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administrativo
por MARIO JOSÉ MIRANDA
29 de Julio de 2013
www.infojus.gov.ar
Id SAIJ: DACF130201
I Introducción A pesar de reconocerse que la institución del precedente administrativo tiene
una importante trascendencia en su faz práctica, su problemática no ha sido motivo de
preocupación teórica por parte de la doctrina sino recién a partir de la primera mitad del
siglo XX, cuando comienzan a aparecer los primeros estudios específicos sobre esta
materia (1).
Los siguientes apuntes girarán pues en torno al "precedente administrativo" y tendrán por
objeto tratar de precisar al mismo, distinguiéndolo de otras figuras afines con las que suele
confundírselo, para luego examinar cual es el tratamiento que al mismo le ha dado la
doctrina y la jurisprudencia.
En el plano nacional, apunta Cassagne (con cita de Garrido Falla), que también existen
diferencias entre "practica administrativa" y "precedente administrativo" al decir que "...
mientras el precedente consiste en una resolución sustantiva de la Administración, las
prácticas administrativas constituyen normas usuales de eficacia interna que observan los
agentes públicos en la ejecución de su actividad...." (9). Así también parece entenderlo
Montarón Estrada, quien dice que las llamadas prácticas administrativas son
"....comportamientos habituales, relevantes y repetidos en el tiempo de los distintos
órganos de la Administración, y crean en el administrado la expectativa de que la
Administración actúe conforme a esa práctica. El precedente administrativo, en cambio,
constituye el resultado de esa práctica (actos sucesivos, reiterados en un mismo sentido)
observada por la Administración que se concreta en uno o más actos determinados
(decisiones, resoluciones, etc.)...". (10).
En la nota al fallo "Vigilante" del TSJ de Córdoba, Viale apunta que son los principios de
legalidad, igualdad y seguridad jurídica los que determinan la obligatoriedad de la
observancia del precedente por parte de la Administración (11). En el mismo sentido,
Dromi afirma que la fuerza vinculante del "precedente administrativo" abreva en los
principios de igualdad y buena fe, que exigen un trato administrativo no discriminatorio
(12); mientras que Tawil señala que "La vinculación de la Administración con el precedente
se basa en los siguientes argumentos: a) la seguridad jurídica y la confianza del tráfico
jurídico, b) el principio de igualdad y la regla "venire contra propium non valet", c) el
principio de la discrecionalidad y de la autonomía de la Administración, ámbitos en los
cuales existe la posibilidad de la autoformación, autovinculación mediante el
precedente..."(13) Como podemos apreciar, casi todos los fundamentos apuntados
constituyen principios generales del Derecho, los cuales, sin lugar a dudas se vinculan
directamente con la actuación de la Administración. No resulta ocioso recordar que para
Ronald Dworkin un sistema jurídico no está compuesto sólo por reglas sino también por
otro tipo de normas, los "principios", que se distinguen de las primeras por cuanto su
aplicabilidad a un caso no es una cuestión de todo o nada -o es aplicable o no lo es- sino
que depende del peso relativo del principio en contraste con el de otros principios
relevantes (14). Este último aspecto lo veremos con mayor detenimiento cuando
abordemos la cuestión relativa al abandono del precedente por razones de interés público.
Párrafo aparte merecen los llamados "falsos fundamentos del precedente", como son la
doctrina de los actos propios, la equidad y la analogía. En efecto, ante la inobservancia de
un precedente administrativo, la primera idea que suele venir a la mente es la de una
violación de la teoría de los actos propios, ya que se entiende que la Administración entra
en contradicción con otra anterior conducta suya en sentido contrario ("venire contra
factum proprium non valet") Sin embargo, conviene no confundir los tantos. Como señala
Viale en su citado trabajo, a pesar de algunas similitudes, la diferencia fundamental se
encuentra en que esta teoría hace referencia a una misma relación o vinculación jurídica,
mientras que el precedente casualmente tiene como horizonte distintas situaciones
jurídicas. Díez-Picazo también lo señaló diciendo que se trata de una técnica que opera
dentro de una misma relación jurídica; por el contrario, cuando hablamos del precedente
administrativo, se alude por definición a relaciones jurídicas distintas. En igual sentido se
pronunció Ortiz Díaz, ya que para la debida aplicación de la regla "venire contra factum
propium non valet", es necesario, dijo, que exista demostrada una íntima relación de causa
a efecto, entre el acto efectuado y el que posteriormente se realiza o con las
consecuencias de aquél, con pleno conocimiento consentidas; más en el caso del
"precedente", el acto predecesor puede no tener relación en absoluto con el ulterior.
Principios tales como la equidad y la analogía también suelen pensarse como relacionados
directamente con el precedente administrativo. Veamos en qué consisten. La equidad está
emparentada etimológicamente con la igualdad, que es el fundamento principal del
carácter vinculante del precedente administrativo. Pero la equidad no regula por sí misma
las relaciones jurídicas, sino que es la interpretación prudente y moderada de la ley según
las circunstancias de tiempo, lugar y persona; simplemente atempera el posible rigor de los
efectos de las normas.
