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Lección: 1ª de Samuel Cap. 6, versículos 6 al 11. ¿Por qué endurecéis vuestro corazón, como los egipcios y Faraón
endurecieron su corazón? Después que los había tratado así, ¿no los dejaron ir, y se fueron? Haced, pues, ahora un carro
nuevo, y tomad luego dos vacas que críen, a las cuales no haya sido puesto yugo, y uncid las vacas al carro, y haced volver
sus becerros de detrás de ellas a casa. Tomaréis luego el arca de Jehová, y la pondréis sobre el carro, y las joyas de oro
que le habéis de pagar en ofrenda por la culpa, las pondréis en una caja al lado de ella; y la dejaréis que se vaya. Y
observaréis; si sube por el camino de su tierra a Bet-semes, él nos ha hecho este mal tan grande; y si no, sabremos que
no es su mano la que nos ha herido, sino que esto ocurrió por accidente. Y aquellos hombres lo hicieron así; tomando dos
vacas que criaban, las uncieron al carro, y encerraron en casa sus becerros. Luego pusieron el arca de Jehová sobre el
carro, y la caja con los ratones de oro y las figuras de sus tumores.
Estudio bíblico I.E.P. Autor hermano Roberto Saldías Roa; https://estudiobiblicotiquico.wordpress.com; WhatsApp +5676426950; correo electrónico rsaldiasroa@gmail.com 1
ESTUDIO BIBLICO TIQUICO 2022
Las leyes de Dios, si escritas en la Biblia o en nuestros corazones, son vinculantes para nosotros. Somos responsables
cuando las desobedecemos.
La comprensión de este aspecto de la voluntad de Dios reconoce que, si bien tenemos el poder y la capacidad de
desobedecer los mandamientos de Dios, no tenemos derecho a hacerlo. Por lo tanto, no hay excusa para nuestro pecado,
y no podemos afirmar que al elegir el pecado estamos cumpliendo simplemente el decreto soberano o la voluntad de Dios.
Judas estaba cumpliendo la voluntad soberana de Dios en traicionar a Cristo, al igual que los romanos que le crucificaron.
Sin embargo, eso no justifica sus pecados. Ellos no eran menos malignos o traicioneros, y fueron responsables de su rechazo
de Cristo (Hechos 4:27-28). A pesar de que, en su soberana voluntad, Dios permite que suceda el pecado, aún estamos
responsables ante Él por el pecado.
El tercer aspecto de la voluntad de Dios que vemos en la Biblia es la voluntad permisiva o perfecta de Dios. Esta faceta
de la voluntad de Dios describe la actitud de Dios y define lo que es agradable a Dios. Por ejemplo, si bien es claro que
Dios no se complace en la muerte de los malvados, también es claro que él quiere o decreta su muerte. Esta expresión de
la voluntad de Dios se revela en los muchos versículos de la Escritura que indican lo que le complace a Dios o no. Por
ejemplo, en 1 Timoteo 2:4 vemos que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad ", sin embargo, sabemos que la voluntad soberana de Dios es que "Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me
envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. "(Juan 6:44).
Si no tenemos cuidado, podemos fácilmente llegar a preocuparnos e incluso obsesionarnos con encontrar la "voluntad"
de Dios para nuestras vidas. Sin embargo, si la voluntad que estamos buscando es Su voluntad secreta, oculta, o decretal,
estamos en una búsqueda tonta. Dios no ha querido revelarnos ese aspecto de su voluntad. Lo que debemos tratar de
conocer es la voluntad perceptiva o revelada de Dios. La verdadera marca de la espiritualidad es cuando deseamos conocer
y vivir de acuerdo a la voluntad de Dios revelada en las Escrituras, y que puede resumirse como "Sed santos porque yo soy
santo" (1 Pedro 1:15-16). Nuestra responsabilidad es obedecer la voluntad revelada de Dios y no especular sobre lo que
su voluntad oculta para nosotros podría ser. Si bien debemos tratar de ser "guiados por el Espíritu Santo," no debemos
olvidar nunca que el Espíritu Santo nos conduce principalmente hacia la rectitud y a conformarnos a la imagen de Cristo
para que nuestra vida glorifique a Dios. Dios nos llama a vivir nuestra vida de toda palabra que sale de Su boca.
