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20410 Derecho Constitucional

TEMA 8. Los derechos de ámbito político (II)

TEMA 8
Los derechos de ámbito político (II)

El derecho de reunión y de manifestación


El derecho genérico de asociación
El derecho específico de asociación: los partidos políticos

1. EL DERECHO DE REUNIÓN Y DE MANIFESTACIÓN

1.1 Origen, concepto y clases

La reunión pública es la manifestación más primaria del pluralismo político y la asistencia a


ella constituye la forma más embrionaria de participación política. En efecto, la finalidad de
la reunión es intercambiar ideas o defender intereses, tradicionalmente ha sido un instrumento
de comunicación y de formación de opinión pública. El derecho de reunión ha marchado
muy unido a la libertad de imprenta, a la libertad de expresión y a la vida electoral, pues
gracias a la prensa cobró significación y relieve, y es en vísperas del ejercicio del sufragio
cuando alcanza mayor importancia.

El origen de la libertad de reunión se vincula muy directamente a la libertad de expresión y


coincide con el inicio mismo del constitucionalismo. No obstante, la historia normativa de
la libertad de reunión en nuestro país ha sido bastante irregular.

La reunión puede definirse genéricamente como la congregación transitoria de varias


personas para el intercambio de ideas o la defensa de intereses. Por tanto, queda fuera de este
concepto la mera aglomeración casual, como la que ocurre en un mercado.

La doctrina suele distinguir una variada tipología de reuniones, entre las que podemos
destacar:

● Reunión privada, sea en el domicilio del convocante o en otro distinto, pero realizada
sin convocatoria pública, con invitación personalizada y asistencia controlada por los
convocantes, que no quedan sujetas a los principios constitucionales y legales sobre el
derecho de reunión.

● Reunión pública. Se realiza una convocatoria de asistencia libre a toda persona que
desee hacerlo. No hay una invitación personalizada ni se controla la asistencia por los
convocantes.

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Las reuniones públicas pueden ser, a su vez, de dos tipos:
○ En lugares cerrados, que, por tanto, son estáticas.
○ Al aire libre, que pueden ser estáticas, conocidas como concentraciones y
dinámicas, conocidas como manifestaciones.

1.2 Régimen constitucional y desarrollo legal

La Constitución de 1978 proclama el derecho de reunión en el artículo 21, estableciendo


una serie de directrices generales:

- El derecho de reunión se reconoce condicionado a que se trate de una reunión pacífica


y sin armas.

- El ejercicio del derecho de reunión no necesita autorización previa.

- El derecho de reunión en lugares cerrados puede ejercitarse sin ningún tipo de


requisitos. En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones,
se dará comunicación previa a la autoridad. La autoridad sólo podrá prohibirlas
cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para
personas o bienes.

El artículo 21 de la Constitución ha sido desarrollado por la Ley Orgánica 9/1983,


reguladora del derecho de reunión. Esta Ley pretende regular el núcleo esencial del
derecho de reunión; sin embargo, no agota la regulación de la materia, ya que afirma que
“esta Ley tiene carácter general y supletorio respecto de cualquiera otras en las que se regule
el ejercicio del derecho de reunión”.

A los efectos de la Ley Orgánica 9/1983, se entiende por “reunión” la “concurrencia


concertada y temporal de más de 20 personas, con finalidad determinada”. Por tanto, una
conglomeración “casual” de personas no es una reunión en el sentido de esta Ley. Por otra
parte, no quedan sometidas a las prescripciones de la presente Ley Orgánica, cuando se trate
de las reuniones o celebraciones privadas.

Además, en aplicación del llamado Derecho excepcional, cabe la posibilidad de suspender


los derechos de reunión y de manifestación, pudiendo la autoridad gubernativa someter tales
derechos a la exigencia de autorización previa, prohibir su celebración o proceder a la
disolución de las mismas. En el caso que las reuniones suspendidas se celebren en locales
cerrados, la autoridad gubernativa podrá autorizar a sus agentes a entrar en los mismos,
aunque podrá prescindirse de la misma en caso de flagrante delito.

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El derecho de reunión se ajusta a los principios de libertad, responsabilidad y pacifismo.

