Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
12. Véase, p o r ej., DL, 7, 127-128 = SVF, III, 49; a s i m i s m o SVF, III, 50-67. Dióge-
nes i n f o r m a de que Zenón y Crisipo d e f e n d í a n p o r igual esta opinión; a ñ a d e que los es-
toicos t a r d í o s Panecio y P o s i d o n i o la r e c h a z a b a n , s o s t e n i e n d o que la salud, el vigor y
algunos medios de vida son condiciones necesarias de la eudaimonía.
13. La p r i m e r a alternativa es p r o p u e s t a p o r varios textos; la s e g u n d a es d e f e n d i d a
p o r Lesses (1989), apoyándose especialmente en Cicerón, FÍJI., 3, 19 y sigs. Kidd (1971a)
e Irwin (1986) sugieren a ú n otras soluciones.
LOS ESTOICOS Y LA EXTIRPACIÓN DE LAS PASIONES 451
22. Plutarco, Sí. rep., 26, 1046D = SVF, III, 53: Crisipo sostenía: ^iLaphrónesis no
es en sí m i s m a n a d a distinto de la eudaimonía, sino s i m p l e m e n t e eudaimonía>K [En el
original inglés f i g u r a p o r e r r o r la r e f e r e n c i a SVF, III, 54. {N. del í.)]
456 ^ LA TERAPIA DEL DESEO
II
por las pasiones.^" Las falsas creencias pueden eliminarse por comple-
to, sin dejar ningiln rastro perturbador tras ellas. Si, además, la cura-
ción de las pasiones (que, como veremos, significa su total extirpa-
ción) es la tarea central para la que Nikidion precisa de u n arte de
vivir, entonces la filosofía, al demostrar que puede curarlas, instaura-
rá su soberanía práctica. De modo que el análisis de las pasiones y la
descripción de u n a terapia filosófica van de la mano. Se nos dice que
Crisipo escribió cuatro libros sobre las pasiones. E n los tres primeros
argumentaba a favor de su análisis de la pasión y daba sus caracteri-
zaciones y definiciones de las pasiones concretas. El cuarto libro pa-
saba, sobre esta base teórica, a la práctica de la curación. Recibía el
n o m b r e de therapeutikón, el libro terapéutico, y t a m b i é n el éthikón,
el relativo a la práctica ética. Evidentemente, este libro exigía y se ba-
saba en el análisis por el que habían abogado los tres primeros libros.^'
algo trivial o ligero e insuficiente, por tanto, para dar pie a u n a emo-
ción, suelen verse así porque el objeto dañado o favorecido es consi-
derado reemplazable en cuanto a su valor Las tazas de café y las pin-
zas para papel no suelen ser motivos de pesar porque no nos importa
usar u n a u otra. Existe u n a provisión fácilmente renovable de ellas y
todas ellas sirven por igual p a r a la función por la que valoramos el
objeto en cuestión. Si intentamos imaginar u n caso en que la pérdida
de u n a taza de café fuera motivo de pesar, nos vemos imaginando u n
caso en que el objeto correspondiente estuviera dotado p a r a su po-
seedor de u n valor histórico o sentimental que lo hiciera único. Esto
indica que la eliminación del sentido de particularidad y peculiari-
dad, tanto en las cosas grandes como en las pequeñas, podría contri-
buir a la erradicación del miedo, la ira e incluso el amor, si nos pro-
pusiéramos erradicarlos.^®
Esta tradición del pensamiento griego sobre las emociones no pa-
rece, de momento, absurda, sino bastante plausible. Si Crisipo acaba
adoptando de hecho u n a posición antiintuitiva, lo cierto es que parte
de u n a base que parece subyacer a nuestras intuiciones acerca de las
emociones con el mismo grado de verosimilitud que cualquier otra
reflexión filosófica sobre este tema. Crisipo se inserta en esta tradi-
ción; pero t a m b i é n se a p a r t a radicalmente de ella. Para calibrar su
postura debemos distinguir cuatro tesis que suelen defenderse dentro
de esta tradición sobre la relación entre creencia o juicio y pasión.
