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“24° conferencia: El estado neurótico común” – Freud (1916-1917)

Freud inicia la exposición de las neurosis refiriéndose a las conductas de las personas que
adolecen de ellas, describiendo la manera en que padecen por su causa, se defienden de ellas y
con ellas conviven.
El yo del neurótico no es una instancia confiable e imparcial; el yo es el poder que ha
desmentido a la inconciente y lo ha rebajado a lo reprimido. Entre eso reprimido están los
reclamos de la sexualidad. De creerle al yo, él estuvo presente, él mismo quiso y creó todos sus
síntomas, pero sabemos que ha mostrado una cuota de pasividad que después pretende ocultar y
embellecer.
Existen neurosis en las cuales el yo participa de manera mucha más intensa que en las
otras neurosis: son las neurosis narcisistas. Esto daría el pie para estudiar la contribución del yo a
la contracción de la neurosis.
En la causación y en el mecanismo de todas las formas de neurosis, actúan siempre los
mismos factores; sólo que en la formación de síntomas, el papel prevaleciente recae en distintos
lugares. Así, las fantasías qe se trasponen en síntomas se pueden aprehender en la histeria; las
contrainvestiduras o formaciones reactivas del yo dominan el cuadro de la neurosis obsesiva; y por
último, la elaboración secundaria (tal cual en el sueño), tiene prevalencia en la paranoia.
En el caso de las neurosis traumáticas, se nos impone la presencia de un motivo egoísta
del yo, un motivo que aspira a su defensa y su provecho; tal vez no puede crear por sí solo la
enfermedad, pero la aprueba y la conserva una vez que se ha producido. Este motivo quiere
resguardar al yo de los peligros cuya amenaza fue la ocasión para que se contrajera la
enfermedad, y la curación no se aceptará antes de que aparezca excluida la repetición de ellos, o
sólo después de haber obtenido un resarcimiento por el peligro corrido.
El síntoma es sustentado por el yo en virtud de que, por una de sus vertientes, ofrece
satisfacción a la tendencia yoica represora. La tramitación del conflicto mediante la formación del
síntoma es el expediente más cómodo y agradable para el principio de placer; sin duda alguna,
ahorra al yo un gran trabajo interior sentido como penoso.
Mediante el sacrificio de un invididuo a menudo se impide la desdicha para muchos otros.
El neurótico se refugia en la enfermedad frente a un conflicto; esa huida está plenamente
justificada.
La escapatoria en la neurosis depara al yo una cierta ganancia de la enfermedad. A esta se
asocia una ventaja exterior palpable. El yo se aviene a la neurosis que no puede impedir y saca de
ella el mejor partido. En la medida en que la neurosis tiene ventajas, el yo le presta su
aquiescencia; pero no tiene ventajas únicamente. Pronto se advierte que el yo ha hecho un mal
negocio abandonándose a la neurosis. Ha pagada demasiado caro un alivio del conflictos, y las
sensaciones penosas adheridas a las síntomas son quizás un sustituto equivalente a las
mortificaciones del conflicto e implican un monto mayor de displacer. El yo querría liberarse de
este displacer de los síntomas, pero sin resignar la ganancia de la enfermedad.
Todo lo que contribuye a la ganancia de la enfermedad reforzará la resistencia de la
represión y aumentará la dificultad terapéutica. Cuando una organización psíquica como lo es la
enfermedad ha subsistido demasidado tiempo, al final se comporta como un ser autónomo,
manifiesta algo así como una pulsión de autoconservación y se crea una especie de modus vivendi
entre ella y otras secciones de la vida anímica. La función secundaria de la enfermedad es cuando
el síntoma es útil y aprovechable. Lo que en el caso de la neurosis corresponde a esa clase de
aprovechamiento secundario de la enfermedad, podemos adjuntarlo como ganancia secundaria, a
la primaria que ella proporciona.
La tramitación de un conflicto mediante la formación del síntoma es una proceso
automatico que no puede estar a la altura de las exigencias de la vida. De existir una opción,
debería preferirse sucumbir en honrosa lucha con el destino.
En las neurosis actuales, el significado etiológico de la vida sexual es un hecho grueso que
se presenta a la observación por sí solo. Si se lleva una norma vida sexual, no hay neurosis actual.
Esa tesis omite con demasiada ligereza las diferencias individuales entre los seres humanos, y
también adolece de la imprecisión que es inseparable del juicio sobre lo normal; pero todavía hoy
conserva su valor como orientación global. Un hombre que se contentaba con algún tipo de
satisfacción sexual incompleta, contraía alguna forma determinada de neurosis actual; esa
neurosis pronto dejaba sitio a otra cuando él remplazaba ese régimen sexual por uno más
correcto.
Freud descubre que la causación de la enfermedad no se apuntaba siempre a la vida
sexual, ya que había casos en que los pacientes habían perdido su fortuna o habían tenido una
enfermedad orgánica. Cuenta que una persona se enferma de neurosis únicamente si su yo ha
perdido la capacidad para colocar la libido. Mientras más fuerte sea el yo, tanto más fácil
desempeñará esta tarea; todo debilitamiento del yo tiene que producir el mismo efecto que un
aumento hiperintenso de los requerimientos libidinales: la contracción de una neurosis. En todos
los casos, los síntomas de la neurosis son sufragados por la libido, y de tal suerte atestiguan la
aplicación anormal de ésta. 
Freud marca una diferencia entre los síntomas de las neurosis actuales y de las
psiconeurosis. En ambos casos, los síntomas provienen de la libido y son aplicaciones anormales
de ella, un sustituto de la satisfacción. 
Las neurosis actuales: 
 Los síntomas no tienen sentido alguno, carecen de significado psíquico.
 Se exteriorizan en el cuerpo, son fenómenos enteramente corporales en cuya génesis
faltan todos los mecanismos anímicos. 
 Se descubren en las neurosis actuales directas consecuencias somáticas de los trastornos
sexuales.
 Testimonian una inequívoca semejanza con los estados patológicos generados por la
influencia crónica de materias tóxicas extrañar y por el brusco retiro de ellas (de las
intoxicaciones a los estados de abstinencia). Serían unas toxinas introducidas en el cuerpo
no como agentes extraños, sino que son engendradas por el mismo metabolismo
(consecuencias de perturbaciones en el metabolismo sexual).
 El psicoanálisis se propone descubrir lo inconciente en la vida del alma. Los problemas de
las neurosis actuales no ofrecen al psicoanálisis puntos de abordaje; en muy poco puede
contribuir a su esclarecimiento.
 Compuesta por: neurastenia, neurosis de angustia e hipocondría.
 El síntoma de la neurosis actual suele ser el núcleo y la etapa previa del síntoma
psiconeurótico. Esa relación se observa de manera más nítida entre la neurastenia y la
neurosis de transferencia llamada “histeria de conversión”, entre la neurosis de angustia y
la histeria de angustia y también entre la hipocondría y las parafrenias. Cumplen entonces
el papel de aquel grano de arena que el molusco ha envuelto con las capas de madreperla.
De la misma manera, los signos transitorios de la excitación sexual que acompañan al acto
sexual son aprovechados por la psiconeurosis como el material más cómodo y apropiado
para la formación del síntoma.
 Se presenta en personas que tienen predisposición a la neurosis, aunque no la sufran
declaradamente. 

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