relevancia.
Los productos y servicios no son una excepción. ¿En qué categoría compite un
producto?, ¿qué beneficio aporta frente a la competencia?, ¿en qué se parece a ella
y en qué se diferencia? En Marketing, los marcos de referencia ayudan a posicionar
el producto en el mercado. Las mentes de los públicos rechazan aquellas marcas y
productos que no encajan con sus marcos de referencia, resultantes de
experiencias anteriores y conocimientos acumulados (Mir, 2015, p. 44). Por eso,
según Joan Mir (2015, p. 77), el posicionamiento de una marca consta de dos fases:
La política es la actividad con la que los seres humanos intervienen en los asuntos
públicos, incluidas las normas que regulan las relaciones entre las personas (Rey-
Lennon, 1995, p. 23). Cuando el ser humano se organiza en sociedad, tiene que
distribuir unos recursos limitados. En consecuencia, la política se ocupa de gestionar
conflictos (Tamboleo, 2014, p. 17). Como concepto, la comunicación política posee
una vertiente práctica y una académica. En el primer caso, afecta a la gestión de
conflictos de manera transversal. Para el sociólogo Gianpietro Mazzoleni (2010, p.
36), la comunicación política es: “El intercambio y la confrontación de los contenidos de
interés público-político que produce el sistema político, el sistema de los medios y el
ciudadano elector”. Por lo tanto, hay tres agentes involucrados en la comunicación
política: los actores políticos, el público general y los medios de comunicación.
De acuerdo con Strömbäck y Kiousis (2011), las Relaciones Públicas políticas son el
proceso de gestión por el que los actores políticos construyen relaciones mutuas y
beneficiosas con sus diferentes públicos, para alcanzar sus objetivos. Según estos
autores, varios aspectos diferencian a las Relaciones Públicas políticas del concepto
de comunicación política. En primer lugar, la comunicación política no se realiza con
un propósito específico, ni es una función de gestión. Por el contrario, las Relaciones
Públicas políticas son un conjunto de técnicas orientadas hacia unos objetivos. En
segundo lugar, las Relaciones Públicas políticas se dedican a la gestión de las
relaciones y a buscar el entendimiento, aunque existan conflictos de intereses.
Desde las Relaciones Públicas, los conflictos se resuelven con comunicación. En
cambio, la comunicación política puede simplemente manifestar el conflicto.
1) Los votantes.
2) El partido.
3) El candidato.
4) Los grupos de interés.
5) Los donantes.
6) Los medios de comunicación. Éste último es vital para comunicarse con
los otros cinco.
En realidad, las Relaciones Públicas y el Marketing político tienen mucho que ganar
de una mayor integración. Una estrategia de Relaciones Públicas sólo estará
realmente orientada hacia el mercado político cuando exista interés por conocer las
necesidades de los votantes, y por satisfacerlas (Strömbäck, Mitrook, & Kiousis,
2010). Se podrán usar las técnicas que referimos a continuación, pero dichos
esfuerzos son indispensables para combinar adecuadamente el Marketing político
y las Relaciones Públicas políticas. Por otra parte, no son lo mismo las Relaciones
Públicas políticas orientadas al Marketing, que la gestión de las relaciones
(Ledingham, 2011, pp. 243-244). A pesar de los públicos comentados, hoy por hoy,
las Relaciones Públicas políticas tienden a limitarse a identificar lo que quieren los
votantes, para ganar unas elecciones. Sin embargo, para una auténtica gestión
relacional, Ledingham (2011, pp. 246-248) reconoce que necesitan más inputs de los
votantes. Este autor lamenta que las Relaciones Públicas políticas actuales no se
basen en intereses comunes ni en objetivos compartidos.
Las redes sociales son una herramienta particularmente útil fuera de periodos de
campaña, para movilizar a los públicos y fomentar el activismo (Gasser y Gerlach,
2012, p. 160). Sus usuarios son más jóvenes de media que los de otros canales, y
también hay más proporción de votantes indecisos informados (Tamboleo, 2014, p.
148). Las redes sociales influyen claramente en el comportamiento político. Pero no
sólo las redes virtuales, sino también las físicas. Con frecuencia, las redes sociales
en Internet acaban siendo un reflejo de nuestra red de contactos en la vida real.
Hoy en día, Internet marca los tiempos a los canales de comunicación tradicionales.
