Está en la página 1de 10

Coxiella burnetii (fiebre Q)

190 Thomas J. Marrie y Didier Raoult

ESQUEMA DEL CAPÍTULO


Definición Microbiología • En laboratorios de bioseguridad de nivel 3
• La fiebre Q puede manifestarse como un • Es un cocobacilo pleomórfico gramnegativo se puede llevar a cabo el aislamiento
proceso febril autolimitado, neumonía, (estructuralmente no se tiñe con la tinción de C. burnetti utilizando técnicas de
endocarditis o hepatitis. Tiene otros síntomas de Gram). shell vial.
mucho menos habituales como meningitis, • Coxiella burnetties la única especie de este • La prueba de reacción en cadena de la
encefalitis y osteomielitis. Las infecciones se género. polimerasa puede usarse para amplificar
pueden presentar de forma aguda y de forma • Produce esporas. el ADN de C. burnetti a partir de una gran
crónica. • Tiene varias fases evolutivas; es importante la variedad de muestras.
diferenciación entre la forma aguda y la forma
Epidemiología Tratamiento
crónica de la enfermedad.
• La fiebre Q es una zoonosis. • Fiebre Q aguda: 10 días de doxicidina, una
• Los reservorios más frecuentes son el Diagnóstico fluoroguinolona respiratoria o un macrólido.
ganado bovino, las ovejas y las cabras. En • En la mayoría de las ocasiones, • Fiebre Q crónica: doxicidina más
algunas zonas, las gatas parturientas son una la microinmunofluorescencia indirecta en hidroxidoroguina hasta gue el título de IgG
importante forma de trasmisión de Coxiella. muestras de suero es la prueba de elección. de fase I disminuya hasta 1:800 o por debajo.
• Muchos animales salvajes también puede • En la forma aguda un aumento de cuatro veces
Prevención
actuar como reservorio. la titulación entre dos muestras procedentes
• Mejorar las prácticas de manejo animal.
• El ambiente se contamina en el momento de las fases aguda y de convalecencia es
• Vacunación para agüellas personas de alto
del parto de hembras infectadas. diagnóstico de fiebre Q.
riesgo, como trabajadores de mataderos
• El viento puede extender la infección desde • En la forma crónica de la infección el
y veterinarios.
zonas contaminadas pudiendo llegar a una diagnóstico se basa en las manifestaciones
• Utilizar ovejas o cabras seronegativas
distancia de hasta 10 km. clínicas (p. ej., endocarditis) junto con un título
en los centros de investigación.
• Es de distribución mundial con excepción de inmunoglobulina G (IgG) de fase I igual o
de Nueva Zelanda, la Antártida y el Ártico. superior a las de fase II y de al menos 1:1600.

La fiebre Q es una enferm edad febril de curso agudo (en ocasiones adversas3. Puede sobrevivir entre 7 y 10 meses dentro de la lana a 15-20 °C,
crónico) que tiene una distribución universal. Se trata de una zoo­ más de 1 mes en la carne fresca refrigerada y más de 40 meses en la leche
nosis cuyos reservorios habituales son ovejas, ganado bovino y cabras, desnatada a temperatura ambiente4. Amique se destruye mediante con­
las cuales transmiten el microorganismo resistente a la desecación a centraciones de formaldehído al 2%, este microorganismo ha sido aislado
través de su orina, heces, leche y, sobre todo, de los productos derivados de tejidos infectados conservados en esta sustancia durante 4-5 meses, así
del parto. La placenta de las ovejas infectadas puede contener hasta como de bloques fijados en parafina. Tanto el cloruro de benzalconio al
109 microorganismos/g de tejido. Los seres humanos pueden infectarse 1% como el agua oxigenada al 5% son letales para C. burnetii.
por inhalación de aerosoles contaminados y, tras un período de incu­ C. burnetii presenta varias fases evolutivas. En la naturaleza y en
bación de 20 días (intervalo entre 14 y 39 días), comienzan a presentar animales de laboratorio existe en el estado en fase I, en el cual el m icro­
unos síntomas clínicos marcados por la fiebre, una intensa cefalea, organismo reacciona de forma intensa con el suero tardío (45 días) de
escalofríos, astenia y mialgias. Existe un efecto dosis-respuesta en el cobayas convalecientes y escasamente con el suero temprano (21 días)4.
período de incubación, llegando a ser éste en ocasiones de sólo 2 días. La realización de sucesivas transmisiones de microorganismos virulentos
Otros síntomas y signos dependen de los órganos concretos afectados. en fase I entre huevos de gallina fecundados lleva a una conversión
Al contrario de lo que ocurre en otras rickettsiosis, la fiebre Q aguda gradual hacia la fase II, avirulenta, gracias a deleciones crom osóm i-
no suele presentar erupción cutánea. Sin embargo, algunos pacientes cas5. No existen diferencias morfológicas entre las dos fases, aunque
presentan reacciones eritematosas inespecíficas y otros una urticaria que sí tienen distinta composición en cuanto a hidratos de carbono de sus
persiste durante semanas. La urticaria en la forma crónica (endocarditis) lipopolisacáridos6, distinta densidad de flotación en cloruro de cesio y
adopta la forma de una púrpura evidente relacionada con una vasculitis distinta afinidad por las tinciones con hematoxilina y fucsina básica. El
por inmunocomplejos. Otras diferencias con las demás rickettsiosis son lipopolisacárido de C. burnetii no es tóxico para los embriones de pollo
la vía de transmisión en aerosol y la ausencia de reacción cruzada con a dosis incluso mayores de 80 mg por embrión, lo que contrasta con
anticuerpos para cepas de Proteus X (reacción de Weil-Felix). Salmonella typhimurium, cuyos lipopolisacáridos del tipo liso y rugoso
son tóxicos ya en rango de nanogramos7.
E T IO L O G ÍA _____________________________________________ Se han encontrado plásmidos en células tanto en fase I com o en
El agente etiológico de la fiebre Q es Coxiella burnetii, la única especie fase II8, aunque algunas cepas no los presentan y su presencia no se ha
en su género, un cocobacilo muy pleomórfico con pared celular gram- asociado con ningún mecanismo patogénico9.
negativa (fig. 190-1) que mide 0,3-0,7 (xm de longitud1. Al contrario que El genom a de C. burnetii contiene m uchos genes con distintos
las verdaderas rickettsias, penetra en la célula por mi mecanismo pasivo papeles potenciales en la adhesión, invasión, circulación intracelular
y, mía vez en su interior, sobrevive dentro de mi fagolisosoma ya que el y modulación de la célula huésped9. La diferencia con otras bacterias
bajo pH de este ambiente es necesario para el correcto funcionamiento intracelulares es que C. burnetii presenta en su cromosoma 32 secuencias
metabólico de la bacteria. Existen variantes de pequeño y gran tamaño de inserción dispersas9. Se ha secuenciado el genoma de cinco10cepas de
de C. burnetii, e incluso se ha descrito un estado en forma de espora2, este agente11. La posibilidad de crecimiento en medios axénicos mejorará
que explicaría su capacidad para resistir condiciones ambientales muy los estudios de biología molecular de C. burnetti12.
2326 om a: c u . todos los derechos
2326.e1
P A L A B R A S C L A V E __________________________________
aborto; Coxiella burnetti; endocarditis; fiebre Q; fiebre Q aguda; fiebre Q
crónica; gestación; hepatitis

Capítulo 190 Coxiella burnetii (fiebre Q)


2327
o el acto de despellejar conejos salvajes. C. burnetii también se ha ais­
lado en la leche materna27 y la placenta humana28. Este microorganismo
se reactiva durante el embarazo en animales; se cree que esto también

Capítulo 190 Coxiella burnetii (fiebre Q)


ocurre en los seres humanos, en los cuales posiblemente las complica­
ciones gestacionales de la fiebre Q se encuentran infradiagnosticadas29.
La exposición en laboratorios a C. burnetii 30 y el transporte de ovejas
infectadas desde hospitales hasta los laboratorios de investigación han
ocasionado importantes brotes de la enfermedad31,32.

Transmisión entre humanos


La transmisión por vía sanguínea es muy rara33, pero se ha informado
de contagios en autopsias34 y rara vez entre los cuidadores de pacientes
afectados por la fiebre Q. Un ginecólogo desarrolló mi cuadro de fiebre Q
tras asistir a mi parto en una paciente infectada por C. burnetii durante
el embarazo35. Se registraron dos informes de contagio en asistentes a
autopsias36,37 así como mi caso de aparente transmisión persona-persona
entre miembros convivientes de la misma familia38. También se cree que
puede existir transmisión sexual39.

