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Relatoría # 8

Conferencia Nº22. algunas perspectivas sobre el desarrollo y la regresión etiología


Marian Gineth Gongora
Virginia Julieth Rivas
Alejandra Liceth Rodriguez
Autoevaluación: 4,6

Para la comprensión de las neurosis, es importante que no se pierda de vista el nexo entre
fijación y regresión. Ello proporcionará un apoyo seguro en el problema de la causación de
las neurosis, en el problema de la etiología de las neurosis, en el que enseguida se entrará.

Se puede esperar regresiones de dos clases: retroceso a los primeros objetos investidos por la
libido, que como sabemos son de naturaleza incestuosa, y retroceso de toda la organización
sexual a estadios anteriores. Las dos se presentan en las neurosis de transferencia y
desempeñan un importante papel en su mecanismo. En particular, el retroceso a los primeros
objetos incestuosos de la libido es un rasgo que con regularidad francamente fatigosa
hallamos con los neuróticos. Mucho más puede decirse acerca de las regresiones de la libido
si se trae a consideración otro grupo de neurosis, las llamadas narcisistas.

De las dos regresiones libidinales, la que lleva a una fase anterior de la organización sexual es
con mucho la más llamativa. Como ella falta en la histeria, y como toda nuestra concepción
de las neurosis está todavía muy influida por el estudio de esa enfermedad, que fue el primero
en emprenderse, el significado de la regresión libidinal se nos aclaró también mucho después
que el de la represión. Estemos preparados para que nuestros puntos de vista vuelvan a
ampliarse y a subvertirse cuando podamos incorporar a nuestras consideraciones, además de
la histeria y la neurosis obsesiva, las otras neurosis, las narcisistas.

En el cultivo de la ciencia hay un expediente muy socorrido: se escoge una parte de la verdad,
se la sitúa en el lugar del todo y, en aras de ella, se pone en entredicho todo lo demás, que no
es menos verdadero. Por este camino ya se han escindido del movimiento psicoanalítico
varias orientaciones: una admite sólo las pulsiones egoístas, pero en cambio desmiente las
sexuales; la otra sólo aprecia la influencia de las tareas reales de la vida, pero descuida las
que plantea el pasado del individuo, etc.
La tenacidad con que la libido adhiere a determinadas orientaciones y objetos, su viscosidad,
por así decir, se presenta como un factor autónomo, variable de un individuo a otro, cuyos
condicionamientos nos son por completo desconocidos, pero cuya importancia para la
etiología de las neurosis no se puede seguir subestimando. Pero, tampoco hemos de
sobrestimar la constancia de esta relación. Una «viscosidad» de la libido de esa misma índole,
en efecto, se presenta (por razones desconocidas) en el individuo normal bajo numerosas
condiciones, y la hallamos como factor determinante en las personas que en cierto sentido
son el opuesto de los neuróticos: entre los perversos. Ya antes de la época del psicoanálisis
(Binet [1888]) se descubrió con harta frecuencia en la anamnesis de los perversos una
impresión muy temprana que provocó una orientación pulsional o una elección de objeto
anormales, y a la que la libido de esa persona permanecía adherida por toda la vida.

Se puede concluir que la indagación psicoanalítica se familiariza con un nuevo factor que no
fue tenido en cuenta en la serie etiológica y que se reconoce mejor en casos en que una
persona, hasta entonces sana, enferma repentinamente de neurosis. En tales personas se haya
por regla general los indicios de una lucha entre mociones de deseo o, como se suele decir, de
un conflicto psíquico. Un fragmento de la personalidad sustenta ciertos deseos, otro se
revuelve y se defiende contra ellos. Sin un conflicto de esa clase no hay neurosis. Nada de
particular se ve en ello, se sabe que nuestra vida anímica es agitada sin cesar por conflictos
que nos vemos obligados a zanjar. Por tanto, tienen que cumplirse condiciones particulares
para que uno de esos conflictos se vuelve patógeno. Tenemos derecho a preguntar por esas
condiciones, por los poderes anímicos entre los cuales se libran esos conflictos patógenos,
por el vínculo del conflicto con los otros factores causales.

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