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La enfermedad renal crónica es la disminución lenta y progresiva (a lo

largo de meses o años) de la capacidad de los riñones para filtrar los


productos metabólicos de desecho presentes en la sangre.
Las causas principales son la diabetes y la hipertensión arterial.
La sangre se acidifica, aparece anemia, los nervios se dañan, el tejido
óseo se deteriora y aumenta el riesgo de ateroesclerosis.
Los síntomas pueden incluir micción nocturna, fatiga, náuseas, prurito,
espasmos y calambres musculares, pérdida de apetito, confusión,
dificultad para respirar e hinchazón corporal (con mayor frecuencia en
las piernas).
El diagnóstico se hace mediante análisis de sangre y de orina.
El tratamiento consiste en restringir los líquidos, el sodio y el potasio
en la dieta, usar medicamentos para corregir otros trastornos (como
diabetes, hipertensión arterial, anemia y desequilibrios electrolíticos) y,
cuando es necesario, diálisis o un trasplante renal.
Muchas enfermedades pueden dañar o lesionar irreversiblemente los
riñones. La lesión renal aguda se convierte en enfermedad renal
crónica si la función renal no se recupera después del tratamiento y
dura más de tres meses. Por lo tanto, cualquier trastorno que
provoque lesión renal aguda puede causar nefropatía crónica. Sin
embargo, en los países del mundo occidental, las causas más
frecuentes de la nefropatía crónica son
 Diabetes mellitus
 Presión arterial elevada  (hipertensión)
Estos dos trastornos dañan directamente los pequeños vasos
sanguíneos de los riñones.

Otras causas de nefropatía crónica incluyen la obstrucción de las vías


urinarias, ciertas anomalías de los riñones (como la enfermedad renal
poliquística y la glomerulonefritis) y los trastornos autoinmunitarios
(como el lupus eritematoso sistémico [lupus] ), en el que los anticuerpos
lesionan los vasos sanguíneos pequeños (glomérulos) y los diminutos
conductos (túbulos) de los riñones.
La enfermedad renal crónica causa muchos problemas en todo el
cuerpo:
 Cuando la pérdida de funcionalidad renal es leve o moderada, los
riñones no pueden absorber agua de la orina para reducir el
volumen de orina y concentrarla.
 Más tarde, los riñones pierden la capacidad de excretar los ácidos
producidos habitualmente en el cuerpo y la sangre se torna más
ácida, un trastorno denominado acidosis.
 La producción de glóbulos rojos (eritrocitos) disminuye, lo que
acaba produciendo anemia.
 Los altos niveles de productos metabólicos de desecho en la
sangre pueden dañar las neuronas en el encéfalo, el tronco, los
brazos y las piernas. La concentración de ácido úrico puede
aumentar, y en algunas ocasiones provoca gota.
 Los riñones enfermos producen hormonas que aumentan la
presión arterial, y dado que además no pueden excretar el exceso
de agua y sal, la retención de agua y sal pueden contribuir a
causar hipertensión arterial e insuficiencia cardíaca.
 El saco que envuelve al corazón (pericardio) puede inflamarse
(pericarditis).
 El nivel de triglicéridos en la sangre a menudo es alto y esto, unido
a la hipertensión arterial, incrementa el riesgo de ateroesclerosis.
 Si ciertas alteraciones que acompañan a la nefropatía crónica
permanecen durante mucho tiempo pueden verse afectados la
producción y el mantenimiento del tejido óseo (osteodistrofia renal).
Entre estas alteraciones se incluyen un alto nivel de hormona
paratiroidea, una baja concentración sanguínea de calcitriol (forma
activa de vitamina D), la absorción deficiente del calcio y una alta
concentración de fosfato en sangre. La osteodistrofia renal
evoluciona con dolor de huesos y aumento del riesgo de fracturas.

Síntomas de la enfermedad renal crónica


Los síntomas suelen manifestarse muy lentamente. A medida que avanza la
insuficiencia renal y los productos metabólicos de desecho se acumulan en la
sangre, los síntomas progresan.