La inmediatez de la Red acelera las reacciones del público (Tamboleo, 2014, p. 53).
Para Tamboleo (2014, pp.142-143), las páginas web actúan como el punto de
encuentro de los diferentes canales propios del partido o candidato. Por lo tanto,
¿qué pautas debemos seguir a la hora de construir la web de una organización
política? Ante todo, no podemos olvidar que el consumo de webs tiende a ser por
un tiempo breve y por titulares. Para mantener al lector más tiempo en nuestra web,
se suelen organizar de tal forma que la noticia más importante no se encuentre de
inmediato. Por eso, con frecuencia, se coloca en la zona inferior de la página.
El modelo de Cutlip, Center y Broom (2001) reproduce los tres pasos del formulado
por Broom y Dozier (1990): preparación, implementación e impacto. De acuerdo con
Cutlip et al. (2001, pp. 577-595), el primer paso, el de preparación, analiza la
idoneidad de la información recabada para el programa. Es decir, se evalúa si se han
identificado bien los públicos y los factores clave, y si se ha acudido a las fuentes
adecuadas. También se revisa la calidad de la presentación del mensaje en cada
técnica. En segundo lugar, se evalúan las tácticas: lo que se ha dicho y lo que se ha
hecho, tanto en los mensajes lanzados como en los recursos proporcionados al
programa. Lindenmann (1993) reconoce que no hay ningún modelo simple para
evaluar las Relaciones Públicas; se necesitan muchas técnicas diferentes.
Figura 1. Las tres fases del modelo de evaluación PII (Preparación, Implementación e Impacto)
(Fuente: Cutlip et al., 2001, p. 578).
Por su parte, Jim R. Macnamara (1992) plasmó sus fases de la investigación en una
pirámide, que recoge todas las etapas clave de un programa de Relaciones Públicas.
En la base de la pirámide, se encuentra la investigación formativa. Se trata de
conocer primero a la audiencia, las herramientas y los soportes que se pueden llegar
a utilizar. Sólo se puede planificar la fase de producción de las técnicas si se han
investigado previamente los inputs (Macnamara y Likely, 2017, p. 7). A partir de la
segunda fase, comienza la evaluación del programa y de sus procesos: cuántos
mensajes se han enviado, quién los ha recibido, cuántos de ellos han aparecido
finalmente en los medios... pero también quién los ha retenido y comprendido. En
estos dos últimos casos, Watson y Noble (2012, p. 59) los equiparan a una fase
de out-takes o expansión del mensaje, como la que se propone en otros modelos.
Finalmente, Macnamara reserva la fase de outcomes o resultados a la comprobación
de los cambios de actitud y comportamiento.
Por último, Watson y Noble (2014, pp. 64-66) proponen un modelo unificado de
fases de la investigación. En él una primera fase de inputs es la formativa, la que
sirve para planificar y preparar las técnicas. A continuación, en la fase de outputs, se
establecen los objetivos y la idoneidad de los mensajes. A partir de ese momento,
para Watson y Noble, la fase de outcomes o resultados se divide en tres etapas
evaluativas:
Para llevar a cabo tareas de clipping, la organización puede contratar a una agencia
externa especializada en seguimiento de medios. Junto al clipping, existen otras
herramientas de medición, como las transcripciones y el escaneo de Internet
mediante motores de búsqueda. Algunas de estas agencias ofrecen servicios de
seguimiento personalizado diario de los medios de comunicación: el cliente indica
palabras clave y temas a controlar, y la agencia se centra en ellos (Cutlip et al., 2001,
p. 586). Hoy en día, con la búsqueda de palabras clave y temas en Internet, la
práctica del clipping es mucho más fácil.
Una vez realizado el clipping, podemos ir algunos pasos más allá. Se puede calcular
el espacio ocupado por nuestro mensaje en una página, o el tiempo que se le ha
dedicado en televisión. En Internet, la medición de la intensidad de la presencia de
la organización se traduce a la extensión del artículo sobre la entidad y a la posición
en la jerarquía de páginas (Watson y Noble, 2012, p. 77). En función de factores como
la extensión, el acompañamiento con imágenes y la composición del titular, se
puede establecer cuál ha sido la fuerza del mensaje de la organización en los
medios, y en qué términos (Watson y Noble, 2012, p. 93).
