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INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA, 1º ADE

EMPLEO, SALARIOS E
INFLACIÓN
JORGE UXÓ GONZÁLEZ
Febrero de 2022

1. Introducción. 2. Análisis del mercado de trabajo y los salarios. 3. Expresión de la


tasa de inflación. 4. Renta, desempleo e inflación: la Curva de Phillips.
5. Conclusiones.
1. INTRODUCCIÓN.
De acuerdo con el modelo renta-gasto, el nivel de producción de equilibrio en un momento
dado depende de la demanda agregada, y no es seguro que éste sea suficiente para asegurar
el pleno empleo de la población activa. Por tanto, pueden ser necesarias políticas expansivas
de demanda, como la fiscal, para asegurar el pleno empleo.

En este tema abordamos dos cuestiones para completar este análisis:

 Estudiamos con más profundidad la oferta y la demanda de trabajo, cómo se


determinan los salarios, y si es posible que sus variaciones sirvan para evitar la
existencia de desempleo. En este punto comparamos dos enfoques:
o la visión keynesiana del mercado de trabajo, que es compatible con el modelo
renta-gasto en el que el nivel de empleo es determinado por la demanda
agregada;
o y la perspectiva neoclásica, en la que existe un equilibrio determinado por la
oferta y en la que el salario actúa como mecanismo de ajuste.
 Mostramos la posible relación entre el desempleo, la negociación salarial y la inflación.
En concreto, veremos que al reducirse la tasa de paro es posible que aumente la tasa
de inflación. Esta relación se representa con la Curva de Phillips, y puede dar lugar a un
conflicto entre objetivos de política económica (reducir el paro frente a evitar la
inflación). Un conflicto similar ya había aparecido antes entre reducir el paro y evitar el
déficit exterior.

2. ANÁLISIS DEL MERCADO DE TRABAJO Y LOS SALARIOS.


El nivel de producción al que puede llegar la economía en un momento determinado está
limitado por la oferta: dada la tecnología (coeficientes técnicos), estos límites vienen dados por
el capital instalado (lo que determina la renta de plena utilización del capital, YK) y por la
población trabajadora disponible (renta de pleno empleo, YPE). Pero el nivel de producción
también puede estar limitado por la demanda: las empresas producen aquello que esperan
vender, aunque tengan capacidad sin utilizar o haya trabajadores desempleados.

Por tanto, la renta efectiva del periodo vendrá determinada por la restricción más estricta (que
suele ser la demanda agregada) y la demanda de trabajo por parte de las empresas será la
necesaria para producir esa cantidad de bienes y servicios:

“Frontera” por el lado de la oferta

Y = min (YDA, YPE, YK)  Demanda de trabajo


Situación más frecuente: YDA<YPE,YK

En este apartado vamos a analizar con más detenimiento, en primer lugar, el funcionamiento
del mercado de trabajo que está implícito en el modelo renta-gasto. Después veremos un
planteamiento alternativo, en el que las variaciones del salario pueden jugar un papel
1
regulador para asegurar que la economía alcanza el pleno empleo y no hay escasez de
demanda.

2.1. Análisis keynesiano del mercado de trabajo

Nos interesan fundamentalmente tres cuestiones: de qué depende la demanda de trabajo (es
decir, cuántos trabajadores quieren contratar las empresas); de qué depende la oferta de
trabajo (es decir, cuántas personas quieren trabajar, y con qué jornada laboral desean
hacerlo); y cómo se determina el salario que las empresas tienen que pagar a los trabajadores.

La demanda de trabajo la realizan las empresas, y para que contraten una determinada
cantidad de trabajadores es necesario que se den algunas condiciones simultáneamente:

 Que haya demanda suficiente para la producción que esos trabajadores van a generar.
 Que sea rentable producir y vender esos bienes, y esto exige que el coste de
producción (el salario que hay que pagar a los trabajadores más el coste de otros
inputs) no sea superior al valor de la producción una vez vendida en el mercado.
 Que las características de los trabajadores disponibles (formación, por ejemplo) se
adapten a las necesidades de la producción, y que las empresas dispongan de
suficiente capacidad productiva instalada (que no se haya alcanzado la renta de plena
utilización del capital).

De momento suponemos que hay trabajadores adecuados disponibles para trabajar y capital
sin utilizar, y nos fijamos únicamente en las dos primeras condiciones: la influencia de la
demanda de bienes y los salarios en la demanda de trabajo.

Para cada industria, dada la demanda se determina el nivel de producción de equilibrio, y dada
la productividad media del trabajo, el trabajo necesario para alcanzarla (y también se
determina el grado de utilización del capital).

Agregando para el conjunto de la economía, la cantidad de trabajo que las empresas contratan
es la suma de este empleo necesario en cada industria, que depende de la demanda total de
bienes y servicios.

Demanda esperada en una industria  Producción  dada la


productividad, contratación del trabajo necesario

DA  Producción  Trabajo necesario (Y = πL)

Ahora bien, cabe preguntarse si el salario que las empresas tienen que pagar a esos
trabajadores desempeña también algún papel en esta demanda de trabajo. Si este sube, ¿se
reduce la demanda de trabajo? Y las empresas, ¿contratan a más trabajadores si el salario es
inferior?

2
La respuesta que damos a estas preguntas es que existe un salario máximo que las empresas
están dispuestas a pagar por contratar a un trabajador. Por encima de él, no sería rentable
contratarlo. Pero siempre que se sitúe por debajo, la empresa a está dispuesta a contratar
siempre el trabajo necesario para atender la demanda que espera, ya que sus beneficios
aumentarán. Por eso mismo, una bajada de los salarios no tiene por qué implicar un aumento
en la demanda de trabajo, salvo que tenga un efecto positivo sobre la demanda, y en este
punto hay que distinguir entre el efecto individual para un sector y el efecto agregado.