III
Ahora quisiéramos saber; ¿qué lleva a Crisipo a dar ese último pa-
so?^^ Podríamos haber pensado que la posición de Zenón o de Aristó-
teles eran suficientes p a r a defender cualquier caracterización de la
terapia filosófica que los estoicos desearan d e f e n d e r Ahora bien, es-
tá claro que Crisipo no ignora ni niega los aspectos afectivos y cinéti-
cos de la pasión, pues dice que el juicio que se identifica con la pa-
sión es él mismo u n a pleonazousa horme, u n a inclinación excesiva.^'
Pero quiere dejar claro que la clase de movimiento t u m u l t u o s o en
que la pasión consiste es u n juicio; y que su sede es el alma racional.
¿Por qué se empeña en decir eso?
A este respecto solemos encontrarnos con respuestas superficia-
les. Se nos recuerda que los estoicos reconocen únicamente u n a par-
te del alma, a saber, la parte racional. Rechazan la división platónica
del alma en tres elementos distintos. De ahí que tengan que convertir
todas las condiciones psicológicas en condiciones de ese único ele-
mento, por extraño e inverosímil que pueda parecer.'" Esto me pare-
52. Para las correspondientes imágenes que aparecen en Séneca, véase el capítulo 12.
53. Véase el capítulo 3 sobre Aristóteles, MA, cap. 11.
54. P a r a u n a c o n v i n c e n t e d e f e n s a d e la o p i n i ó n de que Séneca es u n seguidor or-
todoxo de Crisipo en este p u n t o , véase I n w o o d (1993).
LOS ESTOICOS Y LA EXTIRPACIÓN DE LAS PASIONES 473
IV
Tal como esperamos a estas alturas, las pasiones estoicas serán muy
próximas unas a otras, apoyándose, como todas ellas, en algún género
de valoración positiva de las cosas extemas. Y se clasifican, en conse-
cuencia, con arreglo a las definiciones formales que adquieren carácter
oficial en la escuela, con referencia a dos distinciones: la distinción en-
tre bien y mal y la distinción entre presente y futuro, en la medida en
que estos opuestos figuran en las proposiciones a cuyo contenido la pa-
sión constituye una respuesta." Así pues, hay cuatro emociones bási-
62. Crisipo sugiere, sin e m b a r g o , que las dos f o r m a s de duelo p u e d e n estar conec-
tadas: p u e s c u a n d o la p e n a h a p e r d i d o inmediatez, u n o p u e d e e s p e r a r t a m b i é n que «la
r a z ó n se a b r a c a m i n o y o c u p e su lugar, p o r así decir, p o n i e n d o en evidencia la irracio-
naUdad de la afección», PHP, 4, 1, 26-28, 286D = SVF, III, 467.
63. Existen indicios de que los estoicos (o algunos de ellos) c o n s i d e r a b a n en cier-
to m o d o las dos e m o c i o n e s f u t u r a s c o m o p r i m o r d i a l e s : «Van p o r delante» (prohegeís-
thai); las especies p r e s e n t e s son las r e s p u e s t a s «subsiguientes» a los r e s u l t a d o s de
n u e s t r a s aspiraciones y n u e s t r o s temores, «teniendo lugar el placer c u a n d o o b t e n e m o s
lo q u e d e s e a m o s o e v i t a m o s lo q u e t r a t a m o s de evitar, y el d o l o r c u a n d o se n o s esca-
LOS ESTOICOS Y LA EXTIRPACIÓN DE LAS PASIONES 479
p a lo q u e d e s e a m o s o c a e m o s en lo q u e t e m e m o s » (véase Ario D i d i m o en E s t o b e o ,
EcL, 2, 88-89, t r a d u c i d o y c o m e n t a d o en I n w o o d [1985], pág. 146). E p i c t e t o h a c e u n a
observación p a r e c i d a acerca de la relación e n t r e las c u a t r o pasiones, sin a t r i b u i r prio-
r i d a d a n i n g u n a de ellas. Lo que sostiene parece n o ser (según I n w o o d ) n a d a m á s q u e
u n a sencilla observación a c e r c a de la secuencia t e m p o r a l : c a d a a c o n t e c i m i e n t o b u e n o
o m a l o (en relación c o n mi sistema de valores) que yo p u e d a i m a g i n a r existirá p a r a m í
en el f u t u r o —y con él u n objeto de t e m o r o de deseo— antes de que exista p a r a m í en
el p r e s e n t e (si es que a l g u n a vez llega a darse).
