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Tras el golpe de estado del general Pavía (03/01/1874), finaliza la Primera República Española,

comenzando una república unitaria, convertida en dictadura, con el general Serrano como jefe de la
república y del gobierno. En un manifiesto a la nación se recoge su intención de actuar rápidamente,
recuperando la Constitución de 1869, concediendo un papel primordial y arbitral al ejército y
apelando a los partidos liberales (para alejarlos del federalismo y el cantonalismo) y a los grupos
acomodados (base del golpe de Pavía). Se ultiman así los preparativos para el retorno de los
Borbones con Alfonso, hijo de Isabel II, quién abdicaría en 1870 facilitándolo. Antonio Cánovas del
Castillo, protagonista del proceso, creó un partido alfonsino (con diputados de las Cortes
Constituyentes de 1868 como primer núcleo) cuyo programa se reducía a liberalismo y fidelidad,
<<Paz y orden>>, atrayendo a las clases medias y altas, escépticas al nuevo experimento
revolucionario. Aprovechó el contexto internacional de la era bismarckiana (período de gobierno del
canciller alemán Otto von Bismarck, caracterizado por la hegemonía alemana en Europa)

Cánovas buscaba subordinar el ejército al poder civil y constitucional, con una restauración por la vía
civil (con el manifiesto de Sandhurst) aunque el general Martínez Campos preparó un levantamiento
militar. Serrano huye a Francia y Cánovas constituye el ministerio-regencia que inaugura la
Restauración. El manifiesto, firmado por el rey, resumía el proyecto:

- Monarquía constitucional abierta e integradora.


- Tradición católica compatible con la libertad.
- Superación de las constituciones de 1845 y 1869.

El plan fue apoyado por el llamado lobby esclavista de las Antillas, formado por poderosos
terratenientes propietarios de esclavos (sacarocracia), para acabar con las reformas liberalizadoras
del sexenio. Las bases ideológicas del sistema canovista eran:

- Pragmatismo político, alejado del dogmatismo.


- Defensa de la <<constitución histórica o interna>>, sustentada en la pervivencia de la
monarquía.
- Soberanía compartida rey-Cortes.
- Ejército al margen de la política, y dirigido por el rey.
- Sistema electoral basado en retraimiento (abstención) y fraude permanente, manejado por
el rey, el gobierno de turno y los caciques locales.

El sistema encontraría diversa oposición:

- Carlista: Tras la derrota de 1876, Cándido Nocedal es nombrado representante de don Carlos
en España. Acercó el carlismo al catolicismo intransigente aumentando las discrepancias
internas. Tras morir Alfonso XII, se dividen en el Partido Integrista de Nocedal (solo relevante
en las elecciones de 1891, en Navarra, País Vasco y Castilla) y las juntas tradicionalistas
(reestructuración modernizadora del sector propiamente carlista. Su división interna
aumentó en el nuevo siglo).
- Nacionalismo catalán: Postergado por el fracaso de la República, eclosionó como reacción a
la Restauración, surgiendo dos modelos alternos de catalanidad frente al sistema canovista
uniforme y esencialista: el republicano federal (defendido principalmente por Valentí
Almirall, reclamaba la soberanía catalana) y el conservador corporativo (defendido por la
Unión Catalanista, buscando una Cataluña singular dentro de una España plural). A final de
siglo, los conservadores se imponen y el catalanismo se torna tradicionalista y burgués
(Bases de Manresa, 1892) gracias a intelectuales como Prat de la Riba.
- Nacionalismo vasco: Fruto de las guerras carlistas, la cuestión foral fue el principal conflicto
con el Estado. La literatura fuerista romántica, rural e idealizada o basada en leyendas y
tradiciones fue la base del primer nacionalismo. Tras la derrota carlista muchos fueristas
evolucionaron al autonomismo. La burguesía industrial apoyó la Restauración. La clase
obrera se distanció del nacionalismo. El máximo líder fue Sabino Arana, fundador del Partido
Nacionalista Vasco, quien reivindicó la raza, lengua y costumbres vascas.
- Otros nacionalismos: Regionalismo gallego (cuya actividad comienza en el siglo XX),
valenciano (dedicado a recuperar la lengua propia, destaca Teodor Llorente) y andaluz (cuyo
primer signo fue el proyecto de constitución de la Asamblea Federal de Antequera en 1883).
- Republicana: Divididos tras la República, surgen varias orientaciones: Partido Posibilista de
Castelar (moderado, su base social eran burgueses y las clases medias), el sector de Zorrilla y
Salmerón (optaron por el retraimiento, y fundan en 1903 la Unión Republicana) y el Partido
Federal de Margall (de base urbana, representaba las aspiraciones populares del sexenio). El
republicanismo representaba socialmente amplias capas populares pese a su representación
parlamentaria.
- Movimiento obrero: En 1879, Pablo Iglesias funda el Partido Socialista Obrero Español,
combinando el ideario revolucionario marxista con medidas realistas como la participación
política. En 1888, se funda la Unión General de Trabajadores. El anarquismo fue la ideología
obrera más influyente en la Restauración. Introducido por Giuseppe Fanelli, discípulo de
Bakunin, se oponía a toda forma de poder de forma violenta, siendo una amenaza para el
Estado. En la década de 1880, la organización La Mano Negra sembró el terror, en especial
en Andalucía y Barcelona.

