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MAX WEBER
1) Las razones detrás del desarrollo del capitalismo (identifica con la mentalidad individualista
empresarial de la burguesía protestante).
Weber asocia el surgimiento del capitalismo con el desarrollo de una nueva mentalidad en relación con el
trabajo y el dinero.
Observa que el capitalismo del norte de Europa se diferencia por un comportamiento conciso y
productivista que consiste en tomar la realización de las ganancias como un fin en sí mismo y la obligación
disciplinada del trabajo como un deber.
Frente a la idea de trabajo como castigo presente en la antigüedad y en la tradición católica, descubre que
en los tiempos de reforma se había formado un nuevo concepto: profesión = vocación.
El primer paso para hacer posible el capitalismo es sustituir la acción orientada a simplemente cubrir las
necesidades por una motivación orientada hacia la acumulación.
2) Para ser considerado un elegido, era preciso desarrollar una «intensa actividad en el mundo»,
como medio más apropiado de mantener y exteriorizar esa confianza en ser un elegido para la
salvación.
La “intensa actividad en el mundo” significaba trabajar duro, como vía más adecuada para alcanzar
el éxito económico y a partir de ahí la confirmación de estar predestinados. Se genera una espiral
de trabajo duro, ahorro e inversión que, progresivamente, intensificará una dinámica en la que la
búsqueda del beneficio ira poco a poco separándose del acto de salvación individual.
El análisis sociológico de Weber tiene como aspiración el estudio científico y objetivo de lo que él
considera una base subjetiva: las acciones humanas. Por ello, la sociología es entendida como una ciencia
de la comprensión.
El concepto de tipo ideal se resume como una simplificación teórica que nos sirve para comprender
la realidad, sin pretender que la realidad encaje perfectamente en ella.
Define la acción social como una acción orientada a otros individuos (cuyo sentido está en la
referencia a otro más allá del individuo).
LA ACCIÓN SOCIAL
1) Acción afectiva
Afectos privados, acciones que surgen y adquieren sentido en base a mitos, símbolos o pasiones
personales. Se realizan bajo la influencia de cierto tipo de estado emotivo y se caracterizan por la
ausencia de cálculo o irracionalidad.
2) Acción tradicional
Acciones que forman parte de ritos o símbolos colectivos. Se realizan bajo los impulsos de la
costumbre o la tradición, generando ciertos hábitos en la conducta. Son acciones irracionales ya
que no existe una reflexión por parte del individuo respecto a su sentido.
Ejemplo: aspectos rutinarios de muchas prácticas religiosas (aunque en estas también existe un
componente emotivo).
Es una acción racional de la que no se espera un beneficio directo ni calculable, sino que se realiza
por la identificación con unas normas o valores. Pero es racional ya que implica la fijación de
objetivos coherentes hacia los que oriento mi actividad. Serían acciones orientadas por un “deber”
o una “causa”.
Es la más parecida a la forma de actuar del “homo economicus”, donde los fines están pre-
establecidos y solo hay que seleccionar los mejores medios. No hay una valoración moral, se juzga
por el grado de eficiencia (hasta qué punto hay un ajuste perfecto de los medios sin tener en cuenta
el valor moral de los medios ni de los fines). Son acciones amorales, no tienen ninguna vinculación
con el sistema de valores morales.
La mayor parte de las acciones en nuestros ámbitos de trabajo en una gran empresa tenderían a
funcionar bajo este esquema.
Ejemplo: análisis economista Gary Becker y su teoría sobre la familia (los hijos aparecerían como el
resultado de un cálculo en una inversión futura).
DE LA ACCIÓN A LA DOMINACIÓN
Según de Weber y otros autores, la acción racional formal estaba conquistando cada vez más espacios de
la vida del hombre y de la sociedad en el mundo occidental desarrollado; equivaldría a la acción propia del
mercado, donde los demás son medios para nuestros objetivos individuales.
Dese la acción racional formal Weber entiende que de modo paralelo han evolucionado las formas de
ejercer el poder o ejercer la dominación. Maneja los conceptos de poder y dominación como elementos
estratificadores de la sociedad.
DEFINICIÓN DE DOMINACIÓN
Probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos (específicos o no),
lo que se relaciona con el poder, y posibilidad de imponer la propia voluntad sobre la conducta ajena.
Dicho poder puede considerarse como legitimo cuando surge de los tipos puros de dominación legítima.
Dominación tradicional
Dominación carismática
Es un fenómeno irracional y una forma de dominación temporal, que cuando surge el “problema
sucesorio” ocurre en una rutinización que transforma la dominación es una dominación tradicional o
racional-legal.
Dominación racional-legal
Los que están sujetos a la autoridad superior no la respetan por su dependencia personal respecto
al superior, sino porque aceptan las normas impersonales que definen aquella autoridad.
¿Cómo se expresa esa racionalidad? En que el Estado pasa a actuar con una organización
burocrática: claro, “la administración burocrática significa: dominación gracias al saber; éste
representa su carácter racional fundamental y específico”.