Vivir de acuerdo a Su voluntad revelada debe ser el objetivo principal o el propósito de nuestras vidas. Romanos 12:1-2
resume esta verdad, ya que estamos llamados a presentar nuestros "cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." Para conocer la voluntad
de Dios, debemos sumergirnos en la Palabra de Dios escrita, saturar nuestras mentes con ella, orando que el Espíritu Santo
nos transforme a través de la renovación de nuestras mentes, para que el resultado sea lo que es bueno, agradable y
perfecto - la voluntad de Dios.
1er Titulo: Clara advertencia a no repetir las malas decisiones. Versículos 6 y 7. ¿Por qué endurecéis vuestro
corazón, como los egipcios y Faraón endurecieron su corazón? Después que los había tratado así, ¿no los dejaron ir, y se
fueron? Haced, pues, ahora un carro nuevo, y tomad luego dos vacas que críen, a las cuales no haya sido puesto yugo, y
uncid las vacas al carro, y haced volver sus becerros de detrás de ellas a casa. (Léase: Zacarias 1: 4 No seáis como
vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora
de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová.).
Referencia de dureza de corazón: Sal 95:8; Prov. 28:14; 29:1; Ro. 2:5; Heb. 3:13.
Comentario de Zacarias Un llamado al arrepentimiento, 1:1-6
Zacarías comienza su ministerio con la declaración de haber recibido palabra de Jehovah en la fecha que hemos
mencionado en la Introducción, luego de 18 años de la llegada del pueblo de su cautiverio.
El profeta posee una forma muy especial para introducir su mensaje a través de un llamado a la reflexión: Jehovah se
enojó en gran manera contra vuestros padres. En la mente de los oyentes estaban frescas todavía las escenas del cautiverio
como recordatorio del pecado de sus padres. Los padres sufrieron el castigo de sus pecados porque defraudaron al Dios
santo que siempre demandó santidad a su pueblo. Zacarías presenta a Dios con un carácter santo, quien, a pesar de amar
a su pueblo, no tolera el pecado.
Joya bíblica
Pero diles que así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: “Volveos a mí, ha dicho Jehovah de los Ejércitos, y yo
me volveré a vosotros”, ha dicho Jehovah de los Ejércitos (1:3).
Después de la reflexión, prosigue con un llamado al arrepentimiento: Volveos a mí. Esta invitación fue usada también por
el profeta Malaquías, y quizás era una fórmula profética muy común, pero pocas veces respondida. Volveos a mí posee una
segunda parte que es una promesa divina: y yo me volveré a vosotros. Santiago, en el NT, expresó una idea semejante:
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Stg. 4:8), dándole a la invitación un carácter universal y permanente. El
llamado de Dios está impregnado de amor y de restauración, y no hay otra persona más interesada en el arrepentimiento
que el mismo Dios. Su voluntad es que el hombre viva en comunión con él, y al crear al hombre a su imagen y semejanza,
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lo capacitó para tener comunión con él. Sin embargo, aun teniendo la imagen y semejanza de Dios, el hombre
voluntariamente y con pleno conocimiento ha elegido vivir fuera de esa comunión.
Por eso ellos se volvieron y dijeron: “Como Jehovah de los Ejércitos se propuso hacernos, conforme a nuestros caminos
y conforme a nuestras obras, así hizo con nosotros”. El profeta parece indicar dos actitudes distintas, la actitud de la
mayoría, quienes habiendo escuchado el llamado de Dios al arrepentimiento nada hicieron por cambiar su actitud de
rebeldía, mientras que en el v. 6 dice que se volvieron. Hay dos probabilidades de interpretación, una, que el remanente,
luego de ver las consecuencias del mal vivir de los demás, decidió volver a Jehovah. Otra probabilidad es que sea una
expresión del pueblo que regresó del cautiverio; pudiera ser un dicho común de lamento y renovación entre el pueblo que
estaba habitando nuevamente sus ciudades, y en especial de los habitantes de Jerusalén.
