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Universidad Central del Ecuador

Facultad de Arquitectura y Urbanismo


Historia y Teoría de la Arquitectura I

Melany Saldaña
Tercer Semestre P1
31 de Octubre de 2019

“El antimanual del mal historiado”, por Carlos Antonio Rojas

Resumen

Ser un mal historiador es más fácil que ser un buen historiador. En una rama tan
estática y dinámica a la vez la capacidad de desarrollar una historia crítica es más difícil de
lo que parece. Las muestras de fuentes históricas cegadas o meramente compilativas
aceptando una posición única frente a un hecho que es dinámico en tiempo y espacio son
solo uno de los aspectos que hay que corregir para dejar atrás la historia positivista y
meramente descriptiva.

Desarrollo

El estudio de la historia y más aún la enseñanza de la misma se ha visto definida por


la mala expresión de la misma. Para el alumnado en general la historia contempla un
aspecto aburrido, monótono y memorizatorio. Cuestión que limita el estudio, comprensión
y aplicación de la misma, más bien provoca su eliminación de sus objetivos. Estas
consecuencias son producto de una mala propagación de la historia y su análisis, contempla
lo que se definiría un mal historiador. Y a raíz de diferenciar la historia positivista de la
crítica, se proveerá la verdadera importancia y el papel de la historia en la vida de la
humanidad y la manera correcta de cómo tratarla no solo para enseñarla, sino para
aprenderla y producirla.

El actual empleo de la historia esta encasillada a lo aburrido, ¿por qué? Este aspecto
ha sido acogido por los estudiantes de la misma debido a la mera descripción que concibe.
Un cuento en prosa donde hay que resaltar protagonistas, fechas y hechos relevantes no es
historia, es una mera repetición del discurso de siempre donde se obvia el contexto,
influencias, objetivos y la relevancia del pasado en la configuración del presente. Pero el
aspecto determinante en esta incapacidad para el análisis y la crítica de la historia es la falta
de inocencia en la historia, ya que la tendencia política maneja directamente la opinión y el
enfoque de la historia. ¿Acaso hay una historia que dicte el papel de los pequeños grupos
desde su protagonismo? O ¿La propagación de la historia es de carácter individual por cada
territorio?

La respuesta a las anteriores interrogantes son una limpieza al maquillaje de los


intentos de consolidad el colonialismo. Como estudiantes, es común la necesidad de
indagas e investigar en fuentes que dicten gran peso científico y, por ende. Esta cuestión ha
sido adiestrada para identificar fuentes de historiadores, filósofos y científicos
pertenecientes al primer mundo debido a su capacidad y vanguardia. ¿Acaso la historia
configura el adiestramiento de la superioridad social? Hasta cierto punto, se ha configurado
una dependencia incluso para generar una opinión. Los pueblos tercermundistas se han
puesto en evidencia por su incapacidad de construir información para discernir la verdad o
generar conocimiento desde el punto de vista personal justificado por la historia crítica, más
no positivista.

Historia positivista que se autodefine justamente como la "ciencia que estudia el


pasado", y que autoconcibiéndose a sí misma como una disciplina
hiperespecializada, ya terminada, precisa y cerrada, es alérgica y reticente frente a la
filosofía, la teoría, la metodología, e incluso frente a cualquier forma de
interpretación audaz y creativa de los hechos históricos. (Aguirre, 2005, p. 37)
Es de este modo, que el primer pecado capital del mal historiador recae en la
historia positivista. Aquella que ignora el más allá de la obvia mecánica. La historia se
presenta como la compilación de material bibliográfico y su obtenido es una síntesis.

Como si no fuese suficiente, otro de los aspectos que han determinado la mala
compresión histórica es el anacronismo. La historia carece de una actualización de los
enfoques, del personaje. Si se adapta o se emplea una situación similar a la del pasado, por
más igual que parezca el contexto en el que se desarrolla. Por lo que es muy relevante
comprender el tiempo histórico y el impacto que los hechos han podido cambiar la mente
de los individuos de una sociedad. De este modo, no se debe pretender la igualdad de
condiciones para evitar un hecho que ha dado lugar en el paso.
En base a aquello también se debe analizar que el tiempo no es estático. El tiempo
cronológico es el camino en el que el tiempo histórico nos detalla comprensiones y sobre
todo relaciones entre los hechos con el fin de determinar causas, consecuencias, impactos,
etc. Se debe considerar que el tiempo dinámico es aquel en el que ocurren distintas cosas al
mismo tiempo en distintos lugares. Por lo que, en la escritura de la historia, un hecho
contextuado temporalmente y rescatando la situación de otros puntos críticos en ese
momento se contempla de distinta forma los hechos. Es así como en la redacción histórica
es necesario un “mientras tanto en”.

