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El Método de Intervención en Trabajo Social

Bloque 1. INTRODUCCIÓN

1.1. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA METODOLOGÍA

La Metodología del Trabajo Social no nace de manera espontánea, sino que es el resultado de
un proceso histórico a través del cual la Acción Social se va tecnificando hasta convertirse en
una profesión y, en consecuencia, se van formalizando los procedimientos que darán lugar a
los diferentes métodos de intervención. El antecedente de esta metodología lo encontramos en
el siglo XIX, momento en que las limitaciones y/o incapacidad de las respuestas tradicionales a
la pobreza queda patente ante un proceso de pauperización creciente. Es en el marco de las
Organizaciones Sociales de Caridad (COS) donde veremos los primeros intentos por
sistematizar un procedimiento, una forma científica de abordar e intervenir con las personas
excluidas que quedará definitivamente sancionado con la obra de referencia de Mary Richmond
“Diagnóstico Social” publicada en 1917. Años más tarde, en 1922, Richmond complementará
esta obra con Social Case Work (1922) en la que “pretende orientar en la clasificación y el
contenido del Trabajo Social; ofrecer instrumentos para la formación de asistentes sociales;
fundamentar las bases de sucesivos estudios estadísticos y proceder a un examen crítico de
los métodos del Trabajo Social”. (De la Red,1993, pg. 53). También en esta época se crea la
escuela de trabajo social en Estados Unidos y progresivamente asistiremos al nacimiento de
otras en Europa y en España. En nuestro país, las instituciones de enseñanza que surgen en
los años 30 desaparecerán pronto y la formación quedará en manos de la Iglesia y orientada
principios del nacionalcatolicismo, marco ideológico de la dictadura franquista.
Tras el impacto terrible de la II Guerra Mundial se alcanza un pacto social que dará lugar en
Europa y Estados Unidos a los estados de bienestar y la creación de un sistema público de
acción social que exigirá la dotación de profesionales de la intervención social para hacer frente
a diversas necesidades sociales. Es en este momento cuando se produce la
institucionalización del trabajo social a nivel internacional y se produce un crecimiento
importante de los centros académicos de formación. Este “nuevo” perfil profesional requiere
una serie de conocimientos sobre el ser humano y la sociedad, un adiestramiento práctico que
le permite acercarse a la realidad de los problemas sociales, una serie de habilidades y
capacidades para desarrollar las intervenciones sociales y un método específico a través del
cual analizar científicamente los problemas y articular las mejores respuestas.
El Trabajo Social es una actividad que, a diferencia de otras formas de intervención social
desarrolladas en momentos históricos anteriores o de otro tipo de prácticas (caritativas,
altruistas, etc.), se basa en medios y criterios científicos porque:
- Se sirve de procedimientos que le conectan con las formas de hacer propias de las
actividades científicas: de la investigación para la construcción de conocimientos
disciplinares y de la planificación racional para la construcción de las intervenciones.
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Bloque 1. INTRODUCCIÓN

- Se sirve de conocimientos y de teorías, sean propias o no, para comprender las


situaciones sociales en que interviene y definir con rigor las mejores formas de
solventar los problemas que presentan individuos, familias, grupos o comunidades.
- Se sirve del pensamiento sistemático y del examen lógico para argumentar, deducir
y poner en relación sus proposiciones.

Etimológicamente la palabra «MÉTODO» significa camino hacia algo y deriva de dos raíces
griegas, metá (hacia) y odos (camino). El Diccionario de la Real Academia Española define
método como el modo de decir o hacer con orden, la manera de proceder u obrar y el
procedimiento que siguen las ciencias para hallar la verdad y enseñarla. Así pues, en Trabajo
Social el método o los métodos son las diferentes maneras de conseguir una serie de objetivos
de una manera racional, voluntaria y consciente, o el procedimiento a seguir en el desarrollo de
problemas, cuestiones y enunciados o hipótesis de una ciencia, así como las comprobaciones
empíricas mediante el examen de la realidad. En Trabajo Social no se utiliza un único método
porque, dependiendo de los objetivos y áreas de intervención, se seleccionará el más
adecuado. No obstante, sí se pueden describir las características y fases generales, comunes
a todos ellos. (Diccionario de Trabajo Social, 2012, pg.329). Véase Método Básico
Por otra parte, según el Diccionario Internacional de Trabajo Social y Servicios Sociales (2010,
pg.98) se entiende por METODOLOGÍA “el análisis de los principales métodos, reglas y
postulados empleados en una disciplina. Etimológicamente se deriva de métodos, «camino a
seguir, pasos para realizar una cosa, procedimiento», y logos, «conocimiento ordenadamente
trabado expresado por la palabra, significado, razón, número, discurso»”.
Son tres los usos o acepciones habituales de este concepto:
1) Ciencia del método o parte de la lógica que estudia los procedimientos o métodos que
se utilizan en el estudio de la realidad.
2) Conjunto de métodos que se siguen en una investigación científica o en una exposición
doctrinal.
3) Procedimiento particular o conjunto de procedimientos.
La segunda acepción ha sido con frecuencia utilizada en Trabajo Social para referirse a los tres
«métodos» de intervención clásicos o metodología tradicional (Trabajo Social con Casos,
Trabajo Social de Grupo y Trabajo Social Comunitario) y la tercera para aludir al MÉTODO
BÁSICO a seguir en las diferentes intervenciones sociales o ESTRUCTURA BÁSICA DE
PROCEDIMIENTO. A ello haremos referencia más adelante en esta introducción y la
desarrollaremos con más amplitud en el bloque 2 de la asignatura.