El último elemento de este mensaje introductorio es la enseñanza de Zacarías sobre la permanencia de los juicios del
Señor contra la brevedad de la vida del ser humano, sea éste un pecador arrepentido o no. Murieron los padres, también
murieron los profetas, pero sus profecías tuvieron fiel cumplimiento.
En un mensaje como éste nuestros ojos deben abrirse para ver la misericordia de Dios quien llama al arrepentimiento.
Hay tres verdades que debemos recalcar todo el tiempo:
1) Dios no tolera el pecado. A pesar del amor de Dios por su creación él no puede, por su santidad, soportar el pecado
de su pueblo y de la humanidad. El enojo de Dios está sobre el pecado. Esto se hace sobresalir por la repetición, en tres
oportunidades, de la frase Jehovah de los Ejércitos.
2) Dios llama a un verdadero arrepentimiento, con la promesa que él también se volverá al pecador
arrepentido. La bendición más grande que el hombre puede tener es la de volver a disfrutar nuevamente de la comunión
con su Creador. El hombre en armonía con su Creador es la finalidad de todo el mensaje bíblico. La palabra “volverse”
(arrepentirse, en algunas versiones), en varias formas se usa en los vv. 3 y 6.
3) Dios afirma que su juicio es permanente. Todos los juicios enunciados por medio de los profetas se cumplieron tal
como habían sido anunciados, y aquellos que faltan por cumplirse lo harán sin que falte ninguno.
¿Cuáles son los principios bíblicos para una buena toma de decisiones? Respuesta:
La buena toma de decisiones comienza por discernir la voluntad de Dios. Dios se deleita en revelar su voluntad a aquellos
que están dispuestos a seguir sus preceptos (Salmo 33:18; 35:27; 147:11). Nuestra actitud hacia la toma de decisiones
debería ser la de Jesús mismo, quien afirmó, "pero no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42; Mateo 6:10).
Dios nos revela su voluntad principalmente de dos maneras. En primer lugar, a través de su Espíritu: "Pero cuando venga
el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir" (Juan 16:13; véase también 1 Juan 2:20, 27). Y, en segundo lugar,
Dios revela su voluntad a través de su palabra: "Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino" (Salmo 119:105;
véase también el Salmo 19:7-9; 2 Pedro 1:19).
El proceso de la toma de decisiones incluye hacer un juicio sobre una actitud o acción. Las decisiones son un acto de la
voluntad, y siempre están influenciadas por la mente, las emociones, o ambas. Las decisiones que tomamos en realidad
reflejan los deseos de nuestro corazón (Salmo 119:30). Por lo tanto, una pregunta clave antes de tomar una decisión es
"¿Escojo complacerme, o elijo para complacer al Señor?". Josué establece el estándar: "Y si mal os parece servir a Jehová,
escogeos hoy a quién sirváis…pero yo y mi casa serviremos a Jehová" (Josué 24:15; cf. Romanos 12:2).
Dios ve el panorama completo - el pasado, el presente y el futuro de nuestras vidas. Él nos enseña y nos aconseja
mientras se revela a nosotros a través de su palabra y el Espíritu. Dios nos ha hecho esta promesa: "Te haré entender, y
te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos" (Salmo 32:8; cf. Salmo 25:12). Habrá momentos en
los que la voluntad de Dios puede parecer indeseable o desagradable, cuando nuestro corazón siga nuestros propios deseos
en vez de confiar en Dios. Pero finalmente tendremos que aprender que la voluntad de Dios es siempre para nuestro
beneficio (Salmo 119:67; Hebreos 12:10-11).
De nuevo, la clave principal para una buena toma de decisiones es conocer la voluntad de Dios y no seguir los deseos de
nuestro corazón: "Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte" (Proverbios 14:12; cf.
