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primer grado."
Por medio del presente documento tengo la intención de dar a conocer mi opinión sobre la
importancia de crear estrategias para el desarrollo de las habilidades socioemocionales en
primer grado, tengo como primera intención ampliar más mis conocimientos sobre el tema
para después poder crear estrategias que sean factibles y fáciles de adecuar para cada
grado del nivel primaria, estas estrategias serán implementadas por mi parte hacia mis
alumnos del primer grado grupo A, en la primaria Álvaro Obregón, ubicada en la colonia
Álvaro Obregón municipio de San Fernando debido a que aquí es en donde he detectado
esta problemática y con mi experiencia en el ámbito docente me he percatado de que los
niños de primer grado como acaban de ingresar a un ambiente más pesado en dónde
tienen que hacer diversas actividades a las que no están acostumbrados muestran una
conducta inadecuada y negativa por lo mismo mi intención es que los niños aprendan a
reconocer este tipo de conductas, ya que es importante que en esta etapa aprendan a
identificar y dirigir sus emociones para así evitar una bajo rendimiento académico.
La intención del siguiente trabajo es lograr construir estrategias que me permitan conseguir
que los niños de primer grado aprendan a identificar y reconocer cómo sus emociones
pueden llegar a tener un impacto positivo y negativo en su rendimiento académico, para
esto es importante que antes los niños sepan reconocer que es una habilidad, así como que
es la educación socioemocional y como está les permitirá desarrollar dichas habilidades en
el manejo de sus emociones y por lo mismo antes de pasar al tema central hay que hacer
hincapié en estos puntos claves y es que según Álvarez de Zayas R.M. (1997) plantea que:
"Las habilidades son estructuras lógicas del pensamiento que permiten asimilar, conservar,
utilizar y exponer los conocimientos. Se forman y desarrollan a través de la ejercitación de
las acciones mentales y se convierten en modos de actuación que dan solución a tareas
teóricas y prácticas. Las habilidades se desarrollan en una compleja red de interrelaciones,
en la cual, además, se asimilan conocimientos gracias a la actividad consciente de quién
aprende, y desarrolla sus habilidades en el acto de aprender conocimientos".
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En un inicio las emociones no eran consideradas de mayor relevancia en los procesos de
enseñanza-aprendizaje, puesto que se valoraban como parte de la vida privada en las
personas, pero gracias a los avances e indagaciones se fundamentó la importancia de la
inteligencia emocional (de aquí nace el “educar socioemocionalmente”) para alcanzar metas
exitosamente y rendir académicamente. Cabe destacar que su orientación se enfocó en el
racionalismo, debido que debe existir un equilibro entre la razón y las emociones, donde el
primero debe ser superior al último.
Sin embargo, en el escenario de investigación que corresponde al primer grado grupo “A”
de la Escuela Primaria "Álvaro Obregón” se percibió que cuando los niños elaboran las
tareas con entusiasmo obtienen mayormente resultados positivos, en cambio si demuestran
un total desgane o estrés en el momento de la ejecución de los ejercicios, genera en ellos
una desconcentración, desinterés y aislamiento, que al mismo tiempo estos factores hacen
que se esfuercen muy poco para culminarlas y alcanzar los objetivos esperados.
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Así también, se refleja en el momento de las participaciones en el aula, ya que mayormente
por parte de los educandos siempre existe un poco de temor, nervios o angustia para
expresar opiniones y pasar frente al grupo, por ello pierden la concentración y aunque
hayan cumplido con las tareas, estudiado toda la noche e incluso conozcan con claridad las
repuestas de las preguntas, terminan olvidando la idea porque solo acceden en cómo se
sienten y no responden ante sus capacidades cognitivas a razón de no controlarse.