● El principio de libertad. Se concreta en la ausencia del requisito de la autorización


previa. Las reuniones en lugares de tránsito público y las manifestaciones deben ser
comunicadas por escrito a la autoridad gubernativa.

● Principio de responsabilidad. Los organizadores son responsables del buen orden


de las reuniones y manifestaciones, debiendo adoptar las medidas precisas para el
adecuado desarrollo de las mismas. No obstante, los organizadores o promotores de
reuniones o manifestaciones sólo responderán civilmente de los daños que los
participantes causen a terceros, cuando hayan omitido la diligencia razonablemente
exigible para prevenir el daño causado.

● Principio de pacifismo. Todas las reuniones y manifestaciones han de ser pacíficas y


sin armas. En virtud de este principio, las reuniones militares y la asistencia de
militares en su condición de tales a reuniones o manifestaciones públicas se someten
a una legislación específica.

En esta misma línea, el TS precisó que los miembros de la Policía son sujetos del derecho de
reunión y manifestación siempre que estén francos de servicio y, por consiguiente, libres de
su obligación de llevar armas. Si los policías quieren celebrar una reunión en las dependencias
de una Comisaría, necesitan autorización previa; no necesitan, por tanto, ningún tipo de
autorización si la reunión se celebra en otro lugar. Por otra parte, el TS afirmó que una
manifestación que adopta modos de parada militar o desfile en forma cerrada, con empleo de
tambores e himnos utilizados para honores militares, constituye un acto propio de las
Fuerzas Armadas, por lo que, realizado por personas ajenas, es contrario al orden público y
no puede ampararse en el derecho de reunión.

1.3 Régimen jurídico especial de las reuniones en lugares de tránsito público

Cuando el derecho de reunión se ejercita en lugares de tránsito público se pueden producir


perturbaciones en las actividades cotidianas de terceras personas. Por ello, el artículo 21 de la
Constitución y la LO 9/1983 han establecido un régimen jurídico especial aplicable a las
manifestaciones.

- Las reuniones en lugares de tránsito público y las manifestaciones deben ser


comunicadas por escrito a la autoridad gubernativa con una antelación de diez días
naturales, como mínimo, y treinta, como máximo, a la fecha de su celebración.

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Cuando existan causas extraordinarias y graves que justifiquen la urgencia de la
convocatoria de la reunión, la comunicación a la autoridad gubernativa podrá
hacerse con una antelación mínima de 24 horas.

En el escrito de comunicación se harán constar los datos personales de los organizadores


de la reunión o manifestación; lugar, fecha, hora y duración prevista; objeto de la
misma; itinerario proyectado; y medidas de seguridad previstas por los organizadores.

- La autoridad gubernativa notificará al Ayuntamiento afectado los datos contenidos


en el escrito de comunicación, excepto cuando se trate de una convocatoria urgente, a
fin de que éste informe en un plazo de veinticuatro horas sobre las circunstancias del
recorrido propuesto. En caso de no recibirse el informe en dicho plazo, el mismo se
entenderá favorable. El informe se referirá a causas objetivas tales como el estado de
los lugares donde pretenda realizarse, la concurrencia con otros actos, las condiciones
de seguridad de los lugares con arreglo a la normativa vigente y otras análogas de
índole técnico. En todo caso, el informe no tendrá carácter vinculante y deberá ser
motivado.

- De no ser aceptada por los organizadores la prohibición u otras modificaciones


propuestas, podrán interponer recurso contencioso-administrativo ante el Tribunal
Superior de Justicia de la Comunidad Autónoma correspondiente, en el plazo de 48
horas.

- El Tribunal tramitará dicho recurso mediante un proceso extraordinariamente rápido,


hasta el punto de que el recurso debe resolverse en el plazo improrrogable de cuatro
días. La decisión del Tribunal sobre el mantenimiento o revocación de la prohibición
o de las modificaciones propuestas es irrecurrible. Sin embargo, una vez agotada la
vía judicial ordinaria, podrá interponerse un recurso de amparo ante el TC.