Se aprueba la Constitución de 1876, vigente hasta 1923. Era un punto intermedio entre las de 1845 y
1869. Se aprobó en Cortes en sufragio universal, mujeres excluidas, por amplia mayoría. Basada en
el pacto y la durabilidad, aspectos básicos como el sufragio o la religión correspondían a los partidos.
Estipulaba:

- Soberanía compartida rey-Cortes. La corona regulaba los tres poderes.


- Derecho de sufragio, primero censitario (1878), luego universal masculino (1890).
- Confesionalidad del estado y libertad religiosa para manifestaciones privadas.

El turnismo garantizaba el funcionamiento del sistema. Había dos partidos principales:

- Partido Liberal Conservador, de Cánovas, surge de los restos del Partido Moderado y algunos
sectores constitucionales, progresistas, isabelinos y revolucionarios.
- Partido Liberal, de Práxedes Mateo Sagasta, surge del Partido Constitucional de Serrano y
Sagasta. Integra progresistas derechistas y sectores de la Unión Liberal. En 1880 se unió al
Centro Constitucional, formando el Partido Liberal Fusionista, de carácter reformista.

Republicanos, carlistas, socialistas y anarquistas se veían excluidos del poder.

Sagasta gobernó en 1881. Su cesión comenzó el relevo pacífico conservador/liberal, mediante


manipulación electoral, siendo un sistema liberal con democracia puramente formal. Se consolidó
durante la regencia de María Cristina, viuda de Alfonso XII, tras el Pacto de El Pardo (1885), para
defender la monarquía del carlismo y los republicanos.

Según el político e intelectual Joaquín Costa, la Restauración era un régimen oligárquico, caciquil,
corrupto y alejado de las demandas democratizadoras, pero proporcionó estabilidad política y social.
Los burgueses y aristócratas dominaban el sistema. Las clases medias y populares no participaban en
el poder político. Las mujeres se veían marginadas.
El caciquismo consistía en redes clientelares; los ejes eran los altos cargos en Madrid, los
gobernadores civiles provinciales y los alcaldes de pueblos. Estos acordaban con los caciques
(terratenientes, dirigentes, cargos de confianza...) que aseguraban los resultados mediante favores;
no existía electorado independiente. Se aprovechaba la estructura centralizada del estado para
aplicar el encasillado; el Ministerio de Gobernación creaba una lista con el nombre del futuro
parlamentario en cada casilla del mapa electoral. También se manipulaba directamente los votos
(pucherazo), alterando las actas o incluyendo personas no censadas. En última instancia, el gobierno
podía anular las actas desfavorables.

Se instaura el sufragio censitario en 1878, dando el poder a ayuntamientos y alcaldes. En 1890 se


recupera el sufragio universal de varones mayores de 25, situándose España a la vanguardia
europea, pero manteniendo el fraude. Comienza la dictadura canovista (1876-1881), cuyo objetivo
era garantizar la consolidación de la monarquía y de un nuevo sistema político ordenado, autoritario
y centralizado. Aumenta la censura de prensa, especialmente republicana y se redujeron libertades
de expresión, cátedra e imprenta. Se estableció una división de partidos legales e ilegales. En 1878
regresa el sufragio censitario, votando 1 de cada 6 ciudadanos adultos. Se zanjaron conflictos
iniciados durante el sexenio:

- El conflicto carlista, acaba con la derrota de Carlos VII. Se abolen los fueros vascos. El
carlismo decae.
- La guerra cubana, iniciada en 1868, finaliza con la Paz de Zanjón (1878). Cuba mantuvo su
estatus colonial con ciertas mejoras, aunque el problema volvería en 1879, y definitivamente
en 1895.

Alfonso XII opta por nombrar a Sagasta. Promovió derechos y libertades del sexenio, postergados
por Cánovas. Los conservadores veían el Partido Liberal como heredero del radicalismo democrático.
Se aprueban medidas librecambistas (sin limitar importaciones o aranceles), detestadas por
productores de cereales e industriales catalanes y vascos. Se reorganizó el ejército y el
reclutamiento. Se amplió la base electoral y las finanzas de ayuntamientos y diputaciones. Se
concedió libertad de prensa. Este gobierno acaba en 1883 con una fallida sublevación militar
republicana. El rey repone a Cánovas, pero fallece en 1885, comenzando la regencia de su viuda
María Cristina. La Restauración se veía en peligro, pero se mantuvo el turnismo para evitar el regreso
de Isabel II.