Proverbios 12:15; 21:2). Mientras ponemos nuestra confianza en Dios y no en nosotros mismos, pronto descubrimos qué
decisiones son agradables para él.
En primer lugar, Dios bendice aquellas decisiones que él inicia y que se alinean con su palabra: "Por el camino de la
sabiduría te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar" (Proverbios 4:11; véase también Salmo 119:33).
Segundo, Dios bendice decisiones que cumplan con su propósito y que dependan de su fuerza: "porque Dios es el que en
vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Filipenses 2:13; véase también Filipenses 4:13).
Además, Dios bendice aquellas decisiones que resultan en su gloria: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa,
hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31). Él bendice decisiones que reflejan su carácter, que promueven la
justicia, la bondad y la humildad: "Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente
hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios" (Miqueas 6:8; vea también 1 Corintios 10:31; 1 Timoteo
4:12). Y él bendice aquellas decisiones que proceden de la fe: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario
que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6).
No debemos olvidar la promesa de Dios de darle sabiduría a sus hijos cuando la piden: "Y si alguno de vosotros tiene
falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada" (Santiago 1:5; cf. 1
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Tesalonicenses 5:17). Y cuando oramos por sabiduría, debemos confiar en que Dios responde nuestra oración: "Pero pida
con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de
una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor" (Santiago 1:6-7). La paciencia
también es importante, mientras esperamos el tiempo de Dios: "Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa"
(Hebreos 6:15).
La toma de decisiones es más difícil cuando implica una decisión dolorosa. A veces, la forma correcta de proceder también
nos perjudicará de alguna manera. Ahí es donde necesitamos más gracia. ¿Estamos realmente dispuestos a sufrir por la
gloria de Cristo? "Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento;
pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las
concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios" (1 Pedro 4:1-2).
¿Tomar una decisión hoy? Mira a la palabra de Dios en busca de dirección. Consuélate en la paz que sólo él puede brindar
(Filipenses 4:7). Pide sabiduría, confía en sus promesas, y él guiará tu camino: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no
te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas" (Proverbios 3:5-6; ver
también Isaías 58:11; Juan 8:12). (https://www.gotquestions.org)
2° Titulo: Poniendo a prueba la intervención del dios de Israel. Versículos 8 y 9. Tomaréis luego el arca de Jehová,
y la pondréis sobre el carro, y las joyas de oro que le habéis de pagar en ofrenda por la culpa, las pondréis en una caja al
lado de ella; y la dejaréis que se vaya. Y observaréis; si sube por el camino de su tierra a Bet-semes, él nos ha hecho este
mal tan grande; y si no, sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que esto ocurrió por accidente. (Léase:
Jueces 6:36 al 38. Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, he aquí que yo pondré
un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces
entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho. Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana,
exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua.).
Deseo de ver señales (Probando a Dios): Mt. 12:38. Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos,
diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. (Mt. 16:1; 23:3; Mr. 8.11.).
Lucas 11:16. Otros, para tentarle, le pedían señal del cielo. (Jn.4:48).
1ª Cor, 1:22: Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría.
Juan 2:18: Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?
Comentario de Jueces 6: El rocío era un símbolo de prosperidad (ver Gén. 27:28, 39; Deut. 33:28; Ose. 14:5, 6), y la
prueba del v. 37 es una forma de constatar si Jehovah, y no Baal, era quien lo podría dar o retener. Al repetir como has
dicho (6:36, 37), Gedeón expresa su desconfianza en las promesas divinas. Dios no estaba obligado a someterse a la
prueba, especialmente porque ya había accedido a otra (ver 6:17–22). No obstante, en la mañana Gedeón halló lo que
había pedido (6:38).
Pero, la tierra tal vez podía estar seca por causas naturales, ya que el suelo duro de la era (lugar donde se trillaba el
grano) se secaría más rápido que el vellón. Una prueba más contundente sería que sucediera lo contrario. Al pedir esto
Gedeón reconoce su presunción (6:39). Ruega a Dios no enojarse con él (ver su enojo con Moisés en Éxo. 4:14; comp. Sal.