Incidencia
Hasta 1999 la fiebre Q no se consideraba una enfermedad de notificación
obligatoria en EE.UU., pero debido a su potencial como agente de biote-
FIGURA 190-1 Microfotografía por transmisión de electrones
de una verruga procedente de un paciente con endocarditis por rrorismo fue incorporada a la lista40. Entre 1948 y 1977 se informó a los
fiebre Q. R e su lta n e v id e n t e s m u c h a s cé lu la s c o n C. b u r n e t ii. El m a te rial Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de 1.168 casos
e le c tr o d e n s o del In te rio r d e ca d a cé lu la c o r r e s p o n d e al A D N . ( A u m e n t o (media, 58,4 casos/año)40,41.
del o rig in a l, X 4 6 . 6 6 5 . ) McQuiston y Childs41 observaron que desde 1978 a 1999 se produ­
jeron 436 casos de fiebre Q en EE.UU. con una media de 26 casos/año
(intervalo, 6 a 41 casos/año). De 2000 a 2004 se informó de 255 casos en
Epidem iología 37 estados, con una media de 51 casos/año (intervalo, 18 a 73 casos/año).
Historia Estos investigadores identificaron un efecto estacional, con un 39% de
La infección en seres humanos se produce por inhalación de pequeñas casos detectados entre abril a junio. De éstos, el 77% eran varones
partículas de aerosol que contienen C. burnetii y la enfermedad derivada con una media de edad de 50,5 años y mediana de 51 años, mientras
de ella se denomina fiebre Q. En agosto de 1935, Derrick, un oficial que un 92% eran de raza blanca, un 6% de raza negra y un 2% asiáticos.
médico del departamento de salud de Queensland, Australia, investigó La distribución racial era proporcional a la que existe en la población
una enfermedad febril que afectaba a 20 de los 800 manipuladores de general del país. Sin embargo, la distribución por edades difería, ya que
carne en Brisbane13. Fue Derrick quien acuñó el término de fiebre Q se producían más casos a mayor edad alcanzando el pico en el grupo de
(o query) para esta enfermedad, de la cual no tenía un diagnóstico pero 50-59 años. Karakousis y cois.42 publicaron mi caso de fiebre Q crónica y
sospechaba que se trataba de un nuevo cuadro clínico. Más tarde, Burnet revisaron todos los demás de este tipo en EE.UU. Sólo pudieron encontrar
y Freeman demostraron que el microorganismo aislado en la sangre y la 7 en el período de 1976 a 2004, posiblemente debido a subestimación.
orina de estos pacientes era una rickettsia14. Casi de forma simultánea, McQuiston y Childs41 observaron que las ovejas y cabras en EE.UU.
Davis y Cox aislaron un microorganismo de garrapatas (Dermacentor presentaban mayor seroprevalencia de C. burnetii que el ganado vacmio.
andersoni) recogidas en Montana, en Nine Mile Creek15. Posteriormente, También identificaron un amplio reservorio de este microorganismo en
D yer16,17 demostró que la Rickettsia burnetii (el m icroorganism o de la fauna estadounidense. Diferentes estudios han demostrado diversos
Burneo y Freeman) era el mismo que Rickettsia diaporica (el aislado por grados de seropositividad en coyotes, zorros grises, mofetas, mapaches,
Cox), actualmente denominado Coxiella burnetii. conejos, ciervos, ratones, osos, aves y zarigüeyas.

Fuentes zoonóticas Brotes


C. burnetii se ha aislado en artrópodos, peces, pájaros, roedores, mar­ Se han producido grandes avances basados en recientes acontecimientos
supiales y ganado1, pero en todo el mundo su reservorio animal más relativos a la fiebre Q en Alemania. Una oveja infectada hipercontagiosa
habitual es el ganado de vacas, ovejas y cabras18. Otros animales también en un mercado agrícola provocó cientos de casos de fiebre Q43. También
susceptibles de infección son los caballos, perros, cerdos, camellos, parece que la urbanización del ganado ovino es un factor clave en la
búfalos de agua, palomas, patos, gansos, pavos, algunas especies de diseminación en Alemania; en un brote las personas que vivían a menos
pájaros salvajes, ardillas, especies de roedores, gatos y conejos. La epide­ de 50 m del entorno ovino presentaban una tasa de ataque del 11,8%44.
miología de esta bacteria difiere en cada país; por ejemplo, se sospecha Uno de los hechos más importantes en la historia de la fiebre Q ha sido
que las tórtolas han podido importar C. burnetii desde el oeste de Europa el brote en los Países Bajos. Comenzó en 2007 y hasta 2010 se habían
hasta Irlanda; en Nueva Escocia, algunos brotes de fiebre Q se han descrito más de 4.000 casos45.
relacionado con la exposición a gatas parturientas19,20. La alta densidad de establos con cabras en las proxim idades de
Se han declarado casos de fiebre Q en 51 países de los cinco continen­ la población urbana fue una fuente de infección y transm isión de la
Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.

tes5 en realidad sólo están libres de Coxiella Nueva Zelanda, el Ártico y enfermedad y los factores ambientales también tuvieron importancia46.
la Antártida21. Generalmente se describe como enfermedad profesional Las granjas en las que no hubo contagio tenían una gran densidad
de personas que están en contacto directo con animales infectados, de vegetación y mayor cantidad de agua en la superficie del terreno si
como granjeros, veterinarios y trabajadores de mataderos5. Sin embargo, se compara con aquellas en las que sí hubo contagio47. Se cree que la
también se han registrado brotes de la enfermedad por contactos indi­ mayoría de los casos se produjeron por una única cepa48.
rectos con animales; por ejemplo, en Suiza, más de 350 personas que
vivían a lo largo de una carretera por donde transitaba el ganado desde P A T O G E N IA ___________________________________________
los pastos en las montañas desarrollaron fiebre Q 22. En Gran Bretaña La secuencia de acontecimientos más probable en el ciclo de transmisión
aparecieron casos en personas que vivían cerca de una carretera por de C. burnetii al ser humano es que exista un reservorio natural en
donde transitaban vehículos procedentes de granjas que transportaban garrapatas y otros artrópodos, los cuales infectarían animales domés­
paja, estiércol o polvo contaminado23. La exposición puede ser aún más ticos o salvajes, incluidos algunos pequeños mamíferos por picadura
indirecta, como en el caso de trabajadores de lavanderías en contacto o contaminación de la piel con heces infectadas. Los animales domés­
con ropas contaminadas24. Otros mecanismos de contagio pueden ser la ticos suelen ser asintomáticos, aunque pueden padecer abortos o partos
© ingesta de leche fresca sin tratar25,26, la exposición a gatas parturientas19 de fetos muertos. Durante el parto, la placenta, que tiene una alta tasa de
infección, contamina el medio ambiente, de manera que las muestras Manifestaciones clínicas
del aire en la zona resultan positivas incluso hasta 2 semanas después, y La neumonía atípica es mi término clínico que se utiliza para describir un
existen microorganismos viables en el suelo por períodos de hasta 150 proceso neumónico caracterizado por tos seca no productiva, en el cual
Parte III Agentes etiológicos de las enfermedades infecciosas

