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Segú n la autora los otros aspectos a considerar para poder comprender mejor el
contexto histó rico, es que las distintas problemá ticas afectaban de diferente forma las
á reas del imperio, no todos los sectores se desintegran al mismo tiempo, al igual que
sus fronteras tan difusas, dentro de la misma idea, en cada provincia existían
problemá ticas particulares, y en cada provincia afectó distinto las coyunturas
centrales. Se habla de que la caída de roma no sorprendió a sus contemporá neos, las
circunstancias anteriores ya demostraban cierta “costumbre” a los saqueos y existía el
sentimiento general, una intuició n colectiva de ver el final de Roma.
Junto a un poder despó tico, siempre hay detrá s para su legitimació n, la figura del
monarca como un héroe, un gran personaje que por sus acciones justifica que “esté
1
Arranz Ana, Historia Universal de la Edad Media, 1 edició n, 2002, pag. 5.
donde esté” o la figura de este como un hombre relacionado a la divinidad, y fue este
ú ltimo, la proyecció n que tomo el estado respecto a su emperador, este ú ltimo punto
devela como el estado Romano intenta desesperadamente reformular su aparato
político, ademá s de esto, influye también, el acenso al poder de generales militares en
el puesto del emperador reiteradamente.
La autora nos regala una radiografía bastante amplia de las crisis internas que estaba
pasando el imperio Romano que se acercaba a su fin, aparte de esto, decide exponer
las pugnas internas antes y durante la consolidació n del cristianismo. Los del bando
pagano creían que el misticismo irracional y el ascetismo del catolicismo, influirá n en
la perdida de la actitud y valores cívicos que mantenían al imperio, por otro lado los
cató licos argumentaban que el imperio ya estaba en decadencia y que la propagació n
de estas ideas no influía en su caída, de todas formas no le atribuye un cará cter
medular a este tema.
Acercá ndonos al final del capítulo, este termina con una narració n de como los
pueblos barbaros atacan al imperio romano influyendo directamente en su
desestructuració n como modelo político, poniéndole fin al imperio Romano de
occidente.
Lo ú ltimo que nos queda por decir es que el mundo medieval siguió con la idea del
imperio e intentó tras la deposició n del ú ltimo emperador, volver a consolidarse como
los tiempos antiguos, esto siempre atado a las nuevas condiciones que tenían, pero
con el objetivo ahí, en la memoria.
Este problema termina por romper las relaciones entre uno y otro tras un conflicto
religioso adentro del imperio, la pugna que se desarrolló terminó con la persecució n
por parte de la autoridad Bizantina a una corriente religiosa que veneraban y
ocupaban imá genes o iconografías a figuras espirituales, lo que no le gusto al obispo
occidental, que decide mandarle una carta al emperador.
”Nos entristece ver que, si los pueblos salvajes y bárbaros han accedido a la civilización, tú, el
civilizado les devuelves a la barbarie y la violencia. Todo el Occidente entrega al santo jefe de los
apóstoles los frutos de su fe, y tú envías soldados a destrozar la imagen de san Pedro. Desde el
interior de Occidente, recientemente hemos recibido una invitación: ellos desean que, por el amor
de Dios, vayamos allá para entregarles el santo bautismo. Y para evitar que nos puedan pedir
cuenta por nuestra negligencia y nuestra falta de celo, nos preparamos para acudir…” 3
Las represalias por esta carta no se hicieron esperar, destruyendo las relaciones
existentes entre ambas partes, y dejando a Roma y al Papa aislados –les confiscan
importantes regiones- y ya no los ayudaran evidentemente ante el peligro de la
invasió n Lombarda, pese a esto el Papado toma una decisió n para enfrentar esta
problemá tica.
La ausente ayuda que entrego el imperio hizo que el Papa se adueñ ara del ducado,
cumpliendo entonces la doble funció n política, Obispo y Dux y se transforma en el
poder hegemó nico de la zona, tras un tiempo el primero muere y le sucede el siguiente
obispo que logra un avance ofensivo contra los Lombardos, y con esto la obtenció n de
la legitimació n de la població n, que ahora lo aclama como el protector de la ciudad.
De esta forma es como el encargado de la comisió n petrina, dueñ a del poder del
perdó n de los pecados, es consolidado como una figura política y no solo esto, como el
motor central que lo hace funcionar, ya con el tiempo consolidado con el nombre del
“Papa” se confundirá su tarea original y se empezará a confundir con la figura antigua
de un “emperador”.
“esa moneda corriente que dice que después de aquella época gloriosa de la Antigüedad, Europa
entra en una etapa gris de desorden y salvajismo, población campesina pobre y supersticiosa,
sometida al dominio cruel de una Iglesia rica en posesiones y guardiana egoísta de la cultura y la
ciencia. Mil años de dominación eclesiástica en que toda la población dejó de pensar y se pasó la
vida rezando sin cesar; mil años de pobreza radical, de enfermedades nauseabundas, de hombres
y mujeres sucios y malolientes; mil años de injusticia social manifiesta de unos pocos ricos ante la
inmensa mayoría de indigentes; mil años de continuas guerras homicidas llevadas a cabo por un
grupo de salvajes vestidos de cristianos; mil años en que el sol se ocultó a los hombres
permaneciendo los días eternamente grises, algo así como un invierno sin fin” 4
4
Luis Rojas, Para una Meditación de la Edad Media, Talcahuano, ediciones Universidad del Bio-Bio, pag. 19-
20
La cita de Luis Rojas es clara y completa en este sentido, menciona los prejuicios má s
usados al hablar de este periodo, con la convicció n de demostrar la inutilidad de estos
en los aná lisis histó ricos, dividiremos los prejuicios en tres aspectos que se
entrecruzan en má s de una ocasió n , pero que conviene analizarlos por separado.
Religió n, guerra y pobreza, esta ú ltima conflictuada por los estamentos típicos del
Medievo y la acció n eclesiá stica.
Intentamos en estas breves líneas demostrar cuan equívocos son los prejuicios
respecto a esta etapa y que no son má s que simplificaciones que no dan al clavo en la
agudeza de un aná lisis científico, por lo demá s, lo que si hay que entender es que la
edad media no es un lapsus intermedio así como sin má s, es la antesala y lo que
fundará las etapas posteriores, no existen solo males, hay también avances de
diversos tipos, para entender la etapa de los estados modernos, hay que remitirnos a
las coyunturas histó ricas del medievo, ya que en realidad, ahí se originan, en este
periodo con sus diversas particularidades, pero un tanto alejadas de nuestro
extrapolado imaginario.