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De antimanuales y antidefiniciones de la historia

cap.1

Este antimanual, nació de la certeza, que se tenía acerca de la mala formación que estaban y estarían
recibiendo los futuros historiadores, por culpa de las instituciones educacionales que inculcan y llevan a cabo
una ideología positivista de la historia, en vez de impartir la nueva historia, la cual es mas critica y profunda.
Esta surgió de la tradición de un pensamiento social critico que ya se avistaba desde hace medio siglo, y se
caracteriza por ser muy abierta en cuanto a su metodología, técnicas, fuentes, objeto de investigación, incluso,
concibe a la historia como un ente conformado, no solo del pasado, sino también el presente. También acepta
dentro de ella a la metodología, filosofía, y teoría, y las usa como herramientas de comprensión y reflexión,
para lograr así crear y reinterpretar una buena historia.
Aguirre nos manifiesta, que los manuales deben de llevar una síntesis de lo explicado, pues esto lo hace todo
más inteligible. Sin embargo, esto para el no significa que lo expuesto tenga que ser simple, mas bien tiene
que ser complejo y detallado, pero a la vez sencillo de comunicar. Aguirre, busca atacar las antiguas ideas,
conceptos, y visones que se tienen de la historia, y que terminan al final por perjudicarla, al volverse esta un
ente aburrido y lejano. Entonces, este propone a la historia de vanguardia, la cual se caracteriza por estar llena
de vida debido a la conexión que entabla con la sociedad y sus cambios; En cuanto al mal historiador que
proviene de estas instituciones positivistas, se verá afectado tanto el cómo su producción historiográfica que
será simple e incompleta, si no es que antes está informado acerca de la producción historiográfica y
corrientes del siglo xx.
Luego, nos traslada al problema entre la legitimación del poder y la historia científica. Aquí se enfrenta a los
poderes de estado y grupos dominantes, a quienes culpa de que la historia por su causa sea tan redundante y
estática. Para Aguirre, gracias a ellos se nos ah vendido la idea de una final “feliz” que incluye bienestar y
progreso, algo, de lo que la historia científica por otro lado ha querido culminar al querer dejar de ser una
herramienta de legitimación para el poder. Por lo tanto, esta debe de separarse de la historia “oficial” y la
historia tradicional, las cuales carecen de un cambio histórico que queda reflejado mediante el análisis
histórico, que, si se viera adicionado a la historia vanguardista, para después ser adoptadas, se crearía la
historia critica. Esta, esta sujeta a la transformación e interviene los hechos, manoseados por las autoridades,
para así volverse aún más colectiva.
La historia critica, busca reinterpretar el pasado y sus problemas, por lo cual rescatara los elementos o detalles
antes ignorados, para restaurar así el carácter histórico de los hechos. Para Aguirre, solo la historia que es
compleja y elaborada es la que vale la pena investigar y enseñar. por esta razón Aguirre creo este antimanual
que tiene como objetivo formar a buenos historiadores y transformar las ideas de anticuada historia a través
de sus antidefiniciones, anticonceptos y antinociones, con los cuales podremos identificar las falencias de la
historia tradicional y oficial. Aguirre también consideraba que el viejo significado de la historia separaba al
historiador de su presente, además de que le otorgaba la calidad de coleccionista al oficio mencionado, lo cual
no era así pues no había una distancia temporal entre hechos pasados y futuros, ya que el pasado y su
influencia se manifiestan en el presente, por tanto, la historia pertenece a ambas, siendo un ejemplo de ello la
historia contemporánea, la cual hace uso de fuentes usadas comúnmente, como también del análisis y
comprensión del presente.
Primera antidefinición: no se puede hacer historia acerca de localidades, regiones y países, si solo nos
limitamos a los hechos que nos impone lo investigado, y la explicación, además, de ciertos sucesos a través
de “factores externos” que para nada complementan al contexto. Este es un problema de incomprensión
que se viene dando, desde el nuevo auge de la historia en el siglo XVI, hasta la llegada de Braudel, pirenne,
y Bloch, que, junto a una historia científica, sostenían la idea de una gran red de conexión global que
afectaba directa o indirectamente a las naciones y demás regiones, por lo cual, se terminó creando una
historia universal, a la que se podía acudir para comprender los procesos históricos que conectaban y
afectaban a una nación por causa de otra.