días49'51. Los seres humanos se infectan por la inhalación de aerosoles los hemocultivos y los cultivos de esputo son negativos para las bacterias
contaminados. Tanto en personas como en modelos experimentales se patógenas convencionales68, aunque la tos sólo aparece en el 28% de los
ha observado que la gravedad de los síntomas clínicos depende de la cepa pacientes con neumonía por fiebre Q radiológicamente confirmada. El
involucrada, de manera que aquellas que contienen el plásmido QPLh cuadro puede tener mi comienzo gradual o súbito69, pero la fiebre aparece
son más virulentas que las que tienen el plásmido QPRS. Los microor­ en todos los pacientes. Aproximadamente el 75% de los casos cursan con
ganismos proliferan en el pulmón o pulmones para después invadir el cefalea intensa, lo que puede ofrecer una importante pista diagnóstica des­
torrente sanguíneo. Con esto comienzan los síntomas sistémicos, y las de el pmito de vista clínico. Otros síntomas y su frecuencia de presentación
distintas características clínicas dependen de la dosis de microorganis­ son: astenia mi 98%, escalofríos un 88%, sudoración un 84%, mialgias un
mos inhalada y, probablemente, de las características de la cepa infec­ 68%, náuseas mi 49%, vómitos un 25%, dolor pleurítico mi 28% y diarrea
tiva52. La infección primaria puede ser sintomática (fiebre Q aguda) o un 21%. A veces la diarrea es el primer síntoma de mía fiebre Q70.
no en función del huésped. Los niños y las mujeres son menos proclives La exploración física del tórax a menudo es anodina, siendo el hallaz­
a presentar síntomas, lo que puede depender en parte de las hormonas go más frecuente los crepitantes inspiratorios69, amique los pacientes con
esteroideas53. Durante la gestación es aún más frecuente la ausencia de formas rápidamente progresivas suelen presentar los signos físicos de
síntomas en la infección primaria54. La evolución de la fiebre Q crónica en una condensación pulmonar. Aproximadamente un 5% de los pacientes
su forma vascular no parece estar relacionada con cepas específicas55 sino presenta esplenomegalia, mientras que la presencia de fiebre con cefalea
con factores del huésped y puede producirse tras mía infección primaria intensa sugiere afectación del sistema nervioso central. En este caso
sintomática o asintomática. En pacientes con valvulopatías la turbulencia puede ser necesaria una punción lumbar, en la cual el líquido obtenido
del flujo sanguíneo puede aumentar la tasa de apoptosis linfocitaria, lo es habitualmente normal, aunque en algunas ocasiones se ha podido
que puede incrementar la interleucina 10 (IL-10)56. En el huésped sano, aislar C. burnetii71. Llama la atención que muchos pacientes describen
la proliferación de C. burnetii se controla y limita por los macrófagos, for­ la cefalea asociada a la fiebre Q com o la más intensa que han tenido
mándose granulomas. Sin embargo, en algunas personas los macrófagos nunca. Esta forma de neumonía puede confundirse con un cuadro de
no son capaces de matar al microorganismo, posiblemente debido a la legionelosis o con formas neumónicas de tularemia; de hecho, debe
secreción de IL-1057. Los pacientes con formas crónicas de la enferme­ realizarse el diagnóstico diferencial con todas las posibles causas de
dad tienen niveles altos de esta interleucina, segregada por monocitos neumonía rápidamente progresiva.
estimulados. Algunos factores de riesgo para esta forma de fiebre Q son
la presencia de una neoplasia de base, valvulopatías, aneurismas aórticos Hallazgos radiográficos
o embarazo58. Los polimorfismos en los receptores tipo Toll 2 y 4 no se La imagen radiológica de mía neumonía por fiebre Q puede ser de varios
asocian con las manifestaciones clínicas en la fiebre Q aguda59. Reciente­ tipos (fig. 190-2). Son frecuentes las condensaciones con base pleural,
mente se ha descrito que la aparición de endocarditis estaba relacionada segmentarias y no segmentarias72 74, mientras que la presencia de múlti­
con niveles altos de anticuerpos IgG frente a cardiolipina59a. Se cree que ples condensaciones redondeadas sugiere una exposición previa a gatas
inicialmente es importante la presencia de anticuerpos antifosfolípidos parturientas infectadas (v. fig. 190-2)72. En el 35% de los casos hay un
en la formación de una verruga aséptica60. derrame pleural, por lo general de pequeña intensidad, aunque a veces
puede ser importante73. Otros hallazgos son las atelectasias, mi aumento
M A N IF E S T A C IO N E S C L ÍN IC A S ___________________ de imágenes con patrón reticular o adenopatías hiliares. En una serie,
Los seres humanos son los únicos animales de los que se tiene la certeza el tiempo de resolución de la imagen se situó entre los 10 y los 70 días,
de que desarrollan una enfermedad tras la infección por C. burnetii61. En con una media de 30 días73.
una serie de 207 pacientes la mortalidad fue de un 2,4%62. A continua­
ción se exponen distintos síndromes clínicos provocados por la fiebre Q: Resultados
1. Enfermedad febril autolimitada (2-14 días). La neumonía por C. burnetii no suele ser mortal, y cuando así ocurre,
2. Neumonía. generalmente existen factores de comorbilidad que contribuyen al mal
3. Endocarditis. pronóstico74. Se dispone de poca información sobre la histología que
4. Hepatitis. acompaña a estos procesos neumónicos. Pierce y cois, encontraron peque­
5. Osteomielitis. ños cocobacilos en el interior de los macrófagos alveolares en biopsias
6. Fiebre Q en el paciente inmunocomprometido. transbronquiales de mi paciente afectado por fiebre Q75. Un caso mortal
7. Fiebre Q en la infancia. de neumonía ocurrido en un varón de 43 años presentaba una intensa
8. Manifestaciones neurológicas: encefalitis, meningitis aséptica, esta­ hemorragia intraalveolar y neumonía necrosante focal asociada a bron­
dos confusionales tóxicos, demencia, enfermedad extrapiramidal. quitis necrosante; asimismo se encontraron histiocitos, linfocitos y células
9. Fiebre Q en el embarazo. plasmáticas dentro de los alveolos. Se atribuyó el cuadro a mía fiebre Q
10. Síndrome de fatiga tras fiebre Q. debido al hallazgo de microorganismos visibles con mía tinción de Giemsa
m odificada76. Una lesión en fase de resolución de una neumonía por
Enferm edad febril auto lim itad a fiebre Q presentaba un tumor seudoinflamatorio: una masa compuesta
Ésta es la forma más frecuente de fiebre Q. De hecho, en muchas zonas por mía mezcla de macrófagos, células gigantes, células plasmáticas y linfo -
entre un 11% y un 12% de las personas tienen anticuerpos frente a citos. Por su parte, el epitelio bronquial estaba, en distintas zonas, ausente,
C. burnetii, pero la mayoría no recuerda haber padecido una neumonía regenerado o hiperplásico77. Los cambios observados tras la inoculación
u otra enfermedad de importancia63. Es posible que la edad del paciente, pulmonar en Macacus rhesus son similares a los hallados en seres humanos,
así como la dosis del agente infeccioso, determinen si la fiebre Q va a con mía consolidación peribronquial o peribronquiolar78, amique el infil­
cursar como una enfermedad febril benigna autolimitada64,65. De hecho, trado intersticial tiene más linfocitos y monocitos (fig. 190-3).
se cree que algunas infecciones pueden pasar de forma totalmente desa­
percibida66, aunque la proporción de seroconversiones asintomáticas se Resultados en las pruebas de laboratorio
desconoce. En el sur de España, al 21% (108 de 505) de los adultos con El recuento de leucocitos suele ser normal, pero un tercio de los pacien­
fiebre de más de 1 semana y menos de 3 se les diagnosticó fiebre Q67; tes presenta leucocitosis. Puede desarrollarse trombocitopenia y trombo-
ninguno de ellos tenía evidencias radiológicas de neumonía. citosis. La trombocitosis puede ser extrema, con recuentos plaquetarios
de 1 millón/mm3 o incluso superiores. En estos pacientes nosotros
Neum onía hemos aplicado profilaxis frente a cuadros trombóticos con aspirina. En
Esta forma de fiebre Q puede presentarse de tres maneras diferentes: casi todos ellos existe una elevación moderada (dos a tres veces el límite
una neumonía atípica, una neumonía rápidamente progresiva o como superior) de las transaminasas hepáticas. La bilirrubina suele tener un
un hallazgo casual en un paciente con una enfermedad febril, proba­ nivel normal, pero existen casos con ictericia. Es poco frecuente, pero
blemente la forma más frecuente de las tres. posible, encontrar mi síndrome de secreción inadecuada de ADH79.
2329

Capítulo 190 Coxiella burnetii (fiebre Q)


FIGURA 190-2 Manifestaciones radiológicas de la neumonía por fiebre Q. L o s c u a t r o p a c ie n te s s o n m ie m b r o s d e u n a m is m a f a m ilia q u e d e s a ­
r r o l l ó la e n f e r m e d a d t r a s e x p o n e r s e a p r o d u c t o s d e l p a r t o d e u n a g a t a I n f e c t a d o s . La g a t a p a r i ó e n s u d o m i c i l i o . A, M ú l t i p l e s c o n d e n s a c io n e s c o n f o r m a
re d o n d e a d a (fle c h a s ). B, C o n d e n s a c ió n e n e l ló b u lo s u p e r io r iz q u ie r d o (fle c h a ). C, C o n d e n s a c ió n c o n b a s e p le u r a l q u e a fe c t a a l ló b u lo s u p e r io r d e r e c h o
(fle c h a ). D, C o n d e n s a c i ó n e n e l l ó b u l o i n f e r i o r d e r e c h o (flec h a ). E n z o n a s e n d é m ic a s , e l t i p o A e s c a r a c t e r í s t ic o d e n e u m o n í a p o r f i e b r e Q a s o c ia d a a lo s
g a to s y el C t a m b i é n s u g ie r e e l d i a g n ó s t i c o d e f i e b r e Q . S in e m b a r g o , la s f o r m a s B y D n o s o n t í p ic a s y p o d r í a n c o r r e s p o n d e r a c u a l q u i e r p a t ó g e n o p u l m o n a r .

Tratamiento de la neumonía por fiebre Q al día) y a 25, eritromicina (500 mg cuatro veces al día) durante 10 días.
El tratamiento de elección para C. b u r n e tii son las tetraciclinas80. Aunque La resolución de la fiebre fue más rápida en el grupo de la doxiciclina
otros estudios han indicado una respuesta aparente de los cuadros de (3 ± 1,6 días frente a 4,3 ± 2 días en el otro grupo; P = 0,05). El gru­
neumonía por este agente cuando se emplearon macrólidos8184, nosotros po de la eritromicina presentó más efectos adversos gastrointestinales
observamos que los cuatros casos que evolucionaron rápidamente no (11 frente a 2 en el otro grupo; P <0,01). Tras 40 días la radiografía de
es un delito.

habían respondido al tratamiento con eritromicina, a pesar de emplear tórax fue normal en 47 de los 48 pacientes. Los autores concluyeron que la
dosis superiores a 4 g/día. Los casos se resolvieron al añadir rifampicina doxiciclina es más eficaz que la eritromicina, pero admiten la naturaleza
a 300 mg/12 horas por vía oral. Sí se han observado diferencias en la benigna y autolimitada de la mayoría de las neumonías provocadas por
sensibilidad a antibióticos entre las distintas cepas de la bacteria estu­ la fiebre Q.
diadas85, de manera que algunas son resistentes a la doxiciclina, mientras Kuzman y cois.84han estudiado a 64 pacientes con neumonía de este
que el cotrimoxazol (trimetoprima-sulfametoxazol), el cloranfenicol y tipo. De ellos, a 22 pacientes se les administró azitromicina (dosis total,
la rifampicina son eficaces en todas ellas. Existen escasas evidencias a 1.5 gen 3-5 días), a 15 doxiciclina (100 mg/12 horas durante 10-14 días)
partir de ensayos clínicos como para establecer recomendaciones sobre y a 15 diversos antibióticos. La duración media de la fiebre fue de
el tratamiento óptimo de la neumonía de la fiebre Q. Sobradillo y cois.86 2.5 días en el grupo de azitromicina, 2 días en el de doxiciclina y 3,5 días
(País Vasco, España) realizaron un estudio aleatorizado prospectivo en el de diversos antibióticos. En todos los pacientes se resolvió el cuadro.
doble ciego sobre doxiciclina y eritromicina en la neumonía sospechosa En una revisión retrospectiva de 130 pacientes con neumonía por
de ser secundaria a fiebre Q. Se demostró mediante serología que 48 pa­ fiebre Q tratados entre 1989 y 1995 llevada a cabo por Kofteridisy cois.83
cientes tenían fiebre Q; a 23 se les pautó doxiciclina (100 mg dos veces se observó que en 11 pacientes tratados con tetraciclina remitió la fiebre
Parte III Agentes etiológicos de las enfermedades infecciosas 2330