4. La Ley Orgánica 4/2015 de protección de la seguridad ciudadana y su incidencia


sobre el derecho de reunión y manifestación

Conviene tener presente, además, que la Ley Orgánica 4/2015 de protección de la


seguridad ciudadana incide de forma muy directa sobre el ejercicio del derecho de reunión
y manifestación. La propia norma prevé que sus disposiciones deberán interpretarse y
aplicarse del modo más favorable a la “plena efectividad” de los derechos fundamentales y
libertades públicas, singularmente de los derechos de reunión y manifestación, las libertades
de expresión e información, la libertad sindical y el derecho de huelga. Veamos cuáles son las
principales novedades que presenta la norma en este ámbito y en el de otros derechos
fundamentales:

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● En relación al derecho de reunión y manifestación:

○ Se regulan las medidas que deberán adoptar las autoridades para proteger la
celebración de reuniones y manifestaciones, así como para restablecer la
normalidad de su desarrollo en casos de alteración de la seguridad ciudadana.
Conviene aclarar que el régimen sancionador se aplica cuando se ha incumplido
un requisito administrativo para la celebración de la manifestación y no por
considerar que la manifestación sea ilegal.

○ Se considerarán infracciones graves la creación de desorden en los espacios


públicos, u obstaculización de la vía pública con mobiliario urbano, vehículos
u otros objetos, cuando en ambos casos se ocasione una alteración grave de la
seguridad ciudadana; e infracciones muy grave las reuniones o manifestaciones
no comunicadas o prohibidas en infraestructuras o instalaciones en las que se
prestan servicios básicos para la comunidad, así como la intrusión en los
recintos de éstas, incluido su sobrevuelo, cuando se haya generado un riesgo
para la vida o la integridad física de las personas.

● En relación a otros derechos fundamentales:

○ En cuanto a los autores de las conductas tipificadas como infracciones, se


exime de responsabilidad a los menores de catorce años, en consonancia con
la legislación sobre responsabilidad penal del menor. Asimismo se prevé que
cuando sea declarado autor de los hechos cometidos un menor de dieciocho
años no emancipado o una persona con la capacidad modificada judicialmente
responderán solidariamente con él de los daños y perjuicios ocasionados sus
padres, tutores, curadores, acogedores o guardadores legales o de hecho.

○ Se crea un Registro Central de Infracciones contra la Seguridad Ciudadana,


indispensable para poder apreciar la reincidencia de los infractores y permitir,
de este modo, sancionar adecuadamente a quienes de modo voluntario y
reiterado incurren en conductas merecedoras de reproche jurídico.

○ Se regulan los registros corporales externos, que sólo podrán realizarse


cuando existan motivos para suponer que pueden conducir al hallazgo de
instrumentos, efectos u objetos relevantes para el ejercicio de las funciones de
indagación y prevención que encomiendan las leyes a las Fuerzas y Cuerpos
de Seguridad.

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○ Se sostiene también que será causa legítima suficiente para la entrada en un
domicilio privado la necesidad de evitar daños inminentes y graves a las
personas y a las cosas, en supuestos de catástrofe, calamidad, ruina inminente
u otros semejantes de extrema y urgente necesidad. En ese sentido, para la
entrada en edificios ocupados por organismos oficiales o entidades públicas,
no será preciso el consentimiento de la autoridad o funcionario que los
tuviera a su cargo.

2. EL DERECHO GENÉRICO DE ASOCIACIÓN

2.1 Origen, concepto y caracteres generales

Como es obvio, la actuación individual del hombre tiene grandes limitaciones en cuanto a su
alcance. De ahí que, desde muy antiguo, se haya comprendido la necesidad social de
asociarse, al objeto de defender mejor los intereses colectivos y tener más posibilidades de
alcanzar sus fines. Además, en la moderna sociedad de masas el hombre encuentra en el
agrupamiento voluntario una solución a la soledad a que le condena la sociedad industrial.

Es innegable, también, la importancia que tienen las asociaciones para la conservación de la


democracia. Las asociaciones permiten a los individuos reconocerse en sus convicciones.
perseguir activamente sus ideales, cumplir tareas útiles, encontrar su puesto en la sociedad.
hacerse oír, ejercer alguna influencia y provocar cambios. Al organizarse, los ciudadanos se
dotan de medios más eficaces para hacer llegar su opinión sobre los diferentes problemas de
la sociedad a quienes toman las decisiones políticas.

Asociación es toda unión libre de personas con vistas a un fin común y bajo un régimen
organizado de formación de su voluntad. Por su parte, el derecho de asociación es el que
tienen las personas para crear estos entes o para vincularse libremente a ellos.