95:8–11), sino que permitiera probarlo solo una vez más (nótese la repetición de esta frase). Tan misericordioso a Gedeón
y fiel a su pacto con Israel era Dios que efectuó esta señal también (6:40). Esta vez el texto aclara que Dios lo hizo así
(comp. el ambiguo "aconteció así" en v. 38).
En Jueces, Dios normalmente es llamado por su nombre Jehovah, raras veces se le llama Dios. Sin embargo, en 6:36–40
“Dios” se usa tres veces (lit., “el Dios” en 6:36, 39), y el nombre “Jehovah” no aparece. Gedeón pone en tela de duda la
palabra del Dios todopoderoso, y éste, en vez de enojarse por la imprudencia, concede las dos señales.
Este pasaje no nos autoriza a pedir señales para averiguar la voluntad de Dios. En ninguna parte de la Biblia Dios promete
dar señales milagrosas a sus hijos para guiarlos. Más bien espera que busquemos sabiduría en el estudio de su palabra y
la oración (ver Stg. 1:5; 2 Tim. 3:16, 17).
Cuando Dios envía señales es por su gracia y misericordia, y las da solamente cuando él quiere. En la historia de Gedeón
las señales milagrosas responden a su falta de fe. Entre más fuerte la fe, menos necesidad tiene de semejantes señales.
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los vellones fue la segunda vez que Gedeón había pedido una señal de que Dios realmente estaba hablando con él, y que
Él haría lo que dijo que haría.
Hay varias lecciones para nosotros en la historia de Gedeón. Primero, Dios es increíblemente clemente y paciente con
nosotros, especialmente cuando nuestra fe es débil. Gedeón sabía que estaba pisando un terreno peligroso y que estaba
probando la paciencia de Dios, pidiendo múltiples señales. Después de la primera señal del vellón, Gedeón dijo, "No se
encienda tu ira contra mí, si aún hablare esta vez” (Jueces 6:39). Pero nuestro Dios es un Dios misericordioso, amoroso y
paciente que conoce nuestras debilidades. Sin embargo, la historia de Gedeón debe ser para nuestra enseñanza y no servir
como un modelo para nuestro propio comportamiento. Jesús dijo en dos ocasiones que "la generación mala y adúltera
demanda señal" (Mateo 12:39; 16:1-4) Su punto era que las señales que ya les había dado — Su cumplimiento de la
profecía del Antiguo Testamento, las sanidades y los milagros — eran suficientes para que pudiesen responder a la verdad,
si la verdad era lo que buscaban. Claramente, no lo fue.
¡Otra lección de los vellones de Gedeón es que aquellos pidiendo señales están exhibiendo una fe débil e inmadura que
no será convencida por las señales de todos modos! Gedeón había recibido más que suficiente información sin la señal de
los vellones. Dios le había dicho que tendría la victoria (v. 14), y Él había respondido a una solicitud anterior para una señal
con una milagrosa muestra del poder de fuego (v. 16). Aun así, Gedeón pidió dos señales más debido a su propia
inseguridad. De la misma manera, aun cuando Dios provee la señal que pedimos, esto no nos da lo que anhelamos porque
nuestra fe vacilante aún duda. A menudo nos lleva a pedir múltiples señales, ninguna de las cuales nos da la seguridad que
necesitamos, porque el problema no es con el poder de Dios; es con nuestra propia percepción del mismo.
Un problema con seguir el ejemplo de Gedeón de poner el vellón es que no toma en cuenta que nuestra situación y la
de Gedeón no son comparables. Como cristianos, tenemos dos poderosas herramientas que Gedeón no tuvo. En primer
lugar, tenemos la completa Palabra de Dios que sabemos es "inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena
obra" (2 Timoteo 3:16-17) Dios nos ha asegurado que Su Palabra es todo lo que necesitamos para estar "completamente
equipados" para cualquier cosa y todo en la vida. No necesitamos prueba experiencial (señales, voces, milagros) para
verificar lo que Dios ya nos ha dicho en Su Palabra. Nuestra segunda ventaja sobre Gedeón es que cada cristiano tiene al
Espíritu Santo, quien es Dios mismo, quien reside en su corazón para orientar, dirigir y alentar. Antes de Pentecostés, los
creyentes sólo tuvieron el Antiguo Testamento y fueron dirigidos desde el exterior por la mano providencial de Dios. Ahora
tenemos Su Biblia completa, y Su presencia permanente en nuestros corazones.