Es igualmente importante conocer el tipo de mensaje que los medios han difundido,
para averiguar hasta qué punto concuerda con la intención inicial de la organización.
Para ello, se puede practicar un análisis de contenido sobre los materiales recogidos
(Grunig y Hunt, 2003, p. 304). Mediante esta técnica, se analizan los temas
comentados en las piezas; se puede evaluar si eran positivos o negativos, y
establecer categorías de interés, en función de los aspectos que nos interese
evaluar. Es decir, nos permite comprobar cuántos de los mensajes publicados en
los medios apoyan nuestros objetivos. De esta manera, partiendo de los materiales
recogidos durante el clipping, se registrará si los medios realmente nos atribuyen
los mensajes que les hemos facilitado; y si la cobertura es positiva, neutral o
negativa (Watson y Noble, 2012, p. 77).
Con esta información, Watson y Noble (2012, p. 99) sugieren las siguientes métricas
de outputs:
Cutlip et al. (2001, p. 589) mencionan los siguientes métodos para los estudios sobre
las audiencias:
Para evaluar las técnicas, también hay que saber el impacto real que los outputs han
tenido en los públicos. ¿Han retenido los mensajes?, ¿los han entendido?, ¿les han
llevado a cambiar su actitud o su comportamiento? Para averiguarlo, se miden
los outcomes; es decir, los resultados o repercusiones. Esta medición de impactos es
la última etapa en el modelo evaluativo de Broom y Dozier (1990), tras las de
producción e implementación. Con este mismo propósito, Grunig (2008) distingue 4
indicadores unidireccionales:
Para medir cambios en los indicadores unidireccionales, se necesitan datos con los
que establecer comparaciones (Cutlip et al., 2001, pp. 591-594). Se pueden extraer
de los resultados de la investigación formativa. Así, se realizan diseños conjuntos de
investigación formativa y evaluativa, que permitan tener referencias. Además, el
cambio en uno de los indicadores unidireccionales no significa necesariamente el
cambio en otros. Por ejemplo, una persona puede entender un mensaje, pero eso
no significa que vaya a cambiar de actitud sobre el problema.
Para medir la consideración, retención y comprensión de un mensaje por los
públicos, disponemos de métodos cualitativos como las entrevistas y los grupos de
discusión. Las obras de Stacks (2011) y Michaelson y Stacks (2014) indican una serie
de pautas y características para su empleo. Una entrevista en profundidad está
especialmente indicada para preguntar a una persona sobre sus valores y
definiciones de la realidad. Sigue un guión flexible y proporciona un gran nivel de
detalle sobre los pensamientos del entrevistado. Sin embargo, a pesar de esta
riqueza, conlleva importantes desventajas en costes y tiempo. Hay que acudir a la
cita con el entrevistado, y tal vez tengamos que pagarle. Después, hay que
transcribir la grabación y las notas. Para una entrevista, la investigación previa es
muy importante, porque tenemos que prepararla con los conocimientos que ya
tengamos sobre el resultado a estudiar.
Figura 2. Técnicas indicadas para la medición de impactos o resultados (Fuente: Macnamara, 1992 y
2001, en Watson y Noble, 2014, p. 59).
Michaelson y Stacks (2014, p. 139) recomiendan que el investigador se haga una
serie de preguntas para diseñar su sondeo o encuesta:
De acuerdo con la clasificación de Grunig y Hunt (2003, pp. 297-298), las encuestas
pueden contener tres tipos de preguntas:
Grunig y Hunt (2003, p. 292) indican que los postests se realizan una vez
administrada la acción de Relaciones Públicas. Se pueden llevar a cabo
acompañados previamente por un pretest, anterior al lanzamiento de la campaña,
y aplicado sobre el mismo grupo experimental. Si no surge ningún efecto nuevo
entre los sujetos en el postest, sabremos que la campaña no ha tenido repercusión
alguna. La otra opción es someter al postest a dos grupos diferentes, distribuyendo
a los sujetos al azar entre ambos. Si sólo administramos la acción de Relaciones
Públicas a uno de los grupos, pero se registran diferencias entre ambos en alguno
de los impactos, podremos afirmar que los ha causado el programa. Sin embargo,
para aislar todas las variables y estar seguros de que el programa de Relaciones
Públicas ha provocado el efecto deseado, necesitaremos un diseño con varios
pretests y postests, cada uno con diferentes condiciones.