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1
En Joshel, p. 3. Datos en la bibliografía.
2
Pierre Grimal dice que este dios cuida “las fronteras de la ciudad, límites de los campos, y todo lo que
debe quedar en su lugar para que sea salvaguardado el orden de las cosas”. Ob. cit. en la bibliografía, p.
90.
guerra contra Etruria y los rútulos, dará como resultado el nacimiento de un solo pueblo:
el pueblo latino. Sabemos –ríos de tinta han corrido– que la leyenda troyana se une con
la romana, y de allí el nacimiento de los mellizos alimentados por la loba, uno de los
cuales será el fundador de la “nueva y pujante ciudad de Roma”.3 No hay que olvidar
que la madre de los niños, Rea Silvia, es una vestal tomada por la fuerza, quien luego de
la violación pare a los gemelos, por lo que es encadenada y encarcelada, y sus hijos
arrojados a la corriente del río. Todo esto ocurría, cuenta la tradición, durante el siglo
VII a.C., aunque según datos arqueológicos el lugar estaba habitado desde el año 1000
a.C.4 Las motivaciones para ese hiato de tres siglos en el modo en que los romanos
contaron la historia, y por lo tanto, se proyectaron a sí mismos, no están resueltas en la
historiografía. Pero sí podemos realizar una lectura donde sea posible ubicar una de las
fronteras más relevantes en el aspecto ideológico de la fundación relatada por Livio:
Remo cruza el surco que su hermano había trazado para fundar la ciudad, y Rómulo,
interpretándolo como una burla, le da muerte. No debemos pasar por alto que el acto
que anula a Remo es necesario para delimitar la idea de una sociedad dividida en
estamentos y gobernada por los viri, coronados de virtus. Con la dupla de los gemelos
no se puede establecer una jerarquía que permita gobernar desde los principios del
Estado. Y la culminación del acto fratricida que propiciará la conformación del Estado
se dará a través del conocido rapto de las sabinas, ya que, sin mujeres, esta nueva patria
no tenía ningún futuro, condenada a desaparecer pasada una sola generación.
Para la fundación de las instituciones también se presentan pares, opuestos o
complementarios, que serán exemplum moral de la nueva patria.5 Así, tenemos a
Hércules y Caco, ambos ladrones de bueyes, pero uno es un dios, y el otro un simple
pastor que osa saltar la jerarquía, igualarse a una divinidad. Tito nos lo presenta como
“altanero de su fuerza” (Tito Livio, p. 176, 4.5), ¿y quién más fuerte y determinado que
Hércules, el de los doce trabajos encargados por el rey de Micenas?6 Podemos,
asimismo, mencionar la dupla de Tarquinios, uno de ellos un déspota apodado “El
Soberbio”, quien será el último de los reyes de Roma. Éste era hijo de Tarquinio Prisco,
rey extranjero, otro salteador de fronteras que, no obstante, engrandeció el Estado con
3
Los datos indican que esto está lejos de ser cierto, ya que en principio se trataba de aldeas dispersas, y
en cuanto a la relevancia de Alba Longa y Lavinia, su importancia histórica radica en el hecho de haber
sido centros religiosos. En Álvaro Sacerdote, p. 15, datos en la bibliografía.
4
Álvaro Sacerdote, ob. cit. p. 16.
5
Las instituciones referidas al paterfamilias y a la materfamilias no son correspondientes, son
asimétricas, tanto es así que las mujeres tenían un estatuto similar al de un niño pequeño, y en el período
arcaico todavía no se habían admitido los matrimonios sine manu.
6
Juan Humbert, Mitología griega y romana, p. 120. Datos en la bibliografía.
varias obras y con el agrandamiento del Senado (Tito Livio, p. 227, 35.6). Por el
contrario, su descendiente, subrayando la imagen invertida, merma el número de
senadores, “para que este estamento quedase desacreditado por su misma escasez
numérica” (Tito Livio, p. 248, 49.6), además de denigrar los principios romanos al
recurrir a ardides para ganar la guerra que él mismo les declaró a los gabios. Él también
otorga, en plena autarquía, la mano de su hija para establecer alianzas estratégicas con
los latinos. Por otra parte, su hijo Sexto, quien se presta a ser actor principal en el
conflicto antes mencionado, será también protagonista y causa de uno de los episodios
más relevantes de la leyenda romana: la violación de Lucrecia, que dará lugar, según
algunas interpretaciones del mito, a una revuelta popular y a la derrota del sistema
monárquico.
Parafraseando a un querido docente de esta facultad, podríamos decir que la
historia de la fundación de Roma y el período monárquico se inicia y culmina con una
violación.
7
Para un mayor desarrollo de este concepto, ver en Jimena Palacios, ob. cit. en la bibliografía.
madre que no ejerce una sexualidad activa, es decir que observa, como deben hacerlo
las mujeres de los estamentos superiores, el principio de la pudicitia.
Los ciudadanos, por su parte, debían sostener una conducta acorde con sus
deberes estatales, eran hombres públicos entrenados para la guerra y la asamblea, su
signo de autoridad estaba dado por la severidad (gravitas) y por el ejercicio del
imperium. Estos principios inconmovibles en la cosmovisión romana fuerzan
interpretaciones filosóficas que no pretenden más que enmascarar, para el sostenimiento
de un estado de cosas dado, lo que la historia no deja de denunciar: la violencia ejercida
que aparece como necesaria para la continuidad de un régimen desigual. No es de
extrañarnos, sabemos desde hace mucho que las ideas de la clase dominante son, ni más
ni menos, las ideas dominantes de cada época.
Algunas conclusiones
Desde el punto de vista histórico, no podemos dar fe de un episodio como el del
rapto de las sabinas, porque además aparecen varios anacronismos en el encuentro con
este pueblo, ni, mucho menos, podemos atribuir el advenimiento de la República a la
violación de Lucrecia. No obstante, el mito es provechoso para la necesidad de
reestablecer unos principios morales que habían sido socavados en la época augusta,
cuando Tito Livio escribía esta historia.
Las fronteras, para Roma, eran multidimensionales en el sentido de que no sólo
ejercían un resguardo territorial, sino también religioso, moral, político, de género, y,
sobre todo, estamental. Dos de las más importantes de tales fronteras fueron las de los
límites que separaban sus dominios y aquellas que delineaban el espacio cerrado de la
domus. Ambas pertenecían a la potestad masculina, lo cual no implica que las mujeres
no jugaran un rol importantísimo en esta red de familias, sino todo lo contrario. Lo
mismo vale para el sincretismo religioso y cultural respecto de pueblos “extranjeros”.
La teoría de género resulta productiva para el análisis de las literaturas antiguas,
ya que permite leer un entramado de relaciones que no siempre aparece a primera vista,
y donde es posible entrever corrimientos que cuestionan, en los intersticios, el
binarismo. Desde allí, además, podemos pensar y evaluar nuestra propia realidad, ya
que, como dicen algunas paredes: “Estamos heches de historia(s)”.
8
En Pierre Grimal, ob. cit. en la bibliografía.
BIBLIOGRAFÍA
HUMBERT, JUAN. 1928. Mitología griega y romana, Barcelona, Ed. Gustavo Gili.