Empecemos por el salario máximo que una empresa está dispuesta a pagar a los trabajadores
que se plantea contratar, siempre suponiendo que hay demanda suficiente para los bienes que
estos trabajadores van a producir.

Para saber si contratar una determinada cantidad de trabajadores es rentable para las
empresas tenemos que comparar el valor en el mercado de la producción que esos
trabajadores generan, con el coste que ha supuesto contratarlos:

 El valor total de la producción es igual a la cantidad de bienes y servicios producida


multiplicada por el precio de mercado de ese bien1. A su vez, la cantidad producida es
igual a la cantidad de trabajo multiplicada por su productividad media2  Yi x Pi = (πi x
Li) x Pi.
 El coste laboral de esa producción es igual a la cantidad de trabajo que se ha utilizado
por su salario nominal  Li x Wi.
 La condición para que la contratación de estos trabajadores para producir esa cantidad
de bienes sea rentable (suponiendo que hay demanda suficiente) es que (πi x Li) x Pi
>Li x Wi. Es decir:

(πi x Li) x Pi>Li x Wi  (πi x Pi)>Wi  πi > Wi/Pi

Y agregando para el conjunto de la economía, llamado WR al salario real3:

π>WR

Es decir, la condición por el lado de los salarios es que el valor real de la producción que cada
trabajadora aporta sea mayor que lo que ese trabajador cobra de la empresa, medido también
en términos reales.

1
El subíndice “i” hace referencia a un sector particular. Cuando sumamos todos los sectores que forman
la economía y analizamos la situación agregada quitamos estos subíndices.
2
Recordemos que aquí estamos suponiendo que hay siempre capital disponible sin utilizar.
3
El salario real es el resultado de dividir el salario nominal por los precios. Para los trabajadores es
relevante, porque mide su capacidad adquisitiva: cuántos bienes pueden comprarse con el salario
nominal que reciben. Esta medida no está afectada por la “ilusión monetaria” que se produciría cuando
el salario nominal crece, pero también lo hacen los precios de los bienes, con lo que no se puede
comprar una cantidad mayor de bienes. Para las empresas es relevante comparar el salario nominal que
pagan con el precio de sus productos.
3
La idea principal, por tanto, es que mientras que el salario real no sea superior a la
productividad media, la demanda de trabajo está completamente determinada por la
demanda de bienes: atender esa demanda aumenta los beneficios. Teniendo en cuenta otros
posibles costes de producción (costes fijos de administración, materias primas) podemos decir
que las empresas contratan más trabajadores cuando la demanda se incrementa, siempre que
el salario real se sitúe por debajo de un valor máximo (WRmax).

La parte superior de la Figura 1 representa la relación entre la demanda agregada y la cantidad


de trabajo que las empresas quieren contratar en el conjunto de la economía. Cuando
aumenta la demanda, aumenta esa cantidad de trabajo, siempre que se cumpla la condición
salarial anterior. Por ello, en la parte inferior del gráfico podemos representar la demanda de
trabajo como una línea vertical (LD) cuya posición depende de la demanda de bienes. Si ésta
aumenta, la demanda de trabajo se desplaza hacia la derecha, y si la demanda de bienes se
reduce, se desplaza hacia la izquierda. También hemos representado, como una línea
horizontal, el WRmax que las empresas están dispuestas a pagar.

Figura 1: Mercado de trabajo keynesiano y falta de demanda como causa del paro:

Y=Lπ

DA0 Y0 E0

L0 L

WR
LD (DA0)
LS
WRmax

WR0 E0

WRmin

L0 PA L

4
Podemos ver ahora la oferta de trabajo que realizan los trabajadores. La pregunta es cuántas
horas de trabajo (por cuenta ajena) está dispuesta a realizar una persona en función del salario
que recibe. Para responder a esta pregunta hay que tener en cuenta dos cuestiones
principales. La primera es que existe una jornada de trabajo normal a tiempo completo (por
ejemplo, 40 horas semanales), y la segunda es que para la mayoría de la población el trabajo
por cuenta ajena a tiempo es necesario para vivir4. Por tanto, la verdadera elección para estas
personas no es cuántas horas de trabajo están dispuestas a realizar, sino más bien si aceptan o
no trabajar la jornada normal. Es cierto que también existe la posibilidad de trabajar a tiempo
parcial, pero en muchos casos estos empleos son ocupados por personas que en realidad
desearían trabajar a tiempo completo, pero que no encuentran otro empleo.

Para las personas que desean trabajar con una jornada normal, existe un salario mínimo a
partir del cual están dispuestas a aceptar un puesto de trabajo, que se llama salario de reserva
(WRmin). Puede estar fijado por la legislación o por las propias “normas sociales”5. Por encima
de ese nivel mínimo, la mayoría de las personas estaría dispuesta a aceptar un empleo, y por
eso representamos una curva de oferta horizontal en el gráfico anterior.

También es cierto que hay otro sector de la población en edad de trabajar que puede
permanecer un tiempo sin ingresos salariales (por ejemplo, uno de los dos miembros de una
pareja con hijos pequeños). Para incorporarse al mercado de trabajo requieren salarios por
encima del mínimo. Igualmente, si las empresas quieren aumentar la jornada laboral, deben
pagar horas extraordinarias, que son más caras. Por eso, a partir de un determinado nivel de
empleo, la curva de oferta empieza a tener un tramo con pendiente positiva.