64. H e utilizado «disfrute» y «aflicción» p a r a t r a d u c i r hèdonè y lype, en lugar de los
m á s obvios «placer» y «dolor». Lo he h e c h o p o r q u e se trata de géneros que tienen c o m o
especies suyas ú n i c a m e n t e emociones específicamente h u m a n a s , y no las sensaciones y
reacciones c o r p o r a l e s que t e n e m o s en c o m ú n con los a n i m a l e s . Creo q u e los estoicos
n o hacían u n análisis a n ó m a l o de las sensaciones corporales ni n e g a b a n que los anima-
les sintieran simples placeres y dolores corporales, tales c o m o la sed y el h a m b r e . Utili-
z a b a n esas p a l a b r a s en u n sentido b a s t a n t e especial, a falta de t é r m i n o s genéricos me-
jores. Cicerón observa sobre este doble uso en Fin., 3, 35: «Lo que, d a n d o u n m i s m o
n o m b r e a u n f e n ó m e n o físico y otro psicológico, l l a m a n ellos hedoné». Cicerón m i s m o
elimina la a m b i g ü e d a d en lo que respecta a lype, utilizando aegritudo en lugar de dolor
p a r a la e m o c i ó n genérica. E n el caso de hedone se e s f u e r z a t a m b i é n en señalar que a lo
que aquí se a p u n t a n o es al sentido o r d i n a r i o de voluptas: h a b l a de voluptas gestiens, id
est prcBter modum elata laetitia [«placer llamativo, es decir, alegría que se eleva p o r en-
cima de lo normal». {N. del f.)] {DT, 3, 24). E n otras ocasiones emplea s i m p l e m e n t e lae-
titia (4, 14). Sobre el doble sentido de voluptas, véase t a m b i é n Séneca, Ep., 59, 1.
65. Para las definiciones canónicas, véanse DL, 7, 110-114; Cic., DT, 4, 14-22; Andró-
nico, Perì pathón 2-5 = SVF, III, 397, 401, 409, 414. El lector de estas listas q u e d a r á sor-
prendido ante el predominio de los términos que designan sentimientos de cólera y hosti-
lidad. Bajo lype encontramos, celos, envidia, desprecio, fastidio; a continuación de deseo
e n c o n t r a m o s odio, gusto p o r la polémica, ira (orge), cólera (mènis), rencor; y sólo otras
dos especies. Incluso bajo d i s f r u t e e n c o n t r a m o s hostilidad: u n a de las c u a t r o especies
m e n c i o n a d a s es la alegría malévola p o r el sufrimiento de otro, epichairekakía. Si hubiera
que preguntarse p o r las motivaciones que subyacen a la condena estoica de las pasiones
sobre la base de estas listas únicamente, u n o tendría que concluir que la inquietud p o r la
malicia y la ira es f u n d a m e n t a l . El resto de los indicios va en la m i s m a línea.
480 LA TERAPIA DEL DESEO
Los estoicos enseñan a Nikidion que las pasiones no deben ser mo-
deradas sino extirpadas. En realidad, ven aquí una de las mayores di-
ferencias entre su enseñanza terapéutica y la de sus rivales aristotéli-
cos o peripatéticos. «Se ha discutido a menudo —escribe Séneca— si
es mejor tener pasiones moderadas o no tener ninguna. Nuestros es-
toicos se p r o p o n e n rechazarlas [expellunt]] los peripatéticos mode-
rarlas» {Ep., 116, 1 = SVF, III, 443). Deben ser extirpadas de raíz
(Lactancio, SVF, III, 444, 447). Es decir, no sólo debemos cortar su ma-
nifestación externa, sino también arrancar las raíces de la pasión que
penetran en el interior del alma (Cic., DT, 3, 13 y sigs.; véase 61-63).