Comienza el <<gobierno largo>> de Sagasta, el más largo de la Restauración. Se aprueban reformas


liberales:

- Ley de asociaciones (1887), legalizó los sindicatos obreros y la presencia pública de órdenes
religiosas.
- Ley del jurado (1888), favoreciendo la libertad de prensa, suprimiendo la censura e
impidiendo la intervención jurídica militar.
- Ley de sufragio universal (1890), integró a los republicanos de Castelar, aunque se mantiene
el fraude electoral.
- Código civil y ley de procedimiento administrativo (1889).
- Reforma del ejército, retirada. Algunas reformas como el servicio militar obligatorio o los
ascensos se aplicaron posteriormente.

En 1890, Sagasta dimite por la división interna de su partido. Las reformas liberales fueron
respetadas por los conservadores, a pesar de que Cánovas consideraba el sufragio universal
incompatible con todo régimen político, especialmente monárquico, porque solo era compatible con
un socialismo desatentado y anárquico.

En 1892, José Martí crea el Partido Revolucionario Cubano, y José Rizal la Liga Filipina en 1893,
oponiéndose a la presencia española en sus territorios. La nueva sublevación cubana en 1895 logra
su independencia en 1898. Sagasta toma el gobierno tras ser Cánovas asesinado por anarquistas.
Trata de moderar la situación, imposible por la intervención estadounidense. Además, aumentaba
el descontento por el librecambismo y los levantamientos nacionalistas. En este contexto
comienza la crisis del 98.

Tras el reinado de Fernando VII, solo quedaban Cuba, Puerto Rico y Filipinas como restos del
Imperio Español. Los problemas coloniales agravaron al desarrollarse el imperialismo europeo y el
expansionismo estadounidense. El gobierno español no pudo controlar la situación. Puerto Rico
había logrado su autonomía y abolido la esclavitud. Tenía una buena economía y una élite
económica controlaba las emancipaciones populares. En Cuba, las reformas generaron
controversia por la importancia de esta para España. Se abolió la esclavitud. Los <<españolistas>>
rechazaron la autonomía que ofrecía el gobierno, pero José Martí buscaba la independencia. El
Partido Liberal Autonomista pedía una Cuba libre y española, con leyes propias. En Filipinas, José
Rizal avivó el movimiento nacionalista.

En 1895, comenzó la última guerra cubana con el Grito de Baire, enfrentando a España con los
independentistas nativos y los estadounidenses. La prensa y opinión pública estadounidense se
mostraba hostil y participaba directamente en el conflicto. Durante la presidencia de Cleveland, la
Junta Cubana estadounidense apoyaba a los insurrectos. Las reformas del gobierno español
chocaban con las ansias expansionistas del actual presidente McKinley, que buscaba comprar la
isla.

En 1898, explota el acorazado Maine. Estados Unidos acusa a España y declara la guerra,
resultando en las derrotas navales de Cavite y Santiago de Cuba. El 10/12/1898 se firma el Tratado
de París. España reconoce la independencia cubana, y cedía Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam
a Estados Unidos, y las islas Carolinas, las Marianas (excepto Guam) y las Palaos a Alemania,
liquidándose el Imperio español.

La derrota no provocó un cambio de gobierno ni puso en peligro la monarquía, pero hizo surgir el
regeneracionismo, un balance realizado por intelectuales y políticos, buscando una política digna,
modernización social y superar el atraso cultural. Destacaron Antonio Maura y Francisco Silvela,
quien forma en 1899 un gobierno regeneracionista que mantendría el papel de la corona, el ejército
y los partidos, dejando atrás el fraude. Fracasó demostrando la incapacidad evolutiva del sistema.

Varios intelectuales (como Macías Picavea, Lucas Mallada o Joaquín Costa) y escritores de la llamada
generación del 98 (como Machado, Azorín o Baroja) se unen en otro movimiento. Partiendo de
postulados pesimistas del estado del país, analizan y y crean una solución: regeneración nacional.
Condenaron la falta educativa y la Restauración. Costa se valió de la Liga Nacional de Productores
para exponer sus ideas. Los industriales catalanes y vascos forman en 1901 la Lliga Regionalista. Se
creó el Instituto de Reformas Sociales, que respondía al nuevo liberalismo, practicado por el nuevo
rey Alfonso XIII, que accedería al trono en 1902. Durante su reinado, sucedería la guerra de
Marruecos, la Primera Guerra Mundial, el colapso del liberalismo y la dictadura de Primo de Rivera.

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