Hasta ahora hemos obtenido el salario máximo que las empresas están dispuestas a pagar a
sus trabajadores, y el salario mínimo que estos aceptarían. El salario real que efectivamente se
pagará se situará entre este máximo determinado por la productividad del trabajo y el mínimo
determinado por el salario de reserva. No sabemos a priori cuál será su valor, que dependerá
básicamente del “poder de negociación” de los trabajadores y las empresas. Es una variable
“institucional”. Por ejemplo, estará más cerca del máximo si los trabajadores se organizan en
sindicatos muy cohesionados, si los trabajadores en desempleo reciben un subsidio generoso y
duradero, si la legislación penaliza los despidos, o si para una empresa es difícil encontrar
trabajadores bien formados. En cambio, si la legislación dificulta la negociación colectiva, o
permite a las empresas despedir a sus trabajadores y sustituirlos por otros dispuestos a
trabajar por un salario inferior, o si el nivel de formación de los trabajadores no es muy
relevante, el salario estará más cerca del mínimo. Dados estos factores, de momento
tomaremos este salario negociado en el mercado de trabajo como una variable exógena, y lo

4
Este hecho es lo que hace que las relaciones laborales entre las empresas y los trabajadores por cuenta
ajena sean “esencialmente” desequilibradas y lo que justifica la legislación laboral que protege los
derechos de los trabajadores.
5
Distintas personas podrían tener salarios de reserva diferentes en función de sus circunstancias
personales (cualificación y experiencia profesional, tiempo que está buscando un empleo, cargas
familiares) pero aquí consideramos un salario de reserva agregado.
5
representamos como una línea horizontal entre el salario máximo y el salario mínimo6. En
nuestro caso, este salario es WR0.

Resumiendo:

 Las empresas han contratado la cantidad L0 de trabajo porque es el que necesitan para
producir los bienes y servicios que se les demandan (Y0), y porque el salario que tienen
que pagar está por debajo del máximo que pueden aceptar (WRmax).
 Si pagan un salario superior al mínimo (WRmin) encuentran trabajadores dispuestos a
ofrecer su trabajo.
 Por supuesto, las empresas querrán pagar salarios tan cerca como sea posible del
mínimo, y los trabajadores querrán obtener salarios tan elevados como sea posible. El
salario que realmente se paga (WR0) está entre el máximo y el mínimo, y depende del
poder de negociación de ambas partes.
 Lo que determina el nivel de empleo es la demanda agregada, no cuál sea el valor
concreto que finalmente tome el salario entre el máximo y el mínimo. En este ejemplo,
hay desempleo “involuntario” (personas que querrían trabajar a este salario pero no
encuentran un empleo), pero si se negocia un salario inferior y la demanda agregada
no aumenta, se elevan los beneficios de las empresas –se modifica la distribución de la
renta- pero no mejora el empleo.

Por tanto, como la restricción fundamental que provoca el desempleo es la insuficiencia de


demanda agregada, lo que analizamos a continuación es si esa bajada de salarios podría
resolverla, impulsando una mayor demanda. Adelantamos que la respuesta es que no, y
que la causa del paro no es un salario real excesivo ni su rigidez a la baja.

2.2. ¿Cómo afecta la flexibilidad salarial a la demanda agregada?

Lo que vamos a explicar a continuación se conoce como la “paradoja de los costes”, y es otra
“falacia de la composición” similar a la paradoja de la austeridad que explicamos en el Tema 4.
La idea es que lo que puede ser cierto para una empresa o sector no lo es necesariamente para
toda la economía. Esto se debe al doble papel que juegan los salarios en la economía: por un
lado, representan un coste para las empresas, pero por otro lado son la fuente principal de la
renta de los hogares, y por tanto de su demanda de consumo.

Cuando hay desempleo, el argumento favorable a la reducción de los salarios se basa en que
de esta forma los costes de producción son menores, con lo que los precios pueden reducirse
también, estimulando la demanda. Por ejemplo, algunas empresas presionan a sus

6
En la literatura especializada se llama a esta línea “curva de salarios”. Más adelante veremos que
normalmente tiene pendiente positiva: si aumenta el empleo, mejora la capacidad de negociación de los
sindicatos y el salario negociado aumenta. Pero siempre se encuentra entre el máximo y el mínimo que
hemos señalado.

6
trabajadores en épocas de recesión para que acepten bajadas salariales que permitan
sobrevivir a la propia empresa captando –mediante bajadas de precios- una parte de la cuota
de mercado de sus competidoras. Pero el aumento del empleo en esa empresa es a costa del
empleo de otras empresas o sectores, y lo que nos interesa analizar es su impacto a nivel
agregado:

 El efecto más inmediato es sobre el consumo, que se puede reducir por al menos dos
razones: a) la propensión a consumir de los asalariados es mayor que la de los perceptores
de beneficios, con lo que el cambio en la distribución reduce la propensión agregada a
consumir; b) el peso real de las deudas aumentará (el servicio de la deuda es una cantidad
fija en términos nominales, no se ajusta con los salarios, con lo que queda una menor
renta disponible para el gasto en consumo).
 En principio, el aumento de los beneficios por unidad producida que se deriva de los
menores costes laborales podría estimular la demanda de inversión. Sin embargo, no es
seguro que esto se produzca realmente, ya que los beneficios totales podrían reducirse de
hecho si se reduce el número de unidades producidas y vendidas. Por otro lado, lo que
caracteriza las épocas de recesión es precisamente una baja utilización del capital, y la
inversión sólo tendrá sentido si se espera un cambio favorable en la demanda agregada
(principio del acelerador).
 Las exportaciones netas podrían aumentar, al suponer la bajada de costes de producción
una mejora en la competitividad internacional de la economía (una depreciación real). De
hecho, economías como la alemana han basado su crecimiento en la expansión de las
exportaciones, que se ha logrado en la última década a través de una política de fuerte
restricción salarial. Aunque esto debilitaba su demanda interna, era compensado con un
aumento de las ventas a otros países y una reducción de las importaciones. Sin embargo,
esta estrategia no puede ser imitada simultáneamente por todos los países, ya que las
exportaciones de unos países requieren a su vez un fuerte crecimiento de la demanda
interna (y, entonces, de las importaciones) en otros países. La misma falacia de la
composición que observábamos para el caso de una empresa y toda la economía nacional,
se observa ahora para la economía internacional. Por eso, estas políticas se llaman
“empobrecer al vecino”7. Y aunque este efecto acabase siendo positivo al aplicarse en un
solo país, su efecto neto sobre la demanda agregada, teniendo en cuenta la caída de la
demanda interna, sólo será importante si su grado de apertura es muy elevado –es decir, si
el peso del sector exterior en el PIB es suficientemente grande-.