FIGURA 190-4 Válvula mitral de un paciente con endocarditis por


fiebre Q. El nodulo (flecha) contenía gran cantidad de microorganismos de
C. burnetii dentro de macrófagos espumosos. (De RaoultD, Raza A, Marríe TJ.
FIGURA 190-3 Microfotografía de una biopsia pulmonar realizada Q fever endocarditis and other forms o f chronic Q fever. En: Marríe TJ,
a cielo abierto en un paciente con neumonía por fiebre Q. Los espacios ed. Q Fever—The Dlsease. Boca Ratón, EL: CRC Press; 1990:179-199, con
alveolares presentan en su interior un Infiltrado Inflamatorio que contiene autorización.)
linfocitosy macrófagos. Llama la atención la hiperplasia de la capa de células
que recubre el alveolo. (Hematoxlllna-eoslna, x500.)
Estudios de seguimiento
Todavía queda por dilucidar si es necesario un seguimiento específico
en una media de 3 días; en 42 pacientes tratados con eritrom icina la tras un cuadro de fiebre Q aguda. La observación de casos de fiebre Q
media fue de 4,26 días y 28 pacientes con (3-lactámicos requirieron crónica tras cuadros de fiebre Q aguda, sobre todo en pacientes con
6,8 días para la remisión. De los pacientes tratados con claritromicina valvulopatías leves o no diagnosticadas, ha llevado a algunos autores a
un 15% presentaba aún fiebre a los 5 días frente al 35% de los que recomendar monitorización serológica cada 4 meses durante 2 años".
estaban con eritrom icina y ninguno de los del grupo de tetraciclina. Otros proponen realizar una ecocardiografía transtorácica en todos los
Otra revisión retrospectiva de 19 pacientes con este cuadro observó casos agudos para detectar lesiones valvulares100. El riesgo de endocar­
que 11 estaban con eritrom icina y 8 con (3-lactámicos. Los primeros ditis en pacientes con fiebre Q aguda y valvulopatías es alto, del 39%
quedaron afebriles al tercer día, mientras que en el otro grupo sólo 2 según un estudio. Investigaciones recientes llevadas a cabo en Francia
no presentaban ya fiebre en ese momento (P < 0 ,0 0 5 )87. y en los Países Bajos han demostrado que el tratamiento prolongado
De estos estudios y de los datos in vitro se deduce que los (3-lactámicos de la fiebre Q aguda con doxiciclina e hidroxicloroquina previene el
no son eficaces. En aquellos que no toleran la doxiciclina, un macrólido desarrollo de endocarditis en pacientes con valvulopatías previas101“.
puede ser tan eficaz como mía quinolona. Nosotros recomendamos tratar a estos pacientes con hidroxicloroquina
y doxiciclina durante 1 año y realizar mi seguimiento estrecho.
Diagnóstico de la neumonía por fiebre Q
El diagnóstico de neumonía por fiebre Q (C. burnetii) suele confirmar­ Endocarditis
se a posteriori por serologia, pues la mayoría de los laboratorios no Actualmente se sabe que la fiebre Q que cursa como una enfermedad
cuentan con los medios necesarios para aislar el microorganismo en crónica puede tener distintas manifestaciones: endocarditis, infección
cultivo88. El desarrollo de cebadores derivados del gen de la superóxido de las válvulas cardíacas protésicas, infección de los aneurismas, osteo­
dismutasa de C. burnetii ha permitido la amplificación de su ADN en mielitis, hepatitis, fibrosis pulm onar intersticial, fiebre prolongada y
muestras clínicas utilizando la reacción en cadena de la polimerasa erupciones cutáneas purpúricas102. La endocarditis es la principal forma
(P C R )89. Para el diagnóstico serológico se han empleado técnicas de de la fiebre Q «crónica»103 120,121 126. Por lo general resultan afectadas
micro aglutinación89, fijación del complemento91 y microinmunofluo- las válvulas cardíacas protésicas o con alguna alteración de base125;
rescencia92,93, así com o la inm unoabsorción enzim àtica94. La prueba sin embargo, la infección puede instalarse en cualquier zona del árbol
de inmunofluorescencia indirecta es la m ejor para el diagnóstico de vascular124, incluso en trombos asociados a aneurismas ventriculares
fiebre Q aguda y crónica. Los títulos de corte para considerar la prueba izquierdos. Los pacientes que sufren este tipo de alteración tienen un
positiva varían según las poblaciones. Por ejemplo, para detectar la defecto en la inmunidad celular frente a C. burnetii.
infección por C. burnetii en Nueva Escocia, Canadá, uno de nosotros
fijó un título igual o mayor a 1:8, mientras que en Francia se aplicó un Incidencia
título igual o mayor a 1:32. El origen del antígeno también influye en La incidencia de endocarditis por fiebre Q está aumentando, posible­
los resultados. Cuando un paciente está en tratam iento por fiebre Q mente debido a que se realiza un diagnóstico más específico del cuadro.
crónica, es fundamental que el laboratorio almacene las muestras séricas Truck y cois, publicaron 16 casos de fiebre Q crónica diagnosticados
de manera que se puedan analizar las muestras previas con las actuales. entre 1968 y 1973, mientras que su revisión de la literatura mundial
Es la única forma de que se pueda determinar de forma definitiva un informó sólo de 55 casos registrados previamente103. Siegman-Igra y
cambio en la titulación. cois, comunicaron 408 casos procedentes de 17 países en su revisión de
Un aumento de cuatro veces en la titulación entre dos muestras 1997126. Entre 1975 y 1980 se declararon 79 casos de endocarditis por
procedentes de las fases aguda y de convalecencia es diagnóstico de C. burnetii al Public Health Laboratory Service Communicable Disease
fiebre Q. Se han descrito reacciones cruzadas entre los anticuerpos frente Surveillance C enter de Inglaterra120; entre 1975 y 1981 este m icro ­
a C. bu rn etiijlos anticuerpos contra B artonellajLegionella micdadei95. organismo representó la causa del 3% de las endocarditis declaradas en
Algunos autores defienden el uso de la inmunofluorescencia indirecta Inglaterra y Gales119. En Francia se diagnosticaron 229 casos de esta
para detectar anticuerpos del tipo IgM, de manera que sólo sería nece­ enfermedad62. La forma habitual de presentación clínica consiste en
saria una muestra para el diagnóstico de la enferm edad95. Un título una endocarditis con cultivos negativos, que no suele acompañarse de
igual o mayor a 1:50 tiene un elevado valor predictivo positivo96. Sin fiebre. Esta enfermedad es poco frecuente en niños123.
embargo, este tipo de anticuerpos puede detectarse durante un período
de hasta 678 días97, y en un estudio98 el 3% de los 162 pacientes todavía Manifestaciones clínicas
mantenía niveles elevados 1 año después de la infección. C burnetii es un Las acropaquias y la hipergammaglobulinemia son signos clínicos fre­
microorganismo con alta capacidad infecciosa. Los tejidos procedentes cuentes en este tipo de endocarditis y la hepatoesplenomegalia aparece
de personas afectadas por fiebre Q deben procesarse con medidas de en más de la mitad de los pacientes. En un 20% de los casos aparece una
seguridad biológica del nivel 3. púrpura cutánea asociada a una vasculitis leucocitoclástica. La velocidad
2331
TABLA 190-1 C riterio s para el d iagnó stico
de endocarditis por fiebre Q
A. Definitivo

Capítulo 190 Coxiella burnetii (fiebre Q)