Por lo que respecta al concepto de TÉCNICA, según De la Red (1993, pg.201) “ (…) se refiere
al conjunto de procedimientos y recursos de los que se sirve una ciencia, un arte o una
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actividad intelectual. Se orienta, pues, a la definición de reglas prácticas o aplicadas de la


acción cognoscitiva”. Para establecer la diferencia entre método y técnica es importante aclarar
que ésta última “(…) se refiere a procedimientos específicos para reunir y tratar los datos o
para intervenir en una fase concreta del proceso metodológico y acercarse a la finalidad del
mismo proceso”. Así, las técnicas de intervención profesional serían fundamentalmente
aquellos medios que permiten la consecución del fin determinado atendiendo a las
características de la realidad particular en que se quiere intervenir.
Las técnicas no pueden desligarse de un cuerpo de conocimientos científicos- cada ciencia o
disciplina genera sus propias técnicas o importa las que otra u otras han generado
adaptándolas para alcanzar sus fines específicos- ni tampoco de sus contenidos ideológicos ya
que éstos darán dirección a la actuación. Así, una técnica no es en sí misma ni buena ni mala,
sino que puede ser aplicada efectivamente, indiferentemente o desastrosamente (Pérez, 1993).
Por eso, hay que tener en cuenta que:
- No todas las técnicas sirven para todos los objetivos
- No todas las técnicas pueden utilizarse en todos los sitios
- Las técnicas son sólo un medio, nunca un fin en sí mismas
Trigueros Guardiola (1991), afirma que las técnicas a emplear serán aquellas que las
circunstancias indiquen como las idóneas en ese momento, y, por ello, habrá de tenerse en
cuenta:
 La finalidad de la actividad (asistencial, rehabilitadora, preventiva o promocional)
 El carácter o tipo de actividad (gestión, terapéuticas, educativas, culturales, …)
 Las escalas de actuación (micro o macro)
 Los sectores de intervención (tercera edad, discapacidad, inmigración, infancia…)
 Los agentes prestadores de servicios y recursos (públicos, privados, concertados)
 Los ámbitos de actuación (institucional, territorial…)
 Los niveles de actuación (individual, grupal, comunitario, familiar)
En referencia a todo lo expuesto, hay que hacer hincapié también en la diferencia entre las
técnicas orientadas al conocimiento de la realidad social y las que tienen por objetivo la
intervención social. Una de las partes esenciales de las técnicas en Trabajo Social es su
posibilidad de intervención y/o modificación de la realidad. Si bien esto ocurre cuando cualquier
técnica entra en contacto con la realidad social y sus agentes, el profesional del Trabajo Social
lo hace de manera intencional, atendiendo a unos fines, unos objetivos y según un
procedimiento prefijado en su metodología y respaldado por el modelo de intervención que en
cada momento se esté utilizando. Las técnicas de intervención, por tanto, tienen como objetivo
modificar la realidad social o la situación-problema que atañe directamente al sujeto o a un
sistema organizado de sujetos.
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La palabra INTERVENCIÓN proviene del término latino intervenio, que puede ser traducido
como “venir entre” o “interponerse”. De ahí que intervención pueda ser sinónimo de mediación,
intersección, ayuda o cooperación, y, por otra parte, de intromisión, injerencia, intrusión,
coerción o represión. (Aranda, 2012, pg.75). Parece claro y consensuado que el Trabajo Social
nace para intervenir, pero cuando se intenta definir qué supone intervenir, delimitar su
contenido, perfilarlo, las cosas se complican. Sánchez Vidal (1999) propone la siguiente
definición: “podemos definir la intervención social como una interferencia intencionada para
cambiar una situación social que, desde algún tipo de criterio (necesidad, peligro, riesgo de
conflicto o daño inminente, incompatibilidad con normas y valores tenidos por básicos etc.) se
juzga insoportable, por lo que precisa cambio o corrección en una dirección determinada”. Se
trata de una propuesta muy genérica que Ruiz Ballesteros (en Aranda, 2012 pg.76) intenta
concretar así: “acción que desata un proceso de transformación dentro de un contexto social en
virtud de una argumentación justificativa que persigue una finalidad prefijada”. Una propuesta
similar hace Montagud (2012, pg.109): “se trata de una acción programada desde un marco
teórico definido con el fin de mejorar una situación dada, un problema”. Según este mismo
autor, al margen de la elección conceptual que se haga, en todas las definiciones se pueden
identificar tres componentes indispensables: la teoría que sustenta la acción, el conjunto de
técnicas que se aplican y los resultados esperados. Miranda (2012), por su parte, asume una
idea que es constante en el Trabajo Social y es que toda intervención social es una forma de
relación social en la que existen dos polos bien diferenciados: por un lado, el sujeto que
patrocina la intervención y, por otro, el objeto de esa acción, la persona que requiere la ayuda.
También parece existir un alto grado de acuerdo en que la intervención en trabajo social ha de
tener siempre un carácter psicosocial, esto es, debe “tratar de comprender cómo las personas
evolucionan y desarrollan su comportamiento en relación con otras personas y con el medio
socio-comunitario”. (Abad, 2005). Sin embargo, no siempre es así. Existen modelos de
intervención diferentes, y también concepciones diferentes de la intervención social y del propio
Trabajo Social. Si utilizamos como criterio de categorización el marco conceptual o ideológico
en que se inscriben las intervenciones sociales, podríamos diferenciar tres perspectivas no
necesariamente excluyentes:
a) Asistencialista-paternalista: su actuación se centra en las carencias ignorando las causas
estructurales que las generan. Por esta razón, aunque son actuaciones necesarias, no
propugnan ningún cambio social y la problemática de base se perpetúa en el tiempo.
b) Tecnocrática-burocrática: se desarrolla y consolida con la expansión de los Estados de
Bienestar en Europa y supone la profesionalización de las personas y las funciones para
atender la realidad social. Esto suele ir acompañado de una importante burocratización que
puede disminuir la capacidad de adaptación de las intervenciones profesionales a las
necesidades de las personas; el resultado habitual es que la ciudadanía acaba adaptándose a
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los criterios, tiempos, exigencias y recursos que ofrecen los sistemas de protección y no al
revés.
c) Democrática-emancipadora: su objetivo es capacitar a las personas para que, por ellas
mismas y desde la organización colectiva, puedan superar las dificultades y abordar los
conflictos que no les permiten un desarrollo pleno de su ciudadanía. Se trata de una
concepción centrada en la persona y en sus potencialidades para el crecimiento constante y
que tiene en cuenta las causas estructurales de los problemas.
Es obvio que la importancia de la metodología varía en función de uno u otro modelo, pero en
todo caso, siempre existe un procedimiento por simple que sea que guía la intervención
profesional.