7
Keynes ya señaló en la Teoría General (página 382) que en un contexto de demanda agregada
insuficiente algunos países podrían tratar de evitar su desempleo a través del comercio internacional. Si
tuvieran éxito, esta política simplemente trasladaría el problema de falta de demanda hacia otros
países: “si las naciones pueden aprender a procurarse la ocupación plena con su política interna, (…) no
se necesita que haya fuerzas económicas importantes destinadas a enfrentar el interés de un país con el
de sus vecinos. (…) Ya no existiría motivo apremiante para que un país necesite forzar sus mercancías
sobre otro o rehusar las ofertas de sus vecinos (…) con el objeto expreso de modificar el equilibrio de la
balanza de pagos de manera que la balanza de comercio se inclinara a su favor. El comercio
internacional dejaría de ser lo que es, a saber, un expediente desesperado para mantener la ocupación
en el interior, forzando las ventas en los mercados extranjeros y restringiendo las compras, lo que, de
tener éxito, simplemente desplazaría el problema de la desocupación hacia el vecino que estuviera peor
dotado en la lucha”. (Traducción de Fondo de Cultura Económica, México, 1985).
7
Teniendo en cuenta todo esto, en la Figura 2 partimos de una situación (E0) en la que hay
desempleo involuntario, y vemos que la bajada de los salarios hasta WRmin llevaría inicialmente
a la economía al punto E’0, en el que el empleo no aumenta (aunque el paro estadístico sí
puede ser menor por el abandono del mercado de trabajo de una parte de la población).
Incluso, si se producen los efectos negativos sobre la demanda agregada a los que nos
referimos (la caída en el consumo no es compensada por el posible estímulo de la inversión
derivada de una tasa de beneficios más alta, o por el aumento de las exportaciones netas
derivado de la mejora en la competitividad), la economía se trasladaría al punto E1, donde el
empleo es menor y el paro es mayor. En este caso, se dice que la economía es “wage-led”
(impulsada por los salarios, porque si estos caen, la demanda agregada disminuye). El caso
contrario sería el de una economía “profit-led”. La evidencia empírica muestra que la mayoría
de las economías europeas se pueden caracterizar como “wage-led”.

Figura 2: Efectos de la bajada de los salarios cuando la economía es “wage-led”:

DA ,Y

La bajada Y=Lπ
de los
salarios
en el
conjunto DA0 Y0 E0
de la
DA1 Y1
economía E1
pueden
reducir la
DA
L1 L0 L

WR
LD (DA1) LD (DA0)
LS
WRmax

WR0 E0

WRmin
E1 E’0

L1 L0 L

8
2.3. Análisis neoclásico del mercado de trabajo

Junto a esta visión keynesiana de la economía y del mercado de trabajo, existe otra escuela de
pensamiento que se denomina “economía neoclásica”. Su origen se encuentra en el último
tercio del siglo XIX, y algunos de sus autores principales son A. Marshall, S. Jevons o L. Walras.
La economía neoclásica alcanza sus resultados a partir del análisis del comportamiento
racional de individuos que tratan de maximizar las funciones que representan sus objetivos
(beneficios, utilidad). Además, consideran que los precios determinados en los mercados son
mecanismos eficientes para asignar los recursos y para asegurar que la oferta y la demanda se
igualan, y esto ocurre también en el mercado de trabajo. Por consiguiente, se asegura la plena
utilización de los recursos, cumpliéndose la Ley de Say (“la oferta crea su propia demanda”,
que es lo contrario al principio de la demanda efectiva). En política económica son liberales y
contrarios a la intervención pública, que proponen limitar a algunas funciones básicas como
asegurar la competencia y el derecho de propiedad o proveer algunos bienes públicos básicos
como la defensa o la justicia.

Aplicando este enfoque al mercado de trabajo, la oferta se obtiene de la maximización de una


función de utilidad que realiza cada persona, que elige la distribución de su tiempo entre horas
de trabajo y ocio que le da un mayor nivel de bienestar. Y esta asignación del tiempo depende
del salario por hora trabajada.

Mientras que el trabajo les ofrece un salario y una utilidad derivada de los bienes que pueden
consumir con esos ingresos, les supone también una pérdida de utilidad por el ocio que dejan
de disfrutar. Para un valor dado del salario, hay una combinación deseada de trabajo y ocio,
que depende de las preferencias de los trabajadores. Y para que éstos estén dispuestos a
ofrecer más trabajo, el salario real que perciben debe elevarse, ya que de esta forma se
compensará el coste de oportunidad de las horas de ocio que dejan de disfrutar: la curva de
oferta de trabajo (LS) es creciente8. Sumando la decisión de todos los individuos tenemos la
curva de oferta de trabajo agregada (Figura 3).