La pérdida de funcionalidad renal ligera o moderada puede causar solo


síntomas leves, como la necesidad de orinar varias veces durante la noche
(nicturia). La nicturia se produce porque los riñones no pueden absorber el agua
de la orina para reducir el volumen y concentrarla, como sucede normalmente
durante la noche.
A medida que la función renal empeora y se acumulan productos metabólicos
de desecho en la sangre, las personas afectadas comienzan a sentir fatiga y
debilidad general, y manifiestan una disminución de la agilidad mental. En
algunos casos aparecen inapetencia y dificultad respiratoria. La anemia también
contribuye a la debilidad generalizada.
La acumulación de residuos metabólicos también causa pérdida de apetito,
náuseas, vómitos y un sabor desagradable en la boca, pudiendo conducir a
desnutrición y a pérdida de peso. Las personas con nefropatía crónica tienden a
presentar moretones con facilidad o a sangrar durante un tiempo
excepcionalmente prolongado después de una herida cortante o algún otro tipo
de lesión. La enfermedad renal crónica, o nefropatía crónica, también disminuye
la capacidad del organismo para combatir las infecciones. La gota puede causar
artritis aguda con dolor e inflamación de las articulaciones.
La pérdida grave de función renal causa que los productos metabólicos de
desecho se acumulen y alcancen niveles más altos en la sangre. El daño
ocasionado a los músculos y nervios causa trastornos tales como contracciones,
debilidad muscular, calambres y dolor. Los afectados también experimentan a
veces sensación de hormigueo en las extremidades y pierden la sensibilidad en
ciertas partes del cuerpo. Pueden desarrollar el síndrome de piernas inquietas y
evolucionar a encefalopatía, un trastorno ocasionado por una disfunción cerebral
que puede provocar confusión, letargo y convulsiones.
La insuficiencia cardíaca produce dificultad respiratoria o ahogo. Puede aparecer
hinchazón en el cuerpo, sobre todo en las piernas. La pericarditis puede causar
dolor torácico y disminución de la presión arterial. Las personas que padecen
enfermedad renal crónica avanzada suelen sufrir úlceras gastrointestinales y
hemorragias. La piel adquiere una tonalidad amarilla amarronada y, en algunas
ocasiones, la concentración de urea es tan alta que cristaliza en el sudor, con lo
que forma un polvo blanco sobre la piel (escarcha urémica). Algunas personas
con nefropatía crónica sufren picor en todo el cuerpo, y también pueden sufrir
halitosis.

Diagnostico de rnfermedad renal crónica o nefropatía


crónica
 Análisis de sangre y orina

 Ecografía

 En ocasiones, biopsia

Los análisis de sangre y orina son esenciales, ya que confirman la disminución


de la actividad renal.

Cuando la disminución de la actividad renal alcanza cierto nivel en la nefropatía


crónica, las concentraciones de determinadas sustancias en la sangre se hacen
anormales.

 Los niveles de urea y creatinina, residuos metabólicos que normalmente


son filtrados por los riñones, están aumentados.

 La sangre se vuelve moderadamente ácida.


 El nivel de potasio en la sangre a menudo es normal o aparece sólo
ligeramente aumentado, pero también puede elevarse hasta niveles
peligrosos.

 Los niveles de calcio y calcitriol en sangre están disminuidos.


 Las concentraciones de fosfatos y hormona paratiroidea están elevadas.
 La concentración de hemoglobina es generalmente más baja de lo normal
(lo que significa que la persona tiene algún grado de anemia).

La concentración de potasio en sangre puede aumentar peligrosamente cuando


la insuficiencia renal alcanza una etapa avanzada, o si las personas afectadas
ingieren grandes cantidades de potasio o toman fármacos para evitar que los
riñones excreten potasio.

Los análisis de orina pueden detectar muchas anomalías, incluidas las


alteraciones en proteínas y células.

Suelen realizarse ecografías para descartar la obstrucción y comprobar el


tamaño de los riñones. Si son pequeños y esclerosados, suelen indicar que la
pérdida de funcionalidad renal es crónica. A medida que la nefropatía crónica
alcanza una etapa avanzada, se va haciendo más difícil determinar su causa con
precisión.