Es aquella pauta de la evolución la que marca el cuarto aspecto que se debe tomar
en cuenta. El problema con el tiempo desemboca en el problema de determinar el progreso
en base a meras compilaciones bajo la sombra de las potencias mundiales. Por lo que el
verdadero problema es creer que bajo el papel que desempeñemos en el bloque económico
es el que determina nuestro progreso. Este aspecto se ve reflejado en la producción de
arquitectura y arte, las cuales en países como el nuestro han pretendido adaptar el estilo de
las potencias dominadores. ¿Realmente el progreso tendría que significar la copia de estilos
ajenos? La falta de producción nacional, la falta de estilos autóctonos y la incapacidad de
crear sin el referente mundialista que es la arquitectura lucrativa son las variantes de
nuestro camino evolutivo. Por lo cual, es justo destacar el papel de la investigación y la
necesidad de dejar de ser países de aplicación para convertirnos en países productivos.

Además, la posición del historiador frente a los hechos es un determinante de una


bueno o mala historia. La que se ha disfrazado como “objetividad” ha determinado una
fuente histórica como lo único que provee su naturaleza, es decir libros, periódicos, etc. Es
menester analizar qué es lo que pueda proveer esa fuente a parte de su contenido. La
reconstrucción del contexto y su papel en determinado grupo social, entidad, hecho es la
valoración de una fuente en historia. Por lo que luego de dicho análisis un buen historiador
podrá reconstruir y aportar más visiones de los hechos y su impacto.

Como se mencionó anteriormente, la objetividad es un aspecto determinante. El


intento de carecer una posición entre las partes podría desembocar en una falta de
sensibilidad o el desprecio de los hechos. No se puede pretender la neutralidad de la historia
cuando no se ha conocido una guerra en la que se determine una víctima y un victimario.
Obviar las causas que han desembocado en la guerra es igual a obviar las pérdidas y
situación final del victimario. La objetividad radicará en la compilación y análisis de todos
los hechos sin obviar o enaltecer uno que podría significar un fracaso o victoria de ambas
partes. Ya que sus acciones determinaran aquello, con el respectivo análisis tanto del
historiador como del alumno.

El postmodernismo es el séptimo pecado que se debe evitar en relación de la


reducción de la historia para presentarla con los “hechos relevantes” cuando en realidad,
como ya se mencionó anteriormente, en el tiempo histórico existe un dinamismo de hechos
que influyen o marcan el cauce de la historia. La construcción de la ciencia histórica es un
punto difícil de determinar ya que, en función del tiempo, no se puede determinar si el
enfoque actual es más o menos objetivo o verdadero que de los propios testigos o
historiadores de la época. Por lo cual, el verdadero objetivo histórico recae en la
construcción objetiva, completa y de todas las partes involucradas en los hechos, con el fin
de aportar resultados a las interrogantes de los lectores y que, a su vez, puedan comprender
el pasado y relacionar los efectos en el presente.

Por lo cual, es menester mencionar que el mal estudio de la historia es un agujero


muy fácil de caer. Por lo cual, se tiene que analizar de manera objetiva los hechos en un
tiempo cronológico que de apertura al hecho histórico para relacionar, priorizar y concluir
las relaciones históricas. A su vez, dejar de obviar, reprimir o enaltecer alguna de las partes
para configurar un discurso políticamente correcto. Una buena historia podría significar la
comprensión del pasado, el impacto en el presente y a su vez, la necesidad de un futuro
igual o distinto.

Referencias

Aguirre, C. A. (2005). Antimanual del mal historiador o cómo hacer una buena historia

crítica. México: Contrahistorias.

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