La demanda de trabajo que realizan las empresas (LD) se obtiene a partir del principio de la
maximización de beneficios y del supuesto de que la productividad marginal es decreciente:

o El análisis se hace en términos marginales: la decisión que analizamos es si a la


empresa le interesa contratar un nuevo trabajador adicional. El aumento de la
producción que este trabajador aporta es su productividad “marginal”.
o En vez de suponer que los coeficientes técnicos son fijos, los economistas neoclásicos
afirman que la tecnología permite modificar la combinación de capital y trabajo con la
que se produce una determinada cantidad de bienes. En concreto, a corto plazo se
supone que el stock de capital es constante, y que para producir más hay que
combinarlo con cantidades crecientes de trabajo. Esto daría lugar a la aparición de

8
En realidad, junto a este efecto sustitución, un aumento del salario por hora trabajada genera también
un efecto renta (trabajando menos horas se alcanza el mismo nivel de consumo). Sin embargo,
suponemos que el efecto sustitución es mayor que el efecto renta.
9
“rendimientos decrecientes del trabajo”: la productividad marginal del trabajo se va
reduciendo, porque cada vez incorporamos más trabajadores con un capital constante.
o Las empresas contratarán a un nuevo trabajador siempre que el valor de su
productividad marginal (Pi x PMgLi, lo que aumentan sus ingresos al incorporarlo a su
plantilla) sea superior a su salario nominal (Wi, lo que se incrementan sus costes). O, lo
que es lo mismo, siempre que su productividad marginal sea superior al salario
nominal dividido por el precio:

Condición: Pi x PMgLi > Wi  PMgLi > Wi/Pi

Combinando estas dos ideas, y agregando para el conjunto de la economía, llegamos a la


conclusión de que la demanda de trabajo es decreciente con el salario real. Por ejemplo,
supongamos que inicialmente las empresas están maximizando sus beneficios contratando
una determinada cantidad de trabajo. Esto quiere decir que el salario real es igual a la
productividad del último trabajadore contratado (marginal). Supongamos para razonar más
fácilmente que los precios de los bienes están dados. Si ahora bajase el salario por alguna
razón, estaríamos en una situación en la que la productividad marginal de los nuevos
trabajadores sería mayor al salario real: por tanto, las empresas aumentarían sus beneficios
contratándolos. Conforme aumentase el número de empleados, la productividad marginal iría
reduciéndose, hasta llegar al punto en que se igualase al nuevo salario real. La bajada de los
salarios habría dado lugar a un aumento de la demanda de trabajo.

Resumiendo: dado el salario real, las empresas contratan trabajadores hasta que la
productividad marginal del último de ellos es igual a este salario real. Como cada trabajador
utilizado tiene una productividad marginal menor, las empresas sólo aumentarán su empleo
(partiendo del equilibrio) si el salario real también se reduce.

Figura 3: Mercado de trabajo neoclásico y rigidez salarial como causa del paro:

WR

LD
B
WR1 A,C: Desempleo voluntario
C B: Desempleo involuntario (rigidez salarial)
WR*
A

LS

L1 L* PA L

10
En la Figura 3 podemos ver que, dadas la oferta y la demanda de trabajo, el equilibrio se
obtendría en el punto de corte entre ambas. Al salario real WR*, las empresas maximizan sus
beneficios contratando L* trabajadores, que también es la oferta de trabajo que se
corresponde con ese salario real. Aunque quedan algunas personas sin trabajar, en realidad se
trata de “paro voluntario”, derivado de la elección entre ocio y trabajo que maximiza su
bienestar. En cambio, el desempleo aumentará siempre que el salario real sea superior a este
nivel de equilibrio, por ejemplo WR1. Las empresas reducirán su demanda de trabajo hasta L1,
pero ahora existirán trabajadores parados “involuntariamente” (la distancia B), es decir,
trabajadores que sí querrían trabajar al salario vigente, o incluso a un salario menor, pero no
pueden hacerlo.

Desde este punto de vista neoclásico, si el mercado de trabajo es suficientemente “flexible”,


este desajuste se resolverá por medio del ajuste a la baja de los salarios. El desempleo equivale
a un exceso de oferta en el mercado de trabajo y éste se resuelve (como en cualquier otro
mercado) con una bajada de los precios (el salario, en este caso). Los trabajadores
“competirán” entre sí por obtener los puestos de trabajo escasos que hay disponibles, y la
única forma que tienen de hacerlo es ofrecerse por un salario más bajo que el que cobran los
que están actualmente empleados. Pero esta bajada de los salarios hará desaparecer el
desempleo involuntario por su efecto sobre la demanda de trabajo (ahora es más rentable
para las empresas contratar a nuevos trabajadores) y sobre la oferta de trabajo (algunos
trabajadores dejan de buscar empleo al disminuir el coste de oportunidad del ocio). Por tanto,
para los economistas neoclásicos, si hay desempleo es porque los salarios reales son excesivos,
y si perdura es que el mercado de trabajo está caracterizado por un elevado grado de rigidez
institucional (poder sindical, costes de despido, prestaciones por desempleo, falta de
movilidad e información) que impide el ajuste de los salarios. La causa del paro radica, según
este punto de vista, en el funcionamiento del mercado de trabajo, y esta sería una justificación
teórica para la aplicación de “reformas laborales”.