La extracción de una muestra de tejido del riñón (biopsia renal) es la prueba más
precisa, pero no es recomendable cuando los resultados de la ecografía
muestran que los riñones son pequeños y esclerosados.

Tratamiento de la enfermedad renal crónica o


nefropatía crónica
 Medidas dietéticas y fármacos
 Diálisis o trasplante renal
El objetivo del tratamiento es frenar el deterioro de la función renal.

Los trastornos que pueden causar o empeorar una nefropatía crónica, y


que pueden afectar negativamente al estado de salud en general, deben
abordarse rápidamente, como ocurre en caso de

 Diabetes
 Presión arterial elevada (hipertensión)
 Obstrucción de las vías urinarias
 Infecciones
 Uso de ciertos fármacos
Controlar los valores de azúcar (glucosa) en sangre, así como la
hipertensión arterial en las personas con diabetes, reduce
sustancialmente el deterioro de la actividad renal. Los fármacos
inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y los antagonistas
de los receptores de la angiotensina II (ARA-II), que ayudan a bajar la
tensión arterial, pueden disminuir la velocidad de este deterioro en
algunos pacientes que padecen nefropatía crónica. Los fármacos
llamados inhibidores del cotransportador-2 sodio-glucosa (SGLT2)
también pueden ralentizar el deterioro de la función renal, pero deben
evitarse en personas con diabetes mellitus tipo 1.

Los médicos evitan los fármacos que se excretan por los riñones o los
prescriben en dosis bajas. Puede ser necesario evitar otros muchos
fármacos. Por ejemplo, tal vez deberá suspenderse el uso de
inhibidores de la ECA, antagonistas de los receptores de la angiotensina
II (ARA-II) y ciertos diuréticos
(como espironolactona, amilorida y triamtereno) en personas con
nefropatía crónica grave y concentraciones elevadas de potasio, porque
esos medicamentos pueden elevar el nivel de potasio.
Deben resolverse o aliviarse cualquier obstrucción en las vías urinarias.
Las infecciones bacterianas se tratan con antibióticos.