De la definición de asociación, podemos entresacar las siguientes características de la misma:

- Es una agrupación libre de una pluralidad de personas.

- Tiene carácter estable y permanente. Ésta es, precisamente, la diferencia fundamental


con el derecho de reunión, pues mientras ésta es una mera agrupación momentánea,
lo que caracteriza a la asociación es la vocación de permanencia.

- Existe una finalidad asociativa legal.

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2.2 Fundamento constitucional y contenido esencial

La Constitución de 1978 reconoce el derecho de asociación en el artículo 22, sin establecer


una remisión específica a su desarrollo por ley.

El artículo 22 CE constituye el “derecho común de asociación”, que se complementa con los


regímenes asociativos especiales para cada uno de los tipos de máxima relevancia: iglesias,
partidos políticos, sindicatos, asociaciones de consumidores, federaciones deportivas, etc.

Las asociaciones que consagran este precepto son aquellas que cumplen dos requisitos:
primero, son de adscripción voluntaria, y segundo, carecen de ánimo de lucro. Dentro de
éstas, pueden identificarse diferentes tipos por el concreto interés o fin perseguido. El
ámbito de este artículo no alcanza ni a los colegios profesionales, ni a las sociedades civiles y
mercantiles.

El TC ha declarado que el contenido esencial del derecho de asociación tiene una faceta
positiva y otra negativa.

- En su faceta positiva, el derecho de asociación consiste en: la libertad de constituir


asociaciones; adherirse libremente a las ya existentes, sin que nadie pueda impedirlo;
y la libertad de ejercer sus actividades.

- En su perspectiva negativa, el reconocimiento del derecho de asociación implica,


por un lado, la exclusión de cualquier forma de obligatoriedad de adhesión a una
asociación determinada; esto es, la imposibilidad de que nadie pueda ser forzado a
formar parte de una asociación. Por otro lado, la autonomía de las asociaciones de no
admitir o excluir a determinadas personas de la misma.

2.3 Requisitos para la constitución de las asociaciones. La inscripción en el registro

Se parte del principio de libertad y licitud. Por consiguiente, no se requiere autorización


administrativa previa para que puedan existir asociaciones, aunque, en coherencia con el
principio de seguridad jurídica, se exige un régimen específico de constitución. Concretamente,
las asociaciones se constituyen mediante acuerdo de tres o más personas físicas o jurídicas,
que se comprometen a poner en común conocimientos, medios y actividades para conseguir
unas finalidades lícitas, comunes, de interés general o particular, y se dotan de los estatutos
que rigen el funcionamiento de la asociación.

El acuerdo de constitución, que incluirá la aprobación de los Estatutos, habrá de formalizarse


mediante acta fundacional, en documento público o privado. La asociación adquirirá su
personalidad jurídica y la plena capacidad de obrar con el otorgamiento del acta, sin

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perjuicio de la necesidad de su inscripción en el correspondiente “Registro Nacional de
Asociaciones”, a los solos efectos de su publicidad. Es decir, la asociación, a todos los efectos,
nace con el acta fundacional, pero sólo la inscripción registral hace pública la constitución y
los estatutos de las asociaciones y es garantía de publicidad y transparencia, tanto para los
terceros que con ellas se relacionan como para sus propios miembros. Los promotores
realizarán las actuaciones que sean precisas, a efectos de la inscripción, respondiendo en caso
contrario de las consecuencias de la falta de la misma.

La denominación de las asociaciones no podrá incluir términos o expresiones que induzcan


a error o confusión sobre su propia identidad, o sobre la clase o naturaleza de la misma, en
especial, mediante la adopción de palabras, conceptos o símbolos propios de otras personas
jurídicas. Lo que se pretende, como es obvio, es evitar que se puedan crear confusiones con
otras asociaciones previamente registradas.

2.4 Límites a la libertad de asociación

El artículo 22 de la Constitución reconoce de manera muy amplia el derecho de asociación,


estableciendo que las asociaciones constituidas al amparo de este artículo deberán inscribirse
en un registro a los solos efectos de publicidad. Existen, sin embargo, tres límites a la libertad
de crear asociaciones:

- En primer lugar, se declaran ilegales las asociaciones que persigan fines o utilicen
medios tipificados como delitos.