Obsérvese que, en este último planteamiento, la demanda agregada de bienes y servicios no


juega ningún papel. O, para decirlo mejor, no puede plantearse en ningún momento un
problema de falta de demanda. Si los salarios bajan, las empresas contratan a más
trabajadores y llevan la nueva producción al mercado, donde siempre encuentran demanda
suficiente. A esto se le conoce como Ley de Say (“la oferta crea su propia demanda”) y es
opuesta al principio de la demanda efectiva (“la demanda determina el nivel de producción”).
¿Cómo se crearía esta demanda de bienes? Los nuevos trabajadores reciben un salario que es
una fuente de gasto adicional. Es cierto que ahorrarán una parte, pero hay otros dos
mecanismos que eliminan los excesos de oferta. Uno es la bajada de los precios de los bienes.
Otros es el tipo de interés. Si hay un exceso de ahorro sobre la inversión, los tipos de interés
bajarán (en los mercados financieros habrá más capacidad de financiación que necesidad de
financiación) y se estimulará la inversión hasta que se alcance el nivel de demanda suficiente.
Keynes se cuestionó, precisamente, la eficacia de estos mecanismos automáticos de
autorregulación, como hemos visto en el apartado anterior.

11
3. EXPRESIÓN DE LA TASA DE INFLACIÓN
Hasta ahora nos hemos ocupado principalmente de determinar el nivel de producción de
equilibrio a partir de los determinantes de la demanda agregada, y su reflejo en el nivel de
empleo. También hemos analizado los determinantes del saldo de la balanza de pagos. Pero no
hemos prestado atención a otra variable macroeconómica importante: el nivel general de
precios y su tasa de crecimiento, la tasa de inflación. En este apartado definimos esta variable
y vemos su relación con el crecimiento de los costes de producción. En el siguiente apartado
veremos si puede establecerse alguna relación entre el nivel de producción, la tasa de paro y la
tasa de inflación. Por último, este análisis de la inflación puede ampliarse con el estudio de
otras posibles causas, sus efectos, y las posibles medidas que pueden adoptarse para
controlarla, para lo que estudiaremos el apartado 10.4 del libro de texto (“Estudio sistemático
de la inflación”).

El nivel general de precios es una media de los precios de los bienes y servicios de una
economía, y normalmente utilizamos dos formas diferentes para medirlo:

 La primera es el deflactor del PIB, que es la media de los precios de los bienes y
servicios finales que se producen en el interior de una economía, que son los que
están incluidos en el PIB. Tiene la ventaja de su generalidad (incluye los precios de
todos los bienes y servicios que componen el PIB, ponderados por su peso en la
economía nacional) y por tanto refleja bien la evolución del “precio medio de la
producción nacional”. Sin embargo, no mide correctamente el “coste de la vida” para
los hogares, porque una parte de esa producción no es consumida por las familias –por
ejemplo, los bienes de capital- y en cambio su capacidad adquisitiva sí se ve afectada
por los precios de otros bienes que no son producidos en el país, pero sí son
consumidos –importaciones-.
 El Índice de Precios al Consumo es la segunda forma de medir el nivel de precios y
trata de resolver este problema: es la media ponderada de los precios de los bienes y
servicios que forman la cesta de la compra típica de las familias de un país. Por tanto,
su composición no es equivalente a la del PIB.

La inflación es la tasa a la que crecen los precios. Para explicar los factores que la explican
utilizamos la idea de los precios administrados9. Según esta hipótesis, la mayoría de empresas
determinan los precios de sus productos añadiendo un “margen de beneficios” (m) a sus
“costes variables unitarios de producción” (CU, que es lo que cuestan los inputs necesarios
para obtener cada unidad de producto). A su vez, estos costes de producción pueden
resumirse en el coste laboral unitario (CLU) porque los bienes intermedios ya están
computados como trabajo indirecto en nuestros SVI, más el coste de los inputs importados
que se utilizan en cada unidad producida (ε). El CLU es igual al salario nominal multiplicado por
el coeficiente de empleo, o dividido por la productividad media del trabajo. Por tanto,
agregando los precios fijados por todas las empresas podemos escribir esta expresión del nivel
general de precios (medido por el deflactor del PIB):

9
Ver el apartado 2.5.2. del libro de texto para más detalles.
12

 = 1 +  ∗
= +   (1)

La tasa de inflación de una economía es la tasa de crecimiento de la expresión anterior, y este


aumento de los precios puede deberse a alguno de los siguientes factores (o a una mezcla de
los tres):

1. Un crecimiento de los costes laborales unitarios, si los salarios nominales crecen más que
la productividad real, cuya evolución consideramos una variable exógena. Los salarios
nominales se determinan en una negociación entre empresas y trabajadores. Éstos piden
aumentos de los salarios nominales o bien porque se espera que haya inflación y quieren
mantener constante su capacidad adquisitiva, o bien porque quieren aumentar su salario
real. Por ejemplo, si los trabajadores quieren aumentar un 1% su salario real y esperan una
inflación del 2%, deben negociar un aumento salarial del 3%.

Lo podemos expresar así, llamando WRp al salario real que pretenden obtener los
trabajadores, y Pe al nivel de precios esperado, y poniendo un punto encima de la variable
cuando queremos expresar su tasa de crecimiento:

 =

 − ́ (2)

 =  + 
   (3)

 =  + 

  − ́  (3b)

2. Un incremento del coste de las materias primas importadas, bien porque sube su precio,
bien porque la moneda nacional se deprecia. Como éste es un input para las empresas
nacionales, también se elevan los costes unitarios de producción. Llamaremos   al efecto
sobre los precios de un aumento de estos costes.
3. Un aumento de los márgenes de beneficios, cuyo valor depende del grado de competencia
o poder de monopolio de las empresas.