LA RACIONALIZACIÓN EN OCCIDENTE
Resultado de 2 procesos:
Weber preveía un avance de la burocratización en todos los aspectos de la vida debido a su superioridad
técnica sobre cualquier otra organización.
Preveía que las sociedades capitalistas y socialistas iban a quedar asfixiadas por la creciente
burocratización de la existencia: la denominada “jaula de hierro”, quedando los espacios de libertad y
autonomía cada vez más alejados de la vida en las organizaciones.
LA BUROCRACIA
Para Weber la burocracia no es negativa, es una forma de administración, la más racional de las formas
organizativas.
Características burocracia:
1) Búsqueda de la máxima eficacia. Se recurre a una tecnología específica y unas normas orientadas
a estimular el logro de dicha eficacia.
4) El control. Un aumento de la tecnología unido a la sustitución de los trabajadores por ésta permite
controlar mejor los procesos.
Ritzer advierte que los sistemas racionalizados son “no razonables”, porque no siempre son eficaces y
generan una enorme deshumanización.
En la segunda mitad del siglo XIX las pequeñas empresas propias del capitalismo competitivo irán dejando
paso a corporaciones gigantes como la Standard Oil Trust o la General Electric Co.
Estas compañías contaban con miles de empleados, volúmenes de negocio de cifras desconocidas hasta
la fecha y formas de propiedad distintas, basadas en el control accionarial. Su volumen termina
transformando los mercados, y la competencia perfecta deja paso a nuevos regímenes oligopolísticos.
El origen de esta transición al modelo de gran empresa se encuentra en determinados cambios en las
compañías de los Estados Unidos de América.
Tras la conclusión de las infraestructuras ferroviarias a mediados del siglo XIX, que suponen una auténtica
revolución en el transporte y las comunicaciones, Estados Unidos se convierte en el mayor mercado
nacional del mundo.
Comienza a desarrollarse la producción y distribución a gran escala, lo que exige un tamaño mayor en las
organizaciones: deben ser capaces de mantener y hacer prosperar su negocio tanto en San Francisco
como en Nueva York.
Nace entonces la empresa industrial moderna, que puede definirse, según Alfred J. Chandler, por dos
características específicas:
La diferencia va a estar en la forma social que adoptan los grupos de trabajo: se pasa de un patriarcalismo
poco desarrollado a una nueva forma de gestión basada en la burocracia.
La gran empresa es la solución a varios problemas organizativos, fruto de la puesta en marcha de nuevas
formas de producción masiva. La empresa que produce y distribuye a gran escala demanda nuevas
necesidades organizativas, entre ellas una mayor coordinación y control: de ahí la burocratización.
Las familias propietarias raramente pueden abarcar todas las áreas que la empresa moderna, cada vez
más compleja, requiere poseer para asegurar un funcionamiento organizativo eficaz. Por lo tanto, deben
recurrir a la contratación de personal externo especializado en tareas de gestión: ahí surgen los ejecutivos
o managers, con responsabilidades de dirección pero que obtienen su remuneración a través de un
salario, y que controlan los procesos productivos y organizativos, ya que los propietarios delegan en ellos
la gestión de sus negocios.
El desarrollo de la producción en serie, con su esfuerzo por perfeccionar el modo de producir bienes
generalizará la “racionalización”, con importantes cambios:
Surge un proyecto que tiene como objetivo convertir la gestión en algo “científico”. Estos procedimientos,
racionales, ayudarán a controlar el output de la producción, evitando inestabilidad en los resultados en un
mercado de producción en serie.
TAYLORISMO
Una de las filosofías más influyentes en este proceso de racionalización del mundo organizacional fue la
gestión científica del trabajo.
Taylor propone un método de gestión de la fuerza de trabajo desde una óptica fundamentalista, en la que
considera que es posible asociar los intereses de patronos y obreros si se encuentra una manera científica
de aproximarse a esas cuestiones.
Estaba convencido de que su sistema generaría unos incrementos fabulosos en la productividad del
trabajo y ningún otro cambio era necesario para el bienestar de toda la población.
El taylorismo se asienta en tres principios técnicos fundamentales, que sintetizan las bases de su
propuesta de remodelación del proceso de trabajo industrial.
Ello implica impulsar una tendencia hacia la estandarización más extrema de las herramientas y de las
tareas necesarias en cada proceso productivo.
Esta estandarización presupone un antihumanismo radical en los diseños surgidos del taylorismo, en el
sentido de que no hay adaptación posible de la organización a las condiciones sociales y humanas
concretas en las que tenga que desarrollarse.
Los principios que deben regir la organización del taller son de carácter universal y, por tanto,
independiente del contexto concreto en que deba implantarse la actividad productiva.