Cultivo, PCR o inmunohistoquím ica positivos a Coxiella burnettie n muestras
de la válvula cardíaca
B. Criterios principales
Microbiología
Cultivo o PCR positivos a Coxiella burnettien muestras de sangre o de un émbolo
o serología con anticuerpo IgG de fase i igual o superior a 1 :6.400
Signos de afectación endocárdica
Ecocard iografía positiva para Ei: masa intracardíaca oscilante en la válvula o en
estructuras de soporte, en las vías de regurgitación o en ei material implantado
sin explicación anatómica alternativa; o absceso; o dehiscencia parcial nueva
de la válvula protésica; o nueva regurgitación valvular (el empeoramiento
o el cam bio en un soplo preexistente n o es suficiente)
PET m ostrando una fijación valvular específica y aneurisma micótico
C. Criterios menores
FIGURA 190-5 Endocarditis por fiebre Q sobre la valva de una
Patología cardíaca predisponente (conocida o com o hallazgo ecográfico)
válvula bioprotésica. El p lie g u e en el ce n tro d e la Im a g e n c o rr e sp o n d e a
la z o n a Infiltrada p o r C. b u r n e tii. ( D e R a o u l t D , R a z a A , M a r r í e TJ. Q fe ve r Fiebre, temperatura > 3 8 °C
e n d o c a r d i t is a n d o t h e r f o r m s o f c h r o n i c Q fever. E n : M a r r í e TJ, ed . Q Feve r— Procesos vasculares, ém bolo arterial, infarto pulm onar séptico, aneurisma
T h e D lsease. B o c a R a t ó n , EL: C R C P r e ss ; 1 9 9 0 : 1 7 9 - 1 9 9 , c o n a u t o r iz a c ió n . ) micótico (visto mediante PET), hemorragia intracraneal, hemorragias
conjuntivales y lesiones de Janeway
Procesos inmunoiógicos: giomeruionefritis, nodulos de Osier, m anchas de Roth
de sedim entación glom erular suele estar aumentada, y es frecuente o factor reumatoide
encontrar anemia y hematuria microscópica. En un tercio de los casos
Evidencias serológicas: anticuerpos IgG fase u no mayores o iguales a 1:800
el cuadro se complica con la aparición de émbolos arteriales. e inferiores a 1:6.400
Las verrugas halladas en este tipo de endocarditis son diferentes Diagnóstico definitivo
de las que suelen verse en las endocarditis bacterianas piógenas, tanto
1 criterio A
en su aspecto macroscópico como microscópico. En las figuras 190-4
2 criterios B
y 190-5 se muestra el aspecto macroscópico de estas lesiones. M icros­
1 criterio B, 3 criterios C (incluyendo 1 criterio de evidencia microbioiógica
cópicam ente poseen un infiltrado inflamatorio subagudo y crónico, y predisposición cardíaca)
con muchos macrófagos espumosos. Los microorganismos son visibles
Diagnóstico posible
mediante microscopía electrónica (v. fig. 190-1).
1 criterio B, 2 criterios C (incluyendo 1 criterio de evidencia microbioiógica
y predisposición cardíaca)
Diagnóstico
3 criterios C (incluyendo serología positiva y predisposición cardíaca)
En la mayoría de los casos el diagnóstico es serológico (tabla 190-1). Se
considera diagnóstico de fiebre Q crónica un título de fijación del com ­ Ei, endocarditis infecciosa; IgG, inm unogiobulina G; PCR, reacción en cadena de ia
polimerasa; PET, tom ografía por emisión de positrones.
plemento igual o mayor de 1:200 para antígenos de fase I, aunque no
Modificada a partir de Raoult D. Chronic Q fever: expert opinión versus literatura
todos los pacientes de la serie de Truck y cois, llegaban a esas cifras103. analysis and consensus. J Infect. 2012;65:102-108.
En la fase aguda de la infección la titulación no alcanza ese nivel.
Distintos estudios han observado títulos altos de anticuerpos tipo IgA
frente a antígenos de fase I en formas crónicas de fiebre Q (endocarditis y TABLA 190-2 C riterio s para el d iagnó stico
hepatitis granulomatosa)97,127, mientras que otros demuestran la presencia de infección vascular por fiebre Q
de estas inmunoglobulinas también en la fase aguda, aunque en una A. Definitivo
titulación mucho menor97. Fourniery cois, establecen como diagnóstico Cultivo, PCR o inmunohistoquím ica positiva para Coxiella burnetti en muestras
de endocarditis por fiebre Q títulos de IgG iguales o mayores de 1:800 arteriales (próstesis o aneurismas) o de un absceso periarterial
por microinmunofluorescencia128. Éstos y otros autores han propuesto o de espondilodiscitis asociada a la aorta

este dato como mío de los criterios diagnósticos mayores de endocarditis B. Criterios principales
infecciosa del Duke Endocarditis Service129,130. Recientemente se han Microbiología
propuesto nuevos criterios para el diagnóstico de la endocarditis por Cultivo o PCR positivos a Coxiella burnetti en muestras de sangre o de un émbolo
o serologia con anticuerpo IgG de fase I igual o superior a 1 :6.400
fiebre Q (tabla 190-2) 131. Es frustrante la dependencia de la serología
para el diagnóstico. Por ello, es preferible considerar el cuadro clínico y Signos de afectación vascular
utilizar toda la información disponible, como se indica en la tabla 190-1. CT: aneurisma o prótesis vascular más absceso periarterial, fístula
Wegdam-Blans y cois, revisaron la bibliografía sobre la enfermedad y o espondilodiscitis

encontraron 607 artículos de los cuales estudiaron 17 de ellos tras aplicar PET: localización específica junto a un aneurisma o a una prótesis vascular

diferentes criterios132. Ocho artículos se basaban en criterios ecocardio- C. Criterios menores


gráficos, seis de los cuales indicaban que existían verrugas valvulares Evidencias serológicas: anticuerpos IgG fase u no mayores o iguales a 1:800
entre el 21% y el 50% de los casos; cuatro artículos reflejaban la presencia e inferiores a 1:6.400
Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.

de abscesos entre el 7% y el 20% de los pacientes (fig. 190-6) 132. Fiebre, temperatura igual o superior a 38 °C
La tomografía con emisión de positrones es una nueva herramienta Émbolos
que puede ser útil en el diagnóstico de la endocarditis y de la infección Predisposición vascular subyacente (aneurisma o prótesis vascular)
valvular por la fiebre Q 133. Con el tratamiento, los títulos de anticuerpos Diagnóstico definitivo
van descendiendo lentamente. La prueba de Western blot en muestras de 1 criterio A
suero de pacientes afectados por formas crónicas de fiebre Q demuestra la 2 criterios B
existencia de anticuerpos frente a 12-15 antígenos de fase I de C. burnetii,
1 criterio B y 2 criterios C (incluyendo evidencia microbioiógica y predisposición
mientras que en los pacientes con formas agudas sólo existen contra vascular)
7-10 de ellos130. Los anticuerpos frente a los antígenos con pesos mole­ Diagnóstico posible
culares de 50, 80 y 160 kD sólo estaban presentes en los casos crónicos.
Predisposición vascular, evidencia serológica y fiebre o émbolo

Tratamiento de la endocarditis por fiebre Q CT, tom ografía computarizada; IgG, inm unogiobulina G; PCR, reacción en cadena
de ia polimerasa; PET, tom ografía por emisión de positrones.
No existe un consenso en cuanto al tipo y duración de la antibioterapia Modificada a partir de Raoult D. Chronic Q fever: expert opinion versus literatura
© necesaria en esta form a de la enferm edad9'’98; algunos autores reco- analysis and consensus. J Infect. 2012;65:102-108.
Parte III Agentes etiológicos de las enfermedades infecciosas 2332

FIGURA 190-6 A, A n á lis is d e u n a válvu la card íaca extraída de un p a cie n te c o n e n d o c a rd itis p o r fieb re Q. In filtra d o s in fla m a to rio s fo ca les y pequeños co n
m a c r ó fa g o s in fe cta d o s q u e m u e stra n q u e la e n d o c a rd itis en este p ro c e so es u n a in fe cción In sid iosa latente q u e p u e d e e v o lu c io n a r d u ra n te a ñ o s sin sín to m a s.
B, lt:F-FD G -PET : h ip e r m e ta b o lis m o d e la válvu la aórtica en u n p a c ie n te a s in t o m á t ic o 3 m e se s d e s p u é s de u n a h ep a titis febril q u e fu e d ia g n o s tic a d a c o m o
fie b re Q a g u d a . U n a t o m o g r a f ía p o r e m is ió n d e p o s it r o n e s p e r m ite el d ia g n ó s t ic o d e e n d o c a r d it is p o r fie b re Q , j u n t o c o n la s e r o lo g ía ( ¡ n m u n o g lo b u -
lina G [IgG ] d e fa se I = 52.000) a u n q u e el p a c ie n te era a sin to m á tic o . La e c o g ra fía tra n sto rá cica fu e n e ga tiv a , p e ro m á s tard e se o b s e r v a ro n v e r r u g a s m e ­
d ia n te eco c a rd ¡o gra fía tra n se so fá g ic a . D e s p u é s de 5 m e se s de tra ta m ie n to c o n doxiciclina e h id ro x ic lo ro q u in a y ciru gía de un a n e u ris m a a ó rtic o a b d o m in a l
in fe cta d o , d e sa p a re c ió p o r c o m p le t o el h ip e rm e ta b o lism o . El b u e n re su lta d o se c o n fir m ó m e d ia n te s e ro lo g ía (Ig G de fa se I = 1 2.800 al añ o). C, lt:F -F D G -P E T
p e rm ite la Id e ntificación d e u n a in fe cció n v a sc u la r p o r fieb re Q co n e sp o n d ilo d ¡sc itis c o n ta g io sa .