- En segundo lugar, se prohíben también las asociaciones de carácter paramilitar. El


motivo de la prohibición de las asociaciones de carácter paramilitar es evitar que la
confrontación política se traslade del terreno de la discusión pacífica al campo de los
enfrentamientos físicos.

- En tercer lugar, se prohíben las asociaciones secretas. Por asociación secreta


entendemos tanto aquellas inscritas con voluntad de ocultación, como aquellas
asociaciones que en sus estatutos incluyen datos falsos sobre sus fines u otros aspectos
fundamentales, permaneciendo ocultos los verdaderos. Como es obvio, las asociaciones
sí que pueden celebrar reuniones secretas. No hay que confundir, por tanto, asociaciones
secretas con reuniones secretas.

Por otra parte, es preciso subrayar que la pretensión de una asociación de transformar
radicalmente el ordenamiento jurídico o alterar totalmente las instituciones del Estado no es
causa de ilicitud, siempre que estos objetivos se persigan por medios lícitos y pacíficos.

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No hay que olvidar que en un Estado democrático no se juzga la ilicitud de un objetivo o
ideal político, sino los medios para conseguirlos; y si éstos son pacíficos y ajustados al
ordenamiento vigente, no cabe ilicitud alguna.

2.5 Garantías

Por lo que se refiere al libre desarrollo de las actividades de las asociaciones, la Constitución
también establece sólidas garantías. En este sentido, el art. 22 establece que “las asociaciones
sólo podrán ser disueltas o suspendidas en sus actividades en virtud de resolución judicial
motivada”.

Como es obvio, la resolución del juez disolviendo o suspendiendo una asociación sólo podrá
tener lugar cuando la asociación incurra en una de las causas de prohibición previstas en la
propia Constitución. Contra las decisiones de los tribunales ordinarios cabe recurso de
amparo ante el Tribunal Constitucional.

3. EL DERECHO ESPECÍFICO DE ASOCIACIÓN: LOS PARTIDOS POLÍTICOS

Las asociaciones más importantes para el funcionamiento del Estado democrático son los
partidos políticos, ya que sin ellos no hay democracia. El reconocimiento constitucional de
los partidos políticos es un hecho relativamente reciente, concretamente de las Constituciones
que se aprueban tras la II GM. En España, el reconocimiento constitucional de los partidos
políticos no tiene lugar hasta la Constitución de 1978.

La razón de ser de los partidos políticos es “la lucha para conseguir el poder y desde él
convertir en realidad todo o parte de un programa. En países regidos por instituciones
democráticas, un partido no acaba la lucha cuando ha llegado al poder. Lo único que
entonces hace es cambiar su posición en la lucha: pasa de la ofensiva a la defensiva, porque el
partido o partidos adversos comenzarán a maniobrar para conquistar el poder”.

3.1 Posición constitucional de los partidos políticos

El artículo 6 de la Constitución vigente reconoce expresamente a los partidos políticos,


dándoles un tratamiento constitucional preferente. Este precepto señala cuáles son las tres
funciones prioritarias de los partidos políticos:

● Expresar el pluralismo político, que es uno de los valores superiores de nuestro


ordenamiento jurídico según el artículo 1 de la Constitución.

● Concurrir a la formación y manifestación de la voluntad popular. Esta función


subraya la idea de que el vehículo más idóneo para canalizar el sufragio son los
partidos políticos.

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● Ser instrumento fundamental para la participación política. Este tercer cometido
destaca que los partidos vertebran políticamente la sociedad y establecen la conexión
entre ésta y el Estado; los partidos políticos forman hombres políticos y equipos de
gobierno con los que se presentan ante el electorado para desarrollar su programa
político: protagonizan y animan las elecciones; gobiernan o se oponen al Gobierno;
elaboran proposiciones políticas: y controlan al propio Gobierno en cuanto al
cumplimiento del programa electoral.

La Constitución ha incorporado los partidos políticos en su título preliminar. Con ello


quiere darles trascendencia y situarlos en el arco de bóveda del Estado de Derecho nacido del
nuevo ordenamiento. Los une al pluralismo político y los convierte en expresión del mismo,
encargándoles la triple tarea de concurrir a la formación de la voluntad popular, ser
manifestación de la misma e instrumento fundamental para la participación política.