1.2. LA METODOLOGÍA TRADICIONAL: CASO, GRUPO,


COMUNIDAD.

En los primeros momentos de la profesión, inicios del siglo XX, predomina el trabajo social
individualizado donde la intervención social se abordaba desde un método clínico inspirado en
el diagnóstico y las aportaciones de la medicina. Teresa Zamanillo sintetizaba así esta
orientación en el Trabajo Social:
“El problema social constituía la enfermedad del individuo y, por tanto, era necesaria una prescripción
social para curarse. Así, esta prescripción se definía a partir de un diagnóstico social realizado por el
«especialista» en trabajo social”. (Zamanillo, 1987)

Posteriormente, el interés profesional irá desplazándose hacia las interacciones y estructuras


sociales dando paso a los enfoques de grupo y comunidad. Se configuran, de este modo, lo
que se han venido denominando los métodos tradicionales o metodología tradicional en
Trabajo Social: el método de casos, el método de grupos y el método comunitario.

1.2.1. El Trabajo Social de Casos o individual

Aunque hunde sus raíces en teorías e ideas importadas de Europa, es Mary Ellen Richmond
quien, a través de la teoría expuesta en su obra “Social Diagnosis” ya mencionada, se
convierte en la pionera del Trabajo Social de Casos o Casework, y la que sistematiza por
primera vez un método específico para los trabajadores sociales que, según la autora, se
articula en tres fases o etapas: el estudio del caso, el diagnóstico y el tratamiento.
La finalidad del Trabajo Social de Casos es orientar las intervenciones sociales hacia la
mejora de situaciones sociales personales o familiares abordándolas en su especificidad.
Dichas situaciones pueden ser muy variadas puesto que se encuentran relacionadas con los
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diversos fenómenos de vulnerabilidad y exclusión y sus múltiples combinaciones - pobreza,


adicciones, desempleo, discapacidad, carencia de vivienda, fracaso escolar, violencia de
género y violencia doméstica, delincuencia, etc.
El protagonista es la persona y el proceso de intervención se centra en las relaciones
bidireccionales y dialécticas entre individuo-sociedad; y en la propia personalidad de los
individuos conformada en y a través de ideas, experiencias y conductas aprendidas en
contextos socioculturales concretos. Al destacar que esta estrategia tiene por objeto aplicarse a
las relaciones entre el individuo y la sociedad, se muestra no sólo la influencia que tiene el
medio social en el origen de muchos problemas, sino también el importante papel que en su
resolución pueden desempeñar todo tipo de instituciones y redes sociales.
Ello, sin embargo, no debe impedir comprender que la persona destinataria es una parte de
esa relación y que, por ello, debe también movilizar sus potencialidades y asumir
responsabilidades.
El Casework ayuda a las personas a enfrentarse con un problema, a cubrir una necesidad o
recibir una prestación, a tomar decisiones, a gestionar conflictos etc. Los medios que utilizamos
los y las profesionales para desarrollar nuestras intervenciones y conseguir los objetivos
marcados en cada caso son, según las necesidades particulares, la movilización de las
facultades del individuo, de los recursos apropiados de la comunidad o de ambas cosas a la
vez (Biestek, 1966).
Los instrumentos técnicos básicos que permiten poner en práctica cada fase del método de
casos son la entrevista y las gestiones del profesional.
La entrevista es el vehículo de la parte más significativa de las relaciones entre el trabajador
social y la persona o personas afectadas, puesto que se trata de construir conocimientos en
torno a la situación social que envuelve un problema, ya se trate de elaborar planes conjuntos o
de realizar un seguimiento de las acciones emprendidas. Esas entrevistas, además, pueden
realizarse en el marco de un servicio en el que ejerce el trabajador social o en el marco de
visitas al domicilio de la persona o familia.
El trabajador social de casos es un profesional que sabe reconocer las interacciones sociales
(con otros sujetos, con instituciones, etc.) que pueden ser útiles para comprender plenamente
los problemas y para identificar aquellas potencialidades del entorno que puedan contribuir a su
solución o mejora. Por ello, tratará de conocer las interacciones familiares, laborales,
económicas, educativas, sanitarias, del entorno comunitario, etc.
Las gestiones son el mecanismo que utiliza el trabajador social para movilizar todo tipo de
agentes sociales en pro de la aplicación exitosa del proyecto de mejora de la situación que se
haya elaborado, y para mediar a favor de intereses legítimos de la persona destinataria. Estas
gestiones pueden ser de muchos tipos: realización de informes, reunión y coordinación con
terceros, trámites para el acceso a los recursos, etc…
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Las gestiones son un componente importante de la actividad profesional de modo que el