Primera antinoción: el buen historiador, en parte se forma de libros, los aprendizajes que dejan estos y los
que además se obtienen del análisis y comprensión de trabajos ajenos, sino que este también necesita
educarse y tener un amplio conocimiento de las demás ciencias o disciplinas sociales (antropología, ciencias
políticas,etc), pues la historia abarca también lo que es lo social-humano, siendo la carencia de esta
comprensión, meramente un problema de las instituciones educacionales, que según Aguirre, tiene una
visión empírista y antiteórica.
La historia científica, necesita de dimensiones fundamentales como: la filosofía, teorías, metodologías, e
historiografía, para poder ser elaborada con profesionalismo. Entonces es en las diversas instituciones
educacionales, donde esta historia y sus dimensiones son prácticamente evadidas por la ideología positivista y
el tradicionalismo, pues de ellas nacen las preguntas y reflexiones (propias de un buen historiador) . un
ejemplo, de este positivismo, se ve en los seguidores de Clío, los cuales son antiteóricos e ignoran los
problemas metodológicos, al igual que rechazan a la historia de la historiografía, como una rama fundamental,
e incluso existen discrepancias entre ellos y los filósofos. Por estas razones, no existe dentro de las carreras de
historia, cursos aptos de teoría y metodología de la historia, mientras que la filosofía por otra parte solo es un
listado de autores y sus obras, en las cuales se resume de una manera muy simple y sin contexto en general,
tampoco posee reflexiones comprensivas de acuerdo con su época, ni menciona las corrientes
correspondientes a esta.
Para lograr una buena historia, se necesita de una teoría y un saber en el campo de la reflexión filosofía, mas
el manejo de sus metodologías, la comprensión de estas y la autoevaluación de esta, que es desarrollada por
la historia de la historiografía.
Segunda antinoción: el echo de que la historia científica como tal es antigua, no es verdad, pues esta nació
hace 50 años, razón por la cual esta aun esta perfeccionándose y recreándose, al igual que emprende la
búsqueda de nuevos horizontes, además, mientras van pasado las generaciones de investigadores, esta se
ve más actualizada y por ende este estado de constante estado de cambio, mantendrá a los historiadores
siempre alertas y agiles, ante la nueva información.
Tercera antinoción: la historia no es solo una cronología, fechas o datos históricos, los cuales son
innecesarios pues apelan a la memoria. Es necesario que esta se enfoque en cambios evolutivos de la
sociedad como lo hace la historia de la cultura y de la economía, por ejemplo. Sin embargo, es necesario
una buena cronología, así como mapas, atlas y demás herramientas, que nos ayuden a generar una
comprensión y orden de los procesos históricos globales.
Cuarta antinoción: la historia nunca estuvo obligada a ser una herramienta de legitimación del poder, ni
tampoco merece ser culpada por ello. Si bien se dice que Clío, estaba de parte de esta antigua visión, había,
por otro parte historiadores que se dedicaron a contar la historia de los derrotados, creando así la
contrahistoria y la contra memoria histórica. En cuanto a esto, nos tenemos que devolver a la visión que se
nos ofrecía anteriormente acerca del “final feliz”, el bienestar y el progreso. Esta visión nos quiere mostrar,
que cualquier suceso ya sea bueno o malo, pasa simplemente por el azar, y de ser así solo hay que
aceptarlo. Sin embargo, el historiador crítico, recuerda que la historia es una disputa constante, por lo
tanto, cualquier línea de futuro será decidida dentro de esta área de conflicto y no por azar. Entonces,
puede suceder que en un futuro lejano la historia sea manejada por un poder (x) según sus intereses e
ideología, cambiando así el curso de nuestro futuro. Sin embargo, a pesar de todo, siempre existirá alguien
que esté dispuesto a defender la historia de los caídos.