Son preocupantes las presiones académicas que desafían los alumnos, puesto que
mayormente se enfocan en solo cumplir con las actividades y aprender conocimientos
nuevos (sin antes tomar en cuenta su estado de ánimo), y estas mismas presiones los
llevan a desencadenar enojo, aburrimiento, miedo o tensión que terminan afectando los
porque se dejan manipular más por las emociones y tienden a actuar de manera diferente.
Las emociones del ser humano suelen ser clasificadas en una pequeña tipología según el
investigador del que se hable, sin embargo, la mayoría de estas coinciden al clasificarlas en
básicas o primarias y secundarias. Para diversos autores las emociones básicas son
aquellas que se adquieren desde el nacimiento y perduran a lo largo de la vida como la
alegría, tristeza, ira, etc., para Ekman (1979) son seis las emociones básicas que se
poseen, que son: miedo, tristeza, ira, alegría, sorpresa y asco, según el psicólogo,
investigador y profesor las seis emociones básicas son acompañadas siempre de una
expresión facial. Goleman (1995) en su libro de “Inteligencia Emocional” concuerda las
emociones que Ekman considera básicas, pero renombra algunas de ellas como felicidad y
aversión.
Otro tipo de emociones según la clasificación de diferentes autores son las secundarias que
son aquellas emociones que se derivan de las básicas. Autores como Izard o Plutchick
consideran que se mezclan unas con otras y producen una nueva emoción secundaria,
estas a diferencia de las primarias no se adquieren desde el nacimiento, sino hasta que se
adquiere una madurez de los mecanismos y estructuras neuronales, por ello Dunn (2003)
asegura que estás emociones se adquieren alrededor de los dos a tres años de vida del
niño. Cabe destacar que las emociones secundarias son adquiridas según la habilidad
social y cognitiva del infante. Sin embargo, Bisquerra (2004) solo clasifica las emociones en
cinco familias dejando de lado lo primario y secundario, su clasificación es:.
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➢ Ambiguas: sorpresa, compasión y esperanza
➢ Sociales: vergüenza, timidez, celos, culpabilidad y envidia…
➢ Estéticas: las que se experimentan ante las obras de arte y la belleza.
Cada alumno posee fortalezas y debilidades, es decir hay situaciones en donde llega a ser
destacado y en otras donde presenta ciertas complicaciones que le impiden lograr sus
metas. De aquí nace la importancia de conocer lo que está al alcance del mismo y no
señalar en lo que se le complica realizar, sino que se debe haber comprensión, al mismo
tiempo incentivarlo a identificar su situación y buscar otras herramientas o estrategias para
apoyar al niño con el fin de que no se vea afectado su rendimiento académico. Por ello, la
Secretaría de Educación Pública hace mención, la importancia del acompañamiento en el
proceso académico de los estudiantes:
La palabra emoción proviene de la raíz latina motere, que significa “moverse”, lo que
sugiere que la tendencia a la acción está implícita en las emociones (West, 2016). Cuando
“te emocionas” o experimentas una emoción, es probable que presentes ciertas tendencias
a actuar de determinada forma, como por ejemplo huir o alejarte de una situación que te
provoque miedo o repulsión. La manera en la que reaccionas ante una emoción está
mediada por la valoración cognitiva, es decir, la interpretación de los indicadores verbales y
no verbales de la conducta: las palabras, gestos, movimientos corporales, tonos e
intensidad de voz que se utilizan son factores que afectan la expresión y la regulación de las
emociones. Estos procesos no son nuevos en el ámbito psicológico, lo que resulta
novedoso y prometedor del trabajo que se ha realizado respecto de las habilidades sociales
y emocionales es que las investigaciones realizadas en este ámbito han cambiado la
manera en la que se concibe a dichas habilidades, pasando de ser consideradas rasgos
fijos de personalidad a habilidades que se pueden aprender y mejorar (Freshman y Rubino,
2002; Segal, 2002; como se cita en West, 2016).