trabajador social acaba por convertirse en un profundo conocedor de recursos sociales de todo
tipo (formales e informales) y en un experto en sacarles el mejor partido para beneficiar a las
personas con las que trabaja.
Por tanto, los retos profesionales en este método se encuentran relacionados con el
establecimiento de unas relaciones de calidad profesional-persona destinataria que permitan
realizar un análisis acertado y común de los problemas y de las situaciones sociales que le
rodean, la implicación/movilización del sujeto en un proyecto de mejora y la mediación
profesional en la reconstrucción de la esfera social del sujeto y en el acceso a la ayuda o
recursos institucionales.
1.2.2. El Trabajo Social de Grupos

Este método, como su propio nombre indica, se centra en el grupo –un conjunto de
personas interdependientes cuya interacción les hace compartir objetivos comunes
(Fernández, 2005)- y hace hincapié en la educación, en el desarrollo y en el crecimiento
cultural de los miembros del grupo.
Los precedentes del Trabajo Social de Grupos se remontan a experiencias con jóvenes
y niños en centros parroquiales y vecinales. A través de las actividades de estos grupos, se
aportaban las potencialidades para el desarrollo emocionalmente sano de la personalidad y
para el establecimiento de relaciones sociales satisfactorias.
Durante 1934, en Estados Unidos, se organizó la Primera Conferencia Nacional de
Servicio Social cuyo objetivo fue el estudio de esta nueva perspectiva de intervención. Su
aceptación como método específico se concreta en 1936 en la Conferencia de Montreal.
Gisela Konopka, una de las autoras más importantes relacionadas con los inicios de este
método, lo define como aquél que “ayuda a los individuos a mejorarse en su funcionamiento
social a través de intencionadas experiencias de grupo y de su comunidad”. (Konopka, 1968).
Así, el trabajo social de grupo es una estrategia para abordar problemas sociales
personales mediante la organización de situaciones grupales y cuyo destinatario es el
individuo. El grupo aparece como un medio estratégico en el cual aprender o modificar
las relaciones que el individuo establece con su entorno social. La situación grupal que
se construye vendría a ser un referente de situaciones sociales o microsociales.
El trabajo social de grupo concentra su interés en las relaciones que establece el individuo en
un grupo y también en el grupo como resultado de esas relaciones interpersonales:
“La sesión de grupo es de fundamental importancia: el grupo es tanto el medio como el contexto de
tratamiento. Como medio, constituye un vehículo a través del cual se pueden movilizar las interacciones e
influencias entre las personas para afectar a los clientes participantes. Como contexto, ofrece oportunidades para
interacciones directas entre asistente social-cliente, las cuales pueden contribuir al cambio. Con el fin de que el
grupo sirva como medio eficaz de tratamiento, el mismo grupo se convierte en el foco de intervención”. (De
Vinter, 1969).
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Por tanto, el centro de interés de esta metodología radica en los grupos socio-
terapéuticos y socio-educativos que tienen como objetivo prioritario el beneficio de los
participantes en el grupo. Hay una gran variedad de objetivos que se abordan con estas
propuestas metodológicas: apoyo a personas que se enfrentan a circunstancias personales o
sociales difíciles, grupos por el cambio individual (ayudar a violadores para que no reincidan,
apoyar a personas institucionalizadas a adquirir habilidades para la convivencia en sociedad,
afirmar la personalidad, modificar actitudes de personas toxicómanas, mejorar la
autoestima…), grupos educativos, de información y formación, grupos de tiempo libre, grupos
de apoyo, recreativos, de rehabilitación, educativo-correctivos para corregir conductas, de
resolución de problemas, etc…
Además de como medio de tratamiento, el grupo también aparece como instrumento para
valorar y/o diagnosticar necesidades, habilidades, comportamientos, etc…
Los autores del Trabajo Social de Grupo constatan que los retos profesionales en este
abordaje están relacionados con la constitución de entornos grupales (la selección y
motivación de los miembros, del proceso de diagnóstico personal y grupal), con la
conducción dinámica de las sesiones alrededor de actividades concretas, con la