Cap.2
Ha existido en el mundo, durante mucho tiempo, la mala historia y su producción historiográfica. El mal
historiador, creado por esta mala historia, se caracteriza por no poner esfuerzo en su trabajo, por tanto, su
producción siempre será simple y pobre, dando paso así a los malos textos históricos, los cuales tienden a ser
aburridos y densos. además, carecen de vida, siendo esta una de las razones entonces para que termine
abandonado en la biblioteca o bodegas. Otras características de estos textos seria, el no ser relevantes en
cuanto a hechos históricos, que son algunas veces, resúmenes del trabajo de alguien más; también carecen de
organización en cuanto a sus fuentes, las cuales no se conectan, por no ser comprendido por parte del
historiador, un problema histórico en específico; igualmente carece de un “cuestionario sólido”, para
organizar la información significativa, que también le ayudaría a resolver el problema histórico. Cabe recalcar,
que estos trabajos provienen de una historia positivista, perezosa y simplista, la cual se dedica a juntar toda la
información reunida, de una manera muy desordenada, para al final “tratar” de conectarla.
Primer pecado: (el positivismo)
La historia científica, es reducida a una limitada erudición, encargada de investigar y compilar. Aguirre,
toma como ejemplo para explicar esto, al manual de “introducción a los estudios históricos” de Langlois y
seignobos, como la biblia de los malos historiadores positivistas, que Marx en 1848, criticaría (a la historia
en sí, no al manual), al mismo tiempo que arrancaba con la historiografía contemporánea; Este tipo de
historia deriva al historiador a elaborar un trabajo a base de fuentes escritas, a las cuales se le adiciona la
crítica externa e interna, para su posterior clasificación y orden, que terminaría en una sistematización
narrada en prosa, que en definitiva, contenía la misma información de los documentos pero en verso.
El positivismo, se autodefine como la ciencia que estudia el pasado, y se percibe como como finalizada y
cerrada; esquiva a la filosofía, la teoría, la metodología y cualquier forma de interpretación creativa e
inteligente de los hechos históricos; cree además, en los datos duros y comprobados, que solo por existir y
por provenir de un archivo, estos los usan como citas que poseen según ellos, precisión; están igualmente,
embelesados con las “gestas” militares, con la política, y el estado. Sin embargo, para construir la historia se
necesita igualmente de la erudición, pero, esta necesita igualmente de la interpretación histórica, la
explicación razonada y sistemática de los hechos, procesos históricos y fenómenos, los cuales construyen
modelos de comprensión que dan un sentido de coherencia al tema o los temas tratados.
Segundo pecado: (el anacronismo en la historia)
Este pecado, trata la noción que se tiene acerca del cambio histórico a través de los siglos. Este anacronismo
histórico, lo que hace es desechar la idea de que la sociedad humana ha evolucionado, en cuanto al hecho
de que cada una posee su propia mentalidad, distinta, a otras épocas pasadas, lo cual deja al ser humano y
su sociedad como un individuo igual y de referencia. Esta también desecha, las distintas direcciones que han
tomado estas sociedades, al igual que sus errores, los cuales se deben evaluar de una manera critica y
autocritica, en el sentido de poder comprender estas mentalidades pasadas, al igual que las de nuestra
época, para tener así una visión más clara y balanceada del pasado y el presente; entre mentalidad y
mentalidad, hay una barrera epocal-temporal, que nos hace distintos.
Tercer pecado capital: (la noción del tiempo newtoniana)
La temporalidad física, considera al tiempo como un espacio único y homogéneo, que es lineal y se divide en
unidades de tiempo que van desde los segundos hasta los milenios. Es por esto por lo que este tiempo ha
pasado a ser el de la historia, y, por tanto, de los que la hacen también. Sin embargo, este tiempo que es tan
determinado e igualitario y se rige mediante calendarios y relojes, no es el tiempo histórico de las
sociedades el cual es múltiple, heterogéneo y variable, de acuerdo con los sucesos o acontecimientos que
hayan intercedido en él. En definitiva, cada sociedad, de cada época, estuviere o no en estancamiento o en
desarrollo, siempre tendrán distintas temporalidades, las cuales el historiador debe de identificar y
establecer, siendo consciente también de la complejidad de cada una al analizarlas; complejidad que la
historiografía tradicional no supo ver al destinar a estas temporalidades a algo determinado, homogéneo y
lineal.