miendan incluso un tratamiento por tiempo indefinido97. La tendencia con patrón tipo 1, al tiempo que favorecen la supervivencia intracelular
actual es una terapia com binada134. Los autores utilizan doxiciclina de la bacteria.
junto con ciprofloxacino o rifampicina durante 2 años, mientras que En pacientes con infecciones en aneurismas o en prótesis valvulares,
otros han asociado pefloxacino u ofloxacino con éxito. Maurin y cois, la evolución es mala. Se ha demostrado que la cirugía es esencial para la
descubrieron que el efecto bactericida de la doxiciclina se potencia recuperación de la prótesis afectada141.
cuando se alcaliniza el fagolisosoma con cloroquina o amantadina135.
La combinación de doxiciclina e hidroxicloroquina se ha aplicado con Hepatitis
éxito136, siendo ahora el tratamiento de elección. Se emplea a dosis de La hepatitis es la manifestación más frecuente de la infección por C bur­
200 mg/día, y posteriorm ente se ajusta la dosis para mantener unos netii en Francia62,142,143, mientras que en EE.UU. aparece en un 61,9% de
niveles séricos de entre 0,8 y 1,2 [xg/ml. Se ha observado que los nive­ los casos de fiebre Q. Es más frecuente en zonas ganaderas con ovejas
les de doxiciclina varían entre pacientes y que para alcanzar altas tasas y cabras; sin embargo, en Nueva Escocia no hay ningún caso declarado
de éxito en el tratamiento debe llegarse a una concentración sérica de hasta la fecha.
5 [xg/ml137. Basándonos en datos recientes, recomendamos un tratamien­ Existen tres formas de presentación135,144 149:
to de doxiciclina-hidroxicloroquina durante 6 meses en pacientes con 1. Un cuadro similar a una hepatitis infecciosa.
endocarditis que afecten a válvulas naturales y de dos años para aque­ 2. Fiebre de origen desconocido, típicamente acompañada de granulo­
llos en los que la infección afecta a una válvula protésica138. En un pacien­ mas en la biopsia hepática.
te que falleció por fracaso del tratamiento la concentración mínima inhi­ 3. Un hallazgo casual en un paciente con neumonía por fiebre Q.
bitoria (CM I) de la doxiciclina para su C. burnetii era de 8 [xg/ml139. En los pacientes que cursan con una fiebre de origen desconocido
El título de anticuerpos debe medirse cada 3-6 meses durante el pueden apreciarse unos granulomas en forma de «rosquilla» caracterís­
tratamiento y una vez terminado cada 3 meses durante 2 años. Cuando ticos en la biopsia hepática145,146, que tienen un denso anillo de fibrina
el tratamiento resulta eficaz, suele acompañarse de un descenso en la rodeando una vacuola lipídica central. Estos granulomas también se
velocidad de sedimentación de la corrección de la anemia y de la reso­ observan en la enfermedad de Hodgkin y en la mononucleosis infec­
lución de la hipergammaglobulinemia. A veces es necesario sustituir la ciosa. Se ha aislado C. burnetii en el hígado de estos pacientes, pero el
válvula cardíaca afectada, pero esto dependerá del estado hemodinámico microorganismo no puede verse en el parénquima hepático103. Como tra­
del paciente. Se considera que el paciente está curado cuando el título tamiento puede ser suficiente mi período de 2 semanas de antibioterapia,
de anticuerpos IgG de fase I es menor de 1:800 y cuando los de IgM e aunque los casos con un perfil serológico sugestivo de formas crónicas
IgA son menores de 1:50 por microinmunofluorescencia. En este tipo deben ser tratados durante más tiempo. No existen datos suficientes para
de endocarditis hay una im portante liberación de IL-10 y factor de recomendar una duración exacta del tratamiento, y en cada caso se debe
crecim iento transform ante (3 (TGF-(3 por parte de células m ononu- realizar un estudio seriado de los títulos de anticuerpos.
cleares no estimuladas de la sangre periférica140, los cuales alteran la Algunos pacientes con hepatitis continúan con fiebre a pesar de
función de macrófagos y monocitos. Además, la IL-10 y el TGF-(3 con­ un tratam iento antibiótico adecuado. Estos individuos suelen tener
trarrestan el cambio a formas protectoras de linfocitos T colaboradores anticuerpos antimúsculo liso y antifosfolípidos104, disminuyendo la
2333

fiebre con el uso de corticoides de acción corta105,106. La presencia de esplénica172. La infección por C. burnetii se acompaña, de forma muy
anticuerpos autoinmunes en este tipo de hepatitis hace pensar que este ocasional, de neuritis óptica173 y eritema nodoso174.
proceso puede desencadenar una enferm edad hepática autoinmune

C apítulo 190 Coxiella burnetii (fiebre Q)


como una cirrosis biliar primaria107. En raras ocasiones, aparece ictericia F ie b r e Q d u r a n t e e l e m b a r a z o
colestática como complicación103. Coxiella burnetti replica dentro de los trofoblastos175. En cultivos de
células trofoblásticas el día 3 hay 90 veces el inoculo y el día 9 ,2 ,6 X 106
M anifestaciones neurológicas unidades formadoras de colonias. La infección durante el primer tri­
El síntoma más frecuente consiste en una cefalea intensa que proba­ mestre de embarazo puede provocar un aborto176. El tratamiento del
blemente represente una infección del sistema nervioso central, aunque cuadro se basa en la administración de trimetoprima-sulfametoxazol
hay pocos datos que apoyen una implicación importante del encéfalo durante todo el embarazo. En un estudio retrospectivo este abordaje
en los casos de fiebre Q 150,151-153. Un 0,2-1,3% de los casos de fiebre Q se redujo las complicaciones obstétricas de un 81% a mi 44%. En el grupo
complican con una meningitis aséptica, una encefalitis, o ambas151. En tratado con trimetoprima-sulfametoxazol no se produjeron muertes
una revisión de 16 casos con meningoencefalitis por esta enfermedad fetales intrauterinas177. En pacientes con perfil serológico de fiebre Q
se observó una elevación en el recuento de leucocitos del líquido cefalo­ crónica debe instaurarse tratamiento con doxiciclina e hidroxicloroquina
rraquídeo en 8 de ellos, con cifras de entre 18 y 1.392 células/mm3 154. durante el año siguiente al parto.
Excepto en 1 caso, había un predominio de mononucleares. La concen­ A diferencia de esto en los Países Bajos no se encontraron diferencias
tración de proteínas solía estar elevada, mientras que la de glucosa era en los partes entre mujeres seropositivas y mujeres seronegativas178,179.
habitualmente norm al154. En 5 de los 6 pacientes en los que se realizó, Sin embargo, estas pacientes no tenían fiebre Q aguda y había diferencias
el electroencefalograma presentaba alteraciones. con respecto a las cepas aisladas en Francia
En un estudio en Plymouth, Inglaterra, Reilly y cois, observaron Un estudio español indica que una m u jer que sufre un aborto
que el porcentaje de complicaciones neurológicas de 103 pacientes con espontáneo tiene más posibilidades de ser seropositiva que cuando el
fiebre Q, 46 agudos, 5 crónicos y 52 curados, se situó en un sorprendente embarazo llega a térm ino180. También se observó que en el 9,6% de los
22% 155. Seis de los 45 pacientes con formas agudas presentaron secuelas casos de aborto se encuentran títulos altos de IgG frente a antígenos de
neurológicas como debilidad muscular, meningismo recurrente, visión fase II (> 1:160), mientras que en el grupo donde no había abortos este
borrosa, parestesias residuales o pérdidas sensitivas que afectaban al porcentaje era del 3,1% con una media del 12% de fiebre Q en el grupo
miembro inferior izquierdo. La meningoencefalitis por fiebre Q pue­ de abortos espontáneos180. Un estudio reciente ha demostrado que las
de acompañarse de crisis comiciales y com a156. Otras complicaciones cepas con elplásmido QpVD se asocian con más frecuencia a abortos179.
neurológicas de la fiebre Q comunicadas hasta la fecha son trastornos No está claro si hay que realizar pruebas de despistaje en embarazadas
del comportamiento, signos y síntomas cerebelosos, paresias de pares para descartar una infección por C. burnetii cuando se encuentren en
craneales, enfermedad extrapiramidal o la variante de M iller-Fisher del una región con un brote de fiebre Q. A favor de ello está el dato de que
síndrome de Guillain-Barré (arreflexia más oftalmoparesia). También las mujeres seropositivas dan a luz con más frecuencia a niños con bajo
hay un caso conocido de polirradiculoneuritis desmielinizante ocu­ peso al nacer que las seronegativas181. En un concienzudo análisis de la
rrida en un varón de 71 años 10 semanas después del comienzo de una fiebre Q durante el embarazo se concluyó que está significativamente
neumonía por C. burnetii157. asociada con partos prematuros y abortos, que podían prevenirse con
tratamientos con trimetoprima-sulfametoxazol181“.
Fiebre Q en el huésped
inm unocom prom etido S ín d r o m e d e f a t ig a tr a s f ie b r e Q
No es frecuente que la fiebre Q se asocie con una infección del huésped El nombre síndrome de fatiga tras fiebre Q (SFFQ) se aplica para describir
inmunocomprometido158 162, pero posiblemente esto se deba a que no se el estado de postración que puede desarrollarse hasta en un 20% de los
tiene en cuenta como opción en el diagnóstico diferencial de este tipo pacientes que han padecido una infección aguda por C. burnetiim2. El
de pacientes. De hecho, cuando Raoult y cois, examinaron el suero de síndrome consiste en un conjunto de síntomas como cansancio, cefalea,
500 individuos positivos para el virus de la inmuno deficiencia humana diaforesis, artralgias, mialgias, visión borrosa, fasciculaciones mus­
(VIH ), encontraron que mi 10,4% de ellos tenía anticuerpos IgG frente culares y adenomegalias dolorosas182. En mi estudio de casos y controles
a C. burnetii en un título de 1:25 o mayor, comparado con sólo un 4,1% realizado 5 años después de un gran brote de fiebre Q en habitantes de
de los 925 donantes de sangre sanos estudiados (P < 0 ,0 0 1 )162. También una zona de West Midlands, Inglaterra, Ayres y cois.183 observaron que
observaron que 5 de los 68 (7,3% ) pacientes ingresados con fiebre Q los diagnosticados de fiebre Q aguda al inicio del brote presentaban más
entre 1987 y 1989 eran VIH-positivos. Estimaron que entre los pacientes síntomas de fatiga, diaforesis, visión borrosa y disnea que la población
VIH-positivos, el número de casos de fiebre Q era 13 veces superior y control de su misma edad, sexo y localización geográfica y que el 42,3%
que presentaban mayor sintomatología que la población general. de los pacientes infectados cumplía los criterios de los Centros para el
En una revisión de todos los casos de fiebre Q crónica ocurridos en Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) para la definición del
Francia entre 1982 y 1990, los investigadores encontraron que un 20% estado de fatiga crónica. Aunque no son concluyentes, existen evidencias
de los 84 pacientes eran enfermos inmunocomprometidos102. Entre ellos que sugieren que «la pérdida de regulación por parte de las citocinas y
había pacientes con cáncer, leucem ia mieloide crónica, síndrome de la inmunomodulación secundaria a la persistencia de C. burnetii» en el
inmunodeficiencia adquirida, trasplantados renales, en tratamiento con huésped pueden ser responsables del SFFQ 184,185. En un estudio llevado
corticoides, en programas de hemodiálisis, en posparto o con alcoholis­ a cabo en Terranova en el cual se realizó un seguimiento a 49 pacientes
mo crónico. con fiebre Q asociada a cabras y se aplicó el formulario Short Form 36
La infección por C. burnetii desembocó en una neumonía intersticial Health Survey (SF-36) para valorarla calidad de vida, un 38% (19 de 49)
Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.