evaluación personal y grupal (reconsideración de objetivos, resultados y procesos).
El Trabajo Social de Grupo emplea el conocimiento del individuo y del grupo, y se vale de
programas y medios diversos, tales como manualidades, juegos y otras actividades creativas,
para producir el cambio en el individuo.
El método incluyó el empleo consciente, por el trabajador social, de las relaciones entabladas
entre los miembros del grupo y entre ellos y su propia persona. Actúa principalmente por medio
de su participación en el proceso de interacción que se produce entre los individuos que
constituyen el grupo, pero él no es un miembro más que se identifique totalmente con los
demás y se deje absorber por las actividades del grupo como tal.
Son diversas las propuestas sobre el procedimiento basado en la dinámica grupal, pero
recogeremos a continuación la que realizan Fernández y López (2009, citado en Fernández y
Ponce de León, 2014) que articulan en cinco fases:
1. Diseño del grupo: analizar las carencias y dificultades del grupo, sus características y
las metas que se pretenden trabajar.
2. Fase inicial: inclusión de los integrantes del grupo y orientación sobre el objetivo
concreto de la actividad diseñada.
3. Fase de transición: marcada por la interacción y la búsqueda del equilibrio entre los
miembros del grupo haciendo especial hincapié en los factores de incertidumbre, negociación
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de poder y gestión de conflictos para afianzar la cohesión, establecer las normas y afrontar las
resistencias.
4. Fase de trabajo y correspondencia: consecución de las metas establecidas, apoyo
mutuo y progresividad, gradualidad y reversibilidad. En esta etapa se refleja la idiosincrasia del
trabajo social con grupos pues se trata de capacitar a las personas para el desarrollo de
habilidades que les permitan enfrentarse satisfactoriamente a sus propios retos, elevando su
competencia social y el reconocimiento personal.
5. Fase de separación: momento de disolución del grupo en que hay que estar atengo al
momento adecuado para la ruptura y el control de las reacciones que esta pueda provocar en
los miembros. También se debe realizar la evaluación de la actividad grupal.
Las funciones del trabajador social de grupo son guiadas por su comprensión profesional de la
vida del grupo y de la necesidad de ayuda de cada uno de sus miembros. Para ello ha de
combinar el conocimiento de la dinámica grupal y de la individual de manera que ello le permita
un diagnóstico global. Para esto, el profesional debe ser consciente de su rol en el grupo y
controlar sus impulsos personales, sus valores y sus preferencias y concentrarse en hacer
posible que los miembros del grupo obtengan los logros y las satisfacciones personales y
culturales que el grupo y sus actividades ofrezcan. Ruby B. Pernell ha clasificado la destreza o
pericia propia de esta metodología en dos categorías fundamentales: procedimental e
interactiva.
La destreza procedimental entraña el uso del método científico: el proceso de reunir los
hechos, valorarlos y establecer los objetivos para los individuos y para el grupo. Se basa en: a)
un conocimiento de la dinámica del individuo, de la dinámica y el proceso del grupo y de los
sistemas sociales en que se mueven y b) en las capacidades de escucha, observación y
comprensión del profesional.
La destreza interactiva consiste en el empleo de los medios a través de los cuales el
profesional hace eficaz su trabajo. Se basa en sus convicciones éticas propias y en las de su
profesión y en el arte de saber usarse a sí mismo en un proceso de ayuda. Según Pernell,
comprende “aquellas respuestas del comportamiento apropiadas a las necesidades del
individuo y del grupo (…)”.
Cabe señalar que en cuanto al proceso del trabajo grupal es fundamental la adecuada
selección de los individuos que lo habrán de componer de acuerdo a diferentes factores y
criterios como la edad, el sexo, problemática común, sistema de valores, estilos de vida, etc…
Una vez definidos sus integrantes, la planificación del proceso de trabajo exige también tener
en cuenta el tamaño, la composición, las reglas de funcionamiento, el tiempo y lugar de
reunión, el liderazgo, duración del grupo, etc…

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1.2.3. Trabajo Social Comunitario