Teniendo en cuenta estos tres posibles factores podemos escribir esta expresión de la tasa de
inflación:

 = ́ +  +   − ́  +   (4)

13
4. NIVEL DE RENTA, DESEMPLEO E INFLACIÓN: LA CURVA DE PHILLIPS
A partir de la expresión anterior de la tasa de inflación nos preguntamos si existe alguna
relación entre el nivel de renta y el valor que toma esa tasa de inflación en un periodo
determinado.

En 1958, A.W. Phillips encontró evidencia empírica de que, para el caso de la economía del
Reino Unido, en los periodos en los que la tasa de paro se reducía –la renta aumentaba, por
tanto- también crecían más rápidamente los salarios nominales (ver figura inferior). De ahí se
pasó a una relación inversa entre tasa de paro y tasa de inflación que se conoce como “Curva
de Phillips”. ¿Por qué puede producirse esta relación?

La Curva de Phillips se basa en la idea de que una disminución de la tasa de paro dará lugar a
un crecimiento mayor de los salarios nominales, porque los salarios que pueden obtener los
sindicatos en el proceso de negociación colectiva estén influidos por la situación en que se
encuentre la economía, y particularmente el mercado de trabajo:

 Cuando la tasa de paro se reduce, los empresarios deben competir por una mano de
obra escasa, y los trabajadores tienen un mayor poder de negociación para lograr
aumentos salariales (al menos nominales).
 En cambio, cuando el paro aumenta, también es mayor el riesgo de ser despedido si se
reivindican condiciones laborales mejores, y durará más la situación de desempleo en
caso de perder el empleo.
 Este efecto del desempleo sobre la negociación salarial dependerá de factores
institucionales del mercado de trabajo, como la legislación sobre despidos y
negociación colectiva, las prestaciones por desempleo o la fuerza sindical.

En la Figura 4 se representa esta relación inversa entre la tasa de paro y la tasa de inflación.

14
Figura 4: Curva de Phillips a corto plazo:



C
4%

3% B
A
2% C.Phillips ( = 3%)

C.Phillips ( = 2%)

Tp1 Tp0 Tp

Supongamos que la productividad es constante, y que con la tasa de paro inicial (Tp0) los
trabajadores están recibiendo un salario real que quieren mantener. Por tanto, pedirán un
aumento del salario nominal igual a la inflación esperada, por ejemplo un 2%, que es la
inflación que ha registrado la economía en los periodos anteriores. Suponiendo que el margen
de beneficios también es constante, y que no hay inflación “importada” (  = 0) la inflación
seguirá siendo del 2%.

 = ́ +  +   − ́  +   (4)

 = 0% + 2% + 0% − 0%" + 0% = 2%

Si la tasa de paro se reduce, sin embargo, los trabajadores verán reforzada su posición y
demandarán un aumento mayor de sus salarios nominales para que el salario real también
aumente. Por ejemplo, si ahora quieren lograr un salario real un 1% mayor, pedirán un
aumento del salario nominal del 3%. Y bajo los supuestos de que la productividad es constante
y de que las empresas quieren seguir manteniendo el mismo margen de beneficios, la inflación
también será mayor (pasamos del punto A al punto B):

 = 0% + 2% + 1% − 0%" + 0% = 3%

Formalmente, la relación entre el crecimiento del salario real pretendido y la tasa de paro se
recoge en la siguiente expresión:

% & '% &


  = &
(
= −)*+ − *+,  (5)
%(

El coeficiente λ mide el grado en que una reducción de la tasa de paro incrementa las
pretensiones salariales o un aumento del desempleo las debilita. El valor de este coeficiente
depende de factores institucionales del mercado de trabajo.

15
Y sustituyendo en la expresión de la inflación llegamos a la Curva de Phillips a corto plazo. Se
llama así porque su posición depende de las expectativas de inflación, y éstas pueden cambiar
con el tiempo:

 =  +   + -  −  . +   =   − )*+ − *+,  +   −  +   (6)

Desde la aparición de la Curva de Phillips hasta los años 70 del siglo XX, esta relación se
interpretó como un “menú de política económica” por parte de los economistas keynesianos:
recogía distintas combinaciones de inflación y desempleo que las autoridades podían
“escoger” en función de sus preferencias. Esta relación venía a complementar el modelo renta
gasto que hemos visto en los temas anteriores. Si la tasa de paro existente en un momento
determinado se consideraba demasiado elevada, habría que aplicar políticas de demanda
expansivas (por ejemplo, aumentos del gasto público) pero esto supondría un aumento en la
tasa de inflación, medido por la Curva de Phillips. Al contrario, si se quería reducir la tasa de
inflación sería a costa de una política más restrictiva y un aumento del desempleo.

Esta interpretación de la Curva de Phillips se enfrentó posteriormente, sin embargo, a un


problema empírico y teórico, puesto de manifiesto por los economistas E. Phelps y M.
Friedman. En el punto B de la Curva de Phillips no se están cumpliendo las expectativas de
inflación que se hicieron al firmar los convenios salariales: se esperaba una tasa de inflación
del 2% y ésta es en realidad del 3%. Por tanto, si los trabajadores siguen demandando el
mismo salario real, en la siguiente negociación no se conformarán con pedir el 3% de los
salarios nominales que firmaron en el primer periodo, sino que pedirán un 4% (resultado de
sumar el 1% en que quieren aumentar su salario real –no obtuvieron ese aumento en el
periodo anterior- y el 3% de inflación esperada). Pero si los empresarios nuevamente cargan
un margen de beneficios constante, ahora la inflación volverá a elevarse hasta ese 4%. En vez
de permanecer en el punto B de la Curva de Phillips a corto plazo, lo que ha ocurrido es que
ésta se ha desplazado hacia afuera (hay una Curva de Phillips para cada tasa de inflación
esperada) y ahora estamos en el punto C. Se ha iniciado una “espiral” de salarios y precios.