mortal en un niño de 11 años afectado por una enfermedad granulo- de los que presentaron fiebre Q aguda durante el brote seguían sintomá­
matosa crónica157. En varios casos hemos observado la concurrencia de ticos 3 meses después y además tenían puntuaciones significativamente
linfoma y endocarditis por fiebre Q. inferiores en todos los componentes del SF-36 en relación con los que ya
no presentaban síntomas186. Dos años después del brote inicial, 10 de
O tras m anifestacio nes de la fieb re Q 33 participantes (30%) con datos serológicos de infección por C. bur­
Una form a poco frecuente de esta enferm edad es la osteom ielitis netii seguían refiriendo síntomas en comparación con el 4% (1 de 24)
vertebral, con sólo veinte casos diagnosticados hasta la fecha164,165. La de los que no tuvieron fiebre Q.
fiebre Q también puede ocurrir durante la infancia y causa neumonía, Hickie y cois.187 reclutaron a 253 pacientes con diversas infecciones:
convulsiones febriles, fiebre de origen desconocido, malestar general e virus de Epstein-Barr (VEB) {n = 68), fiebre Q {n = 43), virus Ross River
irritación meníngea166. Entre las posibles manifestaciones hematológicas (VRR) {n = 60) y un grupo no confirmado {n = 82), en un estudio pros­
se encuentran las necrosis de médula ósea167, la hemofagocitosis his- pectivo longitudinal para determinar la frecuencia de la fatiga crónica
tio cítica168, la anemia h em olítica169. En ocasiones puede simular un tras cada una de estas infecciones agudas y los factores que predicen
linfom a170, o incluso cursar con una anemia hipoplásica transitoria171, el estado de fatiga. La incidencia del síndrome a las 6 semanas y a los
con trombocitosis reactiva y, muy rara vez, con trombocitopenia y rotura 3, 6 y 12 meses fue del 35%, el 27%, el 12% y el 9%, respectivamente,
2334

sin diferencias entre los distintos agentes infecciosos. Para los 29 casos R e d u c c ió n d e r ie s g o
con fatiga las infecciones iniciales fueron las siguientes: VEB, 5 (7,3%); En los centros de investigación se puede prevenir la aparición de brotes
fiebre Q, 3 (6,9%); VRR, 13 (21,6%); no confirmada, 8 (9,7%). Los autores de la enfermedad utilizando únicamente ovejas seronegativas. No es
Parte III A gen tes etiológicos de las enferm edades infecciosas

llegaron a la conclusión de que el desarrollo del síndrome dependía más preciso aislar a los pacientes con fiebre Q, ya que la enferm edad no
de características del huésped que del agente infeccioso. En la misma se transm ite persona a persona190. Otro m étodo sencillo y eficaz de
población de pacientes se observó que la producción de citocinas no prevención consiste en ingerir sólo leche pasteurizada. En Chipre se ha
influye en el estado de fatiga169. conseguido reducir la tasa de infección entre ovejas y cabras gracias a
un programa de medidas que incluyen la destrucción de todo el material
Prevención derivado de los abortos, el aislamiento de las madres afectadas y la
V a c u n a c ió n desinfección de los locales191. Para impedir la difusión de la fiebre Q
Los individuos en riesgo (p. ej., trabajadores de mataderos y veterinarios) también es importante el control de los ectoparásitos del ganado vacuno,
deberían vacunarse tan pronto haya una vacuna segura disponible188,189. ovejas y cabras. Además parece razonable no aceptar donantes de sangre
Existe una vacuna en fase de investigación elaborada en la yema de de regiones que hayan sufrido un brote de fiebre Q hasta al menos 4
huevos infectados, que se ha utilizado ya en trabajadores de laborato­ semanas después de la finalización del mismo.
rio que deben manipular microorganismos vivos de C. burnetii. (Esta Un estudio reciente ha demostrado que los veterinarios en EE.UU.
vacuna puede solicitarse al Investigational New Drugs del Commanding no aplican medidas que podrían evitar la transmisión zoonótica de la
Officer, U.S. Army Medical Research Institute for Infectious Diseases, enfermedad192. Sería aconsejable la puesta en marcha de estos programas
Fort Detrick, Frederick, MD 21701-5011.) ya en las propias facultades de veterinaria.