Por su parte la analogía, prevista en el art. 2 del Anteproyecto del Código Civil y Comercial
de la Nación (15), encuentra su fundamento último en el viejo brocado latino ubi est eadem
ratio, ibi est eadem dispositio; es decir, el Derecho debe dar la misma solución en todos los
casos en que se plantee un problema similar. No obstante, señala Díez-Picazo que la
analogía es inaplicable al tema que nos ocupa, porque es una técnica de integración de las
lagunas del ordenamiento. Cuando hablamos de que se conculca un precedente, hacemos
referencia a una actuación administrativa diferente de otra anterior recaída en un caso
similar. Pero con respecto a ninguna de las dos actuaciones administrativas existe una
laguna del ordenamiento, susceptible de ser integrada mediante la analogía, so pena de
que constituyan una vía de hecho.
a) identidad subjetiva: identidad que sólo es exigible respecto de uno de los sujetos de la
relación jurídico-administrativa, esto es la Administración. No se precisa, en cambio,
identidad subjetiva del administrado, ya que justamente la ausencia de ésta constituye un
rasgo característico del precedente.
Un caso interesante puede plantearse con respecto a la alegación como precedente, frente
a un ente descentralizado, de una actuación de control sobre el mismo proveniente del
Poder Ejecutivo a través del recurso de alzada previsto. Autores como Díez-Picazo se
pronuncian por la afirmativa siempre que se cumplan los demás requisitos de aplicabilidad
de la doctrina del precedente.
d) la legalidad del precedente: constituye otro límite negativo de suma importancia. Así lo
dice Montarón Estrada al afirmar que el precedente administrativo autovincula a la
Administración siempre que no sea contrario a ninguna norma (17). En igual sentido, cabe
citar la doctrina del TSJ de Córdoba, a través de su Sala Contencioso Administrativa, en la
ya citada causa "Vigilante, Alfonso A. c/ Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de
Córdoba" (18), donde el cimero tribunal sostuvo que "la viabilidad de los precedentes
administrativos suponen la exigencia jurídica de legalidad..." V El apartamiento del
precedente. Condiciones.
Viale sostiene que la Administración "... puede cambiar de criterio para adecuar su
accionar a la realidad y a la eficiencia que debe considerarse ínsita a la función
administrativa...", siempre y cuando dicho viraje no sea arbitrario, razón por lo cual se
requiere que los cambios "... sean debidamente causados y motivados, y que tengan un
efecto general y abstracto, de manera que no se quiebre el principio de igualdad..."(19)
Cassagne lo explica mejor señalando que el apartamiento de los precedentes
administrativos por parte de la Administración hallase sujeto al cumplimiento de
determinadas condiciones (20) 1) La modificación de una práctica o precedente
administrativo debe hallarse precedida de una motivación que exteriorice las razones
concretas que han conducido a esa decisión. Con ello se pretende controlar la desviación
de poder o arbitrariedad encubiertas que puedan tener ciertos actos administrativos. Como
lo señala Ortiz Díaz, "la obligatoriedad para la Administración de motivar el acto
administrativo quebrantador del "precedente" de decisiones anteriores representa un freno
contra la arbitrariedad y constituye una garantía tanto para la Administración como para el
administrado...". Asimismo, la motivación facilitará el eventual control judicial del acto
administrativo que se aparta de precedentes anteriores.
En la provincia de Córdoba, el art. 98 de la LPA (Ley 5350. T.O Ley 6658), bajo el título de
"motivación", establece que "todo acto administrativo final deberá ser motivado, y
contendrá una relación de hechos y fundamentos de derecho, cuando: a) decida sobre
derechos subjetivos; b) resuelva recursos; c) se separe del criterio seguido en actuaciones
precedentes, o del dictamen de órganos consultivos.
Ha señalado el TSJ cordobés en los autos "Patiño de Chávez" (21) que "... la normativa es
suficientemente clara cuando hace referencia a algunos tipos de vicio, sin embargo es
confusa cuando se refiere en general a los vicios en la causa y en el objeto, en lo que
respecta a las razones de derecho. Ello, por cuanto tales vicios, para la sistemática de la
ley, pueden ser tanto de nulidad absoluta (violación de las normas establecidas legal o
reglamentariamente para su dictado) como de nulidad relativa (violación de la ley en
cuanto al fondo del acto). En consecuencia, para considerar la índole del vicio debe
acudirse a los principios generales en la materia, suficientemente acuñados por el resto de
las normativas vigentes, la doctrina y la jurisprudencia. De tal manera, según la gravedad y
ostensibilidad del vicio dependerá su correcto encuadre dentro del supuesto de nulidad
absoluta o relativa..." En el caso específico del precedente, al existir una violación de
ciertos principios generales del derecho (determinantes de la utilización que debe hacerse
de las potestades administrativas), entiendo que nos encontraríamos ante un vicio de la
causa del acto administrativo. Esta es por ejemplo la postura de Barra, para quien el
precedente es parte integrante, en la estructura interna del acto administrativo, del
elemento causa, a los efectos de la toma de decisión y de la valoración de la validez del
acto, formando parte de la garantía del debido proceso sustantivo Además, si se incumple
con el deber de motivar las actuaciones administrativas que se separen del criterio seguido
en actuaciones precedentes, ello puede dar lugar a una indefensión del administrado, y por
lo tanto dicha omisión determina un acto nulo por haberse "...violado sustancialmente los
principios que informan los procedimientos y normas establecidas legal o
reglamentariamente para su dictado".