Según Fernández y Ponce de León (2014, pog. 176)), “el Trabajo Social Comunitario se utiliza
cuando en una comunidad se detecta un problema social que afecta a un gran número de
personas que comparten las mismas preocupaciones en una localidad concreta y en un
momento determinado. Los contenidos que tiene en cuenta el profesional están relacionados
con los derechos colectivos e individuales para la consecución de un mayor bienestar con
proyectos de promoción comunitaria, campañas de mentalización y con la creación de
comunidades capaces de fortalecer sus capacidades, confianza, autonomía y protagonismo
para impulsar cambios positivos en las situaciones en las que viven para lograr sus metas”.
Con él se pretende orientar el abordaje de situaciones sociales colectivas mediante la
organización y la acción asociativa. Se enfrenta a la tarea de constituir (crear) y mantener un
grupo en torno a la elaboración y a la aplicación de proyectos de desarrollo social.
El tipo de grupo u organización que se desee constituir puede ser simple –un grupo o
asociación concretos- o complejo como un intergrupo (una coordinadora, una plataforma, un
comité, etc…).
Esta primera aproximación descriptiva del Trabajo Comunitario debe ser completada con una
identificación de las grandes dimensiones de que se compone este abordaje. Dumas y Seguiré
(1997) diferencian en el seno de la acción comunitaria tres procesos: el proceso de
concienciación, el proceso de organización y el proceso de movilización.
Para algunos autores es el segundo proceso, o más bien la segunda dimensión, la más
relevante y característica de este método. En esta estrategia, las operaciones de conocimiento
y planificación adquieren una relevancia especial y se considera esencial convertirlas en una
oportunidad de acción de los miembros del grupo para conseguir su identificación e implicación
en el propio grupo y en su proyecto.
En el trabajo comunitario el protagonismo recae en el grupo y el abordaje se concentra,
por un lado, en las relaciones funcionales dentro del propio grupo y, por otro, en las relaciones
de éste con la sociedad (con otros grupos, con instituciones, etc.).
La persona y las situaciones sociales personales tienen un papel secundario. Lo importante
son las situaciones sociales colectivas y el sujeto colectivo que se pretende construir
como un sujeto autónomo con voluntad específica que se manifiesta en las decisiones y
acciones grupales. No obstante, los resultados de una acción comunitaria genuina se
extienden también y de manera amplia a sus participantes individuales.
La dimensión metodológica de la intervención en Trabajo Social Comunitario se desglosa en
cinco fases cronológicas y dialécticamente relacionadas. La primera viene dada por el análisis
de la situación y la delimitación del problema; la segunda supone el análisis y autodiagnóstico
comunitario; en tercer lugar se diseña un proyecto racional de cambio con propuestas y
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alternativas que se ejecutará en la cuarta fase; y, finalmente, se deberá tener en cuenta desde
el inicio la realización de una evaluación continuada y una evaluación final que dé cuenta de los
resultados y ayude, en su caso, a introducir las mejoras oportunas.
Esta estrategia metodológica exige una reflexión constate y profunda sobre los nuevos
desafíos estructurales que condicionan la sociedad actual. En este sentido, el profesional debe
estar en continuo reciclaje teórico y práctico para adaptarse a los fenómenos y cambios de una
sociedad cambiante y compleja.
El Trabajo Social Comunitario se asienta sobre el concepto de autogestión y, por tanto,
sin un sujeto colectivo autónomo, no podemos hablar de trabajo con la comunidad. Las
prácticas de organización comunitaria son aquéllas que priman la participación de la gente en
el conjunto de operaciones necesarias para poner en marcha y aplicar un proyecto- se participa
organizándose- y que están orientadas a los objetivos propios del Trabajo Social: el desarrollo
social.

1.3. LOS MÉTODOS INTEGRADOS


A medida que se avanza en la conceptualización y delimitación de los métodos tradicionales,
muchos profesionales van a considerar que esa escisión de la intervención (individuo, grupo,
comunidad) es una separación artificial incapaz de encontrar puntos de contacto con
problemáticas que, en ocasiones, participaban de etiologías similares. Esto, junto con otros
elementos que luego veremos, hace que, a partir de los años 60 del S.XX, se inicie un
movimiento crítico con respecto a las limitaciones que la metodología tradicional presenta. Esta
iniciativa crítica, denominada Reconceptualización, pone de manifiesto las contradicciones
sociales y de dependencia estratégica en las que se encuentran algunos países
latinoamericanos y europeos en su relación con los Estados Unidos. Con respecto al Trabajo
Social, dicha corriente de pensamiento cuestiona la influencia -calificada de “colonialismo
ideológico y cultural”- por parte de los norteamericanos.
La Reconceptualización –sustentada en ideas marxistas y cristinas-, implicó la revisión
científica de las técnicas, metodologías, procedimientos operativos, modelos, categorías de
análisis y la formación de los trabajadores sociales, así como la búsqueda de alternativas
científicas de intervención que contribuyesen a la transformación de las situaciones-problema
en las que los y las profesionales del trabajo social actúan. El resultado de este movimiento
crítico llevó a buscar nuevas formas de abordar la intervención social, teniendo en cuenta los
problemas reales de la población y los contextos históricos concretos.
Desde esta perspectiva, entre 1965-1969, se realizan una serie de críticas fundamentales a la
Metodología Tradicional y se analizan cuáles fueron sus consecuencias para la profesión, cuya
síntesis se presenta en el siguiente cuadro:
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CRÍTICAS A LA METODOLOGÍA TRADICIONAL

Los modelos no se ajustan a la propia realidad

Pasar de los principios de transformación, prevención y/o educación, a sostener la realidad existente.
Sustituyen la idea científica por la de tecnología y burocracia, sin preocuparse por identificar y explicar los
fenómenos sociales. Ello permitió ceder campo de trabajo y posiblemente el “objeto” de conocimiento a otras
disciplinas sociales.

Centrarse más en los aspectos patológicos que en los de salud.

Centrarse en la práctica por la práctica. Se dejó de lado la investigación no produciendo teoría propia y, por tanto,
no sometiendo a verificación las teorías incorporadas por otros campos del conocer, las cuales fueron aceptadas
como dogmas.