Para los economistas neoclásicos como M. Friedman, esto es un argumento en contra de la


utilización de las políticas de demanda para reducir el paro. En su interpretación, la única tasa
de paro compatible con una inflación constante es Tp0. Llamó a este porcentaje de desempleo
“tasa natural de paro”, y afirmó que esta coincidiría de hecho con el equilibrio del mercado de
trabajo descrito en la Figura 4, donde no había desempleo involuntario10. Si en algún momento
el desempleo es elevado, es porque las características institucionales del mercado de trabajo
(sindicatos, legislación laboral, salario mínimo) provocan un salario real demasiado alto y la
tasa natural aumenta. Para corregirlo, por tanto, lo que se necesitan no son políticas de
demanda expansivas, sino políticas de reforma estructural.

Los economistas keynesianos aceptan actualmente el papel de las expectativas de inflación, así
como la idea de que, en un periodo determinado, existe una tasa de paro que actúa como

10
Obsérvese que ese es el único punto en el que el salario real que están dispuestas a pagar las
empresas (en función de la productividad marginal) es el mismo que los trabajadores aceptan para
ofrecer esa misma cantidad de trabajo (en función de sus preferencias salario-ocio).
16
“barrera inflacionaria”: si se supera, la tasa de inflación empieza a acelerarse, porque el salario
real pretendido crece por encima de lo que las empresas están dispuestas a aceptar. Por eso,
llaman a esa tasa de paro NAIRU11 o “tasa de paro no aceleradora de la inflación”.

Ahora bien, discrepan de la explicación neoclásica al menos en dos aspectos fundamentales:

 Esa tasa de paro no tiene por qué corresponderse con una situación óptima del mercado
de trabajo, en el sentido de que todo el paro existente sea voluntario; al contrario, puede
tratarse de una situación de desempleo involuntario muy elevado y persistente.
 Su valor no depende sólo de factores de oferta, sino que también se ve influida a través de
distintos mecanismos por lo que ocurra con la demanda agregada. Particularmente,
cuando la demanda se reduce y el paro se incrementa durante un periodo elevado, la
inflación también se reduce durante algún tiempo, pero esta nueva tasa de paro más
elevada acaba convirtiéndose en el nuevo valor de la NAIRU12.

Por tanto, la importancia de la política de demanda no se reduce, sino que de hecho aumenta:
para evitar los aumentos coyunturales del paro y para evitar un aumento a medio plazo de la
NAIRU.

Esta cuestión es actualmente una de las diferencias principales entre las distintas escuelas de
pensamiento macroeconómico por sus implicaciones prácticas de política económica y será
uno de los temas centrales de la asignatura de Macroeconomía Intermedia de 2º curso.

11
Acrónimo en ingles de “Non Accelerating Inflation Rate of Unemployment”.
12
Por ejemplo, esto podría producirse a través del siguiente mecanismo: cuando el paro aumenta, la
existencia de trabajadores desempleados ejerce una presión a la baja sobre los trabajadores empleados,
que temen perder su empleo –y ser sustituidos por otros trabajadores- si reivindican salarios más altos.
Por ello, la inflación se reduce. Sin embargo, esta presión no se mantiene indefinidamente si los
desempleados se convierten en parados de larga duración, porque de hecho acaban siendo excluidos
del mercado de trabajo: los empresarios no despedirán a trabajadores actualmente empleados por
otros que llevan mucho tiempo sin trabajar.
17
5. CONCLUSIONES

1. Seguimos manteniendo el principio de la demanda efectiva para explicar la renta y la tasa


de paro a corto plazo. Y nada asegura que este nivel de demanda sea suficiente para
alcanzar el pleno empleo.
2. El origen del desempleo no es la rigidez salarial. La reducción de los salarios sólo puede
servir para elevar el empleo si eleva la demanda agregada (por ejemplo, más inversión por
un aumento de la tasa de beneficios, o más exportaciones por una mejora en la
competitividad) pero es más probable que el efecto negativo sobre el consumo, y sobre la
propia inversión por el mecanismo del acelerador, sea mayor.
3. En una economía se puede producir inflación por distintas razones: la propia expectativa
de que los precios van a subir, el aumento de los precios de los inputs importados, un
aumento de los costes laborales unitarios o un aumento de los márgenes beneficios.
4. A corto plazo, existe una relación inversa entre inflación y desempleo, que se conoce como
Curva de Phillips. Cuando el paro se reduce la inflación tiende a elevarse (al revés también
puede ocurrir, pero la resistencia a la baja de los salarios hace que probablemente esta
relación sea más débil).
5. Cuando se tienen en cuenta las expectativas de inflación, sin embargo, esta relación no es
estable, y la Curva de Phillips se desplaza. Aparece entonces el concepto de NAIRU, o única
tasa de paro que, en cada periodo, es compatible con una tasa de inflación estable y con el
cumplimiento de las expectativas de inflación.
6. Existe un profundo desacuerdo entre los economistas neoclásicos y (post-)keynesianos
sobre la interpretación de este concepto. Para los neoclásicos, se trata de una “tasa
natural” que depende de factores por el lado de la oferta y que, en ausencia de fricciones
institucionales del mercado de trabajo, se corresponde con una situación óptima sin
desempleo involuntario a la que tiende la economía. Para los keynesianos, la NAIRU
depende también de la propia situación reciente de la economía (y por tanto de la
demanda agregada) y no se corresponde necesariamente con un equilibrio óptimo (puede
haber desempleo involuntario).

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