En lugar de buscar señales por poner vellones, deberíamos estar contentos de conocer la voluntad de Dios para nosotros
en cada situación cada día: "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros” (Colosenses 3:16); "Estad siempre
gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús" (1
Tesalonicenses 5:16-18); "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o, de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús,
dando gracias a Dios Padre por medio de él" (Colosenses 3:17). Si estas cosas caracterizan nuestras vidas, las decisiones
que tomemos serán conforme a la voluntad de Dios, Él nos bendecirá enormemente con Su paz y seguridad, y no habrá
necesidad de poner vellones o pedir señales.
3er Titulo: Obedeciendo fielmente a la instrucción en tiempos de aflicción. Versículos 10 y11. Y aquellos
hombres lo hicieron así; tomando dos vacas que criaban, las uncieron al carro, y encerraron en casa sus becerros. Luego
pusieron el arca de Jehová sobre el carro, y la caja con los ratones de oro y las figuras de sus tumores. (Léase: Proverbios
4:13. Retén el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida.).
Desobediencia es castigada: Deut. 17:12 y13. Y el hombre que procediere con soberbia, no obedeciendo al
sacerdote que está para ministrar allí delante de Jehová tu Dios, o al juez, el tal morirá; y quitarás el mal de en medio de
Israel. Y todo el pueblo oirá, y temerá, y no se ensoberbecerá.
La obediencia: 1 Reyes 2:3-4: Guarda los mandatos del SEÑOR tu Dios, andando en sus caminos, guardando sus
estatutos, sus mandamientos, sus ordenanzas y sus testimonios, conforme a lo que está escrito en la ley de Moisés, para
que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas, para que el SEÑOR cumpla la promesa que me hizo, diciendo:
``Si tus hijos guardan su camino, andando delante de mí con fidelidad, con todo su corazón y con toda su alma, no te
faltará hombre sobre el trono de Israel."
Apocalipsis 2:10: No temas lo que estás por sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que
seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
Comentario de Proverbios 4:13: Siguen las ventajas de la sabiduría en el v. 13 pero ahora bajo la designación de la
disciplina (ver 3:11, 12 para una discusión amplia del concepto de disciplina, musar 4148). Se emplean tres verbos para
describir el compromiso que hay que tener con la disciplina: aferrarse, no soltar y conservar. Musar se iguala a la vida del
joven: Ella es tu vida (v. 13; el verbo se agrega para la lectura en castellano). La relación íntima refleja el espíritu del v. 6.
Sin duda que el sabio hace atractiva la sabiduría. Tal atractivo representa la realidad de la vida. El sabio mira de cerca las
características y las consecuencias del camino impío (3:25; 10:24). Hay un espíritu de urgencia en el texto (v. 15: Evítalo).
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La aflicción es una emoción común a la experiencia humana, y somos testigos del proceso de la aflicción a lo largo del
relato bíblico. Varios personajes bíblicos experimentaron pérdidas y tristezas profundas, incluyendo a Job, Noemí, Ana y
David. Incluso Jesús lloró (Juan 11:35; Mateo 23:37-39). Después que Lázaro murió, Jesús fue a la aldea de Betania donde
Lázaro había sido enterrado. Cuando Jesús vio a Marta y a los otros dolientes llorando, Él también lloró. Jesús fue conmovido
por su dolor, y también por la muerte de Lázaro. Lo asombroso es que, aunque Jesús sabía que Él iba a resucitar a Lázaro
de entre los muertos, Él escogió participar del dolor en medio de la situación. Jesús es verdaderamente un sumo sacerdote
que puede "compadecerse de nuestras debilidades" (Hebreos 4:15).