52. Baca OG. Pathogenesis of rickettsial infections. Emphasis 121. Haldane EV, Marrie TJ, Faulkner RS, et al. Endocarditis due
Bibliografia seleccionada on Q fever. Eur J Epidemiol. 1991;7:222-228. to Q fever in Nova Scotia: experience with five patients in
53. Raoult D, Marrie T, Mege J. Natural history and pathophy­ 1981-1982. / Infect Dis. 1983;148:978-985.
La bibliografia completa esta disponible en studentconsult.es.
siology of Q fever. Lancet Infect Dis. 2005;5:219-226. 122. Raoult D, Etienne J, Massip P, et al. Q fever endocarditis in
54. Tissot-Dupont H, Vaillant V, Rey S, et al. Role o f sex, age, the south o f France. / Infect Dis. 1987;155:570-573.
11. Minnick MF, Raghaven R. Genetics of Coxietta burnetii in
previous valve lesion, and pregnancy in the clinical expres­ 123. Laufer D, Lew PD, Oberhansli I, et al. Chronic Q fever
the path o f specialization. Future Microbiol. 2011;6:12-97-
sion and outcome o f Q fever after a large outbreak. Clin Infect endocarditis with massive splenomegaly in childhood./
1314.
Dis. 2007;44:232-237. Pediatr. 1986;108:535-539.
12. Omsland A, Cockrell DC, Howe D, et al. Host cell-free
55. Glazunova O, Roux V, Freylikman O, et al. Coxietta burnetii 124. Raoult D, Piquet PH, Gallais H, et al. Coxietta burnetii infec­
growth o f the Q fever bacterium Coxietta burnetii. Proc Natl
genotyping. Emerg Infect Dis. 2005; 11:1211-1217. tion of a vascular prosthesis. N Engl J Med. 1986;315:1358-
AcadSci U SA . 2009;106:4430-4434.
58. M aurin M, Raoult D. Q fever. Clin M icrobiol Rev. 1359.
13. Derrick EH. “Q” fever, new fever entity: clinical featu­
1999;12:518-553. 125. Tellez A, Sainz C, Echevarria G, et al. Q fever in Spain:
res, diagnosis and laboratory investigation. Med / Aust.
59a. Million M, Walter G, Bardin N, et al. Immunoglobulin acute and chronic cases, 1981-1985. Rev Infect Dis.
1937;2:281-299.
G anticardiolipin antibodies and progression to Q fever 1988;10:198-202.
20. M arrie TJ, Durant H, Williams JC, et al. Exposure to
endocarditis. Clin Infect Dis. 2013;57:57-64. 132. Wegdam-Blans MCA, Kampschreur LM, Delsing CE, et al.
parturient cats is a risk factor for acquisition o f Q fever in
61. Stoker MGP, Marmion BP. The spread o f Q fever from Chronic Q fever: review of the literature and proposal of new
Maritime Canada. J Infect Dis. 1988;158:101-108.
animals to man. The natural history o f a rickettsial disease. diagnostic criteria.} Infect. 2012;64:247-253.
23. Salmon MM, Howells B, Glencross EJF, et al. Q fever in an
Bull World Health Organ. 1955;13:781-806. 135. Maurin M, Benoliel A, Bongrand P, et al. Phagolysosomal
urban area. Lancet. 1982;1:1002-1004.
62. Raoult D. Rickettsial diseases. Medicine (Baltimore). alkalinization and the bactericidal effect o f antibiotics:
24. Oliphant JW, Gordon DA, Meis A, et al. Q fever in laundry
1996;24:71-75. the Coxietta burnetii paradigm . / Infect Dis. 1992;166:
workers presumably transmitted from contaminated clot­
63. Clark WH, Romker MS, Holmes MA, et al. Q fever in 1097-1102.
hing. Am J Hyg. 1949;49:76-82.
California. VIII. An epidemic o f Q fever in a small rural 137. Rolain JM, Mallet MN, Raoult D. Correlation between
25. Bell JA, Beck MD, Huebner RJ. Epidemiologic studies of Q
com m unity in northern C alifornia. Am J Hyg. 1951; serum doxycycline concentrations and serologic evolution
fever in southern California. /AMX. 1950;142:868-872.
54:25-34. in patients with Coxietta burnetii endocarditis. J Infect Dis.
26. Signs KA, Stobierski MG, Gandhi TN. Q fever cluster
64. Gonder JC, Kishimoto RA, Kastello MR, et al. Cynomolgus 2003;188:1322-1325.
among raw milk drinkers, Michigan, 2011. Clin Infect Dis.
monkey model for experimental Q fever infection. / Infect 138. Million M, Thuny F, Richet H, Raoult D. Long-term outcome
2012;55:1387-1389.
Dis. 1979;139:191-196. o f Q fever endocarditis: a 26-year personal survey. Lancet
29. Raoult D, Fenollar F, Stein A. Q fever during pregnancy:
65. Tigertt WD, Benenson AS, Goscheneur WS. Airborne Q Infect Dis. 2010;10:527-535.
diagnosis, treatment and follow-up. Arch Intern Med.
fever. Bacteriol Rev. 1961;25:285-293. 141. Botelho-Nevers E, Fournier PE, Richet H, et al. Coxietta
2002;162:701-704.
66. Luoto L, Casey ML, Pickens EG. Q fever studies in Montana. burnetii infection o f aortic aneurysms or vascular grafts:
30. Johnson JE II, Kadull PJ. Laboratory-acquired Q fever. A
Detection o f asymptomatic infection among residents of report o f 30 new cases and evaluation o f outcome. Eur J Clin
report of fifty cases. Am J Med. 1966;41:391-403.
infected dairy premises. Am } Epidemiol. 1965;81:356-369. Microbiol Infect Dis. 2007;26:635-640.
31. Hall CJ, Richmond SJ, Caul EO, et al. Laboratory outbreak
69. Feinstein M, Yesner R, Marks JL. Epidemic o f Q fever among 151. Bernit E, Pouget J, Janbon F, et al. Neurological involvement
of Q fever acquired from sheep. Lancet. 1982;1:1004-1006.
troops returning from Italy in the spring o f 1945.1. Clinical in acute Q fever. A report of 29 cases and review of the lite­
32. Meiklejohn G, Reimer LG, Graves PS, et al. Cryptic epidemic
aspects of the epidemic at Fort Patrick Henry, Virginia. Am rature. Arch Intern Med. 2002;162:693-700.
of Q fever in a medical school.} Infect Dis. 1981;144:107-114.
J Hyg. 1946;44:72-87. 158. Heard SR, Ronalds CJ, Heath RB. Coxietta burnetii infec­
33. Q fever transmitted by blood transfusion—United States
70. Lim KCL, Kang JYU. Q fever presenting with gastroenteritis. tion in immunocompromised patients. / Infect. 1985; 11 :
[editorial]. Can Dis WklyRep. 1977;3:2-10.
Med J Aust. 1980;1:32-7. 15-18.
34. Harman JB. Q fever in Great Britain: clinical account o f eight
71. Robins FC. Q fever in the Mediterranean area: report of its 159. Kanfer E, Farraj N, Price G, et al. Q fever following
cases. Lancet. 1949;2:1028-1030.
occurrence in Allied troops. Am J Hyg. 1946;12:51-71. bone-marrow transplantation. Bone Marrow Transplant.
35. Raoult D, Stein A. Q fever during pregnancy. A risk fac­
72. Gordon JD, MacKeen AD, Marrie TJ, et al. The radiographic 1988;3:165-168.
tor for women, fetuses and obstetricians. N Engl J Med.
features of epidemic and sporadic Q fever pneumonia. ] Can 166. Richardus JH, Dumas AM, Huisman J, et al. Q fever in
1994;330:371.
Assoc Radiol. 1984;35:293-296. infancy: a review o f 18 cases. Pediatr Infect Dis. 1985;4:
40. McQuiston JH, Holman RC, Mccall CL, et al. National
73. Millar JK. The chest film findings in “Q” fever—a series of 369-373.
surveillance and the epidemiology of Q fever in the United
35 cases. Clin Radiol. 1978;329:371-375. 172. Baumbach A, Brehm B, Sauer W, et al. Spontaneous splenic
States, 1978-2004. Am J Prop Med Hyg. 2006;75:36-40.
74. Perin TL. Histopathologic observations in a fatal case o f Q rupture complicating acute Q fever. Am J Gastroenterol.
41. McQuiston JH, Childs JE. Q fever in humans and animals in
fever. Arch Pathol. 1949;47:361-365. 1992;87:1651-1653.
the United States. Vector Borne Zoonotic Dis. 2002;2:179-191.
75. Pierce TH, Yucht SC, Gorin AB, et al. Q fever pneumonitis: 173. Schuil J, Richardus JH, Baarsma GS, et al. Q fever as a
42. Karakousis PC, Trucksis M, Dumler JS. Chronic Q fever in
diagnosis by transbronchoscopic lung biopsy. West J Med. possible cause o f bilateral optic neuritis. Br J Ophthalmol.
the United States. / Clin Microbiol. 2006;44:2238-2287.
1979;130:453-455. 1985;69:580-583.
43. Porten K, Rissland J, Tigges A, et al. Super-spreading ewe
76. Urso FP. The pathologic findings in rickettsial pneumonia. 174. Conger I, Mallolas J, Mensa J, et al. Erythema nodosum and
infects hundreds with Q fever at a farmers market in Ger­
Am J Clin Pathol. 1975;64:335-342. Q fever. Arch Dermatol. 1987; 123:867.
many. BMC Infect Dis. 2006;6:147.
77. Janigan DT, Marrie TJ. An inflammatory pseudotumor of 177. Carcopino X, Raoult D, Bretelle F, et al. Managing Q fever
44. Gelsdorf A, Kroh C, Grimm S, et al. Large Q fever outbreak
the lung in Q fever pneumonia. N Engl J Med. 1983;30: during pregnancy: the benefits o f long-term cotrimoxazole
due to sheep farming near residential areas, Germany, 2005.
Epidemiol Infect. 2008;136:1084-1087.
86-88. therapy. Clin Infect Dis. 2007;45:548-555.
78. Lille RD, Perrin TL, Armstrong C. An institutional out­ 181a.Million M, Roblot F, Carles D, et al. Réévaluation o f the risk
45. Van der Hoek W, Morroy G, Renders NHM, et al. Epidemic
break o f pneumonitis. III. Histopathology in man and rhesus o f fetal death and malformation after Q fever. Clin Infect Dis.
Q fever in humans in The Netherlands. Adv Exp Med Biol.
monkeys in the pneumonitis due to the virus o f “Q fever.” 2014 Apr 18. [Epub ahead of print]
2012;984:329-364.
Public Health Rep. 1941;56:1419-1425. 183. Ayres JG, Flint N, Smith EG, et al. Post infection fatigue
47. van der Hoek W, Hunink J, Vellema P, et al. Q fever in The
87. Carcopino X, Raoult D, Bretelle F, et al. Managing Q fever syndrome following Q fever. Q JM ed. 1998;91:105-123.
Netherlands: the role of local environmental conditions. Int
during pregnancy: the beneftis of long-term cotrimoxazole 184. Penttila IA, Harris RJ, Storm P, et al. Cytokine dysrégula­
J Environ Health Res. 2011;21:441-451.
therapy. Clin Infect Dis. 2007;45:548-555. tion: the post-Q fever fatigue syndrome. Q J Med. 1998;91:
49. Welsh HH, Lennette EH, Abinanti FR, et al. Air-borne trans­
100. Fenollar F, Thuny F, Xeridat B, et al. Endocarditis after acute 549-560.
mission of Q fever: the role of parturition in the generation
Q fever in patients with previously undiagnosed valvulo- 185. Harris RJ, Storm PA, Lloyd A, et al. Long-term persistence of
of infective aerosols. Ann N Y Acad Sci. 1958;70:528-540.
pathy. Clin Infect Dis. 2006;42:818-821. Coxietta burnetii in the host after primary Q fever. Epidemiol
51. Welsh HH, Lennette EH, Abinanti FR, et al. Q fever studies,
101a. Million M, Walter G, Thuny F, et al. Evolution from acute Q Infect. 2000;124:543-549.
XXL The recovery o f Coxietta burnetii from the soil and
fever to endocarditis is associated with underlying valvulo- 186. Hatchette TF, Hayes M, Merry H, et al. The effect of Coxietta
surface water o f premises harbouring infected sheep. Am J
pathy and age and can be prevented by prolonged antibiotic burnetii on quality of life following an outbreak of Q fever.
Hyg. 1959;70:14-20.
treatment. Clin Infect Dis. 2013;57:836-844. Epidemiol Infect. 2003;130:491-495.

También podría gustarte