Puesto que son creencias y no partes orgánicas de nuestra constitución
innata, pueden ser extirpadas así (3, 31, etc.). En efecto, la propia na-
turaleza exige su eliminación, diciendo: «¿Qué significa esto? Os en-
gendré sin pasiones, sin temores, sin superstición, sin perfidia y sin los
restantes vicios. Salid como habéis entrado» (Séneca, Ep., 22, 15).'^
68. Las p a s i o n e s están p r e s e n t e s en casi todos los seres h u m a n o s . Los estoicos de-
ben de h a b e r t e n i d o u n a b u e n a explicación p a r a esto, p u e s niegan su origen n a t u r a l y
su presencia en los a n i m a l e s y los niños. Crisipo p a r e c e h a b e r o f r e c i d o dos explicacio-
nes del p r e d o m i n i o del e r r o r (DL, 7, 89 = SVF, III, 228; PHP, 5, 5, 12-20, 320D = SVF,
III, 229a). Parece h a b e r a d m i t i d o que, a u n c u a n d o los n i ñ o s f u e r a n e d u c a d o s p o r u n
filósofo y n u n c a vieran u oyeran e j e m p l o a l g u n o de vicio, sin e m b a r g o n o necesaria-
m e n t e a c a b a r í a n siendo filósofos. Una r a z ó n p a r a ello es «la conversación de la m a y o -
ría de los h o m b r e s » (PHP) véase DL, «la c o n v e r s a c i ó n de los q u e Ies r o d e a n » ) . Aquí
Crisipo está s e g u r a m e n t e p e n s a n d o en u n a situación en la que el niño, a u n sin e n c o n -
t r a r ejemplos de vicio, está sin e m b a r g o lo b a s t a n t e en c o n t a c t o con la c u l t u r a circun-
d a n t e c o m o p a r a e n c o n t r a r s e c o n el s i s t e m a de valores en el que se s u s t e n t a n las pa-
siones. Un n i ñ o cuya ú n i c a c o n v e r s a c i ó n f u e r a con u n filósofo y que c a r e c i e r a de
ejemplos de actitudes viciosas c o m o el a m o r y la p r e o c u p a c i ó n excluyentes (dos requi-
sitos que difi'cilmente p o d r í a n c o m b i n a r s e ) p o d r í a librarse de la pasión. (Para ésta ex-
plicación, véanse t a m b i é n Séneca, Ep., 115, 11-12 = SVF, III, 231; Séneca, Ep., 94, 53 =
SVF, III, 233-235.). La s e g u n d a explicación, tal c o m o a p a r e c e en las fuentes, es oscura.
Diógenes Laercio dice: «Por la p e r s u a s i ó n de las cosas externas»; Galeno: «Por la per-
s u a s i ó n de las apariencias», y sigue: «El placer p r e s e n t a la convincente a p a r i e n c i a de
q u e es b u e n o , y el dolor, la d e que es malo». No h e m o s de i n t e r p r e t a r esto de u n mo-
d o que exija r e c u r r i r a u n a n o c i ó n de a t r a c c i ó n o aversión n a t u r a l i n n a t a . ¿Cómo en-
t e n d e r entonces la c a u s a de la apariencia? (Parece que Posidonio e n c o n t r a b a a Crisipo
p o c o claro en este p u n t o . ) Un largo p a s a j e del c o m e n t a r i o de Calcidio al Timeo o f r e c e
u n a i n t e r e s a n t e y q u i z á correcta explicación {SVF, III, 229). La idea p a r e c e ser que u n
n i ñ o recién n a c i d o e n c u e n t r a dolorosa la experiencia del n a c i m i e n t o , d e b i d o a la b r u s -
ca t r a n s i c i ó n de u n e n t o r n o h ú m e d o y cálido a o t r o frío y seco. P e r o t a n p r o n t o c o m o
llora, el m é d i c o se a p r e s u r a a aliviarlo, b a ñ á n d o l o en agua caliente y s i m u l a n d o el
a g r a d a b l e e n t o r n o del vientre m a t e r n o . E s t o le da ya al n i ñ o la idea de que en este
m u n d o el dolor es algo que hay que evitar y el placer es algo que h a y que buscar. Esta
LOS ESTOICOS Y LA EXTIRPACIÓN DE LAS PASIONES 483
idea se a d q u i e r e t a n p r o n t o ( m u c h o a n t e s de q u e el n i ñ o e n t i e n d a juicios p r o p o s i c i o -
nales) q u e p a r e c e n a t u r a l : las cosas se p r e s e n t a n sin m á s d e este m o d o . N o o b s t a n t e ,
esta a p a r i e n c i a es a p r e n d i d a , y u n a vez a p r e n d i d a d a f o r m a a las p r o p o s i c i o n e s que el
n i ñ o f o r m u l a r á m á s a d e l a n t e . Sobre este t e m a , véase t a m b i é n K e r f e r d (1978). P a r a
u n a i n t e r p r e t a c i ó n diferente y m á s plausible en Séneca, véase el capítulo 11.