Un paso para vencer la tristeza, es tener la perspectiva correcta. En primer lugar, reconocemos que la aflicción es una
respuesta natural al dolor y a la pérdida. No hay nada malo con afligirse. En segundo lugar, sabemos que los momentos de
tristeza tienen un propósito. Eclesiastés 7:2 dice, "Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello
es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón". Este versículo implica que la aflicción puede ser
buena porque puede refrescar nuestra perspectiva de la vida. En tercer lugar, queremos recordar que los sentimientos de
tristeza son temporales. "Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría" (Salmo 30:5). Hay un fin para la
aflicción. El dolor tiene su propósito, pero también tiene su límite.
En medio de todo, Dios es fiel. Hay muchas escrituras que nos recuerdan la fidelidad de Dios en tiempos de dolor. Él está
con nosotros incluso en el valle de la sombra de muerte (Salmo 23:4). Cuando David se afligió, oró así en el Salmo 56:8:
"Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿no están ellas en tu libro?" La conmovedora imagen de Dios
tomando nuestras lágrimas, tiene un gran significado. Él ve nuestro dolor y no lo desprecia. Así como Jesús entró en la
aflicción de los dolientes en Betania, de la misma manera Dios entra en nuestra aflicción. Al mismo tiempo, Él nos asegura
que no todo está perdido. El Salmo 46:10 nos recuerda que debemos "estar quietos" y descansar en el conocimiento de
que Él es Dios. Él es nuestro refugio (Salmo 91:1-2). Él hace que todas las cosas obren para el beneficio de aquellos que
Él ha llamado (Romanos 8:28).
Una parte importante para superar la aflicción, es expresársela a Dios. Los Salmos contienen numerosos ejemplos de
cómo derramar nuestro corazón a Dios. Curiosamente, el salmista nunca termina donde comenzó. Él puede iniciar un salmo
con expresiones de aflicción, pero, casi siempre, termina con alabanza (Salmo 13; Salmo 23:4; Salmo 30:11-12; Salmo 56).
Dios nos entiende (Salmo 139:2). Cuando estamos en comunión con Él, podemos abrir nuestras mentes a la verdad de que
Él nos ama, Él es fiel, que Él está en control y que sabe cómo va a hacer que las cosas obren para nuestro bien.
Otro paso importante para superar la tristeza, es cuando la compartimos con otros. El cuerpo de Cristo está diseñado
para aliviar las cargas de cada uno de sus miembros (Gálatas 6:2), y los hermanos tienen la capacidad de "llorar con los
que lloran" (Romanos 12:15). A menudo, la tristeza tiende a evitar a otros, aumentando los sentimientos de aislamiento y
miseria. Es mucho más saludable buscar consejería, y los grupos pequeños pueden ser de mucho valor. Los grupos están
prestos a escuchar y brindan fortalecimiento, amistad y orientación en cuanto a cómo pasar ese momento de aflicción.
Cuando compartimos nuestras historias con Dios y con los demás, se alivia nuestro dolor.
Lamentablemente, la aflicción es parte de la experiencia humana. Las pérdidas son parte de la vida, y la aflicción es una
respuesta natural a la pérdida. Pero tenemos la esperanza de Cristo, y sabemos que Él es lo suficientemente fuerte para
llevar nuestras cargas (Mateo 11:30). Podemos entregarle nuestro dolor porque Él cuida de nosotros (1 Pedro 5:7). Podemos
encontrar consuelo en el Espíritu Santo, nuestro Consolador y Paracleto (Juan 14:16). En la aflicción, echamos nuestras
cargas sobre Él, nos apoyamos en la comunidad de la iglesia, profundizamos en la verdad de la palabra y, en última
instancia, experimentamos la esperanza (Hebreos 6:19-20).
Estudio bíblico I.E.P. Autor hermano Roberto Saldías Roa; https://estudiobiblicotiquico.wordpress.com; WhatsApp +5676426950; correo electrónico rsaldiasroa@gmail.com 6