Para Taylor el diseño perfecto puede y debe implantarse desde cero, a partir del diseño ideal elaborado
por el ingeniero y haciendo abstracción tanto de las condiciones impuestas por el pasado como por las
relaciones humanas en el interior del taller.
La división del trabajo había aparecido ya como un elemento central para incrementar la productividad
desde los primeros textos de los economistas clásicos, en particular en Adam Smith.
Taylor lleva dicha división al límite, defendiendo la descomposición de todo proceso de trabajo hasta
identificar los movimientos más simples que lo conforman. Hace del estudio de tiempos y movimientos el
eje del análisis científico de cualquier proceso productivo.
El taylorismo fue además identificado con la introducción del cronometraje en el diseño de los puestos de
trabajo.
Con este sistema Taylor pretende eliminar también cualquier diferencia entre trabajadores con culturas o
experiencias diferentes, y lograr así la identificación del método ejemplar.
Una vez diseñado el proceso de trabajo ideal el saber hacer de los oficios tradicionales es prescindible,
pues el conocimiento sobre la mejor manera de organizar el trabajo pertenece ya a la empresa.
Ello permite a su vez que haya un control directo y externo sobre la realización de las tareas en cada
puesto.
La arquitectura del edificio taylorista se sostiene sobre una absoluta primacía del «ingeniero», al que
Taylor pretendía ubicar en un departamento específico de toda empresa moderna (el «thinking
department»).
“No se os pide que penséis”, dirá Taylor al trabajador parcelario y especializado que resultará de su
método de organización. El obrero, reducido a la realización de movimientos elementales, es tratado como
un mecanismo más, paralelo a los mecanismos de la propia herramienta: el trabajador en la fábrica no
debe ser más que un «gorila amaestrado», llegará a afirmar Taylor.
Los principios de Taylor se basan en una concepción del trabajador muy concreta, propia de una sociedad
con grandes diferencias sociales y culturales (“guerra a la vagancia”).
La máxima división de tareas tiene el mérito de individualizar el trabajo del obrero fijando el número de
piezas que debe producir en una hora o en un día. Se estimula así su interés y su ambición personales,
que luego se mantienen y se satisfacen mediante un sistema de primas suficientemente alto.
Puesto que la motivación del trabajo es una motivación económica individual, estrictamente instrumental,
el incentivo exclusivo para ser manejado —junto a una supervisión y control estrictos— es el incentivo
económico.
El objetivo es romper las resistencias tanto individuales como colectivas de los obreros, luchando contra la
“aristocracia obrera” y los sindicatos.
FORDISMO
Ford lleva a la práctica las ideas subyacentes en el taylorismo, mediante la generalización del uso de la
cadena de montaje.
Supone un salto enorme en términos de productividad. A finales de los años 1920, mientras 700.000
trabajadores europeos de la industria del automóvil eran capaces de fabricar 800.000 coches, 500.000
trabajadores en EEUU eran capaces de fabricar 5,5 millones.
El elemento central que va a necesitar el desarrollo del fordismo será un cambio radical en las relaciones
entre la organización del trabajo y los modos de vida y de consumo.
Entre 1912 y 1913 Ford instala la primera cadena de montaje para fabricar el Ford T.
La fábrica de Ford pasará de fabricar 13 automóviles diarios mediante la organización tradicional del
trabajo a los más de 3.000 que saldrían del centro de trabajo de Detroit cuando deja de fabricarse el
modelo T a finales de los años 1920.
Ford tuvo que contratar a 54.000 hombres para conservar una plantilla de 13.000. Las condiciones
insalubres, el ritmo de trabajo intenso, el ruido ensordecedor de la maquinaria y la baja remuneración
hacían huir rápidamente a los trabajadores.
3) La reorganización del proceso de trabajo tiene como objetivo la maximización del ritmo de trabajo
para lograr un aumento formidable de la productividad individual.
4) Al fijar la herramienta, se desarrolla un diseño de maquinaria cada vez más pesada y más cara,
que implica inversiones enormes en capital fijo sólo rentables con turnos que cubran las 24 horas.
6) El objetivo es producir para un mercado de masas, donde el obrero de la fábrica sea el primer
comprador de lo que contribuye a fabricar. Para ello, se impulsará un aumento salarial, el “five
dollars day”, que sólo se pagaba a un cierto tipo de obrero.
7) El diseño de cualquier producto —y del conjunto de sus piezas— que pase a formar parte de una
línea de producción debe ser prácticamente geométrico, sometido a requisitos estrictamente
funcionales.
El keynesianismo permitirá superar, al menos momentáneamente, los graves conflictos internos del
capitalismo: el existente entre capitales y el existente entre capital y trabajo.
La obra de H. Fayol esté básicamente orientada a elaborar una serie de principios o consejos para un
diseño adecuado de la distribución del poder dentro de la administración.
El diseño de la jerarquía formal de la organización debe estar rodeado de un sistema formal de símbolos
de status. Toda organización necesita visibilizar —con frecuencia de forma ostentosa— su estructura
piramidal.