69. Sobre el a m o r y el a f e c t o conyugal, véase el capítulo 12.
484 LA TERAPIA DEL DESEO
Las acciones del h o m b r e de bien, dice más adelante, son como las
operaciones de la ley: seguras, constantes, dignas de confianza, desa-
pasionadas (dignas de confianza precisamente por desapasionadas)
y, por consiguiente, máximamente capaces de autodeterminación ra-
cional (1, 16, 6).
Este argumento tiene algo que decirle a Nikidion en la medida en
que ella, siguiendo a Aristóteles, ha basado su defensa de las pasio-
nes en su importancia como fuerzas impulsoras de la acción correc-
ta. Pero u n a aristotélica no puede por menos de sentir en este p u n t o
que se ha obviado la cuestión principal.'^ Nikidion discutirá, ante to-
do, la afirmación estoica de que los motivos emocionales son inesta-
bles y poco dignos de confianza, y tendrá razón en exigir en este punto
más y mejores argumentos. Pero, más i m p o r t a n t e todavía, insistirá
en que el valor moral de u n a acción depende en parte de sus motivos
y de las demás reacciones emocionales que la a c o m p a ñ a n ; y que los
motivos de la pasión son en muchos casos más valiosos m o r a l m e n t e
que los motivos del deber, en la medida en que p o n e n de manifiesto
inquietudes y compromisos que son en sí mismos éticamente valio-
sos. En la medida también en que m u e s t r a n u n reconocimiento de la
gran importancia de ciertos bienes externos. Insistirá en que u n a ac-
ción, para ser realmente virtuosa, no sólo ha de tener el mismo con-
tenido que la acción del h o m b r e virtuoso; debe hacerse del m o d o co-
mo la haría la persona dotada de sabiduría práctica, por sus mismos
motivos, sus mismas reacciones emocionales. La persona que Séneca
describe no sólo tiene menos mérito que alguien que se ve movido a
la cólera por la violación de u n a madre y el asesinato de u n padre; en
realidad está dejando de realizar u n a acción virtuosa. La cólera es
aquí el motivo correcto: la pena y la compasión serán las correctas
reacciones concomitantes. Correctas, porque dichas pasiones son re-
conocimientos de la importancia del a m o r familiar en u n a concep-
ción correcta de la buena vida h u m a n a . Así pues, parece que este ar-
g u m e n t o estoico, como el primero, descansa, después de todo, en la
75. Los extractos que Galeno cita i n m e d i a t a m e n t e después de éste son t a m b i é n in-
teresantes: «A m e n u d o , b a j o la influencia de este tipo de ceguera, m o r d e m o s n u e s t r a s
llaves y a p o r r e a m o s la p u e r t a c u a n d o n o se a b r e i n m e d i a t a m e n t e . Y si t r o p e z a m o s con
a l g u n a piedra, n o s v e n g a m o s d e ella h a c i é n d o l a p e d a z o s y a r r o j á n d o l a v i o l e n t a m e n t e
quién sabe d ó n d e . Y en c a d a caso e m p l e a m o s el lenguaje m á s inapropiado» (PHP, 4, 6,
45, 280D). Y, a c o n t i n u a c i ó n : «A p a r t i r de s e m e j a n t e s ejemplos, u n o p u e d e discernir la
i r r a c i o n a l i d a d d e la g e n t e d o m i n a d a p o r la p a s i ó n y el g r a d o en q u e nos c e g a m o s en
m o m e n t o s así, c o m o si nos h u b i é r a m o s t r a n s f o r m a d o en p e r s o n a s d i f e r e n t e s de las
que p r e v i a m e n t e i n t e r c a m b i a b a n a r g u m e n t o s r a z o n a d o s » (PHP, 4, 6, 46, 280D).
492 LA TERAPIA DEL D E S E O
VI