Se escindió la Unidad del Trabajo social en tres “métodos” cuando tales métodos no existen, ya que son técnicas y
procedimientos aplicados a unidades de trabajo inter-vinculadas.

Mantener la neutralidad valorativa condujo al no compromiso había con la profesión.


Fuente: Barrera Algarín, Evaristo (2055): Metodología del Trabajo Social. Pag. 49)

A partir de estas críticas los métodos clásicos de caso, grupo y comunidad empezaron a
considerarse como abstracciones que sectorializaban la realidad sin tener en cuenta que el
individuo, el grupo o la comunidad, como tales, no existen sino en contextos más amplios con
los que el individuo establece una interrelación dinámica, constante e inseparable. Como
consecuencia de todo esto, se planteó la necesidad de un trabajo de sistematización que
permitiera conceptualizar, definir y operativizar un método de trabajo social flexible, dinámico,
que permitiera superar dicha compartimentalización.
A su vez, se quiso que el nuevo enfoque metodológico fuese capaz de asumir los problemas en
su globalidad y con todas sus implicaciones. Estas reflexiones llevaron a diversas propuestas
de reformulación metodológica (Montserrat Colomer en España, Natalio Kissnerman en
Argentina, Alwin de Barros en Chile…) y a la definición del Método Integrado, Método Básico
o Estructura Básica de Procedimiento. Este Método Básico es un procedimiento general que
implicaba, además, el estudio de la realidad social atendiendo más a los factores estructurales
que generan los problemas sociales de pobreza y exclusión que a su origen estrictamente
individual.
Lo más importante es que, aunque se diseñaron diferentes versiones de este método
básico, todas coincidían en dos objetivos fundamentales. Por un lado, pretendía realizar
una aproximación lo más exhaustiva y científica posible a la realidad, de forma que ésta se
estudiara de forma global y totalizadora para, posteriormente, realizar una correcta planificación
de la intervención. Por otro, su pretensión era dotarse de contenido crítico de forma que su uso
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Bloque 1. INTRODUCCIÓN

permitiera no simplemente el tratamiento de cada situación concreta, sino una intervención


orientada a la transformación de las condiciones sociales que impedían el libre desarrollo y la
superación de las dificultades de los individuos y grupos. Esta necesidad de transformación
social hizo que los trabajadores sociales que se identificaban con el movimiento de
Reconceptualización, se autodenominaran “agentes de cambio”, siendo su máximo interés,
superar los conceptos de ajuste y adaptación del individuo al medio, pretendiendo así
abandonar una práctica social funcionalista en favor de otra crítica, mucho más comprometida
y dialéctica.
El Método Básico está siendo cada vez más cuestionado como consecuencia del uso que se
está haciendo de él en la práctica cotidiana, pero, aunque toda idea debe ser revisada, es
probable que el Método Básico se esté desvirtuando como instrumento metodológico por la
excesiva burocratización del Trabajo Social.
Superadas sus propias contradicciones, este movimiento ha alcanzado ya cierta madurez y de
manera general se acepta la existencia de una estructura común a diferentes abordajes como
un componente esencial del método. Este método básico, único, general, o integrado, según
los diferentes autores, no implica la idea de que sólo hay una forma posible de intervenir
sobre la realidad social, es decir, de que sólo existe un método en Trabajo Social. Lo que
se pretende es poner de manifiesto que, independientemente de los métodos que se
utilicen, el procedimiento general de todos ellos es básicamente el mismo y se expresa
en las siguientes fases o etapas metodológicas:
a) Estudio o Conocimiento del campo de actuación
b) Interpretación Diagnóstica (valoración profesional)
c) Planificación/programación
d) Ejecución
e) Evaluación

Por tanto, cuando se habla del método profesional nos referimos a un conjunto de
operaciones concatenadas en un mismo proceso, orientado a la transformación de las
distintas realidades sociales que son objeto de trabajo profesional específico. Es una
forma de proceder sistemática que imprime un carácter específico a la intervención profesional
a cualquier nivel donde se observe: individual, familiar, grupal, sectorial, comunitario y
colectivo. En todo caso, estos momentos metodológicos, en su aplicación empírica, se dan de
forma relacional. El método único presenta algunas diferencias en su estructura metodológica
respecto a los métodos tradicionales y señala objetivos profesionales como la transformación
social, a través de la acción racional, realizada por personas que han tomado conciencia de su
valor y de su dignidad personal. De él nos ocuparemos en el tema siguiente.