Deben adoptarse medidas dietéticas y pueden prescribirse fármacos


para retardar la progresión de la enfermedad renal crónica.
Restricción de proteínas
La disminución de la funcionalidad renal puede reducirse ligeramente
mediante la restricción del consumo diario de proteínas. En ese caso, la
persona necesita consumir suficiente cantidad de hidratos de carbono
para compensar el déficit de proteínas. Si las proteínas de la dieta se
restringen de manera significativa, es aconsejable recurrir a la
supervisión de un nutricionista, que asegure que la persona recibe
cantidades adecuadas de los distintos aminoácidos.
Control de la acidosis
A veces, una acidosis leve puede ser controlada aumentando el
consumo de frutas y verduras y disminuyendo la ingestión de proteínas
animales. Sin embargo, la acidosis moderada o grave puede requerir
tratamiento con fármacos que reducen la concentración de ácido (por
ejemplo, bicarbonato de sodio y citrato de sodio).
Disminución de los niveles de triglicéridos
Las concentraciones de triglicéridos y de colesterol en sangre se
controlan disminuyendo el consumo de grasas en la dieta, aunque para
su reducción pueden ser necesarios algunos fármacos, como
estatinas, ezetimibe, o ambos.
Restricción de sodio y potasio
La restricción del consumo de sal (sodio) suele ser beneficiosa,
especialmente en los casos en que la persona presenta insuficiencia
cardíaca.
Puede ser necesario restringir la ingestión de líquidos para impedir que
la concentración de sodio en la sangre disminuya en exceso. Deben
evitarse por completo los alimentos muy ricos en potasio, como algunos
sustitutos de la sal, y no consumir en exceso otros productos que
también lo contienen en proporción notable, como dátiles, higos y
algunas otras frutas. (Para más información consultar la publicación de
la National Kidney Foundation, véase Potassium and Your CKD Diet .)
Una concentración alta de potasio en sangre aumenta el riesgo de ritmo
cardíaco anómalo y paro cardíaco. Si la concentración de potasio es
demasiado elevada, los fármacos reductores de potasio (por ejemplo, el
poliestireno sulfonato de sodio, el patirómero y el ciclosilicato de
circonio) pueden ser eficaces, pero en caso de emergencia puede
requerirse diálisis.
Control de los niveles de fósforo
Una concentración elevada de fósforo en sangre puede provocar la
formación de depósitos de calcio y fósforo en los tejidos, incluso en los
vasos sanguíneos. La restricción en el consumo de alimentos ricos en
fósforo (como productos lácteos, hígado, legumbres, nueces y la
mayoría de las bebidas refrescantes) disminuye la concentración de
fosfato en la sangre. Los fármacos que se unen a los fosfatos, como el
carbonato cálcico, el acetato cálcico, el sevelámero, el lantano y el
citrato férrico, tomados por vía oral, pueden también disminuir la
concentración de fósforo en la sangre. Debe evitarse el citrato de calcio.
Esta sustancia se encuentra en muchos suplementos cálcicos y en
numerosos productos como aditivo alimentario (denominado a veces
E333). Normalmente se administran por vía oral vitamina D y otros
fármacos similares para reducir las altas concentraciones de hormona
paratiroidea.
Tratamiento de las complicaciones
La anemia causada por la nefropatía crónica se trata con
 Fármacos tales como la eritropoyetina o darbepoetina
 Transfusiones de sangre
Los médicos buscan también otras causas de anemia, en particular,
las deficiencias de hierro, folato (ácido fólico) y vitamina B12
(véase Anemia por carencia de vitaminas ).
La mayor parte de las personas que toman regularmente eritropoyetina
o darbepoetina necesitan ser tratadas con hierro por vía intravenosa
para evitar que se produzca una carencia férrica, lo que altera la
respuesta del organismo a estos fármacos. La eritropoyetina y
darbepoetina se deben utilizar solo cuando sea necesario, ya que
pueden aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular o ictus. La
propensión hemorrágica puede evitarse temporalmente mediante
transfusiones de hemoderivados o bien con la administración de
fármacos como la desmopresina o los estrógenos. Dicho tratamiento
puede ser necesario inmediatamente después de que se produzca una
herida o antes de una intervención quirúrgica o una extracción dental.
Las transfusiones de sangre se efectúan solo cuando la anemia es
grave y provoca síntomas, y cuando no responde a los fármacos
anteriormente mencionados.

La hipertensión arterial se trata con medicamentos antihipertensivos


para evitar una mayor limitación de la función cardíaca y renal.
Los diuréticos también pueden aliviar los síntomas de la insuficiencia
cardíaca, incluso cuando los riñones no estén funcionando con
normalidad, pero posiblemente sea necesario recurrir a la diálisis para
eliminar el exceso de agua del organismo en los casos de nefropatía
crónica grave.
Prevención
Para reducir el riesgo de padecer una enfermedad renal, haz lo siguiente:

 Sigue las instrucciones de los medicamentos de venta libre. Cuando


uses analgésicos de venta libre, como aspirina, ibuprofeno (Advil, Motrin IB,
entre otros) y acetaminofén (Tylenol, entre otros), sigue las instrucciones del
envase. Tomar demasiados analgésicos durante mucho tiempo puede derivar
en daños en el riñón.

 Mantén un peso saludable. Si tienes un peso saludable, mantenlo haciendo


actividad física la mayoría de los días de la semana. Si necesitas perder
peso, habla con tu médico acerca de las estrategias para lograrlo.
 No fumes. Fumar cigarrillos puede dañar tus riñones y empeorar el daño
renal existente. Si eres fumador, habla con tu médico acerca de las
estrategias para dejar de fumar.Los grupos de apoyo, el asesoramiento y los
medicamentos pueden ayudarte a dejar de fumar.

 Controla tus enfermedades con la ayuda de tu médico. Si padeces


enfermedades o afecciones que aumentan el riesgo de una enfermedad
renal, evalúa con tu médico las maneras de controlarlas. Pregúntale al
médico acerca de pruebas para buscar signos de daño renal.

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