Este es precisamente uno de los supuestos que llevó a Díez-Picazo a matizar la afirmación
de que sólo en el ámbito de la actividad discrecional puede operar la técnica del
precedente. Concretamente, señaló que "... incluso cuando nos hallamos ante una
potestad reglada, siempre es necesaria una previa interpretación de la legalidad para
poder aplicar esa potestad. Y toda interpretación entraña algún margen de
discrecionalidad. La Administración realiza normalmente esa previa interpretación de la
legalidad a través de la reiteración de actuaciones basadas en los mismos criterios
hermenéuticos. Da lugar, de este modo, a un precedente, al que podemos llamar
convencionalmente interpretativo, de tal manera que la Administración se encuentre
obligada a interpretar la legalidad y, en consecuencia, a actuar siempre en un mismo
sentido..."(23) Coincidentemente con lo expuesto, al emitir su voto en la causa "Martínez
Castro" (24), el juez Pedro Coviello afirmó que "... Si un decreto constituye un precedente
sobre la interpretación dada a un número de casos de la misma homogeneidad que el
presente, comporta, en cierto sentido, una forma de autoformación o autovinculación de la
Administración sobre la aplicación del ordenamiento a una situación específica..." Todo lo
afirmado anteriormente se relaciona con el llamado "principio de predictibilidad", plasmado,
por ejemplo, en el art. VI, del Título Preliminar, de la Ley del Procedimiento Administrativo
General N° 27.444 del Perú, el cual, bajo el título de "Precedentes Administrativos",
establece que "1. "Los actos administrativos que al resolver casos particulares interpreten
de modo expreso y con carácter general el sentido de la legislación, constituirán
precedentes administrativos de observancia obligatoria por la entidad, mientras dicha
interpretación no sea modificada. Dichos actos serán publicados conforme a las reglas
establecidas en la presente norma; 2. Los criterios interpretativos establecidos por las
entidades, podrán ser modificados si se considera que no es correcta la interpretación
anterior o es contraria al interés general. La nueva interpretación no podrá aplicarse a
situaciones anteriores, salvo que fuere más favorable a los administrados. En todo caso, la
sola modificación de los criterios no faculta a la revisión de oficio en sede administrativa de
los actos firmes".
No obstante, el propio autor español nos dice que esta solución tropieza con un grave
problema teórico: ¿cómo se puede recurrir una actuación administrativa que nació
perfectamente válida y, como tal, ha estado produciendo sus efectos normales durante un
cierto tiempo? No es posible aducir que se trata de una situación de pendencia o de
validez condicionada. Quizá la solución a este problema esté en afirmar que surge una
causa sobrevenida (la conculcación a posteriori de ciertos principios generales del
Derecho) que hacen recurrible una actuación administrativa perfectamente válida hasta
ese momento. La existencia real de esa causa sobrevenida es la que debe probar el
interesado, utilizando para ello la doctrina del precedente administrativo.
Ortiz Díaz señala que en la hipótesis del consiguiente debería incluirse un nuevo motivo de
interposición del recurso de revisión administrativa; más considero que tal hipótesis
encuadra, de modo general, en la estructura actual del recurso de revisión, por lo menos
en la Provincia de Córdoba ("...cuando aparezcan documentos de valor decisivo para la
resolución del asunto, ignorados al dictarse el acto o en tal momento de imposible
aportación al expediente..." - art. 89 inc. "b" LPA) y con cierto esfuerzo interpretativo en el
orden nacional ("...cuando después de dictado se recobraren o descubrieren documentos
decisivos cuya existencia se ignoraba o no se pudieron presentar como prueba por fuerza
mayor o por obra de tercero... - art. 22 inc. "b" LNPA). De todos modos, estimo sería más
adecuado que se contemplara expresamente como causal de revisión la hipótesis del
consiguiente.
Respecto de su función práctica, el TSJ sostuvo que "... la técnica del precedente es útil
para controlar en determinados supuestos el ejercicio de la función administrativa y evitar
la arbitrariedad. En esencia, es un medio idóneo para tutelar los principios de igualdad,
buena fe y seguridad...".