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Gardner (2001) definió otro tipo de inteligencia relacionado con las habilidades
socioemocionales, al que denominó interpersonal y que definió como:
Las habilidades socioemocionales permiten a los seres humanos identificar y regular sus
emociones, entender las de los demás, mostrar empatía, desarrollar y mantener relaciones
positivas, establecer metas positivas y tomar decisiones responsables respecto a su
presente. Es importante que las comiencen a desarrollar desde temprana edad, ya que
durante la educación superior suelen ser de mayor importancia con los cambios propios de
la adolescencia.
La capacidad de distinguir un sentimiento de placer de uno de dolor y, con base en ese tipo
de discriminación, de involucrarse más en una situación o de retirarse de ella. En su nivel
más avanzado, el conocimiento intrapersonal permite a uno descubrir y simbolizar conjuntos
complejos y altamente diferenciados de sentimientos (p. 189).
Los efectos que tienen estas habilidades en las trayectorias académicas y de vida de los
estudiantes han cautivado la atención de gobiernos, ministros de educación, legisladores,
expertos en educación, psicólogos, economistas, organismos internacionales, entre otros.
El objetivo es claro, pero la manera de alcanzarlo no tanto. Gran parte de la literatura se
enfoca en el impacto de las habilidades socioemocionales en diversos resultados, mientras
que sólo una fracción aborda los mecanismos específicos a través de los cuales los
maestros pueden estimular el desarrollo socioemocional de sus estudiantes.
Dado que las emociones son un componente intrínseco del aprendizaje y la vida, adquirir y
desarrollar habilidades socioemocionales, particularmente a temprana edad, se asocia con
mejores niveles de logro académico, escolaridad, empleo, ingreso y menores probabilidades
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de incurrir en conductas de riesgo. Así, desarrollar habilidades socioemocionales no sólo es
un resultado del aprendizaje sino también una manera de aprender mejor.
Todos hemos tenido maestros que han marcado nuestra vida, ya sea para bien o para mal.
Si reflexionamos cautelosamente, la razón por la que estos maestros influyeron tanto es por
la manera en que interactuaron con nosotros, nos hicieron sentir con respecto al
aprendizaje y a nuestra autoestima.
La enseñanza es, sin duda, una de las ocupaciones más estresantes considerando los
múltiples retos emocionales, pedagógicos, administrativos y multifuncionales que conlleva.
El estrés y el agotamiento docente se asocia negativamente con la calidad del ambiente del
salón de clase y el aprendizaje y, por ende, con el desempeño académico, pero también
con la calidad de la relación maestro-niño y el involucramiento en la escuela. Más allá de su
propio estrés, la incapacidad de los maestros para enfrentar situaciones estresantes en el
aula, o conducta inactiva, puede afectar su capacidad para manejar el mal comportamiento
de los estudiantes.
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El comportamiento de los maestros también puede tener una influencia negativa en el
desarrollo socioemocional de los estudiantes. Por ejemplo, si los estudiantes perciben que
sus mentores siempre los rescatan de sus problemas, las tutorías pueden disminuir el costo
de incurrir en conductas riesgosas que los estudiantes perciben –aún cuando tengan
buenas intenciones– y consecuentemente incrementar la incidencia de estas conductas.
Las (bajas) expectativas de los maestros sobre el desempeño de sus estudiantes también
pueden modificar la percepción de los estudiantes sobre ellos mismos y sus conductas,
según las etiquetas o expectativas que se les impongan. Otro comportamiento docente
perjudicial que puede afectar negativamente las habilidades socioemocionales de los
estudiantes es el ausentismo o la impuntualidad de los maestros, aunque la evidencia es
mucho más limitada.
Por esta razón, es importante que los sistemas educativos y las escuelas alienten (y
capaciten) a los maestros para que pongan en práctica técnicas y actitudes que contribuyan
al desarrollo socioemocional de sus estudiantes, ya sea a través de intervenciones
específicas para el aprendizaje socioemocional o bien de forma indirecta en el salón de
clase.
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Bibliografía
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