El autor Diez Picasso lo define “[…] aquella actuación pasada de la Administración
que, de algún modo, condiciona sus actuaciones presentes exigiéndoles un contenido similar para casos similares”. Es decir, aquellas resoluciones emitida de máxima instancia en la etapa administrativa sea un precedente para casos similares a efectos de analizar jurídicamente el caso en concreto. Diez Picasso en su libro titulado “La doctrina del precedente administrativo” ha establecido los Fundamento del carácter vinculante del precedente administrativo: a) El valor de los principios generales del Derecho. - La importancia de los principios generales es aún mayor en el campo del Derecho administrativo. Las especiales características históricas y estructurales de esta rama del ordenamiento hacen que una adecuada utilización de los principios generales sea imprescindible para controlar la discrecionalidad de la Administración. Sin principios generales no es posible actualmente un Derecho administrativo que ofrezca unas mínimas garantías al administrado b) El principio de la igualdad ante la ley. - operar tanto en la fase de creación de la norma como en la de su aplicación. Este principio, que en virtud de los artículos 9. ° y 53 de la Constitución, vincula a todos los poderes públicos, en la fase de aplicación del Derecho vincula muy especialmente a la Administración pública. Esta es una organización subalterna inserta en el poder ejecutivo y no puede aplicar de modo desigual en dos supuestos similares las potestades, exorbitantes del Derecho común, que le confiere el ordenamiento jurídico. c) Los principios de seguridad jurídica y buena fe: La seguridad jurídica es, en este sentido, la cognoscibilidad del significado y alcance de las normas. Por otro lado, la seguridad jurídica debe poder ser referida al funcionamiento del complejo normativo. Significa, en este segundo sentido, la previsibilidad de que los poderes públicos, en un caso concreto, actuarán o dejarán de hacerlo y de que, si actúan, lo harán de una manera determinada y no de otra. Por otro lado, La buena fe es un principio general del Derecho en su sentido ético, esto es, en cuanto que es obligatorio en el tráfico jurídico mantener un comportamiento leal. Se infringe el principio de buena fe cuando se utiliza una facultad con una finalidad distinta de aquélla para la que fue creada por el ordenamiento jurídico; o cuando se utiliza de un modo desleal, según la conciencia social y lo que es usual en el tráfico jurídico. En definitiva, el principio de buena fe se basa en la legítima expectativa de que deben producirse en cada caso las consecuencias usuales, las que se han producido en casos similares. Esta legitima expectativa es defraudada cuando la Administración, sin motivo, se aparta de sus precedentes. Los precedentes administrativos como fuente del derecho administrativo En nuestro ordenamiento, la ley 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General (en adelante LPAG), ha dedicado dos artículos ver los numerales 2.8 y 2.9 del artículo V: “Título Preliminar de la Ley N° 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General”, los precedentes administrativos. En ellos se señala que estos pueden provenir de: […] resoluciones emitidas por la Administración a través de sus tribunales o consejos regidos por leyes especiales, estableciendo criterios interpretativos de alcance general y debidamente publicadas. Estas decisiones generan precedente administrativo, agotan la vía administrativa y no pueden ser anuladas en esa sede […], o de […] los pronunciamientos vinculantes de aquellas entidades facultadas expresamente para absolver consultas sobre la interpretación de normas administrativas que apliquen en su labor debidamente difundidas […]. También, (Arroyo, 2014, p.504) En nuestro ordenamiento jurídico, los precedentes administrativos se encuentran regulados en la ley 27444, Ley de Procedimiento Administrativo General, como fuente del procedimiento administrativo y sirven para que las Administraciones Públicas actúen atendiendo el principio de predictibilidad, otorgando seguridad jurídica a los ciudadanos (administrados), a través de un trato equitativo, reconociendo con ello la importancia de la interdicción de la arbitrariedad y la buena administración. Conclusión La Administración Pública pueda utilizar los precedentes administrativos como una herramienta que permite garantizar seguridad jurídica, eficiencia y economía procedimental y que sirve, además, para evitar la arbitrariedad.
Sastre, S. D. (2008). El precedente administrativo. Marcial Pons, Madrid.
Díez Picazo, L. (1982). La doctrina del precedente administrativo. Revista de administración pública, (98), 7-46.
Bedoya, J. D. L. (2014). El precedente administrativo en el ordenamiento jurídico
colombiano. Summa Iuris (revista descontinuada), 2(2), 195-216.
Arroyo, A. C. (2014). La regulación de los precedentes administrativos en el ordenamiento
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