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El Método de Intervención en Trabajo Social
Bloque 1. INTRODUCCIÓN

Este procedimiento general fue formulado en España en los años setenta del siglo XX. En el
Diccionario de Trabajo Social (2012, pg. 327) se considera que “con vocación claramente
pragmatista y basado en la planificación social, este método tenía como objetivo fundamental
enseñar al profesional un proceso de intervención eficaz, tanto de cara a la atención
individualizada como al trabajo dirigido a la comunidad. Por este motivo, cuatro serían sus
características principales: a) básico, porque lo utiliza el profesional para su actuación en el
trabajo de atención directa; b) único, en el sentido de que a cualquier nivel (individual, grupal o
comunitario) se seguirá el mismo proceso, aunque con distintos instrumentos y con diferentes
objetivos operacionales; c) abierto, ya que permite una acomodación e incorporación de
metodologías y técnicas específicas, y d) operativo, porque marca una pauta de actuación
profesional”.
Existen algunos aspectos que es necesario aclarar con respecto al proceso metodológico en
Trabajo Social antes de ver en qué consisten cada una de sus fases.
En primer lugar, el procedimiento del Trabajo Social no debe ser visto como una secuencia
obligada sino como un conjunto de operaciones enormemente dinámicas, que se
superponen unas a otras, que pueden desarrollarse de manera sucesiva pero también de
manera simultánea.
En segundo lugar, el método debe adecuarse a las características del objeto de acción. Por
lo tanto, para poder definir las características propias del método en trabajo social es necesario
considerar el conjunto de elementos específicos de las situaciones a las que queremos
responder. Entre estos elementos son fundamentales:
- El carácter interdependiente de los problemas sociales, ya que la problemática a
abordar tiene siempre connotaciones de carácter social, económico, cultural, en una malla de
interrelaciones. Todo problema social debe ser analizado considerando la estructura
económico-social en la que se inserta y no desde una perspectiva exclusivamente interna. Las
relaciones estructurales de los problemas sociales son siempre múltiples y dialécticas. El
método debe tener un carácter integral y totalizante para responder a esta característica.
- La multiplicidad de variables que es necesario considerar al analizar un problema social:
variables internas que configuran el problema y variables externas que condicionan la forma
como éste se expresa.
- La dinámica propia de la realidad social que está en permanente modificación y cambio.
Es fundamental aquí la flexibilidad que debe tener el método en todas sus etapas.
- El papel básico de la participación en toda acción social.
- La necesidad de educación social que exige el desarrollo de una metodología que
genere participación y que permita ir capacitando a las personas y grupos para el ejercicio de
una acción racional.
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El Método de Intervención en Trabajo Social
Bloque 1. INTRODUCCIÓN

La norma metodológica es que el método debe adecuarse al problema. Ello implica no perder
de vista que éste es sólo un instrumento para acercarse a las personas y su realidad y alcanzar
los objetivos del trabajo social.
En tercer lugar, el método implica una estructura, pero también es un proceso. Aunque ambos
términos suelen utilizarse como sinónimos y aun cuando están estrechamente relacionados, no
pueden confundirse. En el sentido obvio y corriente de modo u orden general o establecido de
hacer algo, el método se refiere siempre a la actuación del trabajador social, es decir, a lo que
éste hace, cómo y cuándo, si quiere desempeñar su papel y cumplir con su deber profesional.
El proceso, en cambio, implica una serie de acciones sucesivas, basadas en una variedad de
fuerzas, entre las cuales los conceptos, los métodos y la aplicación de los principios del Trabajo
Social juegan un papel importante. El proceso de trabajo social entraña la continua interacción
entre la persona que necesita ayuda y el /la profesional cuando intervenimos a nivel individual y
familiar en las entrevistas, el diagnóstico y el tratamiento; la interacción de los miembros del
grupo entre sí y con el profesional cuando intervenimos a nivel grupal; y la interacción entre los
diferentes grupos e individuos en el trabajo comunitario.
En cuarto lugar, la actividad profesional en trabajo social se orienta en base a medios y
criterios científicos tal y como lo expresa Barbero (2003, pg.394-395). El método se
comprende entonces como un instrumento para realizar un mejor ejercicio profesional, pero
esto no se consigue sólo con una buena estructura de operaciones.
Así, en quinto lugar, necesitamos también orientaciones de las interacciones del Trabajador
Social, de las relaciones que debe establecer, puesto que de ellas depende toda la empresa.
De ahí la importancia de reflexionar sobre algunas de las actitudes profesionales que permiten
un adecuado uso y aplicación del método.
a) La implicación como estilo relacional y como vehículo del mejor Trabajo Social.
b) La dialogicidad frente a la prescripción: construir la mirada intersubjetiva.
c) El desarrollo del procedimiento como construcción de la “palabra común”.
d) La diversidad de puntos de vista y la cientificidad.
e) Actitudes propias de una pedagogía participativa: convertir las operaciones del
procedimiento en oportunidad de acción de las poblaciones.
f) El proyecto de influencia del trabajador social.
g) El Trabajo Social es proactivo y persigue “objetivos de proceso”.
La visión reconceptualizadora, vista con el paso del tiempo, no supuso, al final, la
transformación social que pretendía: la creación de una sociedad más justa desde el punto de
vista social. Algunos autores sitúan el declive de esta perspectiva, con matices, a finales de los
años 70 del siglo pasado. Una vez producido su colapso, la formación en las distintas escuelas
de Trabajo Social se escindió en múltiples direcciones generando una gran diversidad de
concepciones de la práctica. Esta amplitud de propuestas se ha traducido en una excesiva
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El Método de Intervención en Trabajo Social
Bloque 1. INTRODUCCIÓN

especialización –modelo de intervención- que habilita para atender problemáticas específicas,


pero, al mismo tiempo, vuelve a separar artificialmente realidades que se consideran
imprescindibles para una comprensión global e integradora de fenómeno social.

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