El cuarto pecado: la idea limitada del progreso
Este pecado esta conectado con el anterior, y trata el problema del “progreso” y su conexión con la idea
temporal de la historia, la cual está sometida al tiempo físico. Este progreso, se limita a contar los avances y
conquistas, que fueron posicionadas en la historia por este tiempo, y al mismo tiempo estos avances, nos
quieren hacer creer que la historia de la humanidad no ha sido otra cosa que un ascenso de lo peor hasta lo
mejor, idea que es defendida según Aguirre por los defensores del capitalismo y comunismo quienes
enmarcan la superioridad y bienestar de sus sistemas por sobre cualquier otro que haya existido. Sin
embargo, Marx, rechazo esta idea, tanto como Walter Benjamín en su “tesis sobre la filosofía de la historia”.
En definitiva, la historia no es lineal y simple, por tanto, el progreso tampoco lo es, en el sentido de que esta
toma varios caminos evolutivos e incluso puede desviarse de este avance y empezar de nuevo, rompiendo
así la continuidad. Este progreso no es majestuoso. La humanidad misma debe de elegir de manera
consiente su futuro y sus líneas de desarrollo.
El quinto pecado: la actitud acrítica hacia los hechos del presente y pasado
Este trata el problema del historiador pasivo y positivista, al no someter a la critica a los hechos,
fenómenos, fuentes y visiones de épocas pasadas tanto como presentes. El mal historiador, solo leerá el
texto y no será capaz ni de entenderlo ni de hacerle nuevas interrogaciones, olvidando la “lectura
involuntaria” de Marc Bloch, de la cual se podía sacar de los textos o documentos varios conceptos,
significados o problemas latentes; Esta actitud acrítica, estableció un espejismo de las sociedades,
haciéndola pasar por hechos verídicos, al aceptar pasivamente a estos textos, así como sus ideologías,
prejuicios y demás. También el mal historiador se podía valer de estos textos o documentos y hacerlos pasar
como su respaldo. Así fue en definitiva como esta “historia” acrítica, se insertó en la cultura, la mentalidad
colectiva y las distintas sociedades humanas.
El sexto pecado: la búsqueda de la objetivad y neutralidad, frente al objeto de estudio
Este pecado trata lo que sería la no intromisión del historiador con su objeto de estudio, que incluso le niega
a este la posibilidad de relacionarse y criticar los problemas de su presente. sin embargo, para hacer un
trabajo científico se necesita ser activo y “meter mano” en la obra para analizarla, criticarla y comprenderla,
por esta razón no se puede hacer una historia neutral ni menos objetiva, a excepción de la creación de una
historia científicamente objetiva, en el sentido de que esta no sea usada como herramienta de legitimación,
ni tampoco como silenciador de los hechos que no siguieron los preestablecido según la ideología
positivista. Por otro lado, el buen historiador critico entonces, sabrá que lo mejor para él y su producción
historiográfica

es dar a conocer las condiciones que han determinado su investigación, aclarando sus limitaciones, sus
traspiés, su criterio de clasificación, métodos, paradigmas y modelos historiográficos utilizados; el
historiador crítico, debe de comprender, además, que la verdad absoluta no existirá nunca.
El séptimo pecado: el postmodernismo
Este postmodernismo, nos habla de que todo anhelo por parte de la historia al tratar de ser científica es
irrelevante, pues la historia es tomada como una simple narración y discurso (histórico y de poder), lo cual
evita entonces a los diferentes hechos y procesos que conforman a la historia. Por otra parte, Aguirre
rechaza lo sostenido por Hayden White, Michel de Certau o Paul Veyne, acerca de que cualquier posibilidad
de conocer la realidad del pasado es nula. Esta idea, lleva entonces a considerar que la ideología de la
historia (tal y como la conocemos) tanto como la postmodernista, conllevan un relativismo absoluto al ser
ambas viables, por lo tanto, ambas seguirían un orden más estético que científico.
“Un historiador crítico es capaz de comparar y criticar diferentes interpretaciones y establecer si se
corresponden con el desarrollo material de la sociedad”.

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