En cuanto a la naturaleza jurídica de los partidos políticos en el ordenamiento español,


podemos decir que son modalidades específicas de las asociaciones genéricamente reconocidas
en el art. 22 CE; son asociaciones privadas investidas de funciones públicas, que tienen
relevancia constitucional.

3.2 Principios constitucionales y la Ley de Partidos Políticos

Los partidos políticos son modalidades específicas de las asociaciones genéricamente


reconocidas en el artículo 22. El artículo 6 de la Constitución ha sido desarrollado por la Ley
Orgánica 6/2002, de Partidos Políticos.

El régimen especial de los partidos políticos se vertebra en torno a tres principios: el de


libertad, el de sujeción al ordenamiento jurídico y el de democracia interna:

● El principio de libertad. Significa que se garantiza la libertad para la creación o


disolución de los partidos políticos, para la afiliación o no a ellos, para la adopción de
sus correspondientes estatutos y para la determinación de las propias actividades.

● El principio de sujeción al ordenamiento jurídico. Implica que los partidos políticos


deben respeto a la Constitución y a la ley.

● El principio de democracia interna. La Constitución exige que la estructura interna


y el funcionamiento de los partidos sean democráticos.

Los miembros de los partidos políticos deben ser personas físicas, mayores de edad, y no
tener limitada ni restringida su capacidad de obrar. Todos tendrán iguales derechos y
deberes.

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La expulsión y el resto de medidas sancionadoras que impliquen privación de derechos a los
afiliados sólo podrán imponerse mediante procedimientos contradictorios, en los que se
garantice a los afectados el derecho a ser informados de los hechos que den lugar a tales
medidas, el derecho a ser oídos con carácter previo a la adopción de las mismas, el derecho a
que el acuerdo que imponga una sanción sea motivado, y el derecho a formular, en su caso,
recurso interno.

3.3 La creación de los partidos políticos

Por lo que se refiere a la constitución y adquisición de personalidad de los partidos políticos,


hay que acudir a la Ley 6/2002. De conformidad con la misma, el acuerdo de constitución
habrá de formalizarse mediante acta fundacional, que deberá constar en documento público
y contener, en todo caso, la identificación personal de los promotores, la denominación del
partido que se propone constituir, los integrantes de los órganos directivos provisionales, el
domicilio y los estatutos por los que habrá de regirse el partido que trata de constituirse.

La denominación de los partidos no podrá incluir términos o expresiones que induzcan a


error o confusión sobre su identidad o que sean contrarias a las leyes o derechos fundamentales
de las personas. Tampoco podrá coincidir, asemejarse o identificarse con la de ningún otro
partido previamente inscrito en el Registro o declarado ilegal, disuelto o suspendido por
decisión judicial, con la identificación de personas físicas, o con la denominación de entidades
preexistentes o marcas registradas.

Los partidos políticos adquieren personalidad jurídica por la inscripción en el Registro


de Partidos Políticos que, a estos efectos, existirá en el Ministerio del Interior, previa
presentación en aquél del acta fundacional suscrita por sus promotores.

Los promotores de los partidos políticos realizarán las actuaciones necesarias para su
inscripción. Los promotores de partidos no inscritos responderán personal y solidariamente
de las obligaciones contraídas con terceros, cuando hubieren manifestado actuar en nombre
del partido. Dentro de los veinte días siguientes a la presentación de la documentación
completa en el Registro de Partidos Políticos, el Ministerio del Interior procederá a practicar
la inscripción del partido. Transcurridos los veinte días de que dispone el Ministerio del
Interior, se entenderá producida la inscripción.

Cuando de la documentación presentada se deduzcan indicios racionales en relación con la


ilicitud penal del partido, el Ministerio del Interior lo pondrá en conocimiento del
Ministerio Fiscal, dentro del plazo de veinte días, mediante resolución fundada que irá
acompañada de los elementos probatorios disponibles para apreciar dichos indicios. El
Ministerio Fiscal, en el plazo de veinte días desde que reciba la comunicación, optará, en

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función de que se consideren suficientes o no los indicios de ilicitud penal, por ejercer ante
la jurisdicción penal las acciones que correspondan o por devolver la comunicación al
Ministerio del Interior a los efectos de completar la inscripción.

