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A veces, a alumnos que están continuamente presentes en conflictos, los catalogamos como
“malos”, “problemáticos” … y no nos preguntamos el porqué de sus acciones. Otras veces, por el
contrario, a alumnos que sacan buenas notas, hacen caso en todo, son responsables… les
consideramos que son excelentes, brillantes, aunque quizás esa excesiva responsabilidad tenga
detrás un bagaje emocional inadecuado.
La educación emocional debe ser un proceso continuo y permanente, dirigido a la generalidad del
alumnado, no con el fin de solucionar, sino más bien con el fin de prevenir, por ello debemos de
trabajarla tanto con alumnos que claramente presentan problemas de conducta u otras
patologías, así como en aquellos alumnos en los que pensamos que todo va bien, pues lo que
puede ser a simple vista brillantez, puede ser en realidad un inadecuado desarrollo emocional
encubierto, pudiendo dar lugar tanto en un caso como en otro a la presencia de patologías como
la depresión, mal rendimiento escolar, agresividad, estrés…que es precisamente lo que debemos
evitar.
Capítulo 1. Planteamiento del problema
Una emoción provoca una acción, una respuesta. Habitualmente, ante determinadas emociones,
la respuesta suele ser automática. La inteligencia emocional introduce el concepto de gestión de la
respuesta ante un estímulo.
Daniel Goleman sostiene que las competencias emocionales se dividen en dos categorías:
intrapersonales e interpersonales. Las primeras se refieren a la relación que establecemos con
nosotros mismos y la segunda a las relaciones que tenemos con los demás.
Existe una clara evidencia de que las personas emocionalmente desarrolladas, es decir, las
personas que gobiernan adecuadamente sus sentimientos y así mismo saben relacionarse
efectivamente con los sentimientos de los demás, disfrutan de una situación ventajosa en todos
los dominios de la vida (Goleman, 2001). En este caso, se retomará la inteligencia emocional de los
niños que se encuentran dentro del ámbito escolar; ya que el contexto educativo forma un ciclo
vital del desarrollo del niño y se manifiestan emociones que suelen traer consecuencias positivas o
negativas, según el rumbo que la misma persona le dé a su vida.
Es así que las emociones están presentes en la vida desde que se nace, juegan un papel relevante
en la construcción de la personalidad e interacción social. Vivir las emociones en cualquier espacio
y tiempo, con la familia, con los amigos, con el entorno, con iguales, con la escuela y con
educadores; permiten una interacción con el mundo teniendo en cuenta las emociones.
Cabe mencionar que las emociones intervienen en todos los procesos evolutivos: en el desarrollo
de la comunicación, en el conocimiento social, en el procesamiento de la información, en el apego,
en el desarrollo moral, etc. Además de ser la principal fuente de las decisiones que se toman
diariamente.
Objetivos generales:
Objetivos específicos:
Preguntas de investigación
La razón de elección de este tema es la importancia que tiene en el desarrollo personal del alumno
y por la poca visibilidad que se ha hecho de ello.
Citando las aportaciones de Bisquerra (2000) podemos afirmar que la necesidad de un adecuado
desarrollo de la inteligencia emocional y por tanto la acción dirigida a la educación emocional se
ve justificada por múltiples razones:
- Por ser objetivo del ser humano y estar presente en la educación la necesidad de un ajustado
autoconocimiento.
- Para hacer frente satisfactoriamente a situaciones difíciles que se pueden presentar a nivel
laboral, familiar, social…
- Para promocionar madurez y equilibrio emocional evitando que las emociones negativas nos
lleven a tomar decisiones precipitadas y/o desafortunadas.
- Como prevención de futuras patologías o conductas inadecuadas cada vez más presente en los
centros educativos: estrés, conductas disruptivas, fracaso escolar, bullying, anorexia, consumo de
sustancias…