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(1874-1902).
Al margen de los dos grandes partidos, completaban el panorama otros, que estaban excluidos en la práctica de alcanzar el
poder:
• Los republicanos, divididos tras 1876: los radicales de Manuel Ruiz Zorrilla, los unitarios de Emilio Castelar y los federales de
Pi i Margall.
• A la derecha se situaba el carlismo, dividido tras la derrota de 1876.
• Al margen del sistema estaban los movimientos obreros, tanto socialista como anarquista. Solo al final de la Restauración
consiguieron cierto peso electoral y alguna representación parlamentaria.
El “turnismo” o turno pacífico fue un elemento fundamental de la Restauración. Comenzó con la exigencia de Sagasta de
que el rey llamase a gobernar en 1881 a su partido. La cesión del rey inauguró el relevo pacífico en el poder de conservadores y
liberales, y alejó el riesgo de golpes y motines. Para lograrlo se acordó la manipulación electoral.
El fraude permite hablar de democracia puramente formal o “sistema liberal sin democracia”. El sistema seguía esta pauta:
• El rey llamaba a gobernar al partido que estaba en la oposición. Es decir, el primer paso era contar con el apoyo de la
corona.
• El rey disolvía las Cortes y se convocaban elecciones. El nuevo gobierno manipulaba el resultado para obtener la mayoría
y el respaldo de las Cortes.
La consolidación del “turnismo” tuvo lugar durante la regencia de María Cristina (1885-1902), especialmente tras el llamado
pacto de El Pardo (1885) entre Cánovas y Sagasta, que se comprometieron a apoyar la regencia para defender la monarquía de las
amenazas carlista y republicana.
• Tras su derrota militar un sector del carlismo aceptó la participación en la vida política, participando en las elecciones y
alcanzando cierta relevancia en País Vasco, Navarra y Castilla
• El nacionalismo catalán surgió con fuerza durante el periodo de la Restauración. En el mismo podemos distinguir dos
tendencias:
– El republicanismo federal catalán, que reclamaba la soberanía para Cataluña, predominó tras la creación en
1879 del Diari Catalá y la celebración en 1880 del I Congreso Catalanista. Su principal defensor fue Valentí
Almirall.
– Otro, de carácter conservador y corporativo, defendía desde posiciones regionalistas una Cataluña singular
dentro de una España plural (Unión Catalanista, 1891). En 1901 se este sector creó la Lliga Regionalista,
primer gran partido del nacionalismo catalán.
• El nacionalismo vasco surgió de dos hechos: las guerras carlistas, que acabaron con la abolición de los fueros, y la
industrialización, que provocó la llegada de inmigrantes de otras provincias españolas y la rápida transformación de la
sociedad vasca tradicional.
Los principales líderes nacionalistas vascos procedían del carlismo. Sabino Arana, su máximo líder e ideólogo,
militó en el carlismo en su juventud. En 1895 fundó en la clandestinidad el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Arana, de
ideología clerical y tradicionalista, reivindicó la raza, la lengua y las costumbres con un carácter xenófobo y racista. Fue
moderando sus ideas al ser elegido en 1898 diputado provincial por Bilbao y se acercó a los postulados moderados del
catalanismo burgués de la Lliga.
• La oposición republicana se escindió en varias corrientes:
– Partido Posibilista o republicano histórico fue el más moderado. Dirigido por Emilio Castelar, tras la aprobación
del sufragio universal en 1890, se integró en el sistema, renunciando a sus planteamientos radicales.
– El sector dirigido por Ruiz Zorrilla y Salmerón mantuvo sus posiciones republicanas y optó por el retraimiento
electoral, apoyando el triunfo de la república mediante el motín popular o el levantamiento militar
– El Partido Federal, liderado por Pi i Margall, era el mejor definido de los partidos republicanos. Representaba
las aspiraciones populares del sexenio y fue el único partido republicano que se mantuvo unido desde 1880
hasta 1931
• El movimiento obrero se organizó en torno a dos tendencias:
– La socialista marxista con la fundación del PSOE por Pablo Iglesias y más tarde del sindicato UGT. El PSOE
combinó el ideario revolucionario marxista con medidas más realistas, como la participación en la vida política,
la creación de las sociedades de producción y consumo o la Mutualidad Obrera de Madrid.
– La anarquista fue la ideología obrera más influyente en la Restauración. Fue introducido durante el sexenio por
el italiano Giuseppe Fanelli, discípulo de Bakunin, el fundador del anarquismo. En esta etapa se centró en la
captación de seguidores y la acción terrorista, por lo que fueron clandestinos y perseguidos. La mayor difusión
se dio durante la regencia de María Cristina, sobre todo entre el campesinado andaluz y los obreros catalanes.