3.4 La ilegalización de los partidos políticos

Los partidos políticos, que ejercen libremente sus actividades, deben respetar los valores
constitucionales, expresados en los principios democráticos y en los derechos humanos y
desarrollar las funciones que constitucionalmente se les atribuyen de forma democrática y
con pleno respeto al pluralismo. En el caso de que los partidos políticos atenten contra el
régimen democrático, la Ley 6/2002 establece las causas y el procedimiento para su ilegalización.

● Causas.

Un partido político será declarado ilegal cuando su actividad vulnere los principios
democráticos, particularmente cuando con la misma persiga deteriorar o destruir el régimen
de libertades o imposibilitar o eliminar el sistema democrático, mediante alguna de las
siguientes conductas, realizadas de forma reiterada y grave. Se establecen, también, algunas
conductas concretas, que son especificaciones de los supuestos básicos de ilegalización.

● Legitimación para el ejercicio de la acción.

El Gobierno y el Ministerio Fiscal están legitimados para instar la declaración de ilegalidad


de un partido político y su consecuente disolución.

El Congreso de los Diputados o el Senado podrán instar al Gobierno que solicite la ilegalización
de un partido político, quedando obligado el Gobierno a formalizar la correspondiente
solicitud de ilegalización, previa deliberación del Consejo de Ministros.

● Competencia para decidir la ilegalización y efectos.

La acción por la que se pretende la declaración de ilegalidad de un partido político se iniciará


mediante demanda presentada ante la Sala Especial del Tribunal Supremo, a la que se adjuntarán
los documentos que acrediten la concurrencia de los motivos de ilegalidad.

La sentencia dictada por la Sala Especial del Tribunal Supremo sólo será objeto de recurso de
amparo ante el TC, y será ejecutiva desde el momento de su notificación. Si se decreta la
disolución, la Sala ordenará la cancelación de la correspondiente inscripción registral.

La disolución judicial de un partido político producirá los efectos previstos en las leyes y, en
particular, los siguientes:

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- Tras la notificación de la sentencia en la que se acuerde la disolución, procederá el
cese inmediato de toda la actividad del partido político disuelto.

- Los actos ejecutados en fraude de ley o con abuso de personalidad jurídica no


impedirán la debida aplicación de ésta. Se presumirá fraudulenta y no procederá la
creación de un nuevo partido político o la utilización de otro ya inscrito en el
Registro que continúe o suceda la actividad de un partido declarado ilegal y disuelto.

3.5 La jurisprudencia sobre la Ley de Partidos Políticos

Las cuestiones relacionadas con la aplicación de la Ley provocan duros enfrentamientos


políticos e intensas discusiones jurídicas. En relación a éstas últimas conviene destacar los
pronunciamientos jurisprudenciales del TC y el TS que, ante la aplicación de la Ley de
Partidos, han mantenido criterios distintos.

3.6 La financiación de los partidos políticos

La financiación de los partidos políticos, que siempre es una cuestión delicada y envuelta
en sospechas, se llevará a cabo de conformidad con lo previsto en la Ley Orgánica sobre
Financiación de los Partidos Políticos. La nueva regulación de la financiación de los partidos
políticos pretende dotarla de mayor transparencia y control.

Como afirma el preámbulo de la LO, la libertad de los partidos políticos en el ejercicio de sus
atribuciones quedaría perjudicada si se permitiese como fórmula de financiación un sistema
de libertad total, ya que, de ser así, siempre resultaría cuestionable la influencia que en una
determinada decisión política hubiesen podido ejercer las aportaciones procedentes de una
determinada fuente de financiación.

La financiación de los partidos políticos en España responde a un sistema mixto, que recoge,
por una parte, las aportaciones de la ciudadanía y, de otra, los recursos procedentes de los
poderes públicos en proporción a su representatividad como medio de garantía de la
independencia del sistema, pero también de su suficiencia. Las aportaciones de las personas
privadas han de ser públicas, proceder de personas físicas o jurídicas que no contraten con
las Administraciones Públicas, y no exceder de límites razonables y realistas.

Los recursos económicos de los partidos políticos estarán constituidos por: recursos procedentes
de la financiación pública; y recursos